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MORRIS BERMAN HISTORIA DE LA CONCIENCIA de la Paradoja al Complejo de Autoridad Sagrada www.cuatrovientos.cl Wandering God a Study in Nomadic Spirituality The Spanish translation of this book is made possible by permission of the State University of New York Press ©2000 Historia de la Conciencia; de la Paradoja al Complejo de Autoridad Sagrada © Editorial Cuatro Vientos, Santiago de Chile, 2004 Registro de Propiedad Intelectual N° 141.366 LS.BN. 156-242-089-2 ‘Traducci6n: Verdnica Matta y Renato Valenzuela Verificacién: Daniela Huneeus fndice analitico: Vicky Jorquera Bibliograffa en espanol: Valeria Riedemann Discto de la portada sobre un dleo de Tina Bouciguez: Mario Albarracin Diagramacién de paginas: Domuned Jasrr6; us6 tipografias Galliard (texto) y Georgia (folios). Asesoria imprescindible: Paulina Correa Editor: Francisco Huneeus Esta publicacién, incluido el diseio de la cubierta, no puede ser reproducida, almacenada 0 ‘transmitida por algiin medio, ya sea cléctrico, quimieo, mecinico, éptico, de graba fotocopia, sin permiso previo, por escrito, del editor. www.cuatrovientos.net Historia De LA Conctencta | Monnis BERMAN (Llega la noche, suena la hora Los dfas pasan, yo permanezco). El consejo de Kinnell es precisamente lo inverso de éste: el puente, un simbolo (material) de la civilizacién, es un simple trasfondo, un mero escenario; lo que es verdaderamente real es lo nuevo del momento, el “fugaz” beso de los amantes. Lo captas? El estd diciendo aqui, aqui est4 el mundo, en este momento permanentemente efimero, Esta boca, esta risa, estos huesos de mi cabeza, lo que siento en este instante; no huesos como reliquias de un templo —Ia marca registrada religiosa de las socie- dades agricolas, donde son venerados como antiguos artefactos o augures del futuro. Los puentes llegan y se van, es lo que dice Kinnell; el beso 0 el momento que se vive a fondo perdura para siempre. zPodemos llamar “sagrada” a esta experiencia? El problema consiste en que es una forma moderna (es decir, civilizada) de relacionarse con ella. Para las sociedades cazadoras-recolectoras no habia una categoria separada de existencia llamada “sagrada”. Cuando los aborigenes ame- ricanos se refieren al Gran Espiritu, a menudo estén refiriéndose al viento (dependiendo de la tribu). Este espiritu es “meramente” la creacion misma: el agua que se desliza por una hoja, el aroma del bosque después de la Iluvia, la tibia sangre de un ciervo. Esta era una cultura que vivia, en palabras de Virginia Woolf, “entre los actos”; el estado de alerta es el sine qua non de la sociedad cazadora. El gran antropélogo Paul Radin, quien trabajé en terreno con los indios Winnebago, sostenia que estos pueblos percibjan la realidad con tal agudeza ¢ intensidad, que todos los detalles del entorno parecian “resplandecer”'®. Esta terminologia puede provocar confusiones, porque podria sugerir una suerte de experiencia de trance; pero aqui no hay pérdida de conciencia o “fusién con lo Absoluto”. Esto es inmanencia, no-trascendencia, no hay experiencias de “la zarza ardien- te” ni pérdida de limites, En este mundo, lo secular eslo sagrado que nos rodea por todas partes. Por eso la denomino percepcién horizontal. Aparicién de la autoridad sagrada La autoridad sagrada y el posterior trance unitivo son muy diferentes alo antes dicho. Lo que la civilizacién (agricola) consiguié fue desencantar el mundo en un sentido periférico y luego reencantarlo en un sentido focalizado 0 centralizado. La energia vertical finalmente avasallé y reem- plaz6 a la horizontal, y esto se refleja, como ya se ha dicho, en la arqui- 30 Introducciin tectura de las grandes teocracias, en las pirdmides de Egipto o en los templos aztecas. Esta energfa es también la base de las religiones y los sacerdocios. En particular, en el trance unitivo, la energia erética, si se quiere, es erradicada del entorno y luego canalizada dentro de ciertas experiencias especificas miradas ahora como normas culturales: el amor roméntico, por ejemplo (que no existe entre los cazadores-recolectores); el herofsmo (las leyendas arturianas, la biisqueda del Grial); y la necesidad de ira la guerra. Después de Freud, més de un autor ha comentado la es- trecha relacién de éstas con la muerte. Por ejemplo, la guerra es créni- camente irresistible para la civilizacién porque provee situaciones de numinosa intensidad. De modo que uno se siente “vivo”, ligado al uni- verso. En La ndusea, Sartre la describe como una “experiencia religiosa”; y Bertrand Russell, en su autobiografia, recuerda deambular alrededor de Trafalgar Square en 1914, justo después de haberse declarado la guerra, y sentirse muy impresionado por la palpable excitacién de la gente, la sensacién de alivio fisico que impregnaba el aire. “Descubri con asombro”, escribe, “que los hombres y mujeres corrientes se deleitaban ante la perspectiva de una guerra”. Y continda, “Lo que me llené de... horror... fue el hecho de que la expectativa de la masacre era deliciosa para algo asi como el 90% de la poblacién. Esto me obligé a reconsiderar mis opiniones sobre la naturaleza humana”, En cualquier caso, vemos que la estructura de la religién en la civilizacién occidental (sea que hablemos de herejia u ortodoxia) es ver- tical, y considera que el universo mundano est aqui abajo, y el ciclo alld arriba, Esta verticalidad, que comienza cn algtin momento alrededor del 2000 a.C. y que aceleré su crecimiento en la llamada Edad Axial, después del 1000 a.C. (ver Capitulo 4), adquirié su propia dicotomfa, una aguda divisién entre lo sagrado y lo secular, siendo la salvacién la promesa sos- tenida por la sagrada esfera!