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Coordinador
Pueblos indígenas
y derechos étnicos
VII Jornadas Lascasianas
ISBN 968-36-7538-7
ÍNDICE
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Los derechos de los pueblos indígenas . . . . . . . . . . . . . . . 9
Rigoberta MENCHÚ TUM
255
256 ÍNDICE
7
8 PRESENTACIÓN
9
10 RIGOBERTA MENCHÚ TUM
tir de ahí hemos elaborado planes de acción para luchar por nuestros dere-
chos. En el marco del Año Internacional de los Pueblos Indígenas, decla-
rado por la ONU en 1993 a petición nuestra, sostuvimos dos encuentros
de pueblos indígenas: uno en mayo de ese año (Chimaltenango, Guatema-
la) y el otro en octubre (Oaxtepec, México), donde definimos una plata-
forma de lucha.
Creamos también la Iniciativa Indígena por la Paz, en mayo de 1994;
ésta es una instancia internacional e independiente integrada por indíge-
nas que busca contribuir a la protección de los derechos de los pueblos
indígenas en todas partes del mundo; contribuir al establecimiento de ins-
trumentos jurídicos, normas y mecanismos eficientes para la protección y
reconocimiento de estos derechos, y coadyuvar a la resolución pacífica de
controversias y que afectan a los pueblos indígenas. Al asumir este papel,
Iniciativa Indígena por la Paz no pretende suplir el rol específico de las
organizaciones a nivel local, nacional, regional o internacional, sino cola-
borar con éstas en los esfuerzos comunes.
La lucha que hemos emprendido porque nuestros derechos sean reco-
nocidos y respetados, ha trascendido las fronteras de nuestros propios paí-
ses para ir directamente al campo internacional. Hemos hecho trabajo de
parlamento, trabajo diplomático. Hemos ido a los propios salones de la
ONU para exigir a este organismo que nos acompañe en nuestra lucha y
demandas.
Al principio, teníamos que esperar que un diplomático saliera del sa-
lón de sesiones para correr detrás de él y pedirle cinco minutos de su
tiempo. Hoy las cosas empiezan a cambiar; ya acudimos directamente a
distintos organismos de la ONU; hablamos en distintas tribunas de la
ONU. Se nos empieza a escuchar.
Sin embargo, esto no quiere decir que la situación de los pueblos in-
dígenas haya cambiado sustancialmente. Persisten la marginación, la dis-
criminación, la explotación, el racismo, la intolerancia. Las condiciones
económicas, políticas y sociales siguen siendo las mismas o se han agrava-
do. No hay correspondencia entre los logros obtenidos a nivel internacio-
nal y lo que ocurre al interior de nuestros países. Por el contrario, parece
existir un divorcio entre lo internacional y lo nacional.
Debido al trabajo que los pueblos indígenas han realizado, es posible
que en la actualidad la comunidad internacional nos escuche, sobre todo
la ONU, que declaró 1993 Año Internacional de los Pueblos Indígenas, y
que tan sólo un año después aprobó el Decenio Internacional.
LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS 11
significa que es necesario obtener la igualdad entre los pueblos que inte-
gran las naciones.
Es decir, el acceso a una igualdad de derechos políticos, económicos,
sociales y culturales al interior de los Estados o Estados-naciones en que
vivimos. Esta igualdad debe centrarse en la búsqueda y realización de los
derechos de los pueblos que integran un Estado, entre ellos el de hacerse
oír y a tener un lugar en la construcción y conducción del mismo. En
otras palabras, que todos los individuos que lo componen partan de una
igualdad de oportunidades en las condiciones de existencia material, en el
ejercicio de los derechos políticos y en la conducción de los asuntos estatales
e internacionales, pero a condición de preservar su cultura e identidad.
Aspirar al desarrollo y a contrarrestar el subdesarrollo en todas sus
formas, pasa necesariamente por la apertura a nuevos conceptos, otra for-
ma de pensar y de actuar de parte de todos, que permita el reconocimien-
to de la sabiduría y experiencia de la inmensa población afectada, entre
ella la de los pueblos indígenas.
A mi juicio, los derechos de los pueblos deben ser considerados por
la comunidad internacional entre el conjunto de pilares de la organización
política mundial, pues la igualdad entre los pueblos es inseparable del fu-
turo de la humanidad. Sin éstos, el paradigma de la democracia jamás
será alcanzado.
Las tensiones entre el interés del Estado y los derechos de los pue-
blos, entre los derechos de los pueblos y el orden mundial, están volvien-
do extremadamente difícil el ejercicio del poder, de la diplomacia, de la
integración económica, de la acción de los organismos internacionales, a
la par que está haciendo cada vez más cotidianas las soluciones bélicas al
interior de los Estados y entre Estados.
Tenemos que avanzar del individuo a la colectividad en materia de
derechos. Y esto merece una mayor reflexión, tanto en el seno de las or-
ganizaciones internacionales, como de los gobiernos. Parafraseando a
Luis Cardoza y Aragón, uno de los más grandes escritores que han dado
Guatemala y nuestra América: “ ¿cómo se puede ser solidarios con pue-
blos que no comprendemos y, lo que es peor, frente a los cuales el orden
mundial no está dispuesto a asumir sus luchas por el derecho a una exis-
tencia con dignidad?”
Si es así, el espectro de las guerras étnicas y de las luchas de libera-
ción en la historia seguirán atormentando a la humanidad para siempre a
golpe de etnocidios, intervenciones militares y dictaduras.
14 RIGOBERTA MENCHÚ TUM
17
18 CLAUDIO ESTEVA FABREGAT
2 Cfr. id., p. 7.
22 CLAUDIO ESTEVA FABREGAT
bernar sobre sus propios recursos, cuando para hacerlo insiste en ofrecer
resistencia política a la configuración del Estado.
El problema de los derechos humanos indígenas reside, de todos mo-
dos, en el hecho de que si esta identidad no es capaz de igualarse cualita-
tivmente en sus conocimientos con las identidades de los que son étnica o
nacionalmente distintos, la tendencia más probable se produce en el senti-
do de que, en la comparación, la desigualdad existente en recursos com-
petitivos entre indígenas y no indígenas, aumenta las asimetrías y en la
misma distancia que separa a unos de otros, también se introducen factores
dinámicos propensos a disminuir la capacidad de resistencia de la identi-
dad indígena con resultados importantes en forma de fragilidades políti-
cas y de pérdidas corporativas. En esta conclusión entenderíamos que los
derechos humanos carecerán de posibilidades de prevalecer como dere-
chos estables. En estos términos, el destino de los derechos humanos es,
históricamente considerado, un fenómeno coyuntural porque tiene que ver
con los accidentes políticos y con la permanencia relativa de las situacio-
nes democráticas que permiten negociar el acceso de los individuos y de
los colectivos étnicos diferentes al disfrute de los mismos bienes morales.
En tanto son coyunturales, estos derechos son también una función
del modo como el individuo con su grupo étnico de referencia es capaz de
mantenerse como un igual social a otro étnico distinto en relaciones tanto
separadas como de convivencia. Por lo mismo, el punto de partida que
reconocemos, el de los conocimientos, no supone necesariamente que los
grupos diferentes sean culturalmente simétricos. Más bien, supone que
los grupos indígenas posean una base cultural de información semejante a
la de los no indígenas, como ocurre con los campesinos europeos, por
ejemplo, que siendo étnica y nacionalmente distintos, sin embargo, am-
bos son homologables en su discurso evolutivo y no se sienten entre sí
superiores o inferiores unos a otros. Las diferencias en este caso concier-
nen a historias políticas distintas dentro de una gran tradición compartida
y son, asimismo, identidades diferentes en lo étnico y en lo nacional que
no necesariamente los hace rechazarse entre sí. Cuando ocurren rechazos,
éstos son cuestión básicamente política. Y cuando como campesinos pa-
san a la sociedad urbana, en ésta comienzan su proceso adaptativo tenien-
do como punto de partida una misma sociedad nacional en la que no son
factores exógenos.
Por esta razón, cuando hablamos de una igualación cualitativa, nos
referimos a culturas indígenas homologables con las nacionales, por lo
LOS DERECHOS HUMANOS, UNA FORMA DE LA DIALÉCTICA 29
táfora que las comunidades indígenas son, dentro del concepto de termi-
nal estructural, un equivalente en funcionalidad a los flecos de una tela
muy compleja en la que los flecos expresan delgadez de continente y bre-
vedad de contenido respecto del tejido y de las densidades específicas de
sus tramas interiores.
Si, en este caso, atendemos a ver en cada fleco el simbolismo equiva-
lente a una comunidad indígena, y si pensamos que cada fleco es un col-
gante del tejido, equiparable a una forma o elemento débil de la tela, y si
pensamos, además, en el hecho estructural de que el fleco es equivalente
a una distancia terminal de contenido empobrecido, el símil nos permite
entender que, en relación con el conjunto a que pertenece, el fleco repre-
senta un estrecho subsistema incapaz por sí mismo de reproducirse. En
términos estrictamente dialécticos, y en la metáfora, por sí mismo cada
fleco es el símbolo de una identidad étnica culturalmente subsidiada cuyo
carácter más importante reside en el hecho de que los indígenas carecen
de poder para determinar por ellos mismos la forma de su tejido.
Reconocemos, por lo tanto, que los indígenas son una función del te-
jido nacional, y observamos que reaccionan a dicho tejido más como una
fuerza moral que como una fuerza material. Pero como terminal estructu-
ral sus reacciones y resistencias sólo son efectivas cuando están concerta-
das con otras que se determinan desde el sistema nacional. Las reacciones
y resistencias políticas de los pueblos indígenas trascienden, por lo tanto,
a sus propios territorios sólo cuando coinciden con movimientos políticos
de ámbito nacional, y son todavía más trascendentes cuando comparten la
forma de conciencia de la sociedad nacional. Entonces, el fleco del tejido
se integra en la trama de la tela y consigue por este medio recuperar tam-
bién la conciencia del valor político de los derechos humanos. Mientras
tanto, si observamos que una terminal estructural es congénere de un fle-
co, y si como tal éste apenas se reconoce en la totalidad de la trama, tam-
bién reconocemos que las reacciones del fleco hacia la trama ponen en
cuestión la calidad política del producto jurídico.
Conviene significar, sin embargo, que si entendemos que los actos de
conciencia del yo son manifestaciones internas de cada sujeto y constitu-
yen el efecto de una formación cultural realizada en éste por una cultura,
al mismo tiempo, también reconocemos que el yo indígena es diferente
del nacional, no sólo porque este último representa ser una modernidad
metropolitana inserta en el concepto de globalidad de la economía políti-
ca de mercado, sino porque mientras el yo nacional es expansivo el yo
32 CLAUDIO ESTEVA FABREGAT
indígena es retraído. Esta es una clase de razón que nos permite entender
que mientras el indígena no se reconoce como idéntico con lo nacional,
tampoco lo nacional se identifica como idéntico con lo indígena. Las con-
frontaciones entre ambas formas de conciencia se reflejan precisamente
en el hecho de sentirse los indígenas una alteridad en la identidad respec-
to de los no indígenas, y las constelaciones proyectivas son asimismo elo-
cuentes en los casos donde la diferenciación del discurso lingüístico es un
modo de manifestar cada grupo derechos que son nacionales, en un caso,
y derechos que son indígenas, en otros. En este sentido, es obvio que la
conciencia de la sociedad nacional no es necesariamente la conciencia de
los indígenas. Paradójicamente, sólo en los aspectos de la relación de de-
pendencia y de dominación que se produce entre indígenas y no indígenas
es donde se manifiesta la vinculación estructural del fleco con el tejido, y
en este caso es cuando la terminal del sistema, los indígenas, es también
un subsistema caracterizado por el hecho de que su derecho tradicional
carece de funcionalidad cuando intenta discurrir dentro del derecho na-
cional. Es este último, en todo caso, el que determina el modo como debe
comportarse el derecho indígena, por lo cual la dependencia política con-
vierte en derecho sojuzgado el de los indígenas, y eso alcanza negativa-
mente en sus consecuencias al comportamiento de los derechos humanos,
en las personas de estos últimos y en sus colectivos étnicos. En este pun-
to, la diversidad interpretativa del derecho nacional interviniendo en las
comunidades indígenas, constituye una clase de fenomenología social ca-
racterizada por el hecho de ser los individuos y grupos no indígenas la
causa de transgresiones activas que tienen como víctimas a las personas
de los primeros.
Éstos son modos indirectos de confluir en la explicación del carácter
específico que adoptan las conductas, diversas, que observamos como re-
lacionadas con la aplicación de los derechos humanos. Por eso, el concep-
to de terminal estructural nos conduce a la idea de que las matrices socia-
les de sustentación del diseño cultural del Estado que usan los indígenas,
corresponden a desarrollos mínimos del sistema nacional entre ellos. Así,
mientras esta última influencia alcanza en forma de flecos terminales a
los grupos indígenas, al mismo tiempo, éstos desarrollan sus capacidades
políticas en direcciones reducidas, locales y con interferencias del sistema
nacional representado por funcionarios y por grupos civiles no indígenas.
