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GIUSEPPE DUSO, ROBERTO ESPOSITO, CARLO

GALLI, BIAGIO DE GIOVANNI, ALESSANDRO

DAL LAGO YGIACOMO MARRAMAO

Cuadernos de teoría política PENSAR LA POLÍTICA

MARTHA RIVERO (compiladora)

Traducci6n de ISABEL VERICAT

Instituto de Investigaciones Sociales INSTITUTO DE INVESTIGACIONES SOCIALES

Universidad Nacional Autónoma de México UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

MÉXICO, 1990
~

POLÍTICA: UNA HIPÓTESIS DE

INTERPRETACIÓN

Cario Galli

a "crisis" del pensamiento político


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;l1CA: UNA HIPÓTESIS DE INTERPRETACIÓN 109

ideologías y de los mitos que dictaban los fines a la polític erzos de la teoría política contemporánea parecerían
legitimándola (el final de la metanarraci6n moderna).2 N ctibles a la justificaci6n racional y a la promoción ac­
tiene caso, es vana la búsqueda del término "política" en e de determinados "valores" (por ejemplo, la democracia)
reciente Lessico della Política (Léxico de la política) italiano determinados "procedimientos" (por ejemplo, el con­
(en el que la palabra merece un amplio análisis de la vo ) que los realizan: tanto los te6ricos del derecho como
"parcialidad" y en el que se excluye cualquier tratamient, ..e la acci6n racionaF presuponen de inmediato, aun-
total posible del concepto, y se indican los riesgos de u
de maneras muy diversas, aquel que es precisamente
parcelamiento de este tipo), en tanto que en el DizWnario di
,.de los aspectos del problema político actual, es decir,
Politica (Diccionario de política), Norberto Bobbio reconoce
xistencia del actor libre en su moderna forma indivi­
que no se pueden describir fines específicos de la política.•.
'lista; y en consecuencia, el pensamiento de esos te6ri­
También el pensamiento de aquellos que están acredita~
dos por lo general para proponer una idea precisa de qué es o es radical, sino más bien interno -aun cuando con
o debe ser la política (como, por ejemplo, Voegelin, Strausi. ritu crítico- a una experiencia hist6rica y cultural de la
Arendt, los llamados "filósofos de la polis") pone de mani­ denuncia la desviación con respecto a un modelo. En
fiesto una eficacia únicamente crítica, que se resuelve en lquier caso, la más avezada y sensible ciencia política ob­
a, con Sartori,S que ya no se puede pensar la política
interpretaciones más o menos convincentes de la crisis (o
de la imposibilidad) de la política moderna. s Por lo demás, o "cosa", aun cuando la palabra esté en boca de todos,
partir de ahí, se dirige hacia una definici6n comp..1eja,
está viva y operante la que para muchos ha sido la disoluciórt
más radical de la política, a saber, su transformaci6n de caté cimplica más dimensiones (el poder en el momento ge·
gorías reconocibles en inconsciente informe, en un "neutro'! ativo, en el momento de su ejercicio; los recursos del
-lo "político" de Carl Schmitt- que no se presta nunca á er, el tener poder) y que debe tener en cuenta ya sea
una identidad unívoca y que, por tanto, no puede ser pro.::. bicuidad actual de la política, ya sean los diversos mo­
piamente ni objeto ni sustancia, sino únicamente principiO de indentificarla. La dificultad para definir el objeto es
de intensificaci6n de las acciones y, al mismo tiempo, de a Sartori aquello que permite redefinir la política: este
indeterminaci6n de aquel orden que, no obstante, postula todo es el que se ha desarrollado a través de la hip6tesis
• 6
y eXIge. .. i:{ma conexión estructural y sistemática entre política y
No podemos revisar aquí las múltiples definiciones posi­ er político, que lleva a proponer, respecto de la política,
1tivas de la política; no obstante, se puede afirmar que los s bien una interpretación qHe una definición propiamente
ha.
2& evidente la referencia a J.-F. Lyotard, La condizione postmoderna.
Rap¡:Tto sul sapere (1979), Milán, Feltrinelli, 1981.
Lessu:o delta poliJu:a, a cargo de G. Zaccaria, Roma, Edizioni Lavoro,
1987; la voz "parcialidad", en las pp. 394-398, es de L Cortella.
4Dizzionario di poliJU:a..¡ cargo de N. Bobbio, N. Matteucci, G. Pasqui­
no, Turín, UTE'í, 1983; la acepción de la voz "política", en las pp. 826­
835, está redactada por Bobbio, quien, en la p. 831, afirma que "no existe .Como ejemplo entre los muchos posibles, están R. Dworkin, 1 dirilti
un fin tan específico de la política como, en cambio, existe un fin es. i, sul seria (1978), Bolonia, 11 Mulino, 1986 y J. RawIs, U1lIl teoría de­
pecífico del poder que el médico ejerce sobre el enfermo". . tilia (1971), Milán, Feltrinelli, 1982; problemas análogos, aunque
Se. Galli, Modemitá. Categorie eprofile critU:i, Bolonia, 11 Mulino, 1988, e una perspectiva bastante diferente, en J. Harsanyi, Eutilitarismo,
pp. 205-252. n, 11 Saggiatore, 1988.
6¡bid., pp. 175-190. p. Sartori, Elementi di teoría politU:a, Bolonia, 11 Mulino, 1987, pp.
-253.
"

111
110 CA: UNA HIPÓTESIS DE INTERPRETACIÓN

1.2. El método icatos, grupos de presi6n, consorcios econ6micos) que

:egitiman y mantienen el consenso a través de la distri­

ión (a menudo bajo la modalidad de "clientela") de los


rsos del Estado o del sistema econ6mico (que depende
'o menos del Estado). Estas dinámicas, que inciden
tivamente en el cuadro formal del Estado de derecho
'esentativo-parlamentario hasta el punto de volverlo
anocible, no son sin embargo capaces, hasta el momen­
e producir nuevas legitimaciones del poder. Además,
norama internacional es cada vez menos definible con
"idad como un equilibrio de potencias competitivo en­
'dos sistemas "imperiales" (articulados de manera di­
sa y diferenciados en su interior), que tratan de explotar
provecho propio, o en todo caso de controlar, las cri­
,¡ue surgen en la periferia o en los espacios grises entre
sistemas; la existencia cada vez más notoria de los acto­
¡jntermedios, la deformidad estructural entre potencia
n6mica y potencia militar, el peso nada epis6dico de los
Jonalismos y de los fundamentalismos religiosos, también
~ste caso hacen de dificil aplicaci6n los modelos consoli­
os de análisis; los agotan pero no los sustituyen.
,~s evidente, pues, que el hecho de que el pensamiento
ítico hable de la "crisis" política significa que en la er­
,encia de estas dinámicas se ha perdido algo esencia: no
r
ata, según esta hipótesis, de un "valor" suplementario
haya que atribuir ex post al poder, ni de una esencia de
política, sino de uno o más de los elementos que en su
)vimiento recíproco la constituyen (se refuta, en suma,
.,pivisi6n del trabajo -de remoto origen neokantiano­
ltre una ciencia que describe y una filosofia política que
..,~'.escribe). Esta crisis se lee. en realidad. como el resultadO
"lite! carácter inadecuado de las a o' o ' icas moder­
1.3. Interpretación de un malestar s (Estado. sujeti; leyes. soberanía: demOcracia. etcétera)
.ra captar y orie tar las actuales relaciones del podeI:. El
El sentido común lo sabe, y el uso científico lo reconoce: . ~ho de que, desde hace décadas, el pensamiento de la cri­
en la actualidad existe la "política", entendida ésta como describa, angustiadamente, las dinámicas políticas como
1formas de acci6n y de ejercicio del poder. Por ejemplo, en el utomatismos" (y basta con pensar en l'a temática de la
caso italiano la política es la negociaci6n conjunta (aun9.ue cnica"),9 indica precisamente que una buena parte del
conflictiva, al menos en el momento en el que se reivindica
la admisión a la mesa de negociaciones, de la que se estaba
9 D iscusi6n y biliograf'13. en C. Galli, cit., pp. 79-105.
excluido) entre unos cuantos conjuntos del poder (partidos,
..

