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Morales, Manuel, Juan March Siempre Gana, El País, 2014 08 17
Morales, Manuel, Juan March Siempre Gana, El País, 2014 08 17
Una guerra mundial era una ocasión de lujo para hacer negocios. El mallorquín Juan
March Ordinas tenía 33 años cuando estalló el conflicto y ya era un hombre con
dinero, ganado primero con la venta de cerdos y después con el contrabando de
tabaco entre Baleares y puertos de la costa mediterránea española y del norte de
África. “En sus libros de contabilidad anota los pagos a guardias civiles para que hagan
la vista gorda”, destaca la historiadora Mercedes Cabrera en la biografía que sobre
este personaje publicó en 2011(Marcial Pons), la última hasta la fecha.March, a quien
el jefe de los servicios secretos británicos en Gibraltar en la Gran Guerra, el mayor
Charles Thoroton, llamara “mi pirata”, había nacido el 3 de octubre de 1880 en el
pueblo de Santa Margalida y moriría en Madrid en 1962. De su abuelo aprendió a
olfatear dónde había oportunidades. Eso y una gran cabeza para los números le
situaron al frente de la familia.
“Con la guerra da un gran salto, controla el abastecimiento de gasolina y alimentos”, dice Mercedes
Cabrera
Este hombre delgado, de vivos ojos negros tras los gruesos cristales de sus gafas y nariz
aguileña va a demostrar que es un maestro del doble juego. En 1914 posee una flota
de medio centenar de faluchos que le convierte en pieza imprescindible para ambos
bandos. El conflicto dificulta sus operaciones por la vigilancia en las costas y porque en
el Mediterráneo navegan submarinos alemanes y barcos británicos y franceses a su
caza. “Los aliados desconfían de él porque mantiene excelentes relaciones con el
cónsul alemán en Mallorca”, dice el historiador Pere Ferrer, de la Universidad de las
Islas Baleares que retrató esta etapa en Juan March. Los inicios de un imperio
financiero (Edicions Corts, 2001). “Los ingleses detectan que barcos de March
aprovisionan en la isla de Cabrera a submarinos alemanes”. Por eso deciden contactar
con él en mayo de 1915. James Macnaughten, agente secreto en Valencia, les explica a
sus superiores en un mensaje: “March está de acuerdo con nuestras propuestas de
cooperación y ofrece su apoyo incondicional”. El motivo de tanta generosidad es evitar
que Londres retenga sus barcos en Gibraltar con el pretexto de pedirles la
documentación, y pueden hacerlo porque los botes de March tienen bandera inglesa.
A cambio, March les dirá dónde se esconden los submarinos germanos.
Ilustración de una revista del 21 de junio de 1916 en la que tripulantes del submarino
U-35 saludan a los del 'Cataluña', barco de March. / ARCHIVO CAN VERGA
Los franceses no se fiaban de él, por eso le citaron en París para interrogarle el 5 de julio de 1916
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El capital fluye hasta March, que se jacta de ser “un capitalista moderno”, despreciado
por la aristocracia balear, que le pide dinero a cambio de tierras que él parcelará y
revenderá. “Entra en nuevos sectores: transporte de pasajeros con la
Trasmediterránea, fertilizantes, petróleo...”, subraya Cabrera.
“Su ambición no conoce límites y si tiene que corromper a los que le ponen trabas, no
duda en hacerlo. Además, tiene la suerte de que cuando un juez le va a procesar por
algo, se le destituye o se le traslada”, explica Ferrer.