En la lectura apreciamos a David como un hombre de negocios muy exitoso.
David Ricardo plasmó las dificultades que suponían los costes de producción (incluyendo mano de obra) para el comercio internacional, por lo que los salarios de los empleados tendían a ser los necesarios para sobrevivir y reproducirse. Además, el equilibrio se producía por los sueldos de subsistencia que permitieran la reproducción, pero sin situarse por encima de lo necesario. No obstante, estas rentas estarían por debajo de las percibidas por los terratenientes (que representaban el capital); El valor del trabajo se determinaría por el número de horas que necesitaría hacer un empleado para mantener un sueldo que les permitiera mantenerse a él y a su familia (salario natural), por lo que el trabajo sería la fuente de todo valor. Los sueldos naturales no deberían sufrir grandes inestabilidades por los efectos de la oferta y la demanda de empleo, y la regulación, aumentando y disminuyendo la población según el salario natural se sitúe por encima o debajo del de mercado. Adicional menciona la ley de hierro, la economía agraria estaba muy extendida, cuando las tierras más productivas se ocupan de trabajadores, crecía la población y esta se desplazaba a otras tierras menos productivas. Estos terrenos solo permitían obtener sueldos de subsistencia, por lo que aumentaba la competencia para trabajar las mejores tierras, haciendo que incluso bajaran los salarios de los que las trabajan. David también menciona la ventaja comparativa, dice que cada nación cuenta con distintas ventajas para elaborar bienes diversos, si no hay impuestos ni barreras a la importación o exportación, así cada país se dedica a las actividades que son más beneficiosos para el; la ley de la ventaja comparativa destaca el importante hecho de que un arancel proteccionista en el país, produce daños a los sectores eficientes y a los consumidores en el otro país. Otra implicación es que ningún país o región de la tierra quedaría fuera de la división internacional del trabajo bajo el libre comercio. Pues la ley significa que incluso si un país está en tan mal estado que no tiene ninguna ventaja absoluta en producir nada, sigue mereciendo la pena a sus socios comerciales, los pueblos de otros países, permitirle producir aquello en lo que sea menos malo. De esta manera, los ciudadanos de todos los países se benefician del comercio internacional. Ningún país es tan pobre o ineficiente como para quedar fuera del comercio internacional y todos se benefician de que los países se especialicen en lo que son mejores o menos malos: en otras palabras, en aquello en lo que tengan una ventaja comparativa. “La enorme sutileza mental de Ricardo es evidente en su doctrina de la ventaja comparativa aplicada al comercio internacional. Con esta doctrina reforzó los argumentos a favor del libre comercio ampliando el análisis de Adam Smith de los beneficios que puede generar la libre circulación internacional de bienes” (Historia del pensamiento clásico, Capítulo 5. Ricardo y Malthus, pag 137) Es interesante dado que tanto Smith como Ricardo analizan el libre cambio, además que, si se aplica, dinamiza el comercio, mediante la eliminación de obstáculos arancelarios y no arancelarios para impulsar la competitividad de las economías. No sólo se busca la eficiencia en términos económicos, sino que es capital fomentar otros principios y valores, puesto que los acuerdos deben ser inclusivos y contribuir al bienestar de los pueblos. Además, beneficia tanto a los consumidores como a las empresas y los trabajadores. Los beneficios para las empresas es que aporta la eliminación de gravámenes y otras barreras muy heterogéneas (requisitos específicos), para los consumidores son la reducción de costes que suponen los acuerdos y que les permiten adquirir una muy amplia variedad de productos y servicios a precios ajustados.