El realismo se va a interesar por realidad. Características a tener en cuenta
Poder de la burguesía: El escritor realista vive en una sociedad en la que los valores burgueses cada vez están más consolidados. El escritor plasma la realidad social, política, y cotidiana de su entorno. Los realistas son los de la segunda mitad del siglo XIX, huyen de lo melodramático y tratan de representar el mundo con el mayor detalle posible. La burguesía implanta sus gustos. También en el realismo se desarrollan temas como el interés por la naturaleza (costumbrista). El realista rechaza lo fantástico, y explica los elementos sobrenaturales a través de la ciencia. La novela en el tranvía La novela en el tranvía se incluye en las narraciones cortas que Galdós denomina relatos. El título obedece a una estrategia que define el espacio por un lado y por otro crea el concepto de novela corta vinculada a leerla durante el breve tiempo en un tranvía. Los capítulos están organizados en una estructura asimétrica: unión de dos partes. Su estructura es la de la novela marco medieval, (la historia principal, incluye en su interior una historia secundaria). La organización de la historia marco está en función del tiempo y del espacio en esta novela. El trayecto del tren conduce y da unidad a la narración que dura lo que dura el viaje. El viaje lo lleva a cabo un personaje, que es el narrador; este es autodiegético. En el primer capítulo, el narrador introduce la historia ubicada en el tranvía. Hay dos personajes iniciales (él y Dioniso), y un objeto (serie de libros). El amigo cuenta el relato de una condesa. La bajada del tranvía del amigo, abre una reflexión en el ritmo narrativo, sobre el curso de la vida y su continuidad, y la equipara al viaje en el tranvía, donde entran y salen personas. El paquete de libros se cae devolviéndolo a la realidad. El papel que los envuelve es un folletín que continúa la historia de la condesa que lee, pero el relato queda interrumpido, lo que despierta el interés del protagonista por el final. Posteriormente, cree que un personaje que acaba de subir al tren es el mayordomo de la historia (funde la realidad con la ficción), actuando el protagonista como autor del folletín. El ruido monótono del tranvía hace que se duerma, rompiendo la linealidad narrativa, llevándolo al mundo onírico (puente entre realidad objetiva e invención). Este sueño va a generar conflictos en el transcurso final de la narración. Los sueños sirven a Galdós para atenuar el realismo continuo de sus obras. A partir de este momento, el viajero está obsesionado con la historia de la condesa, y se suceden una serie de elementos (la condesa, el perro, el grito, el joven que parece el amante...) que hacen que el mundo subjetivo se mezcle difusamente con su realidad (valor quijotesco). El narrador actúa como transmisor de lo que ve. Él no observa el desenlace de la narración, solo la sueña. Vuelve a la realidad cuando es conducido a la comisaría. El viajero desde una perspectiva objetiva, cuando ha pasado un tiempo desde aquel trayecto, cierra el cuento. La narración encierra una historia secundaria. La historia insertada no es un relato autónomo, porque la trayectoria del personaje narrador corre paralela al desarrollo de dicha narración insertada. El narrador no sabe el final de esta historia, por lo que está sucediendo a la vez que se narra. La historia insertada obedece al código del folletín. En cuanto al narrador de la 2ª historia, esta es contada por distintos narradores: Dioniso (que cuenta hechos reales que dan verosimilitud a lo narrado). Son mecanismos narrativos que atraen la atención del lector (chisme y folletín). Los canales utilizados son la oralidad y la escritura. El 2º narrador es anónimo en el periódico (omnisciente), que comienza in media res. El tercer narrador es protagonista, (narratario es ahora autor. El cuarto narrador es el mismo protagonista soñando. Como al principio, dos elementos de la realidad, lo despiertan del relato, el grito y la señora inglesa. A partir de aquí la historia no avanza, así que proyecta realidades posibles en el mundo real. Se funden la locura del personaje, con el texto metaficticio, en un proceso de ficcionalización de la realidad. La Novela en el tranvía supone una sátira de la situación a la que estaban sometidos los autores de folletín, que eran considerados obreros literarios para un editorial. Este matiz folletinesco se encuentra en las interrupciones de la narración y en el ritmo paralelo del proceso creativo. De ahí que la historia tenga varios narradores, con multitud de desenlaces. Los personajes son planos y se presentan a través de un narrador heterodiegético. El narrador se centra en la prosopografía de los personajes, pero la mezcla con la etopeya. El narrador usa medios caricaturescos y deformantes para referirse a los personajes. La condesa responde a la mujer de la época, resignada, sumisa, tímida y dulce. La temática del 2º relato es la venganza, el melodrama amoroso, la mujer que es maltratada. Los folletines estaban pensados para excitar la curiosidad del lector. En este tipo de historias predomina el diálogo a la descripción. Los folletines hicieron que muchas mujeres aprendieran a leer, por el interés que despertaba estas historias, que hicieron que el público leyera más. Estos folletines por entregas, eran baratos, con poco texto, espaciado y con letra grande, porque el público no estaba acostumbrado a leer. Las obras debían tener sentimiento y un trasfondo moral. Que el protagonista