Esta capacidad es, por lo tanto, equivalente a la proporción de energía
cultural que puede utilizar a partir del hecho de ocupar una posición polí-
LOS DERECHOS HUMANOS, UNA FORMA DE LA DIALÉCTICA 33
5 Este concepto ha sido expuesto por G. M. Foster, en el sentido de que las comunidades basa-
das en recursos limitados resienten grandemente los despegues económicos de un individuo o de un
grupo en ellas, hasta el punto de afectar la continuidad relativa de los equilibrios sociales y económi-
cos tradicionales que definen la igualdad entre sus miembros. Cf. Foster, 1967.
34 CLAUDIO ESTEVA FABREGAT
pondientes de los grupos nacionales. Por eso, en la medida que los so-
brantes indígenas que van resultando de estas contracciones del territorio
de recursos se van incorporando como fuerza de trabajo a las organizacio-
nes públicas o privadas no indígenas, en dicha medida comienzan a darse
los procesos de desetnización. Así, no sólo la competición interétnica, po-
lítica, económica y social entre indígenas y nacionales se proyecta en for-
ma de energías tecnológicas y de organización diferentes, sino que mien-
tras los indígenas no disputan con los nacionales según ideologías
competitivas, estos últimos sí actúan en esta intencionalidad y ambicio-
nes. De hecho, el equipamiento competitivo de los nacionales no es obje-
tivamente igual al de los indígenas, pues mientras éstos conservan los
equilibrios, aquéllos los transforman.
De este modo, la desetnización incluye un proceso de aculturación
progresiva consistente en integrar económicamente, por una parte, perso-
nas individuales indígenas, básicamente proletarizando e incorporando a
los más jóvenes, mientras, por otra, son poco a poco destruidas en su
energía reproductiva las organizaciones, sobre todo familia y poder local,
que tradicionalmente han constituido el sistema de reproducción de las
comunidades y del medio territorial indígena.
En estas circunstancias, mientras los procesos de aculturación no son
en sí mismos causa directa de contracción demográfica, ni tampoco de
desorganización social, y si bien ambos fenómenos son efectos o influen-
cias de civilización, la primera, y de recursos reducidos la segunda, y en-
tendiendo, asimismo, que la debilidad política que resulta de la disminu-
ción demográfica y de los recursos territoriales se convierte fácilmente en
un factor de deterioro de los equilibrios dinámicos, al mismo tiempo, ad-
vertimos que dicho deterioro está muy presente en las situaciones internas
de las comunidades indígenas a partir de sus diferentes procesos de resis-
tencia, incorporación y asimilación observables en sus relaciones con los
sistemas coloniales europeos y con los Estados nacionales surgidos de
los movimientos de independencia.
En este extremo, la desetnización ocurre en los procesos que siguen a
los enfrentamientos, masivos y marginales, según los casos, de las socie-
dades indígenas con las potencias europeas y con los Estados nacionales
que resultaron de la desmembración del poder de aquéllas. Y podemos
advertir, además, que cuanto más directos y resueltos han sido dichos en-
frentamientos, mayores han sido los grados de desetnización y hasta de
genocidio que se han dado en esta historia. Cabalmente, en este discurso
48 CLAUDIO ESTEVA FABREGAT
VI. BIBLIOGRAFÍA
Desde hace muchos años las organizaciones indígenas han venido traba-
jando dentro de cada país para lograr el reconocimiento y el respeto de sus
derechos fundamentales. A partir de ese trabajo nacional, las reivindica-
ciones y reclamos indígenas se han proyectado a nivel internacional, lo-
grando con ello poner las bases de un movimiento indio que ha avanzado
con éxito en el planteamiento de sus demandas en foros internacionales.
Actualmente, se viene discutiendo en el seno de la Organización de
las Naciones Unidas el Proyecto de Declaración Universal sobre los De-
rechos de los Pueblos Indígenas. Esta Declaración es el resultado de nu-
merosos foros, encuentros, seminarios, talleres y reuniones que han veni-
do realizando en el curso de los últimos veinte años tanto organizaciones
indígenas como organismos nacionales e internacionales.
Las demandas y reclamos que los indígenas han planteado en estos
foros van desde la preocupación por las condiciones de vida de sus comu-
nidades, hasta el planteamiento de sus problemas en términos resuelta-
mente políticos de “ liberalización” y “ descolonización” , que sitúa la lu-
cha ideológica en el enfrentamiento entre indianismo y occidentalismo.1
Un breve recuento de los principales foros, realizados en los últimos
veinte años, ilustran de manera significativa sobre cuáles han sido las
principales demandas y reclamos que las organizaciones indígenas han
venido planteando, y que de una manera u otra han servido de base para
la elaboración del Proyecto de Declaración Universal de los Derechos de
los Pueblos Indígenas.
La primera reunión en este sentido se llevó a efecto en San Bernardino,
Paraguay, del 8 al 14 de octubre de 1974, en lo que se denominó Primer
51
52 MIGUEL JESÚS MEDINA ESCALANTE
2 Burguete Cal y Mayor, Aracely y Margarito Ruiz Hernández, “ Hacia una Carta Universal de
Derechos de los Pueblos Indígenas” , Derechos indígenas en la actualidad, México, UNAM, Instituto
de Investigaciones Jurídicas, 1994, p. 124.
54 MIGUEL JESÚS MEDINA ESCALANTE
3 Para más información consultar a Ordóñez Cifuentes, José Emilio Rolando, “ Derecho penal
internacional y victimología, delitos de lesa humanidad, genocidio, etnocidio y democidio” , Revista
Mexicana de Justicia, México, vol. IV, núm. 1, enero-marzo de 1989, pp. 175-189.
VISIÓN CONTEMPORÁNEA ACERCA DE LOS DERECHOS HUMANOS 55
LA TIERRA
Los pueblos indios enfrentan dos grandes desafíos, respecto a sus tie-
rras: el deterioro ecológico y las “ expropiaciones” . En relación a estos
puntos se señalaron diferentes aspectos, entre ellos están:
Los problemas ecológicos no se resuelven con paliativos, sino atacando
a fondo sus causas, entre las cuales destacan la sobre-explotación y la con-
taminación de los recursos naturales (agua, tierra y aire). Las medidas to-
madas hasta ahora no resuelven el problema; por el contrario, lo agudizan
al producir la pérdida progresiva de la capacidad productiva de los recursos
naturales.
Los proyectos gubernamentales de urbanización e industrialización,
realizados sin planificación y de manera irresponsable, han provocado di-
chos problemas.
56 MIGUEL JESÚS MEDINA ESCALANTE
LA MUJER INDIA
La mesa 3 discutió el tema de la “ Situación y derechos de la mujer
india y campesina” . En una de las ponencias presentadas se decía que “ la
lucha de los pueblos indios es la lucha por la humanidad justa; con todos y
para todos los seres humanos que habitan el mundo” . Que se requiere de
mujeres y hombres que formen un solo frente, sin discriminación de sexos
y especialmente sin discriminación de ninguna mujer.
La problemática de la mujer india es grave dada la violencia que se lle-
va a cabo contra ella y la marginación a que se le quiere someter.
En relación con ello, en el Foro se demandó detener las agresiones con-
tra las mujeres indígenas y campesinas y se precisaron una serie de medi-
das tendentes a lograr una participación igualitaria y para romper la menta-
lidad que niega un papel activo de la mujer en las organizaciones y luchas.
VISIÓN CONTEMPORÁNEA ACERCA DE LOS DERECHOS HUMANOS 57
4 Estas síntesis fueron elaboradas por Ordóñez Cifuentes, José Emilio Rolando, en Reclamos
jurídicos de los pueblos indios, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1993, pp. 22-
25, quien participó como delegado fraterno al I Foro como investigador adscrito a la Universidad
Autónoma de Puebla y al II Foro, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
5 Cfr. Ordóñez Cifuentes, José Emilio Rolando, “ Constitución y derechos étnicos en México” ,
Derechos indígenas en la actualidad, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1994,
pp. 15-17.
58 MIGUEL JESÚS MEDINA ESCALANTE
8 Cfr. Principios Generales para la Actuación del Premio Nobel de la Paz 1992, México, Fun-
dación “ Vicente Menchú” , 1992, pp. 1-2.
VISIÓN CONTEMPORÁNEA ACERCA DE LOS DERECHOS HUMANOS 61
Pueblos Indígenas, haciendo énfasis en que los términos que deben ser uti-
lizados en ella son los de: PUEBLOS INDÍGENAS, AUTODETERMINA-
CIÓN, TERRITORIOS Y PROPIEDAD INTELECTUAL.
2. Demandar a la ONU la Declaración de la Década de los Pueblos In-
dígenas a partir de 1994, en el marco de la construcción de nuevas relacio-
nes entre cada pueblo indígena y el resto de la sociedad.
3. Demandar a la ONU el establecimiento de un Alto Comisionado per-
manente formado por indígenas e integrado en su estructura. Asimismo,
solicitamos prever la configuración de una Asamblea permanente de pue-
blos indígenas como parte de su incipiente proceso de reestructuración.
4. Exigir a la ONU que incluya en el estudio sobre tratados y otros
acuerdos firmados entre los pueblos y naciones indígenas y los Estados-
Nacionales, mecanismos idóneos para la implementación de estos acuerdos
y la asignación de recursos humanos y económicos necesarios para el mismo.
5. Demandar a la ONU la creación de una Corte Internacional del me-
dio ambiente y desarrollo sostenible, como instrumento apropiado para
vigilar aspectos relativos al ecosistema natural, principalmente la contami-
nación que afecta territorios tradicionalmente habitados por pueblos indí-
genas.
6. Declarar el 10 de diciembre de cada año DÍA INTERNACIONAL
DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS.
14 Idem, p. 9.
15 Idem, p. 2.
VISIÓN CONTEMPORÁNEA ACERCA DE LOS DERECHOS HUMANOS 67
Luis VILLORO
69
70 LUIS VILLORO
ron bajo el dominio de un solo grupo cultural; en nuestro caso fue un gru-
po criollo o mestizo que en la Independencia constituyó un Estado nacio-
nal y pretendió que ésta era la decisión de todos los pueblos.
Intentar uniformar la diversidad en un solo patrón dio lugar, durante
todo el siglo XIX, a la escisión entre el proyecto político y la sociedad
real. Tiempo es de reconocer la diversidad y adecuar nuestras divisiones
geopolíticas a esa realidad. El proceso iría en el sentido de otorgar el má-
ximo poder de decisión compatible con la unidad del país a los distintos
pueblos que lo componen.
Cada uno tendría el derecho de determinar todo lo referente a sus formas
de vida, su cultura, sus instituciones y costumbres, al uso de su territorio,
estatutos de autonomía negociados con el poder central establecerían el
alcance de sus competencias.
El Estado pasaría entonces de ser una unidad homogénea a una aso-
ciación plural, en que las diferentes comunidades reales participarían en
el poder. No se trata de romper la unidad del Estado, autonomía no es
igual que soberanía. En todos los países de América, tanto del norte como
del sur, las reivindicaciones de autonomía de los pueblos indígenas se
acompañan de la decisión colectiva de seguir perteneciendo a la misma
nación.
En México, por ejemplo, las comunidades indígenas no luchan por
separarse de la nación, sino que ésta les reconozca su derecho a su propia
identidad. Y es que la Constitución de un Estado no puede expresar el
resultado de un convenio asumido libremente por todos si no respeta las
decisiones autónomas de todos los pueblos que la componen. La ley su-
prema del Estado debe pasar de ser una norma impuesta por una parte, a
ser un acuerdo libre entre pueblos.
Para ello debe partir del reconocimiento del derecho de autodetermi-
nación de dichos pueblos, y erigir sobre él acuerdos de autonomía que deter-
minen sus competencias y consagren adhesión libre al Estado-nacional.
Forjar la patria no sería tratar de uniformar a todos los componentes
del país en un solo molde, sino desarrollar en un acuerdo superior la ri-
queza de una multiplicidad de expresiones y de formas de vida.
Tercero. Democracia participativa. El reconocimiento de las autono-
mías de los pueblos diversos que componen el Estado no es más que un
elemento de un movimiento mucho más general que favorece la creación
de espacios sociales en que todos los grupos y comunidades puedan defi-
nir sus formas de vida en el interior del espacio unitario del Estado; esto
78 LUIS VILLORO
en nada les concernía los congresos inventados por los letrados criollos,
tampoco tenían un proyecto de nación. Sus intereses eran locales, estaban
ligados a sus territorios, a sus pueblos, a sus comunidades de trabajo; su
concepción de la sociedad no era individualista sino que estaba impregna-
da de valores comunitarios.
