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2 - Desarrollando La Identidad de La Escuela en El Mundo TIC o Mundo Del Conocimeinto PDF
2 - Desarrollando La Identidad de La Escuela en El Mundo TIC o Mundo Del Conocimeinto PDF
(Tecnologías de la Información y
Comunicación)
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DESARROLLANDO LA IDENTIDAD DE LA ESCUELA EN MUNDO TIC
OBJETIVO
Lo que nos motiva a escribir este artículo es la necesidad de tener claridad sobre un tema
del cual mucho se habla en el mundo educacional, pero poco se ha reflexionado sobre el
mismo. Nos referimos al tema de la identidad de la escuela (el concepto de “escuela” lo
ocuparemos de manera genérica para designar los centros o establecimientos
educacionales de los distintos niveles y modalidades del sistema educacional); en otras
palabras, nos referimos a lo que hace que la escuela se caracterice de una u otra manera
específica, desde la cual es posible identificarla como tal y sin lo cual ella deja de ser la
misma y se desperfila en su institucionalidad.
Nuestros modos de aproximación serán diversos y no representan un enfoque lineal, de
concatenación causa-efecto, sino más bien iremos describiendo lo que se nos aparece de
manera primaria. De ahí la posibilidad de leer este artículo desde las diferentes partes que
lo componen.
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CARACTERIZACIÓN DEL CAMBIO ACTUAL: TIEMPO Y ESPACIO
Para efectos de este artículo hemos utilizado varios autores que han avanzando
notablemente en la reflexión sobre las variables constituyentes del tema y por lo mismo la
originalidad del mismo consiste en un nuevo ordenamiento estructural más que nuevos
contenidos temático.
El hombre era parte consustancial de esa humanidad y su destino estaba "asegurado" por
una marcha común con los otros hombres. La idea del todo universal, aunque fuese una
idea nacida de una percepción llevada a cabo en pequeños enclaves temporales y físicos,
daba a los hombres la certidumbre de ser una fracción significativa de un proyecto
histórico al cual había que supeditarse para un mejor vivir o morir.
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El tiempo era comprendido desarrollándose en ciclos muy largos, casi estáticos, en los
cuales los elementos de la estructura social y los elementos normativos y simbólicos de la
cultura permanecerían por siempre. El mundo se presentaba así aparentemente como
una realidad sin cambios y de esa misma forma eran comprendidas las relaciones
sociales, políticas y económicas. El hombre común con su trabajo sólo podía aportar un
pequeño grano de arena a la construcción de este desenvolvimiento de la realidad,
muchas veces observado como un largo proceso, cuya dirección y propiedad estaban
marcadas por un destino sin nombre.
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y utilizar sólo aquella parte que le es necesaria para su subsistencia y desarrollo personal
y comunitario. De un modo contrario la información en exceso, no seleccionada y
clasificada adecuadamente, se puede transformar en un obstáculo para la comprensión y
transformación del mundo, más que en una herramienta útil para ello.
La información que el hombre maneja es una información que penetra en cada rincón del
ámbito de la vida cotidiana. Ya no puede permanecer impasible frente a un mundo que le
envía señales permanentes de que algo, siempre, en algún lugar del mundo, está
cambiando. La información que recibe está impregnada de la idea y la sensación de
cambio. Ya nada es permanente, salvo el propio mundo circundante, aquel que el hombre
se construye esforzadamente durante toda su vida. Pero aún éste está lleno de
incertidumbres y relatividad. Lo relativo comienza así a tener sentido por sí mismo y se
levanta como una contraposición a lo trascendente, histórico o espiritual.
El mundo es percibido como cambio; nada perdura y lo homogéneo tiende a dar paso a
una visión heterogénea de la realidad. Para cada cosa o situación existen no una, sino
múltiples respuestas, desde perspectivas diversas. Al mismo tiempo, las interrogantes se
multiplican ante un futuro incierto. El futuro, antes comprendido como prefijado,
permanente y seguro, se reemplaza por la incertidumbre. Con ello nace la ansiedad y la
angustia, fenómenos tan desconocidos en épocas pasadas, quizá como lo es hoy la
estabilidad y lo absoluto en el mundo occidental.
Un chino, un africano o un europeo ya no son sólo una imagen en un libro, sino una
posibilidad mucho más real de ser conocidos por cada hombre que se lo proponga y
cuyas condiciones así se lo permitan. Y esas condiciones cada día están más cercanas a
un número mayor de personas.
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El hombre se puede desplazar físicamente como nunca antes en la historia de la
humanidad. Ello marca una nueva forma de concebir su hábitat y su lugar de trabajo. Este
ya no es un espacio común para la vida del trabajo y la vida familiar. Están separados y
posiblemente a grandes distancias. En las grandes ciudades el hombre debe ocupar parte
importante de su tiempo en desplazarse desde su hogar a su trabajo. Este transitar hacia
el trabajo desde el hogar, recorriendo largas distancias, aleja toda posibilidad de enfrentar
el mundo laboral con una concepción comunitaria de la existencia, en el cual el trabajo y
la vida de la familia muchas veces se confundían. Hoy día, el trabajo es parte de un
eslabón o una función determinada por la organización (muchas veces de carácter
impersonal) a la cual se pertenece y en él prevalecen las relaciones secundarias y
formales, estrechándose así las posibilidades de crear ambientes con relaciones sociales
primarias, más cercanos a la vida de los grupos primarios.
Existen tanto hábitats como posibilidades tiene el hombre de cumplir diferentes roles, en
especial laborales, en la vida social. Ya no es el ser humano quien da la unidad al mundo
con su permanencia física estable en el mismo, sino que éste se le atomiza por las
distintas visiones que tiene que asumir desde los distintos hábitats y roles que debe
asumir para subsistir y desarrollarse.
Esto produce grandes contradicciones que es preciso enfrentar desde una perspectiva
educacional.
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De igual manera, la capacidad potencial de acercamiento físico a distintas realidades
antes lejanas, es una posibilidad que para las grandes mayorías aún está planteada como
un deseo a largo plazo. Empero, y ello es evidente, hoy día se ha engrosado
notablemente el número de personas que se trasladan más lejos y más rápidamente que
en décadas anteriores. Se conocen otros modos de vida y otras significaciones culturales,
lo que facilita mayores niveles de comprensión de otros modos de vida. Surge el
problema de saber hasta qué punto el hombre está preparado emocional, intelectual y
moralmente para la adquisición de estos nuevos conocimientos y experiencias y cómo los
integrará a su desarrollo personal e interpersonal.
Para afrontar esto la educación y los procesos de adaptación deben realizarse en un corto
plazo, ya que el mundo de hoy es construido y comprendido cada vez más desde la
perspectiva del tiempo-hora o del tiempo-día y no desde la perspectiva de los grandes
ciclos. Sin embargo, el hombre no dispone del tiempo-ciclo necesario para llevar a cabo
las tareas de síntesis y coordinación de un mundo lleno de información, cambios físicos y
tecnológicos.
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posee solo un tiempo corto, que es justamente el que no le permite comprender (ni
siquiera entrever) el tiempo-ciclo, en donde sería posible incluir los elementos parciales de
la realidad, en contextos significativos de mayor comprensión y extensión. De ahí también
el origen posible de tantos pragmáticos autoritarios (o de autoritarismos impregnados de
pragmatismo en aras de la obtención de la eficiencia), que nacen como formas sociales y
políticas para intentar suplir la carencia de tiempos largos y con ello, de significaciones
históricas de largo plazo que le den un mayor sentido a las existencias individuales.
De estas consideraciones surgen tareas educativas muy específicas que, comprendiendo
las contradicciones mencionadas, permitan enfrentar a los hombres a un mundo en
cambio permanente.
Entre estas tareas está el buscar alguna estabilidad, para darle un sustento estable a la
vida del hombre. No obstante, ello debe realizarse no eliminando artificialmente los
cambios, sino partiendo de ellos. Las concepciones y procesos educativos que tienden a
mantener visiones globalizantes y rígidas de la realidad no sólo dañan a los educandos, al
no permitirles desarrollar mecanismos de aceptación y manejo de lo relativo, sino también
a las posibilidades reales de influir adecuadamente en dichos cambios, al no aceptarlos
como una realidad evidente del mundo contemporáneo.
Para bien o para mal este es el marco cultural en el cual se desarrollan nuestros sistemas
educativos y de producción. Estos cambios son los elementos más relevantes que
constituyen el marco en donde debemos construir los contextos educacionales
significativos para los educandos y así, paralelamente, intentar comprender la gran
heterogeneidad que encontramos en toda la realidad del hombre contemporáneo. Nos
hace comprender, a la vez, la existencia de una gran variedad de sistemas productivos y
concebir la imperiosa necesidad de un replanteo de las relaciones entre educación y
trabajo.
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¿QUÉ ES LA IDENTIDAD?, ¿QUÉ ES LA IDENTIDAD DE UNA ESCUELA?
Llegado a este punto, convendría preguntarse qué entenderemos por identidad, ya que
ella ha sido objeto de preocupación constante por parte de la filosofía y actualmente de la
sicología, pero poco o nada de la gestión o administración educacional, las cuales pasan
por alto el tema, dándolo por supuesto.
Por lo tanto, la identidad tiene que ver con todos aquellos elementos que permiten afirmar
que una cosa o institución educacional en nuestro caso, sea lo que es, es decir, aquello
que la constituye esencialmente como tal.
