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Francisco de Quevedo Y al son del hierro, que perpetuamente

Pesado arrastro y humedezco ausente,


I. Poesía amorosa Dentro de mi propio pruebo a ser Orfeo.

Afectos varios de su corazón, fluctuando en las ondas Hoy en mi corazón furias y penas;
de los cabellos de Lisi En él es el Amor fuego y Tirano;
Y yo padezco en mí la culpa mía.
   En crespa tempestad del oro undoso
Nada golfos de luz ardiente y pura ¡Oh dueño sin piedad, que tal ordenas!
Mi corazón, sediento de hermosura, Pues del castigo de enemiga mano
Si el cabello deslazas generoso. No es precio ni rescate l’armonía.

    Leandro en mar de fuego proceloso


Su amor ostenta, su vivir apura; Amor constante más allá de la muerte
Ícaro en senda de oro mal segura
Arde sus alas por morir glorioso. Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare al blanco día,
   Con pretensión de fénix encendidas
Y podrá desatar esta alma mía
Sus esperanzas, que difuntas lloro,
Intenta que su muerte engendre vidas. Hora a su afán ansioso lisonjera;

   Ávaro y rico, y pobre en el tesoro,


El castigo y la hambre imita a Midas, Mas no, de esa otra parte, en la ribera,
Tántalo en fugitiva fuente de oro. Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
[Finge dentro de sí un infierno cuyas penas procura mitigar,
Como Orfeo, con la música de su canto, pero sin provecho] Y perder el respeto a ley severa.

A todas partes que me vuelvo, veo Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
Las amenazas de la llama ardiente, Venas que humor a tanto fuego han dado
Y en cualquiera lugar tengo presente Medulas que han gloriosamente ardido,
Tormento esquivo y burlador deseo.
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
La vida es mi prisión, y no lo creo,
Serán ceniza, mas tendrán sentido; A cenizas, el Rayo amanecido
Polvo serán, mas polvo enamorado. En Macedonia a fulminar agravios.

Desata de este polvo y de este aliento


II. Poesía metafísica
El nudo frágil, en que está animada
Sombra que sucesivo anhela el viento.
Salmo XVII (versión 1613)
¿Por qué emperezas el venir rogada
Miré los muros de la Patria mía, A que me cobre deuda el monumento,
Si un tiempo fuertes, ya desmoronados, Pues es la Humana Vida larga, y nada?
De larga edad y de vejez cansados,
Dando obediencia al tiempo en muerte fría.
III. Poesía satírica y burlesca:
Salíme al campo y vi que el sol bebía
Los arroyos del hielo desatados, A una nariz
Y del Monte quejosos los ganados
Porque en sus sombras dio licencia el día.
   Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Entré en mi casa y vi que, de cansada,
Érase una alquitara medio viva,
Se entregaba a los años por despojos.
Érase un peje espada mal barbado.
Hallé mi espada de la misma suerte;

Mi vestidura, de servir gastada    Era un reloj de sol mal encarado,  


Y no hallé cosa en que poner los ojos
Donde no viese imagen de mi muerte. Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Salmo XVI (Llama a la muerte) Era Ovidio Nasón más narigado.

Ven ya, Miedo de Fuertes y de Sabios:    Érase un espolón de una galera,


Huya el cuerpo indignado con gemido Érase una pirámide de Egipto,  
Debajo de las Sombras, y el olvido Las doce tribus de narices era.
Beberán por demás mis secos labios.
   Érase un naricísimo infinito,
Falleciera los Curios y los Fabios, Frisón archinariz, caratulera,
Y no pesa una hora, reducido Sobañón garrafal morado y frito.
[Poderoso caballero es don Dinero] Ver en su gloria, sin tasa,
versión 1603 Que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?
Madre, yo al oro me humillo, Mas pues que su fuerza humilla
Él es mi amante y mi amado, Al cobarde y al guerrero,
Pues de puro enamorado Poderoso caballero
Anda continuo amarillo. Es don Dinero.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero, Es tanta su majestad,
Poderoso caballero Aunque son sus duelos hartos,
Es don Dinero. Que aun con estar hecho cuartos
No pierde su calidad.
Nace en las Indias honrado, Pero pues da autoridad
Donde el mundo le acompaña; Al gañán y al jornalero,
Viene a morir en España, Poderoso caballero
Y es en Génova enterrado. Es don Dinero.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero, Más valen en cualquier tierra
Poderoso caballero (Mirad si es harto sagaz)
Es don Dinero. Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Son sus padres principales, Pues al natural destierra
Y es de nobles descendiente, Y hace propio al forastero,
Porque en las venas de Oriente Poderoso caballero
Todas las sangres son Reales. Es don Dinero.
Y pues es quien hace iguales
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

¿A quién no le maravilla

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