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El Rey Exánime
Ner'zhul
Cámaras de Reflexión
Arthas Menethil Rey Exánime PNJ
Ciudadela Corona de Hielo
Bolvar Fordragón
El Rey Exáime
Género Masculino
Raza(s) No-muerto humano (anteriormente orco)
anteriormente Chamán, Paladín
Afiliación(es) la Plaga
afiliaciones
de Rasganorte
Localización Varias
Allegado(s) Kil'jaeden (creador), Bolvar
Fordragón (huesped actual), Ner'zhul/Arthas
actualmente desconocido)
ExpandirCiudadela de Corona de Hielo
El Rey Exánime (Rey Lich en Warcraft III y Lich King en el RPG) es un ente creado por Kil'jaeden, a partir
del chaman orco Ner'zhul. Inicialmente fue encerrado dentro del Trono Helado. Desde ahí creó
la Plaga y, valga la redundancia, La Plaga que tenía la misión de preparar la llegada de
la Legión Ardiente en la Tercera Guerra. Se fusionó con el príncipe Arthas, a quien absorbió
tras ser liberado de su prisión helada. Tras la destrucción de Agonía de Escarcha y la muerte
de Arthas, Bolvar Fordragón ocupó el puesto de jefe del ejército de no-muertos, quedando
prisionero en el Trono Helado una vez más.
Sumario
1Biografía
o 1.1Nacimiento
o 1.2Creación de la Plaga
o 1.3Lordaeron y el Trono Helado
1.3.1La Plaga de Lordaeron
1.3.2La Senda de los Malditos
1.3.3El Legado de los Malditos
1.3.4Guerra Civil en las Tierras de la Peste
1.3.5El Rey Exánime triunfante
1.3.6Interludio
o 1.4Wrath of the Lich King
1.4.1La caída del Enclave Escarlata
1.4.2Batalla en la Capilla de la Luz
1.4.3Las puertas de Angrathar
1.4.4La caída del Rey Exánime
1.4.4.1Ciudadela Corona de Hielo
1.4.4.2A Rey muerto, Rey puesto
o 1.5Un Rey aliado
2Reyes Exánimes
3Localizaciones
4Vídeos
5Galería
6Últimos cambios
7Referencias
Biografía[editar | editar código]
Nacimiento[editar | editar código]
Véase también: El nacimiento del Rey Exánime
Cuando Ner'zhul intentó escapar de Draenor, fue detenido por el señor demonio Kil'jaeden,
que decidió aplicar el pacto de sangre que Ner'zhul había jurado años atrás. Kil'jaeden
consumió la carne del orco pero mantuvo vivo su espíritu, encerrándolo en el interior de un
bloque de hielo del Vacío Abisal. Kil'jaeden le otorgó un gran poder que sobrepasaba incluso
la muerte. En ese momento Ner'zhul dejó de existir al mismo tiempo que nacía el Rey
Exánime.
Creación de la Plaga[editar | editar código]
El Rey Exánime fue enviado dentro de su prisión de hielo a través de la Gran
Oscuridad a Rasganorte, en del mundo de Azeroth. Allí se encargaría de crear un ejército de
muertos vivientes al que se conocería primero como el Azote y más tarde como La Plaga,
cuya misión sería sembrar el caos y la destrucción para allanar el camino de regreso de
la Legión Ardiente, diez mil años después del primer intento. Este nuevo ejército no caería en
las disputas internas que hicieron fracasar a los orcos en su invasión de Azeroth. Para vigilar
sus acciones enviaron a los Señores del Terror, liderados por Tichondrius.
Dentro del Trono Helado, el Rey Exánime experimentó con sus poderes psíquicos y esclavizó
a diversas formas de vida que se encontraban cerca de su radio de influencia. Se producía
entonces una transformación del sujeto que perdía toda consciencia y humanidad y se
convertía en un sirviente. Gracias a sus poderes nigrománticos, no resultó muy difícil
conquistar la mayoría de Rasganorte. A medida que iba añadiendo almas a su ejército, sus
poderes crecieron de manera exponencial, algo que hizo saltar las alarmas a los Señores del
Terror.
El único escollo que encontró el Rey Exánime fue el conflicto que le enfrentó al reino arácnido
de Azjol-Nerub, cuyos ancestros habitantes eran inmunes a su plaga. Los 10 años siguientes
se conocen como la Guerra de la Araña, un conflicto que acabó con la victoria de La Plaga ya
que, aunque los nerubianos eran inmunes, sus cuerpos podían ser reanimados por el Rey
Exánime. Tanto le impresinó el poder de sus adversarios, que La Plaga adoptó la arquitectura
de los nerubianos para sus construcciones, símbolo de tributo para honrar la tenacidad de los
Señores Araña.
