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NOCIONES FUNDAMENTALES DE LA TANATOLOIGA.

DEFINICIÓN DE TANATOLOGÍA

Para poder conocer realmente el significado del término tanatología que ahora nos ocupa, es
importante comenzar por descubrir su origen etimológico. En este sentido, hay que subrayar que se
trata de una palabra de origen griego, ya que es fruto de la suma de dos componentes de dicha lengua
como son el sustantivo “thanatos”, que puede traducirse como “muerte”, y la palabra “logos”, que es
sinónimo de “estudio” o “discurso”.

La tanatología también se vincula a la tanatopraxia: las prácticas que se llevan a cabo sobre un cuerpo
sin vida para restaurarlo y conservarlo. En este caso, el especialista aplica sus conocimientos para
concretar la voluntad del difunto o los pedidos de sus seres queridos.

Las personas que quieren trabajar como tanatólogos en el momento que acuden a un centro educativo
para poder formarse y conseguir la titulación que les permita ejercer como tal deben saber que allí no
sólo van a recibir una educación a nivel reglado sino también personal y en valores. Será necesario que,
para poder ejercer de la manera más profesional y humana esa labor, cuenten con empatía, paciencia,
honestidad, capacidad para no juzgar a los demás, confidencialidad y capacidad de escucha.

Y es que van a tratar con personas que tendrán que hacerle frente al duro trance de haber perdido a sus
seres queridos, por lo que será imprescindible tratarlas con humanidad, explicarles los hechos con la
mayor suavidad posible, ponerse en lugar y entender sus reacciones.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA TANATOLOGÍA

El vocablo tanatos deriva del griego Thanatos, nombre que en la mitología griega se le
daba a la diosa de la muerte, hija de la noche, denominada Eufrone o Eubolia, que quiere decir
“madre del buen consejo”. La noche tuvo a su hija (la muerte o Thanatos) sin la participación
de un varón, por lo cual muchos la consideran diosa; no obstante, algunas veces, también la
diosa de la muerte es representada como un genio alado. La muerte es hermana del sueño, al
cual se daba el nombre de Hipnos o Somnus, que también era hijo de la noche (Eufrone), pero
él si tenía padre y este era Erebo o el infierno quién, además de esposo, era hermano de la
noche y tanto él como ella eran hijos del Caos. De ahí que la Muerte o Thanatos sea sobrina de
Erebo o el infierno y nieta del Caos.

Thanatos (la muerte) es representada con una guadaña, un ánfora y una mariposa. La
guadaña indica que los hombres son cegados en masa como las flores y las yerbas efímeras, el
ánfora sirve para guardar las cenizas, y la mariposa que vuela es emblema de esperanza en
otra vida.

La muerte o Tanatos es una deidad capaz de sanar todos los males, pero como es la única
entre todos los dioses que no acepta dádivas, nunca cura a nadie.

LOGOS deriva del griego logos, tiene varios significados: palabra, razón, estudio, tratado,
discurso, sentido, etcétera. La gran mayoría de los filósofos griegos le daban la acepción de
sentido, pero el que haya prevalecido como estudio, tratado u otro, se debe a errores
interpretativos con el transcurso del tiempo. Para efectos de esta investigación, retomaremos
para el vocablo logos el significado de sentido. De ahí que la Tanatología pueda definirse

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etimológicamente como “la ciencia encargada de encontrar sentido al proceso de la muerte”
(dar razón a la esencia del fenómeno).

Es importante situarnos en la historia para comprender el origen de la Tanatología. Desde la


época medieval, las órdenes religiosas eran las que proporcionaban consuelo y atención a los
enfermos graves en sus monasterios. Posteriormente se formaron los primeros Hospicios donde
se aceptaban y cuidaban a los enfermos graves y es hasta el siglo XIX que se formaron los
primeros albergues en Francia para enfermos de cáncer.

ÉPOCA MEDIEVAL – las órdenes religiosas eran las que trataban a los enfermos graves.
° SIGLO XVI - Se forman los primeros Hospicios.
° SIGLO XIX - 1842 Jeannie Garnier forma los primeros albergues en Francia, para enfermos de
cáncer.
° SIGLO XX - Se forman los primeros Hospices en Inglaterra.
- 1948 Saint Thomas Hospital, Saint Joseph Hospice por Cicely Saunders
- 1967 Saint Christopher Hospice.
- En 1974 Se forma el Primer Hospice en Estados Unidos.

El término Tanatología, “La ciencia de la muerte”, fue acuñado en 1901 por el médico
ruso Elías Metchnikoff, quién en el año de 1908 recibiera el Premio Nobel de Medicina por sus
trabajos que culminaron en la teoría de la fagocitosis. En ese momento la Tanatología fue
considerada como una rama de la medicina forense que trataba de la muerte y de todo lo
relativo a los cadáveres desde el punto de vista medicolegal.

En 1930, como resultado de grandes avances en la medicina, empezó un período que


confinaba la muerte en los hospitales, y en la década de 1950 esto se generalizó cada vez más.
Así el cuidado de los enfermos en fase terminal fue trasladado de la casa a las instituciones
hospitalarias, de modo que la sociedad de la época “escondió” la muerte en un afán de hacerla
menos visible, para no recordar los horrores de la Segunda Guerra Mundial.

Después en la década de 1960, se realizaron estudios serios (sobre todo en Inglaterra) que
muestran que la presencia de los familiares durante la muerte de un ser querido se vio
disminuido a sólo el 25%. Durante esa época se hizo creer a todos que la muerte era algo sin
importancia, ya que
al ocultarla se le
despojaba de su
sentido trágico y
llegaba a ser un
hecho
ordinario,
tecnificado y
programado, de tal
manera que fue
relegada y se le
consideró
insignificante.

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Regresando a la historia, existen desde la segunda mitad del siglo pasado un reducido número
de instituciones que ofrecían asistencia a enfermos terminales, que carecían de familiares que
los cuidaran, y que fueron fundadas debido al gran número de personas necesitadas que
morían solas y con frecuencia en las calles. A medida que las familias se hicieron más pequeñas
y más dispersas, hubo menos personas que cuidaran enfermos y moribundos. Al mismo tiempo
el acceso al cuidado hospitalario se hizo más fácil y aceptable.

La tanatología tiene una base interdisiplinaria: Medicina, enfermería, psicología, asistencia social,
espiritualidad y religiones, justicia, ética, etc.

Tanatología es el nombre que recibe una disciplina vinculada a los efectos que provoca la muerte en el
organismo. Se trata de una serie de conocimientos de la medicina y de otras ciencias que analizan
diversos aspectos del fallecimiento.

Por lo general se asocia la tanatología a la medicina forense, cuya finalidad es demostrar


científicamente por qué se produjo una muerte. Para esto el médico forense desarrolla diversos
estudios sobre el cadáver que le permiten determinar las causas del fallecimiento.

Por regla general, los expertos de la tanatología van a tener que trabajar con fallecidos por distintas
causas. En concreto, se establecen que estas pueden dividirse en tres: muertes repentinas, muertes a
consecuencia de una larga enfermedad o muertes violentas, ya sea por un accidente, un homicidio o un
suicidio.

Las Etapas del dolor

Elisabeth Kübler-Ross, pionera de la tanatología, escribió su libro Sobre la muerte y los moribundos, con
base en una serie de investigaciones que llevó a cabo en hospitales, y al hablar de las fases del duelo, se
centra más en enfermos terminales, aunque también menciona la muerte.

Elisabeth Kübler-Ross menciona cinco fases durante el duelo, y las llama:

Negación y aislamiento. Durante la primera etapa del duelo, “Negación y aislamiento”, uno se opone a
la idea de que tiene una enfermedad mortal o puede ser también que el paciente se aísle del resto de la

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gente, reacciones consideradas como normales y como una forma de protección provisional a sí mismo,
las cuales serán más tarde sustituidas por una aceptación parcial. La negación puede funcionar como un
amortiguador después de una noticia tan impresionante o inesperada como ésta. Es necesario pasar por
esta fase para suavizar el dolor.

Ira. La “Ira” —segunda fase— sustituye la negación que tiene el paciente, por los sentimientos de rabia,
coraje, envidia y resentimiento; aquí surgen todos los por qué; los pacientes moribundos suelen
quejarse por todo, todo les parece mal y es criticable, pudiendo responder después con culpa,
vergüenza, dolor y lágrimas. Fase difícil pues la ira se desplaza en todas direcciones, incluso
injustamente, y en muchas ocasiones los que están cerca del enfermo no se preguntan el porqué de su
ira y la toman personalmente, cuando esto es en verdad parte del proceso. Recomienda a quienes
rodean al paciente no reaccionar con más ira pues esto puede provocar una conducta hostil en él y
aconseja, en lugar de esto, aceptar la ira irracional del afectado, entendiendo que al expresarla le
ayudará a aceptar mejor su pérdida.

Pacto o discusión. Elisabeth Kübler Ross llama a la tercera etapa, “Pacto” porque como el enfermo no
ha sido capaz de afrontar la verdad durante la primera fase, y se ha enojado con los demás en la
segunda fase, surge ahora la necesidad de querer llegar a un acuerdo para procurar superar esa
desagradable vivencia por la que está pasando. Menciona Kübler Ross que durante sus investigaciones,
la mayoría de los pacientes, el pacto lo hacían con Dios.

Depresión. Después de haber pasado por las fases anteriores, el paciente pasa por una etapa de
depresión, de tristeza profunda y todos los sentimientos anteriores pasan a ser sustituidos por una
sensación de pérdida, por esto, la cuarta etapa del duelo es llamada “Depresión”. Kübler Ross
recomienda que el moribundo viva este sentimiento y aconseja a las personas cercanas a éste, no
alentar al enfermo a que vea el lado positivo de la situación, pues eso evitaría que el moribundo
pensara en su propia muerte; sería absurdo decirle esto cuando los demás también se ponen tristes al
perder a un ser querido. Si se vive esta etapa y se enfrenta el dolor que consigo lleva, al enfermo le será
más fácil aceptar la realidad.

Aceptación. “La aceptación” (quinta fase), llega cuando todas las demás se han experimentado; el
enfermo no se sentirá abatido ni enfadado por su “destino”. Sin embargo, no significa que aceptación
sea sinónimo de felicidad, más bien es como si el dolor no existiera más. En esta etapa es normal que el
doliente se sienta débil o cansado y por ello tenga la necesidad de dormir o descansar, aunque de
diferente manera que en el proceso de depresión, ahora es con tranquilidad, muy parecido al sueño de
un bebé recién nacido. Comienza a sentirse una cierta paz, pudiendo estar bien ya sea solo o
acompañado, la vida se va imponiendo.

EL ADULTO MAYOR FRENTE A LA MUERTE.

La muerte y sus definiciones.

Muerte en biología y medicina

La muerte se puede definir como un evento resultante de la incapacidad orgánica de sostener la


homeostasis. Dada la degradación del ácido desoxirribonucleico (ADN) contenido en los núcleos
celulares, la réplica de las células se hace cada vez más costosa.

Muerte súbita

La muerte súbita o muerte instantánea sobreviene de manera abrupta con la invalidación instantánea
de uno o más órganos esenciales para el sustento de la vida, un fulminante derrame cerebral, un
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síncope cardíaco agudo o por medio de un suceso violento abrupto (onda expansiva de una explosión) o
un accidente con mucha energía desarrollada.

La muerte como contraste

Es el fin de la vida, opuesto al nacimiento. El evento de la muerte es la culminación de la vida de un


organismo vivo. Sinónimos del sustantivo muerte son óbito, defunción, deceso y fallecimiento; entre los
adjetivos, occiso se aplica cuando la persona falleció violentamente.

Se suele decir que una de las características clave de la muerte es que es definitiva, y en efecto, los
científicos no han sido capaces hasta ahora de presenciar la recomposición del proceso homeostático
desde un punto termodinámicamente recuperable.

La muerte (otros sinónimos son deceso, defunción, fallecimiento, óbito, expiración, perecimiento,
fenecimiento, cesación) es un efecto terminal que resulta de la extinción del proceso homeostático en
un ser vivo; y con ello el fin de la vida.1 Puede producirse por causas naturales (vejez, enfermedad,
consecuencia de la cadena trófica, desastre natural) o inducidas (suicidio, homicidio, eutanasia,
accidente, desastre medioambiental).

