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Hace algunas décadas, los psicólogos interesados en cómo contribuían los procesos
culturales al pensamiento humano, estaban desconcertados por lo que observaban. Su
perplejidad venía de tratar de explicar las vidas cotidianas de las personas que visitaban,
usando los conceptos imperantes sobre el desarrollo humano y la cultura. Muchos de estos
investigadores empezar a buscar maneras más útiles de pensar acerca de la relación entre
cultura y funcionamiento individual.
En este capítulo, discuto por qué las ideas que eran actuales en ese momento, sobre la
relación entre los procesos individuales y culturales, hacían que las observaciones de estos
investigadores fueran desconcertantes. Una cuestión clave era que se asumía que “el
individuo” estaba separado del mundo, y estaba equipado con características básicas y
generales que podrían estar “influenciadas” secundariamente por la cultura. Un problema
acompañante era que se pensaba a menudo “la cultura” como una colección estática de
características. Luego de examinar estos supuestos, discuto la teoría cultural-histórica que
ayudó a resolver el desconcierto de los investigadores, enfocándome en mi propia versión
de este desconcierto. Desde mi punto de vista, el desarrollo humano es un proceso en el que
las personas se transforman a través de su continua participación en las actividades
culturales, lo cual a su vez contribuye a cambios en sus comunidades culturales a través de
las generaciones.
Los Capítulos 2 y 3 argumentan a favor de concebir las personas y las comunidades
culturales como creándose mutuamente. El Capítulo 2 se enfoca en conceptos que permiten
relacionar los procesos culturales con el desarrollo de los individuos. El Capítulo 3 se dirige
al asunto que le acompaña, cómo podemos pensar el cambio continuo de las comunidades
debido a las contribuciones de sucesivas generaciones.
entre el desempeño en las pruebas y la cantidad de experiencia que habían tenido con las
escuelas occidentales y la alfabetización. Era tentador concluir que la escuela o la
alfabetización hacen que las personas sean más inteligentes, pero las observaciones
cotidianas de los investigadores retaban esa interpretación. De hecho, investigadores como
Sylvia Scribner y Michael Cole y sus colegas empezaron a estudiar las conexiones
específicas entre el desempeño en las pruebas y la experiencia en la escuela. (En el Capítulo
7, sobre la cultura y el pensamiento, me enfoco en mayor detalle en esta investigación y en
sus hallazgos.)
“Lo que el gallo sabe hacer, lo hace. Lo que yo sé, lo digo, ¡y nada más!” (197, pp.
108-109)
Este campesino y el entrevistador no estaban de acuerdo acerca de qué tipo de evidencia
es aceptable como verdad. El campesino insistía en el conocimiento de primera mano, tal
vez confiando en la palabra de una persona confiable y experimentada. Pero el
entrevistador trató de inducir al campesino a jugar un juego que involucraba el examen del
valor de verdad de las palabras solas. El campesino no-alfabetizado argumentó que ya que
no había visto el evento personalmente, no tenía evidencia adecuada, e implicó que él no
pensaba que el entrevistador tuviera evidencia adecuada tampoco. Cuando el hombre joven
escolarizado hizo una conclusión basado en premisas no verificadas planteadas en el
problema, el hombre no-alfabetizado implicó que el hombre joven no tenía por qué saltar a
conclusiones.
Como este campesino, muchas otras personas entrevistadas no-alfabetizadas rehusaron
aceptar que la premisa mayor está “dada” y protestaban que ellos “podrían juzgar sólo
aquello que habían visto” o que “no querían mentir”. (Este patrón ha sido replicado en otros
lugares por Cole, Gay, Click & Sharp, 1971; Fobih, 1979; Scribner, 1975, 1977; Sharp,
Cole & Lave, 1979; y Tulviste, 1991). Si no se solicitaba que los entrevistados no
alfabetizados dijeran la conclusión, sino que se les pedía más bien evaluar si las premisas
hipotéticas y la conclusión planteada por el investigador encajaban lógicamente, entonces
estaban dispuestos a considerar estos problemas como unidades lógicas auto-contenidas
(Cole et al. 1971).
