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Amores de embarazo no deseado

Un temblor glorioso, sudor frío por la espalda. Un estertor de algarabía. Una mano contra la
otra, un te amo a los ojos, un temblor descontrolado y un grito de placer.
Un condón roto, miles de espermios en un útero jovial, una mirada congelada y ahora dos
cuerpos desnudos uno a kilómetros del otro separados por una cama vacía.
Una piel inconsciente busca de espaldas a la otra que llora, un “te amo, no paso nada”, un
alma abierta con temor, impertinencia perruna, sed de seguir, una cachetada.
Hijo de puta.
Quince días de espera, un test. Rostros acusatorios, una búsqueda de abrazos, pánico y el
pelo suelto sobre la cara, silencio. Un “tu me dijiste…”, un “yo no creí…”, un no puedo a
los ojos.
Un arañazo de uñas pintadas, unos pasos alejándose.
Una mujer sola.
Una llamada telefónica, un mes de vida.
“aló? … te amo”
Una mirada hacia atrás, el recuerdo de unos ojos de mujer, un nudo en la garganta, un llanto
de bebé al otro lado.
“yo también…”
Una mano que cuelga la línea, dos meses del teléfono descolgado, un hombre inubicable.
Un padre ausente, un niño huacho, una joven amamantando, una madre desesperada, un
amor mal concebido.

Los árboles brillan verdor con el viento, un parque de ensueño, una joven, un bebé, lejos
dos novios, un vistazo de reojo, un golpe al corazón, un beso de traición. Pasan a su lado y
alcanza a oír un te amo a los ojos de otra.

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