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El Destino Trágico de Las Mujeres en La Trilogía de La Tierra
El Destino Trágico de Las Mujeres en La Trilogía de La Tierra
En toda la obra de Federico García Lorca es posible identificar algunos tópicos literarios
presentes tanto en su obra poética como dramática; sin embargo, hay un tema recurrente que
quizá no ha sido estudiado muy a fondo (lo infiero al no encontrar material alguno que trate sobre
ello) pero que tiene presencia en la mayoría de sus obras de teatro: el destino trágico de las
mujeres.
tragedia, es en las féminas donde se hace más frecuente esta situación. Amén del protagonismo
que muchas de ellas tienen en las obras (esto puede observarse claramente en Yerma o en
Mariana Pineda) y de que el infortunio viene definido por otros tópicos como el amor
conjunto de situaciones que son propiciadas por estos temas pueden ser agrupadas y tratadas
La producción lorquiana es amplia, tanto en el ámbito dramático como poético, pero esta
ocasión es el teatro y más específicamente su “trilogía de la tierra española” la que nos ocupa
para intentar probar la hipótesis planteada al principio: la posibilidad del destino trágico femenino
Entendiendo la tragedia
El término tragedia se ha utilizado a lo largo de la historia para nombrar distintos aspectos como
tragedia como género literario que se remonta a finales del siglo VI cuando el lenguaje del mito
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deja de estar en contacto con la realidad política de la ciudad. Entonces surge la tragedia cuya
verdadera materia es, como lo señala Louis Gernet, “el ideario social propio de la ciudad,
19). De esta manera la tragedia, como sucesora de la epopeya y la poesía lírica, aparece como una
sociales y psicológicas.
surja cuando “la acción humana se constituye en objeto de reflexión, o debate, pero cuando
se abre una fisura lo bastante grande para que entren el pensamiento jurídico y
político por un lado, las tradiciones míticas heroicas por el otro, se esbocen
claramente las oposiciones; pero lo bastante leve a la vez para que los conflictos de
valor se sientan todavía dolorosamente y la confrontación no deje de llevarse a cabo.
(Vernant 2002a 20-1)
y solo cuando los planos humano y divino son lo suficientemente distintos como para oponerse
aspectos que se articulan y combinan para construir un hecho humano único que aparece en la
historia con tres caras: como realidad social (con la institución de los concursos trágicos), como
estética (con el advenimiento de un nuevo género literario).Es precisamente esta ultima la que
(Williams 32), ésta más bien se encuentra en “una clase particular de eventos y en una clase
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particular de respuestas” (Williams 32). Chaucer ofrece una definición que se aparece en el
prólogo de “El cuento del monje” la cual versa: “La tragedia la cuentan ciertas historias, / como
los viejos libros nos narran memorias / himnos que alaban una gloriosa prosperidad / y la caída de
tan opulenta posición / hasta la miseria y la calamidad” (apud. Williams 39). Los autores trágicos
logran mezclar y convertir las palabras en elementos de una “confrontación general de valores, de
una problematización de todas las normas, con vistas a una investigación que nada tiene ya que
ver con el derecho y que apunta al hombre mismo” (Vernant 2002b 26) valiéndose de dos
elementos que ocupan la escena trágica: el coro y el héroe trágico. El primero es un personaje
“colectivo y anónimo […] cuyo papel es expresar en sus temores y esperanzas, en sus preguntas y
juicios los sentimientos de los espectadores que componen la comunidad cívica” (Vernant 2002b
28) y el segundo es un “personaje individualizado cuya acción forma el centro del drama”
El destino
Este concepto, que en la antigua mitología griega era representado por las parcas que hilaban en
que las leyes fijas e inmutables rigen el curso de la naturaleza y suerte de los humanos. Al paso
del tiempo esta idea filosófica fue mezclándose con aspectos teóricos concernientes a otras
disciplinas para terminar dividiendo a los estudiosos del tema en tres grupos, los que afirman que
500), los que “niegan todo aspecto de predestinación y lo hacen depender de la libre voluntad y
acción del hombre” (Destino 500) y por último, los que afirman que “el destino es el orden
natural de las cosas, previamente concebido por una voluntad superior, mas sin coacción para la
humana voluntad, que es libre y por tanto, responsable de sus actos” (Destino 500).
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Teniendo presente este concepto y los aspectos que abarcan la tragedia en su categoría de
género literario, es tiempo de proceder ahora a la exposición de los textos artísticos que
representan corpus de este trabajo, ya que a través de su estudio se busca comprobar la hipótesis
planteada.