Hidalgo y Morelos los entendían y restituyeron a los pueblos la pro-
piedad comunal de las tierras, medida que, por cierto, los congresos cons-
tituyentes, siguiendo la ideología liberal-individualista, no se cuidaron de
refrendar.
Pero ese movimiento popular es aplastado en sus orígenes frente al
triunfo, en el siglo XIX, de la concepción liberal de Estado homogéneo e
individualista, propio de las clases medias. Esta idea se impone a los pue-
blos indígenas su consentimiento expreso.
La corriente localista y popular, ahogada en el siglo XIX, vuelve a
surgir en la Revolución en su línea agraria: la de Villa y Zapata, que no
era compatible con la línea restauradora del Estado liberal de Madero y
de Carranza.
A la inversa de ésta, sus intereses eran más concretos, estaban ligados
a contextos locales, a la tierra, a las comunidades, a los municipios; no
tenían un proyecto claro de Estado-nación y fueron incapaces de oponer
al carrancismo una alternativa de gobierno nacional, porque su preocupa-
ción era la tierra, y por eso sus exigencias eran las autonomías locales,
que no el gobierno nacional.
Las exigencias locales, señala Arnaldo Córdova, se combinan nacional-
mente con el único tipo de gobierno que no sólo podía convivir con ellas,
sino además promoverlas y garantizarlas; un gobierno que se debiera a las
autonomías locales y sólo con base en ellas pudiera subsistir. Este es uno
de los juicios que da Córdova con respecto al movimiento zapatista.
Si su idea de nación no coincide con el Estado homogeneizante, tam-
poco coincide con su individualismo; en la base de su proyecto no están
ciudadanos aislados, sino estructuras comunitarias, los pueblos indios y
mestizos en el sur; las colonias agrarias militares en el norte. Los valores
fundamentales que reivindica no son la libertad individual frente al Es-
tado ni la igualdad formal ante la ley, sino la justicia y la colaboración
fraterna.
Todo esto apunta a una idea de nación sentida más que formulada,
pero en todo caso distinta a la liberal. Con referencia al zapatismo, ya
había apuntado Octavio Paz:
80 LUIS VILLORO
83
84 JOSÉ EMILIO ROLANDO ORDÓÑEZ CIFUENTES
2 Sobre José Cecilio del Valle un trabajo que recoge valiosa información y los escritos sobre
su personalidad, en García Laguardia, Jorge Mario, EL pensamiento de José Cecilio del Valle, Tegu-
cigalpa, Editorial de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, 1982. Sobre la independencia
de Centroamérica: Chinchilla Aguilar, Ernesto, La independencia de Guatemala, México, El Colegio de
México, 1948; Contreras, Daniel, Una rebelión indígena en el Partido de Totonicapán en 1820, Gua-
temala, USAC, 1951; Luján Muñoz, Luis, La independencia y la anexión de Centroamérica a Méxi-
co, Guatemala, Serviprensa, 1982; Martínez Peláez, Severo, “ Centroamérica en los años de la inde-
pendencia. El país y sus habitantes” , Economía, núm. 30, Guatemala, 1975; Ordóñez Cifuentes, José,
“ La insurrección de 1820 en el Partido de Totonicapán” , ponencia al Congreso de Derecho Indiano,
Instituto de Investigaciones Jurídicas, Veracruz, México, 1992; Pinto Soria, Julio César, Guatemala
en la década de la independencia, Guatemala, USAC, 1978.
3 Sobre Mariano Gálvez es interesante el trabajo de Arriola Ligorria, Jorge Luis, Gálvez en la
encrucijada, México, Costa Amic, 1961.
4 Ver: Furtado, Celso, La economía latinoamericana desde la conquista ibérica hasta la Revo-
lución cubana, México, Siglo XXI, 1969; Sunkel, Oswaldo Pedro, y Paz, El subdesarrollo latinoame-
ricano y la teoría del desarrollo, México, Siglo XXI, 1976.
LA CONSTITUCIÓN DEL ESTADO-NACIÓN GUATEMALTECO 85
De esa suerte tenemos que la base del poder criollo fue la agricultura
de los colorantes (añil-grana), y la de los liberales, el cultivo del café. Es
conveniente recordar que ya en 1831 este cultivo fue estimulado cuando
estuvo en el poder Mariano Gálvez. En 1834, en su ley protectora de va-
rios ramos de riqueza, incluye el café, ofrecía $200 al primero que cose-
chara en el estado cien quintales y $100 a cada uno de los siguientes.17
En opinión de analistas guatemaltecos, que han trabajado el periodo
liberal y que me permito citar en apoyo a mi interpretación, entre los
efectos del cultivo del café y la política agraria liberal, encontramos:
El rompimiento de la estructura colonial de los pueblos de indios fue el
cambio más importante introducido por la reforma en la estructura de la
sociedad guatemalteca y lleva asociados fenómenos como la supresión de
las tierras comunales, la aceleración violenta del proceso de multiplicación
15 Cardoso F. S., Ciro y Héctor Pérez Brignoli, Centro América y la economía occidental
(1520-1930), San José, Universidad de Costa Rica, 1977, p. 209.
16 Op. cit., p. 272.
17 Ver: García Laguardia, Jorge Mario, El pensamiento liberal en Guatemala (antología), Costa
Rica, EDUCA, 1977, p. 177.
LA CONSTITUCIÓN DEL ESTADO-NACIÓN GUATEMALTECO 89
del minifundio; la supresión del poder local de las camarillas de indios no-
bles; el control del gobierno municipal de los pueblos por los núcleos ladi-
nos; el desplazamiento definitivo y estacional de masas de indios a las re-
giones de desarrollo cafetalero.18
23 “ De acuerdo con la clásica definición de Demolombe (derecho real es el que crea entre la
persona y la cosa una relación directa e inmediata). La relación nace del poder moral inherente a la con-
dición humana. El derecho real es, con las limitacionaes que veremos luego, inviolable, absoluto,
universal. No puede ser violado por la fuerza, porque no debe serlo; y un imperativo de justicia que
rige para la sociedad entera ordena respetarlo porque la libertad de cada uno termina donde empieza
la del vecino. Este es, quizás, el sustrato filosófico de la cronométrica definición del gran escritor
francés” . Enciclopedia Jurídica OMEBA, Buenos Aires, t. VIII, 1958, pp. 367 y ss.
24 (Erga Homnes). “ La expresión erga omnes se emplea con cierta frecuencia en la filosofía y
ciencias jurídicas para designar, conforme con su etimología (del latín, con doble significado: contra
todo, respecto de todo), el valor que determinados actos tienen para el derecho. No se trata, desde
luego, de un uso determinable unívocamente; en los distintos casos, su significado fundamental es el
de absoluto, opuesto por consiguiente a relativo; pero la aplicación de esta idea fundamental difiere
según la materia a que se aplique. Interesa diferenciar, sobre todo, el sentido científico del filosófico
jurídico; en cuanto al primero, mencionemos, como ejemplo, el carácter que se atribuye a la declara-
ción judicial de insconstitucionalidad de las leyes (en los sistemas que los han establecido, como
Argentina, Brasil, etc.), de ser limitada sólo al caso concreto planteado en el litigio, limitación que
niega expresamente el carácter de erga omnes de aquella declaración. Las distintas ramas del derecho
emplean la expresión que analizamos, más bien, como en el ejemplo citado, a la manera de un expe-
diente técnico para designar el alcance que tienen ciertos actos para el orden jurídico positivo” . Enci-
clopedia Jurídica OMEBA, Buenos Aires, t. X, Buenos Aires, 1958. pp. 471 y ss.
25 Melville, Thomas y Majorte, Tierra y poder en Guatemala, Costa Rica, EDUCA, 1975, p.
42; Osborne, Lilly de Hongh, Four Keys to Guatemala (Cuatro claves para entender Guatemala),
Nueva York, Funk and Wagnalls, 1952, p. 58.
92 JOSÉ EMILIO ROLANDO ORDÓÑEZ CIFUENTES
26 Ver Cueva, op. cit. y Menjivar Larín, Rafael, “ Los problemas del mundo rural” , Centroamé-
rica hoy, México, Siglo XXI, 1975, pp. 236-278.
27 Solórzano, Valentín, op. cit.
LA CONSTITUCIÓN DEL ESTADO-NACIÓN GUATEMALTECO 93
28 Sobre disposiciones legales durante el periodo liberal consúltese: Bauer Paiz, Alfonso, Cata-
logación de leyes y disposiciones de trabajo en Guatemala del periodo de 1872 a 1932, Guatemala,
USAC, octubre de 1965; Díaz Castillo, Roberto, Legislación económica de Guatemala durante la
reforma liberal, Guatemala, USAC, 1973; Méndez Montenegro, Julio César, 444 años de legislación
agraria, 1537-1957, Guatemala, Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, USAC,
1960; Skiner Klée, Legislación indigenista de Guatemala, México, Instituto Indigenista Interamerica-
no, 1954.
94 JOSÉ EMILIO ROLANDO ORDÓÑEZ CIFUENTES
29 Un análisis sobre la Constitución liberal en García Laguardia, Jorge Mario, La reforma libe-
ral en Guatemala, pp.149-159; García Laguardia y Edmundo Vásquez Martínez, Constitución y or-
den democrático, Guatemala, USAC, 1984. Consultar: Skiner Klée, op. cit., p. 48.
30 Cambranes, J. C, El imperialismo alemán en Guatemala, Guatemala, Universidad de San
Carlos, 1977, p. 197.
LA CONSTITUCIÓN DEL ESTADO-NACIÓN GUATEMALTECO 95
las exportaciones de grana iban en mengua. Este nuevo producto era más
voluminoso y exigía más extensiones de tierra, un sistema de transportes
adecuado y puntos de embarque que el país no tenía.
La inversión estadounidense consolidó el subdesarrollo y la transfor-
mación de la economía y la estructura social de Centroamérica y, al igual
que en el resto de Latinoamérica, se inicia a finales del siglo XIX. La
reforma liberal implementó políticas que permitieron la concentración de
la tierra y la liberación de la mano de obra, y crearon las condiciones ade-
cuadas para la influencia de tal inversión. En este periodo, el capital ex-
tranjero vino a convertirse en el medio por excelencia para la extracción
del excedente económico. La reforma liberal implementó políticas que
permitieron la concentración de la tierra y la liberación de la mano de
obra; se habían creado las condiciones adecuadas para la afluencia de tal
inversión.
En Guatemala, como vimos, el ciclo se abrió con los beneficios otor-
gados en 1880 para construir la primera línea ferrocarrilera. Es conve-
niente insistir en que esta compañía recibió del Estado fondos estimados
en un 33% del valor de la inversión, todos los terrenos para la construc-
ción de edificios y vías y, además, la exoneración de impuestos, amén de
1,500 caballerías en Izábal, que después se convertirían en el casco de las
plantaciones bananeras de la UFCO. Por los conocidos sistemas de con-
solidación de la propiedad, todas las líneas ferroviarias de Guatemala lle-
garon a pertenecer en 1904 a la IRCA, incluyendo el puerto del Atlántico,
al que viene a sumarse, en 1918, el principal del Pacífico.
A lo anterior siguió la intensificación de la producción bananera de la
UFCO31 que controló enormes cantidades de tierra y que extendió sus
operaciones al transporte marítimo y, desde luego, a la vida política del
país.32
En términos ideológicos, el liberalismo guatemalteco se inspiró en las
conceptuaciones de la época, basadas en el positivismo comtiano y en el
evolucionismo clásico, al igual que México. Como afirma Del Val Blanco:
33 Val Blanco, José Manuel del, “ El indigenismo en México” , Antropología breve en México,
México, Academia de la Investigación Científica, 1993.
34 Barillas, Edgar, “ El problema del indio en la época liberal en Centro América. El caso de
Guatemala” , Folklore Americano, núm. 45, enero-junio de 1988, pp. 74-97.
El régimen de Justo Rufino Barrios a partir de 1876 fue llamado “ dictadura democrática” en
virtud que los constituyentes de la época en vez de dictar la respectiva carta magna decidieron aceptar
lo que denominaron “ dictadura transitoria” y dejar así que rigiera los destinos del país por cuatro
años más con el objeto de llevar adelante el programa de la reforma liberal. García Laguardia, Jorge
Mario, La reforma liberal en Guatemala, pp. 154 y ss. El autor, en ponencia presentada en el II
Congreso de Derecho Romano, celebrado en Jalapa-Veracruz, México, en julio de 1978, advierte:
“ La fuente ideológica de la decisión política la encontramos en la Roma republicana, la dictadura es
una institución por la cual se concentran poderes absolutos en forma transitoria en una persona para
realizar transformaciones” .
35 Skiner Klée, op. cit., pp. 33 y 117; Guzmán Böcker, Carlos y Jean Loup Herbert, Guatemala:
una interpretación histórico-social, México, Siglo XXI, 1970, p. 147.