narrador no tenga nombre, representa la generalización. La inglesa sirve de contrapunto al carácter del personaje narrativo. Las Troyas Estos personajes están tratados con minuciosidad y van a ser una materia novelesca en otras obras. Las Troyas son tres jóvenes de clase media, huérfanas y viven de la costura. La opinión de Orbajosa es nefasta y eso se debe solo a la apariencia, puesto que estas jóvenes trasgreden las normas dictadas para las mujeres de su clase. Doña Perfecta, es una novela de tesis, de intolerancia. El autor introduce una dualidad bipolarizada, que enfrenta a una España intransigente, católica y reaccionaria con otra tolerante, secularizada y liberal. El argumento es una historia de amor de tradición folletinesca. Pero encontramos temas filosóficos religiosos relacionados con la ambición maternal, el problema sociomoral de las apariencias, la hipocresía. Esta historia es un conflicto familiar que tendrá un alcance nacional al igual que el problema religioso y filosófico tiene un alcance político religioso. El contenido humano de los personajes y las características de la ciudad de Orbajosa, no impiden su carácter paradigmático y simbólico. Así Orbajosa será real, a pesar de su carácter genérico y abstracto, porque tiene características en la estructura social de la nación. Orbajosa tiene forma de vida provinciana que afecta a sus personajes en un espacio opresor. Los orbajosenses, satisfechos con sus vidas y convencidos de poseer la verdad, constituyen un grupo cultural cerrado que rechaza la renovación del exterior. El narrador pone en evidencia este espacio cerrado, hermético, austero, y momificado. Galdós destina dos capítulos a las Troyas para ensamblarlos en el macrotexto del relato, uniéndolas a la acción a través de las consecuencias a Pepe Rey. El ritmo de la narración se altera ya que el centro de la atención se desvía a estas y a su mundo. Es significativo que Galdós se detenga en estos personajes. Empezando por el nombre, hace alusión a un desastre (esto fue Troya), y el siguiente capítulo, un casus belli, anuncia grandes catástrofes por venir. Pero estos capítulos están cargados de ingenuidad y bondad, habiendo relación antitética entre el título y el contenido. Las Troyas (María Juana, Pepa y Florentina), hijas de un coronel fallecido, viven en la miseria pero son alegres, vivarachas y traviesas. No se detiene en ninguna descripción de estas, porque representan a una colectividad. Pepe Rey pasa por el casino buscando distracción. Pero se da cuenta de que no hay vida intelectual en Orbajosa, que la vida económica y social no existe. En Orbajosa no pasa nada. Así que lee la prensa, juega a las cartas…Cansado se asoma a una ventana y observa el silencio de la ciudad, pero se escuchan unos murmullos y son las Troyas. De nuevo nos encontramos, frente a este espacio silencioso y viejo, están los alegres cantos juveniles de las voces de las Troyas. La presentación de estas es fragmentada, primero escuchamos sus murmullos, sus correteos y finalmente abren las puertas. Las Troyas son las más épicas, porque su vanidad frente al ambiente maléfico del pueblo, es heroico. El espacio en el que viven encerradas se puede considerar una metáfora social. El narrador tiene una actitud compasiva y comprensiva hacia ellas. La descripción del ambiente es desde los ojos de Pepe rey. Este contraste nos sugiere un espacio abandonado, frente a la vivienda colindante (pulcra y pretenciosa). El análisis de las casas refleja los modelos sociales de los distintos grupos. La simplicidad de la casa es significativa y la casa burguesa nos habla sobre una situación determinada del mundo y la familia. La casa de María Remedios es la feminización, explica el orden frente al desorden. Interesa la relación entre el espacio y situación social económica. Reflejada también en la ropa de las Troyas, deteriorada y mil veces arreglada, para parecer nueva. Las Troyas participan de los chismes del pueblo, pero de una forma hiperbólica. La belleza de Orbajosa parece estar recluida en los nombres de los lugares y los personajes. Pero las Troyas si aciertan al poner motes, como Doña Suspiritos (María Remedios), Don Nominativo (Jacintito). La única persona a la que las Troyas no califican negativamente es Doña Perfecta, porque realmente es querida por todo el pueblo. Es impensable para los orbajosenses que tuviesen relaciones que pudiesen suplir sus insuficiencias monetarias. La visita de Pepe Rey hará que se acelere la discordia porque la opinión que tienen de ellas en el pueblo es extremadamente negativa. Estas no corresponden con el modelo de mujer impuesto por la sociedad, que impone un determinado comportamiento. La máxima autoridad es la sociedad, un poder invulnerable e identificable. Esto se debe a que la voz pública es libre de crear y destruir reputaciones. A las Troyas no les importa. Son las únicas que van a llorar a la tumba de Pepe Rey, su ética está por encima de ese nivel. Ninguna está casada, ni se plantean hacerse religiosas. Por otra parte les resulta difícil encontrar un marido por sus condiciones económicas, la mentalidad de esta clase media no les permitía estar con un hombre de nivel inferior. Estas mujeres no podían contar con la protección de un hombre, lo cual era imprescindible en esa época. Pero por otro lado supone que no son sumisas a ninguno, y una mujer sola suscitaba reprobación. Galdós con esta obra reacciona al arquetipo de mujer de la literatura burguesa rechazándola. Para la sociedad del siglo XIX, la mujer ha de