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Dialnet ElInteresProcesal 4999978 PDF
Dialnet ElInteresProcesal 4999978 PDF
Vol. 1 (2008/2009), enero 2008, págs. 109-175. ISSN: 1390-440X – eISSN: 1390-7794
EL INTERÉS PROCESAL
LITIGATING INTEREST
INTRODUCCIÓN
Me gustaría comenzar este trabajo diciendo que voy a
exponer sobre un tema que ha alcanzado una cierta madurez de
criterios o una postura unificada en los juristas de la doctrina y la
jurisprudencia nacional e internacional. Pero no puedo.
Para ser honrado, he de comenzar esta investigación
reconociendo que voy a tocar un tema sobre el cual hay mucha
confusión, tanto en la doctrina, como en la jurisprudencia judicial
y administrativa. Existe mucha confusión y criterios encontrados
en nuestras Cortes, en el Tribunal Andino de Justicia, en el
Tribunal Constitucional ecuatoriano, en el Tribunal Supremo y en
el Tribunal Constitucional español, en la Corte Suprema
argentina… ¡y ni se hable de lo que sucede a nivel de otras
instancias administrativas y judiciales! Autores como Gómez
Montoro se quejan de esto en España1, o Gordillo en
Argentina…2; nuestra Corte Suprema de Justicia también se ha
1
En este sentido, Gómez Montoro ha afirmado que «la Constitución no da sin embargo,
ninguna pista sobre cuándo puede entenderse que concurre un interés legítimo. Por su
parte, la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional no ha venido a aportar luz sobre el
tema sino, más bien, y como ha sido puesto de relieve por casi todos los autores que han
tratado del tema y por el propio Tribunal Constitucional, a sembrar alguna confusión»,
(Gómez Montoro, 2003, p. 165).
Nieto, de hecho, exultaba por la agudeza e ingenio de García de Enterría al identificar
los interés legítimos con los derechos subjetivos; a su juicio, esos criterios «suponen la
primera solución técnicamente impecable a un problema que venía obsesionando a todos
los países europeos desde hace más de un siglo, sin que nadie hubiera logrado darle una
respuesta convincente» (Nieto, 1977).
La complejidad del tema termina redundando en materias aledañas, como la de la
legitimación, sobre la cual Moreno Aroca escribió un libro de sugestivo nombre: “La
legitimación en el proceso civil (intento de aclarar un concepto que resulta más confuso
cuanto más se escribe de él)” (1994, pp. 35-90).
2
Gordillo, por ejemplo, al tratar sobre el interés legítimo, señalaba que «corresponde
destacar que muchas provincias han admitido en sus códigos de la materia la tutela
judicial del interés legítimo y que la Provincia de Buenos Aires, una de las más
conservadoras al respecto, finalmente admitió la tutela judicial del interés legítimo
primero, por un cambio jurisprudencial y luego por el Código de 1997. Falta ahora que
lo haga la Nación, aunque como veremos más adelante hay algunos adelantos
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 110
El interés procesal
importantes del fuero y algunos retrocesos parciales de la Corte. Es muy difícil predecir
qué orientación tomará finalmente la jurisprudencia» (Gordillo, 2003, p. IV-3).
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Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
3
Toda la jurisprudencia que he encontrado al respecto, ha sido dictada por la Primera
Sala de lo Civil y Mercantil de la Corte Suprema de Justicia, en la época en que los
doctores Galo Galarza Paz, Santiago Andrade Ubidia y Ernesto Albán Gómez ejercían
ahí la magistratura.
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4
Ley de Casación, art. 19, inc. 2º, in fine.
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5
Considerando 6º de la Resolución 248-2001, de 29-VI-2001, publicada en el R. O. Nº
380 de 31-VII-2001.
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Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
6
La cita corresponde a Devis Echandía, 1996, pp. 269-270.
7
Considerando 6º de la Resolución 248-2001, de 29-VI-2001, publicada en el R. O. Nº
380 de 31-VII-2001. Lo resaltado es mío.
