Está en la página 1de 8

DEFINICIONES.

 Cohesión

Es la atracción entre partículas, originada por las fuerzas moleculares y las


películas de agua. Por lo tanto, la cohesión de un suelo variará si cambia su
contenido de humedad. La cohesión se mide kg/cm2. Los suelos arcillosos tienen
cohesión alta de 0,25 kg/cm2 a 1.5 kg/cm2, o más. Los suelos limosos tienen muy
poca, y en las arenas la cohesión es prácticamente nula.

Cohesión aparente En los suelos no saturados el agua en los poros produce un


fenómeno de adherencia por presión negativa o fuerzas capilares. Esta cohesión
aparente desaparece con la saturación.

 Fricción interna

Es la resistencia al deslizamiento causado por la fricción que hay entre las


superficies de contacto de las partículas y de su densidad. Como los suelos
granulares tienen superficies de contacto mayores y sus partículas, especialmente
si son angulares, presentan una buena trabazón, tendrán fricciones internas altas.
En cambio, los suelos finos las tendrán bajas.

La fricción interna de un suelo, está definida por el ángulo cuya tangente es la


relación entre la fuerza que resiste el deslizamiento, a lo largo de un plano, y la
fuerza normal "p" aplicada a dicho plano. Los valores de este ángulo llamada
"ángulo de fricción interna" f, varían de prácticamente 0º para arcillas plásticas,
cuya consistencia este próxima a su límite líquido, hasta 45º o más, para gravas y
arenas secas, compactas y de partículas angulares. Generalmente, el ángulo f
para arenas es alrededor de 30º.

El ángulo de fricción es la representación matemática del coeficiente de


rozamiento, el cual es un concepto básico de la física: Coeficiente de rozamiento =
Tan φ
El ángulo de fricción depende de varios factores entre ellos algunos de los más
importantes son:

 Tamaño de los granos


 Forma de los granos
 Distribución de los tamaños de granos
 Densidad

 Esfuerzo efectivo

Una masa de suelo saturada consiste de dos fases distintas: el esqueleto de


partículas y los poros entre partículas llenos de agua. Cualquier esfuerzo impuesto
sobre el suelo es soportado por el esqueleto de partículas y la presión en el agua.
Típicamente, el esqueleto puede transmitir esfuerzos normales y de corte por los
puntos de contacto entre partículas y el agua a su vez puede ejercer una presión
hidrostática, la cual es igual en todas las direcciones. Los esfuerzos ejercidos por
el esqueleto solamente, se conocen como esfuerzos efectivos y los esfuerzos
hidrostáticos del agua se les denomina presión de poros. Los esfuerzos efectivos
son los que controlan el comportamiento del suelo y no los esfuerzos totales. En
problemas prácticos el análisis con esfuerzos totales podría utilizarse en
problemas de estabilidad a corto plazo y las presiones efectivas para analizar la
estabilidad a largo plazo.

Desde el punto de vista de la relación esfuerzo – deformación, en estabilidad de


taludes se deben tener en cuenta dos tipos de resistencia:

 Resistencia máxima.

Es la resistencia al corte máxima que posee el material que no ha sido fallado


previamente, la cual corresponde al punto más alto en la curva esfuerzo -
deformación. La utilización de la resistencia pico en el análisis de estabilidad
asume que la resistencia pico se obtiene simultáneamente a lo largo de toda la
superficie de falla.

 Resistencia residual

Es la resistencia al corte que posee el material después de haber ocurrido la


falla.
ENSAYOS.

 Ensayo de corte directo.

Si bien el ensayo de rotura mediante compresión simple facilita una aproximación


directa a la estimación de la resistencia del terreno (en el caso de que el mismo
permita la confección de probetas que puedan ser ensayadas sin presión de
confinamiento), el valor único que se obtiene del mismo no hace
posible discriminar de forma independiente la contribución de las componentes
resistentes que usualmente se consideran para el suelo: cohesión y rozamiento
interno. Con la finalidad de superar este inconveniente pueden ser realizados
ensayos específicos que permiten evaluar los parámetros resistentes del suelo
de forma más adecuada.