¿Las paredes, los vidrios, los pasillos, las salas, los profesores, el clima organizacional, el
tipo de actividades, el proyecto educativo, los valores, las normas que rigen la
convivencia? ¿Cuál de todas ellas es la más importante y cual es posible dejar afuera sin
que la identidad de la institución se quiebre, por decirlo de algún modo? ¿Es posible
eliminar alguna de ellas que sea tan esencial que haga que la escuela deje de serlo o
sencillamente es una configuración mental nuestra la que intenta dar mayor o menos valor
y significación a los elementos que la conforman, para convertirlos en insustituibles?
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aprendizaje y desarrollo que se da, a lo menos, entre dos actores educativos: un profesor
que enseña y un alumno que aprende. El cómo lo hagan, en qué sitio, en qué
circunstancia, bajo que modalidades, con cuales recursos, no es tan importante como lo
es la naturaleza del proceso mismo de enseñar, aprender y desarrollarse.
Muchos podrían preguntarse para que sirve preocuparse tanto por la identidad de la
escuela, cuando ella seguirá siendo lo que es, con o sin reflexión sobre la misma. Podría
ser así, si así fuera de simple. Pero las cosas no lo son tanto, pues si por algo durante
cientos de años los filósofos se han preocupado del tema, por algo será y no
sencillamente por su simplicidad.
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1.- En primer lugar, el descubrir y/o construir la identidad, es decir, configurar el cómo
queremos que sean los procesos de enseñanza, aprendizaje y desarrollo en la escuela
(habida cuenta que estamos de acuerdo en que estos tres son los factores esenciales de
la identidad) nos permite transformarla en un motor que impulsa las mejores energías de
los actores involucrados para conseguir, de manera constante y permanente, la
realización de adecuados procesos de enseñanza, aprendizaje y desarrollo de los
alumnos y los profesores. La identidad produce fuerza, sinergia, pues con ella todos los
elementos en juego quedan engarzados entre sí de tal manera, que se produce un natural
equilibrio y armonía entre las partes. La identidad es motor y fuerza pedagógica.
2.- En segundo lugar, la identidad es faro o guía de las muy diversas y complejas
acciones que debemos emprender cotidianamente en la escuela. Tener clara la identidad,
haberla reflexionado, acordado, profundizado, produce el hecho de que ella se
transforme, como por arte de magia, no sólo en motor y energía, sino en una orientación
final hacia donde caminar. Ella es faro y guía para la acción pedagógica cotidiana en la
cual se ven involucrados los principales actores educativos de la Escuela. Con seguridad
le da sentido y proyección. Sin su luz, evidentemente, surge el trabajo burocrático, el
formalismo, el autoritarismo y con ello, la pérdida del espíritu pedagógico.
3.- Ella nos marca, paso a paso, las señales del camino que es preciso recorrer para
llegar a nuestros objetivos y metas. Nada más importante, entonces, que en el
cumplimiento de éstas tengamos señales claras en cada recodo del camino. La identidad,
con sus múltiples elementos, nos permite tener esas indicaciones y es por ello que ésta
no es solo motor o faro, sino además, una señal permanente para conducir bien en el
camino pedagógico.
4.- Por último ella se convierte, al ser motor, faro y señal permanente en un eje central
que le da estabilidad y consistencia de sentido a la actividad pedagógica, y por lo mismo,
en un elemento de estabilidad institucional de la escuela, con todo lo que ello implica para
la estabilidad emocional y laboral de sus principales actores educativos.
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misma como parte de la filosofía educacional, del curriculum y del estilo pedagógico que
debemos y queremos llevar a cabo.
El entorno de la
Escuela: la comunidad
circundante.
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Del mismo modo en este PDEI se deben considerar los caminos de entrada para los
actores que lo trabajan y desarrollan. Construir la identidad. Estos son a lo menos dos: los
elementos básicos de análisis de la identidad de la escuela y los elementos
paradigmáticos con los cuales éstos se entrecruzan. Más adelante dedicaremos un
momento a cada uno de estos caminos
El PDEI no puede ser entendido sino dentro de las características de las relaciones
humanas. El mismo no es sino una estructura carente de contenidos si ellos no son
dispuestos por aquello que lo diseñan y desarrollan ejecutivamente. De ahí la
necesidad de caracterizar a la unidad básica de las interacciones sociales, es decir,
el concepto de persona. Por lo mismo este párrafo tiene por Objetivo caracterizar lo
que entenderemos por el concepto de persona en un mundo en permanente mutación
e innovación, especialmente signado por el avance de las tecnologías y las
comunicaciones que ellas nos permiten.
Lo primero que se puede afirmar es que el concepto de persona, desde una
perspectiva cristina está vigente en el mundo contemporáneo, recibiendo, eso sí,
nombres que no la distinguen con claridad (individuo, ente, ciudadano, etc).
Seguramente esta falta de claridad proviene del hecho de que el contenido del
concepto de individuo, proveniente del mundo griego, es restituido en su uso en la
época renacentista y los periodos de las reformas religiosas, quedando el concepto
de persona (cuyo nacimiento se da con el cristianismo) disminuido en su uso habitual.
Ambos conceptos se parapetan tras las visiones socio económicas de la realidad
histórica, correspondiendo lo aspectos conservadores del mundo a la ideas cristianas
y las ideas de individuo a las visiones más liberales de la sociedad. .
Es así como hoy entendemos la idea de persona como una idea más propia al
cristianismo con todos los efectos que ella tiene en el mundo de las configuraciones
socio económicas y culturales contemporáneas, dentro de la cual la ciencia y. la fe
(históricamente antagónicas) van perdiendo un significado de competencia, sino más
bien de cooperación y unidad en la visión del Universo. No existe la agresividad de
tiempos pasados, sino una comprensión mutua de que el universo y sus cambios son
efecto de ambas fuentes. Nace un respeto mutuo mantenido entre ciencia y fe y
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aquellos que siguen sustentando el conflicto son cada vez menos y más marginales
del pensamiento contemporáneo.
Florecen, especialmente en el renacimiento, nuevas aplicaciones que tienen como
fuente el concepto de persona: el concepto de Estado con su histórica evolución
propia, la idea de las organizaciones intermedias (siguiendo la tradición de los
gremios medievales), la idea del desarrollo humano, ya no solo valorado por su
dimensión intelectual sino mirado como un todo integral).
Pero sin duda el concepto de persona agrega a la cultura contemporánea un hito
fundamental que la hace indispensable en algunos aspectos: señalamos los valores
y las pautas culturales (normas costumbres y usos) como ejes orientadores de
los cambios que vive la sociedad en de sus dimensiones.
En esta perspectiva, la educación asume parte importante de esas dimensiones
personalistas y comunitarias, sin que los mismos que las usan se den cuenta de que
su utilización es parte de una cultura signada por el pensamiento y las creencias
cristinas. La idea de persona se introduce de manera profunda y notable en el
pensamiento contemporáneo.
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ALGUNAS COMPETENCIAS PARA EL DESARROLLO DEL POTENCIAL DE LA
PERSONA HUMANA.
PEDAGOGICAS
COMPETENCIAS DIDACTICAS Y
Tal como se muestra en este cuadro, que tiene un carácter sintético, es posible observar
que existen competencias que relacionadas entre sí y que constituyen un modelo que
debería funcionar de manera más o menos estricta en la formación de los nuevos
educadores y en la renovación de los más antiguos que ya tienen una experiencia
importante en el aula. Este cuadro, como cualquier otro que se diseñe para efectos
formativos, es posible de modificar, complementar o sencillamente agregar elementos
que lo enriquezcan de manera permanente.
Así como nuestro “modelo” tiene un carácter general, que no necesariamente parte de lo
operativo, pero puede encaminarse con facilidad hacia el nivel operacional de toda acción
y relación pedagógica. Por eso debe ir acompañado siempre de una mirada metodológica
que se constituya en una visión cercana a la acción pedagógica y didáctica.
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humano en sí mismo, sus características y cualidades, tanto espacio-temporales como
trascendentes. En el otro caso, estamos mirando las herramientas que este ser humano
puede utilizar para acrecentar sus potencialidades propias de acuerdo a sus
circunstancias.
De ahí también la distinción que se puede realizar entre ”las inteligencias múltiples”, que
es un medio que sirve tanto para diagnosticar las inteligencias de los alumnos como para
proyectar las mismas hacia el desarrollo de las competencias y su respectivos niveles de
potencialidad que ellas posee.
Los consideramos como las unidades básicas, que no pueden dejar de ser tomadas en
cuenta en cualquier análisis que se haga sobre la escuela, si es que no se quiere perder
la posibilidad de comprensión de la identidad de la misma.
1.- Las personas y el clima organizacional en que ellas viven es un primer elemento de
análisis que debemos trabajar. La caracterización de los actores que componen la
escuela, sus tipos de relaciones y sus opiniones intersubjetivas son importantes de
considerar, ya que ellas, de una manera directa o indirecta, crean un clima organizacional
que condiciona el nacimiento y el desarrollo de la identidad institucional.
Entre estos actores es preciso mencionar los directivos, los docentes de aula, los técnicos
educativos (sicopedagogos, fonoaudiólogos, profesores de educación diferencial, técnicos
en informática, etc.), los padres y apoderados y sus organizaciones, el personal
administrativo, las autoridades educacionales del sistema, etc.).
Cada uno de estos actores educativos, deben confluir en el logro de los objetivos básicos
de la Escuela y las orientaciones emanadas del Ministerio de Educación o Secretaria de
Educación respectiva, ya sea a nivel nacional o regional. Cada una de estas personas
ocupan roles diferenciados entre sí, con funciones propias y ocupando sus respectivos
estatus en la organización educacional de que se trate.
