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El vacío tras los campos

Antropología social y cultural


Alicia Mateos Lahoya

Las víctimas de los campos de exterminio, tras la liberación, se sintieron perdidos,


avergonzados, culpables y abatidos por recuperar su identidad como seres humanos. Esto es el final
de un ciclo de rituales por los que pasaron y finalizaron con su supervivencia, mientras que quizás
estos rituales acabaron con sus familiares y compañeros mucho antes. Reincorporarse a la vida
normal no fue posible para la mayoría de los ex-presos que aún conservaban parte de Auschwitz
dentro de sí mismos, debido a todos los sucesos a los que sobrevivieron allí. Un ejemplo de ritual
de paso sería, por ejemplo, este de una vida normal a la vida de los campos para después volver a la
normalidad. El paso por estos rituales les transformará en los seres vacíos que serán las víctimas,
por quienes obtenemos información a través de sus memorias. Los rituales de paso, que dejan a las
víctimas de los campos de concentración perdidos y aislados de la sociedad, tienen tres fases, a las
que llamaremos separación, marginalidad y reincorporación. Los prisioneros de estos campos de
concentración pasaban por innumerables torturas y sufrimientos que les causaban una
deshumanización de ellos mismos, y esto tendrá consecuencias en aquellos que consiguieron
sobrevivir.

Para la entrada en los campos, se siguieron unos rituales que marcaban a esas personas para
siempre. No importaba su procedencia ni su vida anterior, pues eran marcados como enemigos del
régimen nacional socialista alemán, y por lo tanto, enemigos de toda la nación. Al igual que ocurría
con la esclavitud, el paso a ser prisioneros suponía la muerte social, es decir, la desvinculación con
su medio social y el arrebato de todo rasgo de personalidad, también se les imponía unas marcas de
esclavitud “Recuerda solamente que yo también era inocente e igual que tú, mortal ese día, yo,
también, tenía un rostro marcado por la ira, por la piedad y la alegría ¡simplemente un rostro
humano!” dice un poema que Benjamin Fondane1 escribió mientras era recluso. Además, estos
prisioneros recibían unas marcas de esclavitud, que consistían en perder su nombre que era
reemplazado por un número tatuado en un brazo, les daban un uniforme trabajo de rayas y les
afeitaban la cabeza otros prisioneros veteranos. Estas marcas tan solo son la caracterización de los
presos, pero el verdadero cambio se encontraba en sus conciencias.

El primer paso para introducirse en el plan eugenésico alemán fue la detención de presos

1 Benjamín Fondane, Exodus. Poema escrito en la Sala de los Nombres en Yah Vashem, monumento erigido por el
pueblo judío en memoria a las víctimas del Holocausto. Su autor fue asesinado en Auschwitz en 1944.
políticos y familias judías que fueron forzadas a emigrar y fueron recluidas en guetos donde eran
ignorados socialmente. De estos lugares de agrupamiento fueron transportados en trenes de ganado
hacia el norte, aunque les hubiesen quitado sus hogares, las familias aún permanecían unidas y por
lo tanto conservaban algo de esperanza ante la incertidumbre. Cuando llegaban a los andenes de los
campos eran sometidos a una selección en filas, separando las familias según si eran hombres,
mujeres, niños y ancianos. De esta primera conmoción se llevaban a muchos de ellos en camiones
rumbo a las cámaras de gas, disfrazadas de baños, los restantes eran los aptos para el trabajo,
aunque ellos aún no lo sabían. Este podría ser el primer ritual de iniciación, el abandono de la vida
cotidiana para introducirse en la vida “normal” que no les permitirá regresar a la cotidianidad, aún
con un gran desconocimiento y confusión están a punto de descubrir que ya nada podrá ser como
antes y que su existencia como ser humano acababa de terminar.