El argumento del campesino no alfabetizado estudiado por Luria muestra un
razonamiento bastante abstracto con respecto a lo que uno puede usar como evidencia. De
hecho, Luria notó que el razonamiento y la deducción de las personas no alfabetizadas
seguían las reglas cuando trataban con la experiencia práctica inmediata; hacían excelentes
juicios y sacaban las conclusiones implicadas. Su falta de voluntad para tratar los
silogismos como problemas lógicos no es una incapacidad para pensar hipotéticamente. Un
entrevistado explicó su razonamiento para no responder una pregunta hipotética: “Si usted
conoce una persona, si surge una pregunta sobre ella, usted es capaz de responder”
(Scribner, 1975, 1977). Razonó hipotéticamente al negar la posibilidad de razonar
hipotéticamente acerca de información de la cual no tenía experiencia.
Los silogismos representan un género de lenguaje especializado que se vuelve más fácil
de manejar a través de la práctica con esta forma especializada de problema (Scribner,
1977). En la escuela, las personas podrían familiarizarse con este género a través de la
experiencia con problemas de cuentos en que la respuesta debe derivarse de las
afirmaciones en el problema. Se supone que los estudiantes no cuestionan la verdad de las
premisas y que responden basados en “hechos” planteados.
Estar dispuesto a aceptar la premisa que uno no puede verificar, y razonar desde ahí, es
característico de la escolarización y la alfabetización. Esta prueba comúnmente utilizada de
“habilidad” lógica refleja entonces un entrenamiento bastante específico en un formato de
lenguaje que es probable que los investigadores tomen por sentado, como individuos
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han construido sobre esta teoría. El influyente libro de Vygotsky El desarrollo de los
procesos psicológicos superiores [Mind in society (1978)] fue introducido al mundo anglo-
parlante por algunos de los mismos investigadores (incluyendo a Cole y Scribner) que
lucharon con el acertijo del desempeño variado de las personas en las pruebas cognitivas, y
en las actividades cognitivas cotidianas. La teoría de Vygotsky ayudó a conectar el
pensamiento de los individuos con tradiciones culturales como la escolarización y la
alfabetización.
En la última parte de este capítulo, describo mi acercamiento, que construye sobre el
trabajo anterior. Concibo el desarrollo como una transformación de la participación de las
personas en las actividades culturales que transcurren, y que ellos mismos cambian gracias
a la implicación de los individuos de las sucesivas generaciones.
El trabajo pionero de Margaret Mead demostró cómo los momentos fugaces de actividad
compartida, que podrían tener o no lecciones explícitas para los niños, son el material para
el desarrollo. Sus observaciones cuidadosas de eventos cotidianos filmados, mucho antes de
la introducción de la tecnología de video portable, ayudó a revelar los aspectos culturales
de los actos e interacciones individuales. Muchas líneas relacionadas de investigación han
brindado modelos para ayudar a los investigadores a pensar acerca de la relación entre
desarrollo individual y procesos culturales.
Dos acercamientos clave, el modelo psico-cultural de Whiting y Whiting y el sistema
ecológico de Bronfenbrenner, servirán el propósito de describir cómo ha sido
conceptualizada la relación. Varios otros acercamientos actuales, incluyendo perspectivas
culturales-históricas, construyen sobre el trabajo de estos pioneros. En esta sección describo
algunas de las ideas ofrecidas por esos modelos. Han brindado conceptos clave y generaron
investigación innovadora. Sin embargo, quiero plantear una preocupación con respecto a
cómo la manera en que los modelos han diagramado la relación entre el individuo y el
mundo nos llevan, tal vez no intencionalmente, a una visión limitante de los procesos
individuales y culturales – como entidades separadas. Mi preocupación es relevante a la
mayoría de diagramas que relacionan individuos y procesos culturales en las ciencias
sociales.
así como los procesos culturales menos inmediatos en que los niños, sus compañeros (y sus
ancestros) participan.
Los Whiting pedían una comprensión más profunda de los procesos culturales que lo
que ocurre a menudo en los estudios que simplemente relacionan el desarrollo de los niños
con categorías amplias como la cultura, la clase social y el género. Beatrice Whiting (1976)
instó a los académicos a que “desempacaran” estas variables en vez de tratarlas como
paquetes amplios de “variables independientes” no analizadas. Enfatizó que el conjunto de
personas y entornos en que los niños actúan son extremadamente influyentes en determinar
su curso de desarrollo.
El modelo de Whiting y Whiting (ver figura 2.1) presentó el desarrollo humano como el
producto de una cadena de circunstancias sociales y culturales que rodeaban al niño. La
cadena empezaba con el ambiente (incluyendo el clima, la flora y la fauna, y el terreno) y
conducía hacia la historia (incluyendo las migraciones, los préstamos y las invenciones).