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2.- La estructura y organización institucional, es decir, los elementos que conforman
todos los lugares de la estructura de la organización institucional, es otro elemento
importante de ser considerado. La ubicación de las relaciones entre unos y otros factores
(o variables) que conforman la estructura de la organización institucional, es un modo de
configurar la identidad de la escuela.
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y producción de un PDEI” el cual nos muestra una lógica constructiva desde lo más
particular hasta una visión general de un PDEI, como parte importante de la
conformación de la identidad de la escuela.
Los consideramos como los elementos que están a la base de las orientaciones del
desarrollo de la identidad, no sólo del “deber ser” de la escuela, sino como la base sobre
la cual se sustenta el devenir histórico de la identidad misma de la escuela. Sin ellos no
hay pasado, presente ni futuro de la Escuela, en cuanto institución con una identidad que
la caracterice como tal.
La permanente relación que se hace del proyecto educativo con la persona de un santo o
una persona destacada en la historia, utilizada como modelo de conducta y valores a
seguir, se constituye en un paradigma al cual imitar a través de todas las ideas y acciones
que se llevan a cabo en la escuela, configurando con ello parte importante de la identidad
propia.
Toda escuela y toda comunidad, por ser tal, tienen tradiciones que se han ido formando
con el transcurso de los años o por la convivencia que se da entre sus miembros.
Los seres humanos tendemos a crear tradiciones, aún en los grupos más pequeños y
nuevos. Desde el momento mismo que nos relacionamos como personas o como actores
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educativos, destacamos ciertas formas de ser que se convierten de inmediato en parte de
las características del grupo y por lo mismo, parte de la tradición (del pasado), que puede
actuar como elemento de cambio o conservación de las identidades que se van
construyendo en la propia escuela.
Cuando las escuelas tienen algunos años de existencia esas tradiciones existen, aunque
sea de manera informal y será tarea de los actores educativos que se preocupen de la
búsqueda y explicitación de las mismas. Las tradiciones, los hechos del pasado que
tienen presencia en el presente y que pueden ser proyectados al futuro, están a nuestra
disposición y son parte importante de la identidad que intentamos descubrir o construir.
Al igual que las tradiciones, las pautas culturales existen y ellas, como realidad, están
muchas veces más allá de los propios individuos que las sustentan. Tienen, por esto, un
carácter supraindividual y la mayoría de las veces su existencia sobrevive a los individuos.
Por eso es tan importante que en la construcción o descubrimiento de la identidad
consideremos seriamente la existencia y naturaleza de estas pautas (normas, costumbres
y usos) y de los valores que las sustentan.
Todos los individuos las y los vivencian. Lo importante es saber cómo han vivenciado
estas pautas y cómo han sido o son percibidos los valores que las acompañan de manera
siempre indisolubles. El aclarar cuáles son estas pautas culturales y valores y saber cómo
se perciben por parte de los actores educativos es una forma de penetrar el tema de la
identidad de la escuela, ya que estos elementos paradigmáticos la conforman en parte
importante.
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en su conjunto, características que lo singularizan, y eso hace posible que cada unidad
del mismo comparta con el todo, alguna o muchas de sus singularidades.
De ahí que cada escuela tenga algo en si misma de lo propio del sistema educacional y
por otra parte, elementos que la distinguen de otras, aunque pertenezcan a una matriz
común (el sistema educacional en su conjunto). Lo importante, en este caso, es conocer
la historia de la educación, para ver cómo ella ha configurado las formas en que la
escuela se presenta hoy, con sus características de identidad.
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deseados para sus alumnos, de acuerdo a las condicionantes biosicosociales de los
mismos.
Lo quinto es saber cómo evaluaremos. Todo proceso pedagógico debe ser, de parte
del profesor/a consciente y dirigido, y para ello debemos planificar la enseñanza y el logro
de los aprendizajes. El camino a recorrer entre la realidad pedagógica presente y la
realidad futura requiere de Evaluación permanente, no solo de los aprendizajes de los
alumnos, sino de la puesta en marcha de todas aquellas funciones que son propias a la
enseñanza por parte del profesor; como también las condicionantes institucionales que
permiten o no ejercer una acción pedagógica adecuada en contextos educacionales
diversos. La evaluación, en este sentido, nos permite ajustar lo planificado de acuerdo a
los resultados que se vayan obteniendo.
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éstos. Esta flexibilidad, sin duda, puede ser utilizada para trabajar este tipo de temas,
como la propia identidad del establecimiento educacional, la cual se debe conformar por
los aportes de los diversos actores que participan en los procesos educativos que se dan
en la escuela.
En este sentido la comunidad debe estar representada con sus propios proyectos locales
de desarrollo. Existe la experiencia de que las comunas, mediante la acción de las
Municipalidades y sus Departamentos de Educación, han realizado experiencias
participativas en el diseño de sus Planes Anuales de Desarrollo Educativo Municipal
(PADEM) o en la confección de los proyectos de desarrollo educativo institucional (PDEI)
de cada establecimiento educacional. Estas experiencias, vividas, sin duda, de muy
distinta manera, constituyen un cúmulo de experiencias que deberían ser consideradas en
el momento de descubrir o desarrollar sus propias identidades.
Más allá de las reformas estructurales, administrativas y económicas del sistema escolar,
la educación es un desafío para la inteligencia y la libertad del hombre, para la
construcción dialógica y la solidaridad humana. Como lo afirmara tan acertadamente Jean
Piaget, “el objeto principal de la educación es crear hombres que sean capaces de hacer
cosas nuevas, no repetir simplemente lo que han hecho las otras generaciones, hombres
que sean creativos, inventivos y descubridores.
El segundo objeto de la educación es conformar mentes que puedan ser críticas, que
puedan verificar y no aceptar todo lo que les ofrecen. El gran peligro de hoy es el peligro
de los slogans, de las opiniones colectivas, de las direcciones preformadas del
pensamiento. Debemos ser capaces de resistirlo individualmente, de criticar, de distinguir
entre lo que está demostrado y lo que no lo está.
Esta cita nos recuerda, una vez más, que la educación es un desafío para la inteligencia y
la libertad del hombre, para la construcción dialógica y la solidaridad humana. Quizá como
ninguna otra actividad humana, la educación es hoy la más grande empresa que lleva a
cabo este país, con una significativa confluencia de esfuerzos públicos y privados. Y no
obstante ello, ni aún privatizando todo lo privatizable y vendiendo quizá todo lo vendible, o
invirtiendo grandes sumas a través del presupuesto de la nación, el país estaría cerca de
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alcanzar a corto plazo los niveles que se requieren para tener no sólo una buena, sino
una excelente educación, como aquella que se necesita para seguir abriéndonos cultural
y comercialmente al mundo y lograr internamente un desarrollo armónico y equitativo.
Por eso, pensar en alcanzar niveles óptimos de inversión en educación es una tarea para
un largo plazo y los esfuerzos que hoy se realizan (de manera notable), son el inicio de un
largo camino que quizá no veremos concluido, pero que es necesario construir tenaz y
permanentemente mas allá de nuestros propios intereses generacionales, sin embargo,
ello no nos asegura una educación de calidad como la que necesitamos. Pese a todas las
muchas tareas emprendidas, se hace indispensable comenzar una nueva ruta, más
propiamente educativa y pedagógica, quizá menos adornada de fanfarrias, mas
reservada, más alejada de las nomenclaturas estructurales, económicas y anuncios
públicos, pues se trata de realizar un esfuerzo a fondo en la trasformación de las
capacidades intelectuales, afectivas, de interrelaciones sociales y humanas que están en
juego en todo el sistema educacional.
Hoy debemos decidir que queremos hacer con la educación de nuestras nuevas
generaciones de chilenos y chilenas. Ni más ni menos, pues en el fondo eso es lo que
significa, en rigor, la implementación que deberán llevar a cabo las escuelas y liceos del
país de sus propios objetivos y contenidos curriculares.
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La comunidad circundante, que debe apoyar la marcha de los establecimientos
educacionales en donde se educarán sus propios hijos o los hijos de sus vecinos.
Todos ellos deben asumir la responsabilidad que les compete en estas tareas de
construcción educativa, de acuerdo a como lo mandatan las actuales.
Este es un reto de grandes proporciones, pues cada comunidad escolar deberá diseñar
un currículo pertinente, adecuado a las capacidades de aprendizaje y desarrollo de sus
alumnos y sus realidades, situación inédita en Chile si consideramos la generalidad de las
escuelas y liceos del país. Se pasa de un currículo único para todos (planes, programas
de estudio y actividades educativas, en otros términos), a un currículo en el cual la
creatividad realista de los profesores debe cristalizarse de manera cotidiana en cada
establecimiento educacional. Sin embargo, la oportunidad que se les presenta a las
comunidades educativas de hacer sus propios “proyectos de desarrollo educativo
institucional” seguramente no se verá coronada con el éxito si es que no existen
paralelamente cambios radicales en las formas de llevar adelante la acción pedagógica
cotidiana.
Los profesores entienden que esto es necesario y por suerte han demostrado
históricamente, en algunos casos, su capacidad innovadora y creativa. Si esto no fuera
así, ¿porqué nuestra educación es reconocida y valorada positivamente en toda América
Latina y en otros países del mundo?
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cabalmente. Estamos ciertos que las sabias palabras del maestro Jean Piaget se verán
bien acompañadas por los profesores y profesoras, como también por aquellas
instituciones que, en su mayoría, los forman profesionalmente, mediante tiza y pizarrón.
