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Nacionalismo y globalizació n

Actualmente vivimos muchos problemas, y no me refiero necesariamente a las dos


palabras del título, sino que la cuestió n es que no sabemos medirnos. É se es el
problema que crea tantos conflictos: parece que es muy complicado encontrar el
punto medio de las cosas, evitar los extremos, pues siempre tenemos disyuntivas que
van de lo má s simple (como no tomar ni una gota de alcohol o ahogarse y perder el
juicio), a lo má s complejo (como en la política caer en el despotismo o la anarquía). Ya
dice el dicho: “todo en exceso es malo” (por supuesto que el bien y el amor son la
excepció n) y esto vale tanto para nacionalismo como para globalizació n. Y a
continuació n explicaré por qué.

Ni el nacionalismo ni la globalizació n por sí mismos son malos, sino la importancia


que le demos a cada uno. Los dos factores tienen elementos que aportar y no tendrían
por qué enfrentarse, pues pueden convivir perfectamente. El nacionalismo, creo yo, se
refiere a una actitud o sentimiento, y la globalizació n, a un fenó meno. Los conceptos,
como podemos ver, no son opuestos, y de ahí no surge la problemá tica, sino que ésta
viene de las consecuencias que ambos aspectos pueden derivar.

En el caso del nacionalismo, podemos rescatar que es muy importante tener forjada
una identidad nacional que nos conduce a un amor por la patria y por consiguiente,
nos forma un espíritu incansable por mejorar nuestra nació n. La identidad nacional es
también esencial para tener ese sentido de pertenencia que el humano siempre busca.
El ser parte de algo diferente que lo distingue de los demá s y que lo hace considerarse
especial. La patria abarca todo y má s: nos ha dado nuestra familia, el idioma, las
tradiciones, la comida, la gloria de nuestro pasado, etcétera.

Pero un sentimiento nacionalista exacerbado también nos conduciría a la hostilidad o


a la xenofobia y probablemente a la guerra y el genocidio. Por esto, el exceso lleva al
desastre.

Pasando al tema de la globalizació n, podemos enlistar también las ventajas y


desventajas, aceptando que es un fenó meno irreversible. Aunque no se trata de algo
nuevo - desde que la Nao de China traía productos exó ticos a la Nueva Españ a y a la
metró poli, ya había globalizació n - en las ú ltimas décadas el mundo se ha visto má s
conectado. Lo que pasa allá ahora lo ves aquí casi instantá neamente. Lo que no
debemos perder de vista es que aunque tengamos la posibilidad de conocer cualquier
parte del mundo, el amor por nuestro país debe prevalecer. Un buen mexicano, esté
donde esté, lleva consigo el orgullo de pertenecer a un país tan bello y lo honra con
sus acciones.
Retomando mi posició n de que no se trata de opuestos (hablando del nacionalismo y
la globalizació n), la presencia de uno no supone la eliminació n del otro, es decir, que si
hay globalizació n no deja de haber un sentimiento nacionalista (y viceversa), sino que
éste puede reforzarse. Por ejemplo, yo al ver otras culturas valoro má s la mía, pues
observo que tiene características ú nicas.

Sin embargo, hay un punto que es crucial para entender la influencia de unos países
sobre otros: me refiero a los idiomas. En algú n momento de la historia el latín fue un
idioma dominante, así como el españ ol y francés Hoy en día, el idioma internacional es
el inglés, el idioma del país del cual depende la economía mundial, es decir, Estados
Unidos. Lamentablemente, esto ha impuesto la cultura y visió n de un solo país sobre
muchas naciones. Por ello, a lo largo de la historia hombres notables se han dado a la
tarea de crear idiomas neutrales que puedan ser aprendidos por todos los habitantes
del mundo. Uno de los mejores ejemplos es el idioma esperanto, creado en 1887 por el
médico polaco Luis Lá zaro Zamenhof. É l quería crear un idioma que fuera fá cil de
aprender y que uniera a toda la humanidad independientemente de sus creencias,
nacionalidad, etcétera. Actualmente el esperanto sigue vivo y se organizan
anualmente congresos internacionales.

Finalmente, quiero hacer una reflexió n: está en nuestras manos permitir un


nacionalismo exacerbado y xenofó bico que nos destruya cerrá ndonos al mundo, o si
escogemos una penetració n extranjera que disuelva nuestra cultura y acabe con
nuestra identidad nacional.

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