Presentamos a continuación las ideas generales que iluminan el modelo de Parroquia a la luz del Proyecto Diocesano de Renovación Pastoral en lo que se refiere a su metodología.
I. ACTUACION SOBRE EL CONJUNTO
Este nuevo modelo de Parroquia tiene, desde el aspecto organizativo una
característica esencial: la actuación sobre el conjunto. No se trata de crear iniciativas que nos ayuden a mejorar la parroquia actual. Se trata de cambiar la fisonomía del conjunto parroquial. En términos de organización podemos decir que no buscamos mejorar el sistema sino crear un nuevo diseño de parroquia. Diseñar un nuevo sistema significa crear una nueva configuración que sea la óptima. En nuestro caso, se trata de traducir en términos organizativos las ideas fundamentales del Vaticano II, de la reflexión teológica y de la práctica pastoral posterior y, de modo especial, de las corrientes pastorales ya asumidas por el magisterio latinoamericano, como hemos mencionado anteriormente.
En lo que se refiere a la Pastoral del Conjunto, hay que reconocer la
enorme influencia que ejercieron en este aspecto dos grandes pastoralistas: Monseñor Fernando Boulard (que prestó gran ayuda en la Conferencia de Medellín (1968) y quien por cierto estuvo en nuestra diócesis en los tiempos inmediatamente posteriores al Concilio) y el Padre Ricardo Lombardi, quien asumió visionariamente el Concilio para traducirlo en un modelo histórico.
¿A que nos referimos cuando hablamos de conjunto?
Nos referimos específicamente al conjunto de las personas. Las parroquias no son, en este caso, las organizaciones en cuanto tales, ni las estructuras, sino todas las personas incluidas en el territorio parroquial. Esta afirmación requiere algunas especificaciones. ―Nos referimos especialmente a todos los bautizados que se identifican de algún modo como católicos. ―Nos referimos igualmente a los cristianos de otras confesiones que simpaticen con el proyecto y quieran, a título personal recorrer con los católicos un camino común que les ayude a una mejor identificación de su vocación cristiana. ―Nos referimos, en fin, a todos los que se sientan invitados y acepten vivir el proceso. En resumen, podríamos afirmar que el proyecto deja fuera solamente a los que se autoexcluyen. Si al definir el conjunto parroquial ponemos el énfasis en las personas, no excluimos la realidad actual y el modo como ésta se estructura. Grupos, Movimientos y Asociaciones Apostólicas y Estructuras organizativas deberán encontrar su espacio en el proyecto. Esto vale especialmente para la realidad religiosa de aquellas personas que hoy ocupan el centro de la atención pastoral, ya sea como agentes, ya sea como destinatarios. Este nuevo modo de concebir la actuación pastoral supone la aceptación de tres principios operativos que a su vez implican tres nociones: Noción de conjunto Noción de proceso Noción de pastoral
1. Noción de conjunto
El primer principio puede formularse así: El único modo eficaz de
actuar sobre una realidad parroquial es el que se planifica como una actuación sobre el conjunto de la misma. En la diócesis hemos asumido este principio como opción pastoral y lo hemos formulado así: “Optamos por abordar pastoralmente al conjunto de los bautizados como una comunidad humana, en forma sistemática, gradual y progresiva, respetando siempre la conciencia de las personas” (Manual V. Modelo Operativo, pág. 60). Este principio implica a su vez, la necesidad de tener desde el comienzo un diseño global (planeación de las grandes etapas del camino) y la exigencia de escalonar la acción (planificación de las diversas fases de cada etapa), preservando en cada caso, la globalidad de su enfoque.
De un modo elemental en sus comienzos y de un modo más explícito en
sucesivas ampliaciones, se actúa siempre con un diseño global. Al terminar cada fase la totalidad del pueblo ha avanzado hacia nuevas posiciones, susceptibles de ser evaluadas mediante indicadores operativos. Aunque cada paso en sí mismo es limitado, la parroquia como conjunto humano va cambiando su fisonomía. Hablamos aquí de la ascética del “paso posible” que modera todo inmediatismo pastoral y nos educa en la paciencia activa.
