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López
Aspectos de la morfología del verbo latino y su relación con el verbo español
Si bien cuando hablamos de lenguas neola- de museo que nada tiene que ver con nues-
tinas tratamos de un fenómeno lingüístico tro presente.
nuevo, es observable todavía en ellas la hue-
lla profunda de la lengua madre, y esta hue- Por todo ello, el estudio de la morfología
lla va más allá de aspectos visibles como el del verbo latino y su relación con el español
léxico o la fonética. Una de las huellas más quiere reivindicar el valor del estudio de lo
profundas de la lengua madre se encuentra clásico y de las fuentes de nuestra cultura,
en la morfología del verbo de las lenguas sin pretender menoscabar los estudios sin-
romances que, en términos generales, con- crónicos y sin negar validez a otros enfo-
servó con bastante fidelidad el verbo latino, ques. Simplemente decimos que es un enfo-
como puede observarse en el caso concreto que necesario.
del verbo español.
El estudio no es exhaustivo. Consciente-
Palabras claves: morfología, aoristo, lexema, mente se omiten aspectos del verbo, como
tema, deponente, conjugación, flexión, modo, tiempo, clasificaciones según su conjugación, su sig-
aspecto, indoeuropeo, romance, neolatino, morfema, nificado y su origen, entre otros aspectos.
desinencia. Esto nos permite hacer el trazo fundamen-
tal de la morfología del verbo.
Introducción
Parte primera: el verbo latino
Los estudios diacrónicos de la lengua espa-
ñola tuvieron un gran apogeo en finales del La.hipótesis.del.indoeuropeo
siglo XIX y durante la primera mitad del XX,
impulsados por los hallazgos de la gramá- La hipótesis que sostiene que el sánscrito,
tica comparada. Los mismos, actualmente, el griego y el latín son lenguas afines y tie-
parecen haber caído en desuso, corriendo nen un origen común es una de las gran-
con ello la misma suerte que estudios his- des contribuciones científicas de William
tóricos y clásicos de otras áreas del conoci- Jones (1746-94), un gran orientalista inglés.
miento, que han sido sacrificados en aras de A este origen común es a lo que llamamos
lo contemporáneo, lo tangible, lo inmediato, indoeuropeo.
lo útil. En esta búsqueda de la utilidad es-
tamos a punto de caer, no obstante, en una Con el desarrollo de la así llamada gramática
condición cultural peligrosamente ignara. comparada, en el siglo XVIII, nuevos miem-
bros se fueron agregando a la familia indo-
Pese a lo anterior, es necesario afirmar una europea, entre los que tenemos el germáni-
vez más la necesidad de ir a las fuentes; si co, el eslavo y el iranio.
bien el estudio de las mismas no puede ser
visto con petulancia intelectual, como pura El concepto de indoeuropeo se refiere, según
curiosidad o como el examen de una pieza Monteil (2003: 28), “a la lengua común a
partir de la cual algunas alteraciones parti- se extiende hasta la mitad septentrional del continen-
cularizadoras han dado lugar a las lenguas te indio, a través de Irán y de Afganistán.
indoeuropeas conocidas”. Hay que aclarar,
no obstante, que no conocemos esa lengua Para Monteil (2003: 29), indoeuropeo es una
ni tenemos escrito alguno de ella; pero sí co- noción puramente lingüística; esto es, no sir-
nocemos a su numerosa descendencia. ve más que para designar una lengua que está
detrás de un conjunto de ecuaciones lingüísticas.
Watkins (1995: 57), por su parte, define al Estas ecuaciones podrían expresarse así: entre
indoeuropeo de la siguiente manera: lenguas como el griego, el latín y el sanscri-
to “existen una serie de correspondencias”.
Indoeuropeo es el nombre que por razones geográficas Entre estas Monteil menciona una serie de
se asigna a una familia lingüística amplia y genética- números y nombres del campo familiar.
mente bien definida, que comprende la mayor parte
de las lenguas de Europa, antiguas y actuales, y que En el caso de los números, podemos ver sus
correspondencias en el siguiente cuadro:
Para explicar estas correspondencias, según que traspasó los límites de la península itá-
Monteil (2003), debe excluirse el así llamado lica, difundiéndose por toda Europa, y más
préstamo lingüístico, sobre todo porque su dis- allá de sus confines.