El proceso de fallecimiento, si bien está totalmente definido en algunas de sus fases desde un punto de
vista neurofisiológico, bioquímico y médico, aún no es del todo comprendido en su conjunto desde el
punto de vista termodinámico y neurológico, y existen discrepancias científicas al respecto.

Qué significa la muerte para los seres humanos

El sentido de la muerte se encuentra en la vida misma, en cuanto sabemos que vamos a morir, dirigimos
nuestros esfuerzos hacia la vida intensamente vivida, el morir nos enseña a amar, querer, recordar. La
muerte postergada hacia la eternidad no puede sino constituir el más absurdo de los absurdos. En
cuanto ésta dejaría de ser fuente de vida, vivir en el más acá, requiere la certeza de la finitud. La muerte
es un espejo en el cual contemplamos nuestra vida entera, la historia personal se perfila hacia un
proyecto común de todos los hombres, de los que están y los que vendrán, el dialogo del espíritu con el
corazón, resuelven su acuerdo de vida en un instante, el corazón ofrece energía para la acción, y el
espíritu ofrece un viaje hacia el crecimiento. Entender esto, significa entender que la vida misma no es
más que un periodo pequeño de nuestra existencia.

La vida cobra sentido en cuanto se revela como un transito, morir es cambiar de estado y el bien morir
puede ser entendido en términos de desprenderse finalmente de todo lo material que nos confina a
este mundo para facilitarnos el paso a la eternidad. El bien morir es estar dispuesto con humildad a
despedirse de la vida, entregar la existencia que nos fue dada, sin rencores ni arrepentimientos, sin
culpa y sin dolor.

¿Porqué vivir si sabemos que vamos a morir?

Porque en la vida encontramos el significado de la existencia y en la muerte encontramos el significado


de la vida, el convencimiento de nuestra muerte nos impulsa a trabajar, a hacer, a producir, sin
posponer inútilmente nuestro destino. La presencia de la muerte nos pone frente a nuestra
responsabilidad, que es la de hacer de la vida el sentido mismo de la existencia.

Concepto de pérdida.

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El concepto de pérdida está vinculado a la salud. Diversas enfermedades o trastornos están
relacionados con pérdidas de facultades y capacidades. En este sentido, puede decirse que la sordera es
la pérdida de la audición o que la ceguera es la pérdida de la visión, por citar dos ejemplos.

Cuando una mujer está embarazada, se denomina pérdidas a las hemorragias de menor o mayor
intensidad que sufre. Estas pérdidas de sangre pueden deberse a asuntos poco relevantes, aunque
también pueden reflejar un inconveniente importante. Por lo tanto, es imprescindible que el médico
esté al tanto de estas pérdidas para que analice el caso.

La pérdida de un ser querido es su fallecimiento, y suele ser un suceso muy difícil de superar para
mucha gente. En la mayoría de las culturas occidentales, la muerte es un tema del que no se habla o
bien que se considera trágico; no nos preparan para ese día, sino que nos enseñan a prolongar la vida
tanto como sea posible. Cuando una persona fallece, si su entorno no acepta la pérdida entra en un
ciclo de negación que puede costarle la salud y, en el peor de los casos, la vida.

Enfrentar una pérdida no es sencillo, pero de ello depende que podamos seguir adelante con todas
nuestras energías. Esto no significa que la muerte de una persona importante para nosotros no deba
causarnos tristeza o que no debamos echarla de menos; por el contrario, se trata de aceptar que la
muerte nos tocará a todos y que debemos aprovechar cada segundo de la vida para construir buenos
recuerdos que nos acompañen cuando nuestros allegados ya no estén.

El duelo humano.

El duelo es el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida (pérdida de un empleo,
pérdida de un ser querido, pérdida de una relación, etc.). Aunque convencionalmente se ha enfocado la
respuesta emocional de la pérdida, el duelo también tiene una dimensión física, cognitiva, filosófica y de
la conducta que es vital en el comportamiento humano y que ha sido muy estudiado a lo largo de la
historia. En la actualidad se encuentra en discusión el tema de si otras especies también tienen
sentimientos de duelo como los seres humanos, y en algunas de ellas se han observado
comportamientos peculiares ante la muerte de sus congéneres.

Clasificación del duelo.

1. Duelo anticipado

El duelo anticipado es aquel que se da antes de que la muerte haya ocurrido. Es habitual cuando se
diagnostica una enfermedad que no tiene cura. El proceso de duelo es el habitual, lo que la persona
experimenta diversos sentimientos y emociones que anticipatorios que le prepararán emocional e
intelectualmente para la inevitable pérdida.

El duelo anticipado es un proceso de duelo prolongado, no tan agudo como el resto, dado que cuando
llega la muerte se suele experimentar, en parte, como algo que da calma.

2. Duelo sin resolver

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El duelo sin resolver, como su nombre indica, significa que la fase de duelo sigue presente. Sin embargo,
suele denominarse así al tipo de duelo que sucede cuando ha pasado cierto tiempo (entre 18 y 24
meses) y todavía no se ha superado.

3. Duelo crónico

El duelo crónico también es una clase de duelo sin resolver, que no remite con el paso del tiempo y que
dura durante años. También se denomina duelo patológico o duelo complicado.

El duelo patológico puede darse cuando la persona es incapaz de dejar de revivir de forma detallada y
vívida los sucesos relacionados con la muerte, y todo lo que le ocurre le recuerda esa experiencia.

4. Duelo ausente

Este tipo de duelo hace referencia a cuando la persona niega que los hechos hayan ocurrido. Por tanto,
es la etapa de negación de la que hemos hablado con anterioridad, en la que el individuo sigue evitando
la realidad pese a haber pasado mucho tiempo. Es decir, la persona ha quedado estancada en esta fase
porque no quiere hacer frente a la situación.

5. Duelo retardado

Es similar al duelo normal, con la diferencia a que su inicio se da al cabo de un tiempo. Suele ser parte
del duelo ausente, y también recibe el nombre de duelo congelado. Suele aparecer en personas que
controlan sus emociones en exceso y se muestran aparentemente fuertes. Por ejemplo, una persona
que tiene hijos y debe mostrarse entera.

El duelo retardado suele darse cuando la persona que lo sufre, en un primer momento, debe hacerse
cargo de muchas cosas que requieren su atención inmediata, como por ejemplo el cuidado de una
familia.

6. Duelo inhibido

El duelo inhibido se produce cuando hay una dificultad en la expresión de los sentimientos, por lo que la
persona evita el dolor de la pérdida. Suele venir asociado a quejar somáticas. Las limitaciones de la
personalidad del individuo le impide llorar o expresar el duelo. A diferencia del duelo ausente, no es un
mecanismo de defensa.

7. Duelo desautorizado

Este tipo de duelo ocurre cuando el entorno que rodea a la persona no acepta el duelo de ésta. Por
ejemplo, cuando transcurrido un tiempo largo la familia le reprocha a la persona que siga en duelo. Ésta
reprime los sentimientos de cara a la familia, pero internamente no lo ha superado.

Muchas veces, este tipo de duelo se da cuando la persona que murió o se marchó para siempre llevaba
asociado un estigma y se encontraba excluida, al menos para el entorno cercano de la persona que lo
sufre (por ejemplo, su familia). Expresar duelo puede llegar a ser un acto simbólico que subvierta ciertas
ideas políticas y sociales. Por ejemplo, si la persona ausente era la pareja homosexual de alguien y la
familia no aprueba este tipo de relaciones.

8. Duelo distorsionado

El duelo distorsionado se manifiesta como una fuerte reacción desproporcionada en cuanto a la


situación. Suele ocurrir cuando la persona ya ha experimentado un duelo previo y se encuentra ante
una nueva situación de duelo.
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Por ejemplo, puede haber experimentado la muerte de un padre, y al morirse un tío, revive también la
muerte de su padre, lo que le lleva a una situación mucho más intensa, dolorosa e incapacitante.

Etapas de un proceso de duelo.

A lo largo de los años, han ido apareciendo algunas teorías sobre las fases por las que pasa una persona
que está en un periodo de duelo. Una de las más conocidas es la de psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross,
publicada en el año 1969 en el libro On death and dying.

Su idea se basa en que existen 5 etapas del duelo. Ahora bien, estas cinco fases no siempre se van
sucediendo con la misma colocación y de forma secuencial, es decir, no todas las personas en fase de
duelo tienen por qué atravesar las 5 etapas. Además, cuando las atraviesan no tienen porqué aparecer
siempre en el mismo orden.

Según la teoría de Elisabeth Kübler-Ross, las etapas del duelo son:

1. Negación

La primera de las fases es la negación, que se caracteriza porque la persona no acepta la realidad (de
forma consciente o inconsciente). Esto ocurre como mecanismo de defensa y es perfectamente normal.
De esta manera, el individuo reduce la ansiedad del momento.

El verdadero problema se da cuando las personas quedan estancadas en esta etapa al no poder afrontar
el cambio traumático, así que lo ignoran como respuesta defensiva. La muerte de algún ser querido, por
supuesto, no es particularmente fácil de evitar y no se puede eludir indefinidamente.

2. Cólera o ira

La tristeza puede llevar a una persona sufrir ira y rabia y a buscar culpables. Esta ira puede manifestarse
de diferentes maneras, culpándose a uno mismo o culpando a los demás, y puede proyectarse contra
animales y objetos.

3 - Negociación

En esta etapa, el dolor lleva a buscar una negociación ficticia. De hecho, muchas personas que se
enfrentan a la muerte tratan de negociar incluso con una fuerza divina.

Otras personas, aquellas que sufren un trauma menor, pueden llevar a cabo otras negociaciones o
compromisos. Por ejemplo "¿Podemos seguir siendo amigos?" o “Voy a lograr esto por ti.” La
negociación rara vez proporciona una solución sostenible, pero puede reducir el dolor del momento.

4 - Depresión

El impacto de la pérdida de alguien cercano puede llevar a una persona a una situación muy dolorosa,
que viene acompañada de una enorme tristeza y una crisis existencial, al darse cuenta de que esa
persona desaparece de su vida. Aunque los síntomas se asemejan al trastorno depresivo, una vez se
produce la aceptación de la situación, la sintomatología remite.

Artículo relacionado: “Crisis existencial: cuando no encontramos sentido a nuestra vida”

5 - Aceptación

Esta etapa sucede cuando se ha aceptado esta situación dolorosa y depende de los recursos de cada
uno el aceptarla antes o después. No es una etapa que represente alegría, sino más bien desapego

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emocional y comprensión de lo que puede haber sucedido. Si la persona pasa mucho tiempo en proceso
de duelo y no acepta la situación, es necesario que busque ayuda psicológica para superarlo.

Tareas para la elaboración del duelo.

William Worden nos habla de cuatro tareas que todo doliente debe realizar para elaborar su proceso de
duelo.

El duelo es un proceso único y desafiante en donde cada una de las emociones implicadas nos ayudan a
llegar a un acuerdo con la pérdida y aprender a integrar el significado de la misma en nuestras vidas. El
Psicólogo J. William Worden, uno de los profesionales más reconocidos por sus aportes sobre el duelo
en niños y adultos, sostiene una teoría famosa que habla sobre las tareas principales e ineludibles del
duelo que no siguen un modo lineal sino que, en ciertas ocasiones, es posible que vuelvan a ser
experimentadas por el doliente. Aquí te explicamos cada una de ellas.

TAREA # 1: Aceptar la realidad de la pérdida.

Una de las primeras reacciones de quien ha perdido a un ser querido es el shock y/o la negación.
Inmediatamente después de la pérdida existe una esperanza de reencuentro y una fuerte sensación de
incredulidad que, por lo general, es de corta duración. Tu mente puede pretender fingir que la muerte
en realidad no ha sucedido como un mecanismo de defensa que busca administrar y elaborar en
pequeñas dosis una realidad que se muestra dolorosamente abrumadora. Frases tales como “esto no
me está pasando” o “es imposible, yo lo he visto hace unas horas” son tan sólo algunas de las
reacciones más usuales.