La trilogía lorquiana
La trilogía de la tierra española está formada (como su nombre lo indica) por tres textos
dramáticos que tratan los temas fundamentales en la obra del poeta: el amor (la mayoría de las
veces frustrado), el trabajo, la familia y la propiedad, enfocándose siempre a la idea que tenía el
propio Lorca acerca de lo que debía ser el teatro y los elementos que debían formarlo, algunos de
los cuales aparecen referidos por el propio autor en un artículo publicado en 1934 en el que
apunta:
El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Necesita que los
personajes que aparecen en la escena lleven un traje de poesía y al mismo tiempo que
se les vean los huesos, la sangre. Han de ser tan horrorosamente trágicos y ligados a
la vida y al día con una fuerza tal, que muestren sus tradiciones, que se aprecien sus
valores y que salgan a los labios toda la valentía de sus palabras, llenas de amor o de
asco. (apud. Vivero 9)
Así, pueden verificarse en su obra los valores estéticos de realismo, tradición y poesía.
La trilogía lorquiana comienza a cobrar vida cuando surge la primera obra Bodas de
sangre, cuyo estreno tuvo lugar el ocho de marzo de 1933. Esta obra presenta “un conflicto entre
el amor como fuerza avasallante de la naturaleza y las normas de vida que impone la tradición”
(Vivero 10) que se desarrolla por tres vías: la doble frustración del amor de dos hombres y una
mujer que se ve empujada hacia uno y hacia otro, la naturaleza en forma de amor irresistible y,
por último, el cumplimiento del deber moral que impone la sociedad. Este drama es de corte
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La segunda obra de esta trilogía se estrenó en 1934 (apenas un año después que la anterior)
Yerma será la tragedia de la mujer estéril. El tema […] es clásico. Pero yo quiero que
tenga un desarrollo y una intención nuevos. Una tragedia con cuatro personajes
principales y coros, como han de ser las tragedias. Hay que volver a la tragedia. Nos
obliga a ello la tradición de nuestro teatro dramático. […] yo quiero dar al teatro
tragedias. Yerma, que está acabándose, será la segunda. (Gil 13-4)
Como el propio autor lo dice, Yerma es una tragedia que se identifica con las de corte clásico
gracias a la presencia del coro formado por las lavanderas que aparecen en la obra. En esta
tragedia se abordan los temas del amor y la sexualidad frustrados, la infecundidad y la honra. La
La última obra de este conjunto, pero no por eso menos importante, lleva por nombre La
casa de Bernarda Alba. Esta, a diferencia de las anteriores, no se trata de una tragedia, sino más
bien de un drama, pero no por eso deja de ser parte de esta trilogía ya que tiene muchos aspectos
en común con las otras dos obras, incluyendo el trágico destino de uno de sus personajes
femeninos.
Bodas de sangre
Los primeros en aparecer en escena son la Madre y el Novio en cuyo dialogo tratan dos
cuestiones, el miedo de la madre de que salga armado al campo y el deseo del hijo de casarse.
Aunque al parecer la mujer no está muy satisfecha con esta determinación, termina aceptando ir a
pedir la mano de la novia. Después de que el Novio parte, llega una vecina de la madre que al
igual que comparte con ella la desgracia de haber perdido un hijo. Durante la charla que
sostienen, la madre intenta indagar un poco más sobre la mujer con la que su hijo ha decidido
desposarse a lo que la vecina responde que es buena muchacha, vive sola con su padre porque su
Todo el cuadro se desarrolla en una estancia donde la mujer y la suegra arrullan a un niño
sucede en la casa de la Novia (que dista mucho de la del Novio) hasta la que se trasladan el
Novio y su madre para entrevistarse con el padre de ella. Esto representa el fin del primer acto.
El segundo acto comienza cuando están preparando a la Novia para el casamiento, y mientras su
criada la está arreglando llega Leonardo con la intención de incomodarla, alegando que es la
última vez que hablará con ella. En el cuadro también aparecen unas muchachas, unos mozos y
los convidados que entonan una especie de canto en “honor” a la Novia, hasta que aparecen los
El segundo cuadro de este acto comienza a desarrollarse el nudo de la trama. Mientras los
invitados disfrutan de la fiesta, la Novia decide recostarse un momento porque está un poco
cansada, pero al ir a buscarla, se encuentran con una habitación vacía, mientras que la mujer de
Leonardo entra para avisar que se han fugado (la Novia y su marido) en el caballo de él. Ante
El tercer acto se desarrolla en el bosque y comienza con la aparición de unos leñadores que
comentan la búsqueda que se está llevando a cabo para encontrar a los novios, a la vez que
externan sus opiniones personales acerca del caso. De repente aparece la luna deseosa de sangre
que representa a la muerte; entre las dos deciden el destino de los fugitivos mientras el Novio
continua su búsqueda, topándose con la mujer que le indica hacía donde se han ido. Momentos
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después la escena se desplaza hacia Leonardo y la Novia, que está arrepentida de haber huido con
él pero el amor que los une es más fuerte que todas las razones por las que deberían de separarse,
terminan muertos, uno por su amor desenfrenado y el otro por salvaguardar su honra. La Madre
es la que carga con la peor parte, le han matado al único hijo que le quedaba, pero aun esto le
brinda un poco de consuelo al saber que ya no tendrá que preocuparse porque su hijo pueda
morir. Mientras tanto la novia llega para decir a su favor que queda tan pura como el día en que
nació.