tancia geográfica y cronológica lo habrían
impedido. Tampoco es posible explicar por Según Tagliavini (1973), la expansión del
la vía del azar. La única explicación posible latín por el vasto territorio que abarcó el
es el “origen común”. Imperio trajo como consecuencia, primero,
que ejerció una gran influencia –y también
Tomemos un ejemplo que suele aducirse la padeció – sobre las lenguas de los diferen-
para explicar la idea del indoeuropeo. Ima- tes pueblos y, segundo, el latín pasó de ser
ginemos que desconocemos una lengua una lengua relativamente unitaria en Roma
llamada latín. Pero en nuestros estudios a convertirse en una lengua que se fue dife-
de las lenguas romances observamos que renciando en las distintas regiones. Añade
entre ellas existe una extraña relación de el gran filólogo italiano que estas diferen-
afinidad.1 Concluimos, en nuestro análisis cias fueron limitadas y controladas mientras
comparativo, que ninguna de las lenguas existía un fuerte nexo de las provincias con
neolatinas pudo copiar a otra contempo- la metrópoli; pero con la caída del Imperio
ránea o generarse a partir de una de ellas. y su disolución política, las diferencias se
Entonces llegamos a una hipótesis genética: ahondaron hasta el surgimiento de las len-
todas ellas debieron haber tenido un tronco guas neolatinas o romances.
común del cual derivan; ese origen común
ciertamente no lo conocemos, pero eso no A las provincias romanas llegó el latín en sus
es razón suficiente para negar su existen- variadas formas. Como nos informa Lapesa
cia. A ese tronco común le llamamos latín. (1973), por un lado llegó el latín literario a
Luego, al cabo de unos años, un estudioso través de sus poetas y sabios;2 pero también
de la historia del romance descubre escritos el así llamado sermo vulgaris o latín vulgar,
en latín, la lengua que origina todos los ro- que no es otra cosa que la lengua hablada
mances; entonces, encontramos elementos por los diversos sectores sociales; y que
empíricos de nuestra hipótesis, de algo que también recibe los nombres de sermo plebeius
ya sabíamos. Algo parecido es lo que suce- o sermo cotidianus (Obediente Sosa, 2000: 28).
dió con el indoeuropeo.
Es obvio que con la caída del Imperio, la Menéndez Pidal (1905: 8) concluye que
desaparición de una metrópoli que sirviera nuestra lengua, además de derivar del latín
de unidad política y lingüística, la pérdida vulgar, es un hecho todavía más complejo:
de todos los logros del Imperio en materia
científica, artística y educativa, originó que Pero si el latín vulgar explica la parte más grande
cada ex provincia siguiera su propio rumbo y castiza de la lengua española, no puede explicarla
político, y también en su desarrollo lingüís- toda. Gran porción de nuestro idioma, como de to-
tico, en el cual prevaleció el latín vulgar que, dos los romances, procede del latín literario.
con el tiempo, dio lugar a lo que conocemos
hoy lenguas romances. En otras palabras, el El griego y el latín forman parte de las así
español –y con él todas las lenguas roman- llamadas lenguas de flexión, es decir, lenguas
ces– surgen como una evolución del latín que expresan las relaciones de las categorías
vulgar o de una especie de lengua común como sustantivos, determinantes, adjetivos,
o koiné latina. (Tagliavini, 1973). Obediente participios y gerundios mediante cambios,
Sosa (2000: 30) explica este proceso de la alteraciones o quiebres morfológicos, y no
siguiente manera: mediante el orden de la oración, como su-
cede en nuestra lengua y en el resto del ro-
Las grandes innovaciones experimentadas por el mance. En resumen, expresan las relaciones
latín vulgar van a alcanzar su apogeo una vez el sintácticas mediante la forma de las palabras.
Imperio desmembrado; la lengua hablada en cada (Martínez Bigorra, 1976)
provincia va a dar rienda suelta a sus propias ten-
dencias sin que haya nada que las frene; el resultado Un ejemplo nos ayudará a entender lo an-
será la fragmentación lingüística de la Romania y la terior. En la oración simple en español yo
subsiguiente aparición de las lenguas romances. Es- tengo un perro, tomemos el sustantivo perro.
tas lenguas son, por tanto, la continuación no tanto Del mismo podríamos decir que es el ob-
del latín literario o lengua clásica como del latín jeto directo de la oración, y que completa
popular o vulgar. (…) la acción del verbo transitivo activo tengo.
