La salud en la fábrica.

Estudio sobre industria

Siderúrgica en México: Parte I y II.

Como citar este artículo:

Laurell, A. & Noriega, M. (1989). La salud en la fábrica. Estudio sobre industria

siderúrgica en México. Parte I y II. México: Ediciones ERA

Docente:
Módulo: Marco Político Conceptual de la Salud en Venezuela
Asa Cristina Laurell
Mariano Noriega

ÍNDICE

La salud en la fábrica
Estudio sobre industria Primera parte
Siderúrgica en México por Asa Cristina Laurell
1. Introducción, 2
II.1 La investigación latinoamericana sobre trabajo y
salud, 5
II.2 El estudio del proceso de trabajo y salud: análisis crítico
de cuatro propuestas metodológicas, 12
II.3 Para el estudio de la salud en su relación con el proceso
de producción, 31

Segunda parte
por Asa Cristina Laurell y Mariano Noriega
III.1 La empresa y los obreros, 46
III.2 El proceso laboral, 56
III.3 Las cargas laborales, 67
III.4 El desgaste obrero, 75
III.5 Las estrategias respecto a la salud obrera, 92
III.6 A modo de conclusión, 102
Colección
Problemas de México

Ediciones Era
 I Introducción

Primera Parte
Por Asa Cristina Laurell Durante los últimos diez años hemos presenciado el surgimiento de una
serie de investigaciones sobre la salud obrera en prácticamente todos los
países latinoamericanos. Contrario a lo que ocurre en los países capitalistas
centrales, en América Latina este campo no ha sido hegemonizado por la
medicina del trabajo de corte tradicional sino que la mayor parte de los
estudios tienen un acercamiento a este tema que incluye elementos
importantes de las ciencias sociales. De esta manera interesan tanto a la
sociología del trabajo como a la sociología médica. Sin embargo, es sobre
todo la corriente de la medicina social latinoamericana la que ha intentado
construir la salud de los trabajadores como un objeto de estudio específico.
Esto ha llevado a una problematización de la relación trabajo-salud que
pone en el centro del análisis el carácter social del proceso salud-
enfermedad y la necesidad de entenderlo en su articulación con el proceso
de producción.
A pesar de que contamos con una riqueza bastante grande de
planteamientos teórico-metodológicos y un número considerable de
estudios concretos, sigue habiendo problemas no resueltos en este campo. A
mi parecer hay cuatro cuestiones claves que requieren ser desarrolladas para
avanzar en el proceso de generación de conocimiento respecto a la salud de
las colectividades obreras.
Un primer problema de orden metodológico y técnico se refiere a cómo
estudiar empíricamente el proceso laboral en su relación con la salud. Es
decir, aunque podamos sustentar teóricamente la estrecha relación entre la
conformación específica del proceso laboral y los patrones de desgaste
obrero, no resulta inmediatamente evidente cómo investigar esta relación en
términos concretos. Disponemos en este momento de elementos
metodológico-técnicos para el estudio del proceso laboral provenientes
tanto de las ciencias sociales como del campo médico-ingenieril, pero
obedecen muchas veces a lógicas de investigación y objetos de estudio
diferentes al que constituye la salud de la colectividad obrera. Por ejemplo,
no nos interesan necesariamente los mismos elementos del proceso laboral
para explicar las formas de acción obrera que para explicar el desgaste
obrero. Por otra parte, resulta insuficiente recoger solamente datos respecto
al ambiente laboral físico o químico si se trabaja con un planteamiento
teórico que reconoce la importancia del proceso de producción global en la
determinación de la salud obrera. Esto no quiere decir que no se pueden
2
aprovechar estas experiencias del estudio del proceso laboral, sino que hace
falta desarrollar un instrumental metodológico-técnico pensado
específicamente en función del objeto de estudio que nos concierne.
Un segundo problema que adquiere especial importancia en este campo
de investigación se refiere a la integración de la experiencia obrera en el
proceso de generación de conocimiento. Sin embargo, este problema no es
principalmente una cuestión operativa de técnicas de investigación sino que
se deriva de la intención de generar conocimiento desde el horizonte de
visibilidad de la clase obrera bajo una forma que lo convierte en un arma de
transformación de la realidad. Planteado así el problema, la experiencia
obrera no es sólo una fuente de información que puede ser aprovechada en
los estudios para conocer un centro de trabajo concreto, sino que involucra
la relación entre los investigadores y los investigados; entre el sujeto y el
objeto del proceso de investigación. Este problema ha sido trabajado
especialmente por el movimiento sindical italiano a través del método
llamado el Modelo Obrero. Sin embargo, adolece de una serie de
limitaciones que tienen que ser superadas para poder articulado en el
proceso de investigación-transformación.
Un tercer problema -íntimamente ligado a los anteriores- es la poca
atención que se ha dado en las investigaciones a la organización social de
los obreros respecto al proceso de desgaste. Es decir, a pesar de que el
proceso laboral es el espacio cotidiano de confrontación de clase, se ha
estudiado muy deficientemente cómo la correlación de fuerza entre trabajo
y capital gravita sobre el desgaste generado en el espacio fabril.
Un último problema se refiere a la necesidad de hacer estudios concretos
sobre los tipos básicos de procesos laborales, diseñados de tal manera que
permitan una retroalimentación teórica y metodológica respecto a los
planteamientos ya adelantados. O sea, a pesar de que se dispone de estudios
específicos de diferentes centros de trabajo, todavía falta profundizar en
ellos para enriquecer los puntos de vista sobre la relación entre el proceso
de producción y el patrón de desgaste obrero.
En el libro se pretende contribuir al esclarecimiento de estas cuatro
cuestiones. De esta manera, consta de dos partes; una primera, que se puede
caracterizar como una investigación teórico-metodológica, y una segunda,
que es un proceso de investigación basado en los planteamientos de la
primera parte. A pesar de la evidente relación entre las dos partes del
trabajo, tienen cierta independencia. Es así, porque la parte teórico-
metodológica aborda el estudio del proceso de producción y el desgaste en
el marco de la relación entre capital y trabajo, mientras que la segunda parte
tiene por finalidad explorar y analizar una realidad concreta. Esta no debe
ser entendida como la simple" aplicación" de los planteamientos de la
primera parte, dado que no hace uso de todos los elementos de la propuesta
general ni se restringe a analizar sólo las cuestiones allí relevadas.
La primera parte del libro tiene por objetivo llegar a una propuesta
teórica, metodológica y técnica que permita el estudio empírico del proceso
de producción en su relación con la salud obrera y que sea capaz de generar
el conocimiento necesario tanto para sustentar una nueva práctica respecto a
la salud obrera como para proporcionar los elementos necesarios para su
defensa inmediata en el marco impuesto por la legislación laboral. De esta
manera, se empieza con una revisión de la literatura latinoamericana que ha
abordado la problemática de salud de los trabajadores usando las ciencias
sociales. La finalidad de esta revisión es sistematizar cuáles son las
temáticas tratadas y con qué enfoques teórico-metodológico-técnicos, para
de ahí precisar el grado de avance de este campo de investigación, las
posiciones discrepante s y los problemas no resueltos.
En el segundo capítulo se profundiza en el análisis de cuatro propuestas
metodológico-técnicas distintas para el estudio del proceso laboral en su
relación con la salud obrera, dado que se trata de una de las cuestiones
centrales pero que no ha sido resuelta. El objetivo de este análisis es, por un
lado, precisar qué elementos del estudio del proceso laboral tienen
relevancia respecto al objeto específico, o sea el desgaste obrero, y por el
otro, extraer de estas propuestas aquello que tiene relevancia para una
propuesta global.
En el último capítulo de la primera parte se adelanta una
reconceptualización de la relación entre la salud y el trabajo reto mando
algunos planteamientos de la corriente de la medicina social
latinoamericana. De esta manera, se argumenta que lo específicamente
nuevo en ella es haber expuesto el carácter histórico del proceso salud-
enfermedad; cuestión que se explica en función de los distintos "modos de
andar por la vida" que surgen por medio de los procesos de adaptación
generados por las maneras en que el hombre se adecúa a la naturaleza. A
partir de esto se propone al concepto "proceso de producción" -entendido
como la unidad entre el proceso de valorización y el proceso laboral- como
la categoría analítica central para la comprensión del "trabajo" en su
relación con la salud en la sociedad capitalista. En función de esto se
fundamenta la necesidad de usar el concepto de "cargas laborales" en vez
del concepto de "riesgo" y el de "desgaste" en vez de "enfermedad.
La primera parte del libro desemboca en una propuesta metodológico-
técnica para el estudio de la relación trabajo-salud en la perspectiva
conceptual expuesta. La cuestión fundamental, que pretende resolver, es
lograr una articulación de los cuerpos de conocimiento relevantes al objeto
de estudio que sintetice y supere cada una de sus partes integrantes. En esta
3
propuesta se presta una atención especial a la cuestión del papel
protagónico de los trabajadores en el proceso de generación de
conocimiento-transformación de la realidad.
La segunda parte del libro es un estudio sobre el proceso de producción y
el desgaste obrero en la empresa minero-siderúrgica SICARTSA, de Ciudad
Lázaro Cárdenas, que se basa en una investigación realizada conjuntamente
con el sindicato. Como ya se señaló, el estudio no pretende ser la simple
"aplicación" de la propuesta de la primera parte de la tesis, dado que no
utiliza todos los elementos allí vertidos.
El primer capítulo analiza esencialmente una de las vertientes generales
del problema: la estrategia de la empresa respecto a la generación de
plusvalor en el contexto de la competencia intercapitalista y de cara a la
resistencia obrera. En el segundo capítulo se reconstruye el proceso laboral,
a partir de una encuesta colectiva, siguiendo dos ejes analíticos. El primero
pretende desentrañar el modo específico como se articulan, por un lado, las
distintas fases de producción en función de los elementos tecnológicos
determinantes -el equipo de Alto Horno y Aceración- y el desfase
tecnológico en el seno del proceso que de allí se desprende y, por el otro,
las tareas de operación y de mantenimiento. La segunda vertiente se refiere
al control, la división y la organización del trabajo. Pretende mostrar, por
una parte, la articulación de las distintas formas de control (por la máquina,
el burocrático y por las formas salariales); por la otra, analiza especialmente
cómo el trabajo de mantenimiento, a pesar de que aparentemente permite un
mayor grado de decisión obrera, está restringido por el movimiento de la
producción, por la particular división del trabajo y por el control
burocrático.
El tercer capítulo profundiza en las cargas laborales a la luz del análisis
del proceso laboral. De esta manera, después de una descripción de ellas, se
pretende mostrar su relación con la conformación específica de la base
técnica y con la división y organización del trabajo en SICARTSA. Es
decir, en vez de hacer una lista de "riesgos de la siderúrgica", se explora la
dinámica entre la forma particular que asume el proceso laboral y el tipo de
cargas que resultan. El cuarto capítulo analiza, a la luz del proceso laboral y
las cargas, el desgaste obrero en SICARTSA en cuatro vertientes, que cada
una de ellas se basa en distintos indicadores de este proceso. La primera se
refiere al perfil de molestias y enfermedades según área y según tipo de
trabajo reportado por los obreros en las discusiones colectivas. La segunda
es el perfil de morbilidad según tipo de trabajo y antigüedad, basado en los
exámenes médicos periódicos realizados por los servicios médicos de la
empresa. La tercera es la accidentabilidad según área y tipo de trabajo. La
cuarta se refiere al "tiempo de trabajo útil" captado con la rotación-
expulsión por área y tipo de trabajo.
El quinto capítulo, finalmente, busca ubicar la salud obrera en su
relación con el proceso de producción en la perspectiva de las estrategias
que despliegan al respecto la empresa, las instituciones estatales y los
obreros.
De esta manera, se analizan tres vertientes distintas. Una se refiere a
cómo está plasmada en el contrato colectivo la cuestión de la salud. Una
segunda analiza las prácticas cotidianas de cada uno de los involucrados
con un énfasis especial en la correlación de fuerza entre ellos alrededor del
control sobre cómo usar la fuerza de trabajo en la fábrica. Finalmente, se
pretende captar las estrategias a través de los momentos de conflicto agudo,
lo que permite resaltar especialmente la relación entre la de la patronal y la
de las instituciones estatales.
El trabajo fue originalmente presentado como tesis de doctorado en
sociología por Asa Cristina Laurell, lo que explica que la primera parte sea
de su autoría exclusiva. Para su elaboración fueron de gran importancia las
discusiones con Víctor Manuel Durand, quien asesoró la tesis, y con Adolfo
Gilly, pionero del estudio del proceso de trabajo en México. En la
investigación que subyace a la segunda parte, o sea el estudio de
SICARTSA, participó mucha gente. Asa Cristina Laurell y Mariano
Noriega, docentes-investigadores de la Maestría en Medicina Social de la
UAM-X, estuvimos a cargo de la investigación como asesores del comité
ejecutivo de la sección 271 del Sindicato Minero, que impulsó y garantizó
su realización. El estudio fue, pues, un trabajo conjunto entre la sección
sindical y la UAM-X, acordado y diseñado de común acuerdo. Cabe resaltar
que la razón que llevó a la dirección sindical a plantear la realización del
estudio fue la preocupación de los obreros de SICAR TSA respecto al
deterioro acelerado de su salud. De esta manera un número importante de
ellos participó directamente a lo largo del estudio con gran entusiasmo y
compromiso. Es más, sin esta participación la investigación tendría
características distintas y mucho más pobres. Finalmente, contamos con la
ayuda de Luis Felipe Bazúa, Horacio Vázquez y Cesar Moreno en el
procesamiento de la información.
Por otra parte, es necesario reconocer el carácter colectivo de los
planteamientos que se desarrollan a lo largo del libro, ya que se inscriben en
las líneas del trabajo tanto de los miembros de la corriente latinoamericana
de medicina social como de aquellos grupos de investigadores y
sindicalistas que durante los últimos años han dedicado su esfuerzo al
análisis del proceso de trabajo como un elemento central en la
estructuración de una nueva estrategia obrera, la cual es urgente e
indispensable en los tiempos que corren. A todos los directa e
4
indirectamente involucrados queremos dar nuestro reconocimiento con la II.1 La investigación latinoamericana
esperanza de que el libro exprese los objetivos compartidos y sirva para sobre trabajo y salud
impulsar la larga lucha por la salud obrera.

En el discurso sanitarista tradicional los problemas de salud son de la

población, agrupada por edad, sexo y zona geográfica, y no de los
trabajadores; son problemas del consumo y de las conductas y no del
trabajo. La realidad cotidiana del trabajo ha sido el punto ciego no
solamente de la mirada sanitarista sino también de la mayoría de los
observadores y analistas de la sociedad. Es, entonces, importante y urgente
penetrar los muros de los centros de trabajo y mostrar lo que allí ocurre,
para que dejen de ser ámbitos de la experiencia individual y se conviertan
en áreas, socializadas y legítimas, de acción y transformación. La
investigación, que muestra y documenta la existencia de determinada
problemática, es necesaria para potenciar la lucha obrera por la salud y por
la vida.
La salud de los trabajadores, asimismo, es un área prioritaria de
investigación, ya que se muestra como un tema privilegiado para la
construcción de un nuevo modo de entender y analizar la salud-enfermedad
colectiva en cuanto proceso social. Es significativo que los que pretenden
estudiar la producción social del proceso salud-enfermedad tienden a
converger en el tema aun cuando sus puntos de partida y trayectos sean
diversos. La forma de teorización y el modo concreto de abordar la
investigación ciertamente han sido diferentes, pero queda el hecho de que
todos los caminos llevan a la exigencia de penetrar y explorar la relación
trabajo-salud para poder comprender cómo se articula la salud-enfermedad
en el proceso social y cómo expresa a éste.
Sin embargo, el estudio del proceso de trabajo y la salud obrera no es, en
rigor, una preocupación reciente. El impacto de la Revolución Industrial en
Europa durante el siglo pasado fue tan espectacular y expoliador de la vida
obrera, que necesariamente se convirtió en una temática de estudio y de
acción. De esta manera Marx y Engels1 dedican una parte de su obra a
analizar este problema como una de las expresiones concretas de la
explotación capitalista, basándose en diversos estudios realizados sobre
todo en Inglaterra. Asimismo, existían en Francia y Alemania corrientes
importantes de médicos,2 identificados con la causa obrera, que
documentaron a través de una serie de estudios los efectos devastadores de
la industrialización sobre la salud y la vida obrera.
La situación era tan seria que de hecho ponía en peligro la reproducción
de la fuerza de trabajo al superar las tasas de mortalidad a las de natalidad.
5
Es decir, la reproducción de la fuerza de trabajo sólo tenía solución
mientras existiera la posibilidad de transferir población de las zonas rurales
a las urbanas. Por otra parte, ante esta situación las nacientes organizaciones
obreras hicieron una serie de planteamientos en defensa de la vida y, por
ende, de la salud.
De la necesidad compartida por el capital y el trabajo de modificar las
condiciones creadas por la industrialización surgieron medidas que fueron
hegemonizadas, finalmente, por la burguesía. De esta manera se tendió a
parcializar la problemática de la salud obrera enmarcándola en dos
vertientes: la de la atención médica y la de los “riesgos de trabajo”. Esta
parcialización encuentra su sustento científico en lo que hoy se conoce
como el Modelo Médico,3 el cual identifica la enfermedad como el
resultado de la acción de agentes específicos -los riesgos- y su solución en
la acción curativa. Con esta visión resulta, pues, oscurecida la comprensión
compleja de la relación entre el proceso de trabajo y la salud por cuanto una
parte importante de ella es ubicada fuera del trabajo como “enfermedad
general o natural”. La otra, reconocida como del trabajo; se restringe a los
riesgos físicos, químicos, biológicos y mecánicos, a veces abordados con la
prevención, y si no indemnizados.
El nuevo auge de la posición que relaciona el proceso de trabajo con la
salud se presenta, significativamente, junto con un cuestionamiento global
de la organización capitalista del trabajo a finales de los años sesenta e
inicios de los setenta. Es decir, ocurre justo cuando renace -contra la
parcialización de la problemática del mundo laboral impuesta por la lógica
de la negociación problema por problema- una visión que recupera al
proceso de trabajo como el espacio concreto de explotación.4 De ahí no hay
un paso largo para recuperar a la salud obrera como expresión, igualmente
concreta, de esta explotación. 5
Simultáneamente se presentaron, también, elementos dentro del mismo
campo médico que cuestionaron la validez del Modelo Médico. Es decir,
durante aquellos años no sólo se daba la desmitificación de la inevitabilidad
de una determinada manera de organizar la producción social, sino también
una reflexión crítica sobre las prácticas sociales imperantes, como la
médica. Surge, de esta manera, la crisis de la medicina, como crisis de un
paradigma científico y de una práctica. Esta crisis se mostraba con
particular fuerza en América Latina. Por una parte, permanecían como
causas importantes de mortalidad las enfermedades consideradas como
resueltas por la ciencia médica, al tiempo que las nuevas se presentaban con
una frecuencia cada día mayor6 por otra parte, a pesar del crecimiento de
los servicios de salud, éstos no parecían resolver los problemas relevantes
de salud de la población. 7
Retorno a la fábrica pala descifrar la realidad, salida del hospital para
entender la enfermedad. Estas fueron las condiciones que permitieron
retomar la exploración de la relación trabajo-salud a fin de comprender el
carácter social del proceso salud-enfermedad y de sustanciar una nueva
práctica social respecto a la salud obrera, exigida por los movimientos
sociales. Habría que añadir corno elemento importante, finalmente, el
surgimiento del marxismo corno corriente hegemónica en las ciencias
sociales latinoamericanas, las cuales se constituyeron en el eje analítico de
la exploración de este espacio particular de la realidad.8
La revisión de la investigación realizada en Latinoamérica y México
sobre el proceso de trabajo y salud revela sus orígenes disciplinarios
diversos, ya que proviene tanto del campo de las ciencias de la salud corno
de las ciencias sociales. Sin embargo, independientemente de su
procedencia, esta investigación articula necesariamente, por el carácter de
su objeto de conocimiento, elementos de ambas ciencias; lo que distingue a
unos estudios de otros más bien es la forma bajo la cual se hace esta
integración. Para la revisión de este campo de investigación vamos a seguir
tres ejes analíticos, a saber, los planteamientos teórico-metodológicos
empleados, la temática tratada y las implicaciones para la acción
transformadora.
La importancia de lo teórico-metodológico reside en que nos
encontramos ante un problema que, tal corno está planteado, requiere de
una reformulación teórica respecto a la forma dominante de
conceptualizarlo. Esto a su vez implica un reto metodológico,
especialmente porque existe una serie de técnicas a utilizar de los distintos
campos disciplinarios involucrados que, sin embargo, tienen que ser
rearticuladas en una nueva perspectiva. Emerge, además, corno problema
central en este contexto, y por el mismo carácter de la problemática, el
papel de los trabajadores en el proceso de generación de conocimiento.
La temática tratada tiene relevancia en tanto nos indica, por un lado, qué
partes del territorio del mundo laboral y sus problemas de salud se están
incorporando al mapa de lo socialmente conocido. Por el otro, permite
explorar la estrategia de generación de conocimiento, ya que, sin duda, hay
algunas temáticas que resultan cruciales. Tal es el caso, por ejemplo, de los
procesos de trabajo implicados directamente en la reconversión industrial,
ya que involucrarán gran cantidad de obreros en adelante. Asimismo,
resulta importante revisar cómo se han generado los distintos proyectos.
