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-Escritorio.
-Hojas de papel.
-Pluma.
-Fondos de presentación.
-Sábanas.
-Cajón.
-Pistola de juguete.
-Camilla.
-
GUIÓN:
Narrador:
Dentro de un pequeño pueblo a las orillas de Michoacán, sus pobladores viven una vida simple y
pacífica lejos de la civilización. Aunque su contacto con la tecnología es prácticamente nulo, son
felices conviviendo con la naturaleza y ejerciendo sus costumbres. Sin embargo, todo cambió
cuando un exitoso y avaro empresario compró una gran extensión de tierra junto al humilde
poblado con el propósito de inaugurar su nueva fábrica de (inserte marca o producto), cambiando
la geografía y salud ambiental del medio para siempre. Esta es la historia de los Pueblerinos que
levantaron la voz para hacer un cambio.
ACTO I
Padre (visiblemente enojado mirando el periódico): Son máquinas. Las trajo un empresario que
llegó al pueblo hace poco. Con eso está cortando los árboles para hacer espacio para su fábrica.
Madre: No puedo creer que le hayan dado la tierra junto al lago tan fácilmente. ¡De ahí es de
donde sacamos nuestra agua! Ni siquiera sé si es seguro comer esta comida.
Padre: Tú no te preocupes. Esto no va a seguir así por mucho tiempo. Pronto nos reuniremos todo
el pueblo para hablar con el del trajecito ese. Y si eso no funciona… (Muestra la pistola que lleva
siempre en el cinturón al público con aire de malicia)
Padre: O se hace de una forma o se hace de otra Fátima. El cómo sea depende del burguesito ese y
solo de él.
José (nervioso): Uff, bueno. Mejor me voy a alimentar a las ovejas. Apá…
Padre: ¿Qué?
ACTO II
Jaime se encuentra en el bar del pueblo junto con dos de sus amigos pueblerinos, charlando a la
vez que toman desmesuradamente.
P1: ¡JAJA! Y entonces, cuando le dije al guacho “¿Plata o plomo?”, el muy móndrigo se desmaya.
¡Así que le agarré la cartera!
TODOS: (Risas).
P1: No, no, no. ¿Saben qué es lo más gracioso? ¡Que ni traía pistola!
Padre (entre risas): ¡JAJAJÁ! No compadre, solo espera a que vayamos con el (inserte insulto
barato) este. Una vez le partamos su… mandarina, verás cómo de rápido se va con todo y sus
máquinas esas.
Padre: ¡¿Qué?! ¿Por qué tan callados? ¿Qué no piensan ayudarme con esto?
P2: Esto no es lo mismo compadre. Ése del trajecito nada malo ha hecho.
Padre: ¿Pero qué estás diciendo? Si está cortándonos los árboles con sus maquinotas y
manchándonos el río y además…
P2: El guacho nos dijo que si seguía su fábrica esa iba a dar parte de las ganancias al pueblo. ¡Al fin
tendremos buena economía!
Padre: ¿Y a quién le importa el méndigo (inserte nombre mal escrito de Starbucks)? ¡Lo que son
ustedes son cobardes! Iré yo mismo a darle una platicadita.
P1: El guacho ése está protegido por el estado, todo lo hace legalmente y bien planchadito.
P1/2: Sí, ya veremos (dicen mientras cuentan un fajo de billetes entre sus manos).
ACTO III:
(Han pasado unos meses y la influencia de la contaminación en los ríos enfermó a José quien está
desfalleciente en su cama con su madre cuidándolo cuando el padre llega del trabajo).
Madre (angustiada): Ay Jaime, qué bien que llegas. Se puso muy mal. ¡La fiebre está más alta que
nunca!
(Los padres siguen por la casa preocupados y nerviosos cuando entra el doctor).
Madre: Ay doctor, al fin que llega. Ahí está mi José. Por favor revísemelo.
Padre (enojado): En verdad Fátima. Te juro que si algo le pasa a José voy a…
Doctor: Por ahora dele estas pastillas. Si no se estabiliza les va a tocar llevarlo a la ciudad. Y de una
vez les digo. No está barato.
Padre: Orita hay que cuidarlo y echarle ganas Fátima. Solo eso podemos hacer.
ACTO IV:
(Con las luces apagadas se nos muestra a la madre cuidando de José, quien está peor que nunca,
mientras el padre observa).
(El padre sin decir nada corre hacia el mueble donde guarda la pistola y corre hacia la puerta.
ACTO V:
(Se encienden las luces se muestra al empresario en su escritorio, organizando unos papeles.
Edgar entra rápidamente y lo confronta).
Padre: Soy el que perdió un hijo por tu culpa. Ahora verás las consecuencias.
Empresario (preocupado): Oye, oye; tranquilo. No hagas algo de lo que te puedas arrepentir.
Padre: Nada de eso, ya no tengo nada que perder. (Apunta más la pistola de forma amenazante).
Empresario: ¡Espera! Espera. No vas a detener nada así. Incluso si yo me voy, la gente verá la
oportunidad que ofrece esta tierra vendrán más en mi lugar. ¡Tú no puedes frenar el progreso por
siempre!
Padre (estresado): Esto no es progreso para nosotros. Estamos perdiendo nuestros cultivos y
nuestra salud. Ahora prepárate a…
Madre: ¡No! Hay otra forma. Es cierto que es legal tener una empresa en estas tierras, incluso
cerca del rio, pero eso no le quita responsabilidad a los dueños. (Mira al empresario). Tú tienes la
responsabilidad de garantizar la seguridad del medio ambiente de nuestro pueblo, así como haces
uso de nuestros recursos.
Madre: Entonces iremos a denunciarlo con las organizaciones del medio ambiente que
necesitemos para sacarlo de aquí, a ver si así llega algún otro empresario responsable.