LA CONSTITUCIÓN DEL ESTADO-NACIÓN GUATEMALTECO 97
37 Batres Jáuregui, La América central ante la historia, 1821-1921. Memorias de un siglo, Gua-
temala, tipografía Nacional, 1949. Las propuestas fueron formuladas en el año de 1893.
38 Recuérdese de la novela de Asturias, Miguel Ángel, El señor presidente, varias ediciones.
39 Valle Matheu, Jorge del, Sociología guatemalteca, Guatemala, USAC, 1950; Chinchilla,
Aguilar, “ Corrientes filosóficas en Guatemala anteriores a la implementación del positivismo” , His-
toria y sociedad en el mundo de habla española. Homenaje a José Miranda, México, El Colegio de
México, 1970, pp. 307-318. Ver también Meléndez Chaverri, La ilustración en el Antiguo Reyno
de Guatemala, Costa Rica, EDUCA, 1970.
40 Sobre el particular: Goubaud Carrera, Antonio, “ Indigenismo en Guatemala” , Indigenismo
en Guatemala, Guatemala, Seminario de Integración Social Guatemalteca, Ministerio de Educación,
1964; García Granados, Jorge, Evolución sociológica de Guatemala, Guatemala, Sánchez y de Guise,
1927; González, Amurrio, El positivismo en Guatemala, USAC, Guatemala, 1970; Hernández Sifon-
tes, Julio, Realidad jurídica del indígena guatemalteco, Guatemala, Ministerio de Educación, 1965;
Luján Muñoz, Luis, “ Historia de la arqueología en Guatemala” , América Indígena, México, vol.
XXXII, núm. 2, abril-junio de 1972.
LA CONSTITUCIÓN DEL ESTADO-NACIÓN GUATEMALTECO 101
52 Es sugerente la lectura del trabajo periodístico de Velázquez Rivera, Luis, El café, ese desco-
nocido genocidio, México, Editorial Oasis, 1985.
Para el análisis del positivismo latinoamericano ver: Bagú, Sergio, Vida ejemplar de José Inge-
nieros, juventud y plenitud, Buenos Aires, Ed. Claridad, 1936; Levene, Ricardo, Historia de las ideas
sociales argentinas, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1947; Henríquez Ureña, Pedro, Historia de la cul-
tura en la América hispánica, México, FCE, 1949; Soler, Ricaurte, El positivismo argentino, México,
UNAM, 1979; Zea, Leopoldo, Precursores del pensamiento latinoamericano contemporáneo, Méxi-
co, Septetentas, 1979; sobre el denominado positivismo jurídico: Bobbio, Norberto, Giusnaturalismo
e positivismo guiuridico, Milano, Edizioni di Comunità, 1965; García Máynez, Eduardo, Positivismo
jurídico, realismo sociológico y iusnaturalismo, México, UNAM, 1968; Tréves, Renato, Introduc-
ción a la sociología del derecho, Madrid, Taurus, 1978; Zeitlin, Irving, Ideología y teoría sociológi-
ca, Buenos Aires, Amorrortu Editores, Argentina, 1979.
53 Ruz, Mario, et al., Del Katún al siglo, México, Consejo Nacional para Cultura y las Artes,
1992.
LA CONSTITUCIÓN DEL ESTADO-NACIÓN GUATEMALTECO 105
54 Academia de las Lenguas Mayas. Documento presentado a la Asamblea del Diálogo Nacio-
nal, en Ordóñez Cifuentes, Jose Emilio R., Reclamos jurídicos de los pueblos indios, México,
UNAM, 1992, pp. 127-137.
55 Rajpop’ri Mayab Amaq (Consejo de Organizaciones Mayas de Guatemala), Rujunamil ri
mayab’amaq’ (Derechos específicos del Pueblo Maya), pp. 10 y 11.
106 JOSÉ EMILIO ROLANDO ORDÓÑEZ CIFUENTES
107
108 CARMEN CORDERO AVENDAÑO
Artículo 110: Para los efectos de este libro, se entiende por comunidades de un
municipio que observa el régimen de usos y costumbres, aquellas que desde
tiempo inmemorial o cuando menos hace tres años, eligen a sus autoridades
mediante mecanismos establecidos por su derecho consuetudinario.
Este artículo 110 del libro cuarto, diremos que es contradictorio: por-
que primero expresa que se entiende por comunidades de un municipio que
observa el régimen de usos y costumbres, aquellas “ que desde tiempo in-
memorial” y luego dice que “ cuando menos hace tres años” .
1 Esto también lo ha expresado el doctor Jorge Alberto González Galván, del Instituto de In-
vestigaciones Jurídicas de la UNAM.
2 Como es el caso de Santa María Zacatepec (región Tacuate), Cordero Avendaño de Durand,
Carmen, El combate de las luces “Los Tacuates” , Oaxaca, México, Museo de Arte Prehispánico de
México “ Rufino Tamayo” , Biblioteca Pública de Oaxaca, 1992, pp. 157 a 187.
RENOVACIÓN DE AYUNTAMIENTOS EN LOS MUNICIPIOS 109
Por lo que respecta al primer párrafo “aquellas que desde tiempo inme-
morial” se podría precisar más lo del tiempo inmemorial, ya que la elección
de estas autoridades en los municipios la encontramos establecida en esta
forma desde principios de la Colonia con la influencia de su costumbre jurí-
dica prehispánica, naturalmente con los cambios que ha tenido, ya que hay
que tomar en cuenta la época de la Independencia hasta nuestros días.
En este artículo 110 se está aceptando por ley que estos ayuntamien-
tos serán renovados en los municipios que han continuado a elegir a sus
autoridades observando su derecho consuetudinario y que no ha habido
ruptura en su costumbre jurídica, o como los legisladores expresan: ob-
servando sus usos y costumbres desde tiempo inmemorial.
Lo más contradictorio es la frase: “ o cuando menos hace tres años” .
Porque con esto puede abrirse la puerta a comunidades no indígenas “ que
cuando menos hace tres años” eligen a sus autoridades observando sus
usos y costumbres ¿de quién? ¿“ de las gentes de razón” ?3 Si es para que
las comunidades puedan elegir a sus autoridades según sus usos y cos-
tumbres aceptando que lo hacen desde hace tres años ¿para qué hablar de
tiempo inmemorial y de un derecho consuetudinario?
Artículo 111. “Se reconocen los usos y costumbres de las comunidades
a que se refiere el artículo anterior, en la elección de sus ayuntamientos” .
Este artículo no nos da muchas luces en lo que respecta a la forma en
que estas comunidades eligen a sus autoridades, es decir, la elección mis-
ma y, el procedimiento para este acto que observan respetando su cos-
tumbre jurídica; ya que se está reconociendo su derecho consuetudinario
en la forma de elegir a sus autoridades y no siguiendo el procedimiento
del derecho positivo.
Aquí se desconoce que las comunidades indígenas tienen un conjunto
de ceremonias y rituales que realizan antes de depositar el destino de la
comunidad o sea entregar la vara de mando en manos de su autoridad. Así
como también el desconocimiento de los rituales para despedir a las auto-
ridades salientes y que han cumplido con su servicio, o las sanciones que
hacen en caso de incumplimiento, y después el largo proceso para la elec-
ción, para que ésta sea efectiva, en la cual los ancianos4 y los demás nota-
3 Las “ gentes de razón” es el término empleado por los indígenas para referirse a los mestizos
o no indígenas. En el tiempo de la Colonia, el conquistador al hablar del indígena se expresaba en una
forma despectiva, el índigena era el inculto, el salvaje; el español era el de razón, el culto, el que tiene
la razón.
4 Actualmente a los ancianos los están denominando “ los caracterizados, los distinguidos” ,
estos son términos no empleados por los indígenas.
110 CARMEN CORDERO AVENDAÑO
bles se reúnen para elegir a las futuras autoridades, por sus méritos, habi-
lidad, sabiduría, su experiencia en los asuntos de la comunidad, por los
cargos que han ocupado y su honestidad en el desempeño de éstos.
Todo esto lo valoran los ancianos en largas discusiones, en asambleas
para tomar las decisiones finales, es decir, nombrar a las nuevas autorida-
des. Esta forma de elección tradicional parece ser la más antigua. En otras
comunidades la forma de elección se realiza cuando el Consejo de Ancia-
nos elige a las autoridades, a través de la Asamblea General en votación
directa que los ratifica o rechaza. Y en otras, por votación abierta, se eli-
gen a los miembros del grupo que ocuparán los cargos constitucionales y
tradicionales.
También hay que señalar que en muchas comunidades indígenas, es-
tos rituales empezaban a perder su importancia, debido a la pérdida del
poder y del respeto que se tenía al Consejo de Ancianos y a las autorida-
des tradicionales en beneficio de las autoridades constitucionales. Mu-
chas de estas autoridades constitucionales, desde hace cierto tiempo, son
elegidas aunque no hayan escalado todos los cargos obligatorios en el es-
calafón de la jerarquía. Y, reitero, una de las causas es la llegada de los
partidos políticos a estas comunidades que han propiciado el cambio en
este sistema y el incremento de la importancia de los cargos constitucio-
nales que están en contacto más frecuente con las diversas instancias gu-
bernamentales. Con lo anterior se valora la capacidad política de estas au-
toridades, su éxito con el exterior y con las dependencias del gobierno, y
naturalmente éstas ganan prestigio e importancia con respecto a sus go-
bernados en menoscabo de los cargos tradicionales, ocasionando esa pér-
dida de poder de estas autoridades tradicionales que acabo de enunciar,
que da por resultado el detrimento de sus costumbres y tradiciones, y en
el caso a que me refiero a ciertos rituales entre los que destaca la elección
y la entrega de la vara de mando.
También hay que señalar que estos rituales y ceremonias en algunas
comunidades empezaban, si bien no a olvidarse, sí a suprimir un poco su
fasto e importancia; actualmente, con las reivindicaciones de los pueblos
indígenas ha tomado un nuevo interés y se puede constatar cierto resurgi-
miento de éstos en algunas comunidades.
“ Artículo 112. Las comunidades a que se refiere este libro respe-
tando sus usos y costumbres, registraran a sus candidatos directamente,
sin intervención de partido político alguno, o bien a través de alguno de
éstos” .
RENOVACIÓN DE AYUNTAMIENTOS EN LOS MUNICIPIOS 111
Mira, cuando nosotros tenemos que votar en una Asamblea, tiene que ser
de frente, porque, según la costumbre, nuestros ancianos, nuestras cabezas,
ya designaron quienes van a tomar la vara de mando, porque ya es digno de
llevarla, ya cumplió con todos los cargos, ya puede llegar a tener el mando,
y nosotros tenemos que darle la cara al elegirlo, de frente levantando nues-
tra mano; lo aceptamos como jefe, estamos de acuerdo: no nos tenemos
que esconder para hacerlo y así también será, si no cumple para decirle de
frente, que se le retira la vara de mando.
RENOVACIÓN DE AYUNTAMIENTOS EN LOS MUNICIPIOS 113
Enrique VALENCIA
I. ALGUNOS ANTECEDENTES
115
116 ENRIQUE VALENCIA
que permite tomar distancia del sistema productivo, de las formas inmedia-
tas de funcionamiento y la inscribe en el terreno de un modelo cultural y
modelo ético que historiza a la sociedad, la hace tomar conciencia de sí
misma, actuar sobre sí misma, productora no sólo de individuos sino tam-
bién de actores y sujetos, de individuos-actores-sujetos.
ANEXOS
ANEXO I
PASOS DEL PROCESO PARA LA FORMULACIÓN
DEL PLAN DE ETNODESARROLLO
ANEXO II
SECTORES ESTRATÉGICOS PARA LA CONFORMACIÓN
DEL PLAN DE ETNODESARROLLO
ANEXO III
DATOS BÁSICOS PARA LA MONOGRAFÍA
1. Características generales
1.1. Localización
1.2. Fisiografía
1.3. Geografía
1.4. Demografía
1.5. Grupo étnico
1.6. Lengua
2. Infraestructura y servicios básicos
2.1. Comunicaciones y transportes
2.2. Electrificación
2.3. Drenaje
2.4. Agua potable
2.5. Salud y seguridad social
2.6. Educación
2.7. Equipamiento comunitario
3. Actividades económicas
3.1. Primarias
3.2. Secundarias
132 ENRIQUE VALENCIA
3.3. Terciarias
3.4. Consumo y mercadeo
3.5. Crédito
4. Organización y estructura social. Liderazgo
4.1. Familia y parentesco
4.2. Comunidad o paraje
4.3. Centros ceremoniales
4.4. Organizaciones tradicionales
4.5. Sistema municipal
4.6. Organizaciones económicas
4.7. Otras organizaciones
5. Formas de articulación
5.1. Al nivel económico
5.2. Al nivel social
5.3. Al nivel político
5.4. Al nivel cultural
5.5. Sistemas de articulación (caciquismo, clientelismo, etcétera)
5.6. Organizaciones de articulación
5.7. Liderazgo
5.8. Formas y mecanismos de consenso
6. Identidad e ideología étnicas
6.1. Ciclo de vida
6.2. Memoria histórica
6.3. Patrimonio cultural
6.4. Expresiones artísticas
6.5. Centros de interacción
6.6. Festividades
6.7. Culto y ceremonial
6.8. Cosmovisión
6.9. Cronología y periodización
7. Presencia institucional
Instituciones estatales (federales y provinciales), paraestatales, ex-
tranjeras y privadas que laboran en la región y programas que realizan.