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'lÍTICA: UNA HIPóTESiS DE INTERPRETACIÓN WI

pensamiento político contemporáneo sabe que ya no tiene


nada que hacer con el poder; sabe del no poder, con la Con. o como evento, problema preciso, desafío al que tiende (res­
secuencia de que ya no se puede definir como político ni al Inde) la intenci6n política, un desafio que, elaborado a
pensamiento (privado de cualquier capacidad práctica) ni .hiendas mediante categorías políticas adecuadas, viene
al poder (que no es político en tanto que "automático", in. onstituir el nomos y el telos de estas mismas, la medida
clusive para sí mismo). Si este carácter madecuado de las ca. erna, el fin que las organiza y que las hace posibles.
tegorías de la política para encuadrar la actividad "política" Esta crisis del pensamiento político, por tanto, no cons­
es tan radical que conlleva, según reputadas afirmaciones ,i\l"lñe al silencio, sino que, oportunamente interrogada, an­
en este sentido, la desaparici6n de la política, 10 ésta es pre­ f~sbien habla, ya sea de la inadecuación de las categorías,
cisamente la confirmaci6n, en negativo, de que la política fa'sea de una imposibilidad de acci6n, ya sea de una falta
coincide con las categorías mediante las cuales se la piensa Remedida: el reto, en la actualidad, todavía no se percibe
y que, fuera de éstas, no hay, políticamente, ninguna. ~faramente en positivo, no es todavía nomos y no ha sido
Pero la "crisis" de la política revela también algo más: ~~()nceptualizado en nuevos aparatos de categorías, sino que
de hecho, la actividad inherente a la vida en sociedad -el ~e' presenta mientras tanto como el derrumbe de las cate·
poder- se somete a un juicio propiamente poUtico cuando ¡gorías modernas de la política. En este espacio -entre un
se pone de relieve la no politicidad, cuando se descubre que f,ya no" y un "todavía no"- se genera la inter¡>retaci6n de lé!
hoyes imposible categorizarla políticamente. En realidad. pl11ítica gue aguí se propone, como tentativa de instituir las
la crisis de la ~olítica no produce silencio, sino una serie
de voces discordantes. inter~retables como expresiones de
;réIaciones recíprocas oportunas entre las tres dimensione~
Hconcepto, de la actuación y de la concreci6n puntual. ••
••
una necesidad de Política que ha dejado de disponer (o bien
Que no dispone de él todavía> de un aparato conceptual efi­ Las dimensiones de la política
caz; esta crisis. en definitiva. no permite el discurso político.
in;
pero expresa al menos una demanda (de) política. una
tendón de saber eficazmente el poder. es decir. de aferrarlo
en un aparato conceptual Que no sucumba ante sus auto.
matismos. Que ¡>ermita la accUín. Así pues, parece que para
1. Mediaciones
Por lo que concierne a la coincidencia de la política con

••
interpretar la política hay que ajustar cuentas, no s610 con
las categorías, sino también con la intención activa que éstas
):\s categorías mediante las cuales se piensa, se ha observado

•••
gúe este punto contiene algunos aspectos importantes que
expresan, con la tendencia a querer ser eficaces, a querer ~~larar. En primer lugar. que la política es mediaci6n, o bien
"poder".
¡iR1fcepto, en el sentido técmco de "objeto categorizado": que
Nuestra hipótesis nos lleva, en consecuencia, a argumen­ tl~tPolítica no sea algo más inmediato ni más "simple" o an­
tar, en tercer lugar, que se ha de reconocer como intrínseco F~~rior a los conceptos, significa que "política" es en reali­
a la política también aquello que orienta las intenciones y que
está expresado y conceptualizado en las categorías políticas:
se trata de un concreto, ya no como objeto inerte y empírico,

10p' Birnbaum, La fin du politi~, París, Seuil, 1975; pero también


~9(ld un lenguaje, una intensidad expresiva, un horizonte
rl¡qesentido, un "nivel energético" en el que no se encuen­
~1~a.n "cosas", sino precisamente conceptos (naturalmente efi­
~qaces, como se verá enseguida), y que el "instrumento" ade­
Trillado para interpretarla es la historia de los conceptos. u Pero

todo el debate sobre lo postmoderno (bibliograf'm en A. Villani, "Le 'chia­
vi' del postmoderno", en Il Mulino, 1986, n. 1, pp. 15-31) versa en el
fondo sobre este tema. .JI Las referencias implícitas de lo que sigue son H. G. Gadamer, "Be­
riffsgeschichte als Philosophie", en Arclliv¡ar BegriffspschíclUI, 1970, n.
114 'TICA: UNA HIPÓTESIS DE INTERPRETACIÓN 115

