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Laura Muñoz Galvis y Mariana Herrera Agudelo

Escritura Académica Literaria

08 de noviembre de 2019

“Los cuentos de mamá ganso” como una configuración tergiversada de su tradición oral

En el siglo XVII, Charles Perrault años previos a su muerte optó por publicar por primera vez
“Los cuentos de mamá ganso” obra que en aquellos momentos era dirigida principalmente al
público infantil de la clase social alta. Si bien Perrault desde un principio no pretendía
escribir para los niños sino a los adultos burgueses y a la alta corte, sus libros próximos de
historias y moralejas finalmente fueron de mucho agrado para la sociedad, estas moralejas
dejaban en cierta medida, maneras para el buen vivir tanto que, no eran cuestionadas sino
más bien promulgadas para suscitar una reflexión sobre las conductas y las situaciones de la
vida. Las narraciones del autor adquirieron bastante fama en su país natal Francia como
alrededor del mundo, gracias a esto, podemos todavía revivir su tradición literaria y seguir
recordando aquellas moralejas particulares. De este modo, para que podamos entender su
aceptación perdurable, consideramos preciso situarnos primero en su época remota,
concibiendo esta noción como un punto entrañable que permitiría su expansión en el mundo,
inclusive es debido reconocer cómo la narrativa de Perrault fue desde su inicio un asunto de
recolección y un cambio de la tradición oral, así, nuestra tesis se aproxima a entender cómo la
narrativa normalizada de “Los cuentos de mamá ganso” es una configuración tergiversada de
la tradición oral y, partiendo de ahí, explicaremos su trascendencia en el tiempo.

Cuando Perrault empezó su faceta como escritor de cuentos infantiles precisamente “Los
cuentos de mamá ganso” no eran netamente una construcción de él, este conjunto de
narraciones se conformaba de la tradición oral perteneciente al folklore popular, las historias
caballerescas y cortesanas, las leyendas medievales, los refranes e incluso varios textos del
Renacimiento. El autor atrajo todos estos elementos e hizo su propia recopilación, su
intencionalidad de algún modo pretendía variar a partir del cómo se narraban estos cuentos.
Así, Perrault teniendo un gran humor que en sus cuentos no dejaba a un lado, lo
entremezclaba con ciertos matices de ironía que permitían identificar su estilo, y a la par que
combinaba estos, añadía los estilos sofisticados de la época donde la literatura era redactada
en un lenguaje más culto gracias a las altas sociedades que la leían. El escritor comenzó a
ganar mucha más fama de la que ya tenía, decidió utilizar a su favor un conjunto de temas
que parecían ser relevantes para el momento, como la representación de los modos de vida y
los comportamientos, sin desprestigiar el hecho de que estos cuentos solían ser de muy fácil
acceso. Sin embargo, a Perrault esta altísima fama no le quedó tan sencilla, para realizar su
obra prefirió omitir los ciertos rasgos vulgares y grotescos de la tradición, como el relato
original de Caperucita Roja, Paul Delarue en su cuento “La historia de la abuela” nos trae la
versión que es considerada como la más cercana a la tradición oral según Jack Zipes en “Why
fairy tales stick: the evolution and relevance of a genre”, a grandes rasgos, esta relata cómo el
lobo incita a Caperucita a comerse los restos de su abuela y cómo podemos inferir una
perversión cuando el lobo obliga a la niña a quitarse la ropa enfrente de él. A modo de
acotación, este concepto de vulgaridad en aquella época genera una dualidad que no se aleja
mucho con la actualidad, a día de hoy todavía aquellos temas que trata el autor reflejan
mucho lo vulgar y fuertemente explícito para el público infantil, en la historia de Barba Azul
hallamos esta característica. Sin profundizar en este asunto y volviendo al siglo XVII,
Perrault en “Los cuentos de mamá ganso” entreveía esa noción de lo grotesco característico
de sus personajes, como el ogro o el lobo por ejemplo 1, pero su humor los opacaba y hasta los
ridiculizaba, ya no eran entendidos como monstruos sino como una imagen exagerada e
ironizada, el humor con el tono romántico y los finales felices de Perrault les sacaban una
sonrisa y un desconcierto a quienes lo leían, las historias absurdas y poco creíbles con las
moralejas acordes de la época eran suficientes para atrapar positivamente al público. En
concordancia, en el texto publicado por Nuria Obiols “Educación, moraleja e ironía en
Perrault”, ejemplifica esta distinción: “En Grisélida y Barba Azul, encontramos el relato de lo
que son dos perfectas esposas sufridoras [...] en el caso de Grisélida, la ironía de Perrault
oscila entre la exaltación de la paciencia o de la caricatura de una masoquista empedernida, y
en el segundo sentido, Barba Azul, esa curiosidad, teológicamente maligna, resulta ser la
única salida para que la torturada esposa conozca exactamente en que berenjenal se ha
metido”(49). A partir de esto, ya podemos inferir que la ironía de Perrault permitía crear un
ambiente más relajado en la lectura, las narraciones morales no perdían en lo absoluto la
esencia y la inocencia autóctona de los cuentos de hadas.