Ficha desarrollo de
contenidos MARZO 2010 – abril
2010
DISEÑO GRAFICO
Diagramar
Diseñar imágenes para el Diseñar animaciones para el documentos
contenido contenido (Powerpoint, Word,
PDF, etc.
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actores o por los acuerdos más formales que se puedan producir entre ellos, por
intereses o proyectos grupales o individuales. La identidad es el producto, expresado, de
una configuración intersubjetiva, que se desarrolla por el contacto cotidiano entre los
actores entre sí y entre éstos y el mundo que los circunda, lo cual les permite ir
modificando sus percepciones del mundo de manera permanente, reservándose para sí
los elementos de estabilidad existentes en la realidad.
Estas realidades vividas y percibidas deben ser compartidas por los actores educativos.
Nada mejor, por lo tanto, que el grupo de personas que integra la escuela se convierta en
un equipo de trabajo que tenga como misión de su accionar el descubrimiento o
construcción de la identidad, que entre otros elementos está conformada por las
percepciones de los propios actores involucrados. De ahí que el tema de la identidad
toque de manera tan fuerte a las personas, ya que ellas están directamente involucradas
en la definición de la identidad institucional y con ello, de manera indirecta, de sí mismas.
Por eso es necesario buscar métodos de trabajo que, siendo participativos, consideren las
intersubjetividades y a la vez, logren objetivar al máximo los elementos que conforman la
identidad. Para ello proponemos, en primera instancia, el “trabajo en equipo”, “el análisis
estratégico FODA” y “el método de proyecto”, como algunos de los tantos que se pueden
utilizar para buscar o construir la identidad, tanto en la dimensión de su diagnóstico como
en sus proyecciones (los describimos en otro documento de estudio sobre el particular).
De una cultura del trabajo en grupo, a una cultura del trabajo en equipo.
En el trabajo pedagógico, el trabajo en grupo juega un rol importante; este tipo de trabajo
dinámico que congrega a un número de personas reducido que por lo general, no son
más de cinco personas, tiene una serie de ventajas como el desarrollo de habilidades
comunicativas, la gestión de toma de decisiones colectivas, el análisis, la comprensión, la
participación de los integrantes, el desarrollo de liderazgos, la ejecución y planeación de
forma autónoma de cada grupo, y una serie de otros aspectos. Pero todas estas
habilidades en desarrollo que pueden estar presentes en esta acción colectiva organizada
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que constituye una gran declaración de buenas intenciones tienen a su vez ciertos
peligros que pueden minimizar los efectos de este trabajo.
En este proceso de trabajo en grupo se cultivan aspectos reñidos con la ética como es el
trabajo parasitario, el ser evaluado por productos en donde uno de los integrantes no
realizó una buena labor o tal vez ninguna, en donde alguien no cumplió con los
materiales, no participo en todas las reuniones, en fin una serie de aspectos actitudinales
que son muy importantes en la creación de un buen ambiente de trabajo.
Todo lo anterior nos lleva a la necesidad de transformar una cultura de trabajo en grupo a
una cultura de trabajo en equipo el cual pone énfasis en los tres momentos indicados, y
en el proceso. Sin perder de vista el producto, pero fortaleciendo su desarrollo y
elaboración, mediante un proceso evaluativo que considera el proceso y el productos, y
también permite revisar los aspectos actitudinales de los integrantes; ello determina una
mayor calidad de trabajo que se va construyendo paulatinamente o progresivamente
desde los cursos inferiores hasta los superiores.
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Los docentes deben enseñar a los estudiantes las características del trabajo en
equipo, especificar roles, funciones y conceptos.
Cada equipo debe contar con un estudiante monitor al cual los docentes deben
darle tareas que lo realcen como tal, no meramente un llevador de información al
grupo, a fin de desarrollar liderazgo. Para ello el grupo puede elegir a su líder o
monitor.
El docente puede realizar una breve reunión de capacitación sobre el liderazgo
con los escogidos para este fin, de forma tal de entregarles herramientas para el
desarrollo de su función.
Se debe poner atención en tener pautas de evaluación de proceso, de productos y
de auto y coevaluacion.
La evaluación formativa es muy importante para el docente; debe comunicarse con
los monitores o líderes para retroalimentar y mejorar procesos, así como reunirse
con los equipos y persuadirlos a mejorar su desempeño valorando sus acciones y
solicitándoles superar debilidades con un lenguaje positivo y proactivo.
Es importante que los docentes del curso se reúnan para coordinar y evaluar el
desarrollo del trabajo en equipo de los estudiantes.
Las pautas de evaluación deben ser simples y no altamente complejizadas a fin de
no obstaculizar y tener un plan de evaluación de acuerdo a una calendarización
real.
Para que se produzca esta transformación del trabajo en grupo a un trabajo en
equipo, es necesario tener un conocimiento conceptual y práctico; esto es lo que te
proponemos a continuación.
Partiendo con su definición, podemos afirmar que el Trabajo en Equipo es un
método de trabajo colectivo en el que los participantes intercambian experiencias,
respetan sus roles y funciones, para lograr un objetivo común u objetivos comunes
al realizar una o unas tareas conjuntas.
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Conocimiento y respeto por el rol y las funciones de cada miembro. Se entiende por
función “la acción u ejercicio de un empleo, facultad u oficio de acuerdo a un rol social
o institucionalmente definido.”
Se entiende que cada persona que se integra a un equipo conoce previamente sus
funciones, actúa en concordancia y es evaluada en virtud del grado de cumplimiento
de las mismas.
Cada miembro del Equipo posee una visión clara de sus propias funciones y
reconoce los intereses comunes.
El equipo trabaja poniendo a disposición sus respectivos conocimientos, habilidades y
recursos y todos los miembros comparten la responsabilidad de los logros y de las
dificultades.
Interés, motivación y compromiso de cada miembro por la tarea propia y colectiva.
El interés del equipo sobrepasa los intereses particulares.
La efectividad del Equipo está en relación con su capacidad y su habilidad de
autogestión.
La existencia de un plan o programa de trabajo, programado, ejecutado y evaluado
en conjunto. Este es el punto central, de lo contrario no es realmente equipo. Existen
objetivos claros y metas comunes.
29
Aprendizajes que logran en el tiempo los integrantes de un equipo:
Aceptar la crítica.
Hacerse autocrítica.
Respetar la opinión ajena.
Aprender a escuchar al otro.
Vencer sus temores o debilidades.
Respetar las diferencias individuales.
30
Algunos factores que intervienen en el desarrollo de un equipo
Para que una reunión de equipo sea efectiva (y en general en cualquier tipo de reunión)
es que preciso que ésta cumpla con los siguientes requisitos mínimos:
Ser Programada.
Convocar a una reunión con un objetivo claro.
Insertar en un calendario preestablecido.
Que la citación contenga tabla, con orden y priorización de los contenidos.
Preparar los medios o recursos a requerir para el trabajo de la sesión programada.
Verificar asistencia, solicitar excusas a quienes no pudieron asistir habiendo sido
citados.
Respetar el proceso de la reunión.
Tener un moderador o monitor con características de líder.
Controlar la asistencia.
Respetar el orden de la tabla.
Si existe aprobar o rechazar acta anterior.
Revisar cumplimiento de tareas asignadas en la reunión anterior y conocer las causas
del no-cumplimiento de estas.
Facilitar la participación de todos.
Tener capacidad para resolver conflictos (problema de trabajo o entre integrantes)
que pudieran aparecer.
Resumir avances que se van logrando.
Dar la palabra con límite de tiempo y sólo para aportes nuevos y no repeticiones de
argumentos o hechos relatados anteriormente en la misma reunión.
31
El líder es la persona que mejor representa los estándares de conducta del grupo y
sus valores.
El líder es el miembro aislado más poderoso del grupo, pero no está inmune a las
opiniones de los demás, ni mucho menos a las normas del grupo.
32
El trabajo en equipo es un espacio muy oportuno para el desarrollo de una evaluación
formativa, pues se puede establecer una excelente interacción entre el docente y el grupo
de estudiantes a los cuales se les ha encomendado un trabajo que debe desarrollarse
progresivamente. En este sentido el docente realizara una secuenciación que permitirá ir
evaluándola en el curso de su desarrollo. Para esto es fundamental elaborar una pauta
de cotejo, que dé cuenta de lo que el docente observa en el trabajo en equipo.
Para ello es de suma importancia que el profesor le otorgue a cada grupo un numero o
cualquier nomenclatura que lo identifique a fin de programar en su trabajo la evaluación
mediante esta pauta de cotejo a dos equipos por sesión, entendiendo que en el mejor de
los casos tendrá 6 equipos en la sala de clase, y estos pueden ser evaluado de acuerdo a
lo que observa el docente. Si consideramos que durante un semestre se realizaron dos
trabajos en equipos, se puede haber realizado dos observaciones a cada equipo, y esta
puede terminar en parte de la evaluación. A ello adjuntaremos otras importantes que son
la autoevaluación y la coevaluación mediante la cual los estudiantes podrán evaluarse su
trabajo en el equipo y el rol que han jugado sus compañeros. La ponderación que se le
otorgue a estas evaluaciones son de atribución exclusiva del profesor, lo importante es
que los criterios e indicadores de evaluación sean pertinentes a la evaluación de un
proceso de trabajo en equipo
33
apuntar a un espíritu crítico y constructivo, y también a darles mayores herramientas para
el logro de sus objetivos; es acá en donde se producirá un espacio altamente significativo
y de crecimiento humano en el avance de los estudiantes, pues ellos podrán actuar sobre
sus errores pero como una oportunidad de crecimiento y no con la clásica mirada negativa
de un error.