Se experimenta una profunda sensación de irrealidad por lo que la primera tarea del duelo es
comprender tanto racional como emocionalmente que la persona ha fallecido y que, por lo tanto, no
volverá. En este sentido, los rituales funerarios son de gran ayuda ya que enfrentan al doliente a la
realidad de la pérdida. La aceptación intelectual de esta muerte marca el momento en el que estamos
listos para comenzar nuestro viaje de sanación. La negación de este fallecimiento, de su significado así
como de su irreversibilidad prolongan el proceso de duelo. Si hacemos caso omiso a esta tarea, estos
sentimientos no desaparecen sino que los estaremos acumulando en nuestro corazón. Reconociéndolos
y hablando de ellos, tenemos la oportunidad de entenderlos y ponerlos en perspectiva.

TAREA # 2: Elaborar el dolor del duelo.

A veces resulta tentador evitar el dolor que implica esta ausencia evadiéndote tras decenas de
actividades que te impiden detenerte unos minutos a reflexionar, explorar y experimentar estas
emociones. Entonces comenzamos a escuchar frases tales como “debo ser fuerte” o “debo
mantenerme ocupado para así no pensar más en ello”. El procesamiento del dolor por la pérdida es una
tarea ineludible que todo doliente debe asumir para elaborar saludablemente esta ausencia y evitar
prolongar el dolor a través de un intenso sufrimiento que podría afectar la salud física y emocional.
Debes permitirte experimentar y expresar tus sentimientos. La ira, los insistentes recuerdos, la
impotencia, la soledad, la tristeza y la ansiedad son algunos de los sentimientos usuales durante este
camino de duelo. Así mismo, este proceso puede causar agotamiento físico y mental, pérdida del
apetito, trastornos en el sueño, dolores musculares y dificultad para concentrarse y tomar decisiones.

Es esencial que durante esta etapa emocionalmente tan exigente tengas especial atención en tu
cuidado personal como, por ejemplo, comer bien, dormir lo suficiente, hacer actividad física y pasar
tiempo con otras personas de confianza. En este caso, la compañía y escucha atenta de nuestros seres
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queridos será tan esencial como la contención de un profesional especialista en duelo o bien de un
grupo de apoyo. Recuerda que muchas veces nuestros seres queridos no saben qué hacer ni qué decir
frente al dolor que nos abruma. Procura expresarles cuáles son tus necesidades en este camino de
duelo así como la forma en que pueden ayudarte para hacer más liviana la rutina diaria. William
Worden no descarta que estos sentimientos puedan reaparecer en algunas ocasiones como, por
ejemplo, cuando enfrentamos aniversarios, cumpleaños, eventos familiares, etc.

TAREA # 3: Adaptarse a un nuevo mundo sin el ser querido.

Tras la pérdida de un ser querido, es esencial que el doliente elabore su proceso de duelo para así llevar
adelante los ajustes internos y externos necesarios para adaptarse a una nueva vida sin quien ha
fallecido. Cuando un ser querido muere puede haber asuntos diarios que solía hacerlos él o ella y que
ahora estarán a tu cargo. Esta reorganización y redefinición se produce a medida que empezamos a
identificar y ocupar aquellos roles antiguamente asumidos por la persona fallecida como, por ejemplo,
la crianza de los niños, el pago de facturas, la resolución de tareas domésticas, etc. Es posible que
sientas temor, culpa o enojo por tener que desarrollar nuevas habilidades y asumir roles que antes eran
realizados por el difunto. Inclusive la complejidad de esta tarea puede volverse especialmente difícil
cuando la persona fallecida tenía un rol importante en nuestra vida cotidiana.

En aspectos legales, financieros, contables, etc. es posible que requieras ayuda y/o asesoramiento
profesional pero también deberás asumir otras tareas en las que finalmente sentirás un gran orgullo de
ser capaz de superar los desafíos implicados. Este proceso de reajuste se llevará adelante al mismo
tiempo que se reconocen las implicancias de la pérdida para así poco a poco alcanzar un acuerdo con
todos los vacíos, reales o simbólicos, que esta ausencia física ha creado en nuestra vida.

TAREA # 4: Reubicar emocionalmente al ser querido fallecido.

La última tarea señalada por William Worden consiste en relocalizar emocionalmente al ser querido
fallecido en nuestra vida construyendo con él o ella un nuevo vínculo basado en el amor y los recuerdos
compartidos. Esta reubicación consiste en moverse desde los sentimientos de pérdida y anhelo hacia
nuevos sentimientos que nos permitan ser capaces de mantener el recuerdo de esa persona en nuestro
corazón de un modo que nos posibilite seguir viviendo sin ellos. Por lo tanto, esta tarea implica poco a
poco dejar de invertir una gran cantidad de nuestra energía emocional en la relación con el difunto para
reinvertirla en otras personas, actividades o relaciones. Esto no implica que olvidemos a quien ha
fallecido ni mucho menos implica deshonrar su memoria o amarlo menos que antes. Esto significa
permitir los recuerdos pero al mismo tiempo permitirnos participar en las actividades que son
significativas para nosotros y que nos dan placer. Para J.W. Worden, el incumplimiento de esta tarea
implica no vivir ¿Por qué? Porque, a pesar del inmenso dolor que deja esta pérdida, es esencial para el
doliente continuar viviendo con un sentido de propósito. Se trata de mantenerse conectado con el
difunto disfrutando de su vida al traer a la memoria los recuerdos, pensamientos y sentimientos de la
persona amada sin por ello olvidar que hay otras personas, actividades y cosas que amabas o te
producen interés.

El sentido del dolor.

¿Qué es el dolor?

El dolor es la reacción que tenemos en respuesta a una muerte o pérdida. Este dolor puede afectar
nuestro cuerpo, mente, emociones y espíritu.

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Las personas pueden transmitir o demostrar el dolor que les provoca una pérdida de varias maneras:
Reacciones físicas: Pueden ser cambios en el apetito o el sueño, malestar estomacal, opresión en el
pecho, llanto, músculos tensos, problemas para relajarse, poca energía, nerviosismo o problemas para
concentrarse.

Pensamientos frecuentes: Pueden ser recuerdos felices de la persona que falleció, preocupaciones o
arrepentimientos, o pensamientos de cómo será la vida sin esa persona.

Emociones fuertes: Por ejemplo: tristeza, enojo, culpa, desesperación, alivio, amor o esperanza.

Reacciones espirituales: Una pérdida puede llevarnos a encontrar fuerza en la fe, a cuestionar creencias
religiosas o a descubrir significados y conexiones espirituales.

Cuando las personas tienen estas reacciones y emociones, se dice que están atravesando un duelo.

El proceso de duelo

El dolor es una reacción ante la pérdida, pero también es parte del duelo, que es el proceso de superar
la pérdida de la persona que falleció. El duelo es un proceso sano que busca reconfortarnos, hacer que
aceptemos la pérdida y encontremos formas de adaptarnos.

Superar el gran dolor de una pérdida no significa que uno se olvide de la persona que falleció. El duelo
sano consiste en encontrar la forma de recordar al ser querido y adaptarnos a nuestra vida sin su
presencia.

Las personas suelen experimentar reacciones dolorosas como "olas" que van y vienen. En ocasiones,
cuando la pérdida es muy reciente, el dolor es muy intenso. Pero algunas personas no sienten ese dolor
de inmediato. Se sienten paralizadas, en shock o niegan lo sucedido. Puede tomar tiempo aceptar la
realidad de que el ser querido se ha ido.

Ceremonias de duelo

Las ceremonias, como los funerales y los homenajes, permiten a amigos y familiares reunirse para
apoyar y consolar a las personas más afectadas por la pérdida. Estas actividades pueden ayudar a la
gente a sobrellevar los primeros días luego de la pérdida y a honrar la memoria de la persona que
falleció.

Las personas pueden pasar un tiempo hablando y compartiendo recuerdos sobre el ser querido. Esto
puede continuar por algunos días o semanas luego de la pérdida, mientras los amigos y familiares traen
comida, envían cartas o simplemente pasan a visitar.

En muchas ocasiones, la gente expresa sus emociones durante este período, por ejemplo, llorando.
Pero algunas personas pueden estar tan paralizadas o abrumadas por la muerte que no expresan sus
sentimientos de inmediato, aunque la pérdida sea muy dura. Hay quienes pueden sonreír o hablar con
otras personas en un funeral como si nada hubiera ocurrido, pero sin embargo, están tristes. Estar con
otros que también sufren la pérdida puede ser reconfortante, al recordarnos que algunas cosas se
mantendrán igual.

Cuando las ceremonias finalizan, algunos pueden pensar que el dolor debería terminar también. Pero a
menudo el duelo apenas está comenzando. Las personas pueden retomar sus actividades normales,
pero les resulta difícil dedicarse con entusiasmo a las cuestiones cotidianas. Aunque es posible que no
hablen demasiado sobre la pérdida, el proceso de duelo continúa.

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Sentirse mejor.

Si alguien que conoces ha muerto, es normal tener sentimientos y preguntas por un tiempo. También es
normal comenzar a sentirse un poco mejor. Todo depende de cómo la pérdida afecta tu vida.

Está bien sentir dolor por algunos días, semanas o incluso más tiempo. La intensidad del dolor que
sientas puede estar relacionada con lo repentino o esperado de la pérdida, o con cuán cercana sentías a
la persona que falleció. Cada persona y situación son diferentes.

Generalmente, uno se va sintiendo mejor en forma gradual. A veces, puedes sentir que nunca te
recuperarás. El proceso de duelo lleva tiempo y, algunas veces, el dolor puede volverse más intenso que
otras.

A medida que pasa el tiempo, las cosas que te recuerdan a la persona que falleció pueden hacer que se
intensifique tu dolor. En otras ocasiones, puedes sentir como que el dolor está por detrás de tus
actividades normales, y no constantemente en tu mente.

Hacer cosas que disfrutas o pasar tiempo con personas que te hacen bien puede ayudar a que te sientas
mejor. El duelo tiene su propio ritmo. Cada situación es diferente. Cuánto dolor sientes o cuánto tiempo
dura tu duelo no es un parámetro que mida cuán importante fue para ti la persona que perdiste.

Ayudarse a uno mismo.

Si estás atravesando el duelo, puede ayudarte expresar tus sentimientos y obtener apoyo, cuidarte y
encontrarle un significado a la experiencia.

Expresar tus sentimientos y encontrar apoyo.

Tómate un momento para reflexionar sobre cómo te has sentido y cómo has reaccionado. Intenta
transmitirlo en palabras. Escribe sobre cómo te sientes y sobre las formas en las que estás
sobrellevando el dolor. Reflexiona sobre cómo te sientes al pensar y escribir sobre tu experiencia.

Piensa en alguien con quien puedas compartir tus sentimientos, alguien que te escuchará y
comprenderá. Encuentra tiempo para hablar con esa persona sobre lo que estás atravesando y sobre
cómo te afecta la pérdida. Reflexiona sobre cómo te sientes luego de compartir y conversar.

Podemos aprender mucho de las personas en nuestras vidas. Incluso cuando no tengas ganas de hablar,
puede ayudar simplemente estar con otras personas que también quisieron a la persona que falleció.
Las reuniones con la familia y amigos ayudan a las personas a sentirse menos solas durante los primeros
días y semanas de duelo. Estar con otras personas te ayuda, y tu presencia y tus palabras también
pueden servir de apoyo para los demás.

Encontrar un significado

Podemos aprender de las pérdidas y experiencias difíciles. Piensa qué has descubierto de ti mismo,
sobre los demás o sobre la vida como resultado de experimentar esta pérdida. Para comenzar, puedes
intentar escribir respuestas a estas preguntas:

¿Qué significaba esta persona para ti?

¿Qué aprendiste de él o ella?

¿Qué rescatas como positivo de esta experiencia difícil?

¿Qué has aprendido sobre ti, sobre otras personas o sobre la vida?
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¿Hay cosas que aprecies más ahora?

¿Quiénes son las personas que te han apoyado? ¿Eran las personas que esperabas que lo hicieran?
¿Qué has aprendido de ellas?

¿En qué forma has crecido o madurado en función de esta experiencia?

