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Institución Universitaria San Alfonso

Licenciatura en Teología
Moral Fundamental
Profesor: Fray Jaime Iván Sánchez
Estudiante: Carlos Eduardo López

FUENTES DE LA MORALIDAD1
La moralidad no es otra cosa que la conformidad o disconformidad de los actos respecto de la
regla de las costumbres; existe cuando se actúa con advertencia de la malicia o bondad de
determinado acto (entidad moral, no física, del acto). Sus fuentes, es decir, los elementos que hay
que examinar para determinar si es conforme u opuesto a la norma y en qué medida, son tres:
objeto fin y circunstancias.
Objeto: aquello a que tiende el acto por su propia naturaleza, independientemente de las
circunstancias que puedan añadírsele.
Fin: aquello que intenta o se propone el que realiza una acción (v.gr. dar limosna para glorificar a
Dios). Es en realidad una finalidad extrínseca, sobreañadida a aquella a la que la obra tiende por
su propia naturaleza. Es una circunstancia que se examina por separado dada su importancia.
Puede ocurrir que aunque la moralidad esencial siempre corresponda a objeto (se refiere al acto),
la moralidad principal corresponda al fin (se refiere a la persona), dado que el objeto es
considerado como medio para el fin (v.gr. el ladrón que roba para adulterar es más adúltero que
ladrón, el adulterio es su motivo)
Circunstancias: aspectos morales que se presentan como accesorios, accidentales, del aspecto
moral primario (objeto). Responden a la pregunta por el quién, cuándo, cómo, dónde, etc.
COMENTARIO:
Por lo general no hay gran claridad de diferenciación entre objeto, fin y circunstancias, de hecho,
he comprobado como algunas personas que han estudiado el tema en asignaturas universitarias
confunden fácilmente dichos elementos. Esto se presta, entre otras cosas para defender un
engañoso y falso malminorismo, por ejemplo:
- Ocurre que alguien, contra una norma expresa, desactiva una alarma previendo que con
eso evitará que el lugarteniente se dé cuenta de la presencia de un ladrón que ha invadido
el predio y lo mate.
Puede ser que alguien pretenda justificar el acto y diga: el acto es bueno porque la intención era
buena (salvar una vida); es el típico caso de quienes (contra las indicaciones de la doctrina
católica) consideran que el fin justifica los medios. En este caso se distingue bien el fin y el objeto,
pero no se tiene presente que el aspecto moral primario lo constituye éste último y no aquél.
También puede ocurrir que alguien diga que el salvar una vida constituye, no ya el fin, sino el
objeto de la acción ya que el sujeto moral en cuestión no tuvo intención de infringir la norma y
sólo lo hizo como medio con el cual sabía que obtendría una consecuencia buena. En este caso
ya no hay claridad sobre qué es el objeto o el fin; en efecto, el apagar ilícitamente una alarma (si
hay conocimiento de la norma) es en sí un acto ilícito (malo), independientemente de la intención
infringir la ley o no, basta con que lo haga sabiendo que infringe una ley justa,
independientemente de que quiera con esto –el fin- una buna consecuencia.

1
May, William E. "Los actos intrínsecamente malos y la enseñanza de la encíclica «Veritatis Splendor»". Scripta Theologica. Año
1994, vol. 26 (1), p. 199-219.

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