he aquí también una segunda implicaci6n: esta hipótesis . o pérdida de los fundamentos "sustanciales" del orden
plica, en segundo lugar, que la mediaci6n se diga y se oper la acción, que se presentan como "redescubrimiento"
d.e varias maneras, que la polí~ica no s:a un solo concepto; naturaleza, implIca (y desde ya hace mucho es admi­
smo muchos, y que por tanto, mcluso SIendo el lenguaje la por todos)12 un cambio radical del significado y de los
única dimensión en la que se da el acceso a la política, no cedimientos internos a la mediaci6n, al universo de cate­
nos podamos limitar, para comprenderla, a especificar le.: s que hace pensable la pólítica: la percepci6n moderna
mas, términos, palabras cuya continuidad en el transcurso a naturaleza "externa" como norma y valor a adecuar,
de los siglos denota muchas veces realidades también radi~ s otra cosa que una manera de mediarla en el artificio
calmente diferentes: analizar conceptos significa reconOCer lico y de volverla disponible y productiva, para hacer
la discontinuidad de los diversos horizontes del sentido en él na un potencial energético a disposici6n del sujeto libre.
que se dan las palabras y los hechos. Así pues, hacer historia isma palabra se halla, por tanto, en horizontes diversos
de tos conceptos consiste -más allá de la manera ideológica presa en consecuencia conceptos diversos: la "natura­
y polémica con la que se autocomprenden y presentan las "aristotélica era la actividad del hombre, en tanto que
diversas doctrinas políticas que hist6ricamente se han ~uc~" oderna es una exterioridad desordenada por la que se
dido, en su necesaria unilateralidad- en desplegar la plu duce la necesidad 16gica y política de la defensa y del
ralidad de los "objetos", en su surgimiento y decadencia e ~nciamiento del sujeto. 13
el horizonte político, sin recurrir a las ideologías del pro ,f lo demás, tampoco puede decirse del sujeto -no
greso o de la decadencia, sin recorrer de nuevo la narraci6" te, el verdadero fin político del énfasis moderno en la
unitaria de la esperanza en el futuro o del lamento por la raleza y, por lo tanto, el gozne de la política moderna­
sustancia perdida. , ' o ,sea una "sustancia", sino más bien el centro de impu­
Que la política no sea identificada como un objeto "ex ,6n necesario, aunque no del todo "disponible", de las
terno" que preexiste allogos y que se debe adecuar a éste, ~micas de la máquina argumentativa de la modernidad 14
resulta claro, por otra parte, del análisis incluso de uno solo lveremos sobre esto en el apartado 2.3.2).
de estos presuntos objetos, por ejemplo, "naturaleza", que 'a hipótesis de que, políticamente, objeto y saber coinci­
se ha asociado frecuentemente con la política. La identifi­ 1 que no se da objeto fuera de los conceptos, del saber

caci6n aristotélica de la política con la naturaleza humana,


con el fin natural del hombre como "animal político", está de ,2Por ctiemplo, H. Arendt, aunque trata explícitamente de la época
hecho mediada por la polis que, como es sabido, es "por , rna (Vita activa [1958], Milán, Bompiani, 19892, pp. 183-242), no
naturaleza anterIor a cada uno de nosotros" (Política, 1253 de un cambio radical y cualitativo con respecto al transtorno de la
a): que en Arist6teles, naturaleza y política coincidan, in~ 'política iniciado con Platón (cfr. Galli, cit., pp. 205-223); 10 mismo,
dica que la política es el fin y el principio de la actividad contexto diferente, se puede decir de E. Severino, y de su historia
ihilismo, en la que la modernidad es sólo una forma potenciada del
1,:1
humana, del buen vivir, es decir, la insuperabilidad -que ismo (con respecto a E. Severino, La tendenza fondamentale del nostro
Arist6teles percibe como no necesariamente artificial, o sea"j
'O, Milán, Adelphi, 1988; cfr. ahora e. Galli, La polftica del nulla, 11
¡
COmO "natural"- de la mediaci6n política. Por otr~ p.~rte~.~

la catástrofe en la que se genera lo Moderno, el ll1hlbsmo~\


"-:;';íj
• 110, 1989, n. 1, pp. 12-23).
le. Galli, "Etologia, sociobiologia e le categorie del1a polltica. Note
talore politico del la nozione di 'natura' ", en A Pa,nebianco (comp.),

'ti';
~(Jria política contempomnea, Bolonia, Il Mulino, 1989 (en prensa).

1, pp. 157-151; R. Koselleck, FuJuro Passato. Per una semantica dei tempi~ ~Es evidente la referencia a M. Foucault, Le parole e le cose. Un'areheolo­
storici (1979), ~noya, Marietti, 1986 (:9-109); M. Riede1, MetaplrysíA untl,: 'lle scienze umane (1966), Milán, Rizzoli, 1967, ya su validación explíci­
MetapolüiA, Frankfurt a. M.; Suhrkamp, 1975 (:11-26), de próxima apa'] te antihegeliana (al menos en relación con la necesidad de pensar
rici6n en ediciones 11 Mu l i n o . ' b ' ¿ : tanda como sujeto, manifestada en la Fenomenología del espíritu).
.

"CA: UNA HIPÓTESIS DE INTERPRETACIÓN 117


116
olis b de individuo libre y racional no indican un objeto
que lo constituye, significa en realidad que polis e indi íricamente dado, sino que definen un campo, es decir,
duo moderno -para seguir apegándonos a los ejemplos uyen o incluyen datos empíricos en un orden consti­
dados- no son objetos empíricamente existentes, sino e 1'0 por las propias categorías; las diversas modalidades
boraciones eficaces en el seno de un contexto especfJico. a acción están calificadas (o descalificadas) a través de
sentido, de un lenguaje. 15 Esta hipótesis introduce -no mediaciones de las categorías: por ejemplo, Aristóteles
cidentalmente, sino constitutivamente-lahistoricidad co 'puede hablar de "bárbaro" gracias a su definición de
modo de aquella mediación conceptual (de aquella idea) e 'adano, y Kant sólo puede definir como "paternalista" a
la que se da la política: si las categorías son la política '( obierno porque antes supo elaborar el concepto de li­
son aquello que de la política es sensatamente concebih ,ad racional. Así pues. la crisis de la política se da - y ésta
y decible), la historia es historia de las mediaciones, de 1: a situación de la ue hemos anido- cuando las ca e­
categorías, y la "política" se dice y se opera únicamente e ¡nas e an e ofrecer su eficaciainclu ente o exclu entei
contextos históricamente dados y diferentes el uno del otr ,ran o, Itera mente, ya no tienen sentido, cuando ya n()
Se hace hincapié aquí en que si la política no está constituid' ican una tendencia haci
por un "objeto" o por una sustancia permanente, sino p ··la polí~ica, c~mjuntamente"con l?s ~~tos lingüí~tico~, y de
conceptos, y si éstos entran en funcionamiento como le \UmCaClón, tienen en sí el sentido de la acción ( sen­
guaje, esto no significa que en él no haya nada que permi '~que equivale precisamente a "dirección"), entonces el
hablar de "política" fuera del contexto particular en el q r político es un saberpr4ctico que tiende a la acción como
nos encontramos: de hecho. la política es polidimensiohlt. ropio fin; es un "saber actuar" que es intrínsecamente
y. aparte de las dimensiones de las mediaciones conceptual poder actuar" (si el saber político no es eficaz, no es
les. no conoce otras de cuyo análisis puedan extraerse la:¡ lCO). Este poder actuar, en su nexo con el saber, es el
condiciones para una pensabilidad de la política que no se' ir político que, por tanto, no es un "objeto" externo y
exclusivamente interna a la circularidad de los horizom tíficamente descriptible,16 con respecto al cual el saber
del sentido. lítico recibiría legitimación ex post, sino, antes bien, la di­
sión intrínsecamente activa de aquella mediación de ca­
'fÍas en la que consiste la política y que permite definirlo
2.2. Poder o saber/poder. Desde esta óptica, el saber político es el sa­
la política (entend iéndose el genitivo como subjetivo: la
Por todo lo que se ha dicho, "saber político" significa que ítica es el sujeto de este saber eficaz que es poder); el "lu­
el saber es constitutivo de la política en tanto que mediación'; 'político en que el saber/poder se concentra y se vuelve
pero la política es, al mismo tiempo, acción, puesto que l' :az; reconocible y productivo, es la maristraturq (el "magis"
ica precisamente el poder máximo), o bien la institución
categorías de la política son conceptos efectivos, que tieneQ
en sí, intrínsecamente, la dimensión del actuar: su esencia es ítica.
,l€.n tanto que saber/poder, la política es entonces el mo­
operar la tensión con la praxis. En realidad, las categorí~ hto del mando institucionalizado, y no está presente (aun­
no se consideren exhaustivas) en algunas célebres de­
15Gadamer, cit., también Id., ~rilá e metodo (1960), Milán, Bompiani,'
1983 2 . Son evidentes los puntos de contacto (la separación residirá, como
6 En contraposición con las reconstrucciones "naturales" del poder
veremos, en las nociones de "época" y de "desafio") con la lección me­
todológica de Dunn, Pocock y Skinner, con respecto a los cuales, cfr.!. tico; véase al respecto Galli, Modemüá, cit pp. 131-155, Y Galli en
M. Viroli, " 'Revisionisti' e 'ortodosi' ne1la storia delle idee politiche" en ,ebianco, cito
Rivista di Filosofia, 1987, n. 1, pp. 121-136.