Cuidarse a uno mismo

La pérdida de un ser querido puede ser estresante. Cuídate a ti mismo en aspectos sencillos, pero
importantes:

Duerme. Dormir es sanador tanto para el cuerpo como para la mente, pero el dolor puede perturbar los
patrones de sueño. Concéntrate en mantener hábitos de sueño sanos, como ir a la cama en el mismo
horario cada noche o establecer rutinas nocturnas, como hacer yoga suave o ejercicios de respiración.

Haz ejercicio. El ejercicio puede ayudarte a levantar el ánimo. Puede ser difícil tener motivación cuando
uno siente dolor; modifica tu rutina diaria de ser necesario. Incluso una caminata tranquila puede
ayudar a restablecer tu punto de vista sobre las cosas.

Come sano. Es probable que quieras saltar comidas o que no sientas apetito. Pero tu cuerpo aún
necesita nutrientes. Evita comer en exceso, llenarte de comida chatarra o consumir alcohol para
"calmar" tu dolor.

El dolor es una emoción normal. Puede ser de ayuda el saber que siempre recordarás a la persona que
perdiste, pero que, con el tiempo, podrás sentirte mejor.

El momento legal de la muerte.

Cómo cuesta trabajo morirse en estos días. Antes era cosa de estar enfermo y ya, pero hoy con eso no
basta. Las nuevas tecnologías pueden sostener las funciones vitales por semanas, meses y años, y luego
ni le preguntan a uno. Se puede aguantar hasta que el dinero se acabe o la ambivalencia legal y moral lo
permitan. Si morirse es misterio, morirse así da miedo o coraje.

Este tema me recuerda los inicios de mi formación como abogado, cuando mi maestro de derecho civil
me presentó con la primera paradoja de la ley: “Si una condición es un hecho futuro, y por ello incierto,
mientras que el plazo es el transcurso del tiempo y por ende siempre cierto, ¿qué es la muerte si no el
único hecho futuro cierto?”. Es así que la muerte se torna en el único hecho inevitable para el ser vivo.
No sabemos cuándo ni cómo sucederá. Tendemos a no pensar mucho en ello para no morirnos antes de
tiempo. Sin embargo, la muerte tiene que ser pensada y hoy se abre la puerta, incluso para que sea
decidida.

En efecto, en la segunda mitad de la década pasada se abrió un debate, tanto en nuestra ciudad capital
como en el país, sobre el derecho a morir con dignidad. Ello dio lugar a que a principios de 2008 fuera
aprobada la Ley de Voluntad Anticipada en el Distrito Federal, y a principios de 2009 fuera publicada la
reforma a la Ley General de Salud, de alcance nacional, que prevé la aplicación de cuidados paliativos
para enfermos terminales.

Paliar significa aliviar, alejar el dolor, tranquilizar al enfermo, evitar la agonía, llegar a la muerte de la
mejor manera posible, para el que muere y para aquellos para quien muere. No significa la eutanasia, es
decir, la muerte fechada, aquella que es solicitada por el paciente y suministrada por el médico. En
México el auxilio al suicidio está penado. En la mayoría de las legislaciones se le castiga con una pena
atenuada respecto al homicidio simple, salvo que se trate de menores o personas con discapacidad

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mental, en cuyo caso se le sanciona como un homicidio agravado. Especial atención guardan las
regulaciones de los estados de Nuevo León y Coahuila, que si bien criminalizan la participación en la
muerte de un enfermo terminal por motivos de piedad, lo hacen de manera especialmente benigna al
establecer penas hasta por un máximo de tres años.

Así las cosas, en nuestro país la vida no es un bien disponible para su titular, no podemos decidir
morirnos cuando queramos. Si bien no está criminalizado el suicidio, la procedencia de medidas de
intervención psiquiátrica e interdicción civil al suicida fallido es un tema abierto, que no ha sido definido
jurisprudencialmente. A su vez, el suicidio no puede ser un acto colectivo, ya que la cooperación social
para el mismo sí esta criminalizada.

También se prohíbe el encarnizamiento o empecinamiento terapéutico, es decir, la aplicación por


decisión del médico de medidas desproporcionadas o inútiles, con el único fin de alargar la vida en
situación de agonía. Los avances de la tecnología médica y la industria farmacéutica permiten hoy
procesos y tratamientos que pueden sostener a la vida aun en condiciones brutales. Muchas
instituciones y médicos los aplican para evitar que el enfermo muera y con ello se soslayen
responsabilidades legales. Otros lo hacen porque consideran que la medicina simple y sencillamente
sirve para luchar contra la muerte. Para ellos, en estos casos no cuenta la voluntad del enfermo y su
familia. Esto ya no debe ser así.

Si bien no tenemos el derecho de disponer libremente de nuestra vida, tampoco tenemos el deber de
vivirla en agonía. Es en este espacio normativo donde transita la regulación legal de los cuidados
paliativos para los enfermos terminales.

A partir de la carta de derechos básicos del paciente se ha venido reconociendo un mayor grado de
autonomía de la voluntad de éste para decidir sobre tratamientos e intervenciones so-bre su cuerpo.
Tiene derecho a recibir la información pertinente acerca de los riesgos y las ventajas, así como los
costos y los beneficios en relación a las medidas recomendadas por el médico. Tiene derecho a ser
sometido a los exámenes que sean conducentes para asegurar el mejor diagnóstico posible, y a que
tales resultados sean revisados por otros médicos.

Por su parte, el médico tiene derecho a que su opinión sea respetada por sus colegas y a ser tratado con
dignidad como experto en su materia, sin perjuicio de que es el enfermo quien decide qué hacer o qué
opinión seguir. Sólo en caso de urgencia médica, cuando el enfermo no puede decidir, le toca al médico
asumir ese papel. Lo anterior es el producto de una lenta pero persistente mutación en las relaciones de
poder involucradas para el tratamiento de las enfermedades. El paciente ha dejado de ser pasivo para
pasar a ser un sujeto activo y corresponsable con su tratamiento.

Se trata de un nuevo paradigma médico y legal para el caso de las enfermedades en fase avanzada, en
proximidad con la muerte. Antes de la reforma de 2009 la muerte era, según su definición legal, la
cesación prolongada de la actividad cerebral cardiaca y respiratoria. Con la reforma asume toda su
integralidad al reconocerse la triple dimensión del ser humano como cuerpo, mente y espíritu. La nueva
ley establece el espacio institucional para que concurran, a petición del enfermo terminal y/o de su
familia, tanatólogos (especialistas en duelo), ministros de culto y personal de salud para cooperar en el
proceso de morir. Este paso es central, con ello la muerte deja de ser un tabú, o peor aún, una derrota
médica. Por supuesto que la medicina sigue siendo una ciencia para propiciar y defender la vida, pero
no a costa de la dignidad de los enfermos.

En el nuevo marco legal la declaración de terminalidad es el momento relevante en el cual se disparan


una serie de poderes a favor del enfermo y su familia para decidir cómo enfrentar el proceso de la
muerte. Sólo un médico especialista puede diagnosticar que el paciente está sometido a un

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padecimiento reconocido, progresivo, irreversible e incurable, que arroja un pronóstico de vida no
mayor a seis meses.

A partir de ahí el paciente puede decidir someterse o inclusive suspender la aplicación de medios
ordinarios, ya sean tratamientos curativos, paliativos o mixtos, o someterse a medios extraordinarios,
aun cuando tengan como resultado el sufrir graves dolores, o mantenerse en estado vegetativo. Pero,
sin duda, el poder más importante que la ley le reconoce al enfermo es el decidir la aplicación de
cuidados paliativos, aun cuando con ello se debiliten las resistencias a aquellos factores que propicien el
avance de la enfermedad. Se reconoce así el derecho de las personas y de su entorno cercano para
evitar la agonía. No es que el enfermo decida cuándo morir, pero sí cómo morir.

Para ello se multiplican los espacios vitales de las postrimerías, más allá de la clínica o del hospital, para
llegar al hogar. Se propician facilidades y reglas para que en la medida de lo posible el desahuciado
pueda vivir sus últimos días rodeado por los suyos en un espacio que le resulte familiar. Atendiendo
siempre sus cuidados básicos de nutrición, hidratación e higiene, el enfermo decide a qué
procedimiento someterse y cuáles han de ser evitados a toda costa. Inclusive, llegado el momento
puede decidir ser sometido a una sedación paliativa, cuando los síntomas son tales que el grado de
sedación recomendada haga improbable recuperar la conciencia. Eso significa saber que se está cerca
de no volver a mirar, hablar u oír a quien se ha querido, y da lugar a las despedidas, arrepentimientos,
contriciones, consejos: todos aquellos actos con los que pretendemos cerrar los ciclos de las relaciones
interpersonales. En estos momentos, se busca paliar no sólo los dolores del cuerpo, sino la angustia y la
ansiedad que muchas veces precede a la muerte, y hasta la inquietud del alma frente a la experiencia
siempre impensada de la muerte misma.

La compasión se convierte así en la textura primordial del marco legal que comentamos. Esta nota es
tan poderosa que a pesar de las interminables discusiones que precedieron a la reforma fue aprobada
por un amplísimo consenso político. Sin perjuicio de lo anterior, en los análisis previos se tocaron
también aquellos casos en que la aceleración del proceso de la muerte puede obedecer al cálculo
mezquino de la avaricia del heredero, o bien, a la indolencia institucional o médica frente a los
enfermos terminales. También se analizaron aquellos casos en que se prolonga la agonía por la decisión
de familiares que sostienen una obsesión por la presencia física de sus seres queridos.

Por ello la ley mantiene ciertas cautelas. En primer lugar, el marco legal se construye a partir del
reconocimiento del poder del enfermo para decidir las cuestiones fundamentales que orienten su
tratamiento en caso de enfermedad avanzada. Sin embargo, toda vez que en tales situaciones la psique
del moribundo está sometida a graves coacciones, o inclusive a limitaciones tales como la inconciencia,
la ley facilita formas y procedimientos sencillos para que en un momento previo podamos reflexionar
sobre este tema. En efecto, las declaraciones de voluntad anticipada o los formatos innominados de la
ley nacional, constituyen la oportunidad para que en una circunstancia de reflexividad decidamos cómo
enfrentar al momento de la muerte. Incluso, ante la inconciencia, podemos nombrar representantes
para que tomen esas decisiones en nuestro nombre.

En segundo lugar, la reforma legal genera la obligación de los servicios médicos de paliar el dolor y otros
síntomas. La experiencia del dolor es un fenómeno subjetivo donde las diferencias individuales deben
ser reconocidas como parte de un diagnóstico acertado. Hay quien lo usa como una plataforma de
poder para manipular a su entorno, o quien lo niega, por partir de una concepción estoica de la vida,
incluso hay quien no lo siente, a pesar de presentar síntomas evidentes de un mal grave. En este
sentido, el dolor y la aproximación del enfermo al mismo son síntomas que no pueden ser negados para
enfrentar a la enfermedad. En situación terminal, el diagnóstico ya no se centra en curar sino en aliviar,
lo que constituye una diferencia semántica profunda y, por efecto, una regulación específica.

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Se da poder al médico tratante para que convoque a equipos multidisciplinarios para aplicar los
cuidados paliativos. Se involucra al entorno cercano al moribundo para que participe en el proceso y se
evite la claudicación familiar. Con ello se reconoce y se trabaja en el contexto social de la muerte, por lo
que el duelo de la familia constituye parte del tratamiento. Para tal efecto, la ley abre la posibilidad, y el
reglamento, la norma oficial y el Acuerdo General del Consejo de Salubridad a este respecto, son
sensibles sobre la exigencia moral y la necesidad institucional de facilitar la aplicación de los cuidados
paliativos para que democratice su aplicación a todos los enfermos del país. Especial mención merece
este último instrumento. Leer dicho Acuerdo General es un ejercicio entrañable. Sin abandonar el
carácter científico que ha de orientar una normativa de carácter médico, el documento desarrolla un
lenguaje humanista para llamar la atención sobre los aspectos espirituales y afectivos que deben ser
tomados en cuenta para acompañar al desahuciado a su destino fatal. Ése es el pequeño milagro que
ocurre cuando el enfermo deja de ser sólo un cuerpo para tornarse en ser humano.

