Ha sido necesario robustecer el actuar de los derechos humanos para evitar que su actuar este condicionado a la voluntad política, el escenario tenía que cambiar debido al escenario que requería tomar importantes cambios y avanzar en la organización de un orden jurídico tanto interno como internacional. La Carta de las Naciones Unidas de 1945 aludía a un despliegue de derechos humanos y un reconocimiento global de la importancia de la Declaración Universal de Derechos Humanos de París y la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de Bogotá.
Los ejes de discusión a manera didáctica se fueron acoplando en tres grandes
generaciones, las cuales hacen alusión a su aparición histórica y se reconocen de la siguiente manera: la primera generación hacen alusión a ser fruto del liberalismo político del siglo XVIII, y se incorpora a las Constituciones con derechos tales como: los civiles, individuales y políticos de los ciudadanos que exigían del Estado el reconocimiento y la no intervención como figura de coerción como la vida, la libertad y la seguridad donde cabe mencionar el derecho a la inviolabilidad de lo privado, a votar y ser votado. Luego surgen los derechos económicos, sociales y culturales que se conforman por aquellos donde el Estado está obligado a hacer, actuar como protector del bienestar y tiene que convertirse en garante, entre ellos se encuentra el derecho al trabajo, seguridad social, educación, sindicación, huelga y pleno empleo, y finalmente, la tercera generación también conocidos como los de solidaridad que abarcan intereses difusos y se inspiran en principios generales o universales que exigen el concurso de la comunidad internacional, defienden derechos como la paz o la libre determinación.
México se ha mantenido activo ante la agenda internacional, sin embargo, condiciones
estructurales impiden el goce y disfrute de ciertos derechos que exigen determinadas condiciones para poder llevarlos a cabo como los relacionados a la ecología. El avance en derechos como la igualdad entre los sexos tiende a tutelar el derecho de la mujer a no ser discriminada en lo laboral, político, cultural o jurídico como resultado de una situación estructural donde la violencia de género continua afectando en mayor medida a las mujeres, a ello le continúan una serie de derechos que producen nuevas dinámicas entre las comunidades políticas como la paternidad responsable o la libre procreación que manifiestan una búsqueda a nuevas formas de proteger a los menores.
Finalmente, surgen circunstancias que dieron pie a evidenciar los grupos más vulnerables y la necesidad de resguardar su bienestar a través de la libre determinación. Bibliografía
Fix-Zamudio, Héctor y Carmona Valencia, Salvador, Derecho Constitucional Mexicano y
Comparado, novena edición, México, Porrúa-UNAM, 2017, pp. 427-510.
