Está en la página 1de 3

Diplomacia y seguridad después de Crimea

El nuevo orden mundial1


El orden mundial post- soviético estaba lejos de ser perfecto, pero la idea de
Vladimir Putin para su sustitución es mucho peor
22 de marzo 2014

"En los corazones y mentes de la gente", dijo Vladimir Putin al Parlamento de


Rusia esta semana "Crimea ha sido siempre una parte inseparable de Rusia".
Anexó la península con una rapidez y eficacia deslumbrante, respaldado por
una aplastante mayoría que se expresó en un referéndum. Llama a lo sucedido
una victoria para el orden y la legitimidad y un golpe contra la intromisión
occidental.
La realidad es que el señor Putin es una fuerza para la inestabilidad y los
conflictos. El acto fundacional de su nuevo orden fue redibujar una frontera con
argumentos que podrían ser desplegados para inflamar las disputas territoriales
en docenas de lugares en todo el mundo. Incluso si la mayoría de quienes
viven en Crimea quiere unirse a Rusia, el referéndum fue una farsa. El
comportamiento reciente de Rusia a menudo es señalado como el inicio de
una nueva Guerra Fría con Estados Unidos. De hecho, representa una
amenaza más amplia para los países de todo el mundo ya que el señor Putin
ha pasado un tanque por sobre el orden mundial existente.

El abrazo de la madre patria


La política exterior sigue ciclos. El colapso soviético marcó el comienzo de una
década de supremacía indiscutible para los Estados Unidos y la afirmación
agresiva de los valores estadounidenses. Pero, engreído por la arrogancia de
George Bush, ese "mundo unipolar" se ahogó en el polvo de Irak. Desde
entonces Barack Obama ha tratado de dar forma a un enfoque más
colaborativo, basado en la creencia de que Estados Unidos puede hacer causa
común con otros países para enfrentar problemas comunes y aislar a los
malhechores. Esta estrategia ha fracasado miserablemente en Siria, pero
muestra algunos signos de funcionamiento en Irán. Incluso en su forma más
suave, es la influencia americana lo que mantiene abiertas las vías marítimas,
el respeto a las fronteras y un amplio cumplimiento del derecho internacional.
En este sentido el orden post-soviético tiene un significado.
Putin está destruyendo eso. Viste su toma de control de Crimea con el ropaje
del derecho internacional argumentando, por ejemplo, que el derrocamiento del
gobierno en Kiev significa que Rusia ya no está vinculada por el tratado que
garantiza las fronteras de Ucrania firmado en 1994, cuando Ucrania renunció al
armamento nuclear. Pero el derecho internacional depende de los gobiernos,
que heredan los derechos y deberes de sus predecesores. Del mismo modo,
se ha invocado el principio de que debe proteger a sus "compatriotas" -lo que
significa a cualquiera que decida definir como ruso- donde quiera que estén.
Contra toda evidencia ha negado que las tropas que tomaron el control de
1
Editorial de The Economist del 22 de marzo de 2014, Traducción al español por
Javier Surasky del original en inglés disponible
enhttp://www.economist.com/news/leaders/21599346-post-soviet-world-order-was-far-
perfect-vladimir-putins-idea-replacing-it
Crimea fueran rusas. Esa combinación de protección y subterfugio se traduce
en una fórmula para la intervención en cualquier país con minorías no sólo
rusas.
Blandiendo explicaciones fabricadas sobre fascistas ucranianos que amenazan
Crimea ha desafiado el principio de que la intervención en el extranjero debe
ser el último recurso frente a un sufrimiento real. Cita el bombardeo de la OTAN
en Kosovo en 1999 como un precedente, pero este se produjo después de una
terrible violencia y tras esfuerzos exhaustivos en la ONU, que Rusia bloqueó.
Incluso entonces Kosovo no fue, como Crimea, anexado de inmediato sino que
se separó nueve años después.
El nuevo orden de Putin, en definitiva, se basa en el revanchismo, en un
desprecio temerario por la verdad y en distorsión de la ley en el sentido que
sea atractivo para quienes están en el poder. Eso hace que no sea
absolutamente ningún orden.
Lamentablemente, muy pocas personas entienden esto. Varios países están
resentidos por la supremacía estadounidense y la moral occidental. Pero para
ellos el nuevo orden de Putin sería mucho peor. Los países pequeños
prosperan en un sistema de reglas abiertas, aunque estas sean imperfectas. Si
la fuerza es el derecho, tienen mucho que temer, especialmente si tienen que
lidiar con una potencia regional agresiva. Los países más grandes, sobre todo
los nuevos gigantes del mundo emergente, se enfrentan a una menor amenaza
de acoso, pero un mundo de desconfianza anárquica haría daño a todos por
igual. Si los acuerdos internacionales son despojadas de significado la India
podría ser más fácilmente absorbida por un enfrentamiento armado con China
en Arunachal Pradesh o con Pakistán en Ladakh. Si la secesión unilateral es
aceptable, será más difícil para Turquía convencer a sus kurdos de que su
futuro se encuentra en lograr la paz. Egipto y Arabia Saudita quieren detener
las ambiciones regionales de Irán, no alimentarlas mediante un principio de que
se puede intervenir para ayudar a los musulmanes chiítas en todo el Oriente
Medio.
Incluso China debe hacer una pausa. Tácticamente, Crimea se ata en sus
nudos. El precedente de la secesión es un anatema a causa de Tíbet, el
principio de la unificación es sacrosanto a causa de Taiwán. Estratégicamente,
sin embargo, los intereses de China son claros. Durante décadas ha intentado
alzarse pacíficamente dentro del sistema, evitando la competencia que una
Alemania advenediza lanzó contra Gran Bretaña en el siglo XIX y que terminó
en la guerra. Pero la paz es difícil de alcanzar en el mundo del señor Putin,
porque cualquier cosa puede convertirse en un pretexto para la acción y
cualquier agresión percibida exige una réplica.