*. En contraste, yo sostendria que la “religion” cazadora-recolectora cra, en su mayor parte, simplemente la “magia” de Ja vida cotidiana. Por qué suponer, por ejemplo, que las pinturas rupestres paleoliticas son reflejos de trances misticos o de experiencias ocednicas? Lo mis probable es que no contengan nada tan exético. ¥ es al menos probable que nuestros ancestros estuviesen “sencillamente” celebrando Ja energfa, cl estar vivos, tal como puede verse en los vibrantes colores y movimiento de los animales que dibujaron. Aunque el trance puede haber ocurrido ocasionalmente, no es necesario suftir la pérdida de fronteras para conocer la sacralidad de la vida. 31 Hisronta De tA ConcieNcia | Monts BexMaN Aqui también hay otro aspecto importante. La experiencia vertical, sea de la variedad extdtica o “complejo de autoridad sagrada”, tiene una inevitable contraparte politica. Jaynes consideraba la bicameralidad como una biisqueda de certeza, en particular, de autoridad 0 autorizaci6n. Paralelamente a la “certeza” psiquica de esta experiencia, en la civilizacién agricola se intent6 adquirir certidumbre también en otros niveles. A esto le siguié una enorme distorsién. Con el origen de la civilizaci6n sedentaria, la raza humana pas6 de la paradoja, esa especie de conciencia caleidos- cépica, a sistemas fijos de “verdad” religiosa. Este desarrollo, creo yo, ha tenido enormes consecuencias en términos de nuestra adhesién politica a ideologias de diversos tipos. Y el efecto neto no ha sido saludable, En particular durante los tiltimos cuatro milenios, la civilizacién ha dado especial importancia a la trascendencia, y esto ha Ilevado a una especie de absolutismo en la forma en que vivimos y pensamos. La “hipnosis cultural” significa no solo que tomamos cualquier paradigma en que vivimos como algo real, sino que solo escapamos de éste cuando instalamos otro en su lugar. La “adoracién”, incluso del tipo totalmente secular, sigue siendo la norma. Trance y agricultura La posible asociacién entre éxtasis y agricultura, o vida urbana-sedentaria, aparece en la gran epopeya mesopotémica, el Gilgamesh, que data del III milenio a.C., y est4 entre las obras literarias més antiguas de la civilizacién occidental. Es también, creo, la primera historia de héroes. En esta historia, Enkidu, el montaiés, es atraido a las costumbres de los pueblos sedentarios. Este es el pasaje crucial que describe el “primer en- cuentro con la civilizacién” de Enkidu, como Thorkild Jacobsen lo llama: Pero Enkidu, quien tenia su hogar en las montafias Coma pasto con las gacelas Y siempre mamaba de los animales. Los habitantes de la ciudad pusieron comida ante él, y él se inquieté; Miraba con la boca abierta. Enkidu no sabia nada de comer el pan, Y nada sabia de beber Rauschtrank. Las mujeres empezaron a hablarle. “Come este pan, Enkidu, es parte de la vida! Bebe el Rauschtrank, como se hace en este pais”. 32 Introduccién Enkidu comié pan hasta quedar saciado Y bebié siete jarras de Rawschtrank. En su interior se sintié libre y alegre Su corazén se volvié feliz y su faz radiante Lavé con agua su velludo cuerpo Se ungié con accite y se convirtié en un ser humano. Se vistid; ahora parece un hombre”. Por supuesto, aqui “ser humano” se define desde el punto de vista de la civilizacién agricola, y ¢s interesante notar que el pan —el simbolo econdmico de esa civilizacién— y el Rauschtrank van juntos. Pero gqué esel Rauschtrank? La traduccién literal del alemén es “bebida del éxtasis”, lo que podfa incluir alcohol, mezcal 0 cualquier derivado de plantas alu- cinégenas. Sea lo que sea, el punto crucial es que provee un “Rausch” (aceleramiento, exaltacién de las emociones), una experiencia vertical- extatica, algo de lo que Enkidu no tenia necesidad cuando estaba integrado a la vida animal y cuando todo el mundo afin brillaba para él. En la civi- lizacién sedentaria, esa experiencia tiende a perderse y es compensada por una megadosis: siete jarras de Rawschtrank, tras lo cual Enkidu répidamente se pone alegre y radiante. Todo esto es considerado natural, “humano”, en esta sociedad donde ha desaparecido la paradoja y en la que alguna forma de éxtasis toma su lugar. Aun asi, la fuerza de la historia est en que Gilgamesh “crece”, se da cuenta que la redencién no puede ocurrir en otra vida y que ésta es todo lo que tenemos, La epopeya conclu- ye con una nota de madura ironfa y aceptacién de si mismo. Gilgamesh es tal vez un tipo diferente de héroe al comtin de las civilizaciones posteriores, como la griega e incluso la nuestra. Este libro trata de cémo la percepcién predominante de los seres humanos cambié de horizontal a vertical; cémo este cambio est (en su mayor parte) asociado a la transicién de las formas de vida nomada a se- dentaria; cémo se desvanecié una suerte de apertura a la experiencia, solo para ser reemplazada por la biisqueda de “certezas”; y cémo ahora nosotros luchamos contra las consecuencias de estos antiquisimos desa- rrollos. Al final de este libro me referiré a qué podria hacerse al respecto. 33

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