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Es verdad que la tierra ha representado un factor esencial a la hora de estudiar los procesos

de colonización del país, sin embargo no es el único que explica la realidad conflictiva del
país. Como afirma Catherine Legrand (1986), la posesión de la tierra no solo era necesaria
para la subsistencia, también representó una salida para que el campesino consiguiera la
independencia del poder del hacendado; este “sueño colombiano” fue bastante factible dado
que para 1850 el 75% del territorio nacional era baldío. La ausencia estatal en cuanto al
control territorial y sobre el control de la distribución rural permitió que, por un lado
surgiera una clase media más fuerte y con apoyo popular al ser esta uno de los aliados de
los colonos y por el otro, se fuera formando una ideología campesina que buscaba la
independencia económica, la consecución de sus derechos y sobre todo un recelo hacia el
Estado y hacia las élites hacendadas. El punto central es que el Estado no atendió de frente
el problema agrario. Si bien con las llamadas colonizaciones programadas se pretendió
organizar estos tipos de movilización social y conseguir una mayor presencia estatal, esto
fue insuficiente. El atraso de esta acción gubernamental se puede explicar por la relación de
violencia – poder presentada por Machado1 (2009) porque el poder de las élites fue
direccionada, en algunos casos mediante la violencia, para impedir que se pudiera instaurar
una normativa que reglamentara la tenencia de la tierra y especialmente el pago de
impuesto por poseerla. Claros ejemplos de esta dicotomía se ven presentada en los fracasos
de reglamentar el contexto social gracias a presión de élites para así poder seguir
controlando grandes extensiones de tierra. Se vivió con el primer intento reformista
impulsado por el expresidente López Pumarejo con la ley 200 de 1936 pero un escenario
más evidente de este poder elitista en el aparato del Estado se dio con las reformas de 1973
mediante la ley 4. En este paquete jurídico se comenzó a eliminar la función social de la
sociedad al restringir los condicionantes para llevar a cabo una expropiación de predio, se
limitó al mímino la noción de producción y permitió que comenzara la desintegración de la
ANUC (ley 4, 1973). En síntesis, la capacidad estatal para poder ejercer un control
administrativo efectivo en la totalidad del territorio ha sido precaria, perimitiendo la
concentración de tierras, la pugna entre clases sociales y la profundización de la
desigualdad en el país. Asiminso, es necesario evidenciar el desinterés de las élites políticas
y económicas en permitir una transformación rural, llevando a que fracasasen los pocos
esfuerzos transformadores de los gobiernos.
Ahora bien, otro punto esencial en el contexto rural fue la exclusión de las clases
campesinas del ejercicio de la política (Gonzales, 2010) y en general, aquellas ideas que
pretendieran un cambio estructural en las dinámicas sociales, políticas y económicas
especialmente fueron tratadas de eliminar. El ejemplo más representativo y el más conocido
es el periodo del Frente Nacional. Esta época, a pesar de cumplir con la meta propuesta,
mitigar la violencia bipartidista que estaba azotando la nación, generó la estocada final para
que se desatase el conflicto armado interno más largo que ha vivido el país, y uno de los
más largos a nivel internacional (con la guerrilla de las FARC). Como principales causas
que detonaron los conflictos posteriores se puede siturar de nuevo el desinterés de las élites
gobernantes de cambiar el status quo y la débil capacidad Estatal para hacerle frente a los
problemas que estaban surgiendo, especialmente en la periferia. En primer lugar, para
clarificar el argumento expuesto anteriormente, se podría decir que el escenario más
adecuado es el Frente Nacional (1958-1974) especialmente porque de facto eliminó
cualquier alternativa para que una fuerza distinta a los partidos liberal y conservador
pudiera surgir. Si bien es cierto que varios grupos con una tendencia más reformista
hicieron parte del ruedo político, especialmente bajo el ala liberal (El Movimiento
Revolucional Liberal e incluso militantes anapiastas), (Dávila….)esto no fue necesario para
poder conseguir el cometido: generar un escenario distinto al vivido; hacer parte del juego
mediante el ala de alguno de los dos partidos reinantes no permitía generar una
trnasformación de fondo por el simple hecho de que ellos representaban una minoría y
quienes tenían el control real del poder, es decir las clase política tradicional, estaba
enfocada principalmente en acabar con el conflicto bipartidista.

Ahora, otro factor que sumó para la aprición de grupos guerrilleros fue la histórica ausencia
del Estado en el territorio nacional. No se puede afirmar que la ausencia estatal fue
completa, sino como lo afirma Gonzales (m,,,) fue diferenciada. No obstante, aquellos
territorios donde no existe un control político y administrativo por parte del Estado, será
ocupado por grupos que desafían ese poder puesto que encuentran un espacio para
comenzar a ejercer dominio. En esta parte su vuelve útil retomar el argumento de Reyes
(mmm) “Donde ha habido conflicto agrario ha habido presencia de grupos armados”. Si se
entiende que los motivos de la aparición de las primeras guerrillas y contraguerrillas fue
defender la propiedad del bando contrario, se puede vislumbrar la importancia agraria en
este conflicto, pero es más diciente la inoperancia del Estado para amitigar las disputas, e
incluso es más fuerte la participación de este apoyando al bando de los hacendados,
mediante fuerza estatal, substancialmente durante gobiernos conservadores (Olave, 2013).

Sin embargo, el propósito del texto no es centrarse en analizar la aparición de las FARC y
sus contrapartes, sino demostrar que más allá de la afirmación de Reyes, un factor clave
que permitió que se diera ese contexto fue la ausencia administrativa de la tierra por parte
del Estado, la ausencia de un poder real el cual se convirtió en que las élites locales y
regionales fueran envestidos con autoridad, dándole una herramienta fundamental el la
persecución y consolidación de sus intereses. Nada más hay que observar la historia del
país para comprobar lo anteriormente dicho, se vio en el pasado con el modelo hacendatario
y se ve hoy día en territorios como Mapiripan o en (ejemplo de Juliana ) los cuales serán
abordado más adelante.

Por otro lado,

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