Una vez que se conquistó la mayoría de Rasganorte, los Señores del Terror instaron a
Ner'zhul para que continuara con el plan previsto y preparara un plan para conquistar el
mundo y permitir la llegada de la Legión Ardiente. El Rey Exánime usó entonces su telepatía
para manifestarse en Azeroth e invocar a cualquier alma oscura que quisiera escuchar su
llamada. Uno de los que respodieron fue Kel'Thuzad, un prominente mago miembro del Kirin
Tor del reino de Dalaran. Fue rápidamente atrapado bajo el hechizo de obediencia de Ner'zul
y el creador de la secta del Culto de los Malditos formada por humanos vivos que ansiaban
convertirse en sirvientes no-muertos y alcanzar la inmortalidad.
Kel'Thuzad y el Señor del Terror Mal'Ganis recibieron instrucciones para ir abriendo camino,
mientras Ner'zhul, adelantándose a los planes de Kil'jaeden, estaba maquinando una manera
de escapar de su prisión...
Lordaeron y el Trono Helado[editar | editar código]
Esta sección aborda contenido exclusivo de Warcraft III.
La Plaga de Lordaeron[editar | editar código]
Véase también: La Plaga de Lordaeron
Tras muchos meses de preparativos, Kel'Thuzad y el Culto de los Malditos consiguieron
finalmente introducir un veneno creado por el Rey Exánime en Lordaeron. Esto provocó que
Lord Uther y su orden de paladines fueran a investigar a las regiones infectadas con la
esperanza de encontrar una manera de detener la infección. A pesar de sus esfuerzos, la
plaga continuó extendiéndose por toda la zona norte del reino humano.
A medida que los ejércitos de muertos vivientes se hacían más numerosos y se agrupaban
para atacar en conjunto objetivos cada vez más importantes, el único hijo del Rey Terenas, el
Príncipe Arthas Menethil se vio obligado a liderar personalmente la defensa de su reino contra
La Plaga. Como ya había planeado el Rey Exánime, Arthas derrotó a Kel'Thuzad pero, a
pesar de eso, la victoria de los humanos no provocó que las filas de La Plaga menguaran sino
todo lo contrario. Frustrado por la sensación de enfrentarse a un enemigo imparable, Arthas
comenzó a tomar decisiones cada vez más extremas - ordenó matar a todos los habitantes de
la ciudad de Stratholme que habían sido infectadas por la plaga para prevenir
que Mal'Ganis los reclamara para su ejército. Tras la matanza, los compañeros de armas de
Arthas le advertieron que estaba dando muestras de estar perdiendo su humanidad.
Los temores de Arthas pronto le llevaron a su perdición definitiva. Cuando creyó que las
fuerzas de La Plaga se habían debilitado, fue a Rasganorte para intentar acabar con la
amenaza de la plaga para siempre. Allí se encontró con su viejo amigo Muradin Barbabronce,
hermano del Rey Magni, que lo condujo hacia un arma legendaria que esperaban que pudiera
servir para luchar contra La Plaga, Agonía de Escarcha. El coste por conseguir la espada
rúnica fue alto, Arthas cayó bajo el influjo del Rey Exánime cuando se hizo con el arma debido
a una maldición que pesaba sobre ella y Muradin (o así lo creyó Arthas) murió a consecuencia
del poder desatado tras sacar la espada de su pedestal. El gran poder que encerraba la hoja
runica, unido al potencial del Príncipe de Lordaeron hicieron que este se transformara en el
primer gran Caballero de la Muerte. Fue entonces cuando Mal'Ganis apareció, creyendo que
Arthas y él estaban en el mismo bando, para darle la bienvenida e informarle de su destino.
Inesperadamente para él, Arthas completó su venganza por los sucesos acontecidos en
Lordaeron acabando con el Señor del Terror (que más tarde se supo que había sobrevivido)
completando su malévola transformación. Con su alma lejos de su corazón y su cordura
gravemente dañada, Arthas lideró La Plaga contra su propio reino — Lordaeron. Cuando llegó
a Ciudad Capital, el Príncipe asesinó a su propio padre, el Rey Terenas, y aplastó Lordaeron
bajo el yugo del Rey Exánime.
