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3-4 La modernidad sin vanguardia en la arquitectura latinoamericana y argentina

La restauración nacionalista:
GUTIERREZ, Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica:
La 2º década del siglo XX se abrirá para América con los aires de renovación y cambio
manifestados en la revolución mexicana de 1910, que vino a catalizar la crisis definitiva del
liberalismo . Allí confluyeron la marginación campesina y el descontento de las clases medias
urbanas para enfrentarse a los intereses de la oligarquía gobernante y sus sostenes del capital
norteamericano y británico. La tendencia reformista de la revolución mexicana otorgó
reivindicaciones al campesino y aseguró la participación de las clases medias en el poder, a la
vez que levantó las banderas de la defensa del indígena.

Sobre estos mismos principios de redención social e indigenismo se conformará en


Perú un vasto movimiento. En el Uruguay, los gobiernos otorgaron leyes sociales de avanzada.
En Argentina, la presión de la migración y la burguesía urbana y la creciente organización
sindical, forzaron la modificación del sistema electoral, posibilitando el voto universal y secreto
bajo imperio de la Ley Sáenz Peña (1912).
El crecimiento del socialismo como consecuencia del triunfo de la revolución rusa, la
presencia del anarquismo en los obreros extranjeros, la difusión del idealismo, el criticismo y el
pensamiento neokantiano en sustitución del positivismo en los sectores intelectuales, fueron
otros datos importantes de esta compleja realidad cultural.
Una Argentina que festejaba el centenario de una independencia real solo en los
papeles, pues el control de su economía estaba en Inglaterra, marcaba las contradicciones
finales del liberalismo (1910).

Los cambios sociales e ideológicos, la necesidad vital del modelo alternativo, el vacío
histórico, la actitud contestataria frente a la falsedad del europeísmo académico, confluyeron
para generar una modificación profunda en la manera de ver la arquitectura.

La vitalidad mexicana en el período revolucionario construía una ‘nueva civilización’


sobre la base de ‘la cultura y el nacionalismo’,. El movimiento neoindigenista tuvo fuerza en
México y Perú y en el cono sur, la reivindicación del criollo y lo hispano tuvo esencial empuje.
Se comenzará a recorrer y ‘descubrir’ el continente, a rescatar y documentar un legado cultural
que la ‘colonización’ del XIX había destruido sistemáticamente.

Curiosamente, hijos de inmigrantes apuntalaron la búsqueda de esta ‘nacionalidad’ y


arquitectos extranjeros consolidaron con sus estudios, ideas y propuestas la reivindicación de
arquitecturas nacionales.

El vencimiento del ‘complejo de inferioridad’ marca el punto de ruptura de un ciclo


cultural dependiente y significa, por lo menos, la apertura hacia nuevas formas propias del
pensamiento. El movimiento de la ‘restauración nacionalista’ fracasará en el plano de la
arquitectura, Se limita a un cambio de ropaje que compite (también eclecticamente) con todos
el repertorio europeo.
Desprecia las innovaciones técnicas y no es capaz de esquivar el sistema de
pensamiento liberal para actuar a partir de la propia realidad y de los propios modos de vida.

El neocolonial en Argentina:
WAISMAN (comp.), Documentos para una historia de la arquitectura argentina:

El replanteo americano comenzó a principios del sXX. Las primeras inquietudes


mexicanas hicieron tomar cuerpo a teorías de pensadores argentinos que buscaron nuevos
horizontes para nuestra arquitectura. El centenario de 1910 marca el apogeo de la Belle
Epoque y arrastra bajo un manto de euforia la semilla de crisis sociales; el deseo de integración
de los hijos de inmigrantes a la cultura americana y la crisis del sistema liberal confluyen para la
búsqueda de nuevas respuestas. En Argentina, el acceso del radicalismo al poder significa
temporariamente el desplazamiento de la antigua élite, el ascenso de la burguesía y el
reconocimiento a sectores marginales, fundamentalmente a nivel agrario.
Repensar el país a partir de nosotros mismos implicaba darle dimensión americana.
En el plano de la arquitectura, el movimiento que inicialmente dio en llamarse de la
‘restauración nacional’ se definió en 1914 con un artículo del radical Martín Noel en el que
señalaba los valores de la cultura americana, aunque con anterioridad el tema ya era centro de
discusión entre los arquitectos. El triunfo del radicalismo, que lleva al gobierno a Irigoyen
(1916), y el de la reforma universitaria (1918) darán viabilidad oficial a las ideas.
La formulación teórica del movimiento neocolonial: Distintas vertientes fueron
confluyendo en la formación del movimiento, aceptaron en común la revalorización del arte
americano anterior al sXIX como punto de partida. En forma separada abordarían la
arquitectura española y la precolombina americana, división que repercutirá luego en las
corrientes internas del movimiento. La definición de esas coordenadas de espacio y tiempo nos
permiten entender que más allá de una semántica nacionalista, la proyección del movimiento
era vitalmente americana.
La incapacidad de superar el sistema historicista que les exigía la imitación o
inspiración en un modelo estilístico de arquitectura irá alineando a los arquitectos en torno a
uno u otro polo de la ecuación (España, América precolombina o mestiza), situación que se
agudiza en el ámbito de la arquitectura oficial.
Martín Noel y sus teorías: Noel, argentino y graduado en París, desde su 1º viaje a
Bolivia y Perú tuvo el enorme mérito de divulgar los ejemplos arquitectónicos americanos y
plantear la necesidad de repensar nuestra arquitectura, en oposición al cosmopolitismo que
definía el paisaje urbano de las ciudades. A las objeciones formuladas a su teoría contestaba:
“nuestra república liberal y cosmopolita no obedece en manera integral a la cultura
hispanoamericana; mas nosotros observamos que contados años de cosmopolitismo
extranjerista no puede, empero, destruir los gérmenes básicos de aquella civilización. Abdicar
ciegamente de un pasado implicaría un suicidio artístico”. El aporte más sustancial de Noel
sería quizás el posibilitar la difusión y conocimiento de nuestras obras de arquitectura.
Podemos distinguir 4 líneas en los intentos arquitectónicos del movimiento,
concretados entre 1920 y 1930 (años en que coincidentemente el radicalismo e Irigoyen son
derribados del poder por un golpe militar):
- Los claramente hispanos: caracteriza a este grupo de neocoloniales hispanos la
réplica historicista de estilos peninsulares, siendo su obra más destacada el Teatro
Nacional Cervantes, en Buenos Aires (1922, Aranda Arias y Repetto); aquí utilizan
una reiteración lineal de la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares,
tratando con acierto la proporción de los volúmenes e incorporando una amplísima
gama de artesanías españolas procedentes de las más diversas regiones de la
Península.
Otra obra de interés fue el Banco de Boston, en Buenos Aires, realizado por arquitectos
norteamericanos, quienes en su portada intentaron reiterar motivos ornamentales de
San Marcos en León, la librería de la Catedral de Santiago de Compostela y del
hospital de la Santa Cruz, de Toledo.
- Los claramente precolombinos: la escuela de los neocoloniales precolombinos en
el Río de la Plata no pasó de diseños. Los proyectos más insólitos en la materia
fueron los de Ángel Pascual y Héctor Gleslebin, que obtuvieron en 1920 el premio
del Salón Nacional de Bellas Artes para un ‘mausoleo americano’. Despreciando la
opinión generalizada que el tema funerario era el único que se adaptaba al nuevo
estilo, Pascual proyectó una mansión neoazteca. El proceso de diseño era definido
así: ‘con la intención de que fuera más clara la idea de adaptación y no de copia
fiel, como podría creerse, proyecté 1º un hotel privado estilo Luis XIV, el más
común entre nosotros, y después, respetando en un todo la distribución y casi en
su totalidad la silueta exterior, fui, mediante anteproyectos intermediarios, operando
el cambio de estilo hasta llegar al proyecto que presenté’.
- Los americanos coloniales: este grupo es de los más nutridos, su fuente esencial
suele ser la arquitectura mestiza del Perú y Alto Perú. La obra más notable es
quizás el diario La Nación , de Buenos Aires, diseñada por Estanislao Pirovano
(graduado en Glasgow y París) en barroco arequipeño
- Los eclécticos: la mejor expresión de esta corriente, el eclecticismo neocolonial, es
el pabellón argentino en la exposición iberoamericana de Sevilla, diseñado por
Martín Noel, quien intenta mantener la ‘distribución de la casona sudamericana con
su característico patio central’. El auge del eclecticismo se expresa en sus
fachadas, donde su composición está inspirada en el estilo virreinal, que es el
barroco andaluz, con las intervenciones incaica y calchaquí. En el centro la casona,
a la derecha los elementos de la Pampa americana, y a la izquierda la cúpula
inconfundible de la Córdoba argentina.
Ángel Guido, el último teórico del neocolonial: Guido comenzó, como Noel, con tareas
de restauración arquitectónica (convento de San Francisco, Santa Fe), pero intentó darle a su
obra dimensión urbanística (planes reguladores de Salta y Tucumán) posibilitando la
preservación de algunas obras y cascos históricos de ciudades. Guido intenta la integración del
renacimiento colonial con postulados organicistas (valoración del paisaje) y del expresionismo.
Sin embargo, la incorporación de los postulados de los pioneros del movimiento moderno a
nuestra arquitectura, corrió por otros canales muy diferentes de los esbozados por Guido, quien
ante el surgimiento del racionalismo, se refugió en los ya transitados caminos del neocolonial.
La creciente influencia norteamericana en la vida de nuestro país luego de 1930,
canalizará su atención en arquitectura (en una primera etapa) con la difusión del estilo
californiano. Guido, al formular su tesis nacionalista sobre ‘la reargentinización edilicia por el
urbanismo’, nos decía que el estilo californiano es sin duda el más aconsejable para nuestras
ciudades.
La larga parábola descrita por un movimiento que nació para rescatar nuestros valores
culturales y terminó proponiéndonos una variable yanqui de segunda mano, muestra el fracaso
del último intento de recrear nuestra personalidad en arquitectura.