Esto a su vez llevaba a los sistemas de mantenimiento del grupo (patrones de subsistencia,
medios de producción, patrones de asentamiento, estructura social, sistemas de defensa, ley
y control social, y división de labores). Esto llevó al entorno de aprendizaje del niño, el cual
consistía en su entorno de rutina, los cuidadores y educadores, las tareas asignadas y la
carga de trabajo de la madre. Luego la cadena llegaba al individuo, incluyendo las
necesidades innatas, las pulsiones y las capacidades del bebé, así como los estilos de
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comportamiento aprendidos, las habilidades, los valores prioritarios, los conflictos y las
defensas.
El modelo de los Whiting contenía un conjunto de supuestos con respecto a la dirección
de causalidad subyacente, con flechas que llevaban del ambiente y la historia hacia el
ambiente de aprendizaje del niño y hacia el desarrollo del individuo. Whiting y Whiting
(1975) asumieron que los sistemas de mantenimiento determinan en gran medida el
ambiente de aprendizaje en el que crecen los niños, y el ambiente de aprendizaje influye en
el comportamiento y desarrollo del niño.
Estos supuestos brindaron a Whiting y Whiting y a su equipo de trabajo un marco que
permitió avances importantes en la comprensión de la cultura y el desarrollo de los niños en
su importante Estudio de Seis Culturas (1975). El enfoque en el ambiente de aprendizaje de
los niños produjo hallazgos clave de investigación en el estudio de los aspectos culturales
del desarrollo humano. Mi propio trabajo ha sido fuertemente influenciado por las ideas de
los Whiting, y su investigación puede verse a lo largo de este libro.
Sin embargo, la forma de su diagrama implica supuestos implícitos que tienden a
restringir cómo pensamos acerca de la relación de los individuos y las prácticas culturales,
de maneras no deseadas. Las categorías que componen la cadena son tratadas como
entidades independientes, y las flechas indican que una entidad causa la siguiente. Así, los
procesos individuales y culturales son tratados “como si” existieran independientemente
unos de otros, y como si las características individuales fueran creadas por las
características culturales.
Aunque esta definición afirma que la persona y los entornos están involucrados
mutuamente, en otras partes los individuos son tratados como productos de sus entornos
inmediatos y de contextos “más grandes”. Bronfenbrenner describió su sistema ecológico
como compuesto por círculos concéntricos, como muñecas rusas en las que una pequeña
figura encaja dentro de otra más grande la cual está dentro de otra más grande, etcétera (ver
figura 2. 2a).
Como el diagrama en la Figura 2.1 de las categorías conectadas por flechas, la propuesta
de Bronfenbrenner de círculos concéntricos conlleva los mismos supuestos implícitos
acerca de la relación entre individuo y procesos culturales: Los individuos y los contextos
“más grandes” son concebidos como existiendo separadamente, definibles
independientemente unos de los otros, relacionados de manera jerárquica al afectar los
“más grandes” a los “más pequeños”, los cuales a su vez afectan a la persona en desarrollo.
En el sistema de Bronfenbrenner, el círculo central más pequeño está más cerca de las
experiencias inmediatas del individuo (ver figura 2.2b). Los círculos externos se refieren a
entornos que ejercen una influencia menos directa (a través de su impacto sobre los demás),
sin la participación directa del individuo en ellos. El sistema está dividido en cuatro
aspectos de la ecología en que funcionan los individuos: microsistemas, mesosistemas,
exosistemas y macrosistemas. Aunque me preocupa cómo se relacionan los cuatro sistemas,
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Los microsistemas, según Bronfenbrenner, son las experiencias inmediatas del individuo
– los entornos que contienen al niño y a los otros, como el hogar y la escuela. Una de las
unidades básicas al nivel de los microsistemas es la díada (es decir, el par); las díadas a su
vez se relacionan con estructuras interpersonales más amplias como las tríadas (sistemas de
tres personas, como madre-padre-bebé). Aún en los entornos más inmediatos, los
individuos y las díadas son crucialmente dependientes de terceros y de grupos más amplios.
llamó la atención al importante punto de que cualquier entorno (como el hogar, por
ejemplo) involucra relaciones con otros (como la escuela o una institución religiosa).