¿Cómo sabemos que es el objeto directo?
En este mismo tópico, Menéndez Pidal En general, lo sabemos por el orden de la
(1905) afirma que tras el desmembramien- oración: sucede al verbo tener y sobre aquel
to del Imperio se siguió usando el latín en recae la acción directa del verbo. No sabe-
gran parte del mismo, pero especialmente mos que es objeto directo por marcas mor-
en la región occidental. Esto sucedió muy fológicas que tenga la palabra perro que nos
a pesar de las invasiones de pueblos ex- lo indiquen; de esta manera, la forma perro
traños, sobre todo los bárbaros. Anota el no sufre alteraciones si es sujeto (el perro
sabio español que el latín se siguió hablan- tiene hambre), si es objeto indirecto (di un
do de manera alterada y diversa en cada hueso al perro), o si está en aposición (tengo
provincia. hambre de perro).
En cambio, para expresar las relaciones an- relativa libertad del periodo latino la sustituye un
teriores en latín, la palabra perro tendría que orden fijo. (Tagliavini, 1973: 320)
sufrir alteraciones morfológicas que indiquen
su función en la oración. Si digo tengo un perro, A los diferentes cambios o alteraciones
el latín escribiría canem habeo (el perro/canem morfológicas que sufren los sustantivos,
como objeto directo va en el caso llamado los determinantes, las formas pronomina-
acusativo); pero si dijera el perro tiene hambre, les, los adjetivos y algunas de las formas no
podría escribir canis famem habet (el perro/ca- personales del verbo en las diversas relacio-
nis como sujeto de la oración, el caso llamado nes que expresan en la sintaxis latina se les
nominativo); pero también famem canis ha- conoce con el nombre de declinación, de las
bet y canis habet famem, entre otras. Con ra- cuales la lengua de Horacio conoce cinco
zón, Vineis (1995: 395) afirma que en cuanto modelos o paradigmas para declinar todas
al orden de los constituyentes de la frase en esas formas lingüísticas.
latín en la época clásica “es totalmente libre
y admite todas las combinaciones”, aunque Descripción general del verbo latino
hay una cierta preferencia por el orden sujeto-
objeto-verbo, al igual que en griego. Cuando hablamos de las diferentes trans-
formaciones que sufre el verbo en su pro-
No obstante todas las posibles combinacio- ceso de significación, es preferible que las
nes, el significado seguiría siendo el mismo, mismas sean llamadas conjugación, y no flexión
como en nuestra oración a propósito del verbal, como algunos suelen llamarla.3 Los
perro. Nótese que la palabra perro, canis, su- verbos no se flexionan, sino que se conjugan.
fre alteraciones que indican su función en la
oración; esta función la indican sus cambios Los sustantivos y las demás formas decli-
morfológicos, no su posición en la oración. nables en latín se clasifican según su termi-
Pero esto solo sucede en la oración en latín nación o desinencia en el caso llamado geni-
y en griego, no en español. tivo singular; con esta información sabemos
a qué paradigma pertenece una forma, y a
En suma, los sustantivos alteran su forma –y partir de aquí podemos declinarla. En el
las otras formas ya mencionadas– según su verbo, en cambio, sabemos a qué paradig-
función en la oración o en el discurso. Por ma o conjugación pertenece determinada
eso decimos que el latín, también el griego, forma cuando observamos la terminación o
es lengua de flexión. Esta diferencia radical desinencia del infinitivo presente (Kinchin,
entre la sintaxis del latín y la de las lenguas 1982). Así, decimos que 4
pertenece
romances es de suma importancia:
sucede en las lenguas occidentales modernas. nuó empobreciéndose en el latín vulgar, sustituyendo
En latín yo puedo decir, por ejemplo, laud- varias formas sintéticas por otras analíticas.
o, yo alabo, donde el sujeto gramatical es el
agente de la acción verbal. Pero puedo decir, Pierre Monteil (2003) habla también de la
también, laud-or, soy alabado, donde el sujeto voz impersonal, y por ella entiende aque-
del verbo no es el agente de la acción, sino lla “desprovista de autonomía morfológica”
que la padece. En el primero de estos casos (pluit, llueve; tonat, truena, etc.).