Finalmente, el docente tendrá una pauta evaluativa del producto resultante del trabajo en
equipo que tiene característica sumativa, a la cual le dará una ponderación y junto a las
otras evidencias del trabajo desarrollado darán un resultado final, lo que permitirá ir más
allá de la evaluación de un producto que clásicamente se ha realizado y nos permitirá
transformar una cultura de trabajo en grupo a trabajo en equipo, lo que traerá un gran
beneficio a los estudiantes pues sentirán la necesidad de cumplir sus responsabilidades y
de persuadirse a sí mismos y a sus compañeros por mejorar para el beneficio colectivo.
34
Los tiempos deben ser respetados y orientados por el docente a fin de lograr su
cumplimento.
Iniciada la actividad no es recomendable incorporar nuevos integrantes.
La actividad depende de la participación de cada uno de los integrantes, por lo tanto
no se pueden retirar en medio de la actividad pues perjudica a su grupo.
Primer Etapa
Se organiza a los estudiantes en grupos de cinco integrantes.
El grupo se organiza en números de 1 a 5 de forma tal que cada integrante quede
identificado por un número.
En esta etapa cada grupo e integrante estudia en silencio el documento asignado por un
tiempo aproximado de 20 minutos.
Segunda Etapa
Se modifica la estructura de trabajo.
Se reúnen por números asignados, es decir, todos los uno, los dos, los tres, los cuatro y
los cinco.
Cada grupo de números iguales posee el mismo documento por lo cual proceden a
estudiarlo y analizarlo de manera grupal, intercambiando ideas, opiniones y perspectivas.
El tiempo de esta etapa es de aproximadamente veinte minutos.
Tercera Etapa
Se vuelve a la estructura anterior y cada integrante retorna a su grupo de origen. Los uno,
los dos, los tres, los cuatro y los cinco.
35
Primero el uno expone el documento estudiado a sus compañeros, posteriormente el dos,
tres, cuatro y finalmente número cinco.
De esta forma, al ser parte de un mismo contenido los estudiantes habrán estudiado
intensivamente un tema.
La aplicación de esta actividad dependerá del contexto y características del curso taller.
1. El mundo vive un momento de cambios tan profundos y extensos que afectan toda
la vida social y cultural de los pueblos, en el cual lo más característico es la propia
falta de seguridad. Los sujetos están sujetos a la incertidumbre, que se levanta
36
como una categoría de análisis importante para comprender el mundo
contemporáneo.
1
Antunez, Serafín y Gairín, Joaquín “La organización escolar. Prácticas y fundamentos”,
Editorial Graó, Barcelona, España, Julio 1996.
37
Finalidad Gestora, entendida como la contribución a las tareas de
organización, funcionamiento y gobierno del establecimiento educacional.
8. En este sentido una participación eficaz y satisfactoria debería estar orientada por
los principios de corresponsabilidad, cooperación, coordinación, autoridad y
democracia.
9. Del mismo modo los niveles de participación van desde la información, pasando
por la consulta, los trabajos en comisiones técnicas, trabajo en órganos del
gobierno del establecimiento educacional, delegación y autogestión propiamente
tal.
11. De ahí que los autores ya citados (Antúnez y Gairin), afirmen a modo de pregunta
¿qué sucede cuando las personas se resisten a participar?, ¿qué puede hacerse
38
cuando la participación es evaluada como insatisfactoria? Las respuestas que nos
ofrece van por siguiente tenor:
12. Este proceso de participación permite que los actores educativos que
conforman la comunidad educacional se identifiquen con la misma, cada vez
39
un poco más, dándole la fisonomía propia que la escuela debe llegar a tener,
no sólo para la percepción de aquellos que la conforman, sino para sus
observadores externos. Con esto se logra, en definitiva, aunar las
percepciones que se tengan sobre la identidad de la escuela.
40
modalidades diversas de prestar el servicio pedagógico requerido por las familias de los
mismos.
Esto implica, como se podrá observar, una etapa en la cual es necesario pensar,
reflexionar y dialogar sobre el destino del establecimiento educacional. Es decir, pensar y
dialogar comunitariamente sobre lo que se quiere lograr pedagógicamente con los niños,
jóvenes o adultos a los cuales es preciso atender. Es lo que tradicionalmente se plantea
como el campo que es propio de la filosofía de la educación, sin que esta reflexión sobre
las finalidades educativas la agote ni mucho menos. La reflexión filosófico-educacional es
más amplia y abarca, sin duda, un campo mucho mayor que el propio a las finalidades
educativas.
No obstante ello, es preciso señalar que la filosofía educacional debe auxiliarse con otras
disciplinas educativas, como la sociología educacional, la sicología educacional, la
sistematización curricular, etc., para llevar a cabo esta reflexión teleológica sobre la
educación. Es decir, la educación debe reflexionar sobre sus finalidades, para que siga
una línea de trabajo consecuente con sus finalidades.
El deber ser educativo se levanta como una de las cuestiones que es importante enfrentar
en la época contemporánea, ya que de otro modo la educación pierde sentido para los
actores educativos que están involucrados en ella.
Existe la controversia epistemológica de saber por cual camino debemos dilucidar estas
finalidades educativas. Como lo sabemos, el concepto de epistemología o teoría de
41
conocimiento, para otros, se define como el ámbito de la filosofía que se pregunta sobre el
cómo conoce el hombre, no desde una perspectiva fisiológica o sicológica, sino que
desde una perspectiva fundante o esencial, ya que ese es el ámbito propio de las
preguntas filosóficas.
Hoy, a diferencia de otras épocas, en las cuales se tenía una mayor consistencia sobre
las cuestiones educativas (no necesariamente una mayor verdad), no basta con un
pensamiento deductivo que nos diga, desde un primer momento, hacia donde dirigir
nuestro proceso educativo, como una suerte de mandato emanado desde lo superior
jerárquico, sino que es necesario construir esa finalidad u objetivo desde la realidad
misma.
La idea del deber ser educativo, el qué queremos construir con nuestra acción y la de
nuestros propios alumnos, es un imperativo que se hace presente en la discusión seria
sobre las cuestiones educacionales. La tentación de los “fundamentalismos deductivos”,
es decir de posiciones ideológicas, filosóficas o religiosas cerradas y consideradas solo
por sí mismas como las verdades fundamentales, únicas, permanentes e inamovibles por
parte de aquellos que las sustentan, se levanta con la misma fuerza que la tentación del
“pragmatismo inductivo”, que reconociendo y privilegiando los hechos y las cosas como
elementos básicos de la realidad, se pierde en los mismos, al no ser capaz de elaborar
perspectivas de mayor generalidad que le den sentido a dichos hechos particulares. Así,
al igual que en el fundamentalismo, el fin por sí mismo o los simples hechos, también por
sí mismos, pueden justificarlo todo.
Es por ello que se afirma que un proyecto educativo no es tal o no está bien formulado,
sin una reflexión y fórmula explícita del “deber ser educativo”, el cual debe construirse,
necesariamente y a lo menos, desde y para la realidad y desde las aspiraciones vividas
por los propios actores educativos.
42
REFLEXIONES
a) A su juicio, ¿es importante reflexionar sobre él deber ser educativo? ¿Por qué?
¿Cuándo se realizó por última vez esta reflexión en su Escuela y cuál fue su resultado
efectivo? ¿Quién la promovió o como surgió?
b) Si el resultado de esta reflexión fue negativo o positivo, ¿cuáles fueron a juicio de usted
y sus colegas, los factores que más influyeron en este resultado? ¿Se puede describir
la situación del porqué ello ocurrió? ¿Qué elementos borraría y cuales mantendría en
la perspectiva de “construir” un PDEI?
Todo proceso educativo es intencional, es decir, es un proceso que siempre tiene una
finalidad explícita que lo hace diferente a los procesos de socialización, por ejemplo, o a
los procesos de aculturación, los cuales son procesos inconscientes que se presentaban
naturalmente en la vida social.
43
Un ejemplo de caso concreto: en el Decreto 40 sobre Objetivos Fundamentales y
Contenidos Mínimos Obligatorios de la Enseñanza Media, los Objetivos Transversales
deben explicitarse y no quedar sólo como meras buenas intenciones de formación de los
alumnos; ellos deben definirse con claridad, escribirse, en otros términos, para que sean
públicos y evaluables, es decir, para saber cuáles son los grados de avance que se han
tenido en la concreción de los mismos al interior del proceso educativo.
De ahí que siempre en el caso de los procesos educativos ellos deban tener una
manifestación explícita de las finalidades u objetivos que se esperan alcanzar, para
evaluarlos y sistematizarlos, en el contexto de los marcos generales de referencia que ese
mismo proceso educativo se da cuando diseña su curriculum.
REFLEXIÓN
En estos marcos curriculares, que nos fijan objetivos y finalidades explícitas, la educación
marcha a la deriva, sin un norte claro, intentando buscar caminos que seguramente se
harían fáciles de recorrer si existiera la reflexión previa de un diseño curricular articulado y
articulador. Por eso la importancia de que en todo proceso educativo los educadores se
hagan el tiempo para discutir y dialogar sobre los diseños curriculares que guiarán su
acción pedagógica y su gestión educacional en los períodos escolares.
La competencia entre individuos es una falsa dicotomía, que podría ser superada por la
idea de “el trabajo bien hecho”, en la cual se conjugan la idea de trabajo en equipo
(colaboración) y la de hacerlo cada vez mejor para superarse a sí mismo (competencia
consigo mismo), sin que ello signifique perder el sentido ético de la solidaridad que debe
existir entre los seres humanos y sus instituciones u organizaciones laborales.