La Senda de los Malditos[editar | editar código]
Con Arthas como herramienta, Nerz'hul propagó la plaga por todo Lordaeron. La otrora
poderosa orden de la Mano de Plata fue dúramente derrotada y su líder Uther cayó ante el
propio Arthas. Siguiendo las órdenes de Tichondrius, Arthas llevó La Plaga al norte, hacia el
reino elfo de Quel'Thalas, para resucitar a Kel'Thuzad. Los elfos nobles nunca tuvieron
posibilidad de ganar y su capital, Lunargenta, fue arrasada. Su milenaria Fuente del Sol fue
usada para resucitar a Kel'Thuzad como exánime.
Los planes de la Legión Ardiente se estaban desarrollando según lo previsto. El siguiente
paso era conseguir el libro de hechizos de Medivh que se encontraba en Dalaran y que
contenía los encantamientos necesarios para que Kell'Thuzad invocara a Archimonde en
Azeroth. Finalmente, tal cosa sucedió y, tras destruir la ciudad de los magos del Kirin Tor,
Archimonde cedió el control de La Plaga en Lordaeron a Tichondrius y los Señores del Terror
y se dirigió a Kalimdor con la intención de llegar al Pozo de la Eternidad. Las ansias de
venganza del General de la Legión contra los Elfos que ya derrotaron a los demonios en
la Guerra de los Ancestros, hizo que se olvidara de un pequeño detalle: dirigirse al Trono
Helado y obtener el control de los miembros de La Plaga sustituyendo al Rey Exánime.
Durante la invasión de la Legión a Vallefresno, Illidan fue liberado de su prisión en los túmulos
del monte Hyjal tras diez mil años de cautiverio. Sabiendo de su adicción a la magia gracias a
haber usado la calavera de Gul'dan años atrás, el Rey Exánime ordenó a Arthas dirigirse a
Kalimdor. Allí le habló a Illidan sobre los poderes de la calavera sabiendo que sería incapaz de
resistirse a esa clase de poder. Illidan tomó la calavera y aprovechó su enorme energía para
aumentar su poder desarrollando la forma de un demonio. Tal y como había planeado el Rey
Exánime, este se dirigió a Frondavil donde acabó con Tichondrius.
Sin la ayuda de Tichondrius y su ejército, Archimonde se dirigió a la cima del Monte Hyjal
donde se encontró con algo inesperado: su aniquilación.
El Legado de los Malditos[editar | editar código]
De nuevo libre y repleto de poder, Illidan se dispuso a buscar su sitio en el nuevo orden que
se había impuesto en el mundo. Sin embargo Kil'jaeden tenía otros planes y le hizo una oferta
que no pudo rechazar. Enfadado tras la derrota de Archimonde en el Monte Hyjal, el demonio
se había dado cuenta de la falta de control a la que estaba sometido su poderosa creación, el
Rey Exánime, que a pesar de estar encerrado en el Trono Helado había sido capaz de urdir
una estrategia para crear un ejército inmenso y controlarlo para sus propios intereses.
Kil'jaeden ordenó a Illidan destruir a Ner'zhul y poner fin La Plaga de una vez por todas; a
cambio recibiría un poder equiparable al de los grandes señores de la Legión Ardiente.
Illidan aceptó e inmediatamente empezó a planear el asalto a Rasganorte con la intención de
destruir la poltrona de hielo donde residía el espíritu del antiguo chamán orco. En su interior,
sabía que necesitaba un poderoso artefacto para destruir su prisión helada de manera que,
usando el conocimiento adquirido del legado de Gul'dan - la calavera que le había dado Arthas
- se puso en busca de la Tumba de Sargeras para reclamar lo que quedaba del titán oscuro. A
través de sus demoníacos poderes, atrajo a su lado a los naga de las oscuras profundidades
de los océanos liderados por la bruja Lady Vashj. Tras unos primeros reconocimientos, los
naga ayudaron a Illidan a llegar a las Islas Abruptas, donde se rumoreaba que se encontraba
la susodicha tumba.
Con el Ojo de Sargeras en su poder, Illidan viajó a la antigua ciudad de magos de Dalaran.