Falta mucho por hacer en el marco institucional. Debemos reconocer que la presente administración ha
recogido como prioridad el perfeccionamiento del marco normativo en esta materia. Si bien la Reforma
Legal fue aprobada en 2009, fue hasta los años 2013-2014 que se publicaron el reglamento, la norma
oficial y el Acuerdo General del Consejo de Salubridad, pero a esta fecha permanecen algunos
obstáculos regulatorios que impiden acelerar la cobertura de los cuidados paliativos en el país. Dos
resultan especialmente preocupantes: los medicamentos mejor indicados para aliviar el dolor son
opioides, que por sus efectos inhibidores sobre la conciencia están regulados de manera especialmente
restrictiva. Coincidimos en que el uso de estos medicamentos para fines recreacionales, o no médicos,
debe ser atendido para evitar riesgos tanto de salud como de seguridad pública, pero también hacemos
notar que el principal abuso que puede existir sobre los opioides es que éstos no puedan ser
eficientemente distribuidos para servir a su finalidad médica. No puede ser que para que algunos no se
droguen, muchos otros tengan que vivir en agonía. Prevenir ambas situaciones es legítimo, pero la
política regulatoria debe reordenar sus prioridades y cambiar su estrategia.

Por otra parte, la exigencia legal de que el diagnóstico de terminalidad sólo pueda ser expedido por un
médico especialista puede significar otro cuello de botella. La verdad es que la mayoría de los enfermos
terminales en el país se encuentran en los centros de atención médica del primer nivel, donde el
médico especialista sigue siendo un recurso escaso. Lo ideal es fortalecer al primer nivel de atención, así
como ampliar la cobertura de segundo y tercer niveles, pero mientras eso sucede debiéramos
reflexionar cómo flexibilizar la aplicación de esta norma.

EL ADULTO MAYOR FRENTE A SUS PÉRDIDAS.

Tipos de pérdidas.

Por muerte de un ser querido: Respuesta natural del doliente frente a la muerte de un familiar y/o
amigo.

Por pérdida de las capacidades físicas o psicológicas.

Por pérdida de un empleo: Respuesta natural del doliente frente a la pérdida del empleo.

Por migración: Respuesta natural del doliente frente al alejamiento de su país de residencia.

Por separación o divorcio: Respuesta natural del doliente frente a una ruptura amorosa.

Manejo de las pérdidas.

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DUELO POR MUERTE DE UN SER QUERIDO

Cuando una persona pierde a un ser querido atraviesa el proceso de duelo como una respuesta natural
frente a esta muerte.

Tras la muerte de un ser querido, ya sea por una larga enfermedad o por una muerte repentina, el
doliente comenzará a desandar un camino de duelo para poco a poco construir un nuevo mundo en
donde ya no se encuentra su ser querido. Comenzará con una etapa de shock hasta finalmente llegar a
un acuerdo con esta pérdida en donde es posible reubicar sus energías en nuevos proyectos. Durante
las primeras semanas, te sentirás incrédulo ante esta terrible noticia pero luego este sentimiento se irá
sustituyendo por otras emociones como la ira, la negación, la incertidumbre, etc. hasta finalmente
aceptar la pérdida. Nos sumerge en una gran introspección interior en donde también podemos
encontrar manifestaciones físicas, emocionales y psicológicas como problemas de concentración,
ansiedad, tristeza, falta de apetito, dificultades para dormir, cansancio, culpa, aislamiento social, entre
otras expresiones.

En este tipo de pérdida se incluye también los casos en los que un paciente se enfrenta al diagnóstico
de una enfermedad terminal que lo lleva a elaborar y aceptar su propia muerte. En situaciones como
estas, los familiares así como el paciente comenzarán a elaborar un proceso de duelo anticipado que los
ayudará a aceptar en pequeñas dosis la posibilidad de esta pérdida, permitiendo no sólo el cierre
saludable de esta relación sino también la aceptación de cambios en el contexto familiar, social y
económico.

Se trata de un período en el que el doliente deberá aceptar esta pérdida reacomodando su vida a una
nueva realidad en la que ya no estará el familiar. Uno de los aspectos principales que debe considerarse
a la hora del concebir al duelo por la muerte de un ser querido es que cada duelo es único y personal
como así también será la forma de expresarlo. Sin embargo, hay factores que influyen en la intensidad y
duración del duelo como, por ejemplo, las circunstancias de la muerte, el tipo de relación que tenía con
la persona fallecida, la personalidad e historia de vida del doliente, la contención social y familiar, la
posibilidad ver el cuerpo antes de su despedida, entre otros.

La intensidad del dolor irá variando a lo largo del camino… habrán días de mayor calma y días de mayor
tristeza.

Es muy importante permitirse expresar estos sentimientos para sanar este dolor ya que al principio
puede parecer fácil y hasta útil distanciarse de esta pena pero no debemos evitarla. Es primordial
resolver estos sentimientos para así no producir enfermedades físicas o emocionales que nos dañen. La
muerte de un ser querido es siempre difícil pero con paciencia y esfuerzo se podrá canalizar estas
energías empleadas en el difunto hacia un nuevo presente y futuro.

DUELO POR PERDIDA DE LAS CAPACIDADES FÍSICAS Y/O PSICOLÓGICAS

En estos casos, el proceso de duelo se desencadenará debido a la pérdida de la salud física y/o
psicológica del paciente ya sea por discapacidad referida a una o varias partes del cuerpo (sensoriales y
motoras) así como a aquellas enfermedades que deterioran progresivamente las capacidades
intelectuales y cognitivas del paciente. Será un duelo que desarrollará tanto quien padece esta
discapacidad como los familiares que lo acompañan ya que implica la pérdida de proyectos, sueños y
autoestima así como de un estilo de vida que ya no volverá a ser el mismo.

Junto con la llegada de esta noticia, la familia puede sufrir una descompensación de su equilibrio tanto
en sus vínculos con el mundo exterior como también en su propio funcionamiento interno. Este duelo
permitirá a la familia desandar un camino de adaptación y aceptación de esta discapacidad hasta
finalmente reconocerla e incluirla dentro de la dinámica familiar y social.
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DUELO POR PÉRDIDA DE EMPLEO

El trabajo brinda a las personas no sólo un salario sino también seguridad, identidad y sentido de
pertenencia.

El empleo es un espacio en donde se cultiva, desarrolla y disfruta de un estilo de vida. Cuando se


produce la pérdida del empleo, la confianza en sí mismo así como la percepción de sus capacidades
personales y profesionales se ve desbastada por una decisión que lo coloca frente a una nueva realidad.

En la actualidad hay dos fases principales de la pérdida de empleo. Por un lado, el pre-aviso que
consiste en la notificación de que será despedido. Este período puede prolongarse de unas semanas a
varios meses. Luego, se produce la pérdida real del empleo finalizando una forma de vida junto con la
seguridad que ésta proporcionaba. Esta pérdida da lugar a un proceso de duelo que se caracterizará por
múltiples síntomas. Por un lado, los padres que han sido despedidos muestran una dificultad para
hacerse responsables de su rol de padres ya que suelen tener miedo de que sus hijos lo vean como una
persona fracasada por lo que se vulnera su figura de autoridad en la familia.

En este sentido, podrán haber no sólo dificultades para adaptarse a los nuevos roles y tareas familiares
sino que podrían crecer los conflictos entre sus miembros debido a esta incertidumbre económica que
cuestiona el futuro inmediato de la familia. El estrés se vuelve en protagonista generando, en algunas
ocasiones, con consecuencias en la salud y las emociones del doliente. Por otro lado, se suelen olvidar
los buenos recuerdos en la empresa para dar lugar a los sentimientos negativos hacia el empleador y su
puesto laboral.

El estrés generado puede traer problemas en la salud y las emociones del doliente.

Si bien cada duelo será distinto, podemos mencionar algunos factores que determinarán la gravedad de
esta pérdida así como también su efecto en la vida personal y profesional del doliente. Si bien perder el
trabajo resulta una noticia devastadora sin importar la edad del empleado, las personas mayores suelen
atravesar un proceso de duelo mucho más intenso debido a sus limitadas posibilidades en el mercado
laboral actual. Por otro lado, será un factor determinante el tiempo que la persona haya permanecido
en la empresa y los sentimientos que él tenía sobre ella. Si la persona amaba su trabajo seguro será un
duelo más profundo que la persona que esté soñando con cambiar con su perfil laboral. Otro factor que
tendrá gran influencia será el rol económico que cumplía esta persona en su familia y los problemas de
salud que éste padecía con anterioridad al despido.

Al igual que en otros tipos de pérdidas, este duelo se caracterizará en principio por ingresar en estado
de shock e incredulidad para luego sustituirlo por el enojo y la ira contra quienes hayan tomado esta
determinación o bien culpándose a sí mismo por no haber hecho lo suficiente para conservar este
puesto laboral. Finalmente, se negocia con esta nueva realidad comprendiendo la realidad de esta
pérdida y aceptándolo como un hecho de la vida.

DUELO MIGRATORIO

La migración ha contribuido no sólo a riqueza cultural de los países sino que también ha dado lugar la
pérdida de identidad cultural de las personas que emigran.

La migración es el proceso de irse de un país, región o lugar de residencia para establecerse en otro.
Cuando una persona decide alejarse de su país de residencia se produce la pérdida de normas
culturales, costumbres religiosas y sistemas de apoyo social que conllevan la adaptación hacia una
nueva cultura que redefine su identidad. Esta pérdida de la estructura cultural genera en los
inmigrantes una reacción de aflicción vinculada a la pérdida de los vínculos familiares y las redes de

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apoyo. Se trata de una consecuencia natural de la inmigración en la que se expresan sentimientos de
culpa por abandonar su cultura y temor a perder los recuerdos de su pasado en el país de residencia.

Esta inmigración conlleva un duelo parcial ya que no se ha perdido a toda la familia, todas las
costumbres y todos los amigos sino que se ha dado una distancia física entre ellos. Además no es una
pérdida definitiva por lo que cada oportunidad de regreso y reencuentro con su país de origen da lugar
al reinicio de los sentimientos vinculados a este duelo. En este sentido, el duelo migratorio se
caracteriza por tener varios tipos de pérdidas integradas en él. Por un lado, se pierde el vínculo con la
lengua materna que es uno de los principales vínculos que un ser humano establece con su grupo
familiar. También se produce un duelo por la pérdida del estatus social ya que los proyectos de un
futuro promisorio en otro país se ven opacados por una realidad distinta que los coloca en una situación
social y económica muchas veces inferior a la que estaban en su país de origen. Esto es acompañado
por una separación de la familia y los amigos que lleva al inmigrante a reforzar este vínculo a pesar de la
distancias ya que muchas veces no encuentra en su nuevo país de residencia un espacio de contención
social y familiar que ayude a mitigar la ausencia de sus seres queridos. Por último, se produce la pérdida
de la tierra que representa la historia de sus antepasados generando, en muchas ocasiones,
pensamientos idealizados o erróneos sobre ella.

Como todo proceso de duelo, esta pérdida de su estructura social, familiar y cultural implicará un
proceso de adaptación en el que surgirán sentimientos de negación y resistencia a aceptar costumbres
diferentes a las de su país de origen hasta rabia y regresión hacia su nuevo entorno. Finalmente, aunque
no es posible en todos los casos, se producirá una adaptación a este nuevo lugar en donde logran
encontrar un espacio propicio en donde desarrollarse profesional y socialmente.

DUELO POR SEPARACIÓN O DIVORCIO

El duelo por separación se produce luego de una ruptura amorosa y es considerado uno de los eventos
más estresantes en la vida de una persona.

Este duelo requiere al menos de dos años para reconquistar el equilibrio permitiéndonos recuperar
nuestra vida en un nuevo contexto sentimental. Un divorcio puede ser repentino o el resultado de un
proceso más largo donde parte o la totalidad de las etapas del duelo son experimentadas antes del
divorcio. Estas etapas no son lineales ni ocurren de una manera ordenada. Sino que se trata de un ciclo
de ida y vuelta en el que es primordial permitirse expresar los sentimientos para una sana recuperación.

