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CAPITALISMO, FALSOS POSITIVOS Y CRIMINALIZACIÓN DE LA POBREZA.

Capitalismo

El capitalismo es un sistema de exclusiones: educativa, laboral, cultural, económica y


social.

Educación:

Para Alessandro Baratta, el sistema escolar hace parte del “proceso de selección y
marginación que se da en el seno de las sociedades capitalistas”.

Igualmente, dice Steinert que “la escuela realiza […] la separación del grano de la cizaña,
cuyo efecto constituye y legitima al mismo tiempo la escala social existente”

En este sentido, es válido deducir que las personas que no logran pasar por los filtros o
acceder al sistema educativo, quedan de por sí excluidas-apartadas de las fragmentadas
sociedades capitalistas.

En Colombia, la situación se agrava un poco más por varias razones conexas a la exclusión
del sistema educativo. Por ejemplo, la falta de inversión en este sector, lo cual hace de él un
discriminante mayor ya que muchos jóvenes no están en el área de cobertura del mismo.

Luego de esto, se puede apreciar lo que Galeano llamaría “niños sin derechos” los cuales
empiezan a ser “tratados como si fueran basura”, jóvenes que cuando niños, no pudieron ser
niños.

En Soacha, 2010, desescolarización del 12%, 37,2% cuenta con educación básica, cobertura
del 74,5%.

Laboral:

El empleo el eje alrededor del cual se constituye el andamiaje en torno al Estado de


Bienestar.

Sin embargo, luego del desmonte del Estado de Bienestar y de la reestructuración que trajo
el capitalismo luego de los años 70, se afectó gravemente al empleo como se había
concebido en el Estado de Bienestar.
Se empieza a hablar de flexibilidad del empleo, lo cual es no más que una simple palabra
para decir desempleo, precarización y degradación. Se puede pensar en una “crisis del
Estado de Bienestar”

Lo que ha ocurrido en las últimas décadas es que el capital ya no parece necesitar para nada
a porcentajes crecientes de los “pobres válidos”: los que no logran encontrar un empleo, los
parados de larga duración, etcétera. De hecho, en la actualidad el éxito en la acumulación
de capital parece depender de no dejar entrar y/o expulsar del proceso de producción de
bienes y servicios a colectivos cada vez más numerosos de individuos con plenas facultades
físicas y mentales y deseosos de emplearse en lo que sea (Jorge Rodríguez Guerra).

Sumado a esto, la necesidad de mano de obra tecnificada o profesional o mínimamente


escolarizada hace que un gran grupo poblacional que no entró al sistema educativo también
quedé por fuera del engranaje laboral.

En Soacha la tasa de desempleo ronda cerca del 22%, y el 70% de los empleados lo hacen
de manera informal.

Cerca de 22 mil jóvenes, en el año 2009, hacían parte de alguna banda criminal

Social:

“Por exclusión social se entiende generalmente el apartamiento de grupos de


individuos –por razones diversas, aunque fundamentalmente económicas- de la
corriente principal de la sociedad” Anthony Giddens.

La marginalidad, como la define la RAE, se predica de quien vive o actúa, de modo


voluntario o forzoso, fuera de las normas sociales comúnmente admitidas.

En el contexto colombiano se puede decir que hay ambos tipos de marginalidad, tanto la
voluntaria como la forzada. Pero en especial, vale la pena hablar sobre la forzada.

En el escenario de un conflicto armado como el nuestro, la situación se agravó mucho por


asuntos como los desplazamientos forzados, la falta de ayuda a las víctimas, la desigualdad,
la impunidad y los excesos de poder.
Seguridad o libertad:

El miedo como estrategia de control político.

Se pregunta “si es mejor ser amado que temido o al contrario. Al que se responde
que lo mejor sería una y otra cosa a un misino tiempo, pero que al ser difíciles de
conciliar, es mucho más seguro sor temido que amado cuando se haya de
prescindir de una de las dos” Maquiavelo.