Actuar ahora o pagar después


Para Obama este es un momento decisivo: debe liderar, no sólo cooperar. Pero
Crimea también debe importarle al resto del mundo. Teniendo en cuenta lo que
está en juego, la respuesta ha sido hasta ahora débil y fragmentada. China e
India se han mantenido más o menos al margen. Occidente ha impuesto
sanciones a los visados y ha congelado los activos de algunos rusos. Los
blancos llaman a esto una "prueba de valor" (NdT: en el original "badge of
honor", en referencia a las medallas otorgadas por cumplimiento del deber).
Las medidas deben, como mínimo, empezar a superar las expectativas. La
congelación de activos puede ser de gran alcance ya que, como las sanciones
a Irán mostraron, las financieras internacionales temen quedar atrapados en la
maquinaria de regulación de los Estados Unidos. Los amigos cleptócratas de
Putin podrían aullar si Gran Bretaña hace que el dinero ruso vinculado al
régimen sea desagradable para Londres. Francia debería detener sus ventas
de armas a Rusia y, en caso de que el este de Ucrania sea el próximo paso,
Alemania debe estar preparada para el embargo de petróleo y de gas ruso. La
planificación debe comenzar ahora mismo para disminuir la dependencia de
Europa de la energía rusa y fortalecer a la OTAN.
Ucrania necesita dinero a corto plazo -para evitar el colapso- y reformas a más
largo plazo -con la ayuda del FMI- respaldadas por tanto asesoramiento
externo como el país pueda digerir. Como primer paso, Estados Unidos debe
pagar inmediatamente sus cuotas al Fondo, bloqueadas por el Congreso desde
hace meses.
Incluso si Occidente está dispuesto a tomar medidas serias contra el Sr. Putin,
los poderes emergentes mundiales pueden no ser proclives a condenarlo. Pero
en lugar de consentir la anexión ilegal de Crimea deberían reflexionar sobre el
tipo de orden mundial bajo el cual quieren vivir. ¿Preferirían uno establecido
sobre la base de un amplio respeto de los acuerdos internacionales y las
fronteras? ¿O aquél en el que se tergiversan las palabras, se ignoran las
fronteras y se rompen los acuerdos a voluntad?

También podría gustarte