tener decoro: que impedía a las mujeres trabajar fuera de casa, ni buscar un oficio remunerado. La mujer preservaba el honor de la familia a través de las apariencias. La educación se limita a controlar a la mujer, sometiendo sus instintos y sentimientos. El pudor era la norma máxima que se les exigía. Las Troyas contradirán todo esto. Estas están definidas por el narrador, como chusma alegre y comunicativa. Orbajosa ha interpretado mal las apariencias, pensando que son prostitutas, solo porque no tienen pudor. Estas no desean el lujo. Sucede que la moral de esta clase media exige que la mujer tenga compostura, recato y honestidad. Sucede que las Troyas por su apariencia alegre y desenfadada, ocultan el sacrificio, para evadirse de su miseria. La abnegación, la capacidad de sufrimiento, el espíritu de sacrificio son rasgos valorados como femeninos. La literatura popular, refleja el modelo femenino propugnado por la burguesía, donde la Iglesia pierde poder. Esta literatura popular trata de mantener a la MV, que debía ser tradicional, y alejarse toda ideología liberal. La MV es elegante, y procede de una influencia francesa. La MV se representa a través de las revistas de moda y el folletín. Las virtudes de la MV son: la humildad, la obediencia, la dulzura, la timidez y la castidad, y la capacidad de amar y de sufrir. Todos estos valores de la MV, se reflejan en la mujer pobre quien acepta su miseria resignadamente. Esta sociedad rechaza a la mujer pobre que aspira a salir del medio en el que se halla. Galdós rechaza a la MV, y los valores rígidos que la literatura popular propone, porque no se ajusta a la realidad de la sociedad. Esta literatura ha oprimido y sigue oprimiendo a la población femenina española. La actitud de Galdós con relación a las Troyas, participa del rechazo al arquetipo de mujer. El humanismo de Galdós está presente en sus obras. Las Troyas son importante por: - Tener un carácter funcional. La visita de Pepe Rey acelera las discrepancias entre él y su tía, y será motivo de escándalo por la mala visión de estas chicas y por la compañía de Tafetán. - Servir de paradigma para comprender el ambiente cerrado de Orbajosa. La moral está constantemente expuesta al juicio arbitrario de los demás. - Servir para mostrar con ironía el canon de la mujer huérfana, bella, virtuosa y pobre propuesto como modelo. De ahí, la trasgresión de las normas de comportamiento. Su trasgresión es irónica rompiendo con el arquetipo de MV y alejándose de lo folletinesco. Con estos personajes, Galdós, se ríe de la MV, y las convierte en heroínas mediocres, donde la pobreza equivale a honestidad. - El carácter simbólico de las chicas. Indican que son el ejército troyano infiltrado en una ciudad de apariencias e intolerancia. - Representar el origen de posteriores personajes de Galdós, como Tristana o Fortunata, con quienes comparten pobreza, belleza y clase media. La diferencia está en la virginidad, pese a estar en una situación de vulnerabilidad; no sucede lo mismo con las otras dos. Estas jóvenes pocas posibilidades tenían de encontrar un trabajo, las huérfanas o viudas, solo tenían tres opciones: la labor doméstica, la prostitución o la vida de convento. Las tres protagonistas, Tormento, Fortunata y Tristana, pierden la virginidad, pero le interesa a Galdós el análisis de las consecuencias de esto, llegando a la desmitificación, ya que no hay otra salida para estas mujeres. En las Troyas todo está simplificado, pero hay desmitificación, rompiendo la imagen arquetípica tanto pública como privada. Muerte al ángel del hogar. Pepe Rey Pepe Rey representa la ciencia moderna frente a la antigua de Jacintito. Pepe Rey es petulante, sobrado, atacando la vida de Orbajosa. Pepe Rey, pierde los papeles y acaba utilizando las mismas armas que Doña Perfecta. Aunque se habla de bipolaridad de buenos y malos, se tratan de personajes bien elaborados. Pepe Rey se enamora de Rosarito, por la cual se queda. Es interesante ver cómo responde al arquetipo de joven burguesa tímida y femenina, y que habría acabado como las Troyas. Rosarito es inteligente, y que se mueve entre dos aguas, y que representa España, partida entre dos bandos. Arriesgándose, Rosarito le manda misivas a Pepe Rey. Para Doña Perfecta que su hija se quiera casar con Pepe Rey, es entregarse al diablo, porque es concebido como ateo. Rosarito acaba en un manicomio, porque ha hecho que muera Pepe Rey, y ha desobedecido a su madre, a la que respeta, pero su decisión fue irse a toda costa con Pepe Rey. Antítesis de las Troyas. La prosopografía nos lleva a la manera de ser de Rosarito, es decir, a la etopeya. Rodolfo Cardona opina que no es un melodrama porque huye de la bipolaridad, cada personaje tiene sus propios impulsos. Don Inocencio es sinuoso, se escapa de los juicios malos. Pero se salva de la condena total porque al final se acaba arrepiente, porque ve venir lo que va a pasar, cuando deja de apoyar a María Remedios. En cuanto a la estructura de la obra el conflicto podría decirse que explota desde el capítulo X al XII, pero hay un momento ya enamorado de Rosarito, en el que Pepe empieza a pensar que están saboteándolo en Madrid. Realmente Pepe Rey, es provocador de estas actitudes hostiles por parte de los orbajosenses, porque por su conocimiento, se siente superior. El bestiario metafórico en Doña Perfecta, de Galdós. (Francesco Tarelli) Se puede calificar esta obra como “novela de tesis” por reflejar el conflicto entre el conservadurismo religioso-social y las nuevas ideas de la burguesía, con