“El miedo obliga al individuo a la cesión inmediata de su libertad, del control de su


vida económica, de su soberanía y el control de sus decisiones, en aras de la salud
del sistema capitalista, del Estado que lo enarbola, y del progreso de ambos”.

El sistema potencia conscientemente el miedo en el ciudadano, le hace sentirse vulnerable


ante incontrolables enemigos en la sombra, ante la inseguridad

"El miedo ahuyenta al amor, la inteligencia y la bondad. Al final, el miedo llega a


expulsar del hombre la misma humanidad." Aldous Huxley

“En la era de la globalización vivimos cada vez más en el interior de la sociedad


del riesgo, y se puede pronosticar un panorama de inseguridad permanente de los
individuos que habiten esta sociedad” Ulrich Beck

Las diversas demandas de seguridad planteadas por quienes habitan en el centro del poder
económico mundial, serán encausadas por el poder político hacia la seguridad frente al
"otro" [a los de la periferia].

Ante la percepción de la situación de crisis social profunda - real o percibida como


tal - se pretende recuperar el instrumento punitivo clásico, pero con mayor dureza,
para reconstruir la sensación de solidaridad (DAHRENDORF 1998). Esta
respuesta se limita a ubicar el origen de los temores fuera de la "comunidad",
entendida como formada por quienes mantienen rasgos identitarios comunes.

Se logra así que los individuos, en esta encrucijada del miedo a la "inseguridad",
exijan un derecho penal "para enemigos" que actúe con medios eficientes en su
"lucha" contra la delincuencia

Estamos habitando “culturas del miedo” en las cuales hay temor generalizado que se genera
con el fin de influenciar en el comportamiento de las personas.

Erich Fromm, un sustituto común para la libertad son los sistemas autoritarios. Éstos
reemplazan al individuo a la hora de pensar y tomar decisiones.

En Colombia, la idea de la agudización de un conflicto armado muy duradero que se


fortaleció con el narcotráfico hizo que gobiernos propusieran medidas muy radicales, las
cuales pretendían darle presencia al Estado en zonas bajo el control de grupos armados
ilegales y devolverle la legitimidad perdida.

Negar la existencia de un conflicto armado con raíces políticas llevó a entender que no se
estaba en presencia de grupos insurgentes sino terroristas.

"una sociedad que crea inseguridad y que pretende neutralizarla por medio del
control social" PEGORARO

Y ahora es cuando se presenta la discusión de si seguridad o más bien libertad. Y en


escenarios como este, es del que salen política criminales como la de seguridad democrática
la de tolerancia cero, que en esencia son medidas tendientes a restringir las libertades
civiles, en aras de la seguridad y muestran sus resultados más en cifras que en aumentar
realmente la seguridad, como consecuencia se puede apreciar un aumento considerable de
las denuncias por abuso de autoridad.

La clase política opta por dictar leyes de mayor contenido punitivo (con el manejo
del discurso simbólico y de la ideología del riesgo) como única respuesta a las
demandas sociales

Como sea, en la discusión pública de los países centrales en los cuales se ha


transformado en el tema más relevante, el problema de la "seguridad" se limita al
problema de los delitos y se advierten "novedosas" tendencias en estas políticas de
"seguridad", identificadas con las políticas penales más severas y que se dirigen
exclusivamente a la incapacitación de los sectores sociales no integrados y que
ahora también se consideran no integrables al mercado.

La concepción según la cual se exige a la población civil una participación activa en la


consolidación de la política de seguridad, hecho que rompe el principio de distinción entre
personas que participan directa o indirectamente de las hostilidades y quienes no participan
en ellas

La seguridad de los sectores aventajados va a significar trasladar el riesgo a otras personas.