Esta cuestión tiene relación con la acción transformadora, dado que los
estudios realizados junto con los sindicatos democráticos generalmente
están planteados desde un inicio corno proyectos para sustanciar la lucha
obrera.
6
LOS TEMAS, LOS PLANTEAMIENTOS TEÓRICO-METODOLÓGICOS
y LOS PROCESOS DE INVESTIGACIÓN
Aunque se dará un énfasis especial a los estudios realizados en México, se
incluirá en el análisis a los del resto de América Latina, ya que todos ellos
comparten el desarrollo de una serie de elementos similares y se refieren a
un contexto económico, político y social semejante. Habría que advertir que
la revisión sistemática y completa de la investigación respecto al proceso de
trabajo y salud se dificulta en América Latina por el hecho de que sus
resultados se reportan en publicaciones de la más diversa índole,
frecuentemente de circulación restringida. Además están sin publicar
todavía algunas investigaciones de particular interés teórico y
metodológico. Cabe señalar, también, que el Instituto Mexicano del Seguro
Social (IMSS) ha realizado una serie de estudios dentro de un programa de
industrias de alto riesgo, que, sin embargo, no han sido dados a conocer ni
al público ni a los trabajadores interesados. En vista de esta situación se
opta aquí por discutir las tendencias más relevantes, ejemplificándolas con
trabajos concretos. Este procedimiento conlleva el riesgo de alguna omisión
importante que, en el caso de presentarse, sólo debe llamar la atención
sobre la urgente necesidad de establecer mecanismos más eficientes de
comunicación y de difusión.
a] El mapeo de riesgos y su explicación sociopolítica
Al plantearse en América Latina el estudio del impacto del trabajo en la
salud salta a la vista el profundo desconocimiento respecto a los llamados
riesgos ocupacionales presentes en los centros de trabajo, sean éstos del
sector primario, secundario o terciario. Queda, pues, manifiesta una falta de
actualización del conocimiento más elemental de higiene y seguridad del
trabajo. De esta manera, los únicos datos relativamente confiables que se
recogen al respecto en México son los accidentes de trabajo registrados por
los institutos de seguridad social, corno el IMSS. Sin embargo, éstos
excluyen, por una parte, los de los trabajadores no asegurados y, por la otra,
son de difícil interpretación, ya que no siempre es posible establecer con
precisión cuál es el denominador real (población en riesgo y/o horas
trabajadas). En el caso de los datos referidos a las enfermedades
profesionales resalta el evidente subregistro, dado que su número es muy
bajo y su estructura por causa es poco creíble.9 A estas deficiencias de
orden descriptivo se suma, además, la escasa socialización del
conocimiento médico relativo a estos problemas tanto entre los
profesionistas como entre los trabajadores. Con la posible excepción de las
enfermedades profesionales legendarias corno la silicosis, no tiene ninguna
realidad práctica la larga lista de riesgos físico-químico-biológicos
reconocidos. Así, no sirve corno referente para la comprensión de los daños
a la salud, ni para la acción sanitaria de los médicos o de los trabajadores.
Llenar estos vacíos de información evidentemente es una tarea urgente y
una necesidad para tener una representación concreta de cuáles son y cómo
se distribuyen los riesgos ocupacionales en el mundo laboral
latinoamericano. Esto resulta todavía más importante si se torna en cuenta
la política de “exportación de riesgos” que forma parte de la nueva división
internacional del trabajo. Esta significa que países corno México sufren y
sufrirán cada día más no sólo de la insalubridad laboral "normal", sino que
en ellos se está concentrando selectivamente la producción industrial y
agrícola más dañina. 10
Durante los últimos años se ha realizado una serie de estudios
encaminados a generar un conocimiento concreto respecto a estos riesgos
ocupacionales específicos en los distintos centros laborales y, en algunos
casos, su extensión al territorio circundante. En términos teórico-
metodológicos estos estudios generalmente no problematizan el análisis del
proceso de producción y la salud, dado que se sustentan en la concepción de
la medicina del trabajo dominante y emplean técnicas toxicológicas y/o
epidemiológicas. Sin embargo, incorporan a veces el materialismo histórico
para analizar el contexto económico-político que aplica el surgimiento de
esta insalubridad.
Ejemplifican este tipo de estudios las investigaciones sobre la
intoxicación con plomo realizadas en Argentina,11 Brasil y por el Centro de
Ecología Humana y Salud de la OPS/OMS en México;12 la intoxicación y
contaminación mercurial en Venezuela13 y Nicaragua,14 los estudios sobre
el uso de pesticidas en México y Centroamerica15,16 los estudios de
diferentes riesgos específicos en la industria colombiana17 y la distribución
de los accidentes graves según tamaño de la industria en Brasil. 18,19
Estos estudios no sólo verifican la importancia de dichos problemas
respecto a la salud de los trabajadores y los habitantes de las zonas fabriles,
sino que muestran, además, que tienden a ser de una gravedad extrema. Es
decir, no encuentran una frecuencia "esperable" de víctimas de los riesgos
laborales sino situaciones que llegan al extremo, por ejemplo, de
intoxicaciones de grupos humanos enteros. Vistas en esta perspectiva, las
grandes catástrofes industriales (como, por ejemplo, la de San Juanico en
México) no son fenómenos aislados sino más bien el pico espectacular del
iceberg de las pésimas condiciones de higiene y seguridad de la industria
latinoamericana.
7
 Es justamente para explicar esta insalubridad e inseguridad
comparativamente más alta, que se ha introducido en estas investigaciones
el análisis del contexto económico-político, pero sin plantear la cuestión del
proceso de producción. Generalizando se puede decir que este análisis
muestra que las condiciones insalubres y de seguridad precaria se derivan
de formas de maximizar la ganancia basadas, entre otras cosas, en
minimizar la inversión en medidas de higiene y seguridad y escamotear a
los trabajadores sus derechos en este campo.20
La viabilidad de esta actuación se explica, esencialmente, en el terreno
político, ya que descansa sobre la no-intervención para corregir la situación
por parte de los órganos estatales y de las organizaciones sindicales
controladas, o sobre la relativa debilidad de las organizaciones sindicales
democráticas para reivindicar con éxito sus intereses en este campo.
Ciertamente el desconocimiento obrero respecto a los riesgos implicados en
los distintos procesos laborales explica parcialmente el nivel relativamente
bajo de conflictividad acerca de estos problemas. Sin embargo, caben al
respecto dos aclaraciones. Por un lado, existe una serie de elementos para
sostener que se trata de una ignorancia "construida" a través de la
manipulación del conocimiento existente por parte de las empresas y las
instituciones responsables, así como de la descalificación sistemática de la
experiencia obrera al respecto.21 Por el otro, hay varios ejemplos que
muestran que aun cuando los trabajadores tengan conciencia respecto a los
riesgos, deben desarrollar luchas prolongadas para ganar el reconocimiento
de sus derechos, tal como ha sido el caso de los electricistas y minero-
metalúrgicos en México.22
Mirados estos estudios desde el ángulo teórico-metodológico, queda
claro que el análisis social, por así decido, es externo a la cuestión de la
salud propiamente hablando. Esto es, no hay interrogantes ni propuestas
teóricas respecto al proceso salud-enfermedad como tal -la enfermedad y su
causalidad están dadas-, sino que ante todo se denuncia el ocultamiento de
un conocimiento existente y luego su manipulación con fines de ganancia.
Otra ilustración de la exterioridad de lo social en este tipo de enfoque es
que, aun cuando no se opondría a reconocer la historicidad de la
enfermedad, la explicaría como el resultado de constelaciones distintas de
"factores de riesgo" más, que como formas históricas específicas de
existencia psico-biológica humana irreductible a la simple existencia de
riesgos. Esta manera de plantear el tema revela una concepción
instrumentalista del conocimiento médico. Para ella la cuestión importante
no es el contenido teórico y conceptual de este saber, sino para qué fines se
utiliza y quién lo controla. Como tal es una desmitificación de la
neutralidad de los científicos, pero se sigue preservando la idea de la
neutralidad de la ciencia en cuanto a la direccionalidad de su proceso.
Este grupo de estudios, asimismo, está caracterizado por la ausencia de
una problematización respecto al "trabajo". De esta manera no está presente
la noción del trabajo como la actividad humana básica que asume formas
específicas como expresión de las relaciones sociales bajo las cuales se
realiza. No está presente, pues, como proceso de producción sino sólo como
ambiente de trabajo donde los hombres entran en contacto con
determinados riesgos; cuestión que a su vez explica por qué aparecen como
relevantes únicamente los riesgos físico-química-biológicos y mecánicos.
Consecuentemente no hay ninguna preocupación por construir un proceso
de investigación que permita dar cuenta de la articulación compleja del
proceso de producción en su relación con la salud.
b] La salud como referente de la condición obrera
Otro grupo de investigaciones, que ha generado información sobre la salud
de las colectividades obreras, son aquellas realizadas por científicos
sociales dedicados al estudio de la "condición obrera". Resulta significativo
que al explorar este tema se llega casi ineludiblemente a la salud como una
cuestión central, ya que surge como una expresión concreta del conjunto de
las relaciones y contradicciones que vive la clase obrera. Así, estas
investigaciones ofrecen una entrada distinta al estudio del trabajo y la salud.
Algunos de estos trabajos actualizan de modo claro ciertos problemas clave
de la investigación social en este campo, pues carecen del prejuicio médico;
esto aclara algunas cuestiones, mientras que su propio sesgo disciplinario
oscurece otras. Ello significa, por ejemplo, que la propuesta del carácter
social de la salud de los trabajadores no se convierte en tema de polémica
sino que las complicaciones surgen más bien al intentar precisar la
especificidad del objeto de estudio -"proceso salud-enfermedad"-, como se
verá más adelante.
Uno de los estudios mexicanos incluido en este grupo es el realizado por
Carrillo23 respecto a la industria maquiladora fronteriza. El tema es, sin
duda, de gran relevancia dado que es el prototipo de industria dentro del
esquema de conversión de la economía mexicana en "plataforma de
exportación". El enfoque central del autor consiste en constituir "industria
maquiladora" en categoría analítica a partir de su particular constitución
económica, legal y política y con base en las características del proceso
laboral. De ahí procede a analizar los riesgos de trabajo en ella. Para la
verificación empírica utiliza las estadísticas oficiales del IMSS sobre los
riesgos laborales y una encuesta individual. No hay un análisis explícito
8
respecto a qué son los riesgos, ya que son tomados tal como los define el
IMSS. Aun cuando estén recogidos en la encuesta los elementos
psicosociales (monotonía, altos ritmos, supervisión estricta), aparte de los
riesgos derivados de los instrumentos de trabajo y los tóxicos, se señalan
como "enfermedad general" patologías como la hipertensión arterial, las
alergias y la disfunción renal, a pesar de que éstas se pueden relacionar
directamente con el trabajo. Los hallazgos más relevantes del estudio son,
por una parte, que la encuesta muestra una frecuencia alta de signos y
síntomas inespecíficos como expresión del daño laboral, que sin embargo
no llegan a conformar un cuadro reconocido médicamente como
“enfermedad”. Por la otra, se confirma que los riesgos laborales tienen
características diferentes en la industria maquiladora que en el resto de la
industria, aun dentro de una misma rama.
Cabe mencionar en este contexto el trabajo de Mertens24 sobre la Tercera
Revolución Tecnológica, ya que tiene el mérito de sistematizar sus posibles
implicaciones en la salud obrera. El autor centra su análisis en la
microelectrónica, resaltando las dos vertientes que conlleva, a saber, su
introducción en una amplia gama de procesos de trabajo y el surgimiento de
la industria productora de esta nueva tecnología. A partir del análisis de los
cambios en los procesos de trabajo, Mertens plantea una serie de hipótesis
respecto a sus impactos en la salud obrera. De esta manera señala que en la
medida en que la robotización tiende a ser un proceso desigual dentro de un
determinado centro de trabajo -o sea, se presenta como un desfase
tecnológico-, genera una nueva constelación de elementos dañinos antes
que eliminar los riesgos tradicionales como exposición a ruido, calor,
tóxicos, trabajo pesado, etcétera. Asimismo, tiende a profundizar la tensión
nerviosa, ya que incrementa el trabajo por turno, la monotonía, los altos
ritmos, el aislamiento y la falta de control. Respecto a la industria
microelectrónica como tal, Mertens enfatiza especialmente el uso abundante
de químicos y sus efectos en la salud: las intoxicaciones agudas y crónicas,
la irritación de las vías respiratorias y el cáncer. Esta reflexión permite,
pues, ubicar una serie de temas que es preciso explorar en estudios que
profundicen tanto en la conformación de los procesos laborales concretos
como en su expresión en la salud, considerando a ésta más allá de lo
puramente médico.
A nivel latinoamericano interesa destacar al grupo de trabajo “Clase
obrera y condiciones de trabajo” de CLACSO, que dentro de esta temática
general frecuentemente ha tratado la salud obrera. Es de especial relevancia
el trabajo de un grupo de argentinos25 que identifica el estudio de las
condiciones de trabajo con el del proceso de trabajo en su definición
marxista y que privilegia como referente empírico la salud de los
trabajadores. Uno de los principales instrumentos de investigación que se
ha aplicado en varios estudios es el llamado método LEST, elaborado por
un grupo francés y posteriormente adaptado a las condiciones
latinoamericanas.26 El LEST, como se analizará más adelante, es un
esfuerzo por sistematizar, formalizar y medir los elementos a recoger en un
sitio de trabajo a fin de caracterizar las condiciones de trabajo; problema
bastante complejo pero central en el proceso de investigación concreto. El
LEST significa una propuesta novedosa por cuanto pretende abarcar desde
los riesgos tradicionales hasta los elementos psicosociológicos. Sin
embargo, al centrar el análisis en las características del puesto de trabajo, no
logra captar la lógica global del proceso de trabajo y su relación con el
proceso de valoración. Cabe resaltar que en este método la salud aparece
más como indicador que como un problema en sí.
Otra investigación importante emanada del grupo de CLACSO es la
realizada por Galin27 para la OIT sobre el trabajo por turno en el Perú. Es la
exploración más completa que se ha hecho en América Latina sobre este
aspecto particular del trabajo industrial y muestra que dicho régimen de
trabajo es mucho más común en ese país que en los países capitalistas
desarrollados y que está en expansión. Asimismo, el análisis de las
condiciones laborales generales de los trabajadores por turno demuestra que
son más precarias en prácticamente todos los rubros: proporción mayor de
eventuales, menor tasa de sindicalización, jornada más larga y compacta,
ritmos de trabajo más altos y menor acceso a servicios médicos de calidad..
A pesar de que es conocid028 que el trabajo rotativo tiene profundas
consecuencias en la salud obrera, este aspecto no está tomado en cuenta,
sino que aparece sólo como un indicador y dato autoexplicativo, como si no
requiriera de mayor exploración. Por otra parte, en esta investigación no se
hace un análisis propiamente hablando, del proceso laboral.
Lo que interesa destacar con los ejemplos anteriores es que este tipo de
estudios científico-sociales, al igual que los referentes a los riesgos
Ocupacionales específicos, registran daños a la salud en un contexto
laboral, pero no consideran ni la “cuestión salud” ni la relación proceso de
trabajo proceso salud-enfermedad. Es decir, no hay una reflexión teórica y
conceptual dirigida a desentrañar la articulación entre ambos procesos
dentro de una lógica social global. Esto se refleja a su vez en el terreno
metodológico como la yuxtaposición de instrumentos de investigación o, si
se quiere, como la parcialización y aislamiento de los diversos aspectos del
objeto de estudio.
Otra aportación al estudio de la salud obrera hecha por un grupo
esencialmente proveniente de las ciencias sociales, es el libro Clase obrera
y enfermedad.29 No se trata de una investigación sensu strictu sino, según
9
los autores, de un marco teórico para la investigación del tema.. Lo más
innovador del trabajo es un intento bastante bien logrado de desarrollar el
concepto de "enajenación" en su relación específica con la enfermedad;
cuestión que posteriormente ha seguido trabajando Gómez.30 Esta labor
tiene prioridad entre los problemas teóricos por resolver dado que –hasta la
publicación del mencionado libro- a las dificultades propias de este
concepto, derivadas de sus distintas interpretaciones se añadía otra más
cuando se intentaba incluido en el análisis de la salud obrera. Me refiero a
otros trabajos, donde implícita o explícitamente, se hace "enajenación"
equivalente a "enfermedad". 31 Obviamente es legítimo plantear una
profunda reconceptualización de los conceptos de salud y enfermedad, que
en cUanto conceptos no son neutrales ni existen al margen de la sociedad.
Sin embargo, habría que proceder con rigor y no es suficiente sostener que
hay que romper con la “mirada medicalizada” sin precisar qué se quiere
estudiar y entender. Por ejemplo, si es la enajenación -de cuya importancia
por lo menos los marxistas no dudan- no parece resolver ningún problema
el renombrarla "enfermedad" y, en cambio, crea confusiones. De esta
manera la apertura del campo sanitario al análisis social, que
necesariamente pasa por la reconstitución del objeto científico, a veces ha
significado que éste se diferencia bien del objeto del campo médico, pero
luego se diluye en los objetos de las ciencias sociales. Es de suma
importancia que este tipo de problemas se aclaren, ya que tienden a originar
discusiones que no tienen solución en el plano donde están planteadas.
c] La problematización de la relación trabajo-salud
Un tercer grupo de estudios sobre trabajo-salud son los realizados dentro
del marco de la denominada corriente latinoamericana de medicina social o
salud colectiva. Ésta surgió originalmente como una impugnación crítica al
pensamiento sanitarista dominante dentro de la polémica generada por la
crisis del Modelo Médico. Así, plantea la necesidad de abordar el tema de la
salud colectiva como un proceso social y político, lo que significa
convertirá las ciencias sociales en un elemento explicativo central del
campo sanitario.32 Relativamente pronto el materialismo histórico llegó a
ser hegemónico en esta corriente, lo que tiende a dar un bagaje teórico
común a la investigación realizada.
Este origen 'marca el modo como se propone analizar la salud de los
trabajadores, que se distingue tanto del de la medicina ocupacional como
del acercamiento usado en los estudios surgidos del campo de las ciencias
sociales. De esta manera, son los interrogantes respecto a la determinación
y el carácter del proceso salud-enfermedad colectiva los que llevan al
estudio de la relación trabajo-salud y no un objeto científico preestablecido,
como en el caso de la medicina ocupacional. Ello significa de entrada que el
problema se plantea de una manera distinta y como el resultado de una
reflexión teórico-metodológica previa respecto a la construcción de un
nuevo objeto científico, a la cuestión de la causalidad y a las categorías
analíticas centrales. Esto a su vez conlleva que esta corriente se distingue
por emplear las ciencias sociales no sólo para el análisis del contexto socio-
económico y político de los fenómenos de salud, sino que las convierte en
el elemento teórico y metodológico central para la interpretación del
proceso salud-enfermedad colectiva, asumiendo su carácter social.
Es, pues, la reflexión teórica respecto al carácter histórico y social del
proceso salud-enfermedad lo que lleva a plantear como temática central la
relación trabajo-salud. Por ende, uno de sus elementos teóricos centrales es
el análisis de la "cuestión salud", constituyéndola en un nuevo objeto de
conocimiento, que se distingue claramente del objeto de conocimiento del
pensamiento médico dominante. Es, entonces, en función de este nuevo
objeto, social y psicobiológico, que se pretende desarrollar una teorización
que da cuenta de sus articulaciones internas y externas y construir
planteamientos metodológicos y técnicos adecuados para su exploración.
Resulta significativo que pese a las temáticas muy variadas que fueron
abordadas en un inicio por esta corriente, hoy hay una convergencia en el
tema trabajo-salud; cuestión que se explica tanto porque para la teoría
marxista el trabajo es lo que regula el metabolismo entre el hombre y la
naturaleza, cuanto por la centralidad de la clase obrera en la constitución de
una nueva práctica social.
A partir de la segunda mitad de los años setenta se ha realizado una serie
de investigaciones dentro de esta corriente en México.' Uno de los grupos
que más sistemáticamente ha desarrollado el campo es el de la Maestría en
Medicina Social de la UAM-X. El trayecto de este grupo para llegar al
estudio de la relación trabajo-salud empieza con una investigación sobre los
efectos en la salud de la modalidad mexicana del desarrollo capitalista en el
campo,33 la cual encontró que el proletariado agrícola muestra una
morbilidad más alta que el campesinado. De este estudio surgen como
problema teórico central las cuestiones del carácter social del proceso
salud-enfermedad y de su determinación. Parecía insuficiente una
conceptualización que ubicara a los procesos sociales sólo como causas
externas de la enfermedad, ya que centraría la atención, por así decido, en la
caja negra de mediación insertada entre lo social (los procesos históricos) y
lo biológico (la enfermedad).34 Así planteadas las cosas, el problema por
resolver se reduciría a precisar los mecanismos específicos mediante los
cuales lo social se traduce en enfermedad, lo que no diferiría mucho de
10
interrogarse respecto a la constelación de los "factores de riesgo" relativa a
un grupo específico de la población.