su fe en el avance. Aunque Galdós abogue por reformar la sociedad, que no le impide mirar críticamente las fallas de los liberales burgueses. En la obra se retrata tipos humanos y presenta situaciones emblemáticas, donde se revelan imágenes simbólicas que componen un cuadro más complejo. El ingeniero, personificación de la racionalidad científica, es pasajero del tren del engaño. Doña Perfecta le reprocha a Pepe Rey la falta de experiencia y conocimiento del mundo. La viuda utiliza metáforas apropiadas a la mentalidad empírica de su sobrino. En la estación de Villahorrenda, reina una atmósfera de brutalidad y vulgaridad, como indica el topónimo ficticio: el empleado del farol contesta bruscamente a una pregunta de Pepe y después insulta a los cargadores. En la escena siguiente unos guardias civiles matan a tiros a unos ladrones, y un niño quiere verlo. - Simbología de Cristo Stephen Gilman observa que el mundo clasicista se configura como subtexto irónico, ya que Galdós emplea la perfección clásica para descubrir la imperfección vital que echa a perder ese complejo humano llamado Orbajosa. Así la deformación etimológica de la Urbs Augusta a la Urbe Ajosa señala la decadencia de la gloria pasada que don Cayetano trata de exhumar, escarbando la tierra y hurgando en los libros. Su empresa es inútil; el pasado está sepultado y el esplendor se ha convertido en una realidad maloliente. La hiperbólica descripción de la ciudad, de plástica fuerza expresiva, evoca la idea de un organismo putrescente, y la de los gusanos que nacen de los cuerpos en descomposición (sus ciudadanos). Está expresión de los gusanos, será usada tres veces en la obra (gusanera) por distintos personajes. Pepe Rey descrito como héroe clásico. El primer personaje que presenta rasgos animales es Cristóbal Ramos (Caballuco), que a Pepe le trae a la memoria el ser mitológico del centauro. Pepe Rey se queda impresionado al verlo, con esa expresión tan vigorosa, lo idealiza, hasta que de repente ve que lleva la bolsa de correos y eso hace que se produzca un descenso de lo mitológico a la realidad prosaica y miserable. El sustrato de animalidad de Caballuco aparece repetidamente a lo largo de Doña Perfecta. Rosario lo ve en su sueño como un dragón y queda asustada de su vigorosa presencia y de su abrumador mirar, y desde el punto de vista cristiano representa la encarnación del demonio. Si Caballuco es el brazo que actúa, las mentes que urden el engaño son de doña Perfecta y don Inocencio con la participación de María Remedios, verdadera catalizadora de la historia. El canónigo, ambicioso, agresivo y mordaz. Además varias veces se alude a que su cara se parece a una máscara de cartón, a que representa la duplicidad encarnada. Se lo representa como un ave de gran pico en el sueño, nariz que crece de manera desmesurada, es la visualización del engaño, y el peso de este le impide volar con las alas de su ambición. María Remedios se representa como una arpía de ambiciones frustradas, será el móvil de los eventos que llevarán a la muerte de Pepe Rey, mientras que el canónigo se quedará acongojado por el remordimiento final. Rosario según Correa, es un personaje dotado de angelismo, puro e inocente. Durante el encuentro de los dos en la oscuridad de la capilla, Rosario habla de su alma como un pájaro herido; la idea de la muerte por amor se manifiesta en la comparación de Rosario con “una paloma en las manos de un águila”. Por primera vez el narrador utiliza una metáfora animal para referirse a Pepe, y que representa la duplicidad. El águila conlleva connotaciones positivas y negativas, simboliza la inmortalidad del alma, pero también el anticristo. Esta ambivalencia de Rey se expresa claramente en la novela (Pepe se ve como un demonio). Si el matemático nos recuerda la figura de Cristo, por ser sacrificado en el altar de la ciega violencia de los orbajosenses, es también una especie de diablo cuya cabeza, en la capilla, choca y tropieza “violentamente con los pies de Cristo”. Pepe se da cuenta de sus errores, pero como el admite en esa situación ya es demasiado tarde: “Tal como hoy me hallo, estoy dispuesto al mal y al bien”. Rosario también se enfrenta con su propio dilema, duda de sí misma y el péndulo de sus pensamientos oscila entre la bondad y la maldad (confiesa su aversión hacia la madre, sentimiento que expresa mediante una metáfora animal: dentro de mí una gran culebra me muerde y me envenena el corazón). Según algunos críticos, Rosario pasa a ser de un ángel impasible e inocente a un ángel rebelde, que desafía la autoridad de su madre sin tapujos. Rodolfo Cardona afirma que la muerte física de Pepe, es la conclusión lógica de su muerte moral. Orbajosa ha logrado dominar a su víctima haciéndola descender primero a los fondos más bajos de la moral antes de matarle. Doña Perfecta de Galdós: la representación del conflicto de identidad de la sociedad española. – Marta Manrique Gómez En concreto, en esta novela, la primera de corte social de Galdós, sin duda, la historia ha sido novelada con la intención de representar una síntesis detallada del encarnizado y prácticamente crónico enfrentamiento socio-político que ha caracterizado no sólo a la década de 1868-78, sino también a la mayor parte del siglo XIX español. En otras palabras, la síntesis de la problemática que aparece retratada en Doña Perfecta, puede considerarse como un diagnóstico que el autor fórmula para tratar primero de identificar y después representar el grave y problemático “estado enfermizo” con el