hablamos de voz activa, mientras que en el
segundo hablamos de pasiva. Esta última se El tiempo de la acción verbal en latín puede
expresa en latín con una forma verbal, y no ser categorizado en tres: pasado, presente y
con una perífrasis, circunloquio o rodeo. futuro.11 La idea de tiempo de la acción ver-
bal –tense, en inglés- no puede ser separada
Pero en la voz latina encontramos otro as- de la idea de aspecto de la acción. En este
pecto desconocido en español y en las len- punto, Monteil (2003) anota que las lenguas
guas occidentales modernas: los verbos de- occidentales modernas conceden un gran
ponentes. ¿Qué es un verbo deponente? Se espacio a la noción de tiempo, pero que
trata de verbos que desde un punto de vista esto no era así en el indoeuropeo, donde
morfológico se presentan únicamente en la la oposición fundamental era en torno a la
voz pasiva, pero que su significado es activo. perspectiva de aspecto.
Incluso en los tiempos compuestos o peri-
frásticos se debe tener mucho cuidado en la La categoría de tiempo verbal en latín, en
traducción de estos verbos. Así, el verbo hor- suma, es definida de la siguiente manera:
tor significa yo exhorto; pero si yo digo horta-
tus sum, esto no debe ser traducido como un La noción de tiempo verbal consiste en localizar el
pasivo perifrástico (yo soy exhortado), sino de proceso en su duración, representada en forma de
manera activa, esto es, debe traducirse como una línea continua, sobre la cual una marca deter-
un perfecto activo: yo he exhortado. (Kinchin, mina, a un lado y otro de sí misma, una duración
1948; Janssens, 1990; Monteil, 2003) pasado y una duración por venir. Esta marca corres-
ponde generalmente al instante de la duración en que
Por ejemplo, el verbo misereor10 está morfo- se sitúa el acto del habla, y equivale al presente del
lógicamente en la voz pasiva, pero su signi- hablante. (…) (Montiel, 2003: 305)
ficado es activo: yo tengo compasión; lo mismo
podría decirse de furor, yo robo. Este mismo
fenómeno lo encontramos en griego. A este 10 Desde un análisis estrictamente morfológico, tanto misereor
como furtor son indicativo presente pasivo, primera persona
respecto, Menéndez Pidal (1905: 178) anota: singular; pero desde un punto de vista semántico son activos. No
es posible encontrar las formar miserere y furtare, que serían las
El verbo latino ya representaba un estadio empo- formas esperadas del infinitivo presente activo correspondiente.
11 En griego tenemos un tiempo adicional: el aoristo, que señala
brecido del verbo indoeuropeo, pues carecía de la voz una acción terminada en un tiempo remoto con respecto al pre-
media, del modo optativo, del número dual; conti- sente del hablante.
Al referirnos a aspecto, según Monteil (2003), ere en el infinitivo presente activo, legere) y
no se sitúa un proceso por referencia al mo- cuarta conjugación (verbos terminados en –
mento en que se produce el acto del habla, en el infinitivo presente activo, ). Así
“sino por una especie de referencia inter- también, hay quienes identifican una quin-
na al proceso mismo”. En otras palabras, ta conjugación, a la que llaman mixta; esta
cuando hablamos de aspecto nos referimos conjugación sería una especie de fusión de
a la acción en términos de un proceso a la tercera y la cuarta, y el verbo que la re-
punto de acabarse, en su comienzo, mien- presentaría muy bien sería (tomar,
tras dura, en su término, acabado, etc. El capturar). (Janssens, 1990; Martínez Bigo-
aspecto en latín está contenido en los pro- rra, 1976)
cedimientos morfológicos, mientras que en
otras lenguas se hace mediante palabras que En cualquier forma verbal encontramos un
se añaden al verbo. tema, constituido por una parte invariable
del verbo en determinada parte de la conju-
Cuando decimos, por ejemplo, (yo gación, y unas desinencias o morfemas, que nos
alabaré), que en latín es un indicativo imper- dan información gramatical del verbo, tales
fecto activo, de la primera persona singular, como: modo, voz, tiempo, aspecto, persona
nos referimos a una acción que se realizará y número.
