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¿Por qué y cómo transformar la carrera de Historia?

Un plan de estudios es mucho más que un mero ordenamiento de materias. Es un proyecto político.
De modo que debatir sobre el plan de estudios es discutir un proyecto político. Corresponde,
entonces, explicitar cuál es nuestro proyecto político y por qué queremos desplazar al actual. Es
sencillo describir lo que todos padecemos. El plan de estudio es enciclopédico, no enseña a
investigar, carece de una carga teórica adecuada, se hace excesivamente largo el trayecto para
recibirnos por las trabas que imponen las correlativas y así podemos estar toda la mañana hablando
de estos temas y todo el mundo va a coincidir en esto. Pero quedarse en este punto es hacer una
crítica formal, es decir, mitad verdad, mitad mentira. Es necesario llegar hasta el punto de exponer
los intereses que se esconden detrás de cada proyecto de plan de estudio. Es decir, criticar y discutir
un nuevo plan de estudios es un verdadero combate político con intereses concretos, que exceden
los límites de la carrera. El combate nos interpela a todos los estudiantes por igual, tanto el plan
“´96” como el “2013” comparten la misma matriz ideológica.
Tenemos una carrera que no cumple con la premisa básica de entender la realidad: no se
comprenden, ni se enseña a comprender, científicamente los problemas de la realidad. Aquellas
materias que sí plantean los problemas que atraviesan a la sociedad, lo hacen desde un ángulo
burgués e incluso en las cátedras más “izquierdistas” se reproduce la ideología burguesa. Es por
esto que no existe la tan mentada pluralidad ideológica que una Universidad Pública y Gratuita
supuestamente debería brindar. El marxismo, (el método científico que permite conocer la sociedad
para transformarla) está proscripto en la carrera. Sin ir más lejos, sirve de ejemplo el hecho de que
como Razón y Revolución, hemos presentado a la actual gestión del Consejo Departamental una
propuesta de cátedra optativa de carácter marxista que fue rechazada por todos y cada uno de los
representantes del consejo departamental (en estudiantes Praxis y FUP; en graduados Praxis – MPL;
en docentes radicales y peronistas) alegando lo mismo: falta de presupuesto. Sin embargo, ¿Cuántas
materias optativas se abrieron este cuatrimestre? Una (1) ¿De qué ideología?….burguesa. Los
supuestos defensores de la izquierda, “Praxis”, no dijeron nada tras la proscripción de la cátedra ni
ante la escasez de cátedras optativas.
Debemos preguntarnos entonces ¿Cuáles son los contenidos impuestos a la carrera? Y en esto
todo vamos a coincidir en que son aquellos que formaron parte de la apuesta de los ´80 y ´90,
aquella variante de la intelectualidad burguesa que creía poder solucionar los problemas del
capitalismo argentino por la vía reformista. Solo un recorrido por las categorías de análisis que
dominan en la carrera nos pueden ilustrar este panorama: no existen revoluciones, sólo los cambios
políticos; no existe lucha de clases sino la conflictividad social; no existe la clase obrera sino los
sectores populares y si alguna persona tiene una parcela de tierra es ipso facto un campesino sin
importar cuál es realmente su forma de reproducción social. Se llega incluso al punto de esconder a
la burguesía detrás de la oligarquía e incluso mentir descaradamente, diciendo que en el
capitalismo argentino, la burguesía… no gobierna.
Como correlato de la ideología dominante, la cátedra se convirtió en un dispositivo típicamente
feudal donde se garantiza qué “saberes” son legítimos y cuáles no. La única válvula de escape que
tenemos son los seminarios, pero, además de ser insuficientes, se los controla a través del
currículum. También se determinan qué temas se investigan y qué temas no. Y como la
investigación es difícil de controlar, mejor, entonces, que se investiguen temas sin importancia para
la sociedad (abundan los trabajos sobre microhistoria junto con repetitivas producciones sobre
historia regional) o, directamente, no se investigue. No es extraño, entonces, que una carrera que
debería forjar científicos, es decir, investigadores, sólo forme docentes de secundaria. Sobre este
último punto, el profesorado está “planificado” en 4 años. Algo sumamente irreal ya que la carga
horaria y correlatividades fuerzan a la mayoría a recibirse en 6 o más y con bajísimos promedios
finales. Con el agravante de que organismos como el CONICET no reconocen a nuestro
profesorado como una carrera de grado debido a que está planificado en 4 años en lugar de 5 años.
Deberíamos pensar en un profesorado de 5 años reales.
Hace tiempo que la carrera “siente” la necesidad de una reforma del plan de estudios: el cantico
“Que se vayan todos” que hizo tambalear la hegemonía burguesa en 2001, ya se empezó a
escuchar nuevamente en aquellas provincias donde se agudiza la lucha de clases. Nuevamente,
se pone sobre la mesa el agotamiento histórico del capitalismo argentino: los despedidos del Estado
y las empresas privadas, los sindicatos en lucha y organizaciones combativas y el conjunto de los
trabajadores, que día a día sufren la degradación de sus condiciones de vida, necesitan una
universidad a su servicio. Y decir que esté a su servicio es plantear que esté a nuestro servicio.
Las investigaciones, tienen que salir de la catacumba del posmodernismo y ponerse al servicio de
quienes financian la educación pública, los trabajadores. El conocimiento científico producido en
nuestra carrera, debe servir para intervenir en la lucha de clases defendiendo los intereses de los
explotados.
Tanto para estudiantes como para graduados y algunos docentes, la carrera no responde a nuestros
intereses. Pero los bandos en pugna no se identifican directamente con los claustros. El Poder que
domina la Universidad no es una simple transposición de la estructura de claustros sino que es un
poder de clase. En nuestra facultad no existe el Co-gobierno real. Existe un Co-gobierno formal. Es
decir, que es una farsa. Decir que “hay que participar de estos espacios para reforzar el Co-
gobierno” (como sostienen los compañeros de Praxis) es reforzar la mentira. La mentira esconde la
estructura real de Poder: en nuestra carrera, como en las demás carreras (así como en la facultad y
universidad mismas) el destino de todos nosotros lo define una Camarilla. Esta estructura se
amplia y genera su propia red clientelar, que, junto con las restricciones de clase que ella misma
impone, impide formar estudiantes como historiadores. Quienes se subordinan a esta estructura
“dando la pelea desde adentro” y no luchan contra ella quedan como simple administradores de la
pobreza. Hoy en Historia no se lucha, y prueba de ella es la situación que atravesaron los
compañeros perjudicados con el cambio de plan 96/2013 (la no apertura de cátedras en tiempo y
forma ofreciendo cursadas especiales en verano, etc…): desde el Consejo Departamental se
convocó meramente a “reuniones informativas” avalando el desastre ocasionado, atando el destino
inmediato de estos compañeros a los plazos burocráticos y tratando, inútilmente, de minimizar el
impacto en los damnificados. A esto nos lleva el gobierno de las Camarillas. A que los problemas
reales que atraviesan la carrera se “resuelvan” mal y tarde.
Con esta estructura, la actual gestión es igual que la anterior. Todavía hay quienes creen que
reformando aspectos parciales del Consejo Departamental o cambiando de personal político se van
a ir solucionando los problemas de manera progresiva. Pero, el Poder de clase que esconde la
estructura de Camarillas no se reforma: Por eso o gobernamos todos (estudiantes, graduados
y docentes) o nos seguirá gobernando una minoría. En ese sentido, instrumentar un espacio de
discusión que no tenga carácter resolutivo, es avalar el estado actual de cosas, mantener el estatus
quo.
Desde Razón y Revolución proponemos que la Asamblea Interclaustros se constituya como un
verdadero espacio de construcción colectiva de Poder: órgano máximo de gobierno, por ser un
espacio donde todos podemos tener voz y voto. Allí deberán establecerse los criterios para resolver
los problemas que atañen a la carrera y entre ellos en que hoy nos convoca el plan de estudio.
Como el Contenido (Plan de estudio) tiene una relación con la Forma (estructura de gobierno
de la carrera), nada cambiara en nuestra carrera de seguir bajo la misma estructura que
garantiza los intereses políticos de la burguesía. Por eso, nuestra propuesta de transformación,
abarca a la totalidad de la carrera. Nuestros deseos de una educación democrática, pluralista,
comprometida con la transformación de la realidad y científica no pueden debatirse en abstracto
para luego entregar la resolución del proceso a la misma minoría que nos gobierna para nuestro
perjuicio. Las decisiones que tomemos como asamblea deben ser resolutivas. Tampoco podemos
debatir aceptando los límites del presupuesto actual, debemos obtener los recursos necesarios: el
plan de estudio debe ser nuestra arma de combate por la educación que queremos.
En ese sentido, proponemos:

a) Que el análisis y debate, de proyectos y sugerencias, respecto a la reforma del plan de


estudios sea en Asambleas Interclaustros abiertas. Esta es la única forma de asegurar la
transparencia del proceso: donde cada uno sea plenamente consciente de lo que implica
cada proyecto; donde cada sugerencia sea expuesta a la crítica pública, defendida y atacada
delante de todos.

b) Para que este proceso de debate sea fructífero debe darse su tiempo. Proponemos que
se desarrollen sistemáticamente a lo largo de todo el segundo cuatrimestre culminando en
diciembre de 2016, garantizándose las condiciones objetivas para la presencia de los
miembros de todos los claustros.

c) El proyecto será aprobado por el conjunto de la carrera mediante el voto universal:


una persona, un voto. Debe asegurarse que todo el mundo manifieste libremente, sin
presiones ni privilegios de ningún tipo su voluntad acerca del nuevo plan de estudio.

d) La asamblea Interclaustros elegirá y mandatará los integrantes de una comisión de


control e información del proceso de reforma del plan de estudio. La misma organizará
el debate en cada asamblea, informará los resultados y pondrá a disposición de los
estudiantes y docentes los textos que surjan de las deliberaciones.

De no seguir este método democrático, cualquier resultado futuro estará expuesto a que se tome lo
discutido para luego resolverlo puertas adentro tergiversando su contenido. Es decir, de la misma
manera que se ha hecho hasta el día de hoy.
Razón y Revolución

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