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Drogas: el debate entre la prohibición y la legalización

Un debate abierto en la juventud, los medios y legislaturas. Políticas prohibicionistas o reducción de


daños y legalización.

A tres semanas de la tragedia en Costa Salguero, se han abierto múltiples debates alrededor del
consumo de drogas, la reducción de daños y el narcotráfico, que atraviesan a grandes franjas de la
sociedad.

Mientras los medios de comunicación siguen esforzándose por encubrir a los verdaderos responsables y
bloquear todo tipo de discusión sería, el Estado solo ofrece mano dura y prohibición. Es el momento de
dar un paso adelante en estos debates, despojándolos del desconocimiento y el miedo que buscan
implantar.

¿Prohibición o legalización?

Las políticas prohibicionistas a lo largo de la historia han demostrado que, lejos de estar destinadas a la
salud pública y a la desarticulación de las mafias estatales y paraestatales involucradas en el narcotráfico,
fueron producto de los intereses políticos de turno y han fracasado rotundamente.

La Ley Seca puesta en marcha en 1920 en Estados Unidos, no redujo el consumo, sino que generó un
auge desmedido de corrupción: el tráfico de alcohol movió cientos de millones de dólares y estimuló el
crimen organizado dando origen al “gangsterismo”. Aumentaron los bares clandestinos, el precio
desmedido de las bebidas y su consumo mortal. El prohibicionismo como política de Estado, ha sido –
desde sus orígenes- el principal responsable de las muertes relacionadas a estos consumos.

Las políticas prohibicionistas no solo introducen sustancias de mala calidad, dificultan el acceso a
información científica y obturan la búsqueda de tratamiento para quienes padecen el uso problemático,
sino que demoniza y criminaliza al consumidor, corriendo del eje al sangriento negocio del narcotráfico –
relacionado a su vez con el tráfico de armas y las redes de trata- que mueve 500 billones de dólares por
año mientras es garantizado por las mafias, funcionarios públicos, jueces y fuerzas represivas.

Los hechos sucedidos en Time Warp desencadenaron una ola reaccionaria sobre la juventud: desde el
PRO, bajo un discurso estigmatizante de los jóvenes, han buscado tapar los entramados mafiosos que se
esconden detrás de las cinco muertes en Costa Salguero, de las cuales el Estado es el principal
responsable.
Lejos de brindar herramientas en materia de salud pública, fomentar la reducción de daños y el consumo
responsable, la salida que proponen es mayor censura y clandestinidad.

En este contexto, la pelea por la legalización de todas las drogas expresa la necesidad social de buscar
una política alternativa al prohibicionismo, una salida superior que ponga en debate el derecho que se
atribuye el Estado de imponer una visión moralista alrededor de las drogas y enfrente el control social
ejercido por parte de este sobre la vida de los individuos, lo que incluso explica cómo se consideran
“legítimas” sustancias como el alcohol y el tabaco cuyo impacto a la salud es mayor que el de otras
drogas prohibidas como la marihuana.

Reducción de daños, un paso elemental

En diferentes países de Europa y América Latina funcionan planes para la reducción de daños frente al
consumo de sustancias psicoactivas, con el objetivo de evitar crímenes sociales como los ocurridos en
Costa Salguero.

Estas políticas comenzaron a implementarse en los años 80’ en Amsterdam y Rotterdam y una década
más adelante en el Estado español, Portugal, Italia y Francia, con el fin de disminuir el contagio de Sida y
Hepatitis que, causados por el consumo de heroína, producían miles de muertes al año mediante el uso
compartido de jeringas. En la actualidad estas políticas de reducción de daños se dan de forma extendida
abarcando a la mayoría de las drogas, y han demostrado su efectividad reduciendo el consumo y las
muertes causadas por ello.

De ninguna manera la salida es mirar para otro lado, negar y estigmatizar el consumo.

Es de máxima urgencia que el ministerio de salud -a cargo del Estado, que debería velar por la salud de la
población- garantice en las fiestas tests reactivos para que los consumidores tengan acceso a saber que
están consumiendo, si es éxtasis o es veneno para ratas, como así también la ubicación de puestos de
atención sanitaria primaria para todo el público.

Están los ejemplos de Ong’s como (Energy Control) que mediante fuertes campañas de exigencia al
Estado Español, han conquistado la aplicación en los hechos de políticas de prevención y reducción de
daños.
En la misma sintonía, es fundamental la difusión masiva sobre los efectos y las problemáticas que traen
las drogas, como así el público acceso a información sobre los cockteles letales, tanto de sustancias
legales como ilegales.

El acceso a una salud de calidad y gratuita es parte de esta pelea.

Las políticas orientadas a la reducción de daños y consumo responsable, se hacen cada dia mas urgentes
como medidas transicionales en el marco de la lucha por la legalización de todas las drogas. Si bien sólo
con políticas de disminución de daños no alcanza, su inmediata aplicación podría evitar que el
entramado sangriento del negocio del narcotráfico se siga llevando la vida de los jóvenes, sobretodo de
aquellos más pobres y vulnerables, que directamente consumen los desechos de la producción como la
Pasta Base, que mata centenares por año.

Los intereses del PRO son claros: criminalizar a la juventud -en particular a la de los sectores populares-
mientras pagan millones a fondos usureros y lavan su dinero en cuentas offshore. ¿Qué pasaría si ese
dinero fuera destinado a políticas de prevención y salud públicas?

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