44
totalizadoras, al unísono, que la hacen estar presente en los aconteceres mundiales,
muchas veces lejanos a su vida cotidiana. De ahí la necesidad de que la educación
enseñe a las nuevas generaciones a vivir con estos dobles mensajes que estarán siempre
presentes en su vida cotidiana.
Es por esto que el desafío mayor para la educación chilena contemporánea es cómo
lograr trasmitir valores y enseñanzas que permitan que la solidaridad y la colaboración,
propia a un mundo de común-unión, se enseñoree por sobre los valores de la
competencia, muchas veces selváticas, que predica los valores del individualismo y nos
puede inducir, indirectamente, a la búsqueda de fundamentalismos desquiciantes.
Sería conveniente que este parágrafo lo lea junto con otro colega o en su equipo de
trabajo, para así comentar los conceptos que no queden suficientemente claros y
compartir opiniones.
Sin querer entrar a un tratamiento más profundo sobre “las fuentes del diseño curricular”,
es preciso adelantar que estas fuentes deben ser trabajadas en el ámbito del diagnóstico
de los alumnos, su entorno y sus familias, en el cual se encuentra el establecimiento
educacional, para que el curriculum diseñado corresponda efectivamente a las
necesidades y expectativas educativas de los alumnos y sus familias.
Entre estas fuentes permanentes, que deben ser armonizadas con los diagnósticos antes
mencionados, podemos mencionar, sin orden de prelación jerárquica, las siguientes:
Las fuentes filosófico-antropológicas, que nos darán cuenta de las concepciones que
nosotros los educadores y las familias de nuestros alumnos tienen sobre el futuro de ellos
mismos, cómo ven la sociedad a la cual se quieren integrar, qué tipo de ser humano
quieren ser a futuro, como perciben la realidad y cuáles son las percepciones que ellos
tienen del mundo en cambio. Esta fuente, actualmente bastante desconocida por aquellos
que hacen de la educación una sucesión de hechos, proyectos y temas emergentes, nos
45
permite darle a la educación la direccionalidad y orientación anticipatoria que le son
necesarias para un equilibrado desarrollo.
Las fuentes epistemológicas, sobre las cuales deberemos concordar, ya que ellas
representan la lógica del conocimiento o el tipo de acercamiento cognitivo que haremos
sobre la realidad. En otras palabras, esta fuente nos dará las luces pertinentes sobre la
teoría del conocimiento que utilizaremos en la confección de nuestro diseño curricular. No
46
es lo mismo, por ejemplo, diseñar un curriculum con una estructura de operacionalización
que siga una lógica deductiva a uno que siga una lógica inductiva o de descriptiva
fenomenológica.
Las fuentes pedagógicas, por último, que nos permitirán acercarnos a un acuerdo,
nacido de la conjunción de las otras fuentes ya señaladas, sobre los tipos, estilos y
métodos de acción pedagógica que pondremos en marcha para llevar a cabo nuestros
planes, programas y proyectos educativos, en la comuna o por establecimiento
educacional. Esta tarea tiene una directa relación con el diseño del curriculum o matriz
curricular, ya que dicho diseño, dentro de sus requisitos básicos de existencia adecuada,
debe tener la potencialidad de ser llevado a cabo efectivamente a través de una acción
pedagógica concreta y con los recursos que se cuenta.
Las fuentes curriculares, fruto del trabajo en equipo que deben desarrollar los equipos de
trabajo de cada escuela, es una tarea que se deberá enfrentar para elaborar una matriz
curricular propia si así lo desean las autoridades educacionales y municipales de la
comuna.
No obstante los planteamientos anteriores, de carácter aún general, es preciso seguir
adentrándonos en los problemas que la educación debe enfrentar en el presente para
construir el futuro.
Hoy día predomina como punto focal de la conversación pública sobre educación, la
relación de ésta con los requerimientos del crecimiento económico y la competitividad
económica. Y sin embargo, no hay competitividad, ni crecimiento posibles sin un orden
moral que cohesione el orden colectivo y provea de sentido a los actores individuales y
grupales.
REFLEXIÓN
La elaboración o diseño de un curriculum para cada establecimiento educacional
(escuela, liceo o colegio) o uno similar para toda la comuna, es una decisión que
corresponde a las autoridades político educativas de la misma, en el caso de la educación
municipal, o de una coordinación más amplia entre establecimientos educacionales, si
ellos son particulares.
47
En todo caso esa decisión debe ser muy clara, ya que todo proceso de este tipo afecta la
vida institucional de los establecimientos o la vida educativa de todas las comunas. La
puesta en marcha de mecanismos de coordinación y cooperación se vislumbra como
elementos importantes de la existencia educativa en un espacio social2
Enseñar
2
De Pujadas y Asociados, “El Proyecto SINAC en la Comuna de La Florida”, 1997-1998. Un proyecto pionero en Chile
sobre esta materia ha sido ya llevado a cabo por De Pujadas y Asociados en la Comuna de La Florida, con el apoyo de sus
autoridades políticas y educacionales, observándose las conductas de entrada de los niños en cuatro variables distintivas
(conocimientos de base, habilidades de base, conocimientos socioculturales y realidad familiar), con lo cual se evitan las
falsas comparaciones entre realidades comunales y educativas diferentes. En este caso, la comparación de los
rendimientos o desarrollo de los alumnos se observa en relación a sus propios puntos de partida y no en relaciones a
estándares nacionales, que se bien son positivos de tener, no permiten dilucidar los desafíos pedagógicos que cada equipo
de profesores tiene en la Escuela, con sus alumnos en particular.
48
quiere que sepa. Su éxito o fracaso está dado por el espacio que queda entre sus
conocimientos y los conocimientos exigidos por la enseñanza del profesor.
Aprender
Un segundo énfasis está dado, como vuelta de la misma moneda, en los procesos de
desarrollo de las capacidades de aprender del alumno, desvalorándose en gran medida la
importancia de la enseñanza ejercida por el profesor. No importa que el profesor sepa o
no sepa aquellos contenidos que enseña, sino lo importante es cómo el alumno desarrolla
sus procesos de conocer, de aprender a través de distintos medios. Ya no se hace énfasis
sólo en lo cognitivo, pues se supone que el alumno puede desarrollar por si mismo otros
aspectos de su crecimiento. El profesor deja de lado su rol de enseñante y pasa a
constituirse en un acompañante del desarrollo de sus alumnos. Su función adquiere la
característica de facilitadora de los aprendizajes, más que de enseñante de los mismos.
Aprender a aprender
Un tercer énfasis pedagógico está dado por la toma de conciencia de los procesos de
aprendizaje por parte del propio alumno, poniendo el énfasis en la metacognición, es
decir, en los procesos de tomar conciencia (darse cuenta) de los procesos que lleva a
cabo internamente para producir su propio aprendizaje. Lo importante, en este caso, es
que el alumno, independiente de que el foco esté concentrado en la enseñanza o en el
aprendizaje, tenga conciencia del “cómo aprendo”, comprendiendo con ello una serie de
posibilidades de conocimientos que antes, sin esta metacognición, no eran posibles de
vislumbrar y desarrollar.
49
de la educación, como un proceso que afecta los sentidos de la propia existencia humana
de los actores involucrados (maestros, alumnos, padres, etc.) La pregunta tiene que ver
no solo con el ser de la educación, sino con el deber ser de la misma, inserta en una
sociedad que pretende formar un tipo de persona humana en las futuras generaciones de
reemplazo de las actuales. De ahí la importancia que en este enfoque vuelve a retomar la
Filosofía de la Educación y la Antropología Educacional, como unas de las disciplinas
constituyentes de los saberes pedagógicos.
Es por eso que las preguntas sobre él deber ser de la educación nos remiten al tema de
las diversidades de culturas pedagógicas existentes en el sistema educacional, ya que es
al interior de ellas, como entramados de normas, valores y elementos institucionales, en
donde se plantean y resuelven este tipo de interrogantes. Más aun, en la época
contemporánea se han desarrollado y aplicado.
REFLEXION
50
Mejorar las condiciones de vida en el mundo, son un imperativo ético para todos los
educadores. Es un mandato perentorio, frente al cual la pobreza debe ser asumida como
nuestro principal campo de trabajo, en acciones e ideas. La Solidaridad se plantea así
como uno de los valores centrales del nuevo desarrollo de la educación chilena.[2]
La educación, como actividad humana de aprendizaje, enseñanza y desarrollo, debe
construirse sobre pilares que la fundamenten y a la vez la orienten. Entre los
fundamentales encontramos cuatro de ellos:
Por una parte, debe responder a la exigencia de que los hombres y las mujeres “sean”
personas, plenamente humana, pero que lo sean en torno a su propia identidad personal
y cultural. La educación, en este sentido, debe promover y ayudar a que las personas y
las comunidades sean parte de un continuo histórico, con sus propias tradiciones, para
que tengan la fortaleza suficiente de enfrentar el futuro y los cambios con la tranquilidad
que les da una sólida base cultural nacida de sus propios modos de ser. En otras
palabras, todo proceso educativo debe tener como primera prioridad la formación de la
persona humana con sus características que la especifican con una identidad de ser único
e irrepetible, ubicada en su contexto local. El énfasis está dado, por lo tanto, en aprender
a Ser.
Por ello es que pensamos que cada establecimiento educacional debe hacer serios
esfuerzos para que cada alumno desarrolle con fuerza su propia identidad, unida a la
51
identidad comunal que deberemos construir y afianzar, para lo cual deberemos
adentrarnos en su historia y su cultura, en sus características actuales y en sus desafíos
para el futuro.
