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Sociodrama ética:

LA VIRTUD QUE NO ESTÁ ESCRITA

Temas incluidos:

Integrantes:

Narrador: Ruiz Romero Carlos Eduardo.

Empresario: Martínez Aguilar José Luis

Policía:

Padre: Ruiz Equihua Edgar Eduardo.

Madre: Jiménez Cañada Fátima Lizeth.

José: Méndez Martínez José Alfredo.

Pueblerino #1: Figueroa Guido Jaime Fabricio.

Pueblerino #2: Alvrego Velázquez José Emanuel.

Escenografía:

-Escritorio.

-Hojas de papel.

-Pluma.

-Fondos de presentación.

-Sábanas.

-Cajón.

-Pistola de juguete.

-Camilla.

-
GUIÓN:

Narrador:

Dentro de un pequeño pueblo a las orillas de Michoacán, sus pobladores viven una vida simple y
pacífica lejos de la civilización. Aunque su contacto con la tecnología es prácticamente nulo, son
felices conviviendo con la naturaleza y ejerciendo sus costumbres. Sin embargo, todo cambió
cuando un exitoso y avaro empresario compró una gran extensión de tierra junto al humilde
poblado con el propósito de inaugurar su nueva fábrica de (inserte marca o producto), cambiando
la geografía y salud ambiental del medio para siempre. Esta es la historia de los Pueblerinos que
levantaron la voz para hacer un cambio.

ACTO I

José se encuentra trabajado la tierra en el huerto de su familia mientras su madre prepara la


comida y su padre lee el periódico, hasta que escucha unos ruidos parecidos a los de una
maquinaria proveniente del bosque, por lo que deja su actividad y corre expectante con sus
padres.

José: Apá, apá, ¿qué son esos ruidos?

Padre (visiblemente enojado mirando el periódico): Son máquinas. Las trajo un empresario que
llegó al pueblo hace poco. Con eso está cortando los árboles para hacer espacio para su fábrica.

Madre: No puedo creer que le hayan dado la tierra junto al lago tan fácilmente. ¡De ahí es de
donde sacamos nuestra agua! Ni siquiera sé si es seguro comer esta comida.

Padre: Tú no te preocupes. Esto no va a seguir así por mucho tiempo. Pronto nos reuniremos todo
el pueblo para hablar con el del trajecito ese. Y si eso no funciona… (Muestra la pistola que lleva
siempre en el cinturón al público con aire de malicia)

(Madre e hijo se muestras asustados y preocupados por el gesto de su padre).

Madre: ¡Dios Jaime! ¿No te parece eso un poco demasiado excesivo?

Padre: O se hace de una forma o se hace de otra Fátima. El cómo sea depende del burguesito ese y
solo de él.

José (nervioso): Uff, bueno. Mejor me voy a alimentar a las ovejas. Apá…

Padre: ¿Qué?

José: No te pongas en peligro, por favor.

Padre (resoplando): ¡Bah! El que debería tener miedo es él.

ACTO II
Jaime se encuentra en el bar del pueblo junto con dos de sus amigos pueblerinos, charlando a la
vez que toman desmesuradamente.

P1: ¡JAJA! Y entonces, cuando le dije al guacho “¿Plata o plomo?”, el muy móndrigo se desmaya.
¡Así que le agarré la cartera!

TODOS: (Risas).

P1: No, no, no. ¿Saben qué es lo más gracioso? ¡Que ni traía pistola!

TODOS: (Risas estridentes).

Padre (entre risas): ¡JAJAJÁ! No compadre, solo espera a que vayamos con el (inserte insulto
barato) este. Una vez le partamos su… mandarina, verás cómo de rápido se va con todo y sus
máquinas esas.

(Sus amigos guardan silencio).

Padre: ¡¿Qué?! ¿Por qué tan callados? ¿Qué no piensan ayudarme con esto?

P2: Esto no es lo mismo compadre. Ése del trajecito nada malo ha hecho.

Padre: ¿Pero qué estás diciendo? Si está cortándonos los árboles con sus maquinotas y
manchándonos el río y además…

P1 (Interrumpiéndole): Puede ser compa, pero…

P2: El guacho nos dijo que si seguía su fábrica esa iba a dar parte de las ganancias al pueblo. ¡Al fin
tendremos buena economía!

P1: Un Starbucks Jaime, ¡tendremos un Starbucks!

Padre: ¿Y a quién le importa el méndigo (inserte nombre mal escrito de Starbucks)? ¡Lo que son
ustedes son cobardes! Iré yo mismo a darle una platicadita.