Ahora bien, “Los cuentos de mamá ganso” lograron gratamente combinar la realidad con el
mundo de lo maravilloso a través de los personajes como los ogros, las hadas, el lobo y
muchos más. Estos personajes además de ser actantes tienen un significado importante dentro

1 Nikolajeva, Maria, Children´s literature comes of age: toward a new aesthetic New York:
garland publishing, 1996, p 14. Noción de lo grotesco en los cuentos de hadas.
de cada cuento, la mayoría cumple con un patrón comportamental que evidenciaban la cultura
de la época, en Pulgarcito, el ogro simbolizaría la figura paterna dominante a la que se le
debe obedecer a toda costa, pero este lado se tuerce debido a su hábito por comer que es
totalmente exagerado por Perrault ya que, el ogro termina comiéndose a sus hijas. Las hadas
madrinas, serían aquella figura materna que aconseja y protege a los personajes. La columna
de C. García para el periódico “La Verdad”, habla sobre estas actitudes estereotípicas donde
las hadas malvadas son una contraposición de las hadas madrinas “simbolizan los miedos
infantiles, las fobias, las pesadillas; son personajes contra los que se lucha después de una
previa sumisión y temor”, así podemos entender que las hadas malvadas son esa suerte de
oposición a la que el niño puede verse asustado como el caso de la suegra en La Bella
Durmiente, pero en Perrault el mal nunca gana (exceptuando el cuento Caperucita Roja) lo
que resulta en ese contento en el que niño se puede conciliar. En relación a el príncipe
podemos encontrar el estereotipo de aquel hombre agraciado y valiente que obtiene lo que
desea, el niño en este caso puede hallar esa idealización de lo que quiere llegar a ser o la niña
con el ejemplar de la princesa (Cenicienta). El papel de los padres en Perrault cumple con un
modelo que en la mayoría revela un mal ejemplo, estos son irresponsables y no le ponen el
suficiente interés a los hijos, incluso, esta visión se expone en Piel de Asno, el rey encuentra
en su hija la belleza de su difunta esposa por lo que decide casarse con ella para achacar esta
pérdida amorosa, un reflejo claro de incesto si se desea mirar así, o en Pulgarcito cuando los
padres optan por dejar a sus hijos perderse en la inmensidad del bosque. De este modo, lo que
se intentaba rescatar de estas dicotomías podemos complementarlo ahora con el estudio de
Bettelheim sobre el psicoanálisis de los cuentos de hadas. Sobre la recepción y repercusión en
los niños dic: “Necesita ideas de cómo poner en orden su casa interior y, sobre esta base,
poder establecer un orden en su vida en general. Necesita —y esto apenas requiere énfasis en
el momento de nuestra historia actual— una educación moral que le transmita, sutilmente, las
ventajas de una conducta moral, no a través de conceptos éticos abstractos, sino mediante lo
que parece tangiblemente correcto y, por ello, lleno de significado para el niño” (2). Los
niños del siglo XVII a través de Perrault podían comprender la cualidad de la advertencia y la
moralidad, en ese mundo donde la pobreza predominaba y la hambruna primaba, gracias a
Caperucita Roja, los niños así tenían esa prevención de no andar solos en el bosque o tratar
de enmendar una posible mala relación con sus padres que hasta los burgueses alcanzaban a
comprender. Además, en aquellos años la alusión a los paisajes reales de Francia permitía
entender un cierto rasgo de armonización que servía al igual de complemento, quien leía La
Bella Durmiente y encontraba que un espacio de la narración era el Castillo de Ussé, creaba
esa ilusión de realidad física que se compaginaba con la fantasía y lo maravilloso de los
cuentos de hadas. Esa especie de empatía creaba más afinidad con el lector.

