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Ayer nos juntamos un grupo de más de 40 personas (NÚMERO

ALTAMENTE CONSIDERABLE, desde mi punto de vista, PARA BARILOCHE)


para compartir la primera parte de un encuentro sobre orientación
vocacional. Nos presentamos, develando parte de nuestra historia y
nuestras expectativas. Muchos de Bariloche, algunos de Esquel y ciudades
cercanas y dos visitantes de Los Antiguos, que despertaron suspiros en
muchos de nosotros.

LO CIERTO ES QUE (frase altamente criticada en la charla de ayer) nos


enteramos que la orientación vocacional podría ser mejor abordada
alejándose de los conceptos de orientación y de vocación. Intentando
desgranar los conceptos de orientador y orientado, poseedor de la verdad
y personaje sumiso, vocación como algo inmóvil, estático y sin cambios.

Vimos tres videos que sirvieron como disparados para poder colaborar
con nuestra propia visión del proceso de acompañar a una persona en la
búsqueda de su camino y de su hacer, dejándonos expuestos con nuestros
propios atravesamientos de sujetos sociohistóricos y desafíandonos a
corrernos de ese lugar, permitiendo sostener/devolver e inlcuso contestar
parcialmente la pregunta que se nos plantea al proponer ese lugar.

Fuimos, finalmente, víctimas de un café con jengibre (que se transformará


en un nuevo clásico de Bariloche) y de la imagen de una pared con “algo
que no deja verse pero una vez que lo ves no podés dejar de verlo” que
nos dejó perplejos y con una incógnita que esperamos se devele
favorablemente para todos. Y, en mi caso personal, aprendí que contestar
“buenísimo” a un mail no quiere decir que confirmé mi asistencia, que los
tiempos de los correos electrónicos puede ser fatal y que escuchando
opiniones y discusiones de pares se aprende más que nunca y que un
viernes a la noche puede dejarte con muchas ganas de levantarte a las 9
(o a las 10 según el inconsciente de Sergio, como estructura no como
juicio de su personalidad) para seguir aprendiendo, sumando y
construyendo.

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