El grupo de la UAM-X optó por otra interpretación al intentar sustanciar
teórica y metodológicamente "el carácter social de la salud-enfermedad";
frase sugerente y ampliamente utilizada, pero en realidad poco clara. La
propuesta teórica que adelantó es que lo social no es externo a lo biológico
humano sino que este biológico está subsumido en lo social, y por tanto
asume formas históricas específicas y diversas. El problema central,
entonces, consiste en el estudio de un aspecto de la producción social de la
naturaleza, Plantearse la cuestión de esta manera tiene consecuencias
inmediatas por cuanto significa transformaciones de toda la teorización de
la problemática de salud. En primer lugar el objeto de conocimiento cambia
y ya no es la enfermedad, sino el proceso biopsíquico humano (que se
puede llamar proceso de desgaste-reproducción para evitar confusiones
semánticas), el cual tiene como expresión particular momentos
identificables como enfermedad. En la investigación práctica este proceso
es verificable ante todo en los grupos constituidos en función de sus
características sociales esenciales, o sea, su inserción en la producción. Una
vez definido el objeto científico específico, la construcción teórica se centra
en el problema de establecer cuáles son las categorías analíticas que
permiten su exploración. 35
Es aquí donde se llega al estudio de la relación salud-trabajo al proponer
que una de las categorías analíticas principales es "proceso de
producción".36 Se llega a esta categoría por considerar que, en la sociedad
capitalista, el proceso de producción organiza a toda la vida social y porque
es, simultáneamente, el proceso de valorización del capital y el modo
específico de trabajar -o sea, el proceso laboral. Esta categoría permite,
entonces, estudiar sobre una realidad concreta la lógica de acumulación
(proceso de valorización) y su medio -el proceso laboral- como un modo
específico de trabajar-desgastarse y como enfrentamiento de clase en
términos de estrategias de explotación y de resistencia, que a su vez
determinan patrones específicos de reproducción. La combinación
particular entre los procesos de desgaste y de reproducción origina el nexo
biopsíquico humano históricamente específico. En esta concepción no hay
una separación entre lo social y lo biopsíquico, que luego se unen por un
vínculo de mediación externo, ya que el proceso laboral es a la vez social y
biopsíquico. Ciertamente entre los elementos críticos para el desgaste se
cuentan mecanismos fisiológicos, etcétera, pero son de orden particular y
variable y no mediaciones generales entre un social externo y un biológico
interno.
La estrategia de investigación que este grupo ha desarrollado tiene como
propósito profundizar estos planteamientos teóricos, desarrollar
instrumentos metodológicos adecuados y analizar la conformación concreta
del proceso de producción y del desgaste obrero en México. En términos de
proyectos de investigación concretos se pueden distinguir tres tipos. Uno
que pretende dar una visión de conjunto de los patrones de desgaste obrero
sufridos en la industria mexicana,37 y que se basa esencialmente en la
investigación documental y la información de fuentes secundarias. Sus
principales resultados son la demostración de la heterogeneidad de los
procesos laborales en la industria mexicana, explicable a partir de la
viabilidad económica y política de distintas estrategias de extracción de
plusvalor, lo que se expresa en distintos patrones de desgaste entre los
grupos obreros.
Esta exploración global de la realidad sanitaria industrial se
complementa con otras investigaciones que son estudios de caso de centros
de trabajo específicos y que permiten la exploración de aspectos parciales o
particulares. Estos estudios frecuentemente están realizados en
coordinación con las organizaciones obreras. Las técnicas de investigación
son muy variadas y van desde el análisis documental hasta las pruebas de
laboratorio. Últimamente se ha intentado desarrollar formas de
investigación que involucren activamente a los trabajadores en la
generación del conocimiento. Dentro de esta línea se han realizado estudios
encaminados a conocer los patrones de desgaste y perfiles patológicos de
obreros de la industria automotriz,38 petroleros,39 electricistas,40 jornaleros,41
obreras de la maquila electro-electrónica42 y de alimentos,43 y obreros
azucareros.44
Cada uno de estos estudios pretende enfocar aspectos específicos de la
organización y división del trabajo, la base técnica y los objetos de trabajo
en su relación con el desgaste. De esta manera se han abordado problemas
como el incremento en la productividad,45 el impacto del cambio
tecnológico en los accidentes,46 los procesos laborales característicos de la
reconversión industrial,47,48 etcétera. Finalmente hay un estudio49 que revisa
el conocimiento existente de varias disciplinas con relevancia para el
concepto de desgaste. Este proceso colectivo de investigación ha llevado a
modificaciones sustanciales de los planteamientos teóricos iniciales y a la
precisión de áreas problemáticas y de ausencias concretas de conocimiento,
al tiempo que ha revelado una parte anteriormente desconocida de la
realidad fabril mexicana.
Otra investigación, que tiene su raíz teórica en la UAM-X, pero que
desarrolla problemas parcialmente diferentes es Enfermedades de los
trabajadores y crisis económica.50 Su importancia reside en la actualidad de
11
la temática; en que plantea el problema del no-trabajo, o sea el desempleo, y
en haber resuelto técnicamente de modo satisfactorio el estudio de los
cambios en los patrones de morbilidad ocurridos durante un periodo
relativamente largo como resultado de la restructuración de los procesos
laborales.
En términos generales el estudio muestra que la crisis agrava las
condiciones de salud -expresadas en la morbilidad- de la población
trabajadora. Sin embargo, la inserción específica de cada grupo en el
proceso productivo origina un empeoramiento diferencial en cuanto al tipo
de patología. Así, se pueden distinguir patrones distintos entre los grupos
expulsados de la producción, los involucrados en las empresas deprimidas y
los que laboran en las empresas favorecidas por la política económica
monetarista instrumentada durante la crisis. De esta manera, entre los dos
primeros grupos de trabajadores tiene un peso muy importante la patología
psíquica, mientras que los accidentes de trabajo y las enfermedades por
posición y esfuerzo adquieren gran relevancia entre los trabajadores de la
industria favorecida. 51
La investigación del grupo de la UAM-X, asimismo, ha servido de
catalizador de la discusión y la polémica. A propósito de sus
planteamientos, García52 aborda en un ensayo el problema de las categorías
discutiendo la capacidad analítica de la categoría "trabajo". Su argumento
es que al desplegado en "trabajo abstracto" (creador de valor) y "trabajo
concreto" (creador de valores de uso) se abre la posibilidad de analizar el
gasto energético -aspecto cuantitativo- en función del primero y el uso
específico del cuerpo -aspecto cualitativo- en función del segundo. Para
completar el análisis de la relación trabajo (sensu lato)-salud, finalmente,
propone añadir otra dimensión, derivada de la tecnología y el ambiente,
determinada por las estrategias concretas de uso del capital. Este mismo
autor además ha llamado la atención sistemáticamente sobre dos problemas,
interrelacionados y esenciales, en el contexto de la investigación de la salud
del trabajador; esto es, los referidos al trabajo como elemento fundamental
de desarrollo del ser humano y al no-trabajo coercitivo, o sea, el desempleo.
Son interrelacionados, ya que algunos de los efectos negativos del
desempleo en la salud parecen derivarse no de sus consecuencias sobre el
consumo sino justamente de la privación del trabajo. 53
Por otra parte, en polémica con la investigación del grupo de la UAM-X,
un grupo de trabajo del Centro Brasileiro de Estudos de Saúde (CEBES)54
plantea dos problemas, posteriormente retornados por otros, que se refieren
al uso de las técnicas epidemiológicas en este tipo de estudios y a la
cuestión de las categorías analíticas. Respecto al primer problema llama la
atención sobre la necesidad de seleccionar referentes empíricos de tal
manera que el análisis estadístico pueda tener valor comprobatorio en una
confrontación crítica y en la negociación sindical con las instituciones
estatales.
Respecto al segundo problema sugiere una inversión en el orden
jerárquico de las categorías analíticas, que coloca "condiciones de vida"
como la de máxima generalidad conceptuando el proceso de trabajo sólo
como una parte de éstas. El problema que se enfatiza es que el trabajador no
se enferma sólo en la fábrica sino también fuera de ella, cuestión indudable.
Sin embargo, mientras que no se construya "condiciones de vida" como
categoría teórica y analítica, es difícil apreciar qué efectos tendría esta
propuesta sobre el proceso concreto de generación de conocimiento. Se
puede inferir que se acerca mucho al punto de vista de Breilh y Granda, 55
que coloca en el centro la categoría" reproducción social" en su explicación
de la distribución diferencial de la salud-enfermedad entre las clases
sociales.
El estudio Saúde e trabalho de Possas56 recoge parcialmente el enfoque
de CEBES al acercarse al estudio de la salud de los trabajadores. Así,
propone que, en países de desarrollo capitalista tardío como el Brasil, el
criterio principal para distinguir patrones distintos de morbi-mortalidad
sería la inserción o no en las formas capitalistas de producción. Su
propuesta se ubica en el contexto de la polémica sobre la "marginalidad", en
la cual opta por la posición que sostiene la existencia de una sobrepoblación
relativa que no forma parte del ejército industrial de reserva para el capital.
Con este punto de partida su planteamiento es, esquematizando, que los
patrones de salud-enfermedad de la parte de la población que sirve como
fuerza de trabajo al capital están principalmente determinados por el
desgaste sufrido en el proceso de trabajo, mientras que los de la
sobrepoblación relativa están determinados principalmente por sus precarias
condiciones de vida. Es una propuesta teórica, pues, que busca en la "lógica
del capital" la explicación de la salud de los trabajadores y no trabajadores,
mientras que éstos como sujetos políticos encuentran poca cabida. Cabe
subrayar que en esta forma los procesos sociales no son el mero contexto
externo de la salud sino que se reconoce que la generan y la salud es
entendida como un proceso social.
La dificultad de este tipo de propuesta está en el proceso de verificación
empírica, fundamentalmente por dos razones. Una primera, de orden
teórico-metodológico, es que las categorías que lógicamente "enlazan" el
planteamiento general con la salud-enfermedad, en este caso' 'proceso de
trabajo" y "condiciones de vida", no están desarrolladas por la autora, lo
que dificulta elegir los referentes empíricos en el proceso concreto de
investigación. La segunda, de orden técnico-operativo, es que el tipo de
12
indicadores requeridos no se encuentran tal cual en las fuentes de datos
secundarios, ya que éstas no permiten establecer directamente diferenciales
entre grupos constituidos en función de sus características económicas y
sociales. Sin embargo, esta dificultad se puede resolver parcialmente, si la
de orden teórico se subsana, dado que permite abrir considerablemente el
abanico de posibles referentes empíricos y el diseño de estudios sobre
aspectos particulares del tema.
Guarda ciertas semejanzas con el estudio de Possas el trabajo de
Capitalismo y enfermedad, 57 por cuanto se propone hacer un estudio global
del proceso salud-enfermedad en México, tanto de la clase obrera como del
resto de las clases abarcando desde la explotación hasta el papel del Estado
y la seguridad social. A pesar de una insistencia reiterada en la necesidad de
verificar empíricamente los planteamientos teóricos propuestos, se enfrenta
al problema de que los referentes empíricos requeridos no se pueden extraer
de las fuentes secundarias, dado que su lógica de ordenamiento no coincide
con el marco teórico adoptado. Con una formulación teórica y metodológica
más clara, sin embargo, esta dificultad podría haber sido evitada con la
construcción de un proceso de investigación que abra nuevas alternativas de
comprobación de las hipótesis estudiadas.
Otro trabajo brasileño, coordinado por Tambellini,58 reviste especial
interés por la originalidad de su proceso de investigación. Los antecedentes
del estudio son un trabajo teórico-metodológico y empírico sobre los
accidentes de tránsito realizado con una fundamentación inspirada en la
causalidad genético-estructural de Sagatovski,59 y una primera exploración
de la salud obrera en Brasil.60 Estos estudios abrieron una serie de
interrogantes que se pretende resolver en la investigación ahora en marcha.
De esta manera tiene como uno de sus objetivos centrales lograr un
desarrollo teórico-metodológico y técnico. El estudio está construido
alrededor de un objeto real: una fábrica, los obreros y el territorio
circundante. Es a través de la penetración de este objeto real que se
pretende construir el (los) objeto(s) científico(s), precisar consideraciones
teóricas de orden general y lograr un desarrollo metodológico y técnico.
Está planteado, pues, como un experimento teórico-metodológico-técnico
basado en el encuentro de distintos cuerpos de conocimiento y su
instrumental científico sobre un objeto único. Este ensayo interdisciplinario
no está establecido a priori sino que obedece a las exigencias surgidas del
carácter del objeto.
Una primera dimensión, explorada por el historiador, es el proceso de
constitución del objeto como expresión singular de la acumulación
capitalista, de la formación de la burguesía y del proletariado y de sus
prácticas cambiantes. Una segunda dimensión abarca las distintas lecturas
del proceso de trabajo. En éstas participan los obreros, el sociólogo y el
ingeniero, que observan aspectos diversos en los mismos hechos, lo que los
lleva a distintas interpretaciones de la fábrica. Una tercera dimensión son
las lecturas de la salud y la enfermedad. El epidemiólogo suministra su
descripción de los hechos sanitarios relevantes, el médico hace la
exploración clínica y los obreros, junto con el antropólogo, hablan de sus
molestias y enfermedades, ofreciendo su experiencia para una nueva mirada
sobre la problemática. La prueba de fuego de esta investigación será la fase
final de integración de estas dimensiones, porque es de ahí donde se podrá
apreciar la configuración del (los) nuevo(s) objeto(s) científico(s) y la
articulación de un cuerpo teórico-metodológico sintetizador de sus partes
integrantes. La solución de este problema todavía está por concluirse.
Entre las aportaciones brasileñas destaca, finalmente, la investigación
realizada por un equipo interdisciplinario de la universidad de Minas
Gerais.61 Es importante, ya que pretende analizar, partiendo de la
transformación en los procesos de trabajo, los cambios ocurridos en la salud
colectiva durante un periodo de desarrollo capitalista acelerado, tipo “polo
de desarrollo”. Esta clase de estudios son estratégicos porque iluminan
problemas que son centrales en la realidad latinoamericana en la crisis y
que se dan bajo formas que no son análogas a las de los países centrales.
Por otra parte, representan "experimentos" históricos que ponen de relieve
de modo comprimido una sucesión de hechos, que en otras circunstancias
ocurren de forma lenta y difícil de estudiar.
Habría que advertir, sin embargo, que los problemas instrumentales de
este tipo de investigación no son de fácil solución. Es así, porque aun
cuando en la perspectiva histórica se refieren a periodos cortos, vistos desde
el ángulo de la instrumentación investigadora, significan seguimientos
durante varios años, cuestión que implica un financiamiento grande o,
alternativamente, buenas fuentes de datos secundarios; ambos poco
comunes en nuestros países. Es además, frecuentemente, difícil construir
situaciones comparables en los distintos momentos del proceso, dado que el
establecimiento de la unidad de observación no puede ser sólo territorial.
En México se han hecho pocos estudios sobre el proceso de producción
agrícola en relación a la salud. Sin embargo, este tema constituye desde
hace tiempo la investigación prioritaria desarrollada por el Programa
Centroamericano de Ciencias de la Salud del CSUCA. Así, ha realizado
estudios muy exhaustivos respecto a los trabajadores azucareros62 y del
banano63 y a los temporeros.64 En términos generales estos estudios
muestran que la profundización de la agricultura capitalista en la región
durante los últimos veinte años ha tenido un impacto decisivo en los
procesos de trabajo, lo que ha conllevado la prolongación e intensificación
13
de la jornada y la introducción masiva de agrotóxicos y maquinaria. Estos
cambios se expresan en el empeoramiento de las condiciones de salud
obrera con una tendencia al incremento en los accidentes y enfermedades
laborales y en el desgaste, lo que se traduce en una reducción del tiempo de
vida útil. El grupo de CSUCA destaca por haber realizado procesos
innovado res en cuanto a la combinación de referentes empíricos y técnicas
de investigación. Asimismo, algunos de sus integrantes como Epelman han
empleado sistemáticamente la "subjetividad obrera" como elemento
fundamental en sus estudios.65
En el contexto centroamericano cabe mencionar, también, el estudio
sobre la salud de los mineros de oro que se está desarrollando en
Nicaragua.66 Su planteamiento teórico se ordena alrededor de las categorías
"reproducción social" y "proceso de trabajo" y busca analizar los cambios
que ocurren en la salud obrera en la sociedad en transición, donde la
dimensión política asume una extraordinaria importancia. Entre otros
elementos, como los referidos a la acción estatal, resalta que se genera una
situación que permite la rápida socialización de la experiencia obrera, que
además se puede aplicar directamente para lograr cambios en la
organización del trabajo.
d] Los estudios sindicales
Como ya se señaló, hay una relación directa entre el creciente caudal de
estudios sobre la salud obrera y el interés sindical de luchar por demandas
más complejas en este terreno. Significativamente son los sindicatos o las
corrientes sindicales democráticas los que han encabezado esta tendencia,
ya que permiten la expresión más directa de las preocupaciones y
necesidades de las bases obreras. Sin embargo, en la medida en que la lucha
por la salud obrera se sitúa en el terreno de la confrontación entre capital y
trabajo, muy pronto se presentó la necesidad de apoyar las demandas
sindicales con estudios para mostrar los efectos nocivos del trabajo en el
cuerpo obrero. Con esta finalidad se ha realizado una serie de estudios
conjuntos entre sindicatos e instituciones de investigación -sean éstas
universitarias o no- durante los últimos años. La salud como terreno de
lucha en México hoy por hoy presenta, sin embargo, Una serie de
complicaciones que entre otras cosas tienen que ver con, si se permite la
expresión, una dualidad hegemónica en este campo. Es decir, aunque la
práctica de investigación esté hegemonizada por la concepción social y no
tecnocrática de la relación trabajo-salud al grado de permear el mismo
discurso oficial,67 en la práctica institucional rige la concepción
reduccionista plasmada en la legislación laboral. Esta situación plantea una
doble exigencia a los estudios realizados por los sindicatos, ya que
necesitan generar simultáneamente datos manejables exitosamente en el
marco legal existente -es decir impuesto- e ir sustanciando la visión de clase
de la cuestión de la salud.
El estudio pionero en México para apoyar una demanda sindical es el
realizado por el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), encaminado a
defender la jubilación anticipada de cinco años pará los trabajadores
expuestos al riesgo eléctrico durante más de quince anos de vida laboral. La
razón de esta demanda era que los trabajadores habían observado que los de
riesgo eléctrico tenían una sobrevida menor que sus compañeros. El Estudio
fisiológico, médico y psiquiátrico en trabajadores de la Cía Luz y Fuerza
del Centro68 mostró que efectivamente había una clara sobremorbilidad en
estos trabajadores por causas relacionadas con el estrés, que se traducía en
una sobrevivencia disminuida. Posteriormente se complementó este
estudio69 con el análisis del proceso de trabajo y del proceso histórico que
explica su actual conformación. A pesar de lo concluyente de las fuentes de
investigación y el apoyo combativo de los trabajadores a su demanda, la
empresa no la ha aceptado hasta hoy, nueve años después. Primero logró
"canjeada" por otras de tipo económico en las negociaciones y luego
sostuvo la necesidad de hacer otro estudio al respecto encargándoselo al
IMSS y a la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS). Se pactó, sin
embargo, que el protocolo de la investigación por realizar debe ser
acordado con la representación sindical; cuestión que ha impedido desviado
al terreno de los riesgos aislados.70
Otro estudio sindical,71 realizado con el Sindicato de Telefonistas de la
República Mexicana (STRM), se encaminó a apoyar la demanda de
reglamentación de la prevención, curación y rehabilitación de los riesgos de
trabajo de las operadoras. Se inició el estudio con discusiones sobre las
condiciones de trabajo en asambleas. De los resultados de ellas se
extrajeron elementos para una encuesta de morbilidad, que se aplicó
individualmente a una muestra de operadoras, con la finalidad de
documentar la presencia de enfermedades relacionadas con el trabajo no
reconocidas por la Ley Federal del Trabajo (LFT). Los datos recolectados
documentan que efectivamente las hay y su relación con el trabajo se
muestra por su incremento con la antigüedad y mediante el análisis del
proceso de trabajo.
La suerte de esta demanda72 muestra algunas coincidencias
aleccionadoras con la de los electricistas, en cuanto a la estrategia patronal
para atrasada y desviada. En efecto, la empresa logró dividir la negociación
según departamento y tipo de trabajo, luego trató de cambiada por 45
millones de pesos y, finalmente, encargó un estudio al IMSS, bajo la
14
vigilancia del sindicato, sobre los riesgos laborales. El IMSS por su parte
decidió enfocar el estudio sobre los padecimientos ya reconocidos por la
LFT, evitando de esta manera la ampliación de la responsabilidad patronal
respecto a la salud de los trabajadores. Habría que añadir que hoy, con la
introducción de la tecnología digital en Teléfonos, la cuestión de la salud
está resurgiendo como problema prioritario planteado por los trabajadores.
Los trabajadores de Altos Hornos en lucha por la defensa de nuestra
salud,73 escrito por uno de los representantes sindicales, documenta las
razones y el desarrollo de la lucha por la reducción de la jornada
emprendida por los obreros de la sección 147 del Sindicato. Minero en
1982. Muestra, con los datos de un estudio del IMSS, la frecuencia
extremadamente alta de enfermedades del trabajo legalmente reconocidas,
ya que el 48.9% de los obreros las presenta. Sufren, además, de una tasa
anual de accidentes del 24.6 al 33.8%. El autor analiza cómo este desgaste
obrero acelerado se relaciona con la organización del trabajo, con la
necesidad de no cumplir las reglas de seguridad para poder sacar la
producción y con el intento de la empresa de compensar el creciente
deterioro de la maquinaria y equipo por la vía de la intensificación del
trabajo.
