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La insostenibilidad de la Oligarquía

Hasta el siglo XX la modernización del Perú fue obligada por conflictos y contradicciones en el
seno de los sectores dominantes, como hemos estudiado hasta ahora, la misma que fue
aceptada por la comunidad indígena trabajadora, campesinos, sectores urbanos y obreros
incipientes pasivamente. En el siglo XX, los cambios en nuestro país se dieron por la gran
movilización de los sectores antes mencionados para cambiar el orden oligárquico imperante.
Por lo tanto, se plantea la siguiente pregunta ¿Considera que el Estado Oligárquico era
insostenible? En nuestra opinión consideramos que era insostenible. A continuación, se
presentarán las razones que sustentan nuestra postura.

Primeramente, el Estado oligárquico, que gobernaba el Perú, debía ser cambiado, porque es
una forma de organización de Estados semicoloniales. Económicamente el estado oligárquico
asentaba su poder mediante la sobreexplotación de la fuerza de trabajo. Indígenas, obreros y
campesinos eran prácticamente esclavizados, no recibían pagos dignos o a veces ni los recibían
pues trabajaban por vivienda y comida. La economía peruana esta subyugada a capitales
extranjeros. Se carecía además de un plan nacional de mercado e integración. Socialmente los
estados oligárquicos tenían una trama de relaciones sociales heterogéneas, porque configuran
un bloque dominante, conformado por la oligarquía y una gran masa campesina que
constituye la mayoría nacional. Estas relaciones heterogéneas eran las de capitalista - serviles,
lo que manifiesta el proceso incipiente de nuestro país en el desarrollo de clases sociales. En su
configuración, la clase dominante conformada por terratenientes, financieros, gamonales y por
el imperialismo que expolia y oprimía al proletariado desarticulado y disperso impidiendo la
formación de clases medias. Finalmente, en el plano político el estado oligárquico se
caracteriza por excluir a las masas populares de los elementales derechos democráticos,
mediante violencia institucional del Estado, por neutralizar a las clases medias e imponer su
dominio exclusivo y excluyente.

A consecuencia de la crisis del Estado oligárquico se dan ciertos cambios y continuidades


sociales y políticos que, en nuestra opinión y salvo algunas excepciones, lo único que hicieron
fue sumir en la pobreza a la población indígena trabajadora del país y limitaron el desarrollo de
nuestra nación; por tanto, tendría que desaparecer. En plano político hubo continuidad
oligárquica. Los gobiernos militares que siguieron a Leguía buscaban de alguna forma
recuperar la soberanía del país siendo menos favorables a la oligarquía; sin embargo, los
Estados fascistas de 1931 a 1939 formaron una alianza política con ella al igual que el civilismo
que le siguió con Prado y Bustamante y Rivero. Ya con el gobierno de Odría se pondría fin a la
alianza militar – oligárquica, pero la de gobierno no. Es por eso que la oligarquía regresa con
más fuerza en el gobierno Manuel Prado, donde los grandes funcionarios se complacían con
riquezas y lujos, mientras que el pueblo peruano seguía pobre, estoico, acostumbrado por la
desgracia a la sumisión más secreta de la resignación. Pueblo al que no le haría nada bien el
paternalismo, ni las reformas que también se aplicarían después. En el plano social se da el
fenómeno de la migración en busca de un mejor futuro, pero en nuestra opinión fomenta la
concentración de la pobreza en las grandes urbes, el abandono de tierras de cultivo y el
racismo más profuso. Se resta el poder de los terratenientes debido a la decadencia
económica del agro, lo que favorece el crecimiento del proletariado rural, empieza el
fenómeno de migración a la capital, sobretodo de la sierra a la costa, y con ello el
establecimiento de pueblos jóvenes, el crecimiento desordenado de las ciudades, debido a las
invasiones, la informalidad, el subempleo y la pobreza, la alienación de las culturas y el
racismo; pero a su vez las distintas tradiciones del Perú, inician un contacto enriquecedor y una
interacción cuya intensidad irá, a partir de entonces, en constante crecimiento.

Como consecuencia de todo este proceso existen continuidades muy perceptibles aun en
nuestros días, lo que pone en manifiesto la ineficacia del Estado Oligárquico. Políticamente
seguimos siendo gobernados por una élite sin representatividad, ni interés por el bienestar del
pueblo. Es evidente que no nos sentimos representados por ninguna autoridad, ni el
Presidente, ni el Congreso, ni nadie, pues sentimos que todos son manejados por una élite y
por intereses extranjeros que tienen poder sobre nuestros recursos, nuestra gente y nuestro
futuro. En el plano social, el racismo continuo desde nuestro pasado colonial. Es increíble que
en un país con tanta riqueza cultural se tengan que tildar las ascendencias raciales como un
insulto, cuando en realidad es símbolo de nuestra riqueza y más aún cuando somos una
mescolanza de “todas las razas”. La proliferación de las “invaciones”, el crecimiento
desordenado, la informalidad… todo eso que teníamos desde inicios del siglo pasado, aún lo
tenemos y forma parte de nuestra cotidianidad.

En síntesis, un Estado Oligárquico es insostenible porque es propio de Estados semicoloniales y


propicia la pobreza y el dominio excluyente de una minoría limitando el desarrollo del país.
Tenemos continuidades nefastas que limitan nuestro desarrollo como nación, esto se ha visto
acentuado por la forma en la que hemos sido gobernados desde el primer momento de
nuestra vida independiente, desde la exclusión del mismo indio, desde su esclavitud en tierra
independiente como tendría que haber sido la nuestra desde la proclamación, desde su
manipulación por intereses políticos (que aún ahora seguimos viviendo, gente que vende su
voluntad por “un taper”), de promesas falsas (ni hablar de estas porque son tantas), de
tradiciones rotas (como el ayni, la minka tan nuestras y tan ajenas hoy en día), de paternalismo
insulso (que solo nos quitó la voluntad de trabajar por nosotros mismos y esperar un pago por
lo que antes era signo de respeto, honor, trabajo, por un paternalismo y asistencialismo que
crea una población floja, sumido en el alcoholismo a gran parte de la población de la sierra).

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