Resulta fácil dilucidar quién es la mujer sobre la que recae el destino trágico antes
planteado, ya que es el personaje de la novia el que libra una batalla al intentar resolver el dilema
de casarse y tener una familia socialmente aceptable o dejarse llevar por el amor desenfrenado
que siente hacia un hombre que no solamente está casado, sino que su esposa es prima de ella.
Apelando a su libre albedrio, ella decide huir aunque después se arrepiente, pero ya es demasiado
tarde y en un instante pierde a los dos hombres de su vida. La predestinación de este suceso se
infiere desde el principio de la obra, cuando se da a conocer el previo noviazgo de la novia con
víctima de este destino trágico, ya que su pérdida estaba igualmente definida desde el comienzo,
cuando expresa su rechazo a las armas blancas porque estas habían sido las causantes de la
Yerma
El primer cuadro comienza con Yerma y su esposo Juan en escena, él está por irse a trabajar al
campo, pero su mujer lo entretiene para interrogarlo acerca de su salud, y para recordarle que no
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tienen hijos. Ante esto el esposo se muestra reacio, como fastidiado del tema y, a pesar de que
Yerma intenta tomar la iniciativa para desencadenar el acto amoroso, el hombre opta por irse a
trabajar el campo. Yerma queda a solas, entonando una canción referente a la maternidad y
cosiendo; se encuentra en estas labores cuando aparece María, una mujer recién casada, y le
comunica que está embarazada, también aparece otro personaje, Víctor, con quien entabla una
breve conversación que se desvía al tema del embarazo, y él le dice que le diga a su marido que
en el camino se topa con una Vieja con la que entabla una conversación en la que sale a relucir el
tema de su matrimonio y la falta de hijos. La mujer le siembra la duda de una posible solución a
su problema, pero se niega a decirle más porque tendría que manchar su honra. Pero no todo está
perdido, Yerma se encuentra con una muchacha que le habla acerca de su casamiento (a la
fuerza) y de todos los brebajes que le hace ingerir la madre para que pueda quedar embarazada,
por tal motivo Yerma intenta investigar de quien se trata. Después vuelve a aparecer Víctor y
después Juan que interroga a su mujer para saber porque no ha regresado a su casa, pero no se va
En el segundo acto aparecen unas lavanderas que se encuentran lavado a la orilla del rio, y
Víctor y de la relación que tiene con este último. El segundo cuadro del acto comienza en caza de
Yerma, con Juan interrogando a sus hermanas acerca de los movimientos de su mujer (a quien
desea tener resguardada en casa porque no le gusta que salga) que en ese momento llega para dar
comienzo a la discusión ya tantas veces entablada: el deseo de tener un hijo. Las respuestas de su
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En el primer cuadro del tercer acto se lleva a cabo la acción que encaminará hacia el
destino trágico. Ante su ferviente deseo de ser madre, Yerma decide buscar soluciones
alternativas para su “mal” y cree que las encontrará en casa de Dolores, la conjuradora, que se
encarga de entonar una serie de rezos que supuestamente le quitaran lo seco del vientre. Juan, que
ha salido a buscarla, la encuentra en estos empeños y comienza otra vez la discusión, él la acusa
El segundo y último cuadro comienza en una ermita a donde se trasladan las mujeres para
pedirle a un santo que les dé hijos, aunque se comenta que cada vez van más hombres. El
“milagro” consiste en que las mujeres se relacionen con otro hombre que no sea su marido para
que las deje preñadas. Aparece una vieja que le dice a Yerma que su hijo la está esperando, trata
de convencerla que se valla con él, pero Yerma es fiel a su marido y piensa en su honor que se
vería manchado si hiciera algo semejante. El esposo de Yerma, que estaba escuchando la plática,
aparece frente a ella para desahogar su pecho de una vez, porque el también sufría ante los
constantes reclamos de su mujer por no darle un hijo. Juan termina confesándole que no le
interesa tener descendencia, lo único que le importa es su tierra y poder vivir en paz con ella,
entonces, en un arranque de rabia e impotencia, Yerma le aprieta el cuello tan fuerte que lo mata,
Yerma enfrenta su destino trágico al librar una batalla entre su deseo incontenible de ser
madre y la salvaguarda de su honra, pero en un momento de locura total termina con la esperanza
de realizar su sueño más anhelado, quedándose sola para enfrentar las consecuencias de su acto.
Al igual que en la obra anterior, este final puede adivinarse desde el comienzo, es más desde el
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El primer acto comienza con la llegada a la casa de sus habitantes y un gran cortejo fúnebre que
los acompañó en el funeral del segundo esposo de Bernarda. Mientras llegaban, sus empleadas se
Bernarda que se encontraba encerrada. Después de despedir a los acompañantes, les impone a sus
hijas un luto absoluto que durará ocho años, durante los cuales está prohibido salir siquiera a la
Después, las hijas de Bernarda comienzan a hablar acerca de sus dotes y las posibilidades
de casarse, coinciden en que la que tiene más dinero es la primogénita Angustias, quien por ser
hija de otro padre, heredó todo el capital de este y a pesar de ser la más vieja y menos agraciada
de todas hay un joven (de veinticinco años) que la pretende, ante lo cual sus hermanas coinciden
que únicamente anhela su dinero. Se encuentran en estas disertaciones cuando María Josefa
(madre de Bernarda y abuela de las mujeres) irrumpe en la habitación exigiendo su libertad y sus
Romano, así como su futura boda con él. También hay una gran tensión en la casa, porque al
parecer dos hermanas (Adela y Martirio) de Angustias pretenden a su futuro esposo, ante lo cual
la madre cierra los ojos, a pesar de que la Poncia (sirvienta) trata de advertirle. El cierre del acto
es muy representativo: hay un gran alboroto en la calle y Poncia sale a enterarse de que se trata,
regresa y les informa que la hija de una vecina ha dado a luz un hijo de padre desconocido,
pretendiendo enterrarlo para darle muerte, pero unos perros le han sacado del escondite y lo
llevaron hasta la puerta de la casa de la mujer que ahora es perseguida por medio pueblo para ser
linchada. Ante el acto, Bernarda exclama su aprobación y grita con regocijo que la maten
boda y ya tiene hasta los muebles listos, Adela se entrevista con su novio, yendo más allá de una
simple platica, pues queda muy claro que se amaban en el corral. Todo se revela gracias a que
Martirio (que también está enamorada de Pepe) decide espiar y enfrentar a Adela, pero ante la
impotencia y el coraje de no poderla hacer cambiar de opinión, decide dar de gritos llamando a su
madre para que se entere de lo que está sucediendo, la mujer acude de inmediato y averigua lo
que está pasando, busca una escopeta resuelta a agredir al “culpable” pero logra huir sin daño
alguno, la que no logra escapar es Adela que corre a encerrarse en su cuarto y no abre ni ante la
insistencia de su madre que la amenaza con derribar la puerta; cuando por fin logra hacerlo, se
topan con un horrible cuadro, Adela se ha suicidado colgándose. Bernarda manda que la bajen y
parlamentos, pero toda la tragedia del destino recae sobre ella al final del drama. Podría parecer
que libra una batalla entre la atracción amorosa que siente hacia Pepe el Romano y la lealtad a su
hermana, pero más bien es temor hacia su madre. Aquí el tema es más elaborado, pero de igual
manera culmina en tragedia, ya que la mujer termina vencida (en vez de vencerse a sí misma) y
Conclusiones
A pesar de los muchos usos que tiene el concepto de tragedia, uno de los más interesantes y
trascendentes es el del género literario ya que a través de él pueden abordarse otros aspectos
como “el destino trágico” que esta vez ocupó las líneas de este trabajo enfocándose
principalmente en los personajes femeninos que aparecen en las obras lorquianas pertenecientes a
la “trilogía de la tierra”.
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Lo trágico aunado al concepto de destino ha sido base y sustento del desarrollo del texto
que al final logra mostrar que el destino trágico de los personajes femeninos no está marcado por
el designio de los dioses (como en las tragedias griegas) pero las fuerzas determinantes de su
desde el principio.
Bibliografía
Gil, Ildefonso Manuel. Introducción. Yerma. Por Federico García Lorca. Ciudad de México: Rei,
1992. 11-35.
Vernant, Jean Pierre. “El momento histórico de la tragedia en Grecia: algunos condicionantes
sociales y psicológicos.” Mito y tragedia en la Grecia antigua. Vol. 1. Barcelona: Paidós, 2002a.
17-22.
Vivero, Manuel. Prólogo. Bodas de sangre. Por Federico García Lorca. Ciudad de México:
Editores Mexicanos Unidos, 1993. 7-14.
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