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Objetivo: las notas que siguen tienen por fin aclarar


algunos conceptos equivocados que se han evidenciado
reiteradamente durante las correcciones de las actividades. Es
claro que en modo alguno pretenden suplantar los textos cuyo
estudio ha sido recomendado, su pretensión es simplemente
enfatizar algunas ideas que podrían ser útiles en relecturas
futuras.

1. Las normas de jurisdicción y sus caracteres..

En primer lugar, revelan un tinte unilateral habida cuenta


que sólo delimitan el ámbito jurisdiccional de los Tribunales
de un Estado: la íntima vinculación entre la jurisdicción y la
soberanía obsta que una norma estadual pueda atribuir
competencia a un Tribunal extranjero, por más relación que
exhiba el caso con ese Magistrado.

De otro lado, resultan indirectas y atributivas: luego de


fijar la categoría jurídica en cuestión –sucesión, alimentos,
etc.-, incorporan un criterio de conexión denominado “foro” o
“fuero de competencia”, que contiene los requisitos de
proximidad del caso justificantes de la consecuencia jurídica:
la atribución de competencia judicial internacional a los
Tribunales de un Estado determinado.

Y presentan finalmente notas de territorialidad y


exclusividad: a excepción de los foros que pudieren fijarse
por imperio de tratados internacionales, el Juez no puede
acudir a ninguna norma extranjera para fundamentar su propia
competencia.

2. Foro exorbitante

La atribución de jurisdicción internacional resulta


subordinada a la existencia de un contacto serio –razonable-
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del caso iusprivatista con el foro considerado. Adoptar una


tesitura contraria, esto es, atribuirse el Estado competencia
en relaciones jurídicas internacionales respecto de las cuales
no pueda predicarse un vínculo relevante, importaría un
ejercicio exorbitante de la jurisdicción. Tal secuestro del
caso redundaría en el improbable reconocimiento de la decisión
fuera del país donde fue dictada.

De este modo, el foro aparecerá exorbitante cuando el


contacto atributivo de competencia resulte ser tangencial,
accidental o ajeno a la relación jurídica considerada; o bien
en aquellos supuestos donde pueda advertirse en la disposición
atributiva de competencia, la intención de brindar un
tratamiento preferencial a la conexión local, es decir: “la
que presenta un vínculo con el país cuyo ordenamiento incluye
la norma de jurisdicción exorbitante en desmedro de la parte
foránea”.

A menudo se ilustra el punto recurriendo al sistema


delineado en el Reino Unido: la competencia del Tribunal
inglés es convalidada cuando la carta de notificación de la
demanda –clain form- es recibida por el demandado en
Inglaterra, aunque estuviese presente durante un período muy
corto -incluso al solo efecto de disfrutar sus vacaciones-,
siempre que la estadía no haya sido producto de secuestro o
fraude.

3. La prórroga de jurisdicción.

El instituto a que se alude en el epígrafe, supone dotar a


las partes en una relación iusprivatista multinacional, de la
facultad para determinar el juez que se encargará de resolver
las controversias que se susciten entre ellos; esa voluntad
podrá plasmarse en un acuerdo o cláusula de elección de foro
que modifique la jurisdicción internacional.
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Su ejercicio reporta una indudable ventaja para las


contratantes al excluir la intervención de un tribunal
“imprevisto”; pero al mismo tiempo puede ser instrumento de
abusos de la parte económicamente más fuerte, cuando pretenda
imponerle a la otra más débil, su foro preferido.

No obstante, el Código Civil y Comercial de la Nación


ubicó en un lugar de privilegio a la autonomía de la voluntad,
como criterio rector a fin de fijar la jurisdicción argentina
en materia contractual. Una rápida lectura de sus preceptos
permite corroborar tal proposición.

Desde el inicio del capítulo sobre jurisdicción


internacional se anuncia el carácter subsidiario de sus
normas, pues condiciona su aplicación a la “ausencia de
acuerdo de partes en materias disponibles para la prórroga de
jurisdicción” –CCyCN:2601-.

Luego, establece que “en materia patrimonial e


internacional las partes están facultadas para prorrogar
jurisdicción en jueces o árbitros fuera de la República,
excepto que los jueces argentinos tengan jurisdicción
exclusiva o que la prórroga estuviese prohibida por ley” –
CCyCN:2605-. Y acuerda carácter exclusivo a la competencia del
Tribunal así elegido –CCyCN:2606-.

Finalmente y en línea con esa inteligencia, la apertura de


los foros previstos para la materia contractual aparece
condicionada a la inexistencia de acuerdo sobre jurisdicción –
CCyCN:2650-.

El nuevo régimen legal admite que ese pacto sea expreso,


en caso de que resulte de “convenio escrito mediante el cual
los interesados manifiestan su decisión de someterse a la
competencia del juez o árbitro ante el cual acuden”; o bien
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algún “medio de comunicación que permita establecer la prueba


por un texto”. Pero también acepta un sistema ficto que opera
“para el actor, por el hecho de entablar la demanda y, con
respecto al demandado, cuando la conteste, deje de hacerlo u
oponga excepciones previas sin articular la declinatoria.” –
CCyCN:2607-.

Ese último aspecto del precepto resulta opinable, pues una


interpretación rigurosa de la norma parecería convalidar la
prórroga en ausencia o rebeldía del demandado, circunstancia
por demás delicada ni bien se advierta que, en muchos casos,
el acceso a una jurisdicción distante al sólo efecto de
enjuiciarla, puede ser en extremo complicado para el
demandado.

Parece más adecuada la redacción adoptada en el Tratado de


Montevideo1, en tanto condiciona la prórroga a que la voluntad
del accionado se manifieste positivamente después de promovida
la acción: el demandado puede consentir la jurisdicción
internacional por acto concluyente -contestar demanda
omitiendo su cuestionamiento vía excepción-; sin embargo, no
podría admitirse la existencia del consentimiento para el caso
de rebeldía del demandado.

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“Las acciones personales deben entablarse ante los jueces del lugar a cuya ley
está sujeto el acto jurídico material del juicio. Podrán entablarse igualmente ante
los jueces del domicilio del demandado. Se permite la prórroga territorial de la
jurisdicción si, después de promovida la acción, el demandado la admite
voluntariamente, siempre que se trate de acciones referente a derechos personales
patrimoniales. La voluntad del demandado debe expresarse en forma positiva y no
ficta” TM40:56.

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