,~
1

'nCA: UNA mPóTESIs DE INTERPRETACIÓN 119

118

finiciones de política, conjuntamente con el momento nos únicamente a los ejemplos citados, Plat6n (Político,

saber. Desde un punto de vista radicalmente estructural (~ .b) afirma que el arte político "se mide por vincular y

no pretende instaurar semejanzas entre formas espec .,Izar" las naturalezas humanas (únicamente aquellas "de

cas de dominio muy distantes entre sí, entre gobierno per: Ible alteza"), no obstante "todas ellas tensas por objetivos

nal de los mejores y soberanía impersonal de la ley), bas.. tiestos entre sí, de modo que el arte político "con recta

con recordar algunos ejemplos. Platón (PolitiCo, 260 e), po 'tura [... ], mediante la comunión de intentos y a través

inicialmente el "género regio en el arte (techne) del goberrf a amistad conduciendo a la unidad la índole de los hom­

(archein) directamente"; Aristóteles (PoUtica, 1277 b), por s valiosos y temperantes, realiza la más suntuosa y la me­

parte, define la poUtica como la "forma de gobierno (are de todas las urdimbres" (ivi, 311 c), a saber, la armonia de

con la cual el hombre gobierna a personas de la misma iudad, como divi~~ arm0,!1~a de los espírit~s y de sus opi­
tirpe y libres" (y a diferencia de Platón, esta igualdad ha rones, por fin establhzada (IVI, 309 c). También la polémica

que sea reversible la relación entre quien manda y quie '.Aristóteles (dirigida, por la precisión, contra la República)

obedece), y afirma, por otra parte, que la "única virtud pr~ ue siendo interna a la tensión uno/muchos, si bien con

pia del que manda" es la prudencia ifronesis), es decir, pr entos diferentes: "deben realizar la unidad ya sea la fami­

cisamente el saber práctico; por último, Hobbes llama "le' , ya sea la ciudad, pero no de manera absoluta[... ] Al

al mando soberano sobre hombres ya obligados a obedece :ntrario, es indispensable que la ciudad,' siendo plurali­

(es decir, ya adentrados en la artificial máquina moderna;' a:d, realice, mediante la educación, comunidád y unidad"

en la impersonalidad funcional de la ley hobbesiana, ens.. >oUtica, 1263 b). Y ahora es el momento de recordar que

racionahdad "científica", está precisamente el momento d~~ ,nexo multitud/unidad estatutaria rige la articulación cen­

diversidad radical con respecto a la Antigüedad), siendo Iá~ al del Leviatán de Hobbes,18 en el que, como observamos,

ley "la razón de este nuestro hombre artificial, el Estado,\X';~ nexo o mediación se da en una condición totalmente

de su dominio" .17 Y el nexo entre saber (más allá de la obvi~'~ natural, no por la via de la "armon~ación" o de la "edu­

y decisiva diferencia entre arte, prudencia y razón) y pode~';~ ción", sino en forma de la creación pactativa de la sobe­

(de nuevo, en la distinción entre dominio personal y ley)ir~ nia, cuya actividad unificadora consiste específicamente

presente en el mando institucionalizado, contiene, precisa~~ n representaciones de la unidad y neutralizaciones de la dife­

mente en su determinación y concentración, otro aspecto 1 :encía conflictiva, construcciones de la igualdad ante la ley

de sum~ importancia para la definición de política, a saber~~i¡ disciplinariamente de las pasiones.

la relación de uno/muchos. "l,,,


,,' Que el saber/poder se concentre en el dominio y que
El sujeto del saber/poder es en realidad un singularidaQ~ ~llo implique necesariamente el nexo uno/muchos, conlle­
determinada que actúa como momento unificante de un~l Wa algunas consecuencias. En primer lu~a¡; que el dominio
pluralidad: el mando realiza la voluntad unitaria, la smtesi$)~ (¿':'-aunque esencial a la política- no puede ser, sin embar­
política, y es por tanto el momento en el que una multiplicV(~ ~go, un gesto mudo, un {>rocedimiento automático, sino que
(~ebe declararse discurslvamente, debe elaborar una simbo­
~a~ s~ co"nocc:.y se estructl~ra c<?mo "~.no", se rresenta comq .•~
pu~hc? . El g:rupo", l~ smteslS polluca, es e res~ado de lar

~~Qgía que incluya a los muchos en el saber producido por


mediaCión teónco/práctlca del mando, en el sentido de que,
.~l uno, que los vuelva activamente partkipes de la síntesis
la olítica e~ constitu~ivamente l~ tensión entre la
lurali~ .~ Ipplítica; esto no significa que "política" sea sinónimo de "de­
..J_..J --la umdad, echnada de diferentes modos. Para ate- .~
inocracia" o de "participación" en el sen~ido moderno; la

17T. Hobbes, LeviatallO (1651), Florencia, La Nueva Italia, 1976, pp.


,.? 18Ibid. cap. XVII y primer párrafo del cap. XVIII (Della genemz.ione ,

256 Y264 (cap.XXVI, Delle leggi civili).


. definizione di U7IO Stalo y Dei dirilti sovrani per istiluzione).