El proceso de toma de conciencia de los trabajadores respecto a esta
situación se articula a partir de varios elementos: la comprensión de que la
enfermedad y los accidentes no son sucesos aleatorios individuales sino una
condición de la colectividad; la democratización del quehacer sindical y,
con ésta, la posibilidad real de luchar y lograr cambios. Que la demanda que
se plantea sea la reducción de la jornada resulta significativo, ya, que
expresa una comprensión integral de las condiciones del trabajo: en la
medida en que no es tal o cual riesgo el que nos hace enfermar, sino el
conjunto de los elementos del proceso laboral, la única defensa de nuestra
salud es disminuir la exposición a él reduciendo la jornada.
La estrategia empresarial se enfoca justamente a desmontar este
argumento epidemiológico simple pero contundente. Con la ayuda de la
STPS pretende desviar la discusión hacia riesgos aislados con el claro
propósito de luego proponer' 'la corrección" de cada uno de ellos; llevar la
negociación al terreno dominado por los técnicos borrando la experiencia
obrera respecto al trabajo y sus daños a la salud; olvidar, además, la
evidencia científica formal producida por el IMSS contando con su silencio
cómplice. Pero como los obreros no estaban dispuestos a olvidar, cosa
difícil con las huellas y el dolor del trabajo en el cuerpo, la empresa -Altos
Hornos- argumentó con la fuerza: el despido de los luchadores más
destacados por la defensa de la salud obrera.
El primer estudio en México que utilizó el método del Modelo Obrero
construido por el movimiento obrero italiano en los años setenta74 fue el
realizado conjuntamente por el sindicato de los trabajadores de tierra de
Aeroméxico y CICAST.75 Sus resultados fueron, además, utilizados en la
elaboración del Reglamento de Higiene y Seguridad y en la negociación
exitosa con la empresa. Dicho estudio tiene el mérito de haber introducido
en México el estudio de la relación trabajo-salud fundamentalmente en base
a la "experiencia obrera". Es decir, aunque en varias investigaciones
anteriores, como la del SME y la de los Telefonistas, se había recogido el
conocimiento obrero respecto a su centro de trabajo como primera etapa del
estudio, ninguna había basado todo el proceso de generación de
conocimiento en la sistematización de la observación obrera colectiva,
consensualmente validada. Aunque estén en discusión, como se analizará en
el próximo capítulo, una serie de problemas de orden teórico y práctico de
tal método de investigación-acción, éste abre empero la posibilidad de
abordar la cuestión de la salud obrera de tal modo que se logre
simultáneamente utilizar la experiencia obrera, socializar el conocimiento y
movilizar a los directamente interesados en la acción transformadora.
A pesar de las dificultades que han enfrentado los sindicatos en la lucha
por la salud, siguen en aumento los estudios sindicales al respecto. De esta
manera está en marcha media docena de estudios asesorados por el Centro
de Salud Laboral y otros tantos asesorados por centros académicos. Esta
tendencia no es exclusiva de México, sino que se está generalizando en
América Latina. Tenemos como ejemplo la Escuela Sindical Nacional de
Colombia, el Departamento de Salud en el Trabajo de la CUTV en
Venezuela, el Centro de Estudos da Saúde do Trabalhador e Ecologia
Humana en Brasil, la Comisión Sindical de la Salud Laboral en Costa Rica,
el Programa de Economía del Trabajo en Chile y varios organismos en
Argentina, que todos realizan trabajo conjunto con los sindicatos. Además
se ha logrado montar una estructura de coordinación latinoamericana con la
organización "Red Salud y Trabajo".
PARA UN BALANCE CRÍTICO: AVANCES Y PROBLEMAS
NO RESUELTOS
La revisión de la investigación latinoamericana sobre el trabajo y la salud
muestra que se ha dado un avance importante en este campo durante los
últimos diez años. Destaca como el rasgo tal vez más sobresaliente la
conformación bastante original de esta área de conocimiento, que se
distingue de aquella de los países capitalistas avanzados hegemonizada por
15
los puntos de vista de la medicina ocupacional y la ingeniería de seguridad
industrial. Esta conformación distinta se explica indudablemente por un
proceso histórico de constitución diferente de este campo de conocimiento
en el subcontinente. Así, el atraso relativo de la medicina del trabajo en el
momento en que la clase obrera empieza a proponerse a la salud como
terreno reivindicativo hace que los planteamientos de la medicina social,
que ubica a las ciencias sociales como una de las herramientas analíticas
centrales, llegan a tener un peso importante. Es decir, se abre la perspectiva
de explorar la salud obrera con estudios que no sólo actualicen a la
medicina ocupacional latinoamericana frente a la internacional, sino que
tengan la potencialidad de generar un conocimiento nuevo sobre la relación
trabajo-salud que no se reduzca al mapeo de los tradicionales riesgos
profesionales. Esto ha permitido generar suficientes conocimientos para que
la salud obrera empiece a perfilarse como un problema social reconocido e
ineludible. Además, se observa una riqueza de argumentos teórico-
metodológicos que permiten definir cuáles son las cuestiones centrales y
cómo proceder para esclarecerlas. Sin embargo, el análisis sistematizado
muestra tanto avances como una serie de problemas no resueltos, sobre todo
en los terrenos metodológico, técnico y práctico, y lagunas importantes de
conocimiento concreto sobre la realidad fabril.
Así, la aportación de los estudios sobre los riesgos específicos consiste
justamente en empezar a llenar aquellos vacíos sociales de conocimiento
que han permitido la exposición masiva de los obreros y la población de las
zonas fabriles a los riesgos físicos y químicos. Permiten concluir que la
gravedad de los problemas impone no sólo estudios aislados sino el mapeo
sistemático y la vigilancia sostenida de los riesgos para evitar catástrofes
mayores, tengan o no una presentación repentina. Sin embargo, otro mérito
de estos estudios es que han revelado cuáles son las dificultades para que
esto se haga. Muestran, así, que el desconocimiento no es el principal
obstáculo, sino ante todo los de orden económico y político. Enseñan, pues,
que, en términos del proceso de conocimiento y transformación, la simple
demostración de la presencia de uno u otro riesgo no es suficiente para
lograr su eliminación sino que es además preciso ubicarlo en el contexto
político y económico. Sin embargo, esta corriente no se ha planteado la
cuestión teórico-metodológica más allá de la aplicación externa de las
ciencias sociales al campo trabajo-salud, ya que está ausente un análisis
sobre cómo aprehender en el proceso de investigación tanto el “trabajo”
como la “salud”.
Contrastan con este enfoque las investigaciones sobre la condición
obrera, ya que descubren la salud de los trabajadores como un objeto de
estudio propio de las ciencias sociales. Se caracterizan, asimismo, en su
gran mayoría, por una concepción teórica que sitúa al proceso de trabajo
como el escenario primario de la explotación y de la confrontación de clase.
Es decir que emprenden el camino de regreso a la fábrica priorizándola por
encima del ámbito de la circulación. De ahí surgen los estudios sobre
centros de trabajo concretos cuyo objetivo es precisar la conformación
específica de los procesos laborales y los cambios que se están dando en
ellos. Estas investigaciones han contribuido, pues, a explicar y socializar lo
que ocurre detrás de los muros de las fábricas de una manera que no sólo
permite conocer los procesos laborales particulares sino además hacer
generalizaciones. Finalmente, habría que destacar que estos estudios han
planteado con más insistencia y claridad la cuestión del trabajo enajenado,
resaltándolo como una de las claves para la comprensión de la salud mental
obrera.
A pesar de que la salud obrera es una de las vertientes exploradas
aparece, sin embargo, como un indicador simple que en sí mismo no ha
sido objeto de una reflexión crítica; sigue pensada como la enfermedad o el
accidente tal como la medicina dominante los definen. Hay, de esta manera,
un vacío teórico que conlleva necesariamente otro metodológico respecto a
cómo abordar el estudio del proceso laboral en su relación con la salud, o
sea, a la individuación de los elementos críticos para su exploración. Esta
cuestión resulta particularmente visible en el método LEST por dos
razones. Por una parte, centra su análisis en la medición cuantitativa de
cada una de las distintas cargas en el puesto de trabajo obviando su
interacción y el papel determinante de la dinámica global del proceso
laboral. Por la otra, no recoge ninguna información específica y, menos aún,
compleja, sobre la salud como tal.
El propio origen de la corriente de medicina social, que la coloca en la
intersección entre el campo médico y el de las ciencias sociales, explica por
qué ésta se planteó la necesidad de una reflexión crítica sobre la "cuestión
salud" a fin de lograr una reconceptualización que permitiría pensarla como
un proceso social. Es, además, la nueva teorización del proceso salud-
enfermedad como el nexo biopsíquico humano históricamente específico -
expresado en diferentes patrones de desgaste- lo que lleva a reconocer la
centralidad del proceso de producción en su exploración. Sin embargo, este
énfasis en el trabajo como determinante de la salud colectiva ha tendido a
desplazar a un segundo lugar el análisis del papel del consumo, tal como ha
sido señalado por varios investigadores. Queda, pues, un vacío teórico y
metodológico por llenar. Asimismo, a pesar de que varios de los trabajos
reconocen la organización social de los obreros como una dimensión
importante que explorar para la comprensión del proceso de generación del
desgaste, no hay un desarrollo teórico y metodológico acabado y específico
16
al respecto. Esta corriente, asimismo, ha reconocido explícitamente el papel
central de la experiencia obrera en el proceso de generación de
conocimiento sobre la relación trabajo-salud, pero sin resolver totalmente
las implicaciones metodológicas y prácticas que de ahí se derivan.
Los temas de la realidad que los estudios de medicina social han
abordado son bastante variados, ya que sus planteamientos resaltan como
objetos concretos de estudio tina serie de problemas anteriormente no vistos
como tales. Esto ha conllevado la construcción de procesos de investigación
generadores de un cierto avance metodológico y técnico por cuanto se ha
logrado la rearticulación y no sólo la yuxtaposición de distintos cuerpos de
conocimiento y sus técnicas de investigación. Sin embargo, estos primeros
intentos, al probar distintos acercamiento s metodológicos y técnicos en el
proceso de investigación concreto, también muestran una serie de
problemas que quedan por resolver. Destaca entre ellos especialmente la
necesidad de precisar el estudio concreto de los elementos del proceso
laboral y la organización y estrategia obreras en sus relaciones con el
desgaste. Otro tipo de problemas son aquellos que se relacionan con las
distintas temporalidades de los procesos sociales y sus manifestaciones en
el proceso de desgaste, que por añadidura se complican más por la
complejidad de ambos procesos. La clave para solucionar este tipo de
cuestiones está en la distinción cada vez más precisa respecto a qué
elementos de los procesos son esenciales en función del objeto científico
específico.
A pesar de que los estudios sindicales comparten una serie de rasgos con
las investigaciones de la corriente de la medicina social, resaltan de modo
más claro algunas cuestiones. Por una parte, sintetizan ciertos avances y
problemas no resueltos y, por la otra, actualizan los problemas relacionados
con la constitución de una nueva práctica respecto a la salud obrera. El
avance tal vez más significativo es que verifican tanto la relevancia de
abordar el análisis del proceso colectivo de desgaste desde la perspectiva
del proceso de producción, cuanto la posibilidad práctica de hacerlo a partir
de la experiencia obrera. Esto es, casi todos estos estudios han incorporado
bajo una u otra forma la experiencia obrera como fuente de conocimiento
validándola contra otros procesos de generación de conocimiento. Sin
embargo, no han sometido a una discusión crítica la metodología más
acabada al respecto, o sea, el Modelo Obrero italiano, lo que significa una
cierta ambigüedad en su manejo. Asimismo, a pesar de que el análisis del
proceso laboral desempeña un papel central en estos estudios, no hay una
sistematización clara de qué elementos estudiar ni cómo pensarlos en
función del proceso de desgaste.
Los aspectos de los estudios sindicales que permiten la reflexión sobre el
proceso de constitución de una nueva práctica respecto a la salud obrera
generalmente no están explícitos en ellos, sino que se desprenden de su
propia dinámica. Así, destaca como un primer hecho las características de
las organizaciones sindicales que han impulsado la salud como terreno
reivindicativo. Es decir, para que esto ocurra parece ser un requisito que los
obreros tengan una organización democrática y con experiencia de lucha;
una organización que permita hacer socialmente visible la problemática de
salud. En segundo lugar estos estudios, por sus resultados concretos,
permiten entrever la resistencia patronal, apoyada por las instituciones
estatales, a que los obreros vayan forjando una práctica propia respecto a la
salud; situación que actualiza una serie de cuestiones. Dado que la primera
línea de contención patronal es la legislación laboral vigente, resulta
necesario generar elementos de conocimiento dentro de este marco. Sin
embargo, esto no invalida la construcción de una comprensión de la salud
desde el horizonte de visibilidad obrero, ya que sólo así se puede ir
cambiando las coordenadas del terreno de discusión y de práctica,
precisamente porque identifica a la salud como un problema y un quehacer
colectivo y genera fuerza social para lograrlo. Finalmente, los estudios
sindicales señalan cuáles elementos concretos de la organización social
obrera en el proceso laboral son claves para la interpretación del proceso de
desgaste. Es decir, permiten entrever que la fuerza obrera capaz de
modificar las condiciones desgastantes es ante todo la que está organizada y
materializada en el trabajo diario en la fábrica; la qué se expresa como un
mayor control obrero sobre el proceso laboral.
Es clara la necesidad de profundizar en la formulación de una propuesta
metodológica y técnica del estudio empírico del proceso laboral concreto,
específicamente en su relación con el nexo biopsíquico obrero. Por ende, en
el próximo capítulo se hará una revisión pormenorizada de cuatro
propuestas a fin de avanzar en este sentido. Asimismo, en el tercer capítulo
se pretende adelantar un planteamiento teórico-metodológico-técnico que
incorpore propuestas para resolver algunos de los problemas descubiertos
en la revisión de la investigación existente. De esta manera, abordaremos
especialmente los elementos concretos de la construcción del proceso de
investigación sobre el proceso de producción en su relación con el desgaste,
resaltando la organización social obrera y el papel de la experiencia obrera
en la generación del conocimiento. A pesar de su importancia, quedan fuera
de la discusión a fondo la cuestión del consumo obrero y del trabajo
enajenado en su relación con la salud mental, dado que son problemáticas lo
suficientemente complejas como para requerir de una reflexión teórica y
metodológica que rebasa los objetivos del presente trabajo.
17
II.2 El estudio del proceso de trabajo y salud: análisis
crítico de cuatro propuestas metodológicas
Aunque no dispongamos de una metodología acabada para el estudio del
proceso de producción en su relación con la salud obrera, esto no significa
que no haya elementos adelantados, que pueden ser aprovechados siempre y
cuando sean rearticulados bajo una concepción global marxista. Se pretende
revisar críticamente, aquí, distintas formas empíricas de abordar el estudio
del proceso de trabajo en su relación con la salud. Para esto se han elegido
cuatro propuestas distintas que representan acercamientos diferentes al
problema y que expresan inserciones sociales y prácticas claramente
diferenciables.
De esta manera, se empieza con el análisis de una de las guías de
inspección para la industria elaborada por la Secretaría del Trabajo y
Previsión Social (STPS).1 Esta refleja la visión y práctica estatales respecto
a la salud obrera en el entorno del trabajo. Posteriormente se revisa el
llamado Método LEST en su adaptación latinoamericana,2 elaborado por un
grupo de investigación que hace hincapié en su independencia tanto de las
instituciones estatales como de las organizaciones sindicales y patronales.
Pretende, así, construir un método objetivo de estudio de las condiciones de
trabajo para establecer un referente común aceptable para las "partes"
interesadas en el problema. La tercera propuesta es la que fue elaborada por
Gardell y Frankenhaeuser3 para el análisis de los elementos del proceso
laboral relacionados con las cargas psíquicas, el estrés y la patología
derivada. Proviene de un grupo académico que, sin embargo, tiene una
trayectoria de colaboración cercana con el movimiento sindical.4 De esta
manera, una de sus principales preocupaciones en el terreno de la práctica
ha sido la reorganización del trabajo para lograr un mayor control de los
obreros sobre el proceso laboral.5 Finalmente se analiza el llamado Modelo
Obrero italiano usado por varios grupos latinoamericanos en años
recientes.6 A diferencia de los anteriores métodos de estudio del proceso
laboral en su relación con la salud, el Modelo Obrero surge desde el
movimiento obrero como instrumento a fin de generar y sistematizar
conocimientos para la acción sindical directa en los centros de trabajo.
Lo que se quiere resaltar en el análisis son aquellos elementos, estén o no
explícitos en los textos, que definen las diferencias cruciales entre uno y
otro método en cuanto proceso de investigación concreto, más que
desentrañar sus supuestos epistemológicos. Interesa como un primer paso
determinar cuál es la concepción teórica de la relación entre el trabajo y la
salud subyacente en cada uno y cómo se hace la traducción empírica de las
categorías analíticas. Una segunda cuestión por analizar es la lógica que
ordena la exploración de la realidad; problema que se relaciona con el modo
de visualizar el puesto de trabajo dentro del proceso productivo global. Un
tercer aspecto se refiere a qué elementos se recogen y la relación entre lo
cualitativo y lo cuantitativo. De ahí se desprende, igualmente, una
consideración sobre el papel de lo "subjetivo" y lo "objetivo" en los
distintos procesos de investigación. En esta etapa del análisis interesa
precisar qué se cuantifica y cómo. En este contexto se dará una atención
especial a la vertiente del desgaste obrero. Finalmente importa analizar
cómo se articula el proceso de investigación en función de la definición de
su sujeto. El objetivo de este análisis es rescatar críticamente aquellos
elementos que permiten integrar una propuesta metodológica más acabada
para el estudio del proceso laboral en su relación con el desgaste obrero.
LA INSPECCIÓN ESTATAL
La STPS es la instancia estatal y legal que se encarga formalmente de la
supervisión y gestión de las relaciones laborales en México. Así, tiene
como una de sus funciones vigilar que las condiciones de higiene y
seguridad de los centros de trabajo sean tales que no pongan en peligro la
salud y la vida de los trabajadores. La actividad a través de la cual se ejerce
esta vigilancia es la inspección del trabajo, cuya finalidad es estudiar
aquellos elementos del proceso de trabajo concreto que son nocivos a la
salud de los trabajadores o pueden provocar accidentes. El análisis del
contenido de las guías de inspección, entonces, permite conocer el método
de estudio del proceso de trabajo empleado por los inspectores del trabajo,
así como desentrañar qué ve y cómo mira el ojo estatal la relación trabajo-
salud obrera. Para hacer el análisis concreto se eligió el Compendio de la
ruta básica de la inspección de la industria minera, que es uno de los
manuales de inspección más pormenorizados de la STPS y como tal sirve
de ejemplo. El Compendio tiene una breve introducción donde se hacen
algunos planteamientos definitorio s de la actividad del inspector. Así, se
señala que los mineros están expuestos a múltiples riesgos y que es tarea
del inspector -el técnico- disminuidos. La manera de lograr esto es
convencer a empresarios y trabajadores de la necesidad de prestar atención
a la higiene y seguridad, lo que redundará en altos índices de productividad
(sic).7
El cuerpo del manual está organizado en función de un criterio espacial,
que subdivide a las instalaciones mineras en lugares separados entre sí sin
18
tomar en cuenta la relación entre ellos, añadiendo al final los rubros de
"condiciones generales de higiene", "equipo de seguridad y protección
personal", "servicios médicos" e "instrumentos para detectar y cuantificar
las condiciones ambientales". Cabe subrayar que el diagrama de inspección
derivado de este criterio espacial no es coincidente con lo que sería el
flujograma de la producción. Para cada uno de los subespacios el manual
presenta una lista de elementos a observar y/o medir. La cuestión que
amerita mayor atención a lo largo del manual se refiere a todo aquello que
se relaciona con los accidentes. Así, casi un 80% de los puntos de
observación se refiere a un recuento bastante detallado de los elementos y
situaciones que pueden causar accidentes con consecuencias de daño tanto a
las instalaciones como a los trabajadores.
El resto de los elementos de observación y/o medición se refieren a la
ventilación (9.8%), la iluminación (3.4%), el ruido (3.0 %), la temperatura
(1.7% ), 1os gases (1.1 %) Y los polvos (1.1 %). La escueta enumeración de
estos factores contrasta con el análisis pormenorizado de los elementos
relacionados con los accidentes. De esta manera, el manual no ofrece
procedimientos que permitan precisar la generación y variación de los
distintos factores de riesgo. Por ejemplo, respecto al ruido sólo se pregunta
si está por debajo del nivel permisible, pero sin especificar lugares y
momentos de medición. Asimismo, llama la atención la superficialidad de
las preguntas respecto al polvo -el factor de riesgo más legendario de los
mineros-, ya que se reduce a si haya no y cuánto. No se indaga ni respecto
al tipo de polvos, ni acerca de la proporción de obreros que está expuesta a
ellos.
Para completar la descripción del método utilizado por la: STPS para
estudiar el centro de trabajo, y resulta revelador explicitar algunos de los
elementos que no se toman en cuenta. Habría que mencionar la ausencia
entre los factores de riesgo físicos -siguiendo el esquema de clasificación
utilizado- de las vibraciones, que pueden llegar a ser importantes en una
industria donde se usa con frecuencia equipo de perforación neumático.