REFLEXIONES
Creemos que este primer planteamiento es muy importante para nuestra labor educativa.
Enseñar a nuestros alumnos a ser personas plenas, insertas responsablemente en el
mundo de hoy, no es una tarea fácil: ¿qué se hace en su escuela, liceo o colegio, para
lograr objetivos pedagógicos explícitos sobre esta materia? ¿Existen programas
específicos de formación u orientación que se estén llevando a cabo o están incluidos en
todas las actividades del establecimiento educacional o más bien son discursos
declarativos que no se llevan a cabo y se quedan en las puras palabras?
Por otra, la educación debe ayudar a que los hombres y mujeres de hoy aprendan a
conocer lo que es necesario conocer, para lograr un equilibrado y armónico crecimiento
de su ser social, familiar, laboral y económico. Hoy, quizá como nunca antes en la historia
de la humanidad, el hombre dispone de un cúmulo de informaciones que se hacían
impensables hace una década atrás. Por lo mismo, hoy el desafío es lograr
“conocimientos pertinentes y significativos” para cada persona, con el fin de que se pueda
integrar sana y creativamente a la sociedad en la cual le corresponde vivir.
52
encontramos empeñados en que las personas tengan un más libre acceso a esas fuentes
de conocimientos y puedan utilizarlos adecuadamente, de acuerdo a sus necesidades y
aspiraciones.
Por la misma razón pensamos que la Escuela debe progresar paulatinamente en proveer
a sus establecimientos educacionales de buenas bibliotecas y conexiones a las redes de
computación existentes, ya sea en un nivel nacional o internacional, ya que ellas
proveerán de las informaciones que nuestros alumnos necesitan para una adecuada
inserción en el mundo contemporáneo. Sin perder su propia identidad, cada comuna debe
crear las condiciones para que sus alumnos accedan al conocimiento universal
actualizado. Lo importante, por lo mismo es que todos los alumnos del establecimiento
aprendan a conocer.
REFLEXION
Una gran cantidad de información no necesariamente implica mayor conocimiento. Muy
por el contrario, puede ser un obstáculo para un buen conocimiento. Lo importante es
saber qué se quiere conocer, para buscar la información adecuada a esa necesidad. Esto
implica desarrollar nuestra capacidad de síntesis.
Aprender a convivir con los otros, para lograr nuestro mutuo desarrollo.
Del mismo modo, la educación debe posibilitar que la persona humana “aprenda a
convivir con los otros”, es decir, desarrolle sus capacidades y habilidades sociales y de
interacción personal, que la conviertan en un ser equilibrado en su proceso de inserción
en la realidad social, laboral y familiar.
Es quizá en este campo donde la idea de la solidaridad educativa se nos presenta con
gran fuerza. La sociedad necesita, mientras existan los pobres, de una fuerte dosis de
solidaridad, es decir, de amor social, de amor hacia los otros. Por eso concebimos a la
persona humana no como un individuo que puede vivir de manera aislada. Muy por el
contrario, la persona es en y para los otros y su crecimiento depende de la capacidad de
ejercer su libertad y convivir sanamente en su medio social, ya sea en el mundo de la
familia, las amistades o el mundo laboral.
53
Debemos hacer de la solidaridad en el campo educacional no solo un conjunto de
predicados conceptuales, sino obras concretas, acciones cotidianas, de servicio a los más
pobres. Es por eso que algunas Municipalidades, han realizado importantes inversiones
en lograr con sus programas y su institucionalidad un mejor servicio a la población en
edad escolar, acentuando no sólo la calidad del servicio impartido, sino la equidad del
mismo, que es una forma directa de tener un comportamiento solidario con los más
desposeídos.
Es preciso ahondar en este punto con nuestros alumnos, intentando que en los diferentes
planes y proyectos que se desarrollen en las Municipalidades o en sus establecimientos
educacionales, se acentúe el valor de la solidaridad mediante acciones pedagógicas
programadas para una ejecución de pertinencia educativa. El énfasis está dado, en este
caso, en el aprender a convivir.
REFLEXION
Una de las capacidades más difíciles de desarrollar es saber “tratar con los otros”, ser
empático, es decir, saber escuchar, relacionarse, comunicarse con los semejantes. Eso
no lo aprendemos con facilidad, en especial, el saber escuchar sin interpretar lo que el
otro me trata de comunicar. Ponerse en el lugar del otro es requisito indispensable para
aprender a convivir bien con los mismos. ¿Cuánto de esto hace usted en su vida
cotidiana?
La Comisión Delors, ya antes mencionada, al igual que nosotros desde los años 90,
afirmamos la indisoluble relación entre una educación de calidad y su orientación hacia el
mundo de la vida cotidiana, especialmente hacia la vida del trabajo y la técnica. Ello
implica concebir la educación como un proceso de adecuación permanente entre la
capacidad de hacer y la capacidad de diseño, como un continuo que sigue la línea del
desarrollo del pensamiento humano, como ya lo planteara hace tantos siglos Aristóteles.
54
Partiendo de la materia que se opone a mis manos, comprendo la infinita y limitada
realidad del tiempo y el espacio, dos elementos claves para una sana comprensión y
manejo de la realidad, para desde ahí caminar hacia formas superiores del conocimiento y
rediseño “realista” de la realidad. El cuerpo y su valoración pedagógica adquieren, desde
esta perspectiva, un real significado educativo, ya que nos conecta permanentemente con
la realidad y su devenir.
Por eso queremos introducir (a través de la posibilidad que nos abrió el Decreto 40), la
educación tecnológica como parte integrante del curriculum escolar, a partir del primer
año básico, como una forma de hacer prácticos estos postulados. Sabemos bien que
todos los alumnos, especialmente los provenientes de los sectores sociales más pobres,
necesitan competencias de trabajo que les permitan integrarse a una vida laboral con el
fin de asumir obligaciones muchas veces no esperadas ni deseadas.
Por lo mismo, nuestro planteamiento curricular se concibe a partir de las realidades de los
niños y jóvenes y sus familias que necesitan de una conexión más temprana con el
mundo del trabajo, lo cual no significa que pensemos que ello es lo adecuado o más
pertinente en términos sociales y de desarrollo personal. Sólo podemos afirmar, eso sí,
que todo hombre o mujer que pase por el sistema educativo nacional debería aprender las
claves básicas del mundo del trabajo y la tecnología moderna, conociéndolo de forma
intelectual y a la vez, vivenciándolo experiencialmente.
Por eso nuestro interés que se desarrolle esta cuarta orientación de aprender haciendo y
aprender a hacer.
REFLEXION
55
Los desafíos pedagógicos y metodológicos de una nueva cultura educacional y sus
focalizaciones.
Por una parte, nos encontramos con una cultura escolar caracterizada por el énfasis en
los aspectos lecto-escritores de la enseñanza y por otra una cultura paralela que expande
notablemente las capacidades del ser humano para percibir y comprender la realidad en
la cual vive, creando mundos virtuales a su arbitrios. Lo importante es dar educación
básica mínima a todos los alumnos, para que se integren a una sociedad que se maneja
básicamente por los mensajes dados por el lenguaje escrito. La lectura y la escritura son
considerados como los dos medios más importantes de comunicación, crecimiento e
inserción del ser humano en la vida social y cultural.
Por otra parte, algunos piensan que el sistema educacional se debería caracterizar por la
introducción masiva de medios audio-visuales en su quehacer pedagógico, como las
herramientas básicas más adecuadas de todo nuevo aprendizaje. La cultura audiovisual,
que trabaja especialmente con imágenes debería primar por sobre cualquier otra, en la
medida que el avance tecnológico expone a las nuevas generaciones a una influencia
permanente de estos medios sobre sus aprendizajes. La enseñanza debe, por lo mismo,
adoptar este tipo de herramientas pedagógicas de uso de la imagen, como las más
56
acertadas para una sana inserción del niño a las nuevas condiciones de vida de la
sociedad moderna.
57
Ellos guardan en sí mismos las categorías propias del sentido de la realidad: el tiempo y
el espacio. Si el niño o la niña trabaja con sus manos, “haciendo” las cosas, con sus
propias manos, por decirlo de alguna manera, tendrán noción clara del tiempo y el
espacio, es decir, de la realidad que los circunda.
El tiempo y el espacio, como las dos categorías básicas que hay que aprender para tener
“sentido de realidad” se aprenden de mejor manera “haciendo”, transformando la materia,
conformando y creando nuevas realidades a partir del material duro. Solo de este modo,
la natural capacidad de imaginación y juego que todo niño tiene y que debemos preservar,
se convertirán cuando ellos sean adultos, en capacidad creativa e innovadora, no a partir
de la sola imaginación, sino de la realidad misma. Sólo una imaginación conectada a la
realidad es una imaginación productiva. Aun en el caso del artista, el cual, para ser tal,
debe poder cristalizar en realidades particulares y concretas sus ideas, pensamientos o
imágenes de concepción universal.
La cultura del hacer, también propuesta por la Comisión Delors, es un elemento básico de
la modernización de la educación, si es que queremos que ella sirva efectivamente al
desarrollo de la sociedad chilena y sus nuevos desafíos, especialmente aquellos que
dicen relación con la capacidad exportadora que el país debe desarrollar (el valor
agregado no es sino agregar a las nuevas generaciones una mayor capacidad de
diseño).
