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El plan de Dios en la vida de Moisés – La llenura del Espíritu Santo para ser luz

(Éxodo 27:20-21)

Vimos la semana pasada en que Dios mandó a Moisés a pedir ofrendas voluntarias del pueblo para la
construcción del tabernáculo y cada uno de sus muebles y utensilios. Este tabernáculo tendría 3 partes: el
lugar atrio donde entraban los israelitas comunes, el lugar santo donde entraban los sacerdotes y el lugar
santísimo donde entraba solo el sumo sacerdote. Hoy nos enfocaremos no solo en uno de los muebles del
lugar santo: el candelabro, sino en lo que se usaba para encender las 7 lamparillas de este candelabro: el
aceite. Pasemos a la Introducción.
Introducción

1. El candelabro, sombra de Jesús


(Ex. 25:37) “Y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante”
A este candelabro se le haría 7 lamparillas para que al encenderlas alumbren en medio del tabernáculo toda
la noche.

La Palabra de Dios nos dice que Cristo es la luz, veamos el siguiente versículo:

“No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz” (Juan 1:8)

Aunque luego Jesús dice que somos la luz del mundo, este versículo que hemos leído nos muestra la
diferencia entre Dios y los hombres. Juan el bautista, aunque predica el evangelio, no era la luz, porque era
necesario establecer la diferencia entre él y Jesús. Veamos los siguientes versículos para ver en qué radica la
diferencia:

“Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le
preguntasen: ¿Tú, quién eres? Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo” (Juan 1:19-20)

Esta era la diferencia: que Juan el bautista no era el Cristo, sino Jesús, y esto hacía que Jesús sea la luz. Por
eso la luz que daba el candelabro en la oscuridad era la misma luz que Jesús daría a este mundo en
oscuridad.

2. El aceite, sombra del Espíritu Santo


(Ex. 25:6) “aceite para el alumbrado”
La Palabra nos dice que el aceite es sombra del Espíritu Santo, leamos los siguientes versículos:

“Y harás de ello el aceite de la santa unción; superior ungüento, según el arte del perfumador, será el aceite
de la unción santa. Con él ungirás el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, la mesa con todos sus
utensilios, el candelero con todos sus utensilios, el altar del incienso (Ex. 30:25-27)

Vemos en estos versículos que el aceite serviría para ungir todos los muebles del tabernáculo, esto significa
que el tabernáculo era un lugar santo, un lugar apartado para Dios, que los muebles también lo serían, así
como el candelabro. Veamos un versículo más.

“cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y
sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hch. 10:38)
Vemos en este versículo que Dios ungió con el Espíritu Santo a Jesús. Antes se ungía con aceite, a Jesús con
el Espíritu Santo, para hacer una obra que nadie podía hacer, ¿quién podía libertarnos de Satanás?
Estábamos oprimidos por el diablo, pero Jesús, ungido con el Espíritu Santo, nos libertó.

3. Jesús, el ungido por el E.S. para ser la verdadera luz


“(Juan 1:9) “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”
Entonces, ¿qué hace que Jesús sea la luz verdadera? Que él es el Ungido, que significa “Cristo”. Los únicos
que eran ungidos eran los profetas, los sacerdotes y los reyes. Jesús fue ungido como Profeta, Sacerdote y
Rey, y cuando dice en el versículo que hemos leído que “anduvo sanando a todos los oprimidos por el
diablo” era una obra que nadie podía hacer, porque no eran el Ungido, el Cristo, hay muchas cosas que
podemos hacer por el bien de alguien o por el bien de uno mismo, pero si no es Cristo la respuesta que
tenemos o damos, permaneceremos aún en tinieblas, en verdadera oscuridad, sin la verdadera luz.

Pasemos al Desarrollo y veamos cómo afecta a nuestra vida la presencia del Espíritu santo.

Desarrollo

1. La luz verdadera dentro de la llenura del Espíritu Santo


(v. 20) “Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas, para el
alumbrado para hacer arder continuamente las lámparas”
a. La llenura del Espíritu Santo para mantener la luz del evangelio en nosotros
Dios mandó a todos los israelitas a que sean responsables del alumbrado del candelabro, eso quería
grabar en sus corazones. Y se necesitaba que los sacerdotes pongan aceite continuamente para que no
se paguen.

Dios nos manda así también a nosotros, a ser responsables en que no falte el aceite en nuestras
lámparas, en nuestros corazones, nos habla de una llenura constante del Espíritu Santo. Porque luego de
recibir a Cristo, la luz verdadera, pasamos situaciones donde necesitamos la llenura del Espíritu Santo,
no podemos recibir a Cristo nuevamente porque ya lo hicimos, ya él habita en nosotros, pero lo que
ocurre a veces es que no estamos llenos del Espíritu.