Los primeros ensayos de laboratorio dirigidos a la estimación directa de la


resistencia al esfuerzo cortante de los suelos consistían en la rotura de una
probeta inducida por un empuje (Ph) a favor de un plano horizontal
predeterminado (x-x) ortogonal a una presión de confinamiento (vertical) variable,
según el siguiente esquema:

Adoptando pues el modelo de Mohr – Coulomb como adecuado para el estudio de


la resistencia al corte de los suelos [2] puede estimarse que este procedimiento de
ensayo permite la reproducción básica de las condiciones de contorno: es posible
controlar tanto la fuerza del esfuerzo cortante, e implementar una carga
perpendicular a dicho esfuerzo, midiendo a la vez la deformación de la probeta
tanto en la dirección de corte como en la dirección de aplicación de la sobrecarga
(perpendicular a la de corte.)

Una vez preparada la célula de ensayo, se la somete a un empuje de corte


(aplicado a una mitad de la probeta) a velocidad constante hasta llegar a rotura,
midiendo la fuerza que resulta de la resistencia que ejerce la mitad de la probeta
que no es empujada. Con los tres valores de tensión de corte obtenidos, se
representa gráficamente la recta característica del material, a partir de la cual se
deduce la cohesión y el ángulo de rozamiento interno.

La velocidad del empuje de cizalla puede variarse según se estime oportuno. En


caso de un corte rápido, y salvo que la muestra presente una permeabilidad alta,
se desarrollarán presiones intersticiales en el plano de rotura, por lo que los
parámetros medidos serán considerados en tensiones totales, denominándose tal
ensayo como no drenado. Si la velocidad de corte es lo bastante lenta como para
permitir el drenaje y la compensación de las presiones intersticiales en el plano de
corte, el ensayo se considerará drenado, y los parámetros de resistencia al corte
obtenidos se considerarán en tensiones efectivas.
Esta configuración fundamental ha evolucionado en los últimos años,
substituyendo los medidores de deformación antiguos (micrómetros) por
captadores electrónicos (transductores LVDT), y los anillos dinamométricos por
células de carga, de forma que las lecturas pueden ser registradas de forma
automatizada por medios digitales. Las siguientes figuras presentan un esquema
de la versión actualizada de los equipos utilizados.
 Ensayo normal de penetración

Primeramente se ejecuta una perforación que se realiza según el esquema de la


figura, el procedimiento consiste básicamente en una cañería que en su extremo
inferior tiene una mecha roscada que al girarse, en forma manual o mecánica,
puede remover el suelo natural en el que se la apoya. Esta cañería de
aproximadamente 13/4” de diámetro, está conectada por una cabeza de inyección
y una manguera, a una bomba de lodos (de rotor abierto) que succiona de un pozo
de decantación hecho en el terreno, o si se trabaja con caño camisa desde una
batea.
Esta bomba impulsa el agua de perforación a través de la cañería y una vez que
alcanza el extremo inferior de la misma, retorna por el espacio anular que queda
entre la cañería de perforación y el pozo que se construye. Como las secciones
que recorre el agua bombeada en el retorno es pequeña, se logra que la misma
tenga una velocidad de ascenso importante, con lo cual arrastra a los detritus que
corta la mecha de perforación en el extremo de la cañería. Estos detritus son
depositados en superficie en un primer pozo de decantación, donde la velocidad
disminuye y los detritus se depositan o decantan y desde donde son retirados
constantemente para evitar que tapen el extremo de la manguera desde donde
succiona la bomba “chupón”. Posteriormente hay un segundo pozo de decantación
donde el agua llega más limpia y sin detritus, en el que se coloca el chupón de la
bomba.

Cuando se trabaja en suelos finos (limos y/o arcillas) el agua de la perforación se


mezcla rápidamente con las partículas más pequeñas que desprende la mecha de
perforación y se transforma en un lodo que va aumentando paulatinamente de
viscosidad. Por esa razón cuando se habla de perforaciones, no se dice “agua de
perforación” sino “lodo de perforación”. El aumento de la viscosidad del lodo
favorece la tarea de perforación ya que levanta detritus o rodados más grandes y
de mayor peso. Es por ello que cuando se perforan suelos gruesos (arenas o
gravas pequeñas) se le adiciona al agua de perforación bentonita en polvo para
aumentar la viscosidad del lodo de perforación para levantar los granos más
pesados y para estabilizar las paredes de la perforación.

BIBLIOGRAFIA.

http://www.estudiosgeotecnicos.info/index.php/ensayos-de-laboratorio-resistencia-
de-los-suelos-2-ensayo-de-corte-directo/

También podría gustarte