La “muerte” del matrimonio genera sentimientos de tristeza y de fracaso. La decepción por la


destrucción de los sueños y proyectos compartidos hace que el doliente se haga múltiples preguntas
como ¿Quién ha cambiado de los dos? ¿Qué podría haber hecho para evitar este divorcio? Es usual que,
a pesar de tener que adaptarse a esta nueva realidad familiar, la persona se siente bien durante los
primeros días de la separación debido a que trata de mantener su rutina diaria como si nada hubiera
sucedido trayendo una falsa sensación de seguridad. Sin embargo, luego de unas semanas esta
sensación se transforma en soledad e inclusive falta de rendimiento laboral debido a la pérdida de
concentración y a las dificultades para dormir. Se trata de una sensación de abandono que pone al
doliente frente a un futuro incierto donde surge la ira hacia el cónyuge porque siente que le ha fallado
en el cumplimiento de su proyecto familiar.

Luego de los seis o doce meses de la separación, la rutina familiar aún no ha encontrado un equilibrio
acorde mientras que será usual que se comience a ver con cada vez menos frecuencia a los amigos que
compartieron durante el matrimonio. Surgen sentimientos de pérdida y miedo que pueden convertirse,
en algunas ocasiones, en depresión llevando al doliente a una profunda introspección que lo obliga a

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confrontar con la realidad de esta ruptura. Luego de los dos años de la separación, se experimenta una
sensación de arrepentimiento aunque también la adquisición de cierta sabiduría. El doliente comenzará
a colocar sus energías en nuevos proyectos y relaciones sociales que ayuden a reforzar su autoestima
mientras que lentamente las rutinas del hogar toman orden al igual que la gestión del dinero. Se
establece un nuevo equilibrio que permite reconocer su responsabilidad en esta ruptura amorosa y se
muestran predispuestos a considerar una nueva relación amorosa.

LA MUERTE DE LA PAREJA.

Muerte de la pareja o viudedad

Según investigaciones de Colmes y Rahe (1967) la pérdida por muerte de la pareja está situada en
primer lugar de los acontecimientos vitales estresantes y se relaciona con el desarrollo de la
enfermedad física. Es, por lo tanto importante prestarle la atención adecuada para evitar en lo posible
los riesgos.

Duelos complicados

La evolución abajo citada es un proceso natural, pero en duelos complicados será necesario buscar
ayuda psicológica profesional, como por ejemplo si este duelo no permite el desarrollo normal de la
vida cotidiana, si se tienen intensos sentimientos de culpa, depresión prolongada, abuso de
medicamentos, etc.

Proceso por muerte de la pareja

-->Negación --> Asimilación --> Acomodación

Negación

La primera reacción es de negación “no puede ser verdad… no puede haber tenido un accidente,
seguramente se trata de un error”… etc. Existen muchas dificultades para asimilar completamente la
noticia, y este obstáculo resulta incrementado cuando la pérdida es súbita e inesperada.

En esta fase, se pueden dar respuestas airadas o enfados contra los que se cree son responsables
(médicos, personal sanitario, etc) o hacia aquellos que se creen “más afortunados”.

Esta negación de la realidad es como si se mirara a otro lado, hasta que la realidad se va imponiendo y
empezamos a acostumbrarnos y entender las implicaciones emocionales que tiene esta pérdida.

Asimilación

Después de la conmoción, y después de exteriorizar la negación y la ira se comienza a experimentar la


soledad y la tristeza en toda su intensidad. Se suelen realizar menos actividades y distanciarse del
mundo social, para poder realizar la “elaboración del duelo” y poder adaptarse a la pérdida.

Es necesario dar el tiempo necesario a esta asimilación, que tiene una duración que depende de varios
factores (ver Factores que intervienen en la duración de este proceso).

Acomodación

La angustia y tensión comienzan a ceder, dándose una aceptación resignada de la realidad. Poco a poco
se va recuperando un poco el control emocional, y comienza la plantearse la cuestión de ¿qué va a ser
de mi vida ahora?
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Ésta es la fase más larga, y como sucede en las otras fases, se dan dos pasos adelante y un paso atrás.

Factores que intervienen en la duración de este proceso

Todas las rupturas precisan pasar por el proceso antes citado. Y éste tiene una duración que oscila entre
los 6 meses y los 2 años, aproximadamente, dependiendo de varios factores:

De la personalidad. El rasgo de personalidad (tendencia a comportarse de una manera particular a lo


largo de una serie de situaciones) influye enormemente.

Sensibilidad. En el aspecto emocional hay personas que sienten las cosas, tanto las alegrías como las
tristezas de forma muy profunda, mientras que otras tienen vivencias más superficiales.

En el aspecto cognitivo, hay personalidades que, como habitualmente se dice “se comen el coco”, es
decir, entran en una espiral de pensamientos catastróficos que les inmovilizan y no pueden ver con
claridad, mientras que otros con más conocimiento de sí mismos y del proceso por el que están
pasando saben darse tiempo.

Recursos propios. El nivel alto de autoestima o confianza en sí mismo ayudará a no tener pensamientos
autodestructivos ni de acontecimientos catastróficos.

Forma de afrontar los problemas. Tienen ventajas las personas que saben hacer una evaluación de la
situación, y posteriormente una valoración de los recursos propios para hacer frente y controlar la
situación. Buscan, por ejemplo, apoyo emocional, etc.

Grado o importancia de la relación. La implicación, el grado de intimidad, la fase en la que se encuentra


(sobre todo si la relación se ha ido enfriando), el grado de pérdida que se siente puede oscilar mucho.

Apoyo social. Es indudable que una persona que cuenta con amigos o familiares que le quieren y le
entienden, con los que puede expresar sus sentimientos más profundos, y con los que se siente
apoyado y comprendido, constituye un elemento decisivo para amortiguar el dolor.

LA MUERTE DE UN HIJO.

La muerte de un hijo deja una huella de dolor que por siempre estará gravada en el corazón de sus
padres. Una parte de ellos se va junto a su hijo mientras que el futuro cambia para siempre… no sólo
pierden su presencia física sino también todos los sueños, proyectos y expectativas que tenían en
mente desde antes que naciera. Es que esta muerte va en contra del orden natural de la vida. Por eso,
su muerte te lleva a transitar una crisis vital profunda en la que todos los principios filosóficos,
espirituales y sistema de valores que hasta entonces te guiaban quedan en jaque absoluto. Los padres
se cuestionan si la vida tendrá algún sentido mientras se preguntan: “¿Cómo voy a hacer para sobrevivir
al dolor de su ausencia?”. El enojo se apodera de ellos como un huracán que desea arrasar con todo lo
que encuentra a su paso, entonces Dios, los médicos, su pareja e inclusive ellos mismos se convierten
en blanco de ataques por no poder haber evitado esta muerte.

Por supuesto, cada padre afrontará este duelo de manera absolutamente personal dependiendo de su
historia familiar, experiencias previas de duelo y el vínculo que lo unía a su hijo. Esto no significa que a
un padre le dolerá más o menos que a otro sino que, en base a estas variables, cada uno construirá su
propio camino de sanación. Es posible que esto traiga tensiones en la dinámica familiar afectando a la
armonía de la pareja… las emociones están a flor de piel mientras que la irritación y la culpa surgen con
una fuerza inusitada. Sin embargo, tu dolor es tan profundo como lo es para tu pareja, sólo que él o ella

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lo enfrenta y expresa de un modo distinto. Brindarle a cada miembro de la familia el espacio que
necesita para hacer su duelo es tan importante como ser pacientes entre ustedes mismos para así
construir espacios de comunicación en donde sea posible hablar libremente de sus sentimientos. En
este sentido, podemos distinguir algunas estrategias de afrontamiento saludables que te permitirán
transitar este duelo lo mejor posible para así construir con tu hijo fallecido un nuevo vínculo basado en
el amor y los gratos momentos que han compartido juntos ¿Estás preparado? No dejes de leer este
artículo que hemos preparado para ti.

LA MUERTE DE UN HERMANO.

Cómo lidiar con la muerte de tu hermano(a)

La pérdida de un familiar es probablemente una de las experiencias emocionales más difíciles que
alguna vez tenemos que afrontar. La muerte de un hermano o una hermana viene con su propio y único
grupo de pensamientos y sentimientos. Puede ser confuso y penoso a veces, independientemente de la
edad que tengas. ¿Cuál es mejor manera para lidiar con este tipo de acontecimiento?

Pasos

1. Debes aceptar que no hay ninguna “buena” o “mala” manera de lidiar con esto. Es posible que te
sientas paralizado o sin poder creerlo por algunos momentos. Es posible que sientas que deberías estar
más triste. Es posible que sientas que no podrías estar más triste que ahora. Es posible que quieras
gritar. Es posible que quieras estar solo. Todas estas son sensaciones normales y está muy bien sentirse
así. No te presiones para sentirte de una determinada manera.

2. Conversa lo más que puedas sobre cómo te estás sintiendo. Es posible que no siempre sea fácil
describirlo, pero trata de explicarle a los que te rodean cómo te sientes. Tus amigos cercanos y
familiares querrán ayudarte lo más que sea posible, pero no siempre sabrán cómo, así que decirles
cómo te sientes y cómo quieres que se comporten contigo les ayudará a descubrir la mejor manera de
ayudarte.

3. También debes darte cuenta de que es posible que necesites tiempo para ti. Aunque es bueno
conversar con otras personas lo más que sea posible, es probable que también necesites tiempo para
que proceses tus propios pensamientos y sentimientos. Eso está muy bien. Es posible que descubras
que ir a un lugar en particular te ayuda a enfocarte en tus pensamientos (podría ser un lugar que era
especial para tu hermano o hermana, el lugar en el que descansaba, un parque tranquilo o incluso tu
propio dormitorio). Es posible que también descubras que anotar tus pensamientos y sentimientos te
ayuda a dejar en claro las cosas en tu mente.

4. Crea recuerdos o artículos para festejar y recordar a tu hermano(a). En esto podría incluirse formar
parte de los preparativos del funeral al ayudar a escoger las canciones o las lecturas. Es posible que
incluso quieras leer algo en voz alta. Es posible que sientas que no puedes ayudar mucho en la
ceremonia y solo después sientas que puedes comenzar a recordar a tu hermano(a) sin que parezca
muy doloroso. Hay muchas ideas para artículos que puedes hacer para mantener vivo su recuerdo: un
álbum de recortes, cajas de recuerdos, álbumes de fotos, poemas, una lista de reproducción. Mientras
sean más personales, serán mejores para ti cuando quieras pasar algún tiempo recordando a tu
hermano(a) y los buenos momentos que compartieron juntos. Es probable que también descubras que
pasar el tiempo haciendo proyectos con otros familiares puede ayudarte a afrontarlo (es posible que
estos proyectos no guarden relación con tu hermano o hermana, pero puede ser de ayuda para que te
concentres en otra cosa, pese a que todavía estás en un ambiente en el que estás rodeado por personas
que saben por lo que estás pasando).
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5. Recuerda que no eres la única persona que está llorando la pérdida de alguien y que el
comportamiento de otras personas se influenciarán por esto. Otros hermanos, tus padres, primos,
abuelos, amigos, tías y tíos estarán conmovidos por la muerte de tu hermano(a) de diferentes maneras.
Recuérdalo y trata sus deseos y emociones con el mismo respeto que quieres que los tuyos sean
tratados. Es posible que te pregunten mucho sobre cómo lo están afrontando tus padres y podría verse
hiriente e irrespetuoso si pareciera que las personas están ignorando tus sentimientos por tratar de
comprender los de tus padres. Simplemente están tratando de ayudar y es posible que no se sientan
cómodos en preguntarte directamente cómo te sientes. Pero siempre recuerda que tus emociones y tu
manera de llorar la pérdida de tu hermano(a) y de afrontarlo son tan válidas como las de cualquier otra
persona.

6. Busca un apoyo psicológico u otra ayuda profesional. Este es un acontecimiento serio en tu vida y no
hay por qué avergonzarse en buscar ayuda desde afuera. Hay bastante ayuda ahí afuera y para muchas
personas es más cómodo conversar con gente que no sean sus amigos o familiares. Hay una gran
cantidad de lugares a los que puedes ir si sientes que lo necesitas, desde reuniones grupales hasta
sesiones privadas, líneas telefónicas y foros de Internet. Tu doctor podrá dirigirte en la mejor dirección.

7. Di concretamente que no sientan pena por ti. Una mirada compasiva de vez en cuando está bien,
pero a la mayoría de personas que han pasado esa terrible experiencia no les agradará la lástima que la
mayoría de las personas erróneamente piensan que les agrada. Si enseguida lo dejas en claro, la gente
tratará de evitar algo que te moleste, especialmente en momentos en los que estás sufriendo.