El destinatario de la acción pastoral no son solamente los individuos sino
el pueblo como tal. Si cada ser humano está llamado a ser hijo de Dios, el conjunto como tal está llamado a ser pueblo de Dios. Por eso se hace necesaria una pastoral dirigida al conjunto del pueblo. “Dios quiere salvar a los hombres no aisladamente, sino como pueblo. El pueblo israelita es figura del nuevo Pueblo de Dios, formado por judíos y paganos, no según la carne sino según el Espíritu. Bajo su única Cabeza, Cristo, cada miembro participa de la dignidad y de la libertad de los hijos de Dios, tiene como ley la caridad y como fin el Reino de Dios.” L.G. 9. (Cfr. E.N. 18; Medellín, No. 15; Puebla 650, 1222, 1306, 1307, 151; Aparecida 365-372; Mat. 28,19-20; I Pedro 2, 9-10).
2. Noción de proceso
El segundo principio, implícito en lo dicho anteriormente, suena
de este modo: La noción de proceso, como avance lento y progresivo hacia una meta, es válido, no sólo para los individuos o para los pequeños grupos, sino para realidades más amplias, como es en nuestro caso, la parroquia. En la diócesis hemos asumido este principio como opción pastoral y lo hemos formulado así: “Optamos por una acción pastoral que privilegia la evangelización integral, como itinerario permanente de fe y con proyección decididamente misionera, sostenida siempre por la vida sacramental”. (Manual V. Modelo Operativo, pág. 59). Opción acompañada por un criterio: Es preciso caminar juntos a un paso que sea lento, progresivo y global.
Esto significa que la parroquia entera como conjunto humano puede
entrar en un proceso de desarrollo que facilitará el crecimiento de las personas, de las familias y de los grupos. Nos interesa resaltar que este proceso del conjunto no equivale a la suma de procesos de sus componentes. Se trata de otra realidad que tiene sus propias reglas y sus condicionamientos. Como comunidad de origen divino pero constituida por hombres está llamada a un proceso continuo de conversión y crecimiento, para ser más fiel a su Señor.
“Al concebirse a sí misma como Pueblo, la Iglesia se define como una
realidad en medio de la historia que camina hacia una meta aún no alcanzada”. Puebla 254 (cfr. Puebla 100, 993,255; L.G. 9; Heb. 13, Jn. 16; U.R. 6).
3. Noción de pastoral
El tercer principio se refiera a la acción pastoral y dice así:
solamente se podrá actuar sobre el conjunto cuando aquellos que son receptores pasivos de la acción pastoral de los sacerdotes, se conviertan en colaboradores activos de los mismos en vista a una acción más amplia. En la diócesis hemos asumido este principio como opción pastoral y lo hemos formulado así: “Optamos por que todos los bautizados y bautizadas ejerzan consciente y responsablemente su derecho y su deber de anunciar el Evangelio, valorando la vocación y los carismas que Dios ha dado a cada quien para el bien común” (Manual V. Modelo Operativo, pág. 62). Opción acompañada por un criterio: En la Iglesia, todos aprendemos de todos.
Esto conlleva un cambio en la concepción de pastoral que existe
actualmente entre los católicos. Los actuales feligreses deberán convertirse de receptores de la acción pastoral en colaboradores para una acción más amplia. Sólo de este modo se evitará el círculo vicioso por el que la acción pastoral de los sacerdotes, al dedicarse a los de siempre, se agota sobre si misma. Todo el pueblo de Dios es, por naturaleza, evangelizador. En razón de su configuración con Cristo por el bautismo y en general por los sacramentos, todo el pueblo está llamado a participar en la misión salvadora y es responsable del servicio propio de la Iglesia.
“Los laicos están llamados a contribuir, como miembros vivos, al
incremento de la Iglesia. Su apostolado es participación en la misión salvífica de la Iglesia, de la cual son al mismo tiempo testimonio e instrumento por medio de los sacramentos. Además de este apostolado común, los laicos pueden ser llamados a colaboraciones más específicas con el apostolado de la Jerarquía”. L.G. 33. (Cfr. A.A. 3; Puebla 786; E.N. 59, 70; Mt. 28, 19-20).
Preguntas para la reflexión
1. ¿Qué conversión pastoral nos exige el pasar de una pastoral de
grupos a una pastoral de conjunto y del conjunto?
2. ¿Qué conversión pastoral nos exige pasar de una pastoral de eventos
a una pastoral de procesos?
3. ¿Qué conversión pastoral nos exige el pasar de una acción en la que
son laicos son simplemente destinatarios, a un acción en la que figuren como sujetos de la acción eclesial?