De forma literal se reitera lo dicho en los fallos Nº 235-2001 de 22-VI-2001; Nº 210-
2003 de 22-VII-2003; Nº 259-2003 de 3-X-2003; Nº 307-2003 de 7-XI-2003; y, Nº 314-
2003 de 13-XI-2003.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 116
El interés procesal
En las marcas:
(xii) Oponerse a un registro de marca, si se tiene interés
legítimo (art. 146);
(xiii) Solicitar la renovación del registro de marca y gozar
del plazo de gracia para tal renovación, si se tiene
interés legítimo (arts. 153 y 174);
(xiv) Solicitar el registro de una transferencia de título
marcario (art. 161);
(xv) Solicitar el registro de una licencia marcaria (art. 162);
(xvi) Solicitar la cancelación de una marca por falta de uso
(art. 165);
Otras materias
(xix) Ser notificado de las decisiones del IEPI (art. 6);
(xx) Alcanzar la protección de secretos empresariales en la
presentación de pruebas, si se tiene interés legítimo
(art. 240);
(xxi) Ser notificado de la sentencia condenatoria (art. 241);
y,
(xxii) Solicitar a la autoridad que se pronuncie sobre la
licitud de algún acto o práctica comercial, si se tiene
interés legítimo (art. 267).
8
Interpretación prejudicial obligatoria dictada por el Tribunal Andino de Justicia en el
proceso Nº 32–IP–96. El texto del fallo nos remite al proceso 2-IP-94, G.O. Nº 163 de
12-IX-1994, en donde sucintamente se apunta la doctrina que comentamos.
Los criterios sentados sobre el interés en la interpretación prejudicial del proceso Nº 32–
IP–96 posteriormente han sido recogidos en numerosos fallos del Tribunal –más de
cincuenta fallos citan expresamente a esta jurisprudencia–, y hoy se muestran como
doctrina segura a seguir. Cfr. proceso 2–IP–99 y proceso 34–IP–98, que son dos casos
muy representativos. Por esto nos remitiremos varias veces a este fallo a lo largo del
presente trabajo.
9
Gómez Montoro cita algunos fallos de amparo constitucional, en donde el Tribunal
Constitucional español da por supuesta la legitimación y no se preocupa de aclarar, ni
siquiera en el fallo, si el derecho vulnerado lo era de quien recurría o de un tercero. Cfr.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 122
El interés procesal
a) Examen ad liminem
Al inicio del trámite, el examen de legitimidad que hará la
autoridad será más superficial; solo corresponde hacer un análisis
prima facie de la legitimatio ad causam de las partes. En aras del
principio pro actione de raíces constitucionales, en esta etapa la
línea de discrecionalidad que tiene el juzgador tiende a correrse a
favor de las partes, en aras de posibilitar su defensa10. Solo cuando
resulte realmente imposible que la persona que acude al proceso
pueda tener interés en la causa, en la forma requerida por la ley, el
juzgador podrá quitarle los derechos que tienen las partes
interesadas de accionar e impulsar el proceso.
Si se revisara con profundidad (no prima facie) la existencia
de la legitimación en la causa in limini litis –cuando esto fuere a
lugar–, uno se expondría a que, en el incidente preliminar que
provoca la excepción dilatoria, se afirme la existencia de la
legitimación y, luego en sentencia o resolución, al tratar sobre el
fondo, aparezca lo contrario.
Por eso, Barrios de Ángelis definía la legitimación en la
causa como «la razonable posibilidad de que quienes se atribuyan,
o a quienes se atribuye, la implicación en los intereses específicos
del objeto [es decir, de lo que se pretende en el proceso] sean sus
efectivos titulares. Dicho de otro modo, la razonable posibilidad
de que sean partes materiales» (Barrios de Ángelis, 1979, p. 131),
según lo vimos ut infra.
Gómez Montoro (2003, p. 169), en donde cita las sentencias 26/1981, 31/1993 y
23/1990.
10
Se trata de un derecho fundamental de rango constitucional. Cfr. Constitución
Política, artículo 24, num. 10. Negar el derecho a intervenir en un proceso implica
directamente la negación del derecho a la defensa.