8. Siempre que estés hablando con alguien, no te comportes raro o saques el tema. Eso da como
resultado que sientan pena por ti, lo que es algo que no quieres en absoluto.

9. Llora por la pérdida, pero no demasiado. Esto también implica que no sientas lástima por ti.

10. Si alguien te regala algo que te recuerda a tu hermano(a) fallecido(a), guárdalo. No lo botes o te
deshagas de él de alguna manera. Después, cuando la pena haya pasado un poco, anhelarás los
recuerdos y un regalo que te recuerde a tu hermano(a) sería la cosa perfecta para sacar en ese instante.

11. Prepara tú mismo un pequeño “regalo de recuerdo”. Esto incluye álbumes de recuerdos, álbumes
de fotos, páginas web de dedicaciones, etc. Mantén constantemente a tu hermano(a) fallecido(a) en tu
corazón.

Consejos

No dudes en llorar.

Debes saber que nunca “superarás” la muerte de tu hermano(a), ya que es probable que siempre
quieras recordarlo(a) y siempre te apenará que se haya ido. Sin embargo, con el paso del tiempo,
encontrarás la manera más adecuada para que puedas mantener su recuerdo pero también para que
sigas adelante. Tendrás momentos felices nuevamente.

Las personas quieren ayudarte, así que pide ayuda siempre que lo necesites.

Conversa con la persona que has perdido como si estuviera contigo en el mismo cuarto. Dile cómo te
siente y cómo sientes su partida. Es una manera de decirle todas las cosas que es posible que no hayas
tenido la oportunidad de decírselo antes de que fallezca.

Hay muchas páginas web que ofrecen consejos y ayuda. Pueden ser páginas web sobre la pérdida de un
ser querido en general o páginas web que brinden ayuda al hermano de una persona que ha fallecido, o
incluso de manera específica a la causa de la muerte tu hermano(a).
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No exageres con los recuerdos. Es necesario que estés solo sin ningún recuerdo durante los primeros
días. Después, cuando haya pasado algún tiempo y comiences a extrañarlo, saca todos esos viejos
álbumes de fotos que nunca veías y comienza a hojearlos para ver las fotos.

Trata de seguir con tu propia vida. No hay mucho más que decir sobre esto: es sencillo y lo explica por sí
mismo. Tienes que dejar de esconderte en la sombra de la pena y el luto. ¡Demuéstrale al mundo que
puedes lidiar con una muerte!

Advertencias

Una pérdida tan grande puede llevarte a la depresión o a pensamientos de suicidio. Esto es normal,
pero asegúrate de buscar inmediatamente ayuda profesional de tu doctor si empiezas a padecer esto.

LA MUERTE UN AMIGO.

Cómo enfrentar la muerte de un amigo

Las amistades son algunas de las relaciones más significativas y transformadoras que tienes. Esta es la
razón por la que puede ser muy difícil afrontar la muerte de un amigo. Este amigo puede haber sido tu
confidente principal, tu secuaz o la persona que te apoyó durante el divorcio de tus padres. Si era joven,
el resultado de su muerte puede ser aún más impactante y confuso. Lidia con la muerte de tu amigo
buscando maneras de afrontar tus emociones, manteniendo viva su memoria y aprendiendo cómo
seguir con tu vida sin él.

Método

1. Asiste al funeral para decir “adiós”. Participar en ceremonias (como un funeral, un velorio o una
Shiva) ayuda a los vivos a despedirse de los fallecidos. Si se hará un servicio conmemorativo para tu
amigo, trata de asistir. También puedes llevar flores para colocar en el ataúd o consultar con la familia
para ver si puedes dejar un recuerdo en él.

Siéntate junto a la familia y a otros amigos. Estar cerca de otras personas que amaron a tu amigo te
ayudará a hacer duelo.

2. Haz duelo de la manera en que funcione para ti. Hay muchos mitos con respecto a cómo debe hacer
duelo una persona. La realidad es que debes hacerlo de la manera que mejor se adecúe a ti. Esto puede
incluir llorar, gritar, concentrarte en tu trabajo o sentarte silenciosamente. No hagas comparaciones con
respecto a cómo se debe hacer duelo, solo conéctate con tus sentimientos, sea como sea que los
experimentes.

Por ejemplo, no analices profundamente la manera en que haces duelo en comparación a otras
personas. Si no lloras, eso no significa que no quisiste a la persona.

Toma en cuenta que las emociones intensas (o la falta de estas) que sientes son temporales. El duelo,
sin importar cuán mal se sienta, no durará por siempre.

3. Deja que otras personas te ayuden. Tal vez desees aislarte de otras personas porque crees que no te
entenderán. Tal vez también estén afectadas por la muerte de tu amigo o tal vez solo quieran
consolarte. Acepta la ayuda cuando otras personas te ofrezcan hacerte compañía, hablar contigo o
traerte comida o bocadillos.

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4. Canaliza tus sentimientos hacia objetivos creativos. Las emociones negativas pueden ser horribles,
pero puedes usar esta energía para crear algo nuevo. Concentra el dolor en actividades creativas como
escribir, pintar o bailar. Tal vez el arte sea terapéutico.

Cuando no puedas dormir ni comer ni hablar, toma tu diario o un lienzo vacío y libera las emociones
que tienes dentro.

5. Tómalo con calma. No seas muy duro contigo mismo ni pongas la valla demasiado alta para ti mismo.
Trata de ser más benévolo y de hacer énfasis en el autocuidado. Puedes establecer una meta simple
cada día (como tomar el desayuno, ducharte o vestirte). Estas acciones te ayudarán a sentirte mejor,
además de ser muy manejables.

Trata de incorporar el autocuidado en cada día. Reza, haz yoga, medita, hazte un automasaje, lee un
libro o escucha música relajante.

EL ANCIANO CON ENFERMEDAD TERMINAL


CUIDADO Y APOYO AL ANCIANO CON ENFERMEDAD TERMINAL

Aunque la muerte nos rodea a todos, se suele contemplar como algo que afecta a los
demás, no a uno mismo.

El envejecimiento, por sí mismo, condiciona un pronóstico de vida limitado. Algunas


actitudes ante la muerte están asociadas a la edad, aunque lo que prevalece es la
percepción individual. No obstante, la edad avanzada es un factor que hay que tener en
cuenta, tanto si se trata de la edad en que sobreviene la muerte, como si nos referimos a la
persona que sufre la pérdida de un ser querido.

Los trabajos sobre la muerte y la vejez se refieren esencialmente a los temores y las
angustias suscitados al pensar en ella. Las conclusiones generales apuntan que el miedo a
morir no aumenta con la proximidad de la muerte por causa de la edad. Cáliz y Reinolds han
comprobado que los ancianos se sienten menos afectados por las consecuencias de su
propia muerte.

Por otra parte, la persona que sufre la pérdida de un ser querido debe abordar un
proceso de duelo que también está condicionado por la edad. La persona mayor suele sufrir
continuas pérdidas, de seres queridos, de salud, de libertad y de capacidades, que ole
permiten recuperarse para afrontar un nuevo proceso de duelo. Sobre todo cuando se trata
de la perdida de pareja, el anciano entra en situación de alto riesgo con probable afectación
grave a su salud física y psicológica.

El proceso de la muerte ha sido estudiado por psicólogos, médicos y otros


profesionales. El modelos propuesto por Kubler – Ross en 1969 para interpretar el proceso
es el mas conocido, aunque ha recibido numerosas criticas. Supone estadios por los que
pasaría el paciente moribundo hasta llegar a una etapa final de aceptación de la muerte.

 La negación y el aislamiento constituyen la fase inicial, una vez que se conoce el


pronóstico de muerte. Se da en mayor parte de los pacientes y es más angustiosa y duradera
cuando la noticia es comunicada bruscamente y por una persona no preparada
específicamente para ello. Esta fase no es solo característica del comienzo de la enfermedad,
sino que puede ser recurrente a lo largo del proceso. La mayoría de los pacientes no llevan la
negación al extremo. La fase de negación puede ir acompañada de sentimientos de soledad y
aislamiento que se pueden agravar con comportamientos de huida de los miembros de la

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familia o del propio equipo, que esquivan conversar con el paciente.

 La segunda fase de ira, se caracteriza por sentimientos de rabia, envidia y


resentimiento. Esta fase es muy difícil de afrontar por la familia y el personal. El paciente tiene
continuos motivos de quejan hacia quienes le rodean, especialmente hacia los más cercanos.
La actitud terapéutica seria la tolerancia y evitar personalizar el enfado.

 La tercera fase, de pacto, solo dura breves periodos de tiempo. Se caracteriza por el
uso de la negociación. Es un intento de posponer los hechos; incluye un premio a la
“buena conducta”. La mayoría de los pactos se hacen con dios y se guardan en secreto.

 La depresión acompaña a las perdidas tales como agravamiento, dolor o


adelgazamiento, y otras que se perciben como inminentes. En esta fase, la Dra. Kubler – Ross
considera que no debe estimularse al pecienta a ver el lado alegre de las cosas, pues eso
significa que no ha de pensar en su muerte inminente. Es preferible permitirle expresar su
dolor.

 La quinta fase, aceptación, implica haber superado las fases previas. El paciente
necesita dormir a menudo a intervalos breves; esta es una necesidad cada vez mayor, que no
significaba abandono. El paciente se distancia del mundo exterior.

*Agonía:
Se define cono el estado que precede a la muerte, ene. Que la vida se va
extinguiendo gradualmente.

Es lógico pensar que al proceso de agonía no se da en el cien por cien de los


pacientes, ya que a algunos les sobrevendrá la muerte de forma repentina e inesperada. Es
característico en esta fase el deterioro progresivo, con cambios frecuentes y bruscos, con
agotamiento sucesivo de la energía, con cambios en el nivel de conciencia o sin ellos.
Generalmente es una situación de alto estrés emocional que provoca el sufrimiento en el
paciente y su familia.

El proceso de la agonía es variable de unas personas a otras. La evolución clínica de


la enfermedad, las características individuales del anciano, sus recursos personales,
culturales, espirituales, y familiares, condicionan las manifestaciones de agonía.

En líneas generales se pueden identificar diversos signos clínicos:

 Perdida del tono muscular, que motiva la debilidad extrema inmovilidad,


incontinencia etc.

 Enlentecimiento de la circulación que produce disminución de la sensibilidad,


enfriamiento periférico, y en ocasiones livideces y signos de isquemia periférica.

 Cambios en las constantes vitales, generalmente hipotensión, bradicardia,


taquipnea con fases de apnea. En ocasiones pueden aparecer fiebre por infecciones
recurrentes.

 Alteraciones cognitivas con disminución del nivel de conciencia, desorientación


o agitación, aunque se pueden mantener lucido hasta una fase avanzada.

 Alteraciones seno – perceptivas, disminución de la visión, alteraciones del


gusto y del olfato. La sensibilidad auditiva y la táctil parecen se los sentidos que se
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mantienen durante mas tiempo.

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En contra de la creencia muye extendida de que la mejor intervención enfermera es la
pasividad, los cuidados enfermeros en la fase final tiene enorme importancia. Si el anciano
permanece en su domicilio, la familia debe tener instrucciones claras y concretas que
reduzcan su ansiedad, sin sobrecargarles de tareas. Si es posible, el profesional enfermero
debe estar presente en esta fase. O por lo menos, la familia debe tener un teléfono de
contacto con el equipo.

Las intervenciones enfermeros se pueden dividir en tres grupos: control de síntomas,


apoyo emocional y atención espiritual.

El criterio es actuar sobre los síntomas que causan malestar en el paciente. Requiera
trabajo en equipo, asegurando la prescripción médica de los fármacos que se prevé
requerida el paciente. La medicación que no cause acción inmediata no debe utilizarse. El
cuidador principal debe tener instrucciones claras del uso de medicamentos según el
síntoma. Los más frecuentes son:

Dolor: asegurar que tiene prescrito y disponible el tratamiento preciso, generalmente


opiáceos. Si estaba administrándole la medicación por vía oral y el paciente deja de deglutir,
asegurar medicación parenteral, preferentemente por vía subcutánea, previo ajuste de
dosis.

Disnea: que provoca ansiedad y angustia en el paciente. El tratamiento de elección es


también la morfina. Además puede mejorar la respiración modificando la postura, dando
instrucciones verbales de control de la respiración del paciente, acompañándole,
mostrándole interés y preocupación, proporcionándole aire fresco y limpiándole y
refrescándole la boca frecuentemente.

Estertores: presentes en el 70% de los pacientes agónicos. Provocados por


secreciones en oro faringe. Pueden producir gran malestar al paciente e inquietud a los
familiares. El paciente puede mejorar cambiando de posición. El tratamiento farmacológico
consiste en la administración subcutánea de anticolinergicos (escopolamina o hioscina),
según prescripción.

Crisis de agitación: en los ancianos es frecuente y responden a múltiples etiologías. Se


debe descartar la incomodidad, la retención urinaria y al dolor. El tratamiento farmacología
no más frecuente el haloperidol por vía subcutánea.

Dado que se trata de una situación de sufrimiento emocional, de debe poner especial
énfasis en las intervenciones de apoyo del paciente y la familia, fundamentalmente al
cuidador principal; a continuación se dan algunas sugerencias:

 Mantener la comunicación con el paciente, aun en el acaso en que existan


datos de perdida de conciencia. Dar masajes cortos e interesándose por su
bienestar. Usar el contacto físico y estimular a los familiares para que lo
hagan.

 Escuchar a la familia y aceptar los momentos de tensión emocional, prestando


especial atención al cuidador principal.

 Interesarse por las posibles necesidades espirituales del enfermo y la familia.

 Garantizar la respuesta inmediata del equipo en caso de necesidad.


 Dar consejos prácticos y concretos sobre los trámites a realizar.

*Duelo:
Es el estado en el que una persona o familia experimenta respuestas emocionales e
intelectuales como consecuencia de una pérdida.

A pesar de que puede aplicarse a la perdida de un persona o cosa amada, aquí nos
referimos exclusivamente al primer supuesto: perdida de un ser querido.

La aflicción es la respuesta emocional a la perdida. La profundidad de la aflicción depende de


muchos factores, como la personalidad, las relaciones previas y la intimidad con el se perdido,
las perdidas previas y los recurso personales. Aunque es difícil generalizar, la edad avanzada
puede influir en el proceso de duelo. La persona mayor suele sufrir perdidas mas frecuente
en los últimos años de su vida; esto hace que la recuperación se haga más difícil.

La perdida de la pareja es una situación de crisis especial pues pone al anciano en riesgo de
múltiples problemas de salud tanto física cono psicológica. Por lo general, la capacidad de
adaptación es mayor en la mujer. El anciano varón puede percibir la perdida con igual
intensidad, pero cuenta con menos recursos para afrontarla, ya que en la generación de
nuestros mayores los roles de ama de casa no se han compartido equilibradamente, lo que
añade un sentimiento de desvalimiento en el anciano.

La perdida de un se querido es psicológicamente traumática. El duelo es un proceso


adaptativo para devolver el equilibrio. Aunque nos se trata de un proceso lineal, se pueden
describir unas etapas más o menos sistematizadas:

 Experimentar pena y dolor

 Sentir miedo, ira , culpa y / o resentimiento

 Experimentar apatía, tristeza y desinterés

 Empezar a mirar con esperanza la reconstrucción de la vida sin el ser querido.

Pueden presentarse manifestaciones múltiples, entre otras:

 Llanto, sentimientos de tristeza, expresiones de culpa, ira o resentimiento.

 Manifestaciones físicas de vació de estomago, tirantez de tórax o garganta,


sensación de ahogo, boca seca.

 Pensamientos negativos recurrentes, periodos esporádicos de


desesperación.

 Alucinaciones visuales o auditivas

 Trastornos del sueño perdida del apetito o comportamientos


bulímicos, apatía o hiperactividad, aislamiento social.
A su vez se presentan algunas tareas del proceso del duelo.

 Reconocer y aceptar la perdida

 Sufrir pena y dolor

 Reconducir la vida sin la persona desaparecida

 reconducir las relaciones interpersonales con su ausencia

Se reconsidera que el duelo ha finalizado cuando la persona puede hablar del ser querido
desaparecido con manifestaciones de aceptación de esta perdida. El plazo considerado
normar varia ampliamente, oscilando entre los 6 meses y 2 años. Pro las razones antes
mencionadas. Los ancianos pueden no llegar a resolver su duelo nunca.

*Duelo disfuncional:
Se define como el fracaso a la prolongación en el uso de respuestas intelectuales o
emocionales mediante las que los individuos intentan superar el proceso de
modificación del auto concepto provocado por una perdida.

Los ancianos son un grupo de riesgo para el duelo disfuncional. Se pueden identificar
manifestaciones como.

 Revivir experiencias pasadas con poca o ninguna reducción de la aflicción

 Inicio o exacerbación de respuestas somáticas o psicosomáticas

 Expresión de sufrimiento o negación de la perdida

 Expresiones de culpa, cólera, tristeza, o llanto

 Alteraciones del sueño o de los hábitos alimentarios

 Ausencia de contactos sociales


DEFINICIÓN Y NIVELES DE INTERVENCIÓN.

¿Qué es la Consejería Tanatológica?

La consejería de los enfermos en fase terminal es una labor que consiste en recorrer el trayecto
con el moribundo o con la persona que está sufriendo una perdida, marchar a su ritmo y en el
sentido escogido por él, así como escucharlo, darle la mano y contestar sus preguntas; estar
realmente con él, ese es el regalo más grande que pudiéramos ofrecerle. La Tanatología ayuda a
que el enfermo en fase terminal replantee,

reformule y acepte sus conceptos y creencias personales, de modo que sea el único que tome las
decisiones respecto a su vida, en caso de ya no poder ser capaz de hacerlo por sí mismo, existe la
opción del llamado Testamento de Vida.

Durante el curso de una enfermedad terminal, los familiares y el personal médico que lo asistan
deben estar muy conscientes que el paciente se encuentra en un proceso de confrontar muchas
pérdidas, en algunas de las cuales participarán y otras sólo las llevará en silencio, estas pérdidas
pueden ser físicas y psicológicas regularmente acompañadas de cambios difíciles de aceptar, tanto
por él mismo, como por sus familiares. Lamenta lo que esperaba y ya no verá, dejar a sus seres
amados, quizá no haber logrado objetivos deseados, elabora un recuento de su vida misma y el
sentido de ésta.

No se debe ocultar al enfermo en fase terminal la gravedad de su padecimiento, pues él percibe la


incongruencia de lo que se dice, el deterioro de su salud física y se percata de las señales no
verbales que muestran la angustia de su familia y la gente que le rodea. En esos momentos, el
enfermo en fase terminal por lo general se encuentra aislado y temeroso y busca la oportunidad
de hablar de sus temores ante la muerte; sin embargo, la mayoría de las veces no encuentra los
oídos capaces de escucharlo, a quienes pueda gritarles su miedo, su angustia, él va a un destino
desconocido, necesita entonces una mano que con amor lo sostenga y le diga, “No te preocupes
todo irá bien, vete en paz, tu vida ha valido la pena”.

NIVELES DE INTERVENCIÓN

Intervención en crisis, es una intervención que se requiere como urgente. Una crisis es un estado
temporal de trastorno, y desorganización caracterizado principalmente por una incapacidad del
individuo para manejar situaciones particulares, y el fracaso en la solución de problemas.

Acompañamiento, es el acto de ponerse al servicio del otro, sin anteponer nuestros deseos o
interés, de modo que a través de las herramientas que la persona posee pueda encontrar formas
de planear sus necesidades y resolver sus pendientes, así como lograr la expresión de
sentimientos por medio de la escucha y el diálogo.

Consejería, es el diálogo en donde dos personas conceptualizan, una aclara y conduce hacia
alternativas y la otra toma sus propias decisiones, la consejería va más allá de proporcionar
información, se trata de ayudar a considerar su situación personal, sus sentimientos y
preocupaciones. Estos niveles de intervención conducen al individuo que está pasando por una
situación de dolor ante una pérdida a restaurar su equilibrio emocional, físico, intelectual y
espiritual, para llevar una vida plena.

TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN

Es necesario que no solo las personas en duelo, si no también algunos profesionales de la salud así
como la población en general conozcan un poco sobre el apoyo que se puede ofrecer y recibir tras
haber sufrido la muerte de un ser querido, es importante pues cualquiera de nosotros en algún
momento de nuestra vida podríamos beneficiarnos de este tipo de ayuda.

Ante el duelo por la muerte de un ser querido existen 3 tipos de intervenciones (Schut, et al.
2001):

Las primarias, abiertas para todo aquel que haya sufrido una pérdida reciente o que el suceso de
esta pérdida que sea próximo, para dolientes en procesos de duelo agudo (Shear, 2011) o duelo
normal (ejemplos de esto serían los grupos de autoayuda, el acompañamiento por parte de
profesionales o voluntarios, y los medios informáticos –redes sociales- webpages- etc).

Las secundarias, aquellas dirigidas a personas que presentan algún factor que pudiera indicar una
posible complicación en el proceso (duelo de riesgo) y que requieren el apoyo de un profesional,
psicólogo y/o tanatólogo (profesionales de la salud que conozcan sobre la atención durante la
pérdida y procesos de counselling), por ejemplo grupos de psicoterapia o programas dirigidos a
personas que hayan perdido a un ser querido por suicidio, padres de hijos fallecidos tras una
enfermedad crónico degenerativa, padres con pérdidas perinatales, etc.

Las terciarias, intervenciones dirigidas a personas que presentan complicaciones en su proceso de


duelo, que requieren un tratamiento psicofarmacológico y/o psicoterapéutico específico.

Para tratar un Duelo Complicado (Shear et al., 2011) o un duelo que presenta algún otro trastorno
asociado como pudieran ser la depresión mayor, algún trastorno de la conducta alimentaria o
alguno de los distintos trastornos de ansiedad es necesario que el tratamiento sea dado por un
profesional certificado con amplia formación en el ámbito de la psicoterapia de duelo, no solo con
nociones de tanatología o de pequeñas formaciones en psicoterapia. Es necesario que los
profesionales seamos conscientes de nuestras limitaciones y sepamos que existen tratamientos
específicos para una persona que cumple con este diagnóstico, y que ésta puede verse afectada en
lugar de ayudada si tan solo se le atiende desde la buena intención y no con el debido tratamiento
profesional.
BIBLIOGRAFIA.

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http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1137-66272007000600012

https://www.nexos.com.mx/?p=25090

https://kidshealth.org/es/teens/someone-died-esp.html

https://es.wikipedia.org/wiki/Duelo_(psicolog%C3%ADa)#Ayuda_profesional

https://manejodelduelo.com/que-es-el-duelo-y-cuales-son-las-tareas-para-su-elaboracion/

https://psicologiaymente.com/psicologia/tipos-duelo

https://es.wikipedia.org/wiki/Muerte

https://www.monografias.com/trabajos92/muerte-definicion-y-caracteristicas/muerte-
definicion-y-caracteristicas.shtml

https://es.wikipedia.org/wiki/Tanatolog%C3%ADa#Periodos_de_muerte

https://es.scribd.com/doc/93450307/ANTECEDENTES-HISTORICOS-DE-LA-TANATOLOGIA

https://definicion.de/perdida/

http://www.psicoarea.org/duelo.htm

https://manejodelduelo.com/como-afrontar-la-muerte-de-un-hijo/

https://es.wikihow.com/lidiar-con-la-muerte-de-tu-hermano(a)

https://es.wikihow.com/enfrentar-la-muerte-de-un-amigo

http://cvonline.uaeh.edu.mx/Cursos/Licenciatura/Enfermeria/ProgramaNivelacion/A19_Proble
mas_Senil/Unidad%204/lec_41_anciano_enfermedad_terminal.pdf
http://corporativohospitalsatelite.blogspot.com/2013/07/que-es-la-consejeria-
tanatologica.html

http://tanatologiayduelo.blogspot.com/2012/08/tipos-de-intervencion-en-procesos-de.html

http://www.medigraphic.com/pdfs/enfe/en-2006/en063f.pdf

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