De este modo, se sumergen en el conocimiento venenoso de la zona gris. Todo lo ocurrido


en los momentos previos cobra sentido cuando otros presos les informan de lo que ha pasado con
sus familias. Esta revelación termina con todas sus esperanzas, saben que no tienen nada que hacer
ni a quien pedir ayuda. La bienvenida por parte del resto de prisioneros se trataba de unos ritos de
humillación, matando la esencia de los hombres y mujeres recién llegados que habían sido humanos
hasta entonces, como dice Primo Levi (1986:34) “Todo el ritual siniestro, (…) que acompañaba el
ingreso; las patadas, los puñetazos inmediatos, muchas veces en pleno rostro, la orgía de las órdenes
gritadas con cólera real o fingida, el desnudamiento total, el afeitado de las cabezas, las vestiduras
andrajosas...” Esta tortura física y mental consigue destruir por completo la identidad de los nuevos
prisioneros, además se les tatúa un número que será su nombre a partir de ahora. Humillados,
marcados y sin ningún vínculo social, borran su autoconciencia de pertenecer a la especie humana:
ahora solo son ganado. Situados en este papel, su único final era su propia destrucción y estaban
destinados a someterse a los planes trazados para ellos: esta era la rutina en Auschwitz.

La posibilidad de conseguir escapar o de ser liberados se mostraba imposible. Aunque a


pesar de esto, las personas seguían luchando por lo único que les quedaba: su vida. Hubo algunos
presos que se ganaron el favor de los nazis para desempeñar ciertos trabajos bajo su mando y
dándoles ventajas frente al resto de prisioneros como más comida o un trato menos malo, aunque
también desarrollaron otras estrategias para la supervivencia. Todos ellos soñaban con la liberación,
pero no la creían posible. Por lo que cuando las tropas soviéticas llegaron hasta los campos, el
primero el de Majdanek en julio de 1944, las fuerzas alemanas de las SS reaccionaron dinamitando
los campos y cámaras de gas y evacuando a los presos en marchas de la muerte, pero ya nada podía
cambiar la liberación inminente por parte de las fuerzas aliadas sobre el territorio alemán.
Los supervivientes al exterminio sufrieron un fuerte choque con la realidad al volver a su
entorno social. Muchos de ellos, al volver, narraron sus memorias y la realidad, todavía latente en
ellos, de su paso por los campos de exterminio, sus impresiones y sentimientos y descripciones
detalladas de lo sucedido. Elie Wiesel es un superviviente de los campos de exterminio de
Auschwitz, Buna y Buchenwald, tras la liberación se dedicó a escribir sobre los horrores del
holocausto con el fin de evitar que se repita una catástrofe similar, escribió durante su reclusión
“Nunca olvidaré esa noche, la primera noche en el campo, la cual convirtió mi vida en una larga
noche, siete veces maldecida y siete veces sellada. Nunca olvidaré aquel humo[…] Nunca olvidaré
ese silencio nocturno el cual me privó, para toda la eternidad, del deseo de vivir.” 2. Este testimonio
nos recuerda como lectores que es nuestro deber mantener la memoria y no olvidar nunca los
hechos históricos y la crueldad de la opresión de los poderosos. Mantener vivo ese recuerdo hace
que las muertes de más de 6 millones de personas no sean del todo en vano. Lograr evitar que se
repitan estos hechos es el objetivo principal, no solo de los supervivientes, sino también de aquellos
que tenemos el legado de todas sus vidas.

Hubo largos procesos judiciales con los que se pretendía dar justicia a los mártires del
holocausto, pero nada era suficiente para devolverles lo que habían perdido, o para damnificar lo
que habían sobrevivido. Como la justicia no llega, solo queda el resentimiento y el mantenimiento
de la memoria, porque para las víctimas es la misma sociedad enferma la que condena los crímenes
y no han de olvidar la complicidad de algunos y la pasividad de la mayoría. Las memorias y
testimonios nos sirven de guía en este mundo de pesadilla dentro de los campos.

