Esta historia sucedió hace algún tiempo, es la historia de Pavel, cuando era
un niño de 10 años empezó a trabajar en el campo y no tenía mucho tiempo
para jugar con los demás niños, su papá salía de su casa desde las 6 de la mañana y regresaba a las 9 de la noche, casi nunca platicaban, su papa la mayoría de las veces sólo le hablaba para regañarlo, <eso no se hace así>, <otra vez te equivocaste> <lava los platos> <ayúdame a hacer la comida> <lava tu ropa>. Pavel creció casi solo en su casa y trabajando en el campo, a los 15 años pudo empezar a estudiar la secundaria, en sus tiempos libres aprendió a leer y a escribir, su papa cada vez iba envejeciendo más y más, en algunas ocasiones su papa le llego a pegarle y Pavel estaba muy enojado con él. Pavel decía- siempre me está regañando, nunca hago nada bien, un día me iré de la casa y no voy a regresar, a él no le importo, sólo le interesa trabajar y trabajar, siempre me dice que tengo que hacer, a donde puedo o no puedo ir, que debo comer y que no, me obliga a ir a la escuela y para mí eso es muy aburrido, él no me entiende. Cuando Pavel cumplió 22 por fin se iba de su pueblo a una ciudad a buscar trabajo, su padre le dio una gran suma de dinero. Pavel llego a la ciudad sin conocer a nadie, no conocía las calles, ni los camiones, no sabía a donde dirigirse ni que hacer. De repente comenzó a sentir un poco de miedo, ahora él tenía que empezar a tomar sus propias decisiones y hacerse responsable de su vida. Los primeros días le costó mucho encontrar trabajo, pero una vez que lo contrataron empezó a subir y subir de puesto, pronto empezó su propia familia con dos hermosas hijas, luego llevo a su padre a vivir a la ciudad junto con su familia, a su padre no le gustó mucho la idea y se regresó a su pueblo. En las noches Pavel le escribía cartas a su papa y le agradecía por todas las cosas que le había enseñado, aunque reconocía que algunos aprendizajes no fueron de la mejor manera. Padre- he tenido tiempo para pensar y creo que lo que has hecho lo has hecho porque me quieres, aunque a veces no lo hayas hecho de la mejor manera yo te entiendo, ahora que soy padre me doy cuenta que todo lo que hacías por mí, sé que muchas veces no sabías cómo reaccionar ni cómo educarme ni como demostrarme tu amor, pero ser padre no es fácil y tengo que agradecerte mucho, gracias a tu forma de ser tengo una buena vida. Recuerdo que me decías que lavara los platos y mi ropa, eso me ha servido para ser responsable, las cosas que empiezo las termino, también me decías que hacía algunas cosas mal y gracias a eso siempre doy mi mayor esfuerzo, nunca me rindo en las situaciones difíciles, tu sabías que podía hacer las cosas mejor, creías en mis capacidades, me decías cuando me equivocaba y ahora he aprendido a ser autocritico, reconozco mis errores y mis defectos, y así puedo mejorar y cambiar algunas situaciones que no le agradan a mi familia. Gracias por ser como eres y enseñarme lo que sabías, lo demás me tocará a mí. Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El animal lloró fuertemente por horas, mientras el campesino trataba de buscar algo que hacer. Finalmente, el campesino decidió que el burro ya estaba viejo y el pozo ya estaba seco y necesitaba ser tapado de todas formas; que realmente no valía la pena sacar al burro del pozo. Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarle. Cada uno agarró una pala y empezaron a tirarle tierra al pozo. El burro se dio cuenta de lo que estaba pasando y lloró horriblemente. Luego, para sorpresa de todos, se aquietó después de unas cuantas paladas de tierra. El campesino finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio… con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble: Se sacudía la tierra y daba un paso encima de la tierra. Muy pronto todo el mundo vio sorprendido cómo el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando… La vida va a tirarte tierra, todo tipo de tierra… el truco para salir del pozo es sacudírsela y usarla para dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Podemos salir de los más profundos huecos si no nos damos por vencidos… ¡¡¡Usa la tierra que te echan para salir adelante!!! Una mujer muy sabia despertó una mañana, se miró al espejo y notó que solamente tenía tres cabellos en su cabeza. “Hmmm”- Pensó. “Creo que hoy me voy a hacer una trenza”. Así lo hizo y pasó un día maravilloso. El siguiente día se despertó, se miró al espejo y vio que tenía solamente dos cabellos en su cabeza. “Hmmm”- Dijo. “Creo que hoy me peinaré con la raya en medio”. Así lo hizo y pasó un día grandioso. El siguiente día cuando despertó, se miró al espejo y notó que solamente le quedaba un cabello en su cabeza. “Bueno”- Dijo ella, “ahora me voy a hacer una cola de caballo” Así lo hizo y tuvo un día muy, muy divertido. A la mañana siguiente cuando despertó, corrió al espejo y enseguida notó que no lo quedaba un solo cabello en la cabeza. “¡Qué bien! – Exclamó. “¡Hoy no voy a tener que peinarme!”