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En 1996 padecí las consecuencias de que una colega se irritara con el contenido
de una columna publicada en Reforma. Me bajaron de nivel y cuando intenté
defenderme me encontré con que el Reglamento no tenía mecanismo de
apelación, lo cual violaba la garantía del debido proceso garantizado por la
Constitución. Recurrí a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que,
después de estudiar el caso, recomendó al SNI establecer instancias para atender
inconformidades. Así lo hizo y logré que me regresaran al nivel perdido.
Con esa evidencia presenté hace unos días una queja a la Junta de Honor del SNI
(texto y anexos disponibles en www.sergioaguayo.org). En ella pido que se haga
una investigación exhaustiva sobre posibles violaciones al Reglamento y que se
establezcan responsabilidades. También le solicito que averigüe qué tan
frecuentes son los hostigamientos o los mimos, en otras palabras: ¿es una
corrupción anecdótica o sistémica? Finalmente, planteo la necesidad de que el
Reglamento del SNI se enriquezca incluyendo el "conflicto de interés" y el
"tráfico de influencias". Para evitar el burocrático carpetazo presentaré una
petición ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y posiblemente
ante la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación.
El SNI es una institución útil para la academia mexicana pero al igual que otras
dependencias tiene fallas que pueden corregirse porque existen mecanismos para
combatir y limitar los abusos. Ya veremos si el SNI quiere y puede corregir las
sombras que manchan su historial. Ya cumplí con señalarlas.
LA MISCELÁNEA
www.sergioaguayo.org
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