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11
Sentencia dictada por el Tribunal Andino de Justicia en el proceso Nº 32-IP-96.
12
El Tribunal Constitucional español, en sentencia 214/1991, ha sostenido que «la
legitimación, en puridad, no constituye excepción o presupuesto procesal alguno que
pudiera condicionar la admisibilidad de la demanda o la validez del proceso. Antes bien,
es un requisito de la fundamentación de la pretensión y, en cuanto tal pertenece al fondo
del asunto».
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 124
El interés procesal
2. m. Valor de algo.
3. m. Lucro producido por el capital.
4. m. Inclinación del ánimo hacia un objeto, una persona, una narración,
etc.
5. m. pl. Bienes.
6. m. pl. Conveniencia o beneficio en el orden moral o material (Real
Academia Española, 2002).
13
En este sentido, por ejemplo, Dromi sostiene que el interés legítimo es un tipo de
derecho subjetivo, que tiene por objeto la tutela abstracta de la legalidad. Razona su
aseveración manifestando que «la tutela concreta –de siempre– implica de suyo propio
la tutela abstracta. En tanto la defensa de una situación individual comprende la general
de la legalidad toda» (Dromi, 1999, p. 163).
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Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
14
Cfr. STC 47/1990, FJ 2º del Tribunal Constitucional español.
15
Cfr. ATC 399/1982 del Tribunal Constitucional español.
16
Esto responde a la tradicional clasificación tripartita de los derechos, según la
intensidad de su protección y la particularidad o exclusividad que se los confiera, que
distingue: a) Derecho subjetivo; b) interés legítimo; y, c) interés simple (Cfr. Dromi,
1999, pp. 166 y ss.).
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El interés procesal
17
Cfr. al respecto, Sainz Moreno, Fernando. “La reducción de la discrecionalidad…”, y
Eduardo García de Enterría. “Una nota sobre el interés general como concepto jurídico
indeterminado” en Revista española de Derecho Administrativo, Nº 89, Madrid, 1996,
entre muchos otros autores que opinan en igual sentido.
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19
Cfr., por ejemplo, Dworkin, 1986, aunque la doctrina es desarrollada en muchas otras
obras suyas.
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3. TIPOS DE INTERESES
Es muy variada la gama de intereses a los que hace
referencia nuestro ordenamiento jurídico en la Constitución, en las
leyes orgánicas y ordinarias, en los reglamentos, resoluciones,
acuerdos y demás normas secundarias. Para clasificar estos
intereses hemos formulado los siguientes criterios generales:
a) Intereses patrimoniales
Intereses patrimoniales hay muchos: los económicos,
financieros, comerciales… En el ámbito monetario hay hasta una
subclasificación legal u oficial: los intereses de mora, los
convencionales, etc. La autoridad señala cuál es el límite máximo
para que el interés cobrado no constituya usura. En el mundo de
los seguros también existe el llamado interés asegurable, cuyo
significado ha sido precisado por nuestra Corte Suprema de
Justicia20.
El interés económico que puede mover a una parte a actuar
es el más fácilmente reconocido en los Estados de corte
individualista. En este orden de ideas, una significativa sentencia
del Tribunal Supremo español ha resuelto que «el llamado interés
competitivo, el profesional o de carrera, el interés por razón de
vecindad, y tantos otros, que permiten llegar a la conclusión de
que cuando se trata de intereses económicos no cabe negar a los
recurrentes la legitimación»21.
20
Cfr. Resolución 283-2002 de 17-IX-2002, de la Segunda Sala de lo Civil y Mercantil
de la Corte Suprema de Justicia, y en especial el voto salvado del Dr. Bolívar Vergara,
donde se apunta: «“Titular del interés asegurado. Es la persona que tiene relación lícita
de carácter económico sobre el bien determinado, pudiendo ser propietario, usuario,
mero tenedor o acreedor con garantía real. Este interés asegurado es el elemento del
contrato de seguros celebrado” (Manual de Seguros. Gustavo Raúl Meilij Depalma 3ra.