Entre los factores de riesgo químico sólo están señalados los gases y los
polvos, dejando de lado las otras sustancias químicas que sin duda están
involucradas en la producción. Empero, estas ausencias son mucho menos
importantes que otra: todo aquello relacionado con los hombres y su
trabajo. El manual de inspección visualiza un espacio de trabajo
despoblado. . .Los obreros aparecen sólo un momento y no como tales, sino
como simples portadores potenciales del "equipo de protección personal".
El formato mismo del manual -que puede ser descrito como una lista de
chequeo- dicta que no se explicite la concepción teórica que lo sustenta. No
obstante, lo que se investiga y lo que se omite revelan una concepción
claramente ambientalista e ingenieril de la relación trabajo-salud. Esto es, el
trabajo tiene importancia para la salud sólo porque inserta a los trabajadores
en un ambiente donde están presentes agentes físicos y químicos que
pueden causar enfermedad, y condiciones inseguras conducentes a daños
por accidentes. No está en su horizonte de visibilidad el trabajo como
actividad y relación social. El manual, pues, expresa una notable
cosificación ya que, eliminado el trabajo como actividad y relación social,
aparecen como relevantes únicamente las cosas, como hechos dados y sin
historia. Otra consecuencia de esta visión es que se pierde la noción del
trabajo como proceso y transformación, incluso en el sentido más
restringido de transformación de objetos en productos.
Esta conceptualización no requiere de categorías analíticas propiamente
hablando, ya que allí lo sensorialmente percibido se define como lo
esencial. Este rasgo permea todo el proceso de conocimiento, mismo que no
va más allá de la detección de una serie de elementos previamente definidos
como relevantes y, luego, considerados como autoexplicativos.
Una vez explicitada la concepción subyacente en el manual aparece claro
por qué ordena la observación con un criterio espacial. Desaparecidas las
características esenciales del trabajo como actividad y relación social y
como proceso de transformación, no queda más que un espacio delimitado -
el lugar de trabajo- con ciertas condiciones ambientales. Cabe señalar que,
incluso, es un espacio que, así visto, no se distingue esencialmente de otros
espacios. Resulta totalmente coherente, entonces, estudiado como una
sucesión de lugares sin una clara articulación entre sí. Este procedimiento
impide entender la lógica global del proceso productivo y, por tanto, la
articulación entre los puestos de trabajo. Además, ni siquiera es posible
captar las características del puesto de trabajo como tal y su articulación
interna. Por esto, la consecuencia última de este método es que no permite
el análisis del proceso de producción ni siquiera como proceso laboral
técnico y mucho menos como proceso de valorización.
Los elementos estudiados son un reflejo fiel de la concepción
subyacente. Por un lado, representan una sistematización detallada del
conocimiento de la ingeniería de seguridad industrial respecto a las
condiciones inseguras en la minería. Por el otro, está la lista de agentes
físicos y químicos, con las limitaciones ya señaladas, reconocidos por la
higiene laboral. Respecto a estos últimos prevalece una noción cuantitativa.
Así, la medición y los niveles máximos permisibles se convierten en el
criterio de verdad, a pesar de que la propia higiene ocupacional reconoce
actualmente las limitaciones de éstos. 8
Sobra decir que la vivencia obrera del ambiente laboral no ocupa ningún
lugar en el método; cuestión que se entiende al recordar que éste no
19
reconoce que haya un sujeto de la producción. La concepción estrictamente
ambientalista y espacial, igualmente, explica la ausencia de indicadores de
daño a la salud. Hay una sola pregunta -oscura, por cierto- a este respecto,
que se refiere a la presencia en los registros del servicio médico de
accidentes y enfermedades del trabajo y cinco otras patologías elegidas de
manera bastante arbitraria. Recogida la información de esta manera, no
permite ningún tipo de análisis del daño biopsíquico derivado de las
condiciones inseguras estudiadas.
Finalmente, el único sujeto del proceso de investigación que se reconoce
es el técnico en la persona del inspector. Los trabajadores, que son el gran
ausente en todas las vertientes de la propuesta de la STPS, no
inesperadamente siguen sin jugar papel ninguno en la exploración del
espacio despoblado construido en la ruta básica de inspección del manual.
Resulta claro que este método ofrece pocos elementos rescatables para el
estudio del proceso de producción en una perspectiva marxista, aun en el
terreno puramente empírico. Su utilidad se restringe a la sistematización de
las condiciones inseguras que puede facilitar cierto tipo de medidas
correctivas. En esta medida sirve a los sindicatos, pero no les permite tener
una visión dinámica de los accidentes.
EL MÉTODO LEST
El llamado Método LEST fue formulado, originalmente, por un centro
de investigación francés -el Laboratorio de Economía y Sociología del
Trabajo del CNRS- sin relación directa con las "partes" interesadas en la
cuestión de la salud obrera, o sea, los trabajadores y los patrones. Sus
autores lo ofrecen a modo de intermediario, científico y objetivo, en el
conflicto entre las partes, como "herramienta y reglas del juego aceptables
para todos". 9 Así, resalta como su idea central la conciliación entre los
distintos intereses a través de un "lenguaje común" basado en "datos tan
objetivos como sea posible" .10
A fin de construir este lenguaje común se parte en el Método LEST de la
definición de las condiciones de trabajo como el "contenido del trabajo y las
repercusiones que puede tener sobre la salud y la vida personal de los
asalariados".11 En función de esta definición el LEST desarrolla cinco
dimensiones por estudiar, a saber, el Ambiente Físico, la Carga Física, la
Carga Mental, el Aspecto Psicosociológico y el Tiempo de Trabajo.
Quedan excluidos todos los otros elementos de la vida laboral como son
el salario directo e indirecto, las condiciones de contratación, la
organización sindical, etcétera. Una vez establecido este punto de partida,
se fija como objeto de estudio el puesto de trabajo del cual se pretende
hacer una descripción objetiva en términos de cada una de las dimensiones
arriba enumeradas.
El instrumento que lo permite es una guía de observación que ordena la
recolección de información y la cuantifica por medio de una serie de
escalas. De esta manera, el resultado final del estudio de cada puesto de
trabajo es un histograma en el cual 16 elementos tienen un puntaje de 0
(satisfactorio) a 10 (nocivo). Los elementos incluidos en el Ambiente Físico
son el ambiente térmico, el ruido, la iluminación y las vibraciones; para la
Carga Física son la carga estática y el gasto energético; para la Carga
Mental la exigencia de tiempo, la complejidad de la tarea versus la rapidez
de su ejecución, la atención y la minuciosidad; para el Aspecto
Psicosociológico la iniciativa, el status social, la comunicación, la
cooperación y la identificación del producto; finalmente, para el Tiempo de
Trabajo se resumen las horas trabajadas y la organización de los turnos. Al
histograma resultante se anexa, además, una lista de las sustancias químicas
presentes en el puesto representado.
La cuantificación y la traducción en valores de las escalas se hace de
modo distinto según el grupo de elementos de que se trata. Así, los
elementos del Ambiente Físico se cuantifican con base en la medición con
el aparato correspondiente (termómetro, sonómetro, etcétera) y las escalas
están basadas en las normas establecidas, o sea, los valores máximos
permisibles. La cuantificación de las Cargas Físicas, de la misma manera,
se hace a través de equivalencias obtenidas en tablas que permiten calcular
la carga estática y el gasto calórico de los trabajos realizados. Las escalas se
construyen, también en este caso, con base en las normas existentes. Para la
Carga Mental, el Aspecto Psicosociológico y el Tiempo de Trabajo el
procedimiento es distinto, ya que no existen técnicas de medición aceptadas
como objetivas ni normas establecidas. Ante esta ausencia los autores
proceden a construir índices compuestos utilizando aquellos aspectos
considerados importantes en la literatura psicológica y sociológica. Es
decir, en este caso más que seguir una norma establecida se hace una
propuesta de normatización con base en determinadas técnicas de medición.
Ya se había mencionado que la unidad de observación es el puesto de
trabajo, lo que significa que sólo se puede tener una descripción de la
fábrica como suma de los puestos presentes en ella. Se propone, de esta
manera, que el modo de dar una idea del conjunto de las condiciones de
trabajo en un centro laboral sea a través de otro tipo de histograma donde se
hace la gráfica del porcentaje de puestos que tienen un determinado puntaje
en cada una de las escalas. Otra limitación del Método LEST, señalada por
sus autores, es que únicamente es aplicable a puestos de trabajo obrero
20
industrial poco o nada calificado con un ciclo de trabajo bien definido.
Quedan, por ejemplo, excluidos los trabajos de mantenimiento, de
vigilancia y de control de calidad y los realizados, por ejemplo, en la
construcción y el transporte.
Habría que añadir que la guía de observación cuenta con dos apartados
“Descripción de la tarea” y “Datos de la empresa”- que no se expresan en
los histogramas. Están incluidos como una suerte de complemento
cualitativo que permite contextualizar los histogramas-diagnósticos, ya que
hay un reconocimiento de que los puestos de trabajo no se pueden aislar del
conjunto de la fábrica ni de la organización de la empresa. 12
Finalmente conviene hacer explícitas las ventajas que tiene el Método
LEST según sus autores.13 Ellos enfatizan especialmente que permite la
difusión de los conocimientos necesarios para estudiar las condiciones de
trabajo a partir de la guía de observación. Es así, porque ésta viene
acompañada de una recopilación del conocimiento básico en este campo
como explicación de las preguntas y como base para la fijación de los
puntajes. Añaden los autores que, al socializar el conocimiento y establecer
un sistema común de referencia, crea un terreno objetivo de discusión
donde pueden participar las "partes" -empresarios y asalariados- junto con
los técnicos; cuestión que significa la desespecialización del estudio del
puesto de trabajo. El establecimiento de indicadores del conjunto de las
condiciones de trabajo en la empresa es, finalmente, para los autores, el
punto de partida para la modificación del puesto de trabajo bajo una forma
que permite prever las implicaciones de los posibles cambios.
La concepción de la relación entre el trabajo y la salud expresada en el
Método LEST es más compleja que la de la inspección estatal del trabajo,
dado que pone un mayor énfasis en el conjunto de los elementos nocivos
derivados del trabajo que en los accidentes. Sin embargo, no se aparta de
una concepción ahistórica y medicalizada de la salud, ya que la define como
el equilibrio fisiológico y nervioso14 y, por consiguiente, a la enfermedad
como el desequilibrio de estas funciones. Detrás de esta concepción está el
supuesto de una normalidad biológica al margen de lo social, cuyo
movimiento sólo está determinado por los mecanismos de mantenimiento o
restablecimiento de un equilibrio natural. 15 y es en función de estos
supuestos de normalidad ahistórica y de proceso como eterno retorno o
ruptura catastrófica, que se busca en el trabajo "todo lo que pone en peligro
la salud del asalariado".
En esta búsqueda el LEST opta por una concepción restringida del
trabajo al entenderlo como "condiciones de trabajo". Visto bajo este ángulo,
el trabajo como relación de explotación y de dominación tiende a ser
oscurecido. Queda en el centro de la observación el obrero en su puesto de
trabajo rodeado de factores físicos y químicos y en relación sólo con los
objetos, la máquina, los obreros espacialmente más cercanos y el
supervisor. En este campo de visibilidad no entra el proceso de valorización
y además se empobrece la comprensión del proceso laboral al disolverse el
vínculo entre ambos y fraccionarse el proceso laboral en una sucesión
desarticulada de puestos de trabajo. Esta visión particular del trabajo como
condiciones de trabajo, asimismo, explica el uso pragmático, por cierto
bastante bien logrado, de elementos de una serie de disciplinas como la
medicina laboral, la fisiología, la ergonomía, la psicología, la sociología,
etcétera.
En efecto, el análisis de la guía de observación revela que más que un
concepto teórico lo consignado como "las condiciones de trabajo" es una
categoría empírica que agrupa a todos aquellos elementos que en distintos
estudios han mostrado tener efectos negativos sobre el equilibrio fisiológico
y/o nervioso del hombre (o algunos hombres). En tales circunstancias
pueden caber teorizaciones tan diversas como por ejemplo sobre "el canal
único" y "la inteligencia piagetiana" en psicología. Tampoco hay ningún
obstáculo para juntar fenómenos tan diversos como la temperatura del
medio ambiente y el status social. Sin embargo, cabe subrayar que el
desarrollo bastante amplio de las dimensiones elegidas de las condiciones
de trabajo contrasta con el de la salud, la cual queda implícita como un
efecto no problematizado ni teórica ni empíricamente. De esta manera,
mientras que se despliegan las condiciones de trabajo en Ambiente Físico,
Carga Física, Carga Mental, Aspectos Psicosociológicos y Tiempo de
Trabajo, la cuestión de la salud solamente queda enunciada. O dicho de otro
modo, se estudian las variables independientes pero no la dependiente.
Este hecho tiene una implicación importante, dado que tal como está
planteado el Método LEST es, estrictamente hablando, un instrumento
diagnóstico. Es decir, puede describir la presencia o no de factores que en
otros estudios se han mostrado nocivos para la salud, pero no permite
encontrar nuevas relaciones entre éstos y la salud-enfermedad. Tiene así
una lógica que conduce al proceso de generación de conocimiento a
cerrarse sobre sí mismo. Permite conocer las características de situaciones
particulares, pero el conocimiento generado no favorece el descubrimiento
de nuevos elementos y relaciones más complejas. De esta manera ni
siquiera contribuye a enriquecer la comprensión de la posible interacción
entre los distintos elementos estudiados; problema que en el propio texto es
señalado como central pero actualmente casi desconocido.
La lógica ordenadora de la investigación en el Método LEST tiene como
una de sus vertientes el puesto de trabajo y como la otra el despliegue de la
categoría "condiciones de trabajo" en las cinco dimensiones señaladas. El
21
hecho de que estudia el puesto de trabajo conlleva la ausencia de elementos
que permitan comprender el conjunto del proceso de trabajo como algo más
que una suma de puestos; aproximación que hace desaparecer tanto sus
articulaciones internas como externas. Esta lógica, también, impone la
segunda, o sea, una exploración que profundiza los elementos de las cinco
dimensiones mencionadas. Y respecto a éstas el criterio central en el
desarrollo de indicadores es que sean objetivos y cuantificables. Esto
significa que la experiencia obrera es eliminada como fuente de
conocimiento de las condiciones de trabajo.
La búsqueda de lo objetivo y cuantificable desemboca en la
reproducción de las mediciones y normas establecidas respecto al Ambiente
y a la Carga Física. No significa una aportación novedosa, ya que éstas se
adaptan a los histogramas tal cual, sin tomar en cuenta sus problemas. Es
respecto a la Carga Mental y el Aspecto Psicosociológico donde el LEST
muestra una innovación importante al hacer una propuesta sobre qué
elementos incluir y cómo medirlos. De nueva cuenta resulta un
procedimiento ecléctico dado que más que partir de una concepción general
del proceso de trabajo como sustento teórico de la construcción de las
dimensiones y los indicadores, éstos son desprendidos de los hallazgos de
estudios con distintos enfoques teóricos. Esto tiene varias consecuencias
inmediatas. Una primera es que los indicadores corresponden a una forma
histórica específica del proceso de trabajo, esto es, el taylorismo y
fordismo. De esta manera resultan poco útiles para el análisis de otros tipos
de procesos laborales y para el estudio comparativo. En segundo lugar
resulta bastante arbitraria la separación entre la Carga Mental y el Aspecto
Psicosociológico, ya que se define más en base a escuelas psicológicas que
en función de dimensiones cualitativamente diferentes del proceso laboral.
Aun así, la distinción hecha con el criterio escogido tiende a borrarse en la
selección de los indicadores, dado que en la primera dimensión se incluyen
indicadores de sobrecarga cuantitativa mientras que en la segunda se
encuentran sobre todo indicadores de subcarga cualitativa.
La revisión de los indicadores utilizados, sin embargo, revela que aun
cuando haya problemas en su agrupamiento, efectivamente traducen y
captan las características principales de la división y organización
capitalista del trabajo. Sistematizan, pues, los elementos que es necesario
observar para poder caracterizar un determinado proceso laboral, a pesar de
los problemas involucrados en su interpretación bajo la forma propuesta.
Así, proporcionan información que en otro marco interpretativo permite
descubrir la estrategia concreta de extracción del plusvalor y el uso
específico de la tecnología y de la división del trabajo en el taller. Empero,
el énfasis en lo cuantitativo por encima de lo cualitativo tiende a encaminar
la atención en una dirección que hace perder de vista esta lógica.
Tal y coma lo afirman los autores del LEST, la sistematización y la
estandarización de las dimensiones a estudiar respecto al puesto de trabajo
desespecializan este método. O sea, no se necesita ser experto en problemas
de higiene y seguridad industrial para poder utilizarlo. Sin embargo, por
cuanto sus dos ejes ordenadores consisten en convertir la observación en
medidas objetivas y cuantificables, la experiencia obrera se ve eliminada
tanto como recurso de conocimiento cuanto como instrumento de acción
directa en el proceso de investigación.
El Método LEST, sin duda, ofrece una serie de elementos que
potencialmente resuelven vacíos existentes en el estudio empírico de la
relación trabajo-salud. No obstante, a fin de poder hacer un uso adecuado
de él es conveniente sistematizar sus principales limitaciones como punto
de partida para su superación. Así, en primer lugar prevalece una visión
estática del puesto de trabajo, a pesar de que se pretende evaluarlo para
transformarlo. Este hecho se expresa en que permite describir la situación
existente y proponer cambios en algunos de sus elementos, pero no ofrece
una perspectiva para analizar cómo y por qué llegó a ser así ni a que lógica
global obedece. Esto es, no ofrece datos para comprender el particular
proceso de valorización al cual el puesto de trabajo sirve de medio.
En segundo lugar, al realizar un análisis que fractura el proceso laboral y
mira sus partes por separado, se pierde la lógica de conjunto. De esta
manera, se incrementan las dificultades para entender sus articulaciones
internas y externas. En tercer lugar, la definición del trabajo como
"condiciones de trabajo" hace que el carácter de la relación entre el obrero y
la máquina, entre los obreros y entre los obreros y el patrón -esto es, la
división y organización del trabajo- sólo aparezca bajo la forma inconexa de
los indicadores de las cargas. Por ejemplo, los altos ritmos de trabajo, la
descalificación, la ausencia de cooperación directa entre los obreros y el
esfuerzo físico no se proyectan como la concreción específica de una
determinada forma de extraer plusvalor, sino que aparecen como cargas
significativas sólo en sí mismas.
En este contexto es necesario hacer una reflexión respecto a los objetivos
explícitos del LEST, ya que su forma de construcción se deriva de ellos.
Esto, además, permite retomar la cuestión de cómo producir elementos de
conocimiento útiles y utilizables en la práctica reivindicativa sindical. El
Método LEST postula, por una parte, la posibilidad de una relación no
conflictiva y de conciliación entre obreros y patrones, y por la otra, el
carácter finalmente técnico de las condiciones de trabajo. Así, en su
concepción el problema consiste en mostrar sus características bajo una
22
forma objetiva para abrir un terreno de discusión entre las “partes”, cuya
finalidad es desembocar en acuerdos consensuales entre ellos respecto a
cómo cambiar las condiciones de trabajo, o mejor dicho, algunos de sus
elementos. Dentro de este marco el LEST estructura la observación
resaltando aquellos elementos sobre los cuales se puede llegar a acuerdos
conjuntos. La cuestión que se plantea, entonces, es si las observaciones y
mediciones producidas al aplicar el LEST resultan relevantes, aun
asumiendo una relación conflictiva entre trabajo y capital.
El diagnóstico elaborado con el LEST ofrece elementos claros para la
negociación sindical, que en su mayor parte se realiza en un campo
hegemonizado por los conocimientos parcializados de las distintas
disciplinas dedicadas al estudio del trabajo. De esta manera, los elementos
sistematizados y cuantificados en los histogramas, efectivamente, permiten
argumentar y luchar por cambios en las condiciones de trabajo aun en
situaciones de una correlación de fuerzas relativamente desfavorable.
Resulta también cierto que la forma de exposición del LEST conlleva una
socialización del conocimiento especializado que disminuye el poder de los
técnicos, generalmente sesgados a favor de la empresa.
LA PROPUESTA DE GARDELL Y FRANKENHAEUSER
La propuesta del grupo de Gardell-Frankenhaeuser para el estudio del
proceso laboral, el estrés y la patología psicosomática no está presentada en
un documento metodológico, pero constituye un cuerpo metodológico-
técnico estandarizado y aplicado en un gran número de investigaciones. 16
Resulta importante situarla en su contexto sociopolítico, dado que éste
explica en gran medida tanto las condiciones propicias para estos estudios
como el desarrollo de una estrategia específica de investigación, que le dejó
una impronta especial. Así, la coyuntura sociopolítica en la cual se dio
estaba caracterizada por una discusión amplia sobre las condiciones de
trabajo a raíz de un proceso acelerado de consolidación de la gestión
fordista de la fuerza de trabajo en Suecia a finales de los años cincuenta e
inicios de los sesenta. Destaca en esta coyuntura la adopción de una política
de investigación y de promoción de legislación al respecto por parte de las
principales organizaciones sindicales (LO y TCO), que culminó con la
aprobación de la Ley de Codeterminación en 1977 y la Ley del Ambiente
de Trabajo en 1978; la primera estipula la participación de los trabajadores
en la gestión de las empresas y la segunda discute los efectos adversos de la
especialización funcional y de la mecanización del trabajo, estipulando en
lo posible su eliminación.17 Tanto la temática de las condiciones de trabajo
como la posibilidad de que los trabajadores decidan sobre ellas eran, pues,
socialmente legitimadas. Esto redundaba en la canalización de recursos
considerables a la investigación sobre “la vida laboral” y en la apertura de
los centros de trabajo a los investigadores.