ETNICIDAD Y ETNODESARROLLO 133
ANEXO IV
GUÍA PARA LA PRESENTACIÓN DEL PLAN
C. Presencia institucional
— Organismos federales, estatales y privados
— Acciones, inversiones y su ubicación
— Repercusiones y adecuación de los programas
— Participación de la población y gestión comunitaria
Capítulo 4. Plan de desarrollo integral
Propuestas, modalidades y observaciones a seguir conforme a los sectores
estratégicos para el desarrollo quinquenal de los grupos tzeltal y tzotzil de
los Altos.
1. Programas para fomento de la identidad cultural y rescate de la me-
moria histórica.
2. Programas de ecología, demográficos y relacionados con los asen-
tamientos humanos.
3. Programas de infraestructura básica.
4. Programas sobre tenencia y distribución de la tierra.
5. Programas sobre producción, consumo y comercio.
6. Programas sobre organización social y política.
7. Programas sobre capacitación y apoyo técnico.
8. Programas sobre salud y bienestar social.
9. Programas sobre educación.
10. Programas sobre derecho y justicia.
11. Metodología para seguimiento y evaluación de acciones.
Capítulo 5. Reestructuración del INI
a) Función del INI en la región.
b) El centro de San Cristóbal y sus sucursales.
c) Asignación y distribución del personal.
d) Orientación de las acciones indigenistas en la región.
e) Definición de las relaciones del Instituto dentro del aparato guberna-
mental y en relación con los grupos étnicos.
Capítulo 6. Conclusiones
a) Coordinación y adecuación institucional
b) Obstáculos internos y estratificación social étnica.
c) Obstáculos externos: represión, intervención religiosa, historia de fal-
sas expectativas, discontinuidad de programas.
d) Recomendaciones sobre la orientación normativa que deben seguir
las agencias oficiales que realizan programas y proyectos en el área indí-
gena, incluyendo al INI.
TRADICIÓN Y MODERNIDAD.
ENCUENTROS Y DESENCUENTROS DE LOS PUEBLOS INDIOS
FRENTE AL INDIGENISMO Y LOS PROCESOS
DE GLOBALIZACIÓN
I. INTRODUCCIÓN
El presente ensayo es una reflexión personal, más que una discusión so-
bre los “ grandes momentos” de la historia de la etnología y la antropolo-
gía social en México, y particularmente el surgimiento de una corriente
de pensamiento que se ha venido denominando en autores como Robert
Ulin, entre otros, antropología crítica. El ensayo consta de dos partes: en
la primera se da cuenta de las denominadas políticas indigenistas instru-
mentadas en México; en la segunda, de uno de los “ grandes momentos”
de la antropología en México: el surgimiento del pensamiento crítico,
particularmente la antropología crítica y los aportes bonfilianos pero sin
el objeto de encontrar un precursor sobresaliente o por la “ precursitis”
135
136 CARLOS SALVADOR ORDÓÑEZ MAZARIEGOS
que caracteriza nuestra antropología, sino por sus aportes en relación con
la cuestión étnico-nacional y el desarrollo de un proyecto nacional que
tome en cuenta las diferencias y especificidades culturales del México ac-
tual; finalmente retomando los elementos esbozados en el ensayo, hago
una reflexión final sobre la problemática de los pueblos indios ante el in-
digenismo y los procesos de globalización.
Me ha parecido importante señalar que el foco de mi investigación
(entendido en los términos de José Llobera) o posición teórica respecto a
la historia de la ciencia en general y de la antropología social y la etnolo-
gía en particular, es más bien externalista, esto es, que sitúo la ciencia
dentro de la sociedad y no fuera de ella como lo hace el internalismo.
Asimismo, ubico el origen de la ciencia moderna occidental con el desa-
rrollo del capitalismo. Es por esta razón, y no por otra, que para explicar
el desarrollo científico de nuestra disciplina no me concentro exclusiva-
mente en las obras científicas (problemas teóricos y experimentales tal y
como vienen definidos por la comunidad científica), sino que considero
también otras influencias, como las tecnológicas, socioeconómicas, insti-
tucionales, políticas e ideológicas (Llobera: 1980).
Por otra parte, considero que la discusión entre el continuismo y el
discontinuismo en la historia y la filosofía de la ciencia, es una temática
muy discutible y suscita por lo demás una gran polémica. En lo particular
abrazo más la posición discontinuista, esto es, el creer que el progreso
científico se produce en súbitos y abruptos saltos hacia delante, es decir,
revoluciones, cuyos efectos dislocan el orden establecido (Llobera:
1980).
Si esto no fuera así, no habría tenido ningún sentido escribir estas pá-
ginas sobre el desarrollo de la antropología crítica mexicana. Pero al
adoptar esta posición me quedan serias dudas sobre el origen de la ciencia
misma, siempre me ha parecido ver el origen de la ciencia con el de la
humanidad misma, sobre todo con el inicio del pensamiento abstracto.
Me parece a pesar de adoptar esta posición, que los científicos contempo-
ráneos, o quienes pretendemos serlo, estamos en deuda con nuestros ante-
pasados.
Pienso que aunque la ciencia no se haya desarrollado gradualmente,
paso a paso, sino mediante, o antes bien, al través de grandes revolucio-
nes, tal y como la historia de la humanidad misma lo demuestra, nosotros
mismos, independientemente de nuestra posición ideológica y política,
siempre hemos intentado (y sobre todo en un periodo de formación profe-
TRADICIÓN Y MODERNIDAD 137
dos mundos” , la cual fue también la postura oficial del gobierno mexicano; en cambio O’Gorman lo
denominaba irónicamente como un “ tropezón” , puesto que, según Colón, en su trayecto hacia las
Indias Orientales se “ tropezó” con un nuevo continente. Ver: O’Gorman, Edmundo, La invención de
América, México, Fondo de Cultura Económica, 1984, y León Portilla, Miguel, Visión de los venci-
dos, México, UNAM, 1987.
7 Díaz Polanco, Héctor, “ Derechos indígenas y autonomía” , Crítica Jurídica, México, núm.
11, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 1992, p. 43.
8 Díaz Polanco, Héctor, Autonomía regional. La autodeterminación de los pueblos indios, Mé-
xico, Siglo XXI, 1991, p. 42.
TRADICIÓN Y MODERNIDAD 141
9 P. 92 y ss. Aguirre Beltrán definió la integración como “ el proceso de cambio que emerge de
la conjunción de grupos que participan de estructuras sociales distintas. Se caracteriza por el desarro-
llo continuado de un conflicto de fuerzas, entre sistemas de relaciones posicionales de sentido opues-
to, que tienden a organizarse en un plano de igualdad y se manifiesta objetivamente en su existencia,
a niveles variables de contraposición” , El proceso de aculturación y el cambio sociocultural en Mé-
xico, México, Universidad Iberoamericana, 1970, p. 40. Según Alejandro Marroquín, “ la incorpora-
ción era la política que tendía a hacer que los grupos considerados como atrasados pasaran a formar
parte de las sociedades ‘civilizadas’ mediante procedimientos persuasivos y compulsivos. La asimila-
ción tenía un contenido biológico y se refería a fenómenos acaecidos en los individuos pertenecientes
a distintos grupos étnicos en estrecho contacto y en los cuales algunos individuos perdían sus caracte-
rísticas étnicas y adquirían la de los otros con quienes estaban en contacto” . Balance del indigenismo,
México, Instituto Indigenista Interamericano, 1977, pp. 18-19.
10 Etnofagia: expresa el proceso global mediante el cual la cultura de la dominación busca en-
gullir o devorar a las múltiples culturas populares, principalmente en virtud de la fuerza de gravita-
ción que los patrones “ nacionales” ejercen sobre las comunidades étnicas. No se busca la destrucción
mediante la negación absoluta o el ataque violento de las otras identidades, sino su disolución gra-
dual mediante la atracción, la seducción, y la transformación.
11 Bonfil Batalla, Guillermo, México profundo. Una civilización negada, México, Consejo Na-
cional para la Cultura y la Artes (CONACULTA) y Grijalbo, 1990, p. 113. A propósito uno de esos
campos referidos fue el militar, en que los españoles demostraron en todo momento su superioridad
técnica, y que ideológicamente se reprodujo como racial no sólo frente a los pueblos americanos sino
también europeos. Apuntes del Curso sobre la Colonia, de Severo Martínez Peláez.
142 CARLOS SALVADOR ORDÓÑEZ MAZARIEGOS
12 Ver: Martínez Peláez, Severo, Centroamérica en los años de la independencia: el país y los
habitantes, Guatemala, Serie Investigación para la Docencia, núm. 7, Facultad de Ciencias Económi-
cas, Universidad de San Carlos, pp. 19 y ss.
13 Semo, Enrique, op. cit., pp. 29 y 30.
14 Debray, Régis, Christophe Colomb, le visiteur de l’aube, París, La Diffénce, 1991.
15 Bonfil Batalla, Guillermo, “ Notas sobre civilización y proyecto nacional” , Cuadernos Políti-
cos, núm. 52, México, oct.-dic. de 1987.
TRADICIÓN Y MODERNIDAD 143
rios de México empuñar el mazo y ceñir el mandil del forjador para hacer
que surja del junque milagroso la nueva patria hecha de hierro y de bronce
confundidos”.28 Hay que respetar su personalidad étnica —decía—, pero a
la vez acercarlo al progreso, esto era, incorporarlo a la nación. Para Othón de
Mendizábal era imprescindible “la incorporación del indio a la vida econó-
mica del país”, o “la transformación económica del aborígen, aunque tuvie-
ra como resultado ocasionar la pérdida de lo meramente folklórico” de ma-
nera funcional y no violenta, no de imposición puesto que en el terreno
cultural “también tenemos que aprender mucho de los indígenas”.29
En 1909, Andrés Molina Enríquez publicó Los grandes momentos
nacionales, obra que según Bonfil Batalla se puede resumir en uno de sus
párrafos “ La base fundamental e indeclinable de todo trabajo encaminado
en lo futuro al bien del país, tiene que ser la continuación de los mestizos
como elemento étnico preponderante y como clase política directora de la
población” . Es de advertirse que en este movimiento nacionalista no
existe una distinción entre lo indio y lo campesino, ambos son manejados
como sinónimos, se sabe que el mismo Molina Enríquez y un grupo de
diputados fue quien redactó el proyecto del artículo 27 constitucional en
1917, en el cual no se encuentra una sola mención de la palabra indio o
indígena, sino de comunidades agrarias.
Para 1917, Gamio había organizado la Dirección de Antropología y
Población Regionales en la Secretaría de Agricultura y Fomento, pionera
en estudios regionales, misma que funcionó hasta 1925. Se le atribuye
también la investigación integral del gran proyecto de Teotihuacán
(1918-1922).
En el quehacer de Moisés Sáenz, Rafael Ramírez y José Vasconcelos,
encontramos el utensilio privilegiado del proceso de integración: el siste-
ma educativo. Este fue, por decirlo de alguna manera, el primer ejercicio
de la acción indigenista. Su meta: la destrucción de las lenguas indias.
Así, de 1921 a 1933, la Secretaría de Educación Pública crea el Departa-
mento de Educación y Cultura para la Raza Indígena (1921), las “ Casas
del Pueblo” (1923), el internado indígena “Casa del Estudiante Indígena”
(1923), el Departamento de Escuelas Rurales de Incorporación Cultural
Indígena y los misioneros culturales de Vasconcelos (1925), el Departa-
mento de Misiones Culturales (1927), y la Estación Experimental de In-
corporación de Carapan, Michoacán, y los internados indígenas (1933).
28 Villoro, op. cit., p. 210.
29 Idem, p. 201.
148 CARLOS SALVADOR ORDÓÑEZ MAZARIEGOS
36 Idem, p. 192.
37 Bonfil, Guillermo, “ Del indigenismo de la revolución a la antropología crítica” , De eso que
llaman antropología mexicana, México, Editorial Nuestro Tiempo, p. 43.
38 Durán, op. cit., pp. 266-267. Por otro lado, varias de las obras de Aguirre Beltrán resultan
claves para afirmar lo anterior, entre ellas podemos citar Formas de gobierno indígena (1953), El
proceso de aculturación y el cambio sociocultural en México (1957) y Regiones de refugio (1967).
TRADICIÓN Y MODERNIDAD 151
Y agrega:
46 Marroquín, Alejandro, Balance del indigenismo, op. cit., pp. 286 y ss.
47 México profundo. Una civilización negada, México, CONACULTA y Grijalbo, 1990, p. 186.
TRADICIÓN Y MODERNIDAD 155
48 Entre éstos encontramos a cinco de los siete maestros denominados “ los magníficos” (War-
man, Bonfil, Olivera, Valencia Nolasco, Cazés y Palerm).
49 González Casanova, Pablo, La democracia en México, México, Serie Popular Era, p. 104.
TRADICIÓN Y MODERNIDAD 157
50 Stavenhagen, Rodolfo, “ Clase, etnia y comunidad” , México Indigena, INI 30 años después,
Revisión Crítica, México, diciembre de 1978, p. 99.
51 Ibidem.
158 CARLOS SALVADOR ORDÓÑEZ MAZARIEGOS
52 Idem, p. 58.
53 Ver: Bonfil Batalla, Guillermo, et al., De eso que llaman antropología mexicana, México,
Ed. Fontamara, 1970.
54 Del Val, José Manuel, “ Balance y perspectivas de la antropología mexicana, 1970-1990. De
la integración a la autonomía. Atrapados sin salida” , Balance de la antropología en América Latina y
el Caribe, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Antro-
pológicas, Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, 1993, p. 535.
TRADICIÓN Y MODERNIDAD 159
55 Warman, Arturo, “ Todos santos y todos difuntos. Crítica histórica de la antropología mexi-
cana” , De eso que llaman..., op. cit., p. 11.
56 Bonfil Batalla, op. cit., p. 41.
57 Idem, p. 44.
160 CARLOS SALVADOR ORDÓÑEZ MAZARIEGOS
3. Utopía y revolución
documento que intitula Utopía y revolución,65 volumen que recoge los prin-
cipales documentos políticos producidos por las organizaciones, los intelec-
tuales y los dirigentes indios en los últimos años y presenta el panorama-tes-
tinomio de un movimiento social capaz de influir profundamente en los
destinos latinoamericanos; en la obra, en opinión de su propio compilador
(Bonfil), se reúnen un conjunto de textos producidos por las propias organi-
zaciones y escritos de intelectuales indios comprometidos con la causa de la
identidad, a través de los cuales resulta posible entrever la reformulación ac-
tual del pensamiento político indio. Para él, estas organizaciones hablan y
actúan en nombre de un sector de la población que se distingue globalmente
del resto aunque en lo interno presenta contrastes y diferencias muy marca-
das. En la esfera ideológica, las organizaciones políticas indias tienden a fo-
mentar una identificación panindia, opuesta a Occidente que se expresa a tra-
vés de la indianidad.
Como fruto de esa investigación participativa, encontramos una exce-
lente síntesis de las demandas indias que:
a. La defensa y recuperación de sus tierras. El vínculo con la tierra es
un tema recurrente en el pensamiento indio.
b. El reconocimiento y aceptación por la sociedad nacional de las len-
guas indias y su uso, así como de la especificidad étnica indígena.
c. La adaptación del sistema educativo a las necesidades culturales
del grupo étnico indígena y control de la comunidad de las escuelas.
d. Los derechos y tratamiento igual por parte del Estado y cese a los
abusos, la discriminación y el racismo.
e. Protección contra la violencia y los abusos practicados contra los
indígenas por lo no indígenas.
f. El rechazo de la actividad misionera (aunque algunos grupos indí-
genas reconocen la ayuda que han recibido de los sectores progresistas de
las iglesias).
g. El rechazo de los programas indigenistas gubernamentales tecno-
cráticos y paternalistas que les han sido impuestos contra su voluntad y
sus intereses y sin su participación efectiva.
h. La mayor participación política indígena en el manejo de sus pro-
pios asuntos y, en general, rechazo del sistema partidista tradicional.
i. Como demanda extrema de algunos, está la autodeterminación polí-
tica de las “ naciones indias” .
6. México profundo
clase, porque pueden dar lugar a equívocos. Lo que hace Bonfil es dimen-
sionar lo étnico a lo clasista y León Ferrer y compañía lo inverso; esto es,
dimensionar lo clasista a la étnico. Por separado le dan más importancia a
una u otra dimensión sin reparar, a nuestro juicio, que clase y etnia son
dos conceptos relacionados dialécticamente, pero que hacen referencia a
dimensiones diferentes. Esta concepción nos permite entender fenómenos
como la elite indígena guatemalteca, que es por un lado una incipiente
burguesía, pero que mantiene aún su identidad étnica; procesos como los
señalados anteriormente en las ciudades latinoamericanas también po-
dríamos verlo en la denominada “ purepechización del indio mexicano” .
Para concluir con esto último me permitiré hacer una reflexión, a propósi-
to del proyecto nacional organizado a partir del pluralismo cultural, dibu-
jado por Bonfil y en el que estarían de acuerdo también León Ferrer y
compañía.
V. REFLEXIÓN FINAL
LOS PUEBLOS INDÍGENAS ANTE LOS PROCESOS DE GLOBALIZACIÓN
René KUPPE
173
174 RENÉ KUPPE
Para asegurar que tales zonas cumplan las mismas metas de protec-
ción y tengan los mismos contenidos de protección, han habido repetidos
esfuerzos por delinear a nivel internacional una definición de la categoría
‘parque nacional’.
Así, según el artículo 2, párrafo 1 del ‘Convenio Relativo a la Preser-
vación de Fauna y Flora en su Estado Natural’, hecho en Londres el 8 de
noviembre de 1933, la expresión ‘parque nacional’ debe denotar una área:
‘a) puesta bajo control público, sus fronteras no pueden ser alteradas,
ninguna parte puede ser alienada, excepto por la autoridad legislativa
competente; b) puesta aparte para la propagación, protección y preserva-
ción de objetos de un interés estético o científico, bien sea geológico, prehis-
tórico, histórico, arqueológico u otro, para beneficio, ventaja y disfrute del
público en general; c) en la cual la caza, matanza o captura de fauna y la
destrucción o recolección de flora es prohibida, a excepción de/o bajo
la dirección o control de las autoridades del parque. De acuerdo con las
previsiones anteriores, deben proporcionársele al público general hasta
donde sea posible, instalaciones para observar la fauna y flora en parques
nacionales.’
Para la situación actual, es relevante mencionar que en 1959, el secre-
tario general de las Naciones Unidas fue requerido a través del Consejo
Económico y Social a establecer una lista internacional de parques nacio-
nales y reservas equivalentes. En esta labor se previó la asistencia de la orga-
nización internacional ambientalista UICN, ‘Unión Mundial para la Na-
turaleza’ (Consejo Económico y Social 1959). Para el año 1962, en la
decimosexta Asamblea General, pudo ser aceptada tal lista.
Cabe aquí mencionar que, a pesar de que para ese tiempo ya se
habían desarrollado otras categorías de áreas de protección, el parque
nacional siguió siendo la figura más importante en materia de protección
regional.
La responsabilidad para la actualización y el mejoramiento de la lista
internacional de parques quedó entonces en manos de la UICN. En esta
tarea se aumentó la necesidad de disponer de una conceptuación adecuada
de parques nacionales. Tal definición fue finalmente elaborada por la Comi-
sión sobre Parques Nacionales y Áreas Protegidas (CNPPA) de la UICN
y fue aceptada en el 1969 en la 10a. Asamblea General de UICN en Nue-
va Delhi, India.
Ahora bien, ¿cuáles son los contenidos de la definición?
176 RENÉ KUPPE
A pesar del hecho de que existe una utilización de los recursos y exis-
te la conciencia en los seres humanos de su interdependencia con su espa-
cio vital, los pueblos indígenas no conocen ningún concepto de naturaleza
en el sentido de una área silvestre primitiva. Sus espacios vitales o ecozo-
nas no son territorios sin habitantes. Fueron y siguen siendo cuidados por
la población humana sobre la base de un conocimiento bien detallado, y
cuidados de manera sostenible en el verdadero sentido de la palabra.
Lo paradójico es que exactamente por esto los invasores europeos
creyeron encontrarse con territorios vírgenes y silvestres. Los conquista-
182 RENÉ KUPPE
dores históricos y actuales, al invadir por ejemplo las zonas de selvas hú-
medas tropicales, no han estado conscientes de las realidades y de las re-
laciones de correspondencia ecológica características de estos biotopos.
En consecuencia desconocían y desconocen el carácter sofisticado de los
patrones de relación con su medio de los seres humanos autóctonos. In-
cluso allí donde los habitantes de estas zonas “ exóticas” fueron percibi-
dos como tales, sus conocimientos y técnicas fueron consideradas por los
intrusos solamente como adaptación pasiva a la naturaleza (compárese en
alemán el término “pueblos naturales”). Y se niega el carácter organizado y
dinámico de tal conocimiento y de tales relaciones (RAFI, 1994: vii).
No fue solamente la subestimación del conocimiento indígena lo que
llevó al sistema colonial a ver el territorio invadido como “ naturaleza vir-
gen” y, en consecuencia, a justificar la apropiación de éste. He esbozado
que la dinámica y flexibilidad del patrón de asentamiento y de las activi-
dades económicas contribuyen exactamente a la función conservacionista
de estas culturas. El sistema tradicional asegura que los agricultores pue-
dan rotar cíclicamente sus parcelas de cultivo; lo mismo vale para los te-
rritorios usados para la caza, la pesca y la recolección.
puesto que ni siquiera se les distingue de otros tipos de las así llamadas
“ poblaciones locales” (World Bank 1992: 18). En el mejor de los casos,
se prevé tomar en cuenta opciones para la participación de las menciona-
das “ poblaciones locales” en la implementación del proyecto, y esto so-
lamente para evitar supuestas pérdidas por fricciones y disturbios.
llas relaciones humanas con la naturaleza que hasta ahora han sido exito-
sas en el mantenimiento de ellas. De esta práctica se desprende una nega-
ción de los ya reconocidos derechos fundamentales de los pueblos indíge-
nas. Queda abierta la pregunta de cómo armonizar la práctica de estos
derechos sin que entren en contradicción con la idea básica de proteger el
medio ambiente.
VIII. BIBLIOGRAFÍA
Guillermo F. MARGADANT S.
I. OBSERVACIONES INTRODUCTORIAS
En este ensayo quiero esbozar la muy especial posición que grupos indí-
genas cuantitativamente casi insignificantes, pero expuestos a una enor-
me publicidad mundial, han conquistado y están defendiendo, con altas y
bajas, frente a toda clase de individuos y agrupaciones particulares y a
menudo frente al Estado brasileño mismo.
Primero quise llamar este estudio “ los indios del Amazonas” , pero
ya pronto me di cuenta de que este título hubiera sido demasiado amplio,
y demasiado estrecho. Demasiado amplio, ya que nueve Estados iberoa-
mericanos2 participan en el complejo y neurálgico mundo del Amazonas,
no sólo Brasil (aunque la región brasileña de Amazonas ocupa dos quin-
tas partes de aquel innmenso país); y demasiado estrecho, ya que selvas
brasileñas ajenas a la cuenca del Amazonas hospedan algunos grupos de
indígenas que por sus problemas recientes han llamado poderosamente la
atención de la opinión mundial, como son los yanomami.
1 Muchos de los datos en que se funda el presente ensayo proceden de Web-Browser Altavista,
Indians in Brazil.
2 Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, la Guyana francesa, Guyana (antes “ Guyana inglesa” ),
Perú, Surinam y Venezuela (por orden alfabético).
195
196 GUILLERMO F. MARGADANT S.
3 La gran atención que a menudo el periodismo internacional dedica al indio brasileño, todavía
no va acompañada por una equivalente abundancia de estudios antropológicos. En este campo, los
estudios sobre África occidental, por ejemplo, parecen superar en cuantía y calidad la actual produc-
ción académica sobre los indios del Brasil.
El Handbook of Middle American Indians, de ahora l6 volúmenes y 4 suplementos, editado
desde la mitad del presente siglo, puso una base de índole más bien materialista, estudiando sobre
todo la adaptación de los grupos humanos a su medio ambiente. Sobre esta base, Levi Strauss agregó
visiones e investigaciones, cuya inspiración ha sido caracterizada como más bien “ idealista” , y que
se fija especialmente en la impresión que la mente humana se haya formado de la naturaleza cir-
cundante.
En esta segunda etapa, sobre todo los antropólogos franceses, ingleses, portugueses y jóvenes
brasileños están continuando la labor de investigación, en cuanto a los indios del Amazonas.
EL NUEVO INDIGENISMO IBEROAMERICANO 197
4 Por ej., en el territorio indígena Uru-Eu-Wau-Wau, ya invadido por varios grupos blancos,
hay etnias que sólo desde hace l5 años tienen contacto con el mundo occidental, y tres etnias que han
escapado a este contacto. Uno comprende qué difícil es ahora la defensa eficaz de estas tierras ante
las autoridades “ blancas” .
198 GUILLERMO F. MARGADANT S.
cantidad original: unas 230,000 o 250,000 almas, menos del uno por cien-
to de la totalidad de los indios de Iberoamérica, y a causa de la enorme
inmigración hacia Brasil, algo como 0.l5% de la población brasileña total,
de unos l58 millones.
Esta reducción se debe en parte a diversas epidemias, normales cuan-
do dos ramas distintas de la humanidad que desde siempre o desde hace
mucho tiempo vivieron en forma separada, y de pronto entran en contac-
to. Todavía en la actualidad, la expectativa de vida entre los indígenas
brasileños (45.6 años, y en algunas etnias cerca de 38 años) se compara
muy desfavorablemente con la del brasileño promedio (66.7 años).
Otro factor ha sido la existencia de múltiples luchas interétnicas,
agravadas por la introducción de armas europeas, aunque también influyó
la cacería humana por los bandeiranes, mercaderes de esclavos en tiem-
pos coloniales, que contribuyeron al mestizaje: una vez vendidos como
esclavos a las grandes plantaciones, los indios allí se mezclaron general-
mente con los esclavos de origen africano.6
La moderna investigación histórica muestra que hasta mediados del
siglo XVII todavía hubo importantes sociedades indígenas ribereñas en la
región de Amazonas, pero que fueron destrozados por europeos cazado-
res de esclavos, ya que la protección de los indios contra la esclavitud
nunca fue eficaz en Lusoamérica.
Muchos indios emigraron en los siglos pasados hacia las nuevas ciu-
dades, para incorporarse allí en el escalón proletario más modesto. Para
los fines estadísticos, con esto dejaron de ser “ indios” , y cuando (a pesar
de la ficción de la igualdad) el legislador comenzaba a ofrecer al indio
brasileño ciertas formas de protección, de tutela, e inclusive algunos pri-
vilegios en materia penal, los indios que vivieron dentro del proletariado
urbano ya no pudieron aprovecharlos.
Pero los indios, oficialmente considerados como tales, llegaron a ser
una minoría apenas perceptible dento de aquel enorme país, cuando co-
menzó la tremenda inmigración hacia el Brasil durante el siglo pasado.7
Los que viven en comunidades indígenas, participando en sus costum-
6 Desde l538 hubo en el Brasil una fuerte inmigración forzada de africanos (en total unos cinco
millones de individuos, que han dejado huella muy notable en un 20% de la población brasileña,
sobre todo en la costa, contribuyendo a su frecuente belleza y su optimismo (y también al éxito de los
carnavales brasileños).
7 En la actualidad, la población brasileña de unos 158 millones, es 60% de origen caucásico
(portugueses, italianos, alemanes, sirios y libaneses, sobre todo), y por un 30% de mestizos y mulatos.
200 GUILLERMO F. MARGADANT S.
En la actitud del Brasil oficial hacia sus indios se observan varias fa-
ses, que no coinciden con la periodización tradicional de la historia brasi-
leña, como veremos.
8 Dentro del incremento general, de todos modos sigue inquietante el alto nivel del suicidio en
varias comunidades étnicas, precisamente en grupos expuestos a maltrato de parte de los blancos y
sus autoridades.
9 Si utilizo el término de “ esclavizar” , me refiero más bien a situaciones de facto que de iure.
Formalmente hablando, el indio estuvo amparado contra la esclavitud, como en Lusoamérica como
en Hispanoamérica, pero el control respectivo en la América portuguesa (“ Lusoamérica” ) era mucho
más deficiente que en Hispanoamérica (en general, la administración española de las posesiones de
ultramar estuvo más seria y eficaz que la portuguesa). Se calcula que en la actualidad la región del
Amazonas cuenta todavía con unos 9,000 casos de facto-esclavitud (Comisión Pastoral de Tierras,
Internet l.c....nl/9205/0047.html del 31.III.l992).
EL NUEVO INDIGENISMO IBEROAMERICANO 201
del siglo pasado, por la creciente popularidad del darwinismo, que permi-
tía al elemento no-indígena de las naciones-huésped (un sector cada vez
más interesado en las tierras de los indígenas) interpretar al indio como
un ser intermedio entre los simios y la “ corona de la creación” ; un ser,
por lo tanto, que merece ayuda para su asimilación (con la desaparición
concomitante de su cultura), y que mientras dure su asimilación merece
tutela.
Sin embargo, la nueva actitud del indigenismo, de reclamar respeto a
su idiosincrasia y rechazar todo intento de forzar la asimilación del indio,
encuentra de nuevo un gran apoyo en la influente y numerosa ala intelec-
tual-inconformista del liberalismo moderno, que es más aprovechable que
antes a través del complejo mundo actual de las ONGs y —desde hace
algunos años— del Internet, factores a los que la actual causa indigenista
debe mucho.
12 De todos modos, parece que existe todavía una situación muy parecida a la esclavitud, a
causa del atamiento de los peones a las haciendas, mediante deudas impagables, transmitidas de ge-
neración a generación.
EL NUEVO INDIGENISMO IBEROAMERICANO 203
Desde los años sesenta, con el Silent Spring, de Carson, las obras po-
pulares del matrimonio Ehrlich y de los pioneros, una corriente con as-
pectos popular, académico y oficial, cada año más poderosa, está opo-
niéndose a todo progreso que no tome en cuenta los requisitos de la
racionalidad ecológica, entre ellos, el de la biodiversidad; con esto, una
corriente de ciego “ progresismo” , que a través de la destrucción de su
hábitat ya había comenzado a causar grandes daños al indígena en gene-
ral, y muy visiblemente al indio brasileño, ya cada año más criticada a la
luz del ecologismo moderno. Un buen ejemplo de esta tendencia favora-
ble es el viraje del Banco Mundial y de otros grandes grupos financieros,
hacia una actitud ecológicamente más responsable en su política de apo-
yar o de no apoyar.
19 Fue sustituido en la dirección de la FUNAI por A. Ribeiro da Silva, cuya política de comba-
tir a los latifundistas en sus actitudes ilegales, crueles y arbitrarias hacia los indios afectó demasiados
intereses inconfesables, de manera que fue sustituido por Nobre da Veiga, en l979, animado por ideas
de desarrollo y progreso que son precisamente conceptos peligrosos desde el punto de vista del nuevo
indigenismo. En l996, la renuncia de Marcio Santilli, por la presión de las mafias antiindigenistas,
causó de nuevo una ola de indignación nacional e internacional contra la FUNAI.
20 Internet, l.c. ...nl/9603/0230.html del 27.III.l996.
21 Estos datos pueden consultarse constantemente en el Internet: http://www.sgwdg.de/~
uwvw/rank-96. htm. Davis Price, en Before the Bulldozer, l989, presenta en forma detallada y apasio-
nada sus experiencias, a menudo amargas, con la FUNAI, y en la p. 22 encontramos un clásico caso
de corrupción, en el seno de esta institución.
208 GUILLERMO F. MARGADANT S.
26 P.O.Box l064, Occidental, CA 95465, USA, tel. (707) 869-31377; E-mail a@wco.com> Para la
parte de la humanidad ahora estudiada y defendida por esta oleada de organizaciones indigenistas
formadas desde la base, no desde el mundo blanco, el término del “ Cuarto Mundo” está actualmente
poniéndose de moda.
27 Internet, l.c. ...nl/9604/0200.html del 30.IV.l996.
210 GUILLERMO F. MARGADANT S.
28 Síntomas de esta corriente son el otorgamiento del Premio Nobel a Rigoberta Menchú, y la
decisión de la ONU de celebrar cada 4 de agosto el “ Día del Indígena” (desde l994, los indios propo-
nen ahora, burlonamente, la creación de un “ Día del hombre blanco” ). Mencionemos también la
anual “ Semana del Amazonas” , N. York, en septiembre, organizada por líderes indígenas. Evidente-
mente, a esta corriente pertenecen también los inmaduros intentos de nuestra juventud, estilo New
Age, de imitar el shamanismo indígena, sus ceremonias con “ pipas sagradas” y otras modas juveni-
les, que uno puede considerar como enternecedoras, como idiotizadas o como vergonzantes trivializa-
ciones, según el humor del observador.
29 Aunque en parte superado por nuevas investigaciones y visiones, el libro de Davis Riessman,
The Lonely Crowd, se mantiene en el rinconcito de mi biblioteca donde sólo admito los tops.
30 Cf. la sonante última frase de la novela de Susan Sontag, The Vulcan Lover, dice: “ They
considered themselves civilized; they were merely despicable. Damn them all!” . Algo semejante no
se diría tan fácilmente de las elites de las etnias.
31 Internet, l.c. ...nl/9604/0139.html del 21.IV.l996.
EL NUEVO INDIGENISMO IBEROAMERICANO 211
32 Datos recientes de Internet me hacen sospechar que esta importante Convención no ha sido
ratificada aún por el Brasil, aunque la Cámara de Diputados ya la ha aprobado.
33 Internet l.c. ..nl/9603/0020.html, l6.II.l996. La preparación de la respectiva Declaración Uni-
versal, de la ONU, sólo adelanta muy lentamente (véase mi ensayo respectivo en Crítica Jurídica,
Conacyt-IIJ/UNAM)).
34 Término más o menos neutro, que permite evitar la discusión que en l992 hemos visto, acer-
ca de la etiquetita que conviene pegar al año de l492 (“ Año del descubrimiento” , “ de la conquista” ,
“ de la masacre” , “ del etnocidio” , “ del genocidio” , “ de la humillación indígena” , etc.).
212 GUILLERMO F. MARGADANT S.
35 Lo mismo puede decirse de la corriente ecológica, a favor de una conviviencia del hombre
con la naturaleza que garantice la sostenibilidad de una diversificada vida de flora y fauna, en este
planeta.
36 Lo mismo vale del Tratado de Cooperación en Amazonas, celebrado en l978 entre los países
que participan en la región del Amazonas.
EL NUEVO INDIGENISMO IBEROAMERICANO 213
38 Se trata de una novedad que comienza a dar origen a un nuevo capítulo en el desarrollo de la
democracia. Un reciente análisis de la importancia de las ONG para nuestras democracias es, del
famoso Fukiyama, Trust, l996. Me parece totalmente indebido que el Estado trate de vigilar y regla-
mentar a las ONG, estableciendo requisitos para su reconocimiento (o una Junta con facultades de
crear, modificar y eliminar ONG, idea anticonstitucional que encontramos en la reciente Ley de Fo-
mento a las Actividades de Bienestar y Desarrollo Social de Oaxaca). Un amigo mío, priísta de hueso
colorado y miembro de una familia presidencial, cuando yo le hablé entusiastamente de los ONGs,
como un nuevo aspecto de la democracia viva, me interrumpió bruscamente con la exclamación: “ Es
un desarrollo horrendo: ¡así ya no se puede gobernar...!” .
39 Gotinga, Alemania, Postfach 20 24, D-37010.
40 Así, vimos el año pasado, en relación con la tormenta contra el decreto 1775, que el ministro
Jobim procuraba visitar los siete países más fuertes del mundo, la ONU y la OEA, además de tener
un encuentro con ONG, en Londres, antes de que los líderes indígenas, siempre con menos posibili-
dades de organizar rápidamente grandes viajes tuvieran una oportunidad de hacer tales visitas (Inter-
net, l.c.nl/9602/0002.html, 31.1.1996.)
41 ¡Cuánta hipocresía de parte de oligarquías cínicas, inmorales e irresponsables suele encubrir-
se mediante las referencias retóricas a la “ soberanía” ! A menudo significa sólo: “ ¡No vayamos a
permitir que grupos razonables e idealistas fuera de nuestro país, comiencen a detectar nuestras tram-
pitas! Que se concentren en los defectos de su propia comunidad....” . La reciente fase militar de la
historia brasileña (aunque ni de lejos tan dramática como el militarismo de Argentina, Chile o Uru-
guay) es muy ilustrativa al respecto.
42 En l996, cuando grupos filoindios e indigenistas de Brasil se prepararon para dirigirse a di-
versos gobiernos, la ONU, la OEA e importantes ONG, en relación con el delicado asunto del decreto
EL NUEVO INDIGENISMO IBEROAMERICANO 215
l775, el ministro de Justicia, Nelson Jobim, inició rapidamente una amplia gira internacional, para
adelantarse al respecto. Internet, L.c. nl/9602/0002.html.
43 Consúltese, por ej., NativeNet home page, http://www,fdl.cc.mn.us/natnet/
44 Sobre esta corriente, el importante autor inglés, católico (aunque bajo sus propias condicio-
nes) Graham Greene, afirmó que personalmente estaba en contra de la violencia, pero que en casos
extremos “ prefiero ver sangre en mis manos, más bien que el agua de Poncio Pilato...” .
216 GUILLERMO F. MARGADANT S.
45 Un ejemplo de esta actitud liberal de parte del clero reglar, es la de hermana Genevieve Boy,
premiada por la Corona española, y la organización católica “ Clasped Hands” (Internet l.c.
...nl/9604/0139.html).
46 Quizás deberíamos decir en vez de “ legal” , “ no-ilegal” , o, más optimistamente, “ todavía-
no-ilegal” .
47 En la actualidad brasileña, la influencia financiera de grandes empresas taladoras asiáticas,
que en sus patrias ya han causado enormes daños ecológicos (WTK, Samling Org, Fortune Timber),
resulta inquietante.
EL NUEVO INDIGENISMO IBEROAMERICANO 217
48 Aquí se cita el título de una magnífica (y deprimente) obrita de mi amigo licenciado Abel
Hüizar sobre el problema de las tierras indígenas en Nayarit y Jalisco, publicación de la Universidad
Autónoma de Zacatecas. Lo hago para tener un pretexto para mencionar aquí este librito, que merece
mucho más circulación de la que tiene.
49 Para combatir este último peligro es muy activo la ONG “Minewatch” . Internet l.c. ....
nl/9605/0007.html del 2.V.l996.
50 Por ej., el enorme proyecto “ progresista” Paraguay/Parana/Hidrovía, de convertir los actua-
les nexos acuáticos (atravesando un enorme pantano) entre Santa Fe (Argentina) y Corumba (Brasil)
en 2,100 millas de un canal moderno de gran capacidad, tendrá graves discutibles consecuencias étni-
cas y ecológicas, y es actualmente materia de viva discusión entre grupos indígenas, ONG, el Banco
Interamericano y la ONU. El antiguo argumento del progreso material ya no es la última palabra, en
tales casos. Internet, l.c. ...nl/9604/0116.html del l7.IV.l996, o ...9605/0058.html del 8.V.l996.
51 Internet, l.c. ...nl/9604/0113.html del l6.IV.l996.
218 GUILLERMO F. MARGADANT S.
52 Por la dispersión de los árboles individuales de caoba, se calcula que las máquinas que usan
los taladores tienen que sacrificar un promedio de 28 árboles para alcanzar un solo árbol de caoba.
Internet, l.c. ....nl/9205/0061.html de ll.V.l992. La campaña internacional indigenista contra la tala
excesiva de caoba (“ Tus muebles; nuestras vidas” ; “ Mahagoni is murder” ) parece haber mejorado
ligeramente la situación, y el poder judicial federal también ayudó (Juez Selene María de Almeida,
enero l993), pero el internacionalmente admirado ministro de Ecología, José Lutzemburger, fue desti-
tuido por la presión de los taladores, quienes impusieron dinero en vez de argumentos.
53 Internet, l.c. ... nl/9606/0057.html, l0.VI.l976.
EL NUEVO INDIGENISMO IBEROAMERICANO 219
54 En el momento del decreto, sólo 210 casos de los 554 reconocimientos in abstracto habían
sido concretamente deslindados e inscritos. El gobierno se ha quedado retrasado respecto de su pro-
pio programa de deslinde, que preveía la terminación de esta tarea para el 5 de mayo de 1993. Este
retraso, no imputable a los indios, se convirtió ahora en una grave amenaza para enormes territorios
indígenas, al respecto la FUNAI ha acusado el gobierno federal varias veces de tortuguismo.
55 Interesantes casos de duda se presentaron en que “ blancos” formularon una petición respecto
de terrenos abandonados por una etnia bajo presión violenta de otra etnia, sin que esta última los haya
luego ocupado. Por ej., terrenos originalmente disfrutados por los enawee-nawe: Internet, l.c.
nl/9602/0083.html, 25.I.l996.
56 Internet, l.c. nl/9604/0110.html, l5.IV.l996.
57 Para una buena cronología de la agitación alrededor de este decreto, véase Internet l.c.
..nl/9604/0020.html. del 2.IV.l996.
58 Entre los terrenos amenazados se encontraba el territorio de los indios uru-eu-wauwau, de
gran belleza natural y dotado de una alta biodiversidad, habitado por grupos sólo recientemente con-
tactados por la civilización blanca (o todavía sin contacto), pero ya invadido ilegalmente por ranche-
ros, taladores y otros, protegidos por el gobierno local de Rondonia.
59 Como CAPOIBIP, cúpula de un centenar de agrupaciones de indígenas brasileños.
60 Por ej., la Comisión Ecológica de la Barra Brasileña en Sao Paulo, y la Asociación Brasileña
de Antropología.
61 El influyente Partido Verde alemán se ha destacado en la lucha contra este decreto.
220 GUILLERMO F. MARGADANT S.
J. Un nuevo peligro
I. INTRODUCCIÓN
229
230 JUAN ALFREDO YAX MORALES - ARNULFO ZACARÍAS VÁSQUEZ
1. Concepto general
2. Filosofía de CDRO
3. Participación de la comunidad
4. La unidad de la comunidad
5. El enfoque global
6. El enfoque microrregional
1. El grupo de base
2. Consejo comunal
3. La asamblea general
4. Subsistema
V. PROGRAMAS DE CDRO
1. Infraestructura
2. Programa artesanal
3. Programa agrícola
5. Programa de educación
6. Programa de consumo
7. Programa de la mujer
3. Objetivos
4. Componentes
I. MARCO REFERENCIAL
1 Reformas y adiciones que realizó Ernesto Zedillo a la Ley General del Equilibrio Ecológico
y Protección al Ambiente, que fueron publicadas en el Diario Oficial de la Federación el 13 de di-
ciembre de 1996.
241
242 CARLOS DURAND ALCÁNTARA
producción ampliada del capital, con las que el impacto ecológico —apa-
rentemente— será el menor.
En el título segundo de la Ley del Equilibrio Ecológico, el Estado
mexicano readecuó la tipología y caracteres de las ANAPRO (áreas natu-
rales protegidas), incorporando como posibles administradores a los pue-
blos indios, ello sin perder de vista el carácter estratégico que guardan las
ANAPRO para el país.
Finalmente las reformas a la Ley aluden a la protección ecológica es-
tableciendo los ilícitos en que incurren los particulares que impacten el
ambiente.
3 INI, “ Programa Nacional de Desarrollo de los Pueblos Indígenas 1991-1994” , Comercio Ex-
terior, México, vol. 41, núm. 3, marzo 1991, p. 306.
244 CARLOS DURAND ALCÁNTARA
1. La socioeconomía indígena
Son las zonas rurales indígenas las que concentran el grueso de la pobla-
ción en condiciones de extrema pobreza. Éstas se ubican en las zonas mon-
tañosas de difícil acceso que parten de Chiapas y pasan por Oaxaca, Vera-
cruz, Puebla, Guerrero, parte del Estado de México, Hidalgo y Tlaxcala, y
continúan por Michoacán y zonas de Nayarit, Durango y Chihuahua, por
un lado, y por el otro lado las huastecas y la zona desértica del país. Este
“ espinazo de pobreza” coincide ampliamente con las zonas de mayor den-
sidad indígena.
Por otro lado, tenemos que la mayor parte de los pueblos indios care-
cen de los servicios de agua potable intradomiciliaria y drenaje. De apro-
ximadamente 17,500 localidades con presencia indígena, el 70% de las
viviendas no disponen de agua entubada; el 5% no tiene luz eléctrica y el
95% carece de drenaje.6
En cuanto al analfabetismo y educación, el problema también es ma-
yúsculo: al respecto, el Programa de Modernización Educativa (1989)
asentaba que alrededor de 300,000 niños en edad escolar, de origen indí-
gena, no tenían oportunidades de cursar el primer grado. Asimismo, el
46% de la población mayor de 15 años es analfabeta y de los niños en
edad escolar, el 28% no asiste a la escuela.7
En cuanto a infraestructura física, una proporción muy significativa
de los pueblos indios carece de medios de comunicación, teléfono, co-
rreo, radiocomunicación, pero fundamentalmente de caminos. Contraria-
mente a lo que se piensa, en la gran mayoría de los casos la obra pública
ha sido más bien lesiva que benéfica a los intereses de las comunidades,
la extracción de recursos de las comunidades, concesiones forestales o
mineras, la construcción de obras (presas, carreteras, pistas de aterrizaje,
campos petroleros, etcétera), han representado un deterioro de sus estruc-
turas socioeconómicas y ecosistémicas.
La situación social de las poblaciones étnicas puede desencadenar
reacciones sociales de resultados imprevisibles. Valga mencionar los
acontecimientos recientes de Chiapas, cuya base social es fundamental-
mente india.
junto de la población mexicana que son los pueblos indios, con lo cual,
como así lo asienta el artículo 4º constitucional, México es un país plu-
riétnico y multicultural.
Los preceptos jurídicos que vinculan a los pueblos indios con la nue-
va juridicidad ambiental y ecológica del país son los estipulados en los
artículos 44, 45, fracción VII, 46, 47, 54, 56, 56 bis, 59, 60, fracciones IV,
V y VI, 63, 64, 64 bis, 64 bis 1, 67, 78, 78 bis, artículos que se refieren a
un aspecto estratégico del Estado mexicano que es la definición de las
áreas naturales protegidas; más adelante el artículo 79, en sus fracciones
IX y X, se refiere a la fauna silvestre, y por último, el artículo 158 que se
refiere a la participación social e información ambiental.
Si bien es cierto que las reformas y adiciones citadas reconocen en
cierto sentido la incorporación de los pueblos indios en la legislación am-
biental, se hace pertinente precisar las dimensiones reales en que conside-
ramos se enmarcaran las poblaciones de referencia.
Este análisis se puede dimensionar en dos ámbitos, uno que compete
a relacionar la norma ambiental con el orden jurídico global mexicano y
la segunda, que corresponde a situar a los pueblos indios en el marco de la
globalidad (por cuanto hecho real socioeconómico).
do real que concernía a las 64 etnias indígenas del país. Este reconoci-
miento más bien guardó tintes de tipo estructural, cuyos fines fueron los
del Estado.
Con el artículo 27 constitucional se efectuó un reacomodo de las
fuerzas productivas a nivel rural. Las comunidades, que en el pasado ha-
bían actuado marginalmente en la socioeconomía nacional, adquirieron
una nueva connotación dentro del proyecto estatal. Al respecto, el propio
artículo 26 acota, en su fracción XX:
Las zonas del territorio nacional y aquéllas sobre las que la nación ejerce
soberanía y jurisdicción, en las que los ambientes originales no han sido
significativamente alterados por la actividad del ser humano, o que se re-
quieren ser preservadas y restauradas, quedarán sujetas al régimen previsto
en esta Ley y los demás ordenamientos aplicables.
Los propietarios, poseedores o titulares de otros derechos sobre tierras,
aguas y bosques comprendidos dentro de áreas naturales protegidas, debe-
rán sujetarse a las modalidades que de conformidad con la presente Ley
establezcan los decretos por los que se constituyen dichas áreas.10
10 Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, México, Depalma, 1997,
p. 30.
11 Idem, p. 31.
12 Sin lugar a dudas en este tipo de preceptos subyace un discurso indigenista, en el que en el
mejor de los casos, los indios aparecen como incapaces de forjar su propia historia. Cf. Durand Al-
cántara, Carlos, Derechos indios en México... derechos pendientes, México, UACH, 1992.
13 Ley General de Equilibrio, op. cit., art. 64, bis 1.
252 CARLOS DURAND ALCÁNTARA
14 Cf. artículos 79, fraccs. IX y X; 103, 105, 169 y 170 de la Ley General del Equilibrio, op. cit.
15 Donde el impacto de la crisis ha sido mayor, con la secuela de hambre, frustración y muerte,
es en las regiones indias del país. Al respecto, Pablo Muench Navarro nos señala las siguientes conse-
cuencias para las zonas campesinas del sur del país: marginación social, pérdida de especies animales
y vegetales; introducción de praderas contra zonas forestales; generación de problemas fitosanitarios;
alteración ecológica, en algunos lugares irreversible; pérdida por las comunidades campesinas de la
autosuficiencia alimentaria en granos, por más de seis meses; estancamiento y retroceso de los nive-
les económicos y de bienestar, migración y pérdida de la cultura agrícola; coerción cada vez mayor
de los grupos de poder y del gobierno sobre las comunidades; modernización, que aumenta estos
problemas; pérdida de la cultura autóctona; etc. Las causas de esto se encuentran fuera de la realidad
rural y los problemas gubernamentales se hallan por debajo de los niveles de capacidad financiera. El
problema está fuera de las manos del gobierno y nos acercamos, si no es que ya se produjo, al mo-
mento que no se podrá revertir el proceso. Cf. Muench Navarro, Pablo, El ingeniero agrónomo nece-
sario en el Trópico, México, UACH, 1989, p. 23.
16 Stavenhagen señala que el cambio en las comunidades —hasta integrarse al capitalismo— se
produce en un escenario de impacto permanente. Cf. Gaceta UNAM, México, 15 de julio de 1992, p.
18.
17 CEPAL: Informe Anual, México, 1993, p. 63.
ADECUACIÓN DE LOS PUEBLOS INDIOS EN LA NUEVA LEGISLACIÓN 253
V. CONCLUSIONES