Fortalecido debido a las líneas mágicas que rodeaban la ciudad, usó el Ojo para conjurar un
poderoso hechizo contra la ciudadela donde se encontraba el Rey Exánime. A pesar de la
distancia, Illidan consiguió dañar gravemente sus defensas y provocar una grieta en el mismo
techo del mundo. El Rey Exánime no tenía ninguna defensa contra ese hechizo y podía haber
sido derrotado ese mismo día si no fuera porque en el último momento, el hermano de
Illidan, Malfurion, hizo acto de presencia interrumpiendo la parte final del conjuro, ya que de
haberse lanzado en su totalidad, podía haber causado un daño irreparable al mundo.
Guerra Civil en las Tierras de la Peste[editar | editar código]
Véase también: Guerra civil en las Tierras de la Peste
Ahora que Ner'zhul había puesto sus cartas sobre la mesa, sabía que la cólera de Kil'jaeden y
su ejército de demonios no iba a ser precisamente algo suave. Para empeorar la situación,
sus poderes estaban empezando a desaparecer debido a la brecha abierta en su prisión de
hielo provocada por el hechizo de Illidan. Como si de una herida abierta se tratara, la sangre -
simbolizada por el poder del Rey Exánime - escapaba a borbotones por lo que Ner'zhul sabía
que debía actuar con rapidez pues el tiempo jugaba en su contra. Las consecuencias de esta
pérdida de poder se enfocaban principalmente en el control mental que ejercía sobre su
ejército, en especial sobre los poderes que Arthas había recibido de Agonía de Escarcha, que
se nutría del poder del trono helado.
Desde su prisión, Ner'zhul sospechó acertadamente que Kil'jaeden trataría de enviar a algún
emisario para destruirlo. Desesperado, llamó a su siervo más fiel y poderoso: el príncipe
Arthas.
En ese momento Arthas se encontraba en medio de una guerra civil a tres bandas que había
estallado en Lordaeron a causa de la merma de los poderes del Rey Exánime. Por una parte,
la mitad de su ejército, liderados por la alma en pena Sylvanas, había escapado del control
mental de Ner'zhul, y por otra parte, un grupo aún fieles a la Legión Ardiente y comandado por
los Señores del Terror: Varimathras, Detheroc y Balnazzar. Tras recibir la llamada de su amo,
Arthas se vio obligado a dejar a La Plaga en manos de su lugarteniente, Kel'Thuzad, mientras
la guerra iba avanzando a través de las tierras de la peste.
Finalmente, Sylvanas y sus rebeldes (conocidos ahora como los Renegados) reclamaron las
ruinas de la antigua Ciudad Capital de Lordaeron y construyeron allí su bastión, excavado bajo
las entrañas de la ciudad. Su siguiente plan era derrotar a Kel'Thuzad y sus acólitos
aprovechando la merma de poder que había provocado el debilitamiento del Rey Exánime.
Mientas tanto, Arthas había viajado a Rasganorte debilitado pero con la intención de salvar a
su maestro. Allí se encontró con Illidan y su ejército de naga y elfos de sangre que estaban
esperándolo. Con la ayuda de sus aliados allí, los nerubianos liderados por el
caído Anub'arak, se enfrentó al ejército de Illidan y consiguió llegar a lo más alto del glacial
donde se encontraba el Trono Helado.
El Rey Exánime triunfante[editar | editar código]
Véase: Salas de la Reflexión
Tras un discurso al que siguió la apertura de la cámara privada del Rey Exánime,
Lady Jaina liderando a los aventureros de la Alianza y Sylvanas haciendo lo propio con los de
la Horda, penetraron en el interior de las Salas Gélidas. Mientras que Jaina esperaba
encontrar algo del Arthas que conoció antes de transformarse en el Rey Exánime, Sylvanas
planeaba aplastar sus defensas y mientras Arthas estaba ocupado con los miembros
del Veredicto Cinéreo, llegar a él y reclamar su venganza.
Una vez dentro de la estructura, descubrieron que el Rey Exánime había dejado a Agonía de
Escarcha en el interior de las Salas de la Reflexión. Tanto Jaina como Sylvanas intentaron
comunicarse con los espíritus de la espada para tratar de encontrar alguna debilidad de su
portador. El espíritu de Lord Uther apareció para advertirles que el Rey Exánime podía ver
todo aquello que Agonía de Escarcha ve. Uther les advirtió también que Arthas no es sino un
recoveco dentro de la mente del Rey Exánime que debe ser destruido eliminando a su
portador en el mismo sitio en el que tomó posesión de su destino: en lo más alto del Trono
Helado]]. Finalmente desveló un dato importante: cuando el Rey Exánime sea derrotado,
alguien debe tomar su lugar. De lo contrario, La Plaga sin la presencia de un líder destruiría
Azeroth.