Edición. Págs. 12, 13, 16 y 17). En conclusión, no cabe solamente ser el dueño del bien
asegurado para tener el interés asegurable, tanto más que el art. 27 del D. S. Nº 1147,
señala que el contrato de seguros contra daños tiene por objeto: “todo interés económico
que una persona tenga que no se produzca un siniestro”, que se complementa con el art.
29 ibídem».
21
Sentencia del Tribunal Supremo español del 21-X-1974.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 134
El interés procesal
b) Intereses no patrimoniales
En cuanto a los intereses no patrimoniales, hay: intereses
religiosos, trascendentes, de obrar moralmente y en conciencia;
interés de obtener un título honorífico o de que se respete la
dignidad de todo ser humano; interés de mantener y difundir las
convicciones propias… Detrás de cada ciencia y de cada arte
también hay un interés no patrimonial, al que frecuentemente
aluden las leyes dictadas sobre la materia. Son ejemplos el interés
artístico, paisajístico, cultural, turístico, histórico, lingüístico… y
cobra especial relevancia en nuestros días el interés profesional de
clase, que mueve tanto a los profesionales individuales, como a
aquellos reunidos en asociaciones, a velar por el libre, leal y
honorable ejercicio de la profesión. Muchas de las asociaciones
sin fines de lucro, como las de televidentes o las ONGs
ecológicas, se mueven por este tipo de intereses.
Suele denominarse a los intereses no patrimoniales como
«intereses morales», término que strictu sensu deberían aplicarse
únicamente a aquellos intereses no patrimoniales que busquen o
persigan la actuación moral o en conciencia. No obstante, el
amplísimo uso del calificativo ha ocasionado un ensanchamiento
de contenido del término, más grande que el que le correspondería
de stricu sensu.
Cabe enmarcar al interés simple dentro de los intereses no
patrimoniales. El simple busca el mantenimiento o
restablecimiento de la legalidad, de las buenas costumbres vistas
in genere, de la paz y el orden público. Es un interés abstracto que
toda persona ostenta por ser parte de una sociedad políticamente
organizada.
Alguna vez se ha identificado al interés simple con el interés
moral, cosa que no es del todo exacta, como hemos visto aquí. El
interés simple es una especie de interés moral; por tanto, entre
ambos hay una relación género especie. Gordillo ha ratificado la
existencia de esta relación, al afirmar que el interés moral
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Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
23
Resolución dictada por el Tribunal Andino de Justicia en el proceso Nº 18-IP-2003,
publicada en el R. O. Nº 168, de 12 -IX-2003.
24
Resolución dictada por el Tribunal Andino de Justicia en el proceso Nº 54-IP-2000,
publicada en el R. O. Nº 279, de 7-III-2001.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 137
Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
Jerarquía de intereses
Un problema especialmente debatido por los doctrinarios del
Derecho es el de la jerarquía de los intereses: ¿qué interés debe
primar? ¿el público o el individual? Sainz Moreno se inclina por
pensar que «el valor positivo que refleja el concepto de interés
público deriva de la preeminencia que lo público tiene sobre lo
privado, no por ser distinto, sino por ser general» (Sainz Moreno,
1976a). Una gran parte de la doctrina opina en este sentido, y es
25
Resolución 104-IP-2002, que cita textualmente lo trascrito de la sentencia de 31-X-
2001, dictada por el Tribunal dentro del Proceso Nº 50-IP-01.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 139
Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
b) Interés general
Hay dos destacados autores que parecen sostener tesis
contrarias sobre este punto. El primero, Sainz Moreno, quien ha
afirmado que «el concepto de interés público coincide con el de
interés general y con el de bien común; es el interés común de
todos los ciudadanos» (Sainz Moreno, 1976a). Y la segunda,
Hernández Martínez, para quien “el interés general no es en sí
interés público: puede ser síntoma de la existencia de un interés
público o del hecho de que, probablemente, primero o después,
pueda asumir este carácter. Más aún, los conceptos en análisis no
son equivalentes en razón de la relatividad de la noción de interés
general, la que depende de la óptica del observador, el que
definirá como ‘general’ el interés de la colectividad
inmediatamente superior con la cual realice el contraste y en
sintonía con los intereses de uno o más miembros de dicha
colectividad” (Hernández Martínez, 1997, p. 87).