El Art-Déco:
GUTIERREZ, Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica:
Este movimiento arquitectónico, aunque sus propuestas se entroncaban con
realizaciones anteriores, debe su efímero éxito y su nombre a la exposición internacional del
Arte Decorativo e Industrial Moderno de París. Los antecedentes pueden buscarse, sin
embargo, en obras de Perret, Hoffman (Palacio Stoclet) y otras realizaciones de la Bahauas.

La adopción del art déco expresa una realidad contradictoria en cuanto significa, por
una parte, la incorporación de las nuevas tecnologías del cemento armado, hierro, superficies
acristaladas, estructuras visibles, y un geometrismo ordenador que a veces se diluye en lo
ornamental. Pero a la vez, implica una inserción como ‘nuevo estilo’, como moda de la cual nos
apropiamos acríticamente, como un eslabón más del repertorio ecléctico.
La unidad de lenguaje art déco, desde México al Cono Sur, su apogeo en algunas
temáticas como las del cine ,señalan las características de un movimiento que en nuestro
criterio tiene la virtus de abrir las puertas a la arquitectura moderna.
La unidad que tiene la exposición de París es curiosa. Una de las obras de la expo que
mas impactó fue el ‘hotel de un coleccionista’ (arq. Patout), donde la superposición de
volúmenes geométricos, la yuxtaposición y encuadre de los mismos, constituye un lei-motiv de
la arquitectura art déco.
Como el objetivo era poner en relieve los adelantos de la industria y artistas en materia
de las artes decorativas, el movimiento alcanzó justamente impulso en el campo ornamental.
La distancia que va del libre art Nouveau y el floreale naturalista de dos décadas atrás al
metódico art déco geometrizado es realmente singular, sobre todo cuando las antípodas
(contrapuestas: art Nouveau y art decó) son vanguardias sucesivas y tienen comunes
protagonistas.
El art déco no es vanguardia ni arquitectura moderna, es modernidad: La idea de
pirámide por yuxtaposción, el recurso en el plano de la decoración lineal de círculos, espirales,
zig-zags, grecas, y la obstrucción de elementos naturalistas aproximaron al art déco a formas
simples de expresión hispánica. Por otra parte, la incorporación de nueva tecnología en la
iluminación, de los materiales como el acero inoxidable, los metales cromados y brillantes
superficies, el linóleo y otros revestimientos, el cristal esmerilado, biselado y martelinado,
señalan los rasgos de modernidad suficientes para culturas que no pretendían estar a la
‘vanguardia’, sino meramente al día. Su internacionalismo y se preferencia por nuevos temas
arquitectónicos, como los cines, confterías, bancos, hoteles, salones de belleza y cafés, le
confirió un aire adicional de modernidad.
El art déco a la vez muy claramente una alternativa para una clase media cosmopolita
que no se sentía identificada con la vertiente neocolonial, pero que deseaba tomar distancias
con el academicismo.
Su simplicidad formal popularizó, a la vez, su uso, que fue adoptado por constructores
para cientos de casas de las periferias urbanas de nuestras capitales. A la vez, expresó la
arquitectura oficial de las ciudades de rápido crecimiento a comienzos del sXX, como Córdoba,
Rosario, Bahía Blanca, San Pablo y Porto Alegre. Sin embargo, las obras de mayor
envergadura fueron realizadas en la capital argentina por Alejandro Virasolo y en Rosario por
De Lorenzi, Otaola y Roca.
Virasolo señala que el arte nuevo era solo posible a partir de dos elementos claves:
temas y materiales, enfatizando ‘hoy hay una estética a priori’. Sin duda obras suyas en
Buenos Aires (banco El Hogar Argentino de 1926, su famosa Casa del Teatro de 1927, su
propia casa de Agüero 2039), si no son tributarios, acompañan perfectamente el desarrollo del
art déco a escala universal.
WAISMAN (comp.), Documentos para una historia de la arquitectura argentina:
El movimiento art decó en la Argentina, en cuanto es una resultante en el diseño de las