120 .fTICA: UNA HIPóTESIS DE INTERPRETACIÓN 121

inclusi6n puede tener lugar de muchas maneras, tambié 1 un~/muchos se forma y adquiere consistencia al enfren­
a través de modelos políticos organicistas que, aunque n' l"un problema nuevo de envergadura radical. Desde este
conciben al individuo libre ni la total disponibilidad del or.i nto de vista, el poder político coincide con el nacimiento
den político por la razón humana proyectante, elaboran fi¡ <un "grupo" que se autoafirma: en relaci6n con lo que se
obstante la noci6n de "parte" como articulaci6n necesaria dicho anteriomente, la noci6n de "desafio" permite en­
conocida del "todo" unitario y de su saber/poder: en suma; ¡der el poder en su génesis extrainstitucional, a saber, en
la relaci6n uno/muchos es también relaci6n muchos/uno, ella dimensi6n que modernamente es el "poder consti­
bien, como la mediaci6n para Hegel, tiene dos vertientes ~nte" y que aquí preferimos definir como existencial. Y
.En se¡undo lu¡ar que, así como el "poder" no lo era, tam ~rvese que hablar de existencialidad del poder político
poco el "grupo" es el dato originario y natural de la polític únicamente para afirmar que ésta es la dimensi6n en

como, por lo demás, tampoco es inmediatamente "política' ue la política manifiesta su propia y profunda seriedad;

lo contrario de la unidad, es decir, la pluralidad, el conflicto, éste es el momento en el que se actúa colectivamente

Unidad y multiplicidad, orden y conflicto, de la maner existir: en suma, no se cae aquí en ninguna valoraci6n

como se diga, son categorías que únicamente tienen sen ántica o "demoniaca" de la política como voluntad de
tido en el seno de la política como mediaci6n conocida: e encia, sino que se busca el nivel más radical del análisis. '.
realidad, s610 en el horizonte de la mediaci6n se puede esta, #pdría parecer que la atribuci6n de un papel de tipo
blecer <iue determinadas situaciones son, de vez en cuandd ético a lo "concreto", al desafio existencial, equivale de ""
"orden o "conflicto". Desde este punto de vista, la polític o a considerarlo el "primero", el objeto propio y privi­

no reside en el objeto "orden" o en la sustancia "conflicto'~ ado de la política, con respecto al cual la mediaci6n es

sino que, antes bien, su potencial de acción es el saber ye .superestructura; no es así porque tampoco lo concreto

gestionar activamente las diferencias para que se forme yacr, a en sí la política, dado que fuera y antes de las cate­
ciente el nexo uno/muchos y su poder. 'as y de los conceptos políticos que deben acogerlo es

támente perceptible, pero no nombrable (de ahí, pre­

tmente, el malestar actual del que se hablaba). Según

2.3. Desafio ~:',qptica, lo concreto es, en realidad, ya sea lo impen­

q;el exceso, la irrupci6n, la excepci6n,19 ya sea la

Mas la política no es únicamente producci6n de sentid ~trofe, el hundimiento, la carencia; a ambos puntos

acción que se vuelve poder institucionalizado: es tambié 'ista, como "más" y como "menos", es a lo que se debe

lo concreto a que tiende (responde) la intenci6n política y é" "iiler para que haya mediaci6n (y este "debe" indica un

saber que permite entenderlo. ter debido, una responsabilidad, s610 inmanente); el
o político, en defimtiva, no es la inmediatez abstrac­

,pte contrapuesta a la mediaci6n, sino el momento en

2.3.1. El momento genético 'lJna vieja forma se inquieta y se genera una nueva. El

{ificado categorial del desafio reside más bien en esto, en


Este concreto ---como ya se ha dicho- no es un objet; (lni su vertiente de exceso ni la de carencia permiten la
empírico, sino un evento, un desafio, que es político en sparencia perfecta de la mediación política en sí misma:

medida en que se percibe como algo que implica a la pr, lítica, aun cuando sólo se puede expresar mediante ca­

pia raz6n de ser de la síntesis política, en la medida en q ías y conceptos, no queda contenida del todo en ellas,

obliga a formar o a reformar el saber/poder; el desafio e


en consecuencia, el momento en el que la acci6n consabiq;: n claras las referencias a Foucault, Bataille, Schmitt.
,
."'t

122
CA: UNA HIPóTEsIS DE INTERPRETACIÓN 12S

en el sentido, aclararemos de inmediato, de que las e ordes, de hecho, sólo como un "afuera" que informa y
gorías no son la medida, sino que más bien son medi rma el "adentro" que lo percibe, el desafio instituye el
su vez.
po político del saber/poder.
De hecho, es el desafio el que hace nacer las categ, lnoción de concreto, de desafio, esclarece que el sujeto
políticas y las orienta a través de una doble acción m
;~ategorías de la política no están dados, sino que se for­
zadora: por una parte, como excepción que postula, en
tal, la producción de una nueva normalidad; por la ante una emergencia: la política es contin¡encia.. Desde
como centro que señala por sí el nuevo· horizonte del ¡unto de vista, cualqui~r política es originariamente de­
tido. El desafio concreto y puntual genera de hecho el ,~muestra una radical falta de fundamento; esto no sig­
fundamental que habla de una pérdida "originaria"; di, evidentemente, que cualquier política sea asimilable
que la política como mediación responde con la búsqu ~~cisionismo de Carl Schmiu -sea lo que fuere lo que
de un nuevo fin, de un nuevo objetivo de la acción del i~ignifica-: antes bien, se quiere decir que la política es
der/saber, de una nueva plenitud y de una intensidad ?acio en el que la necesidad (el desafio) está arrancada
rica. Más que un objeto, un inmediato, lo concreto es Aida) de la naturalidad y de la exterioridad que le son
fuente de energía y de orientación (de medida, precisame :rentes, que está elaborada como específicamente hu­
de las categorías políticas y de su eficacia: es la necesi 'a,como idea, y que ésta, por su parte, se ofrece como
"externa" a la que la política responde elaborándola en ersal incluso siendo una respuesta particular a un de­
gorías que la convierten en principio de un orden contin,) ! determinado (en otros términos, la decisión puntual
te precisamente porque ha sido generado por un probl ~e a convertirse en norma,21 pero ésta, que se presenta
preciso y específico, en torno al cual gira toda la polí universal e ideal, implica, dada la propia génesis par­
como máguina ideal y argumentadora. ,r, la inevitabilidad de la exclusión). El carácter de deber
El mOVImiento del pensamiento y de la acción que c, política, al que ya nos hemos referido, ha sido definido
tituye la política, y que la diferencia de un objeto pasivo () "inmanente" precisamente en la medida en que no
saber, se puede describir aproximadamente sobre estas. garantizado sustancialmente, en la medida en que el
ses con una imagen geométrica: el desafio es el punto onder" no es ni automático ni "necesario": se puede
el que la línea de tendencia del actuar se genera y al nder de varias maneras y se puede también no res­
se orienta y tiende, describiendo un círculo (un horizo "' Her (son los casos en los que una trabazón política no
no terminado y que forma un universo de categorías recogido un desafio, desapareciendo en tanto que sujeto
un sentido marcado por la carencia, es decir, por una pl ítico); también en esta dimensión de la política, por lo
blematicidad radical. Sin embargo, el movimiento del m"
tenimiento recíproco de las tres dimensiones de la polít, lo, lo mismo que en las otras, entra constitutivamente la
sólo queda descrito a través de esta imagen si aquel pUII, oria que, como historia (de la) política consiste, en con­
~ncia, en las diversas percepciones de los desafios y en
no se imagina int~rior a la línea, sino, antes bien, sobr(
Imea, en sus bordes, pero no más allá de la misma;2o sólo' Jliversas elaboraciones de las repuestas.
~.,_,c