La metodología del grupo de Gardell-Frankenhaeuser, de esta manera,
está determinada en gran medida por una estrategia de investigación que,
por un lado, tiene por finalidad generar conocimientos como base para la
acción sindical y la actividad legislativa, y por otro, descansa sobre el
acceso directo a los centros de trabajo y recursos abundantes para la
investigación. La propuesta metodológica18 reúne elementos de tres áreas
disciplinarias, a saber, la psicología social, la psicofisiología y la medicina
psicosomática. De esta manera, consta de un instrumento para estudiar el
proceso laboral basado en una evaluación objetiva, realizada por un
experto, de 44 de sus aspectos. El segundo instrumento es un cuestionario
llenado por los trabajadores sobre dieciséis aspectos básicos referidos a las
características de su trabajo y una serie de preguntas sobre la experiencia
subjetiva de "tensión" (strain), fatiga y problemas de salud a raíz del
trabajo. El tercer instrumento, que se aplica a un grupo más reducido de
trabajadores, mide parámetros fisiológicos y psicológicos del estrés y de los
ciclos circadianos. El cuarto instrumento, finalmente, incluye un
cuestionario aplicado al trabajador y orientado a captar problemas
psicosomáticos, y algunas pruebas clínicas. Ambos son clasificados por un
médico para determinar la ausencia o presencia de síntomas psicosomáticos
y de otras enfermedades.
Los aspectos del proceso laboral estudiados por el experto son las
condiciones "físicas" y el "contenido psicológico" del trabajo. En el primer
grupo están incluidos el ruido; las vibraciones; la iluminación; las
exigencias sobre la vista y el oído; la temperatura y los cambios de
temperatura; los polvos, humos y gases; el grado de suciedad; la posición
de trabajo; el esfuerzo físico; y el riesgo de accidentes. El segundo grupo -
de mayor importancia en esta propuesta- abarca la forma salarial; los turnos
y la rotación; la caracterización de la tarea principal en términos de la
relación con los instrumentos de trabajo; la duración del ciclo de trabajo; la
variedad de tareas dentro de los ciclos de trabajo y entre ellos; el grado de
movilidad en el puesto de trabajo; el grado de control sobre el ritmo de
trabajo y sobre la cantidad y calidad del producto; el grado de decisión
sobre cómo realizar la tarea; la inclusión en un grupo de trabajo o no; las
posibilidades de comunicación con los compañeros de trabajo; el grado de
responsabilidad sobre el equipo, el producto, el flujo de producción y la
seguridad propia y de otros; y, finalmente, los requerimientos de
comprensión del proceso, de calificación y de experiencia.
23
 El cuestionario para medir la percepción de los obreros de su trabajo
consta de dieciséis aspectos básicos recogidos en 125 preguntas. Estas se
refieren al grado de satisfacción con el trabajo y la empresa; al grado de
monotonía y repetitividad; al grado de tensión psíquica (presión de tiempo,
alta atención, dependencia de equipo, maquinaria u otros trabajadores,
excesiva responsabilidad, trabajo físicamente pesado); al grado de control
sobre la tarea; al grado de solidaridad entre los compañeros de trabajo; a la
posibilidad de comunicación con los compañeros de trabajo; a la relación
con los supervisores; al grado de detalle de las instrucciones para realizar la
tarea; a la capacidad de planeación y la relevancia de los conocimientos de
los supervisores; a la política de personal de la empresa; al trato con los
trabajadores por parte de los gerentes; al pago o no de un salario justo por el
trabajo; y a las actividades sindicales. Este cuestionario se complementa
con una serie de sesenta preguntas referidas a la experiencia subjetiva del
trabajo como fuente de estrés y daños a la salud, que abarcan las
características del trabajo consideradas estresantes; la sensación de malestar
al ir a trabajar; el ausentismo y la incapacidad por enfermedad relacionada
con estrés o fatiga; la fatiga física y mental al terminar la jornada; los
accidentes de trabajo y los problemas de salud causados por el trabajo
actual.
El estudio de los parámetros fisiológicos y psicológicos de estrés y de los
ritmos circadianos sólo se realiza en una pequeña muestra de trabajadores
dado sus altos costos y complejidad operativa. Consiste en la medición,
cada dos horas durante un día de trabajo y otro de descanso, de la
temperatura corporal, la tensión arterial y la frecuencia cardiaca; de la
excreción de catecolaminas y cortisol y de la autoevaluación del trabajador
de su estado de estrés en una escala subjetiva. Los daños a la salud,
finalmente, se estudian mediante un cuestionario con unas doscientas
preguntas sobre síntomas indicativos de enfermedades cardiovasculares,
gastrointestinales, de vías respiratorias, renales, osteo-músculo-articulares,
de la piel, de los ojos, del oído, de la sangre y nerviosas leves o graves. Este
se complementa, además, en algunos estudios con pruebas clínicas y/o un
reactivo sobre la neurosis. Como se puede apreciar, el volumen de
información generado requiere necesariamente del procesamiento
computarizado y la construcción de índices para ser manejable.
La concepción teórica de la relación trabajo-salud que subyace a esta
metodología resalta el contenido psicológico del trabajo como generador de
estrés, lo que a su vez causa enfermedad, principalmente psicosomática. El
centro del análisis se refiere al contenido psicológico del trabajo en su
relación con las características de su organización y la tecnología empleada.
La tesis fundamental desarrollada es que la mecanización y/o
automatización junto con la parcelación del trabajo se traduce en un
contenido psicológico negativo del trabajo tanto porque priva al trabajador
de las posibilidades de desarrollar sus capacidades como porque la cantidad
de trabajo realizado es excesiva.19 Esta "subcarga cualitativa-sobrecarga
cuantitativa" experimentada en el trabajo origina una reacción
neuroendócrina de estrés insuficientemente compensada.20 El estrés repetido
durante periodos largos, finalmente, genera enfermedades demostrables en
estudios epidemiológicos,21 aunque el o los mecanismos específicos
causantes no están esclarecidos. 22
Queda claro en esta conceptualización que, a pesar de su análisis del
trabajo en la fábrica moderna, no se establece en la mayor parte de los
estudios una conexión entre el proceso de valorización y las características
del proceso laboral. Es decir, pese a que Gardell insiste en el análisis del
proceso laboral como un sistema sociotécnico y se aleja explícitamente de
la concepción del determinismo tecnológico respecto a la organización y
división del trabajo, no ofrece una explicación del por qué la tecnología y la
organización y división del trabajo se han desarrollado de una manera
específica. Esta ausencia, como se verá, tiene efectos ulteriores sobre el
marco interpretativo de los hallazgos concretos. Por otra parte, destaca que
no hay ninguna reflexión crítica respecto a la "enfermedad", que se toma tal
cual la concibe la medicina dominante. Es más, frecuentemente se produce
la impresión de que la inclusión en los estudios de los efectos del trabajo
sobre la salud es ante todo un elemento estratégico para lograr apoyo para
acciones legislativas y sindicales dado su alto grado de legitimidad social.
De esta manera la salud aparece como un efecto, más que como algo que en
sí mismo es analizable. Este hecho, además, indudablemente expresa las
dificultades implícitas en retar exitosamente la hegemonía de una
determinada concepción médica en el contexto en que se ha desarrollado
esta investigación. No obstante, de esta conformación de la mirada de la
relación trabajo-salud resulta una cierta yuxtaposición entre lo psicosocial,
lo psiconeuroendocrinológico y lo médico, y no una conceptualización
totalmente integrada.
Dentro de esta conceptualización teórica general hay cierta variación
respecto al énfasis en unas u otras categorías analíticas. De esta manera,
Gardell pone en el centro al trabajo como sistema sociotécnico y
organizacional, Frankenhaeuser a la subcarga cualitativa-sobrecarga
cuantitativa y Aronsson23 a las dimensiones de control y calificación. Sin
embargo, en términos de la construcción del proceso de investigación
concreto no se descubren diferencias sustanciales, dado que todos incluyen
el conjunto de los elementos arriba descritos. El análisis de los aspectos
objetivos y subjetivos recogidos respecto al puesto de trabajo revela que
24
abarcan los elementos más relevantes, ya que son prácticamente
exhaustivos. Lo mismo ocurre con la batería de preguntas y pruebas sobre
la salud a nivel del trabajador individual. La única dificultad que se presenta
en la traducción empírica del planteamiento teórico es respecto a las
mediciones de los parámetros fisiológicos, ya que en rigor se refieren a la
reacción aguda de estrés mientras que la suposición subyacente es que el
estrés crónico causa enfermedad. Es necesario volver a subrayar que la
metodología propuesta descansa sobre dos prerrequisitos -el acceso libre al
centro de trabajo y la colaboración plena de los trabajadores-, ya que ambos
pueden ser difíciles de lograr y en ocasiones son excluyente s en otros
contextos sociopolíticos.
La mayor limitación de esta metodología como instrumento de
exploración de la relación entre el proceso laboral y la salud, asumiendo sus
propios planteamientos, estriba en que la lógica de la investigación concreta
se ordena a partir del puesto de trabajo y el trabajador individual. Es decir
que el proceso laboral y el proceso de salud-enfermedad colectiva sólo
pueden ser reconstruidos como suma de puestos de trabajo y de trabajadores
individuales. Este hecho no siempre es coherente con el marco de
interpretación, que empero a su vez puede ayudar a superarlo. De esta
manera, aquellos estudios que se proponen precisar cuáles son los
elementos aislados que intervienen en la generación del estrés, no incurren
en contradicciones metodológicas al estudiar el puesto de trabajo porque los
ubican a este nivel. Esto es, en ellos el estrés es conceptuado como una
característica del puesto de trabajo o de la percepción obrera de éste y no,
en palabras de Stark, como un resultado específico del antagonismo de
clase sobre el trabajo concreto.24
La incoherencia metodológica se deja entrever cuando el marco
interpretativo va más allá y pretende lograr un análisis integral que
requeriría pensar los problemas en función del conjunto del proceso de
producción, dado que es insuficiente reconstruido sólo con base en una
suma de puestos. Sin embargo, visto al revés resulta que un marco analítico
más global, como los propuestos por Gardell25 y Aronsson,26 permite una
interpretación distinta de los hallazgos del estudio del puesto de trabajo y
del trabajador. Es decir, en cuanto se conciben los datos recolectados como
indicadores de un proceso más amplio, surgen posibilidades distintas de
comprensión y generalización. No obstante, es necesario señalar que no
aparecen todos los elementos que permitirían hacer una interpretación
sistemática de la relación entre el proceso de valorización, el proceso
laboral y las cargas laborales en su relación con la salud de la colectividad
obrera; cuestión que parece expresar la aceptación del marco político
general dentro del cual se da la negociación entre trabajo y capital en el
momento histórico en que se realizaron los estudios.
La misma manera de construir el proceso de investigación implica una
tendencia predominante a cuantificar y medir objetivamente utilizando toda
la tecnología de medición existente. Sin embargo, esto no excluye la
incorporación de elementos subjetivos y cualitativos. Es más, hay un
proceso sistemático de validación que muestra una correlación muy alta
entre ambas formas de generar información. Llama la atención, empero, que
la mayor parte de los elementos cualitativos" son cuantificados por medio
de escalas; cuestión obligada por la lógica investigadora basada en "la
prueba de hipótesis" con procedimientos estadísticos. Es decir,
implícitamente hay la aceptación epistemológica de un criterio de verdad
solamente captable en términos de correlación y diferenciación cuantitativa
positiva. De nuevo habría que subrayar que este procedimiento no es ajeno
a la estrategia de investigación trazada, por cuanto pretende producir
conocimiento como base para la acción sindical y legislativa directa. Esto
conlleva la necesidad, por lo menos a corto plazo, de asumir como propio el
marco epistemológico científico dominante. Y en la era del empirismo esto
significa producir "datos duros" para poner sobre la mesa de debate.
Este mismo hecho se conecta con la relación entre sujeto y objeto del
proceso de investigación. Así, a pesar de que la subjetividad obrera
individual desempeña un papel central para la generación de información,
domina la postura de que la ciencia la hacen los investigadores. Sin
embargo, si se considera que la acción transformadora corre a cargo de los
trabajadores y sus organizaciones, sean éstas sindicales o políticas;27
cuestión que a su vez tiene implicaciones para la planeación del propio
proceso de investigación, por cuanto se acuerda entre representantes
sindicales y de la empresa.28 Asimismo, en no pocas investigaciones hay
una fase de investigación-acción conjunta con los sindicatos29 con el
objetivo de instrumentar las propuestas de cambio derivadas de la
investigación.
Resulta evidente que esta propuesta metodológica contiene una serie de
elementos utilizables para el estudio de la relación entre el proceso de
producción y la salud. Sin embargo, es necesario tener presente que muchos
de ellos son de difícil aplicación, dado que presuponen el libre acceso al
lugar de trabajo y recursos económicos y técnicos considerables. Aparte de
estas limitaciones prácticas, están las conceptuales derivadas de los
planteamientos teóricos subyacentes, que se refieren, por una parte, a la
disociación conceptual entre el proceso de valorización y el proceso laboral
y la representación de éste a partir de una suma depuestos de trabajo; por la
otra, se encuentra la ausencia de un análisis de la "cuestión salud", a lo que
25
se añade, además, una manera insuficiente de definir el estrés en sí mismo y
en su relación con la salud. Estas cuestiones, más que invalidar los
elementos concretos utilizados en el proceso de investigación, marcan la
necesidad de escogerlos y ordenados en función de un marco interpretativo
distinto, dado que muchos de ellos permiten captar los procesos principales
bajo una forma precisa.
Otra vertiente importante de esta propuesta metodológica es que se ha
desarrollado en función de las necesidades de la negociación sindical y
legislativa. Para esto se ha tenido que situar dentro de los cánones clásicos
de la investigación científica, en la medida en que se ha tenido que
enfrentar y discutir con una "comunidad científica" conservadora. Esta
situación ciertamente puede haber impuesto limitaciones a la metodología
empleada, pero simultáneamente le ha permitido desarrollar procedimientos
de investigación imposibles de cuestionar aun por los expertos más
cientificistas. El valor de esto puede ser muy grande en situaciones
concretas de negociación dentro de los marcos impuestos, por ejemplo, por
la legislación laboral.
EL MODELO OBRERO ITALIANO
El llamado Modelo Obrero30 representa una cuarta vía de estudio de la
relación trabajo-salud. Fue originalmente formulado por un grupo de
obreros y profesionistas en Turín a finales de los años sesenta.
Posteriormente se convirtió en el principal sustento de la lucha por la salud
desarrollada por el movimiento obrero italiano durante los años setenta.
Incluso, sus principios fundamentales fueron adoptados oficialmente como
base de la acción sindical en este campo durante la convención intersindical
CGIL-CISL-UIL en Rimini en 1972.31 Así, llegó a ser el instrumento
práctico que permitió a decenas de miles de trabajadores investigar ellos
mismos sus centros de trabajo y luchar por su transformación.32 Por esto,
no parece exagerado sostener que es la propuesta metodológica más
probada en el terreno de la investigación-acción y, además,
sistemáticamente gestionada desde la misma fábrica.
A fin de comprender la extensión de los estudios realizados con el
Modelo Obrero y la importancia que llegaron a tener es necesario recordar
la extraordinaria fuerza del movimiento obrero italiano en aquellos años.
Fue tal que no sólo logró un cambio radical en la correlación de fuerzas en
el terreno reivindicativo, sino que abrió un ciclo de lucha social
anticapitalista que aglutinó a una buena parte del bloque de los
dominados.33 Una de las principales vertientes de lucha fue contra la
organización capitalista del trabajo que a su vez se enlazaba con la lucha
por la salud. Si bien es cierto que el Modelo Obrero se formuló con
anterioridad a la gran oleada de movilización, su puesta en práctica
masivamente es inseparable de ella. Así, el Modelo Obrero se presenta ante
todo como un método de generación de conocimiento para la acción obrera
en un campo explícitamente reconocido como de confrontación y conflicto
de clase. En este sentido se distingue no sólo del método de estudio estatal
sino, también, del objetivismo -basado en la suposición de la no-
conflictividad- del Método LEST y de la propuesta de Gardell-
Frankenhaeuser vinculada al movimiento sindical, pero dentro del marco
específico de conciliación generado por la socialdemocracia sueca.
El Modelo Obrero, en cuanto método de generación de conocimiento
sobre el proceso laboral en su relación con la salud, depende tanto de la
forma de ordenamiento de los elementos estudiados como de la dinámica
del mismo proceso de investigación. A fin de ordenar y delimitar la
observación se parte en él de la definición del ambiente como "el conjunto
de las condiciones de producción en las cuales la fuerza de trabajo y el
capital se transforman en mercancía y ganancia". 34 Así, aunque se use el
concepto "ambiente" se le da un contenido distinto que en la medicina del
trabajo, ya que se ubica explícitamente como la expresión concreta -o el
medio- del proceso de valorización. Partiendo de esta definición se
distribuyen en cuatro grandes grupos los elementos del ambiente que son
nocivos para la salud.
El primer grupo abarca los factores que definen al ambiente fuera y
dentro de la fábrica, a saber, temperatura, iluminación, ruido, humedad y
ventilación. El segundo grupo está constituido por los factores de riesgo
característicos de la fábrica: polvos, gases, vapores, humos y sustancias
químicas sólidas o líquidas. El tercer grupo se refiere a la fatiga derivada
del esfuerzo físico. El cuarto grupo, finalmente, incluye el resto de los
factores que causan cansancio, o sea, los ritmos de trabajo, la monotonía y
la repetitividad, las posiciones incómodas, la tensión nerviosa y la
responsabilidad inadecuada. Esta manera de ordenar los factores de
nocividad obedece, según los autores, a que sintetiza, por una parte, el
conocimiento científico formal y por la otra, la forma bajo la cual el obrero
se representa la realidad fuera y dentro de la fábrica. De este modo se
convierte en el "lenguaje común" entre técnicos y obreros. Es importante
anotar, sin embargo, que, con la posible excepción del grupo cuatro, no
media en esta distribución de los factores nocivos una reconceptualización
del cuerpo teórico de las disciplinas involucradas.
Para apreciar la innovación del Modelo Obrero respecto a estas
disciplinas hace falta remitirse a su operación y los cuatro conceptos que lo
26
sustentan: el grupo homogéneo, la experiencia o subjetividad obrera, la no
delegación y la validación consensual. Así, el proceso de generación de
conocimiento respecto a un lugar de trabajo se basa en el principio de la no-
delegación, o sea, su sujeto son los obreros que allí laboran y no sus
representantes ni los técnicos o profesionistas. El proceso parte de la
observación espontánea hecha por los obreros de las condiciones de trabajo
y sus efectos en la salud. Esta observación existe en el grupo como
experiencia primaria acumulada pero no estructurada. La forma de
sistematizar la experiencia y convertida en patrimonio común consciente es
a través de una encuesta, basada en el esquema de los cuatro grupos de
factores de riesgo. Ésta la llena colectivamente un grupo homogéneo, es
decir, un grupo de obreros que comparte las mismas condiciones de trabajo
y tiene lazos orgánicos entre sí. A fin de garantizar que los resultados
reflejen la experiencia colectiva y no dependan de la apreciación de cada
quien, se validan consensualmente. Esto es, sólo se registran aquellas
observaciones que el grupo homogéneo en su conjunto reconoce como
correctas y verídicas.
Una segunda fase del proceso consiste en verificar con mediciones y
registros bioestadísticos los hechos revelados en la encuesta colectiva, para
poder cuantificados. La etapa de cuantificación está dirigida por la
experiencia obrera colectiva no sólo en cuanto a qué medir sino también
dónde y cuándo, ya que la encuesta colectiva tiende a precisar no sólo qué
riesgos hay sino además en qué lugar específico y en qué momentos. Con la
información recolectada se elabora un mapa de riesgo, que es la
representación gráfica del proceso laboral con sus riesgos y daños a la
salud.
La última fase confirma al Modelo Obrero como un método de
generación de conocimiento indisolublemente ligado a la acción
transformadora. De esta manera, en base al conocimiento generado y
plasmado en el mapa de riesgo, el grupo homogéneo construye su
plataforma de demandas, de nuevo a través de un procedimiento de
validación consensual, y se traza una estrategia de lucha para logradas.
Cabe mencionar que frecuentemente se eligen formas de lucha que, por así
decido, "ponen en práctica" la demanda. Por ejemplo, cuando la demanda
es bajar el ritmo de la cadena, se "practica" dejando pasar cada segunda o
tercera pieza sin trabajarla, cambiando de hecho el ritmo de trabajo.