que se definían las relaciones socio-políticas de la nación española de su época. Yendo más lejos, me atrevo a añadir que posiblemente las intenciones de Galdós en Doña Perfecta no fueran sólo las de formular, de manera detallada y concisa, un completo diagnóstico de la enfermedad que padecía la sociedad española, sino también examinar la posibilidad de poner en práctica un buen y eficaz tratamiento con el que, en última instancia, poder erradicarla o al menos llegar a reducir su nivel de gravedad. En otras palabras, las actitudes y posiciones vitales de todos los personajes reflejan una acusada dicotomía ideológica que es la causa fundamental del serio enfrentamiento político- social en que se encuentran inmersos. Entre los síntomas y dolencias más comunes de la enfermedad retratada por Galdós destacan, entre otros: el riguroso conservadurismo o liberalismo político, los elevados índices de fanatismo religioso, las extremas actitudes de intolerancia y los acusados niveles de corrupción, violencia, intransigencia e hipocresía que caracterizan y envuelven las acciones de casi todos los personajes de la obra. El autor utiliza el recóndito y aislado espacio o escenario imaginario de Orbajosa como símbolo o emblema de toda la sociedad rural española de su época. De este modo, Orbajosa representa la ficticia población rural que actúa simbólicamente como microcosmos de todos y cada uno de los pueblos españoles de existencia real y ubicación geográfica clara y precisa con el fin de que todos sus defectos y virtudes, a nivel político, económico y social, puedan extrapolarse a básicamente cualquiera de ellos. Como bien señala Cardona: Orbajosa es esencial en la novela galdosiana porque ejemplifica al pie de la letra la base del problema, “la confrontación entre una visión provinciana, tradicionalista y primitiva, [defendida y cumplida por todos sus habitantes] y otra visión europeizada, liberal, y sumamente centrada en la metrópoli [y representada por Pepe Rey]” históricamente enfrentadas. El desolador aspecto con que el entorno de Orbajosa es presentado al principio de la novela podría servir para ejemplificar el terrible estado de deterioro y abandono propio con que Galdós percibe la gran mayoría de poblaciones rurales españolas de esa época. Está deteriorada ciudad es reflejo del grave y triste estado de abandono espiritual en que se encuentra la sociedad que en ella habita. Curiosamente, nótese que para describir el área territorial de Orbajosa, Galdós ha utilizado vocablos directamente relacionados con la terminología de la muerte: momia, sepulcro, enterramiento “nunca sucede nada de importancia. El extremo estado de anquilosamiento en que se encuentra, es consecuencia directa de la defensa férrea por el mantenimiento de la tradición, la severa oposición al progreso y el parco estancamiento e incluso retroceso económico, sirven para describir los males que, de manera general, achacan por aquel entontes tanto a la sociedad Orbajosense como al conjunto de la sociedad española. Sentimiento de superioridad cultural e intolerancia. En otras palabras, para Galdós, los personajes que se encuentran en la cúspide directora de la sociedad, los personajes que indiscutiblemente controlan los hilos del poder político y social tanto en la novela como en la vida real son los que padecen la enfermedad en un estado que reviste una extrema gravedad. El ejemplo visible en la novela aparece descrito en los elevados índices de fanatismo, conservadurismo e hipocresía que padecen estos personajes que se encuentran en la cúspide de la escala social. Tal es el caso de Don Inocencio, popularmente conocido como el Penitenciario, director religioso y espiritual de toda la comunidad de Orbajosa, quien destaca por encima del resto y a quien todo el mundo debe un falso respeto y admiración. Lo mismo ocurre con Doña Perfecta, otro personaje crucial en la novela, la cual se encuentra también en la cúspide directora prácticamente al mismo nivel que Don Inocencio, gracias, entre otras razones, a su fuerte poder económico y a “las costumbres intachables y la bondad pública” de las que ella misma hace continuo y falso alarde a lo largo de la novela. Su elevado grado de hipocresía y maldad, así como el exagerado nivel de falsedad que la caracterizan La opinión que Pepe Rey formula acerca del espacio ficticio de Orbajosa y de lo que ésta contiene y representa está estrechamente relacionada con la imperiosa y por momentos impetuosa necesidad de establecer el progreso y el orden social. Pepe Rey padece una enfermedad similar a la sufrida por el otro bando ideológico. Esto lo corrobora el hecho de que Pepe Rey es incapaz de entender las pocas posibilidades de éxito que podría tener, en una sociedad en un estado tan terminal como la de Orbajosa, la inserción del proyecto político de orden y progreso social que él mismo tan empedernidamente defiende. Éste es para Galdós el verdadero dilema político español, y de acuerdo con la terminología empleada en el presente trabajo, la verdadera enfermedad española, en otras palabras, la acérrima intransigencia que demuestra el hecho de que cada uno de los dos bandos políticos trate de imponer al otro por la fuerza sus principios ideológicos de una manera tan extremadamente intransigente y tan poco acorde con un análisis objetivo de la realidad. En otras palabras, en una sociedad como la que Galdós presenta en Doña Perfecta, en una sociedad que se caracteriza por un fanatismo tremendamente cerrado y anclado, en una sociedad en la que, tal y como Gilman señala: “el contraste entre los dos grupos sociales no podría haber sido más acusado”, es prácticamente imposible aspirar a que se produzca la mencionada reconciliación y por ello la novela se dirige precisamente en la dirección contraria. La enfermedad no consigue llegar a erradicarse, sino todo lo contrario se agudiza, entrando, de hecho, en un acelerado proceso de deterioro que aumenta cada vez más la distancia, separación y enfrentamiento entre los dos grupos sociales y políticos en ella representados. Al final de la novela no hay ninguna diferencia entre las distintas formas de actuar debido a que todos y cada uno de los personajes, especialmente de aquellos que padecen la enfermedad en un estado más avanzado, se dejan dominar por las más terribles e irracionales pasiones. Amparo y Tristana Hay ocasiones en que la ficción imita la realidad, Amparo y Tristana son dos personajes en los que su vida es de película. No son reales, son ficticios pero desde un punto de vista narratológico, la conciencia de ficcionalidad de Amparo, es percibida por otro personaje de la obra Ido del Sagrario que reflexiona en esa interminable e increíble relación de realidad y ficción. Este personaje vive en la misma casa que Amparo y es autor de folletines. La historia de estas interesantes realidades ficticias cautivó a dos directores, a Pedro Olea le interesó Amparo y a Buñuel Tristana. Lo que cambia es el discurso, en sus películas hay una reinterpretación de sus vidas. La primera novela tiene cierto carácter folletinesco, en ella se cuenta la historia de Amparo, que junto con su hermana, son huerfanitas y viven de la limosna que le ofrecen. La llegada de Agustín Caballero, rico, que es familiar de Rosalía y cambia la vida de Amparo al solicitarle que se case con ella. Ella acepta, pero ha sido amante de un sacerdote. Refugio, la hermana de Amparo, es en su opinión antecedente de Tristana, porque no acepta a someterse a nada. El autor describe a Amparo como la antítesis de las Troyas. Amparo responde al paradigma de la MV del XIX. A Amparo le costaba trabajo conseguir dinero y oficio, e incluso matrimonio ya que no era virgen. Amparo es la antítesis de su hermana. Amparo se idealiza y su mirada triste invita a la compasión. Galdós pretendía que se leyera primero la obra de El doctor Centeno, donde aparece el mismo personaje llamado Amparo, totalmente distinto al de Tormento. Tendencia galdosiana a la elipsis en los encuentros amorosos. Amparo ha estado enamorada de Pedro Polo, el cura, durante cuatro años, y es en Tormento, donde aparece el mote como título, que dicho sacerdote le pone. Quien lea solo Tormento, solo encontrara una joven que necesita la protección de un hombre. Solo al principio, porque si anteriormente se ha leído El Doctor Centeno, se puede observar que ella solo quiere el poder económico. Amparo quiere decirle al indiano rico que no es virgen aunque no encuentra ocasión. Nos encontramos en ella una mujer torturada y angustiada, siente agonía y amargura, quiere contarle al indiano la verdad, pero está segura de perderlo si lo hace. Amparo es víctima del sistema de la España revolucionaria. El Madrid de Galdós está muy bien ambientado en la obra de Olea, y muestra como la trasformación de los viejos valores deja paso a nuevas maneras de pensar. Amparo opta por suicidarse antes de contarle a su nueva pareja que mantuvo relaciones sexuales con un sacerdote. Pedro Olea traduce la obra en su película, dándonos la clave de la historia. El texto de Galdós finaliza de una forma distinta a la de la película, con cambios y matices esenciales. Amparo se acaba yendo en el tren con Agustín, y es interesante la mirada de victoria que nos muestra la película, ya que simboliza como ha logrado vencer el modelo de mujer pobre y huérfana. Contrapicado, sensación de inferioridad, ya que Rosalía está abajo y la mira hacia arriba. El ruido del tren se oye y a la vez coincide con los insultos reiterados de Rosalía. A la vez un travelling los aparta de Rosalía, y la separación es significativa, ya que se van no solo a otro lugar, sino a otra forma de pensar. En la sociedad de la época, no se podía pretender a una mujer sin dar nada a cambio. Ocho años después Galdós escribe Tristana, y posteriormente a Buñuel le interesa bastante el texto. Al cineasta aragonés le interesaba reelaborar el texto, con una nueva interpretación. Tristana es fantasiosa, inteligente, e intenta unir el amor con la libertad, pero ante todo Tristana se busca a sí misma. Si Tristana se está haciendo a sí misma, estamos ante un proyecto metaliterario, puesto que el personaje proyecta en todo momento como quiere ser; y este proceso cuenta con el pacto de ficción de las cartas. En esta obra se crea una identidad por encima de todo, o de la acción narrativa. Ya la realidad no interesa tanto como lo que piensa el personaje de Tristana. A lo largo del libro se la compara con la blancura del papel, y se dice que era como una página en blanco (se descotidianiza su prosopografía). Reflexión a la mujer japonesa, que se relaciona con la papiroflexia, porque Tristana es como es, pero va a ser manipulada. Tristana está dispuesta a ponerse en manos de cualquier artista. Tristana vislumbra espacios que desconoce, espacios inefables en torno a su propia existencia. Ella tiene obsesión por vivir plenamente, odia la vida que tiene, y estos deseos son la que la salvan de la enajenante realidad en la que vive, ya que desea lo que no puede alcanzar. Lo que desea es su realización interior. Es