2° Es evidente la referencia a E. J ünger, "Über die lime", en Antei dones al año siguiente con el título Zur Seinsfrage, y se insertó con
Martín Heideggers zum 60. Gebunstag, Frankfurt a. M., KIostennann, 19~" ismo título en M. Heidegger, Segnavia (1967), Milán, Adelphi, 1987,
pp. 238-245, a las que Heidegger responde con "Über 'Die linie'", . 35-374.
F"nu1ldsehaftliche Begegnungen. Festschriftfür ErnstJünger mm 60. Gebu1ts, _ P. Kondylis, Macht uns Entscheidung. Die Herausbildung der Weltbilder
Frankfurt a. M., KIostennann, 1955, pp. 945; el texto fue reimpreso s· die Wertfrage, Stuttgart, KIett-Cotta, 1984.
•••
124
¡LÍTICA: UNA HIPÓTESIS DE INTERPRETACIÓN 125

ti
2.3.2. Épocas
'~~les estaba también la imposibilidad fisico-geográfica de •-­
Aquella que antes (en el apartado 2.1) fue definida COUl
historia de las categorías, ahora se recoge desde el punt
stituir, en las islas y penínsulas griegas, una entidad pol{·
concentrada territorialmente; de ahí que se consiguiera .-
.-•
l

de vista de la torsión de las categorías como historia de 1 érminos de simbología política, de legitimación del po­
catástrofes, de los desafios (esta perspectiva no es contill\:~ , de organización de las relaciones entre nobles, pueblo
tica, y no coincide con aquella ideológica y moderna que sdavos; desde esta perspectiva, la democracia fue la in­
la historia como historia de las revoluciones que como"
comotoras" determinan el avance, el progreso). Estas d
. eión de categorías y de instituciones que permitieron ya
(la autoconciencia, ya sea la acción y la potencia de una •.
maneras de ver la historia (de la) política no están en contr.
dicción recíproca: la respuesta al desafio, la percepción de
catástrofe, es en realidad prácticamente la reinterpretació
del material cultural tradicional, de ideas recibidas, de topi
argumentadores, de instituciones sedimentadas: por ello~ ¡
~e de síntesis autónomas (las poleis), en las que el papel
ciudadano era necesariamente más activo y más partici­

¡vo -mediante categorizaciones oportunas (la "virtud"

hombre libre, su capacidad de gobierno autónomo)­

en los reinos orientales;22 y precisamente la ausencia

'•l..
análisis más radical .de la política no consiste, como por 1
demás ya se ha dicho, en una historia de los términos
de las ideas -con frecuencia centrada con demasiada i
una estabilidad simbólica e institucional generó aquella

esante búsqueda del nomns, de la medida del ente político

las relaciones de su actuación con la ética, mediante lo


•'l.
sistencia en la continuidad, sus "préstamos:' recibidos, e
la búsqueda de las "fuentes"- sino en colegir las torsione
;se constituye la identidad política de la ciudad griega

particular de Atenas. 23 Por lo demás, también la insti­


t.l.
(¡..
epistémicas específicas a las que son sometidas las ideas po ón que, como el aerópago en las Eumenides (renovado y

los nuevos desaffos. en el captar el constituirse de los concep. <> más exclusivamente aristocrático), media activamente

tos, de las categorías. de los horizontes del sentido. Estqs; e los extremos unilaterales que se enfrentan cuando va

regidos por los desafios, son las épocas: con "época" aquí se, ayendo la ley primordial de la sangre (de la que son

designa -desde un punto de vista genétic~ aquello que tadoras las Furias), pone claramente de manifiesto, a la

anteriormente se ha llamado "contexto", es decir, el hecho , mítica de una narración del origen, que la mediación
le
•l.
de que, en el tiempo político, un problema existencial cons'f ítica se instituye en el hundimiento de un horizonte del
triñe a una cultura, que quiere comprender activament~ ¡tido, que la disponibilidad uel ordenamiento político a la
eSte problema, modificar las propias categorías políticas, i ron ha madurado en el dolor, en el esfuerzo de conseguir
sobre todo el modo en que esta respuesta -aunque no s~~.
"necesaria"- marca, sin embargo, permanentemente, un<\,
vez que se ha decidido, al nuevo sistema conjunto de l~
argumentaciones y de los valores.
Ahora trataremos de aclarar mediante algún ejemplo I~
1a medida que ha dejado de estar presente (o que todavía

J1'está).24 Y no se puede dejar de recordar que el pensa­

":nto político platónico, en su complejidad y también en


:diversas fases, en el fonuo es la respuesta --en térmi­
; de la búsqueda filosófica de la divina armonía como
i'íe
il
inmanente coacción producida por el desafio en las cate­ delo de la política- al desafio que constituye el hecho
gorías políticas, de hacer decir a las diversas épocas, a los 'que la ciudad no haya sabido acoger, condenándolo a
diversos horizontes del sentido, el centro en torno al cual erte, al hombre virtuoso, Sócrates.
giran las l6gicas de su aparato de pensamiento. A guisa de,
simples propuestas interpretativas, bastará con aludir bre: 2Ch. Meier, La nascita delta categoria del politíco in Grecia (1980), Bolo­
vemente a la génesis de la "democracia" griega como res~ n Mulino, 1988, pp. 60-82.

puesta a un conjunto de carencias y de desafios, entre los .lIbid., pp. 255-280.

'14Ibid., pp. 149-253 (: 183-220).