Observamos que Hernández Martínez acierta a vislumbrar la
relatividad del concepto de “interés general”. En efecto, para
definir si algo pertenece al interés general, hay que conocer
previamente cuál es el universo de sujetos sub iudice. Pongamos
26
En este orden de ideas, al criticar el caso 2207/1978, Cass. S.U. de 9-III-1979, Nº
1463 (en Foro italiano, 1979, I, p. 941) el autor italiano sostiene que “la idea de que el
interés difuso surja necesariamente del interés público y por lo tanto pueda ser
perseguido solamente por la administración pública en lo que respecta a cumplir con la
escala de intereses que puedan estar en conflicto, es una idea ligada a una concepción
octogenaria del Estado” (p. 171).
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 145
Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
27
En este sentido Sánchez Torres ha dicho que «el interés colectivo es simple
especificación del interés difuso, en cuanto a que la comunidad se encuentra unida
alrededor de algunos elementos, lo que lo hace determinada o determinable» (2004, p.
358).
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 147
Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
El interés simple
Aunque algún autor identifique el interés difuso con el
interés simple (cfr. Sánchez Torres, 2004, p. 358), entiendo que es
más propio considerar que entre ambos hay una relación de
género-especie, donde el género son los intereses difusos y la
especie el interés simple. El simple es el que cualquiera puede
28
Cámara Nacional de Apelación en lo Civil y Comercial argentina, fallo de 13-IV-
1982.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 149
Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
29
Conclusión Nº 10 de la interpretación prejudicial obligatoria dictada por el Tribunal
Andino de Justicia en el proceso Nº 32–IP–96.
30
El alto Tribunal ha esbozado una clasificación de intereses cuando ha dictaminado que
el interés legítimo, real y actual “puede ser tanto individual como corporativo o
colectivo y que también puede ser directo o indirecto” (Sentencia 195/1992, FJ 4º). Cfr.
comentario que Gómez Montoro hace sobre ella (2003, p. 162). Obsérvese cómo
implícitamente el fallo exige que el interés legítimo sea, a su vez, un interés real; a la
vez, subdivide el interés legítimo en directo e indirecto.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 150
El interés procesal
31
Tribunal Constitucional español, STC 60/1982, 62/1983, 257/1988 y 97/1991, entre
otras.
32
Comentario hecho por Miguel Pérez de Ayala Becerril a la sentencia del Tribunal
Constitucional español 106/2004, de 28-VI-2004. El autor cita en apoyo las sentencias
60/1982, 62/1983, 160/1985, 24/1987, 257/1988, 93/1990, 32 y 97/1991 y 195/1992, y
autos 139/1985, 27.2, 520/1987 y 356/1989 (Pérez de Ayala Becerril, 2004, p. 4).
33
Sala Primera, fallo de 13-IV-1982.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 152
El interés procesal
34
Estatuto del Régimen Jurídico Administrativo de la Función Ejecutiva, art. 107, num.
1, lit. c). Conc. con artículo 184 del mismo Estatuto.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 153
Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
35
“Desde sus primeras resoluciones, y marcando diferencias con el entendimiento
restrictivo que por aquel entonces los Tribunales de lo Contencioso-Administrativo
tenían del “interés directo”, el Tribunal Constitucional insistió en que la noción utilizada
por el artículo 162.1 b), CE, es más amplia que la de interés directo (así por ejemplo, en
las SSTC 60/1982, 67/1986, 97/1991 y 148/1993)” (Gómez Montoro, 2003, p. 168).
Pérez de Ayala Becerril, a su vez, señala que “tanto la Jurisprudencia del Tribunal
Supremo como la del Tribunal Constitucional (en sentencias, entre otras, 60/1982,
62/1983, 160/1985, 24/1987, 257/1988, 93/1990, 32 y 97/1991 y 195/1992, y autos
139/1985, 27.2, 520/1987 y 356/1989) han declarado, al diferenciar el interés directo y
el interés legítimo, que éste no sólo es superador y más amplio que aquél sino también
que es, por sí, autosuficiente” (2004).