P2: Pff, como quieras compadre; es tu decisión entrar en el bote.

Padre (indignado): ¡¿Cómo?!

P1: El guacho ése está protegido por el estado, todo lo hace legalmente y bien planchadito.

Padre: Hmm, ¡ya verán! Yo me encargaré del méndigo trajeado solo.

(El padre sale de la escena molesto).

P1/2: Sí, ya veremos (dicen mientras cuentan un fajo de billetes entre sus manos).

ACTO III:
(Han pasado unos meses y la influencia de la contaminación en los ríos enfermó a José quien está
desfalleciente en su cama con su madre cuidándolo cuando el padre llega del trabajo).

Madre (angustiada): Ay Jaime, qué bien que llegas. Se puso muy mal. ¡La fiebre está más alta que
nunca!

Padre: No puede ser, ¿ya le mandaste hablar al doctor?

Madre: Sí, ya está viniendo.

(Los padres siguen por la casa preocupados y nerviosos cuando entra el doctor).

Doctor: Buenas tar…

Madre: Ay doctor, al fin que llega. Ahí está mi José. Por favor revísemelo.

Doctor: Claro señora.

(El doctor pasa a revisarlo mientras los padres hablan al frente).

Padre (enojado): En verdad Fátima. Te juro que si algo le pasa a José voy a…

Madre: No días eso, ya no digas eso. Todo va a salir bien.

(El doctor se levanta y va hacia ellos).

Doctor: Esta no es una buena situación. Su hijo se encuentra muy grave.

Padre: No me diga eso doctor. ¿Qué podemos hacer?

Doctor: Por ahora dele estas pastillas. Si no se estabiliza les va a tocar llevarlo a la ciudad. Y de una
vez les digo. No está barato.

(El doctor sale).

Madre: ¿Qué podemos hacer? No tenemos el dinero para llevarlo a la ciudad.

Padre: Orita hay que cuidarlo y echarle ganas Fátima. Solo eso podemos hacer.

(Se abrazan (tal vez))

ACTO IV:

(Con las luces apagadas se nos muestra a la madre cuidando de José, quien está peor que nunca,
mientras el padre observa).

Madre: ¡Hijo, aguántame! No te me mueras orita.

Hijo: (Tose más fuerte).


Madre: (Lo abraza hasta que se deja de escuchar una toz). ¿Hijo?

(Lo suelta y descubre que murió).

Madre: Oh, no Edgar. ¿Qué vamos a hacer?

(El padre sin decir nada corre hacia el mueble donde guarda la pistola y corre hacia la puerta.

Madre: Hey, ¡espera!

ACTO V:

(Se encienden las luces se muestra al empresario en su escritorio, organizando unos papeles.
Edgar entra rápidamente y lo confronta).

Padre (enojado): ¡Ahora sí ya la hiciste! Vamos a acabar con esto ahora.

Empresario: ¿Qué? ¿Tú quién eres? ¡¿De qué estás hablando?!

Padre: Soy el que perdió un hijo por tu culpa. Ahora verás las consecuencias.

Empresario: ¿Ah sí? ¿Y qué planeas hacer al respecto?

Padre (sacando la pistola): Esto.

Empresario (preocupado): Oye, oye; tranquilo. No hagas algo de lo que te puedas arrepentir.

Padre: Nada de eso, ya no tengo nada que perder. (Apunta más la pistola de forma amenazante).

Empresario: ¡Espera! Espera. No vas a detener nada así. Incluso si yo me voy, la gente verá la
oportunidad que ofrece esta tierra vendrán más en mi lugar. ¡Tú no puedes frenar el progreso por
siempre!

Padre (estresado): Esto no es progreso para nosotros. Estamos perdiendo nuestros cultivos y
nuestra salud. Ahora prepárate a…

Madre: ¡Hey! Espera. No tienes por qué hacer esto.

Padre: Pus ya lo estoy haciendo.

Madre: ¡No! Hay otra forma. Es cierto que es legal tener una empresa en estas tierras, incluso
cerca del rio, pero eso no le quita responsabilidad a los dueños. (Mira al empresario). Tú tienes la
responsabilidad de garantizar la seguridad del medio ambiente de nuestro pueblo, así como haces
uso de nuestros recursos.

Padre: ¿Tons qué?

Madre: Entonces iremos a denunciarlo con las organizaciones del medio ambiente que
necesitemos para sacarlo de aquí, a ver si así llega algún otro empresario responsable.

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