127
126 UNA HIPÓTESIS DE INTERPRETACIÓN

La época moderna, además, ha construido, más que: io de articulación en una luralidad de individuos (la
guna otra, su propia política sobre la percepción de un d, loa que tiene e Esta o e tener que ver con suje­
fio existencial, de una ausencia radical de medida -a la ?res e iguales que, aunque "engranajes" de la máquina
no se puede responder con el intento de recuperar una 1, la movilizan con la pretensión de sus derechos ori­
diación en los términos tradicionales del "justo medio" os); de la interacción ,de estos dos principios, la mo­
esto tanto con Maquiave10 (que reaccionó con una teorí "ad genera sus propias dinámicas peculiares. Éstas se
conflicto a la incapacidad de Italia de ser un sujeto poIí 6mprenden como oposición entre Estado ~ sociedad,
adecuado a los tiempos) como con Hobbes (que al fina ;orden desde arriba y orden desde abajo, 6 en tanto
la estabilidad teológICo/política premoderna responde ~n realidad, lo Moderno no sabe de una dualidad empí­
una teoría de la neutralización soberana). Es típico de las 'no relacionada de categorías políticas, sino que antes
te orías olíticas modernas ue ha an sido construidas:¡ , uestra una doble faz: unidad y articulación, torsión
el fin de una mediación nihilista, de cu nr e vado e s frna de la relación más general uno/muchos, son las
tancia en el que la modernidad consiste; de ser por lo ta Drías _ generadas por el desafio que abre a la moder­
esencialmente un sistema dese uridad aste con ensar _ hacia las que se puede canalizar genéticamente las
la invención del Estado como obra de jUrIstas ~ e a Clet ?nes, tradicionalmente interpretadas como centrales,
político-administrativa).25 Aunque, al mismo tiempo, aq ~" política y ética, entre política y libertad, entre política
llas categorías denuncian una atención obsesiva pore1.s o$iedad , entre política y mercado; desde esta óptica, se
jeto libre, al que se presupone existente en naturaleza pe "'de categorías (de argumentaciones y de instituciones)
en peligro y, por tanto, que necesita de integración al orde ,ncuentran su lugar de imputación central y su más
el pacto!contrato es, a esta luz, la mítica narración modero 'interpretación en que han hecho enfrentar el desafio
del origen perdido, la manera en que la época trata de basa .izo de la modernidad una época.
se (en este caso como época del sujeto y de sus derechos), pI ,:pues, tampoco lo "político", en el sentido de Cad Sch­
niendo en realidad de manifiesto que nunca podrá alcanza' ,es una definición sustancial de la política, sino que más
la plenitud del propio fundamento originario (el sujeto, s denuncia el extremo y radical conocimiento de que la
puesto "primero", requiere continuamente -para emerg ctura política de la modernidad es una mediación que
en su propia "pureza"- disciplina y Estado, y él es, por} ,tá fundada en el justo medio, Vero Que opera como
tanto, el presupuesto que el Estado necesita para funciona,;
como régimen). incesante y movimiento. como elaboración y categori,:­
Así pues, la crisis, el colapso de las tradiciones, generó ta n de un espacio vacío, del que la relación amigo/ene­
to las nuevas categorías del sujeto, Estado, orden artificia , es la cifra de mayor intensidad. El Begriff de Schmitt
como su incesante movimiento orientado hacia el origen per ,ncepto carente de objeto- desenmascara la mediación
dido. En este movimiento, que es efecto de la elaboración erna y apunta, con todo lo que ello conlleva a que o
de categorías del desafio que abre la modernidad, consist<; en la modernidad en verdad el origen se ha perdido
el horizonte moderno'del sentido, la especificidad de la m<h en a que el orden político es, precisamente por esto, ne­
derna mediación política: la modernidad está marcada en rio e íntimamente debido.
realidad tanto por el principio de unidad y de efectividad (la"
necesidad de que el Estado asegure el orden) como vore! ;Uevado al extremo, entre orden artificial y orden espontáneo (no
u'al, sin embargo), entre "osmos y taxis, 1IOmoS y thesis, como sucede en
(van Hayek, Legge, legislazione e liberlá (1982), Milán, Il Saggiatore,
2&Sobre el Estado, debate y bibliografla en C. Galli, Modemilá, cit., pp.
107-132; sobre Hobbes, entre otros, RiedeI, cit., pp. 171 Yss. 6 (:48-180).
TICA: UNA HlPárESIS DE INTERPRETACIÓN 129
128

2.3.3. El saber del desafio damento fuese lajustificación de la política que la comu­
con una sustancia perenne (más allá del sumo Bien,
Saber que el desafio determina la calidad de las categor que el derecho natural moderno es también un ejem­
y de la acción con las que la mediación política le respon . Esta sustancialización fundadora de la política aquí la
-saber de la emergencia y la excepción- significa qUe~ licamos, en cambio, con las nociones de desafío y de re­
desafío es el momento en el que la política como mediad oración forzada del origen perdido y está interpretada
o síntoma de la complejidad de la política, de su ser mo­
es sabida y vista desde el extremo que la genera. El desa
iento del pensamiento y de las acciones que se escande y
(.
i\'•..
proporciona, en suma, aquella perspectiva de época a p
tir de la cual la política está contenida en su organizad ta en más dimensiones: la radicalidad del análisis puede,
contingente; el punto de vista que permite no perma 'lo tanto, prescindir de la sustancia.
cer englobados en la circularidad, que se pretende "ab
luta", de los "contextos"; este saber político -que en e
óptica no coincide con las categorías políticas, pero que,í

í.;'•.
obstante, conoce su fundamento (o su falta del mismo)
permite nombrar las épocas, interpretarlas como horizc,f
tes del sentido, hacer historia de los conceptos, no como n
toria del movimiento progresivo de un "objeto", sino co
descubrimiento de la ló ica interna de las diversas res u¡

¡.l.\.
tas que, en un tiempo discontinuo. se han dado a os 1 er~
tes desafios (véase 3.2), Pero "saber del desafío" es sao
político, no sólo porque desde allí se sabe la política, sif
también porque desde allí se hace política, si entendeJií'
por política poner en crisis las mediaciones, los "fundam~

'•'..

tos"; si política es, en suma, aquella reflexión activa, aq'


conocimiento "arqueológico" que se tiene en los momen
extremos, cuando un desafío constriñe a la síntesis políl
(la polis, el Estado) a que se vuelva a pensar radicalmen
Esto explica por qué, más allá de ser un saber asociado a
mando, la política ha sido presentada incluso como el,
ber supremo, como el conocimiento, desde un punto de vis'
"superior", de la "causa" y de los "fines" de la ciudad, sab
de saberes (Platón, PoUtico, 304 b-30S d), que coincide en:

•.,

práctica con la filosofía (República, libro VI).