El análisis de la concepción teórica de la relación trabajo-salud que
subyace al Modelo Obrero revela cierta ambigüedad que también se
manifiesta en la forma bajo la cual se van desplegando los conceptos
planteados. Esta ambigüedad tiene por consecuencia que el contenido
concreto de los distintos estudios realizados con el Modelo Obrero depende
de manera importante de las condiciones políticas en las cuales fueron
realizados; cuestión que se tratará más adelante. Así, a pesar de que hay una
definición explícita de las condiciones de trabajo como la expresión
concreta del proceso de valorización del capital, no se desarrolla esta
noción en la traducción empírica de los elementos estudiados. Tampoco se
refleja con claridad en el Modelo Obrero una concepción problematizada de
la salud obrera. Estos hechos contrastan con el contenido implícito de las
luchas por la salud realizadas por los obreros italianos, por cuanto ubicaban
a la salud como una cualidad vital deteriorada Y enajenada por la
organización capitalista del trabajo.35
Como ya se señaló, la concepción de la salud y su relación con el trabajo
contenida en los cuatro grupos de riesgo no se distingue, con la posible
excepción del grupo cuatro, de la teorización que de ella hacen la medicina
del trabajo y la ergonomía dominantes. Es decir, cualquier tratado de
patología laboral enumera el microclima, el ruido, los gases, los humos, los
polvos, el esfuerzo físico y las posiciones incómodas como riesgos
laborales. De esta manera la principal innovación del Modelo Obrero no
reside en una reconceptualización de los problemas sino en el
reordenamiento de los factores de riesgo de tal forma que sean coincidentes
con la experiencia obrera directa en la fábrica. La ausencia de una
reconceptualización no resulta tan evidente respecto al grupo cuatro, que se
refiere a los factores fatigantes, excepción hecha del esfuerzo físico.
Incluye, así, ritmos y cargas de trabajo, monotonía y repetitividad, grado
inadecuado de responsabilidad, etcétera. Existe cierta ambigüedad respecto
al contenido conceptual de este grupo, ya que podría ser la trascripción de
los elementos señalados por la psicología industrial como generadores de
"insatisfacción" laboral, o bien la enumeración de aquellos elementos que
caracterizan a una organización taylorista o fordista del proceso laboral y,
por tanto, un intento de concretar a través de estos elementos aspectos
esenciales del impacto de la organización capitalista del trabajo en la salud.
La ausencia de una reconceptualización de la relación trabajo-salud en el
Modelo Obrero se confirma además en la insistencia de la necesidad de que
los obreros "reapropien los modelos técnicos", sean los de los médicos, los
ergónomos o los ingenieros industriales. Esto revela una concepción
instrumentalista de la ciencia para la cual su contenido es neutral y lo que
importa es quién controla su uso social. Curiosamente esta visión de la
ciencia se contrapone con la que se expresa en el Modelo Obrero respecto a
la tecnología, ya que tiene como premisa que las opciones tecnológicas son
opciones de clase. El haber adoptado una mirada finalmente médica o
ergonómica introduce puntos ciegos también en la mirada obrera y conduce
la exploración de la fábrica en una determinada dirección. Así, tiende a
27
desvirtuar la propuesta metodológica de ubicarse en un horizonte de
visibilidad distinto a través de la recuperación de la subjetividad obrera. En
suma, contiene una contradicción ya que, al mismo tiempo que se enfatiza
la potencialidad de la subjetividad-experiencia obrera de revelar la realidad
de un modo distinto que la ciencia formal, ordena a la experiencia en el
molde de ésta.
La innovación del Modelo Obrero no consiste, pues, en una visión
diferente de la relación entre el trabajo y la salud, sino en que cambia la
lógica del proceso de generación de conocimientos al respecto. De esta
manera el sujeto y conductor del proceso de investigación no es el
científico, sino el grupo obrero homogéneo auxiliado por los especialistas.
Asimismo, la fuente principal de conocimiento es la experiencia obrera
colectiva. Se plantea, además, un vínculo inmediato entre el conocer y el
transformar, ya que la única razón de impulso al estudio de un problema es
la búsqueda de su solución. Sin embargo, la concepción del Modelo Obrero
respecto al proceso de generación del conocimiento y a la relación entre
teoría y práctica, que pone en el centro la subjetividad obrera y la no-
delegación, plantea una serie de problemas.
Una primera cuestión se refiere a la imprecisión respecto a qué se
entiende por subjetividad, ya que va desde la concepción más restringida -
vivencia individual subjetiva de una situación- hasta la más compleja -
posesión de conocimiento colectivo y capacidad de actuar sobre la realidad
transformándola-, esto es, ser sujeto. La concepción que se perfila más
claramente en los textos es la subjetividad-experiencia obrera como
conocimiento latente acumulado, resultado del vivir y actuar en una
determinada realidad, cuyo portador es el grupo homogéneo, o sea, la
colectividad que comparte esa realidad. No existe espontáneamente como
cuerpo ordenado y sistematizado de conocimiento sino que asume esta
forma a través de la recuperación de la experiencia en un proceso de
explicitación y confrontación de las vivencias individuales realizado por el
grupo homogéneo y que resulta en un conocimiento validado
consensualmente. La otra vertiente del proceso de generación de
conocimiento en esta concepción está dada por la "reapropiación de los
modelos técnicos", que es la forma de acceder al conocimiento científico
formal referido a lo que la experiencia obrera reconoce como fundamental.
De la confrontación y fusión entre ambos surge una síntesis, que es el
nuevo conocimiento.
Encontramos explícitamente planteada la intención de impulsar un
proceso científico desde el horizonte de visibilidad obrera en la medida en
que es la experiencia obrera la que descubre y elige qué problemas abordar
al tiempo que contempla a la subjetividad-experiencia obrera como una
nueva fuente de datos objetivos, o sea, científicos. Sin embargo, contiene
dos supuestos que definen su devenir en cuanto proceso de generación de
conocimiento. Por una parte, está implícito el supuesto de que la
experiencia del grupo homogéneo expresa inmediatamente y sin
mediaciones la experiencia de clase. Es decir, hay una idea de equivalencia
directa entre lo general y lo particular, o alternativamente, de lo general
como suma de situaciones particulares; concepción que hace innecesario el
proceso de extracción de lo general de lo particular, o sea, la ciencia o la
teoría. Por otra parte -cuestión que sólo es la otra cara del mismo problema-
plantea que lo vivido es lo real, esto es, que la experiencia obrera es
inmediatamente reveladora de la esencia de la realidad; concepción
empirista, que nuevamente elimina a la teoría como un momento necesario
en el proceso de generación de conocimiento.
La falta de precisión, tanto en la formulación teórica como en los
conceptos, es lo que confiere cierta ambigüedad al Modelo Obrero en
cuanto método. Esto se expresa en el hecho de que en los estudios concretos
se recogen problemáticas muy variadas. Sin embargo, no son elecciones
aleatorias, sino que obedecen a la situación política concreta en la cual
fueron realizadas. El condicionamiento de la coyuntura política concreta
expresa, en última instancia, el carácter del Modelo Obrero de instrumento
obrero en la confrontación de clase.36 Esto significa, sin embargo, que el
simple análisis del texto original del Modelo Obrero no es suficiente para
tener una idea clara respecto a sus alcances y limitaciones. Esto sólo puede
lograrse con la revisión de los estudios concretos, ya que, a pesar de utilizar
un mismo planteamiento metodológico, tienen énfasis distintos que resultan
en un análisis muy diferente de la realidad.
Así, los estudios realizados durante la fase ascendente de las luchas
obreras italianas, de 1969 a 1975, se enmarcan en general dentro de una
visión globalizadora. Partiendo del análisis de la compleja realidad fabril -
sin diferenciar entre ambiente y organización del trabajo- van individuando
los riesgos y daños a la salud. Resultan, entonces, igualmente importantes
problemas como ritmos y cargas de trabajo, repetitividad y monotonía,
turnos y horarios, o ruido, sustancias químicas, humos, vapores,
iluminación, etcétera 37 Son estudios que sistematizan y socializan la vida
en la fábrica, que merced a ellos deja de ser una experiencia sufrida
individualmente. Expresan, así, en el terreno de la salud lo que estaba
planteado como la lucha contra la organización capitalista del trabajo y una
correlación de fuerzas que permitía plantear no sólo reivindicaciones
inmediatas sino un cuestionamiento global de la sociedad capitalista. Es
significativo que estos estudios descansen centralmente sobre la acción de
los obreros de base de la gran industria y tengan como lema “la salud no se
28
vende”. Esta consigna es la impugnación de la monetarización de la
enfermedad hasta entonces prevaleciente, pero al mismo tiempo revela una
redefinición cualitativa de la salud, extrayéndola de la lógica mercantil de la
venta de la fuerza de trabajo. La exigencia ya no es más que se paguen los
efectos destructores del trabajo, sino que el trabajo se organice para ser una
actividad creadora y no destructora.
Contrastan con estos estudios los realizados en base al Modelo Obrero
durante la segunda parte de los años setenta, que corresponde, primero, a
una mayor institucionalización del conflicto y, luego, a un franco descenso
de la movilización de masas.38 Durante este periodo hay un paulatino
abandono del acercamiento global a los problemas en favor del estudio de
factores de riesgo y enfermedades específicos.39 O sea, en términos de los
grupos de riesgo del Modelo Obrero se centra la atención en algunos de los
tres primeros, que agrupan a los riesgos laborales tradicionalmente
reconocidos como tales, dejando de lado el cuarto grupo, más claramente
relacionado con la organización del trabajo. El Modelo Obrero así usado se
convierte, entonces, en términos prácticos en un método ambientalista, cuyo
contenido no se distingue del de los paradigmas científicos dominantes.
Las razones que explican esta transformación, a mi modo de ver, son,
por una parte, la subordinación de los estudios a una lógica de negociación
sindical puntual y, por la otra, un cambio en la correlación de fuerzas a raíz
de la contraofensiva del capital usando como palanca la reconversión
industrial.4O Este viraje en el tipo de estudios realizados, asimismo, tiende
a invertir la relación entre obreros y técnicos en el proceso de investigación,
ya que el estudio de los riesgos específicos requiere en mayor medida de
técnicas especializadas. Este periodo se caracteriza, así, por el
establecimiento de oficinas sindicales de medicina del trabajo y por la
cristalización de grupos obreros "especializados" en la cuestión salud, a
saber, los Comités del Ambiente. Obviamente, son logros nada
despreciables, dado que son instrumentos que confieren a los sindicatos
mayor control y capacidad de intervención respecto a las condiciones de
trabajo. Sin embargo, diluyen el principio de la no-delegación de la salud
planteada como piedra angular por el Modelo Obrero en cuanto instrumento
de la lucha por la salud.
La cuestión de qué, cómo y dónde medir se plantea de un modo
novedoso en el Modelo Obrero por varias razones. Primero, resulta obvio
que no se privilegia lo formalmente objetivo por encima de lo subjetivo. Es
más, se reconoce a la experiencia-subjetividad obrera como el instrumento
de preferencia para la exploración de los riesgos y daños del trabajo. Sin
embargo, de nuevo hay cierta ambigüedad respecto a esta cuestión, dado
que se oscila entre sostener que es así porque sólo la vivencia obrera
permite tener acceso a una comprensión real de la fábrica o,
alternativamente, porque los obreros pueden percibir riesgos y daños que la
ciencia formal no puede medir, especialmente en lo referido al grupo
cuatro.41
En segundo lugar, el Modelo Obrero resulta novedoso en la medida en
que asume un acercamiento colectivo a la cuestión de la medición. Es decir,
que toma como principio fundamental el referir todas las mediciones al
grupo obrero y no a los individuos. Así, le es ajeno aislar los puestos de
trabajo y a los individuos que los ocupan. 'Las mediciones sirven, entonces,
para caracterizar procesos laborales, o segmentos de ellos, y sus
repercusiones en la salud. Este principio se expresa en la primera fase de la
investigación en el hecho de que el instrumento de generación de
información es la encuesta colectiva, que recoge la experiencia no de cada
uno de los obreros sino del grupo homogéneo. Asimismo, en la segunda
fase de mediciones específicas y de registros bioestadísticos se sigue
esencialmente un procedimiento epidemiológico. Es decir, la información
recolectada sirve para construir un perfil de daño a la salud del grupo o,
alternativamente, para precisar la frecuencia de una determinada patología
en él. Finalmente, la fase de acción-transformación se basa en lograr la
eliminación de aquellos riesgos que han sido validados consensualmente
como los más importantes por el grupo homogéneo.
En tercer lugar, destaca en el Modelo Obrero que se guía la decisión
respecto a qué medir vinculando siempre riesgo y daño. O sea, contrario al
procedimiento empleado, por ejemplo, en el Método LEST, no se mide
únicamente el riesgo suponiendo el daño sino ambos, lo que no sólo
permite verificar la presencia del daño sino ante todo descubrir nuevas
relaciones entre ellos. Esto resulta especialmente importante en los estudios
que emplean el concepto amplio de "riesgo", porque ofrece elementos para
demostrar relaciones entre el trabajo y los daños a la salud que
generalmente son negadas.
Finalmente habría que reiterar que el qué y cómo medir en el Modelo
Obrero no sigue un esquema preestablecido sino que se va determinando en
función del proceso de sistematización de la experiencia obrera. Este
procedimiento permite captar al proceso laboral no como una sucesión
inalterable de acontecimientos sino como situaciones cambiantes aun en
medio del esfuerzo patronal por estandarizarlo y hacerlo invariable; vuelve
a plantearlo, pues, como una relación entre hombres y medios de
producción con un metabolismo vivo. Se echa de ver, así, en el Modelo
Obrero una gran flexibilidad respecto a cómo medir que subordina la
elección de los instrumentos de medición a las necesidades específicas de
cada situación. De esta manera se logra una integración no mitificada de las
29
más variadas técnicas de investigación de la realidad, provengan de donde
provengan. Esta característica resalta particularmente en los estudios
globalizadores, pero se mantiene, también, en los estudios de los riesgos
específicos.
No cabe duda que el Modelo Obrero ofrece una serie de elementos muy
importantes para el estudio de la relación trabajo-salud que están ausentes
en las otras propuestas metodológicas analizadas. Destaca especialmente la
centralidad que confiere a la experiencia y a la acción obrera en el proceso
de conocer-transformar. Sin embargo, tanto porque se presenta como un
método de clase cuanto porque contiene una serie de planteamientos
posibles de interpretar de distintas maneras, parece necesario analizar
algunas cuestiones contenidas en él a partir de la experiencia italiana.
Ya se había señalado que en el marco epistemológico implícito del
Modelo Obrero no hay una diferenciación entre teoría y práctica, dado que
la teoría resulta inmediatamente práctica y viceversa; el hacer es conocer y
el conocer es hacer o, como dice Cini,42 “se salta el nexo fundamental de la
dialéctica entre teoría y práctica”. Esta concepción marca el proceso de
generación de conocimiento impulsado por este modelo y origina algunos
problemas. Así, se logró, sin duda, un conocimiento más preciso respecto a
un gran número de centros de trabajo particulares, lo que redundó en la
incorporación de la realidad fabril al mapa del territorio socialmente
conocido. Asimismo, los estudios permitieron a los trabajadores refutar la
versión patronal respecto a los riesgos presentes en los centros de trabajo y
ejercer un control de calidad sobre las medidas y acciones instrumentadas
respecto a la salud obrera. Es decir, pudieron forzar la actualización y
aplicación del conocimiento existente a las situaciones concretas y acabar
con un uso engañoso, parcial y atrasado del conocimiento profesional en
este campo.
Sin embargo, los avances no resultan tan claramente exitoso s cuando se
intenta analizar el contenido del conocimiento generado. En este contexto
conviene plantearse dos preguntas. ¿Se ha logrado un nuevo conocimiento
en el sentido de haber revelado nuevos problemas y producido
explicaciones innovadoras de carácter general, o se trata de la verificación
del conocimiento existente en situaciones particulares? ¿Se ha alcanzado
una nueva comprensión de la realidad, o se han incorporado más parcelas
de la realidad al mapa de lo conocido por una vía distinta a la utilizada
anteriormente? Las respuestas no son unívocas, ya que en una serie de
estudios está sugerido un nuevo entendimiento de situaciones concretas,
pero no llega a cristalizar en una propuesta generalizable. Respecto a esta
cuestión se entremezclan dos elementos. Por una parte, hay una ausencia
notable de momentos de teorización y síntesis que permitan extraer de los
estudios particulares lo que tienen de general. Se señala con frecuencia en la
literatura del Modelo Obrero la necesidad de generalizar las experiencias
realizadas, pero ello se entiende como la transmisión y socialización de los
hallazgos de cada estudio y no como un proceso de teorización. Por otra
parte, la conceptualización subyacente a los cuatro grupos de riesgo impone
una especie de camisa de fuerza que conduce la observación a lo que estos
grupos permiten ver, a pesar de que las investigaciones se basan en la
subjetividad-experiencia obrera.
Esta contradicción pudiera haberse resuelto precisamente a través de un
proceso de teorización a partir de los estudios concretos, especialmente los
de la primera fase. Ello es así, porque contienen una serie de elementos que,
sistematizados y generalizados, podrían haber permitido una reformulación
teórica del modelo interpretativo de los cuatro grupos de riesgo logrando
una conceptualización desde el horizonte de visibilidad obrera. En ausencia
de estos momentos de teorización lo específicamente "otro" de la
experiencia obrera se diluye en múltiples aspectos particulares de
situaciones concretas, que conducen a la verificación de la presencia de lo
que, en rigor, el conocimiento científico formal podría predecir. Es decir
que, en determinadas fábricas, dadas las características de la producción,
existen determinados riesgos biofísicos-químicos. De esta manera, el
Modelo Obrero, con todo su énfasis en la experiencia obrera y la no-
delegación, lleva paradójicamente a fortalecer la opción ambientalista;
situación que es el paso previo a volver a delegar la salud obrera en los
técnicos y relegarla a un lugar secundario entre las prioridades sindicales.
Un segundo problema, que sigue de la no-teorización de las experiencias
investigadoras, se hace especialmente visible en la segunda fase de la
ofensiva del capital con la reestructuración tecnológica y reorganización del
trabajo. En ésta se muestra, por una parte, que cuando cambia drásticamente
la realidad fabril el conocimiento particular -por rico que sea- se vuelve
esencialmente inútil en cuanto su objeto desaparece. Por otra parte, en tanto
no se haya extraído lo que las situaciones particulares tienen de general,
resulta imposible proyectar el conocimiento al futuro, en la construcción de
propuestas nuevas. O sea, el conocimiento particular basado en la
experiencia es, en el mejor de los casos, un conocimiento fenomenológico
del pasado y del presente hasta que haya pasado por un momento de
teorización. La ausencia de generalización y teorización del conocimiento,
finalmente, lo hace difícilmente desprendible de sus portadores específicos.
Se convierte en una experiencia personal compartida por varias, o incluso
muchas, personas, pero no pasa a ser memoria definitiva de clase retomable
en aquellos momentos en que los cambios en la correlación de fuerzas
permiten avanzar las posiciones obreras.
30
II.3 Para el estudio de la salud en su relación
con el proceso de producción
El análisis de la investigación latinoamericana sobre salud y trabajo y de
sus propuestas metodológicas permite ubicar una serie de elementos
teórico-metodológicos y técnicos importantes para el estudio del nexo
biopsíquico1 de la colectividad trabajadora en su relación con el proceso de
producción. Además aclara cuáles son los problemas y las carencias que
todavía están por resolver. En esta parte se pretende construir un
planteamiento teórico-metodológico-técnico que ordene en un conjunto
coherente aquellos elementos, así coma llenar algunos de los vacíos
detectados. Dado que la cuestión menos problematizada en la literatura
existente, excepción hecha de la producida por la corriente de medicina
social, es la salud, se hará un énfasis especial en ella. Asimismo la
explicitación de una concepción teórica respecto a la relación salud-trabajo
tiene fundamentalmente por objetivo servir como marco global para la
construcción de la propuesta metodológico-técnica, que es la parte donde
existe una necesidad urgente de integración de una serie de elementos
sueltos, todos útiles pero no pensados en función de la constitución de un
instrumental investigador adecuado para el estudio de la salud en su
relación con el proceso de producción.
LA HISTORICIDAD DEL NEXO BIOPSÍQUICO HUMANO
Mientras que en la mayor parte de la literatura científico-social la salud está
vista tal como la define la medicina dominante o como un simple indicador
del impacto del trabajo sobre los obreros, le ha correspondido a la medicina
social impugnar esa concepción y avanzar hacia una nueva. Tan es así, que
para esta corriente de pensamiento el análisis del trabajo en su relación con
la salud no fue el punto de partida sino el punto de llegada, cuando planteó
la necesidad de entender la salud-enfermedad no sólo como un proceso
biopsíquico sino ante todo como un proceso social. Una vez detectada la
necesidad del estudio de la salud-enfermedad en cuanto proceso social, sin
embargo, se ha producido una serie de confusiones respecto a cómo
constituida como objeto científico específico. De esta manera, encontramos
desde el simple enunciado de su carácter social, pero sin acompañado de
una reconceptualización Y reconstrucción de ella como objeto científico,
hasta la pretensión de convertida en el objeto de la exploración de la esencia
de lo humano2 pasando por una conceptualización de la enfermedad como
equivalente a la enajenación y, por tanto, de la salud como la
desenajenación.3
Al margen de las confusiones, lo específicamente nuevo que ha surgido
del estudio de la salud-enfermedad en cuanto proceso social, es plantear el
nexo biopsíquico como la expresión concreta en la corporeidad humana del
proceso histórico en un momento determinado. Esta concepción tiene como
piedra angular la identificación de la historicidad de los procesos biológicos
y psíquicos humanos. Es decir que plantea una ruptura a profundidad con el
pensamiento médico, cuyo postulado fundamental es el carácter ahistórico
de la biología humana4 y, aunque más ambiguamente y con menos
capacidad de hegemonizar el pensamiento científico, de los procesos
psíquicos.5
La exploración del nexo biopsíquico humano históricamente específico
requiere necesariamente de la construcción de un nuevo objeto de
conocimiento, dado que este nexo no es pensable ni estudiable a través del
objeto "salud-enfermedad" establecido por la medicina dominante, y menos
aún del objeto "enfermedad". A fin de llegar a establecer este nuevo objeto
es necesario hacer algunas precisiones respecto a qué significa ubicar en el
centro de la preocupación la historicidad de los procesos biopsíquicos
humanos. Así, una primera cuestión se refiere a cómo pensar el hecho de
que la biología humana adquiere historicidad, contrario a 10 que
generalmente se piensa. Esto involucra, por una parte, un interrogante
respecto al nivel de complejidad a partir del cual esto ocurre y, por la otra,
la recuperación de la noción de "estereotipos de adaptación" o, según la
expresión de Tambellini, "modos de andar por la vida". 6 De esta manera,
no es a nivel de los procesos celulares o subcelulares donde se manifiesta
más claramente la historicidad de lo biológico sino a los niveles de
integración mayores y, especialmente, al nivel de complejidad que
representa el cuerpo humano; cuestión que lleva inmediatamente a los
modos de andar por la vida y los esterotipos de adaptación. Respecto a éstos
habría que advertir de entrada que la concepción de adaptación que da la
clave para entender la historicidad de la biología humana no es aquella de
adaptación como eterno retorno -o de vuelta a lo "normal"- basada en la
concepción fisiológica del steady-state.7 Por el contrario, lo que está
involucrado es la capacidad del cuerpo de responder con plasticidad ante
sus condiciones específicas de desarrollo, lo que se traduce en cambios
específicos en los procesos corporales8 que se expresan como formas
biológicas características.