un personaje cuya ideología no puede compartir en el ámbito familiar. Pero posee el afán, el querer algo de forma intensa. De repente aparece Horacio, y empieza a existir una compleja red entre Horacio y Tristana, narrador y narratario. Este deseo de Tristana se vierte en el arte. Horacio reúne los requisitos necesarios para que la conversación con Tristana sea auténtica, la comunicación aquí no es superflua. Como en toda comunicación, se necesita interés por el interlocutor. Horacio se presenta como la antítesis de don Lope (pintor, bohemio…), joven cargado de pasión y que cree en el arte. Tristana necesita a Horacio para formarse, este es un punto de apoyo. El personaje con su lenguaje crea una nueva realidad, la trasforma, y se evade del anodino mundo. Cuando Horacio deja de fingir su amor Tristana, se rechaza a sí misma. También los antecedentes familiares son decisivos, tanto genéticamente como educacionales: su madre, antes mujer instruida que odiaba la mediocridad y amaba el idealismo, había quedado en una esquizofrénica, devoradora de novelas en la que la realidad no parece hacer mella. Don Lope le había enseñado ya a Tristana con su actitud, el interés por la libertad, el rechazo a lo cotidiano, al matrimonio, es otro artista, que ya había conformado bastante la personalidad de la joven.
Tristana olvida su apasionado romance, olvida el vocabulario de complicidad, jamás hablaban
del pasado. En los textos este “tal vez”, es muy ambiguo, Tristana en su nueva vida es feliz, sosegada, tranquila y anodina, pero se siente cómoda en una felicidad que excluye el pasado y por tanto la memoria. Galdós tiene 49 años y quizá desde su madurez, la felicidad le viene a redimir antiguas ambiciones. De cualquier manera este final es desolador, a ojos del lector y narrador que observan esa pasividad verdaderamente aterradora de un destino sin horizontes, gris, sorprende por la resignada aceptación de lo que anteriormente ha rechazado con todas sus fuerzas cuando se negaba a ver la realidad tal y como es, buscando y creándose una identidad, o sea, “el ser” que al final sacrifica por el “deber ser”, llama la atención pues su contradictoria capacidad de resignación. Tristana frente a otras obras de Galdós es el centro de la novela, su evolución. A Galdós la realidad se le está volviendo oscura “y las historias de los hombres no tienen ya ni principios ni finales razonables, claros, fáciles de transcribir; todo realismo es ya [...] imposible”. Así pues ambas obras son más de pensar, escribir y decir que de actuar, y ambas metaforizan el mismo proceso de la escritura pues se va creando la obra a medida que se crean los personajes. De hecho ambos autores son narradores antes que escritores, es decir, están al servicio de la historia que cuentan antes que deleitarse en el estilo, por ello abordan el tema mismo de la ficcionalización en los dos protagonistas desde el mismo proceso; esto es, a partir de las motivaciones y recursos así como las implicaciones lógicas que los distintos planos de la realidad posibilitan. La joven Tristana y el maduro Gregorio están buscando su propia identidad, la toma de conciencia de lo que son y de lo que realmente quisieran ser. Galdós aborda muy bien el proceso de ficcionalización del protagonista, Tristana quiere ser lo que ha soñado ser. Tristana y Horacio están lejos del mundo real, crea una personalidad distinta porque existe Horacio, y cuando este desaparece esa personalidad también se disipa. Tristana se siente como dueña absoluta de su vida, y esta empieza a crear varios “yoes”, en cuanto a sus distintas inclinaciones artísticas. Diversos factores intervienen en el proceso de creación del personaje: la herencia familiar (pobre), su propio desasosiego. A Tristana le interesa todo, cree saber de todo, Horacio le descubre el amor. La mujer lectora no era lo habitual. La lectura les abre nuevos mundos, pero a Tristana como mujer, aún más, pues ingresa en un espacio del que se sabe excluida, y la lectura, además de proporcionarle conocimientos le permite soñar, aunque socialmente esté en un ámbito del que se excluye a la mujer. “En cierta medida la lectura es para ellas ejercicio de descolocación sexual, de desalienación”. Esa dejadez, languidez y quietud que comienzan a apoderarse de ella, creo que no proviene de la amputación de la pierna, ni del desamor de Horacio, ni de los impedimentos sociales, sino de un vago presentimiento que comienza a embargar a Tristana y éste es que su amado, su narratario, su interlocutor, su cocreador de esa maravillosa realidad que entre ambos estaban forjando ha dejado de existir, se ha convertido en un ser convencional; puede que ya estuviera dentro de él este convencionalismo como apunta la crítica, pero el hecho es que el dialogo existía y cuando Horacio cambia la pintura, sus sueños, por sembrar rábanos y calabazas y llevar una vida lejos de lo que deseó tanto al comienzo desaparece la relación. Aunque efectivamente como comenta James Whiston al hacerse granjero y pintor, al cambiar su estética de representar lo que imagina frente a pintar la realidad, al unificar lo práctico con lo estético y sobre todo al buscar su propio equilibrio ha cambiado radicalmente su forma de ser, sentir y ver la vida, ya no es el interlocutor idóneo para Tristana, ella tampoco puede seguir siendo la que era porque su cocreador no lo es, ya no les une ese contacto y complicidad en cuanto a la visión del mundo y de la realidad que habían tenido, “la joven representa el desenfreno del arte frente a la razón y el aburguesamiento de Horacio [...] De este modo, el arte significará una salvación sólo conquistada por Horacio [...] no así por Tristana quien, creyendo hallar en el pintor “su salvación”, no consigue su plenitud personal ni artística. De aquí arranca, precisamente, su tragedia. Los sucesivos reencuentros de Tristana con Horacio en los últimos capítulos son un encuentro con la vulgaridad, mediocridad y en definitiva con la realidad. Ha dejado de soñar e idealizar, encontrando pues en el olvido una segunda muerte al rechazarse a sí misma; este proceso había comenzado al dejar de escribir y ceder la autoría a don Lope. La escritura era una forma de autoafirmación, de ir creándose, de ser. Horacio ya no le hablará de sentimientos ni de pensamientos sino de cosas simples, vulgares, descriptivas, ya no existe comunicación Tristana ha aceptado el presente resignado. La grandeza de Tristana está en el hecho de haberlo intentado todo para conseguir sus sueños, quizá sabiendo que si los sueños se realizan pierden su propia entidad de sueños. La monotonía de la que siempre había huido Tristana, se plasma en la película con el monótono sonido de las muletas. El posmodernismo se conforma desde un experimentalismo hasta un eclecticismo pasando por una nueva manera de interpretar la realidad; no se trata de un realismo decimonónico, sino de un realismo que abre nuevas perspectivas en las que la realidad es examinada de nuevo. De ahí que en el placer por narrar interese lo cotidiano, lo vulgar y por tanto la identidad del individuo utilizando recursos muy diversos entre los que predomina, acercándonos a Galdós, la parodia, la ironía y el humor junto a interesantes juegos intertextuales. Pasa a primer plano la intimidad del personaje, la indagación en su sicología, sus sentimientos, sus angustias, sus ansiedades, por ello surgen seres alienados, dubitativos, vulnerables, descentralizados y tremendamente humanos, creándose un individualismo que se centra en lo particular. La sensibilidad especial que requiere el narrador actual la poseía Galdós, el cual “forma parte del grupo de escritores a los que la modernidad estética, la preocupación por la forma, les atañe principalmente en lo que respecta a la sensibilidad y menos en las técnicas compositivas” Este proceso metaliterario cuenta entre otras cosas con el pacto de ficción a través de las cartas en Tristana, el doble discurso literario, la verdad y la mentira como valores relativos, y el pacto narrativo necesario en el juego que cada narrador —Tristana- como creador de su propia historia, plantea al receptor para la creación de una identidad, en definitiva literaria. El deseo en Tristana (Filme y Novela) – Aitor Bikandi Mejías El deseo es aquello que, para sobrevivir como tal, no puede ser nunca realizado; ya que si se satisfaciera, moriría. Ya decía Platón que uno no desea aquello que no le falta, sino que sólo se desea aquello de lo que se carece. Desde el principio, la protagonista muestra la pasión por el estudio, sus aspiraciones profesionales o artísticas van cambiando a medida que avanza la historia. Es verdad que la sociedad le niega la posibilidad de dedicarse a una profesión; pero creo que, aunque empezara una carrera, la dejaría para comenzar otra. Su deseo es insaciable, sus anhelos de saber no pueden ser colmados, porque significaría la muerte de su deseo. Ricardo Gullón consideraba que las mutaciones que sufre Tristana no alteran su esencia: su afán de llegar en alguno de sus yoes a la plenitud del ser. Este empeño es eterno. El filósofo nunca colmará su deseo de conocimiento. Si Tristana llega a pintar o tocar música con verdadero arte, lo deja; no porque vaya a fracasar en ello, sino porque el deseo, tras el "breve vértigo de su aparente extinción," como diría Metz, renace. Tristana toca música y dice su profesor: "Es un genio esta niña". Posteriormente leeremos: "sin olvidar completamente el arte musical, mirábalo ya con desdén, como cosa inferior y de escasa valía". Tristana ha colocado a Horacio en el mundo platónico de las ideas, lugar seguro para no alcanzarlo jamás: "Toda mujer aspira a casarse con el hombre que ama; yo, no" (77). Por supuesto, Tristana no necesita a Horacio a su lado, por carta es suficiente En la película de Buñuel, se enfoca también su deseo sexual frustrado, erotismo reprimido de la protagonista (Saturno). Relación en estas obras entre deseo sexual y muerte. En la película esta unión del deseo sexual con la muerte se manifiesta de modo patente. Algunos casos serían: la relación de la muchacha con el maduro don Lope; su sueño recurrente con la cabeza de don Lope en forma de badajo —éste tiene aspecto fálico—; la escena en que Tristana da la impresión de ir a besar la estatua yacente del sepulcro del cardenal Tavera. Deseaba la muerte y, tras la operación, cambia su forma de ser, se convierte en otra. Después de la muerte, se accede a una nueva forma de existencia. La última noche de don Lope, Tristana viste de negro, la expresión de su rostro es inquietante y dura; se le nota envejecida. Y si en la película, después de la operación, su tutor vive a merced de ella, no consumido su deseo, sino que consumado por él, haciendo lo que nunca creyó que podía hacer —yendo a la Iglesia, casándose, etc. —, en la novela, sucede otro tanto. Don Lope soporta la vergüenza de pedir dinero, "sólo por sostener a esta pobre niña". Don Lope, "no viviendo ya más que para ella y por ella, reflejaba sus sentimientos, y había llegado a ser plagiario de sus ideas"