36
Fernando Garrido Falla ha calificado de «fórmula realmente feliz» (2001, p. 39) la
dada en antiguo por el Tribunal Supremo español, para definir qué debe entenderse por
interés directo: «(…) aquel que, de prosperar la acción entablada, originaría un
beneficio jurídico a favor del accionante» (Ésta definición se repite literalmente en las
sentencias del Tribunal Supremo español de 28-IV-1959, 6-VII-1959, 12-V-1960, entre
muchas otras posteriores). No pueden dejar de observarse las semejanzas que la fórmula
guarda con la definición de interés legítimo.
Pienso que la identificación del interés directo con el interés legítimo es tardía. Cuando
los tribunales se han decidido a acatar el principio pro actione, lograron salvar las
dificultades de una exigencia desmedida del interés directo, ensanchando su noción
hasta identificarla con la de interés legítimo. Alguna jurisprudencia relativa a este asunto
copio en este trabajo.
37
En este sentido, la justicia venezolana ha dicho que “(…) conviene indicar que la
jurisprudencia ha considerado que el interés directo es aquel cuyos efectos jurídicos van
dirigidos y se producen inmediatamente en la esfera patrimonial del ente que en este
caso sería el Municipio” (Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y
del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Lara, Barquisimeto, 20-I-2006,
195º y 146º).
Un segundo fallo venezolano sostiene que “(...) hay que partir de la idea de que el acto
no apunta en su intencionalidad inmediata a la producción de efectos sobre cualquiera
bienes en general, sino que debe tenerse en cuenta solamente aquellos próximos, no
remotos, que van a herir y a alcanzar intereses patrimoniales de los cuales la República
puede afirmar y sostener una titularidad o posesión cierta” (Sentencia del 28-III-1996
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 154
El interés procesal
dictada por la Sala de Casación Civil de la entonces Corte Suprema de Justicia, Caso
Alexis Martínez Galindo).
38
Así, el Comité Intergubernamental para el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de
la Biotecnología, ha sostenido que “según los regímenes de responsabilidad del derecho
civil, en principio sólo una persona que tenga un interés directo (es decir, una persona
que haya sufrido daños o pérdidas) puede entablar una demanda civil de indemnización”
(documento sobre la responsabilidad y compensación por daños resultantes de
movimientos transfronterizos de organismos vivos modificados, La Haya, 26-IV-2002).
39
Lafuente Benaches además apunta que “el interés directo es un interés personal.
Como ya hemos dicho, únicamente si el acto afecta al administrado de manera
particularizada estamos ante un supuesto de interés directo” (abril-junio de 1984).
40
Tribunal Supremo de Justicia venezolano, Exp: 94-15839, EMO/20/13, Caracas,
2003.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 155
Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
41
La doctrina de Jiménez Meza ha sido recogida por la Contraloría General de la
República de Costa Rica, en providencia R-DAGJ-487-2004 de 17-VIII-2004.
42
Como se analiza en el punto 3.3.2.2.(a), hay dos conceptos distintos de interés
personal: uno que lo entiende como el interés que recae sobre la propia persona, y otro
que lo identifica con el interés privado (interés no administrativo que desarrollamos en
el punto 3.2.2.). Aquí nos referimos a la primera noción, que entendemos se identifica
con el interés directo.
43
La doctrina de Lafuente ha sido recogida textualmente por la Contraloría General de
la República de Costa Rica, en providencia R-DAGJ-487-2004 de 17-VIII-2004. Con
todo, el auto también recoge otras fuentes que no coinciden con Lafuente sin parecer
percatarse bien de las diferencias.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 156
El interés procesal
44
Auto del Presidente del Tribunal de Primera Instancia de 7-VII-2004, p. 116. Região
autónoma dos Açores contra Consejo de la Unión Europea, asunto T-37/04 R.
Recopilación de Jurisprudencia 2004, p. II-02153.
El mismo Auto cita en su favor la sentencia del Tribunal de Primera Instancia de 12-VII-
2001, Comafrica y Dole Fresh Fruit Europe/Comisión, T-198/95, T-171/96, T-230/97,
T-174/98 y T-225/99, Rec. p. II-1975, apartado 96.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 157
Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
48
La Ley de Propiedad Intelectual ecuatoriana tampoco exige la acreditación de un
interés directo, sino solo en un caso muy bien particularizado. Cfr. Ley de Propiedad
Intelectual, art. 241.- «La declaración de protección de una indicación geográfica se hará
de oficio o a petición de quienes demuestren tener legítimo interés, teniéndose por tales
a las personas naturales o jurídicas que directamente se dediquen a la extracción,
producción o elaboración del producto o de los productos que se pretendan amparar con
la indicación geográfica. Las autoridades públicas de la administración central o
seccional, también se considerarán interesadas, cuando se trate de indicaciones
geográficas de sus respectivas circunscripciones.»
Con lo cual, queda demostrada la mala incidencia que ha tenido la jurisprudencia del
Tribunal Andino de Justicia en nuestra Administración.
49
Sentencia del Tribunal Supremo español, de 6-VII-1959.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 159
Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
50
Conclusión Nº 10 de la Interpretación prejudicial obligatoria dictada por el Tribunal
Andino de Justicia en el proceso Nº 32–IP–96.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 160
El interés procesal
51
En el ejemplo el demandante tendría un interés legítimo de fondo en que se le
restituya la posesión del bien, mas no contaría con un interés legítimo para pedirlo en
propiedad.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 161
Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
(b)(ii) Ilícito
La intención positiva de irrogar daño a otro, el dolo, el
interés especulativo, pueden mover a una persona a accionar.
Obviamente esa persona no estará interesada en la sustancia del
proceso, en que se le haga justicia, sino en otra cosa muy distinta:
presionar, dañar, extorsionar, perturbar a otro. Es no es un interés
lícito, ni un interés legítimo.
52
En el punto 2.2.(c) apuntamos que la noción jurídica de interés implica una situación
jurídica.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 162
El interés procesal
53
Vid. punto 3.2.2.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 163
Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
54
Como vimos en el punto 3.3.2.1.(b)(i), al cual nos remitimos, el interés simple se
admite en las acciones populares porque cualquier persona está legítimamente interesada
en salvaguardar los bienes y valores más valiosos del ser humano.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 165
Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
55
Sentencia dictada en el Proceso N° 10-IP-97, del 24-IX-1997, publicada en la
G.O.A.C. N° 308, del 28 de noviembre del mismo año, caso “COLSUBSIDIO”. Este
fallo ha sido largamente citado por el mismo Tribunal en el proceso N° 74-IP-2002.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 166
El interés procesal
56
Sentencias 60/1982, 62/1983, 257/1988 y 91/1991 y ATC 356/1989. Acota el
Tribunal que estos beneficios justifican el interés legítimo y son dignos de la tutela
jurisdiccional garantizada en el art. 24.1 de la Constitución española.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 167
Juan Carlos Riofrío Martínez-Villalba
57
Cfr. Fallo del 25-II-2002 (Exp. 38–2002, R.O. Nº 575, 14–V–2002), en donde se
siguen los lineamientos trazados por Véscovi (1979, p. 388).
58
En similar sentido, Murcia Ballén (1983, p. 213) y García Falconí (1993, p. 78).
59
Cfr. STC 47/1990, FJ 2º.
Ius Humani, v. 1 (2008/9), p. 168
El interés procesal
REFERENCIAS
Jurisprudencia
Auto del Presidente del Tribunal de Primera Instancia de 7-VII-2004,
Região autónoma dos Açores contra Consejo de la Unión Europea,
asunto T-37/04 R.
Cámara Nacional de Apelación en lo Civil y Comercial argentina, fallo
de 13-IV-1982, Sala Primera, fallo de 13-IV-1982.