pautas culturales de su tiempo, requiere a nuestro juicio el aporte de un enfoque histórico.
De la Exposición Internacional de las Artes Decorativas e Industriales realizada en
París en 1925 surgió el nombre de art decó con el cual hoy se lo identifica internacionalmente.
Su carácter evoca los años 20 y 30, pero sus orígenes llegan a un período anterior y se
superponen cronológicamente con las últimas expresiones del art Nouveau.
Se advierte que los orígenes del art decó se remontan a corrientes diversas tales como
la sezession vienesa, el neoplasticismo, el expresionismo y el neorromanticismo americanista
de Wright. El contexto en el cual se gestara el art decó estaba dominado por el eclecticismo
monumentalista de la preguerra de 1914, por el antiacademicismo del art Nouveau y por la
tradición funcional de la construcción industrial y la ingeniería.
Significación del art decó:
El art decó fue inminentemente decorativista y su criterio compositivo se basó en
equilibrios (estáticos o dinámicos) en el plano; busca generar impresión al máximo en el
manejo de volúmenes y espacios. Basó su temática ornamental en elementos de diseño
tomados de la geometría y de geometrizaciones de motivos naturales, de estilos académicos y
de arquitecturas de pueblos primitivos ,no abordadas por el eclecticismo oficial.
Si los estilos del academicismo ecléctico connotaban significados de ‘prestigio’, el art
decó expresaba valores de ‘confort’ ligados a la mecanización de instalaciones y de artefactos
domésticos; curiosamente, en el Hotel Nogaró en Buenos Aires (1930, Ángel Pascual) se
unieron la expresión arquitectónica externa del eclecticismo tardío y los interiores art decó,
como un virtual intento de sumar signos de prestigio y de confort, o bien de tradición
aristocrática y modernidad radical.
Temas y programas del art decó:
La temática ornamental del art decó consistió en producir nuevos elementos de diseño,
prototípicos en muchos casos.
Contrapuso al cubismo de los primas y a la ortogonalidad de rincones y vanos el
empleo de volúmenes piramidales, juegos de entrantes y salientes, ángulos obtusos en los
encuentros de los muros, de jambas y de dinteles, etc. La volumetría apiramidada, que fue una
de sus características notorias, pareciera estar relacionada con las configuraciones
evolucionadas del rascacielos que derivaron de estudios hechos en EEUU, para mejorar la
iluminación y asoleamiento de las calles; en tal sentido, las formas piramidales del art decó
connotarían modernidad e higiene.
En el plano, fueron características las decoraciones hechas con paralelas, con rectas y
circunferencias, espirales planas, líneas en zig-zag y grecas, motivos radiales o solares, líneas
curvas en formas de nubes, quebradas en forma de juegos de agua y de reflejos, estilizaciones
de plumas, cabelleras y guirnaldas, así como las mencionadas geometrizaciones de la
naturaleza, del arte de las culturas primitivas y de los estilos académicos.
El art decó incorporó a su temática avances técnicos como el tubo fluorescente y las
gargantas de iluminación, y materiales novedosos, como acero inoxidable, metales cromados,
etc.; se mostró predilección por las texturas homogéneas, superficies brillantes, enchapados
lustrosos, vidrios esmerilados y biselados, y tejidos con motivos geométricos. Se apuntó a
obtener efectos ópticos multiplicando líneas paralelas, círculos concéntricos, retículas, etc. Y
recursos escenográficos.
Los edificios de confort y esparcimiento, especialmente en sus más novedosas
manifestaciones, fueron los programas de mayor lucimiento para el art decó: cinematógrafos,
confiterías, hoteles, peluquerías, salones de belleza, pabellones de exposición y de publicidad.
Su mayor consumo se dio en el programa de viviendas para clase media, tanto en casas
individuales como en edificios de renta y quintas suburbanas.