Lejos de sentir felicidad o gozo por haber terminado esa fase de sus vidas, los sobrevivientes
al genocidio sufren una gran carga emocional de vergüenza y culpa al volver a ser humanos, ya
jamás pueden regresar a ser las personas que fueron antes de convertirse en presos porque no tienen
una vida que retomar, lo han perdido todo. Lise London, deportada a Francia tras la liberación, dice
en su testimonio que “La euforia del retorno cede paso, brutalmente, a pensamientos angustiosos
que hasta entonces habíamos procurado alejar de nosotras para conservar intactas nuestras fuerzas y
no caer en la desesperación”. El mundo y sus gente se les antoja demasiado cruel y todo lo que han
vivido dentro de los campos les imposibilita para continuar sus vidas donde las dejaron o seguir
adelante. Este y otros muchos mártires, algunos bien conocidos como Primo Levi, terminaron
suicidándose ante en sinsentido de estar en el mundo y el vacío de sus corazones, puesto que ahora
ni siquiera tenía que luchar por su vida.
2 Elie Wiesel, La nuit, París, Les éditions de minuit, 1958, p 32. Memoria. Intenta promover los derechos humanos y
la paz. Le fue otorgado en 1985 el premio Nobel de la paz.
Otros supervivientes intentaron ver el mundo del regreso como algo más positivo viajando a
Sudamérica o a otros países lejanos. Pero se llevaron grandes frustraciones al comprobar que la
matanza indiscriminada de gente, como la masacre de Formosa en Argentina, y la violencia estaban
en todas partes del mundo y no podían escapar a ello, igualmente la presencia las desigualdades y la
injusticia por parte de los gobiernos imposibilitaban la vuelta a una vida armoniosa. La vuelta a la
vida normal era una meta inalcanzable, por mucho que lo intentasen, porque era imposible renovar
sus vidas. Se veían a sí mismos como seres que habían salido de la normalidad del exterior para
comenzar la normalidad dentro de los campos que les impidió que a su salida pudiesen volver a la
normalidad inicial, porque nunca más podrían sentirse normales. Auschwitz les había marcado y
seguían teniéndolo en su piel y en su memoria, así como la conciencia del entonces.

Quizás esta imposibilidad de regreso se vio proporcionada por un método de autodefensa de


la memoria, que se fortaleció para soportar los tormentos de Auschwitz, para liberar la carga
emocional y resistir con vida a las inclemencias, la separación de las familias, la suciedad, el
hambre... Por ello al ser liberados también regresaron esos sentimientos, recuperados tras los años o
meses de aislamiento que no se habían permitido tener. También tenían que recuperarse del vacío
cultural que también les había provocado su estancia en los campos, esa asunción de la cotidianidad
como esclavos de la supervivencia. Enfrentarse a un mundo cargado de signos sociales y culturales
desde el más absoluto vacío es un salto demasiado grande, inaccesible, por ello quedaron
reminiscencias insalvables de las etapas más duras con las que cargarían desde entonces.

En definitiva, muy pocos volvieron a encontrar su lugar en el mundo, una vida plena y feliz
o la posibilidad de esta, pues su regreso era solitario y triste al no poder reencontrarse, en la mayoría
de los casos, con sus seres queridos, y su esencia como personas se había corrompido por el dolor y
las torturas que sintieron como prisioneros. Por lo tanto, un conjunto de acciones macabras y
rechazos atroces hizo cambiar para siempre a los prisioneros de Auschwitz, que aunque
sobreviviesen a esto se vaciaron por dentro para conseguirlo, y de regreso al mundo exterior
permanecieron incompletos hasta el final de sus días. Como dijo Jean Améry3. “quien ha sufrido la
tortura, ya no puede sentir el mundo como su hogar”.

3 Jean Améry, Más allá de la culpa y la expiación, 1964, ensayo. Su nombre original era Hains Chaim Mayer, fue
prisionero en Auschwitz, tras su liberación escribió ensayos sobre las memorias. Terminó suicidándose en 1972.
Bibliografía:

Améry, Jean. 1964: Más allá de la culpa y la expiación. Ensayo.


Améry, Jean. 1999: On Suicide: A Discourse on Voluntary Death. Trans. John D. Barlow.
Bloomington: Indiana University Press.
Asturgó Ayats, Joan. De Cos Borbolla, Jesús y Calvo Gascón, Juan M. Octubre 2010:
¡Nunca más! Boletín de información y comunicación de la Amical de Mauthausen, nº36.
Delbo, Charlotte, 1993: Triologo. Auschwitz and Danach. Frankfurt, Fischer.
Goldberg Jacqueline, 2009: Auschwitz, un regreso a pie, La ilustración liberal, nº 39.
Madrid.
Kenneth Hyde, John, 1971: Benjamin Fondane. A presentation of his life and works.
Ginebra-París, Droz.
Levi, Primo, 1947-1958: Si esto es un hombre. Italia, De Silva.
Levi, Primo, 1986: Hundidos y salvados. Italia, Einaudi.
Moreno Feliu, Paz, 2010: El corazón de la zona gris. Madrid, Trotta.
Weingrad, Michael. 1999: The Exodus of Benjamin Fondane, Judaism: A Quarterly
Journal of Jewish Life and Thought, vol 48, nº4.
Wiesel, Elie, 1985: La nuit, París, Les Éditions de Minuit.

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