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Según información de Aserca, «de las 300 mil hectáreas ejidales en Sinaloa,
únicamente 50 mil son cultivadas por los propios ejidatarios; el resto está rentado. La
renta de la tierra de los ejidos provoca la desaparición de su organización económica y
política, de sus empresas y de organizaciones campesinas de segundo y tercer nivel
que las aglutinaban».
Es común oír en Sinaloa que una persona es dueña de un terreno, el cual puede utilizar
para asentarse y construir una vivienda, un local, o si las condiciones lo permiten,
utilizarlo para sembradíos.
203 mil 121 sinaloenses son sujetos agrarios de los cuales 25.7 por ciento son mujeres
y el 74.3 por ciento hombres.
Resulta evidente que la propiedad de la tierra presenta una gran desigualdad social en
cuanto al sexo de la persona que posee la tierra.
Y si de problemas de salud se habla es preciso señalar que el trabajo que sobre esta
tierra se realiza repercute de manera directa en aquellos quienes se exponen a la
misma durante tiempo prolongado.
Así lo indica Ramón Verdín, «pertenecer a una zona agrícola sigue siendo un
importante factor para el desarrollo de enfermedades como el cáncer. Jesús Manuel
Esquer Suárez, pediatra del Hospital Ginecopediátrico del IMSS, relata que hay que
poner en la mira los tipos de cáncer que afectan a los niños y la mayor frecuencia con la
que se presenta esta afección».
Tal como lo señala Gloria Reza M. «Las entidades con mayor número de casos de
intoxicación aguda por agroquímicos son Nayarit, Jalisco, Sinaloa y Chiapas».
Sinaloa pertenece a los estados con mayor uso de plaguicidas, siendo que se tratan de
las principales causas de intoxicación, a causa de las medidas de control y previsión
inadecuadas.
Según Cipriano García Gutiérrez (2012), «la aplicación de estos compuestos ha sido
una de las principales fuentes de contaminación ambiental, generando varios casos de
intoxicación y otros problemas de salud pública». (p.4)
«En Sinaloa el uso de plaguicidas químicos sustenta la actividad agrícola, misma que
ha generado problemas de contaminación en el suelo, agua, biota y sedimentos, esto a
través de las descargas de estas sustancias tóxicas a los sistemas lagunares, vía
drenes, riego y lluvia, por lo que esta situación constituye un factor de riesgo de
contaminación para los ecosistemas terrestres y marinos. Por el alto volumen de
aplicación de plaguicidas en el área agrícola (2, 464 000 ton.) la toxicidad de los
compuestos y su persistencia, es necesario apegarse a una reglamentación para la
aplicación de los productos e ingredientes activos». (p.9)
Pero no únicamente los problemas de distribución y de salud son los que causan un
fuerte impacto social, sino también los de abastecimiento.
«Las bajas temperaturas que se presentaron en los valles agrícolas del Yaqui y Mayo
en el sur de Sonora, así como en el norte de Sinaloa, afectaron las siembras extensivas
establecidas con tomate a campo abierto».
Esta situación resulta agravante y es necesario instaurar soluciones pertinentes a estos
problemas, un buen comienzo sería disminuir en la mayor medida posible los pesticidas
y demás químicos que van a parar hacia los cultivos, de esta manera se reduce el daño
ambiental y con ello los cambios climáticos.
Jesús López Estrada nos dice que «esta relación no sólo es para vender las hortalizas,
también hay intercambio de información sobre las variedades de que el mercado
demanda; de Estados Unidos los productores obtienen parte del financiamiento para su
actividad, además de semillas para la siembra y agroquímicos; la competencia en el
mercado de hortalizas exige producir con lo más avanzado de la tecnología y disminuir
los costos de producción. Así han operado por años los horticultores sinaloenses».
Por otro lado, se debe prestar mucha atención además del financiamiento, a las
características que hacen que este dinero se destine a esos productos. «Los productos
agrícolas de Sinaloa son altamente competitivos en los mercados internacionales por su
excelente sabor, magnífico aspecto y su conservación».
Así se concluye que por todo esto es que debemos de tratar de enfocarnos en mejorar
esta problemática, ya que el impacto social que tiene la agricultura en Sinaloa es
bastante fuerte, pues nos afecta de muchas maneras al igual que nos beneficia, ya sea
en el ámbito económico o en asuntos que conciernen a la salud de la población.
Bibliografía
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