58
ELABORACIÓN DE UN MODELO DE ESTRUCTURA DE UN PROYECTO DE DESARROLLO
EDUCATIVO INSTITUCIONAL (PDEI)
1. Introducción.
2. Definición sobre las modalidades de trabajo del equipo generador.
3. Visión.
4. Diagnóstico.
5. Misión.
6. Fundamentación Educativa: Curricular y Pedagógica.
7. Objetivos.
8. Valores específicos.
9. Competencias de distinto tipo: de desarrollo personal, de auto aprendizaje, de
interacción social, de conocimientos, técnicas.
10. Recursos necesarios y potenciales: (humanos, tecnológicos, financieros,
infraestructura, infológicos).
11. Fijación de Metas.
12. Estrategias de logro (los caminos a seguir) y acciones específicas: cuadro de
entrada simple.
13. Etapas de realización: cronograma y responsables por etapas y
acciones.
14. Evaluaciones: Ex ante, Durante y Ex post.
15. Proceso de retroalimentación.
16. Definición sobre la gestión para el proceso de ejecución de un PDEI.
Los elementos señalados anteriormente (1 a 16) son los que se han podido detectar con
acuerdo de más de 300 profesores asistentes a nuestros cursos y talleres, quienes
además han coincidido en el orden estructural en que ellos aparecen en este listado.
Contenido y estructura son, pues, dos elementos claves de todo proyecto Educativo
Institucional y que es necesario esclarecerlos aunque sea brevemente a continuación,
para una mejor comprensión de los mismos.
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ELEMENTOS DE LA ESTRUCTURA DE UN PDEI.
1. Introducción.
Siempre en la introducción se expresa el objetivo principal del documento, como también
sus partes más importantes o la agrupación de las mismas.
3. Visión.
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éste. Es un “deber ser educativo” que guiará el desarrollo del PDEI y en el cual se
incluyen aspectos propios a la cultura, la vida social, económica y la historia en la cual se
ubica el centro, como también los valores que se sustentan de manera general, sin llegar
a concretarlos en su enunciado en la persona de los alumnos/as.
4. Diagnóstico.
5. Misión.
La Misión, a diferencia de la Visión, es una mirada del “deber ser educativo” pero ubicado
en un tiempo y espacio determinado, en la cual se incluyen los distintos elementos que
integran en la realidad un establecimiento educacional, sus propósitos más concretos y
una visión de los alumnos/as que queremos formar.
Todo PDEI debe tener una fundamentación educativa de carácter curricular y pedagógico,
pues es la misma la que le da el sentido educativo a este Proyecto. Estos dos elementos,
de carácter específicamente educativos, son los que le dan al PDEI un fundamento
teórico de orientación práctica, pues a través de los mismos se fijan las orientaciones
sobre lo que queremos hacer y que caminos queremos recorrer en el proceso educativo
(planes, programas actividades, acciones, etc.), como también expresar la forma y
estrategias que utilizaremos pedagógicamente para llevar a cabo nuestra acción
educativa en el aula y cuál debería ser el comportamiento de los actores educativos en
esta instancia (especialmente profesores y alumnos), incluyendo en ellos a todos aquellos
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que tengan una injerencia directa en las acciones pedagógicas en el marco de un
contexto curricular.
Los objetivos, como su nombre lo indica, deben ser claros, precisos, expresados sin
mucha rimbombancia, apuntando al desarrollo integral y al aprendizaje de los alumnos,
para lo cual debemos tener un claro diagnóstico de los mismos y desde ahí proyectar
nuestro accionar.
8. Valores específicos.
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Lo importante es desentrañar pedagógica y curricularmente cuales serán esos valores
que guiarán nuestro quehacer educativo, pues estos constituyen un elemento importante
en la configuración de la identidad y desarrollo del ser humano. Por otra parte, son estos
valores los que guiarán la existencia futura de nuestros alumnos.
También es importante resaltar que los valores no son entelequias intelectuales que se
puedan enseñar, como una materia más del currículo escolar, sino que los mismos se
forman de acuerdo a los modelos personales y de vida con los cuales los alumnos se
encuentran en su vida familiar y escolar. En este sentido los educadores tenemos un rol
muy importante en la formación de los valores que los propios alumnos vayan gestando
en su propio ser personal.
De acuerdo a esta salvedad es que proponemos para este trabajo cinco tipos de
competencias que desarrollaremos a su debido tiempo, en el transcurso del proceso
educativo que nos tocará vivir en estos meses: de desarrollo personal, de auto
aprendizaje, de interacción social, de conocimientos, técnicas.
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10. Recursos necesarios y potenciales: (humanos, tecnológicos, financieros,
infraestructura, infológicos).
Sin entrar a un análisis detallado de los recursos, que son elementos también esenciales
de un PDEI, nos parece apropiado plantear aquí la diferencia entre los recursos reales
con los cuales cuenta el establecimiento educacional y los recursos potenciales que se
pueden descubrir y utilizar. Esto, de acuerdo a la muy antigua perspectiva de que la
realidad tienen en sí misma una potencialidad que poco de la misma hemos podido
descubrir y utilizar para beneficio, en este caso, de la tarea educativa.
Por eso es importante recalcar que los recursos existentes, es decir, los que a primera
vista podemos inventariar, son solo una parte de los recursos que podemos utilizar para
nuestra tarea pedagógica. Existen otros recursos que son los llamados potenciales, es
decir, aquellos que están a nuestra disposición, pero que no utilizamos. Nos referimos no
solo a recursos tangibles, sino a aquellos recursos denominados intangibles, que están
dentro del amplio espectro de las potencialidades que nos ofrece la realidad y que no
utilizamos por mantener estructuras mentales muy rígidas y acostumbradas a un tipo de
acción pedagógica y no a otras.
Esta situación, que es normal en todo ser humano y que le permite ahorro de energías (lo
conocido es más amigable que lo desconocido), tiene una cara negativa, que es
justamente no saber aprovechar las potencialidades que nos ofrecería la realidad si
tuviésemos la conciencia abierta para sustraer de ella toda la riqueza que hay en la
misma. Nos referimos en este caso, a las estructuras formales de conocimiento y los
contenidos de las mismas, que serán parte de los temas que trataremos en el proceso
que debemos vivir en esta construcción de un PDEI para cada establecimiento
educacional.
Una tarea importante para darle carne y textura a un PDEI es saber cuánto queremos
lograr con nuestro accionar. En este sentido si tenemos bien definidos los objetivos de
nuestro quehacer educativo, tenemos gran parte de la tarea hecha. Solo falta convertir
esos objetivos, enunciados teóricamente en enunciados medibles y cuantificables. Por
eso se dice que las metas son objetivos cuantificados. Es decir, una meta es lo mismo
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que un objetivo, pero llevado a la cuantificación y debe, por lo mismo, existir plena
concordancia entre unos y otras.
Las metas deben equilibrarse, sin que estas se fijen muy reducidamente (para protegerse
de evaluaciones a posteriori, muy duras) o muy inalcanzables, por pérdida de sentido de
realidad, es decir, por un mal diagnóstico de carencias y medios.
Una no menos importante tarea al construir un PDEI es elaborar una tabla de entrada
simple que nos permita, por una parte, distinguir las etapas de esta construcción, como
también las acciones involucradas y quiénes serán los actores participantes y
responsables de las mismas.
Esto permite aclarar los plazos (tiempo) y ubicar con claridad las acciones, responsables y
participantes en las mismas (espacio), con lo cual tenemos configurado un escenario que
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nos permite tener y aplicar medidas de control y evaluación (formativa) en relación a los
procesos que se están viviendo.
Toda tarea o toda obra necesitan de estar en permanente evaluación, lo que nos permite,
por una parte, corregir los errores que se vayan produciendo o, sencillamente, mejorar las
tareas que hemos emprendido. Por eso es primordial tener un buen sistema de
evaluación que nos informe sobre los logros alcanzados, las carencias que tenemos y las
acciones que van adelantadas, fuera de curso.
La evaluación nos permite pisar tierra con firmeza, por los datos que nos proporciona,
pero a la vez, nos permite pensar en los cambios e innovaciones que podemos realizar
con un sentido realista. La evaluación, en otras palabras, es una herramienta de gran
utilidad en toda tarea de construcción educativa, más aún cuando las generaciones de
alumnos pasan y entran al sistema educacional con cambios culturales que a primera
vista no son perceptibles a la simple mirada. De ahí que las evaluaciones sean un
imperativo que debemos asumir como un medio de perfeccionar nuestra tarea educativa,
más aún cuando está en juego un proyecto institucional como lo sería un PDEI.
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Esta es una posibilidad abierta al diálogo educativo, a la sana crítica y a la construcción
del futuro educacional de las nuevas y actuales generaciones de alumnos.
Casi como un paso final, para cerrar un ciclo que debe comenzar con otro similar de
mejoría educativa, es preciso definir, una vez conocidos los equipos de trabajo que se han
conformado, con sus características propias (de virtudes y defectos), determinar cuáles
serán los equipos, ya no generadores del PDEI, sino los equipos ejecutores del mismo.
Las normativas educacionales existentes deben dar paso a una construcción innovadora,
especialmente buscando desarrollar una identidad propia del establecimiento educacional
que se plasme en el PDEI que construiremos en conjunto, como equipos de trabajo.
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Bibliografía utilizada
[1] Delors, Jacques, “La educación encierra un tesoro”, informe a la unesco de la comisión
España, 1996.
[2] Instituto chileno de estudios humanístico (icheh), con el patrocinio del fondo de
[3] Sobre el tema de la "pedagogía para el hacer" ver en de pujadas, gabriel “educación:
“desafíos de hoy y mañana”, en donde se plantea esta relación de gran importancia para
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