. ¿Que es la riqueza? A dos grupos de personas se les hizo la siguiente pregunta: ¿Qué es la riqueza? El primer grupo contestó de la siguiente manera: Arquitecto: tener proyectos que me permitan ganar mucho dinero. Ingeniero: desarrollar sistemas que sean útiles y muy bien pagados. Abogado: tener muchos casos que dejen buenas ganancias y tener un BMW. Médico: tener muchos pacientes y poder comprar una casa grande y bonita. Gerente: tener la empresa en niveles de ganancia altos y crecientes. Atleta: ganar fama y reconocimiento mundial, para estar bien pagado.
El segundo grupo contestó lo siguiente:
Preso de por vida: caminar libre por las calles. Ciego: ver la luz del sol y a la gente que quiero. Sordo: escuchar el sonido del viento y cuando me hablan. Mudo: poder decir a las personas cuánto las amo. Inválido: correr en una mañana soleada. Persona con una enfermedad terminal: Poder vivir un día más. Huérfano: Poder tener a mi mamá, mi papá, mis hermanos, y mí Familia. “No midas tu riqueza por el dinero que tienes, mide tu riqueza por aquellas cosas que no cambiarías por dinero” Un hijo se quejaba con su madre acerca de su vida y de cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencido. Estaba cansado de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema aparecía otro. Su madre le llevó a la cocina; allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego. En una colocó zanahorias; en otra, huevos; en la tercera, puso granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra. El hijo esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su madre. A los veinte mintutos la madre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los puso sobre un plato. Finalmente, coló el café y lo sirvió en una taza. Mirando a su hijo le dijo: ¿Qué ves?. Zanahorias, huevos y café, fue su respuesta. Le hizo acercarse más y le pidió que tocara las zanahorias, él lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera; al quitarle la cáscara, observó que el huevo estaba duro. Finalmente le pidió que probara el café; él sonrió mientras disfrutaba de su aroma. Humildemente, el hijo preguntó: ¿qué significa esto madre? Es química, le explicó: los tres se han enfrentado a la misma adversidad, a la misma situación: agua hirviendo, pero han reaccionado de forma diferente de acuerdo a sus características individuales. La zanahoria llegó al agua fuerte y dura; pero, después de pasar por el agua hirviendo, se ha puesto débil, fácil de deshacer. El huevo ha llegado al agua frágil, su cáscara protegía un líquido interior; pero, después de estar en el agua hirviendo, su interior se ha endurecido. Los granos de café, sin embargo, son únicos: después de estar en el agua hirviendo, han sido capaces de cambiar el agua y han cambiado con la situación. ¿Cuál eres tú, hijo? Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes?, preguntó a su hijo. ¿Eres una zanahoria, que parece fuerte, pero cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable, un espíritu fluido, pero tras un problema, una separación o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera pareces el mismo, pero eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecidos. O ¿eres como el grano de café? El café cambia al agua hirviendo, la situación que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición, el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café: cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas en forma positiva, sin dejarte vencer, y haces que las cosas a tu alrededor mejoren; que ante la adversidad exista siempre una luz que ilumina tu camino y el de las personas que te rodean. Esparces con tu fuerza y positivismo "el dulce aroma del café"