en el futuro, con respecto al presente del ha-
blante; y hasta aquí tenemos con ello la idea En el infinitivo laudare, por ejemplo, laud-
de tiempo. Pero la forma verbal es también sería el lexema, el cual nos da información
imperfecta, y con ello señalamos características sobre el significado del verbo. –are, en cam-
específicas de la acción, la cual es considerada bio, serían las desinencias o morfemas que,
inconclusa o no acabada; con ello tenemos la en este caso, podrían ser descompuestas en:
idea de aspecto de la acción que, como de- -a-, que nos da información sobre la conju-
cíamos, es inseparable de la idea de tiempo. gación a la que pertenece el verbo, que en
De ahí que podamos hablar de aspectos de la nuestro caso se trata de la primera. Este
acción, y esto lo hacemos con las categorías morfema suele ser llamado vocal temática. El
de perfecto, pluscuamperfecto e imperfecto. morfema –re nos informa sobre el modo y el
tiempo del verbo, en este caso nos dice que se
Las conjugaciones latinas trata de un infinitivo presente activo.
inglés).12 Por ejemplo, para todas las formas convierte en laudab-; esta –b- interpuesta
perfectivas de la primera conjugación, el entre el lexema y los demás morfemas in-
lexema es modificado mediante la adición dicaría, entonces, imperfección de la acción
de una -v- que indica perfecto; en nuestro expresada por el verbo. Así, decimos que el
caso, laud- se convierte en laudav-. De igual tema del imperfecto en la primera conjuga-
modo, para todas las formas imperfectas de ción es laudab-; esto es válido tanto para la
la primera conjugación, el lexema laud- se voz activa como para la pasiva.
Continua…
12 En los sustantivos cada uno suele tener un tema; en el verbo, en cambio, hay múltiples temas en el proceso de la conjugación.
13 Esta forma tendría su origen en cantare habeo, dicere habeo, que en un principio significaban he de cantar, tengo que decir. Poco a poco fue
adquiriendo el significado de un futuro imperfecto, sustituyendo a amabo.
Continua…
14 En latín tenemos un imperativo para la tercera persona, singular y plural, pero esto se perdió en el romance. Sólo en el imperativo no se conser-
varon todas las personas latinas: Las personas latinas se conservaron todas, salvo la tercera persona del imperativo: amāto, amanto (sustituidas
por el presente subjuntivo ame, amen), y las enfáticas de la segunda persona: amato, amatōte.
15 Desde un punto de vista morfológico, el subjuntivo alabase tiene mucho de parecido con el subjuntivo pluscuamperfecto latino: amāvissem
Perfecto laudāv-erim
-erīs
-erit
-erimus
-eritis
-erint
Pluscuamperfecto laudāv-issem
-issēs
-isset
-issēmus
-issētis
-issent
Infinitivo presente laud-āre alab-are
Continua…
fijo, que “en latín imperial era –ideare”, ñizar, y afirmaríamos que El Salvador se
es uno de los recursos más importantes está hondureñizando. El sufijo derivativo
de la lengua española para formar nue- que aquí utilizamos para el verbo hon-
vos verbos, sobre todo a partir de sus- dureñizar es el morfema griego -
tantivos. (Menéndez Pidal, 1905) (izein), que ya utilizaban los griegos
En el habla popular muchas veces este para la misma estrategia verbal, y que
sufijo derivativo, que fonéticamente es significa imitación. Este morfema deri-
un hiato, se transforma en un diptongo, vativo lo encontramos en la formación
–iar, y así un campesino, cuando rocía en de muchos verbos en la época helenista,
sus cultivos un químico llamado folidol, y sobre todo en uno muy popular que
suele decir: vamos a folidoliar. se refería al proceso cultural de heleni-
2) Es sabido que en español muchas veces zación del Oriente Medio,
podemos formar verbos de la primera (hellenízein), helenizar, adoptar el patrón
conjugación, partiendo de sustantivos, griego de vida.17 Es muy probable que
pero utilizando otro morfema. Veamos este sufijo haya pasado al latín imperial
esto con un ejemplo altamente hipo- bajo la forma de –ideare y que el español
tético. Imaginemos que Honduras se lo transformó en el sufijo –ear e –iar, en
convierte, pronto, en la gran potencia el habla popular. Según Menéndez Pidal
militar y económica de Centroamérica, (1905:231), este sufijo fue utilizado en
y que muchos países del área asumen el periodo de decadencia bajo la forma
el modo hondureño de vida; entonces –izare, y “así formó verbos como bapti-
podríamos llamar a ese proceso hondure- zare, latinizare, etc.”
Continua…
monu-erim
Perfecto -eris
-erit
-erimus
-eritis
-erint
Pluscuamperfecto monu-issem
-issēs
-isset
-issēmus
-issētis
-issent
Infinitivo presente monēre deb-er
Continua…
Continua…
Presente leg -ō
-is
-it
-imus
-itis
-unt
Pretérito imperfecto leg- ēbam
-ēbās
-ēbat
-ēbāmus
-ēbātis
-ēbant
Futuro imperfecto leg- am
-ēs
-et
-ēmus
-ētis
-ēnt
Pretérito perfecto Lex -ī
-istī
-it
-imus
-istis
-ērunt/ēre
Pretérito pluscuamperfecto lex - eram
-erās
-erat
-erāmus
-erātis
-erant
Continua…
Continua…
Comentario sobre la segunda y la licas. Con razón, San Agustín refiere que los
tercera conjugaciones africanos confundían las palabras latinas (o
breve, hueso) y (o larga, boca); la diferencia
La segunda y la tercera conjugaciones en entre ambas vocales es puramente de cantidad.
latín – y - se caracterizan por Sin embargo, para un hablante de latín clásico
llevar una larga, la segunda; mientras que resultaba obvia la diferencia fonética entre
la tercera por tener una breve. Muchos y ; con el tiempo, no obstante, esta diferen-
autores piensan que una de las caracterís- cia fue desapareciendo entre los hablantes.
ticas principales del vocalismo latino sea la Menéndez Pidal (1905) nos informa que el
oposición entre longitud y brevedad vocá- latín vacilaba en algunos verbos de la segun-
Continua…
18 En español desapareció por completo el participio presente activo, quedando únicamente el participio pasivo. Cuando se emplea viviente, que
histórica y morfológicamente es un participio activo –lo mismo que durmiente, combatiente, cantante, andante, ambulante, caminante, vidente,
oyente, entre otros–, en su uso no hay conciencia de que se trate de una forma verbal, esto es, esas formas lingüísticas están desvinculadas del
verbo del que históricamente provienen, y aparecen en la lengua como formas sueltas.
Continua…
Continua…
cēp-erim
Perfecto -eris
-erit
-erimus
-eritis
-erint
Pluscuamperfecto cēp-issem
-issēs
-isset
-issēmus
-issētis
-issent
Infinitivo presente Capīre
Continua…
del perfecto, lex-, debo añadirle el morfema De lo anterior queda constancia en el ita-
–erit, y así tendríamos lex-erit, que él haya leído. liano, que construye el perfecto ho amato (he
amado) y, a su vez, el pretérito indefinido
Modos verbales presentes únicamente en español amai (amé), al que Lázaro y Tusón (1989: 6)
prefieren llamar perfecto simple. En español,
En sentido estricto, solo hay dos formas del en cambio, la forma se transformó en amé,
español que no están presentes en latín: el po- pero siempre se conservó el perfecto peri-
tencial simple (amaría) y su forma perifrástica frástico he amado.
(habría amado), así como el pretérito anterior o
indefinido (amé). En cuanto al potencial, este La ausencia de un pretérito indefinido en la-
puede ser explicado de la siguiente manera: tín –ya dijimos que esta significación verbal
el latín expresa esas ideas con el subjuntivo la asume el pretérito perfecto– plantea pro-
perfecto y pluscuamperfecto. El potencial, blemas adicionales. En la lengua griega, a di-
como sabemos, es inexistente en latín, y a ferencia del latín, sí encontramos una forma
este respecto Menéndez Pidal (1905) afirma especial para expresar la idea de una acción
que el español se enriqueció con tiempos que acaecida en un tiempo indeterminado; se
en latín no existían, como he amado, hubiese trata del así llamado tiempo aoristo. A propó-
amado, amaría, habría amado. sito del aoristo, Morwood (2002: 61) señala:
“This tense simply tells us that a single event
El pretérito indefinido (amé). El latín desco- happened in the past”. Pero esto se refiere
noce el tiempo aoristo, que sí encontramos en específicamente al aoristo indicativo. Pero
griego, y con el que se expresa la temporali- sabemos que hay otros aoristos: participio,
dad de una acción conclusa. El latín, al insistir infinitivo, imperativo, subjuntivo y optativo;
en el aspecto de la acción verbal más que en en estos casos el aoristo no indica tempora-
su temporalidad, deja al contexto la idea de lidad en que sucede un acontecimiento, sino
una acción temporalmente conclusa, la que singularidad de la acción. (Ibid.)
suele expresar con el pretérito perfecto. Así,
podría significar he alabado o alabé. El gran filólogo alemán Max Zerwick (1974)
¿De dónde surgió alabé? En el latín vulgar, nos aclara mejor el significado del aoristo en
el perfecto poco a poco fue perdien- la lengua griega. Dice el gran sabio que una
do el infijo v, y se fue imponiendo la forma descripción puede servirnos para enriquecer,
amai que el romance heredó. Al respecto, explicar o adornar un concepto; pero si se
Menéndez Pidal refiere que la forma ordina- hace lo mismo en términos gramaticales eso
ria – fue olvidada en latín vulgar, el cual constituye una limitación. Si decimos, por
contrajo en una las dos sílabas de esta ter- ejemplo, que un adjetivo modifica al sustanti-
minación, como ya hacía a veces el latín lite- vo; podríamos afirmar que el sustantivo mesa
rario. Está documentado el perfecto , incluye a cualquier mesa; si, por el contrario, a
pero también y, así mismo, el perfecto mesa le añado un adjetivo, y digo mesa redon-
y . da; esta excluye otras clases de mesa. Si añado
otros adjetivos y expreso mesa redonda y limpia, perfecto latino “asume funciones propias
limito más su aplicación. Esto mismo, dice de aoristo y del perfecto, que confluyeron
el gran profesor, sucede con el aoristo en la en él formalmente”. Además, debe decirse
lengua griega, como su mismo nombre nos que el pretérito indefinido español –que es
lo indica –aoristo viene de (sin una forma evolucionada del pretérito per-
límites o determinaciones)–, y significa lo si- fecto latino– tiene muy poco que ver con
guiente: lo indeterminado, en el sentido de la idea del aoristo indicativo griego. En este
no implicar continuidad o repetición (como sentido, bien podrían ser ciertas las palabras
el imperfecto), pero tampoco persistencia en de Menéndez Pidal cuando afirma que el
el presente (como el perfecto). En resumen, verbo latino era un estado empobrecido del
agrega Zerwick, el aoristo no expresa dura- verbo indoeuropeo.
ción; pero tampoco la excluye. El aoristo ve
simplemente la acción como algo puntual, o En fin, el griego y el latín son lenguas alta-
punctiliar, como se expresa esta idea en inglés. mente complejas en la morfología del verbo
Usando una figura geométrica, el aoristo y del sustantivo, así como en la sintaxis; por
puede ser visto como el punto central de un eso ambas podían expresar ideas extrema-
círculo que el verbo nunca describe, pero que damente complejas con la riqueza de su for-
se puede conocer “por el contexto o por una ma verbal; probablemente estas expresiones
inferencia lógica”. (1974: iii) lingüísticas eran más sutiles que las nuestras,
sin que esta proposición indique una adhe-
El griego también conoce el pretérito per- sión a la idea de W. von Humboldt sobre
fecto, al igual que el latín y el español, y con la superioridad de este tipo de lenguas con
él expresa una acción ya realizada o cum- respecto a las lenguas sin flexión.
plida; pero los resultados de la acción están
presentes en el momento del hablante. En El potencial
realidad, sostiene Zerwick, el pretérito per-
fecto en griego es más bien un presente. El Menéndez Pidal (1905: 179) observa que el
pretérito perfecto poco tiene que ver con su verbo latino representaba “un estado empo-
par inglés o español, encontrado en oracio- brecido del verbo indo-europeo, pues care-
nes como yo he estado en Roma hace muchos años. cía de la voz media, del modo optativo, del
(Zerwick, 1974: xxiv) número dual, continuó empobreciéndose
en latín vulgar, sustituyendo varias formas
En cuanto al pretérito perfecto latino y es- sintéticas por otras analíticas”. La ausencia
pañol, entonces, podríamos decir que no del optativo –que sí está presente en grie-
son equivalentes entre ellos en lo que se re- go– puede explicarse de la misma manera
fiere a su significado; pero tampoco coinci- en que se explicó la ausencia del aoristo: el
den con el significado del pretérito perfecto latín hizo confluir el aoristo y el perfecto, así
griego; en este sentido tiene razón Vineis como fusionó los modos subjuntivo y opta-
(1995: 394) cuando afirma que el pretérito tivo. (Vineis, 1995)
Referencia bibliográfica
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