Cuando no somos llenos del Espíritu Santo, es como si se apagaran las lámparas, y no vamos a poder dar
esa luz verdadera que es Cristo, y vamos a desviarnos en obras muertas, pensamientos como que no es
necesario el evangelio, con tal de ser buenas y no hacer mal a nadie es suficiente, eso no es luz
verdadera, sino engañosa, porque no hay aceite en las lámparas. Por ello tomemos la Palabra y la
oración cada día, y seamos llenos del Espíritu Santo para así gozar de la verdadera luz que ha venido a
nuestras vidas, ser conscientes de dónde nos ha sacado Dios, y compartirla a los demás como la
respuesta verdadera.

b. La llenura del Espíritu Santo para mantener la luz del evangelio en el mundo
La luz verdadera que da Cristo no puede parar, así como el pueblo y los sacerdotes ponían todo su
empeño para que no se apaguen las lámparas en la oscuridad de la noche, debemos hoy toda la iglesia
poner todo nuestro empeño para que esta luz verdadera no se pague en nuestra región donde Diosnos
ha colocado y en el mundo entero (2 Co. 4:4). Por ejemplo con nuestro servicio enfocado en levantar a
los remanentes estaríamos haciendo mucho en mantener ardiendo las lámparas en nuestra región, en
apoyar las obras misioneras también, en nuestras oraciones por los obreros de nuestra iglesia, en su
apoyo con ellos, oremos para que un día levantemos misioneros o que salgan de nuestra descendencia,
y se levanten las obras en otros lugares, porque se trata de la luz verdadera, no de solo obra social, que
es bueno, no de solo apoyo económico que podemos brindar, que es bueno, sino de traer salvación, de
dar la respuesta al problema fundamental en otras regiones, cuántas personas están padeciendo
problemas mentales, quizás a nosotros no nos afecta mucho eso, o quizás no hacemos mucho caso al
evangelio, pero habrá personas que sí, que sí creerán, en la época del apóstol Pablo los israelitas no
querían creer en Cristo, y Pablo dijo “me voy a los gentiles, ellos creerán”. Todo lo que hagamos para
mantener ardiendo esas lámparas y así proyectar la luz en medio de las tinieblas, es entender este
punto, pero no contribuir con ello, haciendo que nuestros movimientos o vida no busque proyectar la
luz de Cristo en las tinieblas que vivimos, hace que soltemos esta Palabra, iríamos contrarios al deseo de
Dios de hacer brillar la luz del evangelio al mundo.

2. Las respuestas verdaderas dentro de la llenura del Espíritu Santo


(v. 21) “para que ardan delante de Jehová desde la tarde hasta la mañana como estatuto perpetuo de
los hijos de Israel por sus generaciones”
a. Ser llenos del Espíritu para escuchar la voz de Dios
Este versículo nos habla del lapso de tiempo que ardían las lámparas: toda la noche de cada día. Este
lapso de tiempo fue un tiempo de respuesta para Samuel, veamos 1 Sa. 3:3-4

“Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara
de Dios fuese apagada, Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí” (1 Sa. 3:3-4)

Cuando las lámparas estaban aún encendidas, Dios habló a Samuel.

De la misma manera, Dios nos habla a través de Su palabra cuando nuestras lámparas están encendidas,
no cuando están apagadas, es decir, cuando somos llenos del Espíritu Santo, no cuando estamos llenos
de otras cosas. Por eso en Ef. 5:18 dice:

“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” (Ef. 5:18)

Luego de recibir a Cristo, la luz verdadera, debemos ser llenos del Espíritu Santo cada día, ¿para qué?
Para escuchar la voz de Dios a través de Su Palabra.

b. Ser llenos del Espíritu para escuchar la voz de Dios y atender Su llamado eterno
Dios dio una respuesta a Samuel que él no había pedido, pero era una respuesta que el campo
necesitaba, esto debe ser un patrón para nuestras oraciones y para no pedir mal, “que Dios nos use para
la evangelización del mundo” debe ser nuestro título de oración, porque las personas están en tinieblas,
dentro del problema espiritual. Dios no nos responde como queremos, sino conforme a Su voluntad, por
eso debemos saber orar, en Santiago 4:3 dice “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en
vuestros deleites”

Dios nos hablará de la misma manera a través de Su Palabra, cuando nuestras lámparas estén
encendidas, y nos dará respuestas verdaderas, que tienen que ver con el evangelio, pero no nos hablará
cuando nuestras lámparas estén sin aceite o apagadas. Por eso debemos ser llenos del Espíritu Santo
continuamente, esto será la respuesta verdadera que tengamos, y nuestros problemas se convertirán en
testimonios, cuando tengamos problemas no caer en nuestros pensamientos, sino ser llenos del Espíritu,
tomando la Palabra y orando inmediatamente.

Cuando las lámparas estaban aún encendidas Dios llamó a Samuel como Su profeta, era el llamado de
Samuel, así Dios nos habla, con respecto al llamado que tiene para nosotros, el de ser testigos de Cristo,
que nuestra vida está puesta para dar testimonio de Cristo, ese es nuestro llamado como creyentes, y
entender eso es la respuesta que Dios nos está dando.

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