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26 PROGRAMAS PARA LA ESCUELA SABÁTICA

Introducción y bienvenida
Uno de los relatos más conmovedores de los Evangelios es el de la mujer pecadora que se acercó a Jesús durante
la fiesta en la casa de Simón, el fariseo.
Según la costumbre de aquella época las personas de escasos recursos podían ver desde afuera las fiestas de los
ricos. En estas fiestas la comida se servía en los jardines de la casa, por lo tanto, cualquier transeúnte podía ver a
las personas que asistían a la fiesta. Pero esta mujer no se sentía satisfecha con ver el evento desde lejos, ella quería
estar entre los nobles invitados que asistieron al festín. Sin embargo, su deseo de participar en el banquete, no fue
por codearse con la clase de alta alcurnia, ni por degustar los manjares más suculentos. Su objetivo fue tener un
encuentro personal con Jesús, y derramarle su vida completamente.
A lo largo del tiempo nos podemos convertir en simples espectadores de las distintas obras que Dios realiza en la
vida de las personas y de su iglesia. Quiero decirte que hoy tenemos la oportunidad de pedirle a nuestro amado
Dios que transforme nuestros corazones totalmente. Y que decidamos continuar recorriendo de cerca la ruta de la
fe, experimentando las manifestaciones gloriosas de Dios en nuestras vidas. El deseo de Dios es que podamos te­
ner una relación personal con él; que revelemos una devoción tan afectiva que respondamos con la misma vene­
ración que tuvo la mujer pecadora que describe el Evangelio: «Y estando detrás de él a sus pies, llorando, comen­
zó a regar con lágrimas sus pies, y los secaba con sus cabellos; y besaba sus pies y los ungía con el perfume» (Luc.
7: 38).
Pidámosle a Dios de todo corazón, que nos ayude a cambiar de personaje en el drama de la historia de nuestra
vida. Y asumamos el rol de actores principales que nos corresponde en el camino de la fe.
Con estas palabras queremos motivarles a disfrutar de la presencia del Señor y darles la bienvenida a la casa de
Dios. Reciban del cielo las más ricas bendiciones.

Himno
Cada uno de nosotros tiene hoy la oportunidad de gozar de la comunión plena que Jesús nos ofrece, no hay ca­
mino al Padre sino a través de él. Ya es hora de ver al cordero de Dios que limpia para siempre tu pecado. Puesto�
de pie cantemos el himno nº 299, «Hay vida en mirar».

Lectura bíblica
Jesús nos hace muchas invitaciones a través de la Escritura, a que solo debemos mirarlo a él. Una de ellas la escri­
bió el autor de la carta a los Hebreos: «Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe» (Heb. 12: 2'
Busquemos en nuestras Biblias el Evangelio de Juan 1: 45, 46; e Isaías 45: 22.

Oración
«Dame, hijo mío, tu corazón y miren tus ojos mis caminos» (Prov. 23: 26). De rodillas entreguemos a Dios nuestrc
corazón con esta oración.

Intervención musical
¿Acaso piensas que no puedes tener una relación especial con Jesús, que te permita dejar de mirar desde afuera y
ser parte de lo que acontece dentro? ¿O piensas que eres tan· miserable y que tus pecados son tantos que no te
permiten acudir a la presencia del Señor? Nuestro amado Salvador te da la mejor respuesta: «Vengan a mí todos
ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues ye
•Ven y ve » 27

soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma» (Mat. 11: 28, 29, NVI). Ahora tendre­
mos una interpretación musical.

Nuevo Horizonte
En el Evangelio de Marcos 10: 46-52, se relata la historia de Bartimeo, el ciego de Jericó. «¿Qué quieres que te
haga?» Le preguntó Jesús; a lo que Bartimeo respondió: «Que recobre la vista». Sería muy inteligente de nuestra
parte, si tenemos una condición espiritual funesta, que le pidamos a Jesús lo mismo que Bartimeo solicitó: que
abra nuestros ojos espirituales y recobremos la vista. Consideremos el Nuevo Horizonte de hoy.

Misión
(En este espacio, después del relato misionero, podría pedirle a varias personas que relaten su testimonio acerca de cómo
han podido desarrollar una relación estrecha con el Señor pese a las dificultades.)

División de las clases


La Biblia no enseña que el pecador tenga que estar convertido antes de poder aceptar la invitación de Cristo: «Les
aseguro que todo el que preste atención a lo que digo, y crea en Dios, que fue quien me envió, tendrá vida eterna.
Aunque antes haya vivido alejado de Dios, ya no será condenado, pues habrá recibido la vida eterna» Quan 5: 24,
TLA). Pidámosle a Dios que despierte nuestras conciencias, que nos ayude a ver nuestra real condición para poder
recibir la paz en nuestros corazones y tener la comunión espiritual que tanto necesitamos.
(Orar para dividirse en las distintas clases de estudio de la Guía.)

Conclusión
Cree en las promesas del Señor. Él quiere darte todo lo que necesitas. ¿Hay algún obstáculo que te mantiene mi­
rando la fiesta desde afuera? ¿Por qué ser un simple espectador cuando dentro hay un gran festín, alegría y un
verdadero espíritu de adoración? Dejemos que las palabras de Jesús afecten nuestras vidas; permitamos que el
Espíritu Santo hable a nuestras conciencias; y el amor del padre impregne nuestros corazones. ¿Quieres servirle?
Si es así, entonces no esperes a sentirte completamente sano, toma tu lecho y anda; de la misma manera que el
paralitico anduvo cuando Cristo lo sanó.
La mujer no se conformó con mirar de lejos sino que entró a la fiesta y adoró a Jesús, lavó sus pies, los secó con
sus cabellos y derramó un fino perfume sobre ellos. Que nuestras lágrimas de arrepentimiento laven nuestro co­
razón, que el amor de Dios pueda secarlas; que la fragancia del Espíritu Santo pueda llenarnos; y que el perdón,
la paz y las bendiciones de Jesús inunden nuestra vida.
No te conformes con mirar desde afuera: «Ven y ve».

Himno
Himno nº 216, «Dios al pródigo llama».

Oración para concluir el programa

EBELYN DE u\. CRUZ G-SANTOS

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