Enfatizó los traslapes y la comunicación entre los entornos, y la información en cada
entorno acerca de los demás. El análisis de los mesosistemas da importancia a preguntas
tales como ‘si un joven entra a una nueva situación (como la escuela o un campamento)
solo o en compañía de acompañantes conocidos, y si el joven y sus compañeros tienen
información previa acerca del nuevo entorno antes de entrar’. Bronfenbrenner enfatizó la
importancia de las transiciones ecológicas cuando las personas cambian de rol o de entorno
(por ejemplo, la llegada de un nuevo hermano, la entrada a la escuela, la graduación,
encontrar un trabajo, y casarse).
Los exosistemas relacionan los microsistemas en los que los niños están involucrados
con los entornos en los que los niños no participan directamente, como por ejemplo los
lugares de trabajo de los padres si los niños no van ahí. Aunque los entornos inmediatos de
los niños, en los que participan directamente, son especialmente poderosos al influir en su
desarrollo, Bronfenbrenner argumentó que los entornos que los niños no experimentan
directamente son también muy influyentes. Se refirió especialmente al rol del trabajo de los
padres y a la organización de la comunidad: El que los padres puedan desempeñarse
efectivamente dentro de la familia depende de las demandas, estrés y apoyo del lugar de
trabajo y de la familia extensa. El impacto directo sobre los niños de los roles de crianza de
niños de los padres está influenciado por factores indirectos tales como la flexibilidad de
los horarios de trabajo de los padres, qué tan adecuados son los arreglos para el cuidado de
los niños, la ayuda de amigos y familia, la calidad de los servicios de salud y sociales, y la
seguridad del barrio. Aspectos tan distantes como la política pública afectan todos estos
factores y son parte del exosistema del desarrollo humano.
Los macrosistemas son la ideología y organización de las instituciones sociales
dominantes de la cultura o subcultura. Refiriéndose a los macrosistemas, Bronfenbrenner
afirmó:
Al interior de cualquier cultura o subcultura, los entornos de un tipo dado – tales
como los hogares, las calles o las oficinas – tienden a ser muy parecidos, mientras que
entre las culturas son claramente diferentes. Es como si dentro de cada sociedad o
subcultura existiera un esquema para la organización de cada tipo de entorno.
Además, el esquema puede cambiarse, con resultado de que la estructura de los
entornos en una sociedad puede alterarse marcadamente y producir cambios
correspondientes en el comportamiento y desarrollo (1979, p.4).
El acercamiento de Bronfenbrenner hace varios aportes clave; en particular, enfatiza el
estudiar las relaciones entre los múltiples entornos en los que los niños y sus familias están
directa o indirectamente involucrados. La idea de examinar cómo hacen los niños y las
familias las transiciones entre sus diferentes entornos ecológicos también es
extremadamente importante. Sin embargo, la separación en sistemas anidados limita las
ideas de las relaciones entre los procesos individuales y culturales.
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Descendientes
Las ideas e investigación de los Whiting y de Bronfenbrenner han brindado una guía
muy importante para todo el campo de trabajo sobre cultura y desarrollo humano. Mi
propia investigación e ideas son descendientes directos de esta familia de trabajo, casadas
con ideas culturales-históricas.
Varios otros acercamientos, influenciados por las ideas de los Whiting, Bronfenbrenner
y otros, se enfocan en los nichos ecológicos como una forma de pensar acerca de la relación
entre individuos y comunidades. Tom Weisner, Ron Gallimore y Cathie Jordan (1988)
enfatizaron las características importantes de las rutinas diarias de los niños para
comprender las influencias culturales:
El personal que está disponible e interactúa con los niños
Las motivaciones de las personas involucradas
Los “guiones” culturales usados por las personas para guiar la forma en que hacen
las cosas
El tipo y frecuencia de las tareas y actividades en las rutinas cotidianas
Los objetivos y creencias culturales de las personas involucradas
Charles Super y Sara Harkness (1997) se enfocaron en las relaciones entre las
disposiciones de los niños y tres subsistemas del nicho de desarrollo:
Los entornos físicos y sociales de los que vive el niño
Las costumbres culturalmente reguladas del cuidado y crianza de los niños
La psicología de los cuidanderos (incluyendo las creencias parentales con respecto
a la naturaleza y necesidades de los niños, los objetivos de la crianza, y
comprensiones compartidas acerca de las técnicas de crianza efectivas).
Teoría sociocultural-histórica