Tradicionalmente -y el propio libro VI de la República i
Platón es uno de los incunables más autorizados, al basar
papel político de la filosofía en el conocimiento de la idea

Bien- el descubrimiento de la finitud de la política ha pe
d ucido la pretensión "filosófica" de que esta finitud se
mita necesariamente a un fundamento primero y sólido
la política, a saber, a que la filosofía como conocimiento d
11lO
CA: UNA HIPóTEsIS DE INTERPRETACIÓN 131
mente, política es también lucha contra las institucionci ,e sea de acuerdo con los problemas únicos tradicional­
esta lucha se presenta y se percibe como que concierne e asumidos como "indicadores" (¿qué orden?, ¿quién
dicalmente a las razones del vivir en sociedad). a?, ¿con qué fundamento?, ¿para qué fin?, ¿sobre
Esta interpretaci6n indica, pues, una estructura diná éujetos?), en torno a un punto que la organiza en un
que, en sí, n<;> es ~nnat!va (y que, po~ l~ tanto, aunqué onte del sentido, en torno al desafio que rige y escla­
conoce la pnmaC1a 16glca de la medlaCl6n sobre lo in las lógicas de la dinámica de la época que ha generado
diato, del todo sobre la parte, no es holística, en el sen safio.
popperiano), si bien tiene la finalidad de incluir y a
car formas de acción política también radicalmente difer:
tes; y como no es normativa, tampoco es en ronsecue
relativista e indiferente (porque no permite definir c·
"política" cualquier acci6n humana colectiva y, por el cont
TlO, fija características irrenunciables --conocimiento, ¡
cacia, articulaci6n- J?ara que saber y poder puedan:
definidos como "políticos"), mucho menos es progresiv;'
continuista (dado que no narra el desarrollo de una sus
cia/objeto, sino la discontinuidad, no susceptible de A~ ¡

bung, de las épocas). '


Esta propuesta interpretativa se adapta a los diversos
dos de mtensidad, a los diversos fines y a los diversos mo .'
de realizar la síntesis ~olítica entre las "diferencias"; se apr
en realidad a "modos de unificaci6n distantes entre sí co
la polis, la simbología religiosa, la tradición, el mito, la rep'
sentaci6n moderna, la técnica, el mercado, así como tamb
a los más diversos "sujetos" de la síntesis política (el fil6só
la virtud, el soberano, la ley, el pueblo con~tituyente); abar,
las múltiples calificaciones de las "diferencias" que, en
transcurso del tiempo, Qan sido evaluadas como significa
vas políticamente (de acceso allogos, de religi6n, de opini~
de clase, de interés, de rango, de raza), así como los grad
mínimos y máximos de la "compatibilidad" que de vez
cuando se ha perseguido entre aquellas diferencias (des
las exigencias de compatibilidad mínima, propia de las fo.
mas políticas que permiten una tasa relativamente alta d.1
desorden en su seno, la compatibilidad máxima realizad
por la neutralización soberana del conflicto en forma de le
las teorías de la separaci6n de poderes, a la idea revolud
naria que quiere eliminar al enemigo de clase, hasta aquel
totalitaria de la Gkichschaltung); pero, sobre todo, permi
articular aquella multiformidad de la política, a condidó
'.

~LínCA: UNA HIPÓTESIS DE INTERPRETACIÓN l!l!l


J1I2

,j en la época. Naturalmente, se debe resistir a la tentación d' 'Además, aplicándose a sí misma el mismo rigor que usa
organizar la comprensión de una época en torno a un pr, fara con las otras tradiciones del pensamiento, una filo­
blema que -si bien es decisivo en una óptica moderna; bfía política así no hace de la crisis de la política, de la
~e ha tomado el impulso, el pretexto para adoptar acti­
no ha sido percibido en su momento como existencial: pot
i~des proféticas o consoladoras; ante la crisis, tampoco en­
ejemplo, la presencia de indígenas en el Nuevo Mundo nó
~udece y antes bien -puesto que, por su estructura, no
fue el desañopolítico que determinó la autoconciencia de loS
colonos norteamericanos que, no obstante, con sus propias tuede considerarse "fuera" de la época, sino únicamente
categorías teológico/políticas, respondieron políticamente á ro los bordes, en sus extremos y, por lo tanto, no puede
otro problema existencial, a saber, a la corrupción de la ,&ablar precisamente de lo postmoderno- no puede hacer
~ás que interpretar también aquella crisis como un roo­
Europa que habían abandonado; tampoco se podría calí;'.
ficar de "política" una forma de mediación que, no obs­ ~ento de la transfofflUl(;i6n de las categorías políticas moder­
tante, lo sería para nosotros como, por ejemplo, el modode bs, como excepción que exige una nueva proyección de
producción esclavista que regía parte de la economía ami" ~ normalidad; la modernidad sigue siendo, por lo tanto,
gua. Conocer el desafio significa conocer el centro político ~b obstante la crisis y gracias a ella, el punto de referencia
(ojalá que removido y que por tanto habría que sacar a Ji ~e una filosofía política que, precisamente porque pretende
luz) del plexo conceptual de una época, no crearlo ex post:, ;er "eficaz", no sabe "producir" un Otro, un Nuevo radical,
Como historia filosófico/epocal de los conceptos políticos; ~renuncia por tanto a cualquier quimera, a cualquier ten­
la filosofia está naturalmente implicada en el propio pré~ dón de recuperar sustancias o paraísos perdidos.
sente: también respecto de las dinámicas del pensamiento l' Más allá de esta tarea "pedagógica" de "rectificación" con­
y de las instituciones políticas modernas y contemporáneas;' :~ptual, más allá de este desencanto que está en la contra­
su principal tarea consiste en comprender la contingencia; icción, la filosofia polí~ica, en cuanto ta.l, no puede avan,z~r:
la génesis y el destino epocal de los conceptos que hacen 1esde este punto de Vista, ella es también un saber polluco
(que son) nuestra poütica; dar nombre al "vacío" que ha ~'ntre los otros, porque ésta es ya una opción política, un
dado origen a la moderna razón proyectante y a sus cate,. ~ar la mano a la praxis. Pero la determinación de este espa­ \
gorías políticas (sujeto y Estado). Ésta no es una posición ~io de acción no adviene con inocencia, sin que la filosofía
antimoderna, porque saber la contingencia de lo Modern9 ~ plantee, y les plantee a sus interlocutores, el problema
no desvincula a la filosofía política de las contingencias qué l;-que por sí sola no puede resolver, si no quiere volver a \

se escuentran dentro de aquella contingencia: al contrario," ~~er en una versión, puesta al día y futurizable, del "dis­
\
la filosoña política conduce a cualquier pensamiento que se §,aro del Absoluto"- de si la actual crisis de la política es,
quiera eficaz al rigor de los conceptos, y recuerda a las di~· '~n cambio, la expresión de un desafio cuya irrupción ha he­
versas formas del wishful thinking, las "reglas del juego": la ~J10 estallar el horizonte del sentido de la modernidad, de
lógica de las categorías modernas. La filosoffa política en~ .~n desafio que no se puede captar todavía de lleno en el
tendida así opera, en consecuencia, mediante una masifi­ '~nsamiento, pero cuyos efectos "inquietantes" pueden ge­
cación de las trend (tendencias) de la modernidad (la igual:; ;~~rar ---en una filosofia que sepa tanto los conceptos de la
dad, la libertad, la democracia, aunque también la forma' ~ropia época cuanto la contingencia de los mismos- dLs'
estatal como centro de imputaci6n de la ley universal y neo lipiLidad para una nueva política. una nueva concssptuaJj¡]
cesaria y el artificialismo conexo), pero no tomo eleccióñ '~iuna nueva acció
evaluativa, sino en cuanto la reconoce como destino de la
~poca, cuya profundización y cumplimiento no puede d~,
ar de querer. 1,'
~'

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