Los procesos de adaptación generalmente son conceptuados como
procesos "fisiológicos normales" capaces de proteger al organismo en
31
términos de su sobrevivencia. Sin embargo, esta visión tan teñida por un
pensamiento teleológico9 pierde de vista que muchos de los procesos de
adaptación no sólo significan la sobrevivencia en condiciones corporales
precarias sino que, incluso, pueden convertirse en su contrario, o sea, en
destructores de la integridad corporal. Un ejemplo revelador de este hecho
es la reacción de estrés, el proceso de adaptación tal vez más característico
de la sociedad capitalista. 10 Así, a pesar de que sea la manera de poner el
organismo en alerta, movilizándolo para "huir o pelear ante un peligro", su
repetición frecuente o su conversión en estrés crónico se convierte en un
proceso destructor de una serie de estructuras y procesos corporales. 11 El
hecho de que no se conozca el o los mecanismos específicos a través de los
cuales esto ocurre12 no quita veracidad a las observaciones epidemiológicas
que lo muestran.13 Es más, no deja de ser significativo que sea precisamente
el acercamiento epidemiológico (esto es, el estudio de los grupos humanos)
el que logra revelado, dado que confirma que es en éstos donde se
manifiesta más claramente el nexo biopsíquico históricamente específico.
Los procesos particulares de adaptación confieren, entonces, las
características a este nexo, que se convierte en el sustrato general que
determina la conformación del proceso de desgaste y del perfil patológico
de un grupo humano.
La segunda acotación que es necesario hacer se refiere a cómo se
conceptualiza la subsunción de lo biológico en lo social, o, lo que es lo
mismo, a la producción social de las formas biológicas humanas. A pesar de
que los procesos de adaptación se dan en los individuos, ello no impide que
las condiciones que los producen sean sociales, por cuanto emergen del
modo específico como los hombres se apropian de la naturaleza por medio
de una determinada organización social. Es decir, están lejos los tiempos -si
es que alguna vez existieron estas "robinsonadas"- en que los hombres se
enfrentaban solos a un mundo natural y su capacidad de adaptación
determinaba su sobrevivencia y un proceso de selección de los más "aptos".
Desde hace mucho, pues, el "ambiente" de los seres humanos es ante todo
un producto social, que además se presenta bajo modalidades distintas -
homogéneas hacia su interior y heterogéneas hacia el exterior- ante uno y
otro grupo. De ahí que los "modos de andar por la vida" sean característicos
de las colectividades y no de los individuos. O sea, si bien se puede dar el
caso aislado, que "responde" atípicamente ante su "ambiente", esto no
invalida en absoluto la existencia de un "estereotipo de adaptación" del
grupo al cual pertenece. Por otra parte, estos casos individuales no pueden
ser la base sobre la cual se construya una concepción del nexo biopsíquico
humano.
Estas precisiones nos permiten acercarnos a la construcción del nuevo
objeto científico y simultáneamente apuntan hacia la centralidad del estudio
de la relación proceso de trabajo-salud para generar conocimiento respecto
a este objeto. En la medida en que los estereotipos de adaptación
caracterizan a las colectividades humanas, es en éstas donde podemos
estudiar el nexo biopsíquico históricamente específico, y no en los
individuos aislados. Sin embargo, no es suficiente definir que el nuevo
objeto de conocimiento es el proceso biopsíquico histórico de las
colectividades humanas, sino que además es preciso añadir que es el de los
grupos definidos por su inserción social específica. Así pues, lo
significativo no es oponer al individuo (uno solo) con el grupo (muchos)
sino relevar que, en la medida en que la inserción social del grupo
determina los modos de andar por la vida, es la colectividad constituida a
partir de su ubicación social la que encarna el nexo biopsíquico
históricamente específico. Esto a su vez nos lleva a plantear como problema
central una concepción respecto a cuáles son los elementos esenciales que
definen esta inserción social y que determinan las “condiciones
ambientales” ante las cuales emergen los modos de andar por la vida.
Arribamos aquí a la centralidad del concepto de “proceso de trabajo”.
La posibilidad de definir los elementos esenciales de la inserción social
evidentemente involucra optar por una teoría de lo social, ya que cada una
de estas teorías fundamenta de manera distinta este problema llegando a
teorizaciones diferentes. La problemática que nos ocupa, si bien ha sido
abordada por el estructural-funcionalismo, ha tenido un desarrollo mucho
más fecundo desde el enfoque del materialismo histórico,14 que se seguirá,
también, en este trabajo. El fundamento teórico específico de optar por el
concepto "proceso de trabajo" en su acepción marxista como categoría
central en el análisis de la producción social del nexo biopsíquico humano
es que permite dar cuenta de las formas sociales específicas bajo las cuales
se da la relación entre el hombre y la naturaleza. Es decir, ubica la clave del
entendimiento del carácter social del proceso biopsíquico humano en el
proceso a través del cual el hombre se apropia de la naturaleza
transformándola y transformándose a sí mismo, o sea, en el proceso de
trabajo.15 Se plantea, pues, que es en el metabolismo entre el hombre y la
naturaleza donde surge lo que hemos llamado las "condiciones ambientales"
de las colectividades humanas, a través y ante las cuales se constituyen los
modos de andar por la vida. Pero justamente porque este metabolismo
ocurre bajo formas sociales específicas, que significan determinados medios
de producción y relaciones particulares entre los hombres, de los hombres
con los medios de producción y con el producto, estas "condiciones
ambientales" son la síntesis de estas formas sociales y no las condiciones
naturales ahistóricas.
32
 Es preciso recuperar, también, el trabajo como la actividad
específicamente humana; como actividad consciente orientada a un fin,
base de la creatividad.16 Es, pues, la capacidad de crear intencionalmente
nuevos objetos, pero también nuevas relaciones entre los hombres. Esta
cualidad del trabajo es una de las claves para comprender la especificidad
histórica de los procesos psicológicos humanos. De esta manera, en la
medida en que esta cualidad sólo es potencialidad hasta realizarse, tiende
constantemente a ser negada a la gran mayoría de los trabajadores cuando el
trabajo asume la forma explotada y enajenada.17 Esta constante negación de
la capacidad creativa del trabajo, entonces, explicaría por qué la actividad
específicamente humana se vuelve destructora y no potenciadora de las
capacidades humanas de los trabajadores. Sin embargo, por la misma razón
el proceso de trabajo se convierte en un terreno de contradicción, por cuanto
los trabajadores desarrollan una resistencia sostenida en contra de su propia
deshumanización, que se manifiesta en la astucia y en la mano rebelde del
trabajo.18
Los planteamientos generales respecto a la relación entre el proceso de
trabajo y la salud requieren ser desarrollados en dos sentidos a fin de poder
servir como la base de una propuesta concreta para su estudio. Por una parte
es necesario analizar las formas históricas que asume el proceso de trabajo
en el capitalismo y, por la otra, lograr una teorización que proporcione los
conceptos necesarios para el análisis concreto de dicha relación. Es decir
que hay que fijar las categorías analíticas particulares capaces de dar cuenta
de ella.
EL PROCESO DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA
A fin de comprender las características que asume el proceso de trabajo
bajo el capitalismo, hay que recordar que su finalidad es la extracción de
plusvalor. Es preciso, pues, remitirse al concepto de proceso de producción,
con sus dos caras: el proceso de valorización (de producción de plusvalor) y
el proceso laboral (de producción de bienes). A pesar de que ocurren
simultáneamente, y en esta medida son un mismo proceso, son
conceptualmente diferenciables, lo que permite analizar la relación entre
ambos. Así, en la medida en que el proceso laboral es el medio del proceso
de valorización su conformación concreta está determinada por las
necesidades de éste.19 Es decir que, pese al carácter técnico del proceso
laboral, la clave para entender cómo se constituye no es una lógica
tecnológica abstracta sino la lógica concreta del proceso de valorización, o
sea, la estrategia empleada por el capital para extraer plusvalor en un
momento histórico específico. De esta manera, el proceso laboral es la
materialización del proceso de valorización, tanto en lo que se refiere a su
base técnica como a la organización y división del trabajo, y sólo
descifrable a partir del proceso de valorización. 20
La pregunta respecto a qué determina la dinámica del proceso de
valorización antecede, entonces, la cuestión de cómo se va constituyendo el
proceso laboral. La respuesta que se da con más frecuencia se refiere a la
competencia intercapitalista. Se dice que no basta con producir sino que es
preciso hacerlo bajo condiciones que permiten vender el producto con
ganancia. En esta explicación aparece como el elemento clave la
productividad que, luego, generalmente se identifica con el desarrollo y la
incorporación de nueva tecnología. Sin embargo, la respuesta
aparentemente secundaria pero que en realidad determina en gran medida la
cuestión tecnológica, se refiere a la relación entre capital y trabajo. Es decir,
es necesario tener presente que el proceso de producción capitalista se
desarrolla no sólo en condiciones de competencia entre los capitalistas
individuales sino ante todo en un campo de lucha entre las fuerzas
antagónicas del capital y el trabajo.21
Esta lucha se presenta en condiciones ordinarias (cuando no está
planteado el cuestionamiento global de la dominación capitalista) como la
disputa por el plus valor pero, también, como la disputa por cómo
generarlo, o sea, por cómo usar la fuerza de trabajo; cuestión
indisolublemente ligada al control sobre el proceso laboral. Ambas luchas
tienen momentos de condensación, por ejemplo en las revisiones
contractuales o en las movilizaciones obreras, pero se expresan también
cotidianamente en los centros de trabajo. Allí se absorben en una sola, que
es la conflictividad en el proceso laboral concreto. De modo que la disputa
por cómo usar la fuerza de trabajo se convierte simultáneamente en la
palanca de la disputa por cómo distribuir el valor producido entre plusvalor
y salario. De esta manera, si para el capital el proceso laboral es el medio
del proceso de valorización, para el trabajo es el ámbito primario de la
lucha contra la explotación. 22 Para ambos este proceso es inevitable y, por
tanto, un espacio ineludible de confrontación.
La conformación concreta del proceso laboral es uno de los elementos
clave para la comprensión de los determinantes de la salud obrera, ya que
permite desentrañar de qué manera se constituye el nexo biopsíquico de la
colectividad involucrada en él. Resulta, pues, necesario descomponerlo en
sus elementos constitutivos a fin de analizarlos para luego volver a
reconstruido como proceso global, rescatando su movimiento dinámico
respecto a la salud obrera.
Los elementos básicos de todo proceso laboral son el objeto de trabajo,
33
los instrumentos de trabajo y el trabajo mismo.23 El análisis de ellos tiene
dos vertientes, una técnica y otra social. Es preciso analizar no sólo las
características físicas, químicas y mecánicas del objeto de trabajo sino
también por qué y cómo llega a serlo, esto es, su vertiente social. De la
misma manera, los instrumentos de trabajo o la tecnología deben ser
comprendidos, por una parte, en lo que se refiere a su conformación técnica
y, por la otra, como la materialización de una determinada relación entre
capital y trabajo.24 El trabajo mismo, finalmente, tiene que ser entendido
como procesos corporales pero también como una expresión concreta de la
relación de explotación a través de su organización y división.25 Una vez
extraídas las características básicas de los objetos e instrumentos de trabajo
y del trabajo mismo, es preciso analizar la relación entre ello para
reconstruir la dinámica del proceso laboral. Es más, sólo así se puede llegar
a una reconstrucción significativa del proceso laboral. Por ejemplo, el
significado de la maquinaria sólo resulta plenamente visible en relación
Con la organización y división del trabajo que impone, de la misma manera
como las características del objeto no se cumplen cabalmente más que en la
conformación de los instrumentos que lo transforman y en el movimiento (o
no-movimiento) del obrero que se enfrenta a ambos.26
Si bien es cierto que la conformación y dinámica de cada proceso laboral
son únicas, se puede, sin embargo, decantar sus particularidades para hacer
aparecer las características comunes entre uno y otro. De esta manera es
posible distinguir fases históricas, claramente diferenciables, de maduración
del proceso de producción capitalista. Estas corresponden, vistas desde el
proceso de valorización, a distintas estrategias de extracción del plusvalor -
basadas en su forma absoluta o relativa- y, vistas desde el proceso laboral, a
formas diferentes de subsunción del trabajo al capital.27 A partir de este
hecho se puede constituir una suerte de tipología de procesos de producción
con etapas y subetapas.28 Las dos grandes etapas son la de predominio de la
extracción del plusvalor absoluto y la de predominio de la extracción del
plusvalor relativo, que en términos del proceso laboral corresponden a la
subsunción formal y a la subsunción real del trabajo al capital
respectivamente.
Las subetapas se refieren ante todo a la conformación del proceso laboral
y se desprenden de las características de la base técnica y de la organización
y división del trabajo. O sea, más que sustentarse sobre formas distintas del
plusvalor se distinguen por el modo concreto de lograrlo en el proceso
laboral. Dentro de la primera fase tenemos, así, la cooperación simple y la
manufactura, y dentro de la segunda el maquinismo simple, el taylorismo,
el fordismo y la automatización de flujo continuo (de transformación físico-
química) y discreta (de tran3formación mecánica). 29 Cada una de estas
subetapas muestra en su interior bastante homogeneidad en cuanto a la base
técnica y la organización y división del trabajo, mientras que entre una y
otra hay diferencias notables.
El motor de estas transformaciones del proceso de producción capitalista
es, justamente, la competencia intercapitalista y la lucha entre capital y
trabajo. En la medida en que representan cambios progresivos, sin retorno a
situaciones anteriores, las etapas y subetapas efectivamente se dan como
una sucesión histórica, vistas desde el ordenamiento global del capitalismo.
Es decir, en cada una de las fases históricas tiende a predominar y organizar
la producción un tipo determinado de proceso de producción. Sin embargo,
resulta indispensable hacer dos acotaciones. La primera es que, aun siendo
así, cada país muestra una heterogeneidad mayor o menor de procesos
laborales que significa la presencia simultánea de varios tipos de ellos
articulados por el dominante.30 La segunda cuestión a tener presente es que,
una vez establecido lo general de un tipo de proceso laboral, es necesario
volver al hecho de que cada proceso laboral concreto es un espacio de
lucha. O sea, el análisis concreto de un proceso laboral determinado resulta
incompleto si no se consideran los matices que la confrontación cotidiana
entre trabajo y capital le imprime31 y la heterogeneidad técnica en su
interior.
El planteamiento de que sólo el análisis del proceso de producción
permite dar cuenta de cómo se viene constituyendo el nexo biopsíquico de
una colectividad obrera todavía resulta insuficiente. Falta, de esta manera,
un concepto para ir desde el proceso laboral concreto, analizándolo como
"condiciones ambientales", hasta sus expresiones en el cuerpo obrero.
A fin de resaltar la diferencia entre el modo como se representan esta
cuestión la medicina del trabajo y la corriente de medicina social, es
necesario hacer primero una distinción metodológica básica entre ambas.
De esta manera, el método de la primera, que es el del pensamiento médico
dominante, se basa en gran medida en las reducciones sucesivas del objeto
de estudio particular, delimitando componentes cada vez menos complejos
y estudiándolos aisladamente. y su construcción de conceptos está en
función de éste. Este procedimiento tiene una ventaja innegable visto desde
la perspectiva experimental, ya que permite "controlar" todos los elementos
menos el que se pretende estudiar. Sin embargo, Su debilidad es que supone
la posibilidad de entender el conjunto a partir de la suma de sus partes. O
sea, pierde de vista, o por lo menos no logra explicar satisfactoriamente,
mediante su propio planteamiento teórico-metodológico, las diferencias
cualitativas entre los distintos niveles de complejidad, El método de la
medicina social busca lo contrario, ya que se propone comprender el nexo
biopsíquico como proceso complejo con especificidad como tal, lo que
34
excluye reducido a la suma de sus partes. O sea, no puede plantear
reducciones sucesivas sino por el contrario la integración cada vez más
compleja de los elementos en el marco de una dinámica global que imprime
una nueva cualidad al conjunto. Sus conceptos deben, entonces, permitir
captar esta complejidad.
LAS CARGAS LABORALES Y EL PROCESO DE DESGASTE
La medicina del trabajo usa la categoría "riesgo" para dar cuenta de los
elementos presentes en el centro de trabajo que pueden dañar el cuerpo del
obrero. Define, de esta manera, a los riesgos como agentes nocivos aislados
que pueden causar enfermedad.32 Dado que casi siempre los conceptualiza
en un esquema monocausal, ni siquiera llegan a ser los "factores de riesgo"
del modelo epidemiológico multicausal que postula la necesidad de la
presencia simultánea de varios de ellos para que se produzca la enfermedad.
La noción de "riesgo" de la medicina del trabajo, que además es distinta a la
de los "grupos de riesgo" del Modelo Obrero,33 consigna pues a elementos
aislados entre sí y de la dinámica global del proceso laboral. Resulta de esta
manera insuficiente para el enfoque teórico aquí propuesto. A fin de superar
estos obstáculos es necesario construir otra categoría, que es la de "cargas
laborales".
La categoría "carga laboral" pretende lograr una conceptualización más
precisa de lo que hemos consignado hasta ahora con la prenoción de
"condiciones ambientales" en lo que se refiere al proceso laboral. De esta
manera busca resaltar en el análisis del proceso laboral a los elementos de
éste que interactúan dinámicamente entre sí y con el cuerpo obrero,
generando aquellos procesos de adaptación que se traducen en desgaste,
entendido como pérdida de la capacidad corporal y psíquica potencial y/o
efectiva. Es decir, el concepto de carga posibilita un análisis del proceso
laboral que extrae y sintetiza los elementos que determinan
importantemente el nexo biopsíquico de la colectividad obrera y le
confieren a ésta un modo histórico específico de "andar por la vida". Cabe
señalar que esta noción de "cargas laborales" se distingue de la utilizada en
el método LEST fundamentalmente porque no se refiere a características
estáticas del puesto de trabajo particular sino al movimiento dinámico de
los elementos del proceso laboral. 34
En el proceso investigador ciertamente el primer acercamiento a las
cargas es descomponerlas en tipos específicos, que incluso abarcan los
riesgos particulares. Sin embargo, esto no quiere decir que son la simple
suma de éstos, ya que sólo adquieren significado pleno a partir de la
dinámica global del proceso laboral. El segundo paso analítico, entonces,
consiste en reconstruidas con la lógica global de éste como punto de
partida. Así, para aprehender mejor las cargas se pueden distinguir distintos
tipos, agrupándolas en físicas, químicas, biológicas y mecánicas, por un
lado, y fisiológicas y psíquicas, por el otro. Las primeras tienen una
materialidad externa al cuerpo, que al interactuar con él se convierte en una
nueva materialidad interna. Las últimas -las fisiológicas y psíquicas-, por el
contrario, sólo adquieren materialidad en el cuerpo humano al expresarse en
transformaciones de sus procesos internos; cuestión que resulta más
comprensible si analizamos cada una de ellas.
Las cargas físicas pueden ser ejemplificadas por el ruido y el calor, que
pueden 'ser detectados y hasta medidos sin involucrar al cuerpo humano y
de esta manera tienen una materialidad externa a él. Al actuar sobre el
cuerpo, o mejor dicho al interactuar con él, sufren un cambio de calidad,
dado que dejan de contar como "ruido" o "calor" y se convierten en
procesos intracorporales complejos. Por ejemplo, el ruido actúa sobre las
células del oído medio e interno pero, también, sobre el sistema nervioso y
provoca cambios en algunos procesos fisiológicos.35 De la misma manera,
el calor deja de ser calor y se expresa desencadenando mecanismos de
termorregulación, como por ejemplo la sudoración, y alteraciones
hormonales; o sea, en una serie de cambios en los procesos fisiológicos que
pueden ser pasajeros o no.36 Las cargas químicas (los polvos, humos, fibras,
vapores, líquidos, etcétera) y biológicas (los microorganismