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MERCADO DE TRABAJO Y
CAMBIOS ACTUALES

Tema 3. Mercado de trabajo y cambios actuales.

3.1. Distinción entre trabajo y empleo

Banyuls Llopis, J. y Cano Cano, E. (2001): “El análisis de la realidad laboral desde la
economía” en Gallego Bono, J.R. y Nácher Escriche, J. (coords.): Elementos básicos de
economía. Un enfoque institucional. Ed. Tirant Lo Blanch. Valencia. pp. 372-382

3.2. La función de integración del empleo.

Textos de apoyo.

3.3. Clasificación estadística de la población.

Banyuls Llopis, J. y Cano Cano, E. (2001:382-389).

3.4. Del desempleo a la exclusión.

Textos de apoyo

3.5. Mercado de trabajo en España.

INE (2013): Encuesta de Población Activa. Cuarto Trimestre 2012. Notas de Prensa. 24 de
enero de 2013.

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3.1. DISTINCIÓN ENTRE TRABAJO Y EMPLEO

Consultar: Banyuls Llopis, J. y Cano Cano, E. (2001): “El análisis de la realidad laboral desde la
economía” en Gallego Bono, J.R. y Nácher Escriche, J. (coords.): Elementos básicos de
economía. Un enfoque institucional. Ed. Tirant Lo Blanch. Valencia. pp. 372-382

Todos intuitivamente podemos tener una visión de lo que puede considerarse como “trabajo”,
sin embargo, no resulta sencillo concretarla en un concepto claramente delimitado. Como punto
de partida en la reflexión vamos a utilizar la definición dada por A. Recio (1997): “el trabajo
constituye una actividad humana orientada a la realización de actividades que satisfacen
necesidades, actividad que puede realizarse bajo diferentes contextos sociales.” Por tanto,
podemos constatar tres elementos cuando hablamos de trabajo:

1.- Cuando hablamos de trabajo nos referimos a un esfuerzo humano aplicado a la


satisfacción de necesidades.

2.- El trabajo se desarrolla a través de algún tipo de relación social, de relación entre
personas o grupos.

3.- El trabajo que se considera depende de una valoración social.

Estas consideraciones nos llevan a distinguir dos grandes formas de trabajo que corresponden
a relaciones sociales diferentes. En las economías de mercado se distinguen entre “relaciones
sociales de empleo” y “relaciones sociales de trabajo fuera del empleo”. Es así, que en las
relaciones sociales de empleo tenemos:

ü Empleo asalariado.

ü Empleo autónomo

ü Empleo en cooperativas

Cuando hablamos de relaciones de trabajo fuera del empleo, nos estamos refiriendo a
formas de trabajo que no son empleo. Se trata del trabajo -esfuerzo humano destinado a
satisfacer necesidades- que realizan los miembros de la familia en el seno del hogar en
beneficio de la propia familia, de trabajos realizados para la propia comunidad vecinal, local o
nacional de forma voluntaria o forzada, o bien de trabajos dirigidos al autoconsumo. En estos
casos no existe una remuneración monetaria por el trabajo, ni siquiera un empleador
propiamente dicho y, por tanto, no son relaciones sociales de empleo. Sin embargo, son
actividades que en muchos casos, resultan esenciales para la reproducción de la fuerza de
trabajo —mantenimiento de los trabajadores en activo y de los futuros trabajadores— y de las
propias relaciones sociales; de ahí que algunos autores las denominen “trabajo reproductivo”

Pocos conceptos hay en economía o en sociología del trabajo que resistan los problemas de la
realidad social como el del "Mercado de Trabajo". Para unos se trata simplemente del mercado
de trabajo, para otros del mercado de mano de obra, para otros de mercado de fuerza de

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trabajo, para todos de mercado1. En efecto, para todos los autores, desde A. Smith a K. Marx,
pasando por D. Ricardo hasta M. Piore, sólo existe un mecanismo que en último término,
regula la movilidad y el precio de la fuerza de trabajo: el mercado.

El concepto de mercado de trabajo está tan asumido, tan enraizado en el bagaje terminológico
del pensamiento económico-sociológico que se ha convertido en un sólido e incuestionable
concepto de la ideología científico-social. Sin embargo, hoy están apareciendo diferentes
estudios que ponen en entredicho la realidad social de la movilización de la fuerza de trabajo
en su sólo aspecto de mecanismo de regulación mercantil2

¿Qué mecanismos regulan la actividad laboral?

Las distintas sociedades canalizan una cierta cantidad de esfuerzo humano para la realización
de las tareas necesarias conducentes a la satisfacción de las necesidades de sus miembros a
través de la producción de bienes tanto directa como indirectamente. Cada sociedad adopta
mecanismos reguladores de la actividad humana para resolver el problema de la satisfacción
de las necesidades.

Según distintos autores, existen cuatro mecanismos reguladores esenciales para dicha
actividad: la reciprocidad, el mercado, la organización y el intercambio político. Bajo el primero
de ellos, la actividad laboral se desarrolla en base al principio de solidaridad, sin compensación
inmediata, sabiendo que en otro momento se será beneficiario del esfuerzo de otros miembros
de la colectividad (actividades realizadas por el voluntariado o en el seno de la familia y la
vecindad). El mecanismo de mercado es totalmente diferente, puesto que éste se basa en el
juego de la demanda y oferta de la mercancía "fuerza de trabajo", determinando el precio de
esta mercancía: la remuneración salarial. La organización, por su parte consiste en la
interacción entre los agentes organizados colectivamente en función de sus intereses
(sindicatos y organizaciones empresariales). Finalmente, el intercambio político consiste en la
intervención pública en la regulación de la actividad laboral (Bagnasco, 1986).3

Por supuesto, estos mecanismos reguladores básicos no suelen presentarse de forma aislada
sino articulados entre ellos. Actualmente en las formaciones sociales capitalistas, el mecanismo
regulador predominante es el mercado. Ello es debido a que, tal como afirma A. Recio, en las
mismas "la mayoría de trabajadores forman parte de un grupo social que se ve forzado a
alquilar su capacidad de trabajo a los propietarios de los medios de producción con el objetivo
de obtener un salario con el que adquirir los bienes necesarios para subsistir”4. La acción del
mercado se ve complementado por la acción reguladora de los poderes públicos. Se puede por
tanto, subrayar que el intercambio en el seno del mercado no es estrictamente económico sino
que tiene un fuerte componente político.

1D. ANISI (1994): "El mercado de Trabajo : ¿Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos?", Cuadernos de
Relaciones Laborales nº5 critica la noción comúnmente aceptada de mercado de Trabajo. Para este autor ésta
proviene del reduccionismo economicista o más bien mercadista dominante. Este autor insiste en el tratamiento
diferente, que sin embargo, hacen numerosos economistas como por ejemplo Solow (1992) insistiendo en el hecho que
el Mercado de Trabajo es una institución social.
2 C. PRIETO (1989): “¿Mercado de Trabajo?”, REIS nº 47, Madrid.

3Citado por C. Prieto (1989): ¿ Mercado de Trabajo ? REIS nº 47.

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3.2. LA FUNCIÓN DE INTEGRACIÓN DEL EMPLEO.

En las sociedades industrializadas, la integración social se asocia a una ocupación laboral y/o
al éxito o reconocimiento social, como pieza fundamental en la vida de las personas. El empleo
tiene como función principal la integración social. Por tanto, aún hoy, el empleo constituye el
tema central de la construcción de las relaciones sociales y de la configuración de los estatus.
El trabajo no se puede reducir a un bien económico exterior al que lo ejerce: éste expresa
primero, la subjetividad de la persona a través de lo que hace, y posteriormente, su pertenencia
a la sociedad a través del papel y las competencias que éste le confiere. Ya no se puede
analizar el trabajo como si fuera una bien escaso para producir cada vez más riqueza. Su papel
en el equilibrio de la sociedad es tan importante como sus funciones productivas. El trabajo
está íntimamente unido al sentimiento de utilidad, y este sentimiento de utilidad pasa por una
remuneración, pero también por todas unas contrapartidas sociales (derechos, estatus,
formación etc.) que definen el empleo. En lo que llamamos, mercado de trabajo no sólo se
intercambia un bien económico, sino también un compromiso con un reconocimiento.

Cuando se presenta el tema de exclusión social hoy debemos seguir situando el empleo en el
centro del análisis tanto económico como social y no sólo en conformidad con la actualidad que
lo convierte en el problema social número uno, sino que significa afirmar la idea según la cual
el estatus en el empleo estructura el estatus en el trabajo y contribuye así a la definición del
estatus social, de la estratificación y de las clases sociales (Maruni, 1998). Podemos así
también considerar el reparto y la distribución del empleo como una segmentación social. Por
tanto, la exclusión mediante el desempleo constituye una de las características esenciales del
funcionamiento contemporáneo de los mercados de trabajo.

En la actualidad, el desempleo aparece como una realidad objetiva: nadie plantearía hoy que
éste no existe. El desempleo es hoy considerado como una variable estructural, casi podríamos
decir que "natural", de la vida contemporánea. El desempleo no se define sólo por una
condición social objetiva (el estar privado de empleo), es una situación subjetiva (se vive de
manera distinta por los individuos), pero es también un estatus reconocido (enmarcado por
instituciones y reglas).

Las evoluciones recientes de este fenómeno implican retomar las causas tradicionales del
desempleo, priorizándose en la actualidad la fragilización de las distintas categorías
estadísticas y sociales heredadas del período de crecimiento. La noción del desempleo está
íntimamente ligada a la noción de asalariado y al modo de producción industrial que se ha
establecido al mismo tiempo que se ha consolidado el Estado intervencionista (Salais y otros,
1986). Esta relación se debe esencialmente al nacimiento de una relación salarial que se apoya
en el contrato de trabajo, punto central del modo de producción industrial (R.Boyer, 1986).

Por tanto, el modo de empleo (es decir, el tipo de contrato de trabajo, las modalidades de
acceso al mercado de trabajo y las condiciones de desempleo), constituye hoy en día una de
las líneas divisorias fundamentales entre distintas categorías de asalariados. No es nada nuevo
que el hecho de estar empleado a tiempo completo o a tiempo parcial, por tiempo definido o
indefinido o con un contrato de formación define posiciones sociales diferentes en el mundo

4A. Recio (1988): "Capitalismo y formas de contratación laboral", Ministerio de Trabajo y seguridad Social, Madrid.

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laboral. Numerosos estudios sobre el desarrollo del trabajo precario o atípico han demostrado
este fenómeno. Que se trate del salario o de las cualificaciones, los mecanismos son similares:
a igual trabajo, el modo de empleo discrimina (Maruani, 1998). Es decir que los diferentes
estatus del empleo segmentan y jerarquizan los estatus en el trabajo.

Pero conviene analizar cómo las múltiples formas de empleo se distribuyen entre diferentes
categorías de mano de obra entre distintos grupos sociales y también observar como se
efectúa la segmentación social de las actividades y de las formas de empleo. En este caso es
significativo el estudio de las políticas de empleo en los últimos años. Según las últimas
investigaciones sobre las políticas públicas de empleo en distintos países de la Unión Europea,
la política de empleo no parece depender de una estrategia de desarrollo económico sino de
gestión de poblaciones a largo plazo. Parece hoy que la lucha contra el desempleo se parece
cada día más a una gestión de la población activa (Decouflé, 1988). Esta gestión de las
poblaciones se realiza de un modo fraccionado, segmentado. En la proliferación de las
diferentes medidas de empleo establecidas en los planes de empleo, llama la atención la
precisión con la que se define socialmente las categorías de poblaciones que se benefician de
tal o cual medida. Pero además, las investigaciones realizadas en torno a las políticas en
materia de reducción del tiempo de trabajo muestran que éstas se centran en grupos
específicos. Todas las modalidades de reducción de los efectivos sin despidos (bajas
voluntarias, distribución interna del trabajo, desempleo parcial etc.) no se aplican
indistintamente a todas las categorías de asalariados. Dentro de cada una de las medidas,
existe una orientación social concreta: incentivos para bajas voluntarias en forma de
jubilaciones anticipadas que afectan a los asalariados de más edad o bajas incentivadas que
afectan de hecho al personal femenino.

Y si se analiza las prácticas de distribución interna del trabajo en las empresas es significativa
la segregación sexual existente (Maruani, 1998). En la mayoría de los casos según distintos
estudios sobre los mercados laborales surge una línea divisoria entre los hombres asalariados
a quienes se aplican fórmulas de paro parcial y las mujeres asalariadas a las que se incitan a
adoptar el trabajo a tiempo parcial. La diferencia entre el paro parcial y el trabajo a tiempo
parcial es de suma importancia: el paro parcial es una medida temporal que puede conllevar
una compensación salarial parcial o total; el trabajo a tiempo parcial es una transformación
duradera del contrato de trabajo que va acompañada de una reducción de salario. Esta
distribución del empleo obedece no a un problema económico sino que obedece a una lógica
social (no se puede olvidar que en cuanto se ha empezado a hablar del trabajo a media
jornada, todo el mundo ha pensado en las mujeres).

Pero además el cambio del fenómeno del desempleo, tocando cada vez a más colectivos
diversos plantea una reflexión sobre el tema del paro y no sólo por su génesis sino por el lugar
que ocupa éste en la estructura social. ¿Dónde se puede situar el desempleo en la sociedad
actual, en relación a otros estatus sociales? Un análisis más integrativo sobre el papel de los
parados en la estructura social se hace necesario para aprehender el verdadero fenómeno del
desempleo en las sociedades complejas como la nuestra.

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3.3. CLASIFICACIÓN ESTADÍSTICA DE LA POBLACIÓN.

Consultar: Banyuls Llopis, J. y Cano Cano, E. (2001): “El análisis de la realidad laboral desde la
economía” en Gallego Bono, J.R. y Nácher Escriche, J. (coords.): Elementos básicos de
economía. Un enfoque institucional. Ed. Tirant Lo Blanch. Valencia. pp. 382-389

“Una clasificación estadística es un sistema para la agrupación y organización de datos


relativos a una característica de una población (un producto, una ocupación, estudios,
creencias, etc. …) que garantiza una coherencia entre los procesos estadísticos de recogida,
tabulación y análisis de datos, constituyéndose en un instrumento de armonización e
infraestructura estadística.”

Las fuentes básicas de información sobre el Mercado de Trabajo en España son:

El Censo y Padrón Municipal de Población:

Los censos clásicos, es decir, los basados en un recorrido exhaustivo del territorio, se utilizan
en la mayor parte del mundo (Francia, Italia, Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, Australia,
la inmensa mayoría de los países iberoamericanos).

La elaboración de un registro continuo de población es el método que se sigue en los países


nórdicos europeos para disponer de una estadística básica de población.

En España, se elabora un Censo clásico (cada 10 años) apoyado en el Padrón continuo de


Población que realizan los ayuntamientos.

La Encuesta de Población Activa (EPA):

El objetivo de la EPA es conocer las características de la población en relación con el mercado


de trabajo.

Es una investigación por muestreo del INE dirigida a hogares (65.000).

La EPA se realiza desde 1964 y con periodicidad trimestral y continua desde 1976.

El ámbito poblacional se limita a la población que reside en viviendas familiares del territorio
nacional, excluyendo hogares colectivos. Se incluyen familias que trabajando que formando un
grupo independiente residen en dichos establecimientos (conserjes,..) y la muestra es
representativa a nivel nacional y regional.

El Servicio Público de Empleo Estatal:

Entre las atribuciones del SPEE se encuentra realizar investigaciones y estudios sobre el
mercado laboral, recopilar estadísticas sobre el mismo. Para ello, gestiona y actualiza las bases
de datos que garantizan el registro público de ofertas, las demandas y los contratos; mantiene
el observatorio de las ocupaciones y elabora estadísticas en materia de empleo y desempleo
con fines estatales.

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Afiliados a la Seguridad Social:

El Gobierno de España a través del Ministerio de Trabajo e Inmigración ofrece información


sobre los afiliados a la SS.SS. Entre otros, podemos encontrar datos referentes a:

• Número de afiliados por regímenes a la SS.SS.

• Altas, bajas y variaciones de datos de trabajadores.

• Incentivos a la contratación, a la actividad autónoma y otras peculiaridades de


cotización.

• Regímenes: ¿Quiénes los integran?.

3.4. DEL DESEMPLEO A LA EXCLUSIÓN.

Creo interesante empezar leyendo las palabras de A. Schaff en "Microelectrónica y Sociedad"


(1985) y que se ha citado en numerosas ocasiones a propósito del futuro del trabajo y de la
inserción de determinados colectivos:

"El 25 % de los que están trabajando en trabajos directamente productivos tendrán


que ser despedidos antes de fin de siglo. Si esto no se prevé será un crimen para
los que hoy son niños...Esperar a que los ajustes espontáneos arreglen la situación
de todos estos millones de personas, sobre todo jóvenes, significará condenarlos a
la frustración, a la patología social (...) a no ser que se les ofrezca una alternativa
real."

Estas palabras nos ayudan a situar nuestra reflexión porqué detrás de ellas quedan implicadas
hipótesis importantes: estamos en un momento de grandes cambios en el ámbito laboral y
social y según que políticas se diseñen para dar respuesta a los nuevos problemas, nos
encontraremos con el peligro real de consolidar nuevas formas de marginación y de exclusión
social. En realidad son problemas actuales y de futuro. El futuro ya no se puede separar del
presente.

Aspectos introductorios

El crecimiento del desempleo es un motivo más que suficiente para reflexionar sobre el lugar
que ocupa hoy la economía en las sociedades modernas. Tal es su volumen, que poco a poco
se ha ido tomando conciencia del hecho que la crisis del empleo no es el resultado de un
disfuncionamiento pasajero del sistema económico. Sólo si se toma en consideración una
multitud de variables que a menudo sobrepasan lo económico, se podrá aprehender este
fenómeno. Sin embargo, en virtud de una paradoja comprensible, la obsesión por el desempleo
dificulta la toma en consideración de la necesidad de un cambio de perspectiva, y la obsesión
por la creación de empleos lleva a menudo a una sumisión cada vez mayor de lo social a la
lógica productivista.

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Para poder explicar el fenómeno del desempleo en las sociedades complejas como la nuestra,
y explicar posteriormente las políticas que para combatirlo se han puesto en marcha en los
países de capitalismo avanzado, hemos centrado nuestra reflexión en las preguntas siguientes:

1. ¿Cuál es la especificidad del empleo lucrativo en el marco del conjunto de las


actividades humanas?

2. ¿Cuál es el lugar del empleo hoy en la adquisición de los derechos sociales y en la


producción de normas colectivas?

3. ¿Qué sentido tiene y de qué organización disponemos para vivir en una sociedad
compleja como la nuestra cuando no hay empleo o que éste ya no posee las virtudes
de integración?

4. ¿No estaríamos frente a una sociedad muy frágil puesto que ésta basa casi
exclusivamente su cohesión en el desarrollo de los intercambios económicos?

El desempleo, como categoría problemática

Hoy el desempleo aparece como una realidad objetiva. Nadie se atrevería a decir que no
existe. Los parados son cada vez más numerosos, las informaciones estadísticas se acumulan
y los comentarios se van amontonando. El desempleo se considera hoy como una variable
estructural, casi "natural" de la sociedad contemporánea. Sin embargo, el desempleo es una
construcción social que convierte algunas situaciones de no-empleo en paro, y rechaza otras
fuera de la categoría del paro. El paro es por tanto, una forma de decir, de clasificar y de
categorizar algunas situaciones. Y esta forma social que denominamos desempleo evoluciona
y se transforma.

a. - La construcción de la categoría de desempleo.

El reconocimiento de estar desempleado sólo existe porque existe una categoría jurídica
correspondiente. Y sin embargo, ésta es de invención reciente: emerge con el desarrollo de la
sociedad industrial y con el empleo asalariado, y se ha estabilizado con el nacimiento de
políticas y de instituciones especializadas. En el siglo XVII todavía se hablaba de los parados
en los términos de pobres, indigentes, mendigos para caracterizar a los individuos que no
pueden subsistir sin la ayuda, sea privada (caridad de la iglesia), sea pública (primeras
asistencias públicas). En el siglo XIX, el vocablo paro va designar una situación de interrupción
de actividad implicando inmediatamente una pérdida de salario. En el sentido moderno, la
privación de empleo, es decir el desempleo, emerge con las transformaciones de las relaciones
de trabajo, que une los propietarios de los medios de producción y los trabajadores, y más
precisamente la codificación de la relación salarial.

b.- El paro, como complemento del asalariado

La codificación de las relaciones de trabajo en la relación asalariado-empresario permite la


racionalización y la mecanización de la producción industrial. La construcción del concepto de
asalariado provoca una manera diferente de estar en desempleo. El desempleo se trasforma
así en una ruptura definitiva entre el trabajador y la empresa.

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"La invención del desempleo está ligada a la emergencia de una relación salarial,
apoyada ésta en el contrato de trabajo, institucionalizada y más colectiva, y
enmarcado en las transformaciones de los modos de producción industrial"
(Topalov, 1994).

c.- Parados y no parados: frontera diluida

Al ser el paro una forma histórica reciente, pero que hoy está estabilizada y que se traduce en
estatus jurídicos estándares, el debate se centra en los estatus en la frontera del paro. Hoy
para poder delimitar esta frontera se habla del concepto de ocupabilidad, refiriéndose ésta a la
vez al estado de no empleo, a la voluntad de trabajar y a las posibilidades de poder hacerlo,
en función éstas de las capacidades del individuo y de los empleos que se ofrecen en el
mercado de trabajo.

d.- Desempleo, categoría pertinente

Los comentarios y los análisis de la crisis del empleo tienden a hacer estallar la categoría del
desempleo, reformulando continuamente nuevas categorías; parados de larga duración,
nuevos pobres, excluidos etc. Comprender el significado de esta nueva nomenclatura social
nos lleva a interrogarnos sobre el lugar del paro y de los parados en la sociedad
contemporánea.

e.- Dónde está el paro, dónde están los parados

Los especialistas de las Ciencias Sociales han estudiado mucho la génesis de la categoría de
desempleo. Sin embargo, los análisis sobre el lugar que ocupa el paro en la estructura social
son más raros. ¿Cuál es hoy el estatus de parado, dónde se puede situar el paro en la
sociedad hoy, en relación a los otros estatus sociales?

Hasta ahora sólo se estudia las categorías de parados según las nomenclaturas estadísticas,
basadas éstas o en las categorías socioprofesionales, o en la distinción entre los activos
ocupados, los inactivos y los activos inocupados (parados en sentido estadístico). No obstante,
un análisis más integrativo sobre la posición de los parados en la estructura social se hace
necesario para aprehender el verdadero fenómeno del desempleo en las sociedades complejas
como la nuestra.

Medición del desempleo.

El desempleo es más que una cuestión de cifras. El volumen de paro forma parte de los
indicadores fundamentales que informan sobre el estado de la economía como de la sociedad.
Y justamente ese valor simbólico dado a la medida del desempleo interroga sobre la relación
de la sociedad hacia las estadísticas de paro. En este sentido, éstas se consideran más como
objeto de análisis que como medio de análisis. Más allá de los compromisos y acuerdos
estadísticos, las manifestaciones de la privación del empleo evolucionan, la noción del
desempleo estalla por la multiplicación de las situaciones imprecisas. El análisis de los
procedimientos en el recuento de los parados es por tanto una etapa necesaria para la
explicación de las evoluciones de los parados y el lugar que ocupan en la sociedad española.

En este sentido, podemos decir que el recuento estadístico del paro no es puramente una
operación estadística, o puramente técnica; ésta se apoya en acuerdos sociales, que a su vez

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se traducen en categorías estadísticas. No se trata por tanto, sólo de comprender los
procedimientos técnicos, que definen los contornos del desempleo, sino que se debe identificar
los juicios sobre la legitimidad social de la búsqueda de empleo que subyacen en los criterios
retenidos.

a.-La dificultad en las cifras de paro

En una sociedad donde el empleo da el valor social a los individuos, el paro es una fuente de
escándalo. Por tanto, el censo de los parados ocupa un lugar prioritario en el espacio de las
representaciones y discurso sobre el paro. Las polémicas sobre la cifras de paro no son
problemas nuevos, pero éste se ha reavivado por la amplitud de la crisis del empleo en la
última década del siglo XX. Para muchos autores, la variabilidad en la definición del desempleo
se debe esencialmente al hecho que las estadísticas de paro son objeto de "un control social o
institucional superior a otros"

¿Quién está en paro? ¿Quién no lo está? ¿Cuándo se coge la condición de parado? ¿Cuándo
se pierde esa condición? ¿Cuántos parados hay? ¿Cuántos son estimados, y cuántos son
registrados?

Todas estas preguntas no tienen una sola respuesta, sino dependerán de los acuerdos
tomados. No existe una "buena" definición de lo que es un parado, de la misma manera que
tampoco existe una medida exacta del fenómeno estudiado. Sólo podemos hablar de tantas
estadísticas, como de fuentes diferentes y de distintas maneras de definir convencionalmente
(que no arbitrariamente) el paro.

Calcular el número de parados implica dilucidar las situaciones imprecisas. Normalmente el


recuento se basa en la hipótesis que el reparto de la población total entre inactivos y activos
ocupados constituye una distribución correcta, como sí un individuo sólo puede ser distribuido
en una de estas tres situaciones. Sin embargo, en la actualidad es cada vez más difícil
establecer los límites entre inactividad, desempleo y empleo. Por ejemplo, los individuos que se
encuentran con un empleo a tiempo parcial de forma involuntaria estarían en la intersección de
la actividad y del desempleo. De la misma forma, que los activos que se han retirado del
mercado laboral, sea por mecanismos institucionales o por problemas económicos (jubilaciones
anticipadas, becarios etc.) pueden constituir formas de paro.

Todas estas situaciones están alimentando la polémica sobre las cifras de paro y la
multiplicación de los cálculos pretendiendo éstos presentar una verdad sobre el número de
parados. Dilucidar los verdaderos parados de los falsos parados. ¿Un parado que está
siguiendo unas prácticas de formación es o no un parado? ¿Un parado que está ejerciendo
actividades no declaradas es o no un parado? ¿Un parado, que por cansancio ha cesado toda
búsqueda de empleo es o no un parado? etc.

b.-Un problema de reconocimiento y de legitimidad social

Las incertidumbres sobre el número de parados no están provocadas por las imperfecciones de
los instrumentos de medida o por alguna política maquiavélica. Estas incertidumbres traducen
en realidad los debates y las tensiones en el reconocimiento de las formas de no empleo en
paro.

Hoy el paro es el producto del encuentro entre las declaraciones individuales y el


reconocimiento social organizado por reglamentos, normas sociales. El grado de legitimidad

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social en la búsqueda de empleo es una construcción social. Por tanto las representaciones de
la gravedad, y por tanto de la legitimidad del desempleo variará según las características
sociales (¿mujer casada y en paro?). Por tanto podemos decir que medir el paro es definir el
paro legítimo, y esta legitimidad al presentarse en el mercado de Trabajo, es una variable
según los grupos sociales. Precisar como las cifras de paro se calculan, nos parece esencial ya
que determina sobre qué categorizaciones sociales estas medidas se construyen.

c.- ¿Cómo se miden los parados en nuestro país?

En nuestra sociedad, la población en edad laboral es clasificada en conjuntos no intersectados


siguiendo criterios de capacidad para el desarrollo de actividades productivas, el desarrollo de
tales actividades y la disponibilidad para llevarlas a cabo así como la búsqueda de un puesto
de trabajo. De esta manera, cada persona en edad de trabajar es clasificada como activa
(ocupada o parada) o como inactiva. Esta clasificación permitiría conocer los diferentes
aspectos relacionados con el mundo del trabajo. Por un parte, se desea captar cuál es, y como
evoluciona, el comportamiento de la población en edad de trabajar en relación al trabajo en
actividades productivas y por otra, se pretende captar cuál es la magnitud del problema del
paro. Además, también se busca obtener una aproximación en la capacidad de trabajo usada
en el desarrollo de actividades productivas y hacia qué tipo de actividades se canaliza.

En el Estado Español existen cuatro fuentes básicas de información sobre el Mercado de


trabajo: el Censo y el padrón Municipal de Población, la Encuesta de Población Activa (EPA), el
registro del Instituto nacional de Empleo (INEM y el censo de afiliados a la seguridad Social. La
primera de estas fuentes, aún partiendo del recuento de toda la población, presenta el
inconveniente de la escasa frecuencia con que se ofrece: cada cinco años. La EPA ofrece una
estimación de las diferentes variables con una frecuencia trimestral. Por su parte el INEM
ofrece información mensual sobre colocaciones, tipos de contrato y paro registrado, es decir,
demandas de empleo no satisfechas a final de mes. Fruto de diferencias en cuanto al método y
los objetivos, no coincide el paro registrado del INEM con el paro estimado de la EPA. La otra
fuente suministra información referida al empleo, pues permite conocer los afiliados a los
distintos regímenes de la seguridad Social.

A pesar de las disparidades5 existentes en las cifras de empleo según distintas fuentes
estadísticas y administrativas, la persistencia de un elevado nivel de desempleo y la
acentuación de la segmentación entre colectivos de trabajadores con distintas situaciones
laborales y salariales pueden considerarse como los problemas más graves en la actualidad.
Una de las cuestiones que suscitan las cifras básicas es la fiabilidad de las estadísticas
oficiales sobre el empleo y sobre todo del desempleo. Se dice que si fueran fiables, la
economía española sufriría una convulsión social, cosa que sencillamente no está ocurriendo.
Las comparaciones entre fuentes deben hacerse con rigor, teniendo en cuenta el carácter
estadístico de la información que se recoge, los ámbitos de investigación, los conceptos que se
utilizan y los periodos de referencia.

5Encuestas de la población ocupada (EPA); INEM, Cotizantes de la Seguridad Social, servicios de Estudios del BBV etc...

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Transformaciones del desempleo

Más allá de la permanencia en la denominación, el paro se transforma.

1.- Volumen del desempleo.

2.- Formas particulares de empleo: precarización.

ü Empleo temporal, empleo a tiempo parcial (solapamiento entre las dos formas).

ü Duración de los contratos temporales.

3.- Un paro muy selectivo: vulnerabilidad frente al desempleo. Colectivos afectados. Paro
recurrente y empleo precario.

4.- Duración del desempleo.

5.- Nuevas formas de desempleo y nuevas categorías.

Del desempleo a la exclusión

La pobreza y la marginación no son realidades nuevas, y han dado lugar desde hace tiempo a
numerosos análisis y reflexiones de orden científico y de orden político. Sin embargo, la
atención de la opinión pública y el debate en los foros nacionales e internacionales sobre estos
temas se han trasformado profundamente en la Unión Europea, sin estar desde nuestra
perspectiva a la medida de la amplitud de estos fenómenos. Más allá de la diversidad de las
situaciones nacionales, los debates tienen como punto común el subrayar el carácter
estructural del fenómeno que tiende a instaurar, en el seno del cuerpo social, un mecanismo
que excluye de la vida económica y social y por tanto de la participación en la prosperidad a
una parte de la población.

Los debates sugieren que en estos últimos veinte años el problema ya no es sólo el de las
desigualdades entre lo alto y lo bajo de la escala social, sino sobre todo en el de la distancia,
entre los que están en el centro y los que están al margen.

La exclusión presenta por tanto las características siguientes:

ü Es un fenómeno estructural.

ü Es una noción dinámica.

ü Es un fenómeno con un fuerte carácter multidimensional.

Hasta ahora se han planteado las situaciones más visibles de la exclusión social, tales como
los sin techo, los conflictos interétnicos, o el desarrollo y la consolidación de los desempleados
de larga duración. Sin embargo, no se puede subestimar la fragilización difusa, pero masiva
que está afectando a una parte cada vez mayor de la población, sometida a un desempleo
recurrente, a formas de empleo precarias y atípicas, o amenazadas por las reestructuraciones
industriales. Esta conjunción de fenómenos explica la diversidad y la complejidad de

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Economía Aplicada al Trabajo Social
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situaciones, que presentan según los países y las regiones una amplitud y formas
contrastadas.

Los excluidos no forman una categoría de población homogénea, que estaría excluida por una
sociedad supuestamente homogénea. Ello explica por tanto, la dificultad de una definición
simple de la exclusión social, la experiencia de los trabajadores del terreno permite plantear
que esta situación se traduce esencialmente por la imposibilidad de tener los derechos
sociales, por la imagen desvalorizada de sí mismo y de su propia capacidad a hacer frente a
sus obligaciones, por el riesgo de perder los estatus de asistidos y por la estigmatización que
plantea a las personas o los barrios en los que residen en las zonas urbanas. La hipótesis que
permite hoy evidenciar el perfil de la exclusión social consiste en representársela como la
conjunción de tres vectores, el resultado de tres procesos sociales con sus propias lógicas, la
confluencia de tres desgarros con sus respectivas tramas. (R. Castel, 1997).

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