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En política, las elecciones son un proceso de toma de decisiones en el que los

electores eligen con su voto, entre una pluralidad de candidatos a quienes


ocuparán los cargos políticos en una democracia representativa. Por definición, en
cualquier democracia plena se celebran periódicamente elecciones legislativas
(las que se convocan para elegir a los miembros del parlamento o poder
legislativo). Además, en muchas democracias se convocan elecciones a la jefatura
del Estado o del Gobierno. Además, en el marco de las legislaciones
descentralizadoras vigentes en algunas democracias, en ciertos países se
convocan igualmente elecciones a legisladores, presidentes ejecutivos y
autoridades judiciales de ámbito parroquial, municipal, comarcal, provincial y
regional. Asimismo, en los países miembros de la Unión Europea se celebran las
llamadas "elecciones europeas", en las que los ciudadanos de cada país eligen
democráticamente a aquellas personas que les van a representar directamente
ante las instituciones supranacionales europeas. El mecanismo habitual de
participación política de los ciudadanos en la democracia liberal son las
instituciones denominadas partidos políticos, aunque hay otros mecanismos para
la presentación de candidaturas electorales (coaliciones electorales, agrupaciones
de electores, entre otras).

Así mismo en el plano internacional, resulta necesario resaltar que en casi todos
los países, como parte de su sistema democrático, podemos encontrar la
existencia de instituciones político-electorales, que se encargan, tanto de
organizar las elecciones como de dirimir los diversos conflictos de esa índole que
en ellos se someten, sin dejar de mencionar que en algunos casos, en solo uno de
ellos recae la obligación de ejecutar ambas encomiendas. La pregunta respecto a
quién debe sufragar es un asunto central en las elecciones. En el electorado
generalmente no se encuentra incluida la población entera; por ejemplo, muchos
países les prohíben votar a las personas declaradas mentalmente incompetentes;
además, todas las jurisdicciones requieren una edad mínima para votar.
Históricamente, muchos otros grupos han sido excluidos de las votaciones. Por
ejemplo, la democracia de la antigua Atenas no permitía a las mujeres, extranjeros
y esclavos el derecho al voto, y la constitución original de los Estados Unidos
permitía el voto solo a los hombres blancos y propietarios. Gran parte de la historia
de las elecciones se trata sobre la lucha y promoción del voto para los grupos
excluidos. El movimiento para el sufragio femenino le entregó a las mujeres de
muchos países el derecho a votar, y la aseguración del derecho al sufragio libre
fue el mayor éxito del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos. La
extensión del derecho al voto de otros grupos que se mantienen excluidos en
algunos lugares (tales como los convictos por felonía, miembros de ciertas
minorías y los desaventajados económicamente) continúa siendo una meta
significativa para los derechos electorales. En algunos países el voto es obligatorio
por ley; si un votante no ejerce su deber, puede verse sujeto a castigos, que van
desde multas pequeñas hasta prisión. En una democracia directa, cualquier
persona elegible puede ser nominada. En algunos países, solo miembros de un
particular partido político pueden serlo. Por otra parte las posiciones del gobierno
para las cuales se celebran las elecciones varían dependiendo de la localidad.
Generalmente las elecciones directas y aquellas con segundos grados electorales
tienen resultados similares. En la política, se usa el voto para que los electores
elijan a los miembros del gobierno u otros cargos públicos y representantes. Cada
país establece sus propias normas y mecanismos sobre la forma en que se
efectuarán las distintas elecciones. El voto es una condición necesaria para que
un sistema político sea democrático. Hay gobiernos autoritarios en los cuales las
restricciones para la presentación de las candidaturas alcanzan un grado que
impide considerarlos democráticos.

Generalmente las elecciones no se celebran exclusivamente en sistemas políticos


democráticos. Hay sistemas autoritarios que, conscientes de su incapacidad de
forjar legitimidad, se sienten tentados a recurrir a las elecciones, las cuales tienen
un carácter plebiscitario y se desarrollan sin garantías de limpieza democrática
que soslayen las violaciones sistemáticas, y generalmente virulentas, de las reglas
de juego inherentes a las democracias. Las elecciones en una dictadura anulan,
crean obstrucciones de gran calibre o son beligerantes con la conducta
competitiva partidista. La confrontación partidista es reemplazada por la
omnipresencia de un partido único, o bien, por amagos de diversidad con la
presencia de candidatos supuestamente alternativos porque, al fin y al cabo, se
entiende que este tipo de elecciones no afectarán, en ningún caso, a quienes
detentan el monopolio del poder. La transición política desde sistemas autoritarios
hacia una democracia, tarde o temprano, deberá seguir la vía de unas elecciones
libres con sufragio universal desde la constitución.

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