Es entonces cuando el Arthas se presentó en la sala haciendo desaparecer la imagen de
Uther de vuelta a Agonía de Escarcha. Tras llamar a sus leales capitanes Falric &
Marwyn para que se encargaran de los visitantes, abandonó la cámara seguido de Sylvanas y
Jaina. Una vez que los aventureros derrotaron a sus dos esbirros, sus respectivos líderes
incapaces de herir al Rey Exánime dieron la orden de retirada, escapando a bordo de sus
respectivas naves voladoras: el Skybreaker y el Orgrim's Hammer.
A Rey muerto, Rey puesto[editar | editar código]
Los campeones del Torneo Argenta, liderados por Tirion, irrumpieron en la ciudadela de hielo
y derrotaron a sus más poderosos sirvientes. En lo alto del pináculo, el Rey Exánime había
atrapado a Tirion en un bloque de hielo, obligándolo a ver como sus campeones luchaban
contra sus esbirros. Arthas le confesó que su intención había sido esta desde el principio,
atraer a los más grandes campeones de Azeroth para matarlos y levantarlos a su servicio para
que lideren su ejército como maestros de La Plaga. Todos los obstáculos anteriores habían
sido solo una prueba. Ahora, los campeones que luchaban eran "los luchadores más grandes
que el mundo nunca haya conocido", por lo que con un gesto de satisfacción, El Rey Exánime
invocó un conjuro que los mató a todos. Cuando empezó el ritual para levantar a los muertos
en combate, Tirion invocó el poder de la Luz y consiguió liberarse de su prisión, destrozando
a Agonía de Escarcha con su propia espada, la Crematoria. Los espíritus que estaban
atrapados en el interior de la hoja rúnica, incluidos los del Rey Terenas Menethil II, atacaron a
su antiguo carcelero, suspendiéndolo en el aire durante un instante y resucitando a los
campeones de Tirion, dejándolos listos para enfrentarse y derrotar al Rey Exánime. Tras una
cruenta batalla, Arthas cayó y el espíritu de su padre, el Rey Terenas lo acogió en sus manos
hasta verle dar el último suspiro. Tras esto se dirigió a Tirion al que le recordó las palabras de
Uther en las Salas de la Reflexión: debe haber siempre un Rey Exánime para controlar a La
Plaga o de lo contrario, Azeroth caería bajo la locura de su ejército de espectros. Tirion asió el
casco del Rey Exánime con la intención de coronarse como nuevo señor de La Plaga cuando
la voz de Bolvar Fordragón lo detuvo. El paladín se encontraba en un estado lamentable,
sentado sobre el Trono Helado, su cuerpo había sufrido la quemadura de los dragones y la
tortura de Arthas. Bolvar reconoció que ya no pertenecía al mundo de los vivos y que como
acto final de servicio, se convertiría en el carcelero de los malditos, manteniendo a raya a La
Plaga con el control mental que otorga el cargo de Rey Exánime. Tirion colocó la corona sobre
la cabeza de Bolvar y el hielo del Trono Helado comenzó a recomponerse, atrapando en su
interior el cuerpo del paladín mientras se iba transformando en un nuevo ente. Una vez
acabada su conversión, advirtió a Tirion que se marchara para nunca regresar, mientras le
recordaba que dijera a todos que tanto él como Bolvar habían muerto.
Un Rey aliado[editar | editar código]
Tras tomar el lugar de Arthas, Bolvar tardó un tiempo en dominar a la Plaga. A pesar de sus
esfuerzos no consiguió controlar al Culto de los Malditos que operaban en las Tierras de la
Peste [4]. Aunque el sacrificio de Bolvar debía ser secreto, su presencia no pasó desapercibida
para Sylvanas [5] o para Velen [6]. Por su parte Darion Mograine trató de encontrar una manera
de liberar a Bolvar de su prisión helada a través de las notas de Ner'zhul cuando viajó al
Draenor de la línea temporal alternativa [7].
Cuando la Legión Ardiente comenzó su tercera invasión a Azeroth, el Rey Exánime llamó a los
caballeros de la muerte a Rasganorte para ayudarles a forjar un arma digna de enfrentarse a
los demonios [8]. Tras localizar los fragmentos de la Agonía de Escarcha desperdigados por la
Ciudadela Corona de Hielo y derrotar a algunas de las almas encerradas en su interior,
finalmente obtuvieron la hoja [Apocalipsis].