Alcances y popularidad del art decó:


El art decó y el racionalismo son internacionales, a diferencia del art Nouveau
que, por sus facetas localistas, configura un conjunto de estilos formales denunciados, en cierta
medida, por su mayor o menor apogeo en la sintaxis académica. El art decó fue otra etapa
transicional entre el eclecticismo y el racionalismo; conjugó las tradiciones académicas de
monumentalidad espacial y decorativismo con el rechazo de la temática historicista y con la
vinculación a manifestaciones de la plástica expresionista, así como la aceptación de lo
mecánico como expresión de su época.
Coincidieron el art Nouveau y el art decó en buscar una temática nueva de diseño, no
académica, pero este puso énfasis en los valores de superficie, en contraste con aquel que lo
tuvo en los lineales, y aunque en uno y otro la ornamentación lleva carácter de sobreaplicada,
en el art decó es mayor su grado de superficialidad. El art Nouveau fue más refinado y elitista,
como puede verificarse por la comparación cuantitativa de lo producido por cada movimiento:
en nuestro medio, la cantidad de obras art decó resulta superior y se torna abrumadoramente
mayor al sumarle las imitaciones empíricas realizadas por los constructores (ej: la popular casa
chorizo, con su fachada-telón ornamentada en temática geométrica).
La popularidad que alcanzó es otro de los motivos que hacen al interés histórico del art
decó; en ella gravitarían la simplicidad de muchos de sus elementos geométricos de diseño, su
simultaneidad con el alegre período de paz de los años ’20, el no requerir para su comprensión
estética el manejo erudito de formas históricas que exigía el academicismo ecléctico, ni un
bucear en el abstracto, desordenado y, por lo mismo, profundo mundo de la expresión
neoplástica y cubista. También influyó, sin duda, lo accesible de su ejecución, a diferencia del
virtuosismo artesanal del eclecticismo y, sobre todo, del art Nouveau, ya que en el art decó se
concentraban y enmarcaban los motivos escultóricos, que en muchos casos resultaban de fácil
ejecución y se concretaban mediante simples texturas de revoque.
En el lucimiento y difusión internacional del art decó tuvo excepcional gravitación la ya
mencionada expo de París de 1925, cuyo impacto en el público y la crítica alcanzó a nuestro
país a través de viajeros argentinos que la visitaron y de las revistas especializadas y de
divulgación, los periódicos y los nacientes medios masivos de comunicación, en particular el
cine sonoro, en cuya escenografía y publicidad influyó además el nuevo gusto, al igual que en
otros tipos de espectáculos. También la arquitectura naval contribuyó a su difusión, por la
amplia aceptación que tuvo para expresar el sentido moderno y confortable de los espacios
destinados a los pasajeros (ej: L’Atlantique tenía salones art decó).
Esa época era ecléctica en su acepción más amplia y receptiva; en nuestro medio
coexistían las variantes finales del academicismo, con el neocolonial, el art decó y el
racionalismo.
En síntesis, la mentalidad ecléctica sobrevivía a la Academia y oficiosamente integraba
a su repertorio de formas aun aquellos elementos de diseño expresivos de corrientes
antagónicas: era más o menos lo mismo proyectar en neorrománico que en art decó (jazz
ornament), en renacimiento francés que en renacimiento alemán. Pero esta fue una faceta
positiva del eclecticismo en cuanto que llegó a generar ese ambiente permisivo, accesibles a
las corrientes de vanguardia y a una renovación del gusto intolerables para la academia
ortodoxa.

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