Es éste el modelo de política de seguridad imperante que pretende garantizar la seguridad


de los "ciudadanos respetables" a costa de los excluidos (inmigrantes, desempleados, sin
hogar, toxico dependientes, jóvenes marginados, etc.) Baratta

La tolerancia cero, en palabras de LARRADANT, es un instrumento de legitimación de la


gestión policial y judicial de la pobreza que molesta, la que se ve, la que provoca incidentes
y desagrados en el espacio público y alimenta por lo tanto un sentimiento difuso de
inseguridad y de malestar.
La Tolerancia Cero de Rudolph Giuliani, aplicada en la ciudad de Nueva York durante su
alcaldía, fue una política que buscaba reducir los índices de criminalidad de la ciudad. Esta
se centró en atacar y castigar fuertemente cualquier accionar. Principalmente se ocupó de
delitos menores, relacionados con el micro tráfico de drogas, la indigencia, la prostitución,
ingesta y consumo de alcohol y drogas en espacios públicos, contra personas desempleadas,
grupos minoritarios y marginados.

“La tolerancia cero se sitúa en un contexto radicalmente diferente, marcado por las crisis y
por el progresivo abandono del gran proyecto disciplinario de la modernidad capitalista.
Pobres, desocupados, mendigos, nómadas y migrantes representan ciertamente las nuevas
clases peligrosas; esto es, los «condenados de la metrópolis», contra quienes se movilizan
los dispositivos de control” De Giorgi

Wacquant advierte que estamos en presencia de la mundialización de la tolerancia cero y


Bauman señalaba que actualmente hay vidas desperdiciadas y desperdicios humanos, los
cuales son usados para crear temor entre la población con el objetivo de que sus habitantes
no residuales sean conscientes de la existencia de una inseguridad latente.
Soacha

Las situaciones recién descritas crean un ambiente propicio para la pobreza.

La falta de educación, más el desempleo, la marginalidad y la exclusión social son factores


comunes a muchos lugares de Colombia, como por ejemplo, el municipio de Soacha que en
el año 2009 contaba con el 40% de familias desplazadas de todo el departamento de
Cundinamarca.

“Se ha constituido en el lugar de ubicación de las capas sociales más excluidas,


que a consecuencia del desarrollo urbano de la capital han sido paulatinamente
expulsadas hacia la periferia. Igualmente, Soacha ha sido un municipio receptor de
población en situación de desplazamiento (a consecuencia de hechos de violencia
sociopolítica propios de la dinámica del conflicto armado), toda vez que, por sus
condiciones de cercanía con la capital, se ha convertido en lugar de paso en
algunos casos o de residencia en otros, de quienes llegan producto de tal
circunstancia”.

“la falta de oportunidades de jóvenes y niños, se ha convertido en el clima propicio


para la presencia de grupos armados y de bandas para el microtráfico de
estupefacientes que han aprovechado tales circunstancias para vincular a los
pobladores a la guerra, directa e indirectamente”.

“Se ha impuesto la lógica de reconocer en la población civil un enemigo”

“Dicen algunos: eran jóvenes delincuentes, drogadictos, sin sueños ni proyectos de


vida, sin un salario, sin educación, “si les pasó lo que les pasó, fue por algo”, “el
que es bueno, es bueno y no le pasan estas cosas”, “se lo merecían, hay mucho
muchacho que daña la sociedad””

Los falsos positivos de Soacha, y de manera general, se pueden considerar como una
muestra de la tolerancia cero llevada hasta el extremo. Las personas víctimas, como diría
Bauman, fueron desperdicios humanos o niños sin derechos, según Galeano, que no
tuvieron oportunidades de escolarización ni de empleo, ubicados en barrios marginales
repletos de bandas delincuenciales y drogadicción, y que por tales razones quedaron
separados de la “sociedad”, como si ellos no formaran parte de la misma. Igualmente
víctimas de un sistema capitalista excluyente, que no le interesan las personas pobres y que
hace de ellas un peligro constante para los no pobres, peligro que debe ser eliminado o
neutralizado.

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