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Lección 2 |(primera parte) Crecimiento Espiritual

El propósito de esta lección es dar a conocer seis puntos fundamentales de


obediencia para el crecimiento espiritual: La Santa Cena, el Bautismo en Agua, La
Lectura de la Biblia, Escribir un Diario, Orar y Dar.
El crecimiento espiritual toma toda nuestra vida de obediencia a Cristo. Las
siguientes son señales esenciales en nuestra vida Cristiana que nos dicen cómo
estamos creciendo espiritualmente.
La Santa Cena
La Santa Cena o la Cena del Señor, fue instituida por Jesucristo la noche que fue
traicionado, mientras Él y Sus discípulos celebraban la fiesta de la Pascua. Así como
Dios había hecho en el pasado, Jesús les estaba enseñando una verdad que
tendrían que repetir una y otra vez. El usó el pan sin levadura y la copa (el vino o el
jugo de uva) para denotar una verdad fundamental acerca de nuestra salvación. Él
dijo ciertas verdades muy profundas y sorprendentes. Por ejemplo: Él dijo que el
pan era Su cuerpo y que el vino era Su sangre con el cual Él los estaba sellando en
un Nuevo Pacto, al tomarla con ellos.
El Antiguo Pacto (Antiguo Testamento) se basaba en el sacrificio de sangre de
animales. Por miles de años, un animal inocente era traído al sacerdote, la persona
confesaba su pecado, luego la persona mataba el animal y el sacerdote ofrecía la
sangre como un sacrificio, en lugar de la persona (Levítico 1:1-13).
El Cordero de Dios. Cuando Juan el Bautista dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo”, él estaba haciendo una referencia directa a los
sacrificios por el pecado del Antiguo Testamento. (Juan 1:29)
Por miles de años el pueblo de Dios tuvo que repetir la historia redentora y la
verdad del perdón de pecados que requería un sacrificio de sangre. Ahora, el
Cordero de Dios, Jesucristo, llegó al cumplirse el tiempo en la historia para ser ese
sacrificio de una vez por todas.
Dios Sacrificándose a Sí Mismo
¿Se ha preguntado alguna vez por qué Jesús tuvo que nacer de una virgen? Cada
persona nacida de Adán y Eva tiene una naturaleza caída y, como resultado, el
pecado que viene naturalmente. Nosotros aún tenemos que enseñarles a nuestros
hijitos a no pegar, morder, mentir y todo lo demás que viene a raíz de nuestra
naturaleza Adámica, a cada persona que ha nacido, con una excepción--¡Jesucristo!
María fue Su madre, pero Su Padre a través del Espíritu Santo la cubrió y lo que
nació de ella fue Santo. El linaje de sangre fue sustituido, y Él fue sin pecado. Por
eso fue que Su sangre pudo satisfacer toda la justicia y la santidad en un Dios
totalmente justo.
¡Qué hermoso cuadro de un Dios Creador que amó a Su creación caída de tal
manera que pudo sacrificarse a Sí mismo en lugar nuestro! Muchas religiones
paganas tienen seguidores que se sacrifican a sí mismos o a otros, para tratar de
satisfacer a sus dioses vengativos y enojados, pero el verdadero Dios viviente,
según Su naturaleza de amor, se sacrificó a Sí mismo.
¿Qué podría haber satisfecho la demanda de justicia por parte de un Dios santo?
Ciertamente ni el oro, ni la plata, ni diamantes, ni ninguna cosa de valor según el
sistema de este mundo, podría pagar el precio para redimir lo que se había
perdido. ¡No, ni en el cielo ni en la tierra, la única cosa suficientemente santa fue la
sangre divina, la vida de Su propio Hijo! ¡Fue el acto supremo de amor!

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