El explicar cómo la expansión de los cuentos fue posible, nos da a entender el cómo en sus
inicios eran tan bien recibidos, no obstante, “Los cuentos de mamá ganso” pasó por largos
traspiés que provocaron su declive casi inmediato. Desde su aparición en el año 1697, otros
autores de diferentes partes del continente comenzaron a publicar segundas ediciones, el
mercado se expandió muchísimo porque los cuentos ampliaron su visión nacional, si bien
muchas de las ediciones no estaban autorizadas, los cuentos con temáticas maravillosas
estaban en boga y las personas no se limitaban en adquirirlos, asimismo como hemos dicho,
sus moralejas eran consideradas como la próspera formación de ideales en la sociedad, pero
como pasa con todo lo que está en auge en algún momento tiende a decaer, y así fue, los
cuentos de Perrault bajaron en popularidad tanto que ni siquiera ya los cuentos de hadas
estaban de moda y más bien, la literatura oriental mágica como “Las mil y una noches”,
empezaba a vislumbrar un triunfo. Lo curioso de Perrault es que aunque haya perdido su
fama en aquella época sus cuentos siguen pasando de generación en generación, esto
responde al sin número de versiones que han hecho de estos relatos, Perrault supo trascender
de la tradición oral que venía con una configuración distinta a la visión del 1600, esto apunta
también a justificar el fenómeno del Retelling, tomar las estructuras de los clásicos y así crear
nuevas historias, es decir, volver a contar pero de otras maneras que puedan ser adaptables a
la actualidad, como observamos en la versión que creó Disney de La Cenicienta, esta versión
es muchísimo más adornada y tierna, no olvida su estructura original sino que decide omitir
las escenas indecorosas e irrelevantes. Estos fenómenos corresponden a visibilizar la
durabilidad de Perrault, si un niño leyera los cuentos originales quizá le parecerían muy
explícitos o quizá a un padre en la actualidad les parezcan una barbaridad por las temáticas de
Barba Azul, Pulgarcito, La Bella Durmiente. No obstante, lo posible a reconocer es que estos
libros rescatan la infancia y permiten los encuentros con la niñez de quienes leyeron los
relatos, gracias a su permanencia en la historia, son un fácil canal del pasado y lo presente, lo
pasado como el recuerdo de lo que ya fue, una época burguesa que contrasta con la época
actual y que fácilmente los niños de ahora pueden quedar intrigados por conocer. En “La
literatura infantil y su didáctica” se aborda la perspectiva de este público infantil aplicable a
la enseñanza en la escuela: “Si le ofrecemos textos de “grandes clásicos” considerados
excepcionales por los adultos para que los vea y comente, probablemente el niño no lea más
en toda su vida, debido al horror que sintió hacia ellos, al no comprenderlos. Ahora bien, si le
presentamos unos clásicos adaptados a su edad, que siempre los hay, [...] puede que ese niño
se aficione por leer, ahora bien, estos libros deberán atender siempre a sus intereses” (López,
Amando y Pedro Guerrero 192). Así, esclarecemos que los cuentos de Perrault proporcionan
esa ligereza innata que provoca ese ambiente de ensoñación muy digerible de leer, su
simplicidad narrativa mezclada con las mágicas historias hacen que no sea una lectura
ambigua ni pesada para los lectores.
Para concluir, el andamiaje de los cuentos de Perrault resulta ser más amplio al considerar su
tradición oral, así es más fácil comprender la gran apertura y normalización de los cuentos en
el mundo, sus moralejas e historias maravillosas conformaron este horizonte de los cuentos
de hadas que si bien en el siglo XVII apenas estaba distinguiéndose, Perrault supo a través de
su nuevas formas narrativas y su extraordinario humor, estimular la fantasía y generar la
suscitación de reflexiones en los niños y hasta en los más adultos. El entender el contexto
histórico y literario de Perrault nos ha permitido contar con la aceptación de las miles de
versiones que se han expandido a lo largo de la historia, sus peculiares moralejas que con el
paso del tiempo fueron cuestionadas por muchos pero también recordadas con nostalgia
gracias a su permanencia desde nuestra infancia y en nuestros recuerdos, ahora las versiones
nuevas nos pueden crear unas dualidades y comparatismos para tratar de aproximarnos al
pasado y a los nuevos modos de vida.

Bettelheim, Bruno. Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Traducido por Silvia Furió,

Crítica, 1994.

Delarue, Paul y Marie Louise Tenèze. Le conte populaire français. Maisonneuve & Larose,

1997.

García, C. “Charles Perrault: características de su obra y su interpretación”. La Verdad, 12

enero 2016. https://www.laverdad.es/gente-estilo/201601/12/charles-perrault-

caracteristicas-obra-2016011211. Consultado 22 octubre 2019.

López, Amando y Pedro Guerrero. “Revista interuniversitaria de formación del profesorado”.

La literatura infantil y su didáctica, n° 18, 1993, pp. 187-199. Dialnet. Consultado 21

octubre 2019.
Obiols, Nuria. “Cuadernos de literatura infantil y juvenil”. Educación, moraleja e ironía en

Perrault, vol. 10, n° 99, 1997, pp. 44-53. Dialnet. Consultado 29 septiembre 2019.

Perrault, Charles. Los cuentos de mamá ganso. Dominio Público. s.f.

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