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Marzo fue una fiesta

Por Nico Bianchi (@BahcoBahco)

En marzo se concretó aquello que había anunciado el presidente Mauricio Macri luego de
participar, en los primeros días de 2016, del Foro Económico Mundial de Davos: “Volvimos
al mundo”. Claro que el ingreso no fue gratis. Los fondos buitre obtuvieron 9300 millones
de dólares que el gobierno argentino pagó para borrar del escenario la palabra default.

Para hacerlo contó con el apoyo en ambas cámaras de amplios sectores que se presentan
como oposición. La votación en Diputados fue holgada: 165 afirmativos y solo 86
negativos. En el Senado la victoria fue aún más contundente. Solo 16 legisladores se
opusieron a la derogación de las leyes de cerrojo y pago soberano (que impedían el pago a
los buitres) mientras que desde 52 bancas se permitió al gobierno tomar deuda por 12500
millones de dólares, una parte de lo cual se utilizó para el ticket de regreso “al mundo”.
Como Cambiemos tiene apenas un puñado de representantes en la Cámara Alta (15 sobre
72) quienes concretaron la medida fueron fundamentalmente los ex kirchneristas
comandados por Miguel Pichetto. Dentro de la bancada del justicialismo la opción por
volver al camino del endeudamiento ganó por 23 a 16.

Entre sesiones, además, el gobierno recibió la visita (y la bendición) del entonces


presidente de los Estados Unidos, Barack Obama. “Macri se ha movido rápidamente en
reformas para crear el marco para un crecimiento económico y ha logrado en poco tiempo
resultados positivos para reinsertar a la Argentina en la economía mundial", afirmó el
primer mandatario estadounidense durante su estadía en las pampas.

El plan de inserción global fue presentado en distintas oportunidades por Macri que
aseguró que va a transformar a la Argentina “en el supermercado del mundo”. Ya no más
protección para la industria local porque en los supermercados lo que se vende,
básicamente, es productos derivados del campo. Para ser “competitivos” se necesitan
salarios modestos y abrir importaciones. Los trabajadores de supermercados, empleados
de comercio, lo saben ya que son de los peores pagos dentro del sector privado.

La venida de Obama y el pago a los buitres dejaron todo listo para avanzar en esa
dirección tan deseada por el macrismo, que recuerda a la oligarquía del granero del
mundo que tiraba manteca al techo. Pero el destino esquivo dejó al gobierno como aquel
delantero que convierte un gol, lo grita con todas sus fuerzas, se trepa al alambrado,
señala a su familia en la tribuna y se lo dedica a su novia juntando sus manos para formar
un corazón mientras el juez de línea sostiene su bandera en alto para cobrar offside. El
2016 fue el año del Brexit y la victoria de Donald Trump, el libre comercio perdió terreno
frente al proteccionismo y hasta se tornó complicado exportar limones.
Marzo fue una fiesta, y si el plan original se complica, habrá que hacer ajustes. Pero
siempre habrá un motivo para festejar, ahora que los compradores de champagne y
camionetas cuatro por cuatro pagan menos impuestos. A la fiesta, como dice Von Chuyo
en uno de los chistes del mes, los trabajadores argentinos no están invitados.

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