Está en la página 1de 3

El primer ministro de Etiopía,

Abiy Ahmed, gana el Premio


Nobel de la Paz 2019
El dirigente africano recibe el galardón por impulsar el fin del
conflicto fronterizo con Eritrea tras dos décadas de
enfrentamiento
El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, en una visita en Roma en enero.
En vídeo, así es el premiado con el Nobel de la Paz. SIMONA GRANATI
(REUTERS) / VÍDEO: REUTERS-QUALITY

El primer ministro de Etiopía Abiy Ahmed, de 43 años, ha sido


elegido este viernes Premio Nobel de la Paz 2019. “Nos
sentimos orgullosos como nación”, ha sido su primera reacción
según una nota emitida desde su oficina en Addis Abeba. Entre
sus méritos se encuentran la firma de la paz con Eritrea tras un
agrio conflicto de dos décadas y su decisiva mediación en el
proceso de transición en Sudán, que condujo este mismo año a
un acuerdo entre civiles y militares. Desde que llegó al cargo, el
2 de abril de 2018, ha protagonizado una auténtica revolución
democrática en su país. Promovió a la presidencia de su país a
Sahle-Work Zewde, la única mujer jefa de Estado en África, y
nombró un Gobierno paritario, entre otras profundas reformas.

Cuando muchas quinielas apuntaban a la adolescente noruega


Greta Thunberg, que se ha erigido en un icono de la lucha
contra el cambio climático, el Comité Noruego del Nobel ha
decidido entregar el Nobel de la Paz a uno de los dirigentes
africanos de moda. La llegada al poder de Abiy Ahmed supuso
una auténtica bocanada de aire fresco en todo el continente,
pero sobre todo en Etiopía. Una de sus primeras medidas fue la
liberación de miles de presos políticos y dar por terminado el
estado de emergencia en su país, que había sido usado por el
Gobierno anterior para cometer violaciones de derechos
humanos, según organizaciones internacionales.

Abiy Ahmed, de padre musulmán de la etnia oromo y madre


cristiana ortodoxa de Ahmara, ha emprendido un camino de
profundas reformas en un sistema político marcado por los
equilibrios étnicos. Ingeniero informático de formación, se unió
desde joven al grupo armado que forzó la caída del dictador
Mengistu para, posteriormente, entrar en el Ejército, donde
desempeñó tareas de comunicación e inteligencia. En paralelo
comenzó su carrera política en el Partido Democrático Oromo,
convirtiéndose en diputado de la coalición gobernante en 2010.

Su afán reformista, que en el ámbito de la economía persigue la


liberalización y apertura de la economía, no ha sido bien
recibido por todos. El 23 de junio de 2018, apenas tres meses
después de su llegada al poder, le lanzaron una granada que le
explotó a menos de 20 metros aunque no le causó ningún daño.
Las primeras investigaciones apuntaron a sectores
involucionistas dentro del Ejército y las fuerzas de seguridad.

Sin embargo, el Comité del Nobel ha valorado sobre todo la


firma de la paz con Eritrea, un viejo conflicto que enfrentaba a
los dos países vecinos y que concluyó con el restablecimiento de
las relaciones diplomáticas el 8 de julio de 2018, pero también
sus constantes esfuerzos hacia la paz en Sudán del Sur y en
Sudán, donde a instancias de la Unión Africana logró que civiles
y militares golpistas firmaran un acuerdo para la creación de un
consejo de transición.

El premio Nobel de la Paz se fue ya el año pasado en parte a


África, al recibirlo el médico congoleño Denis Mukwege, que lo
compartió con la activista iraquí yazidí Nadia Murad, ambos
distinguidos por sus esfuerzos para terminar con el uso de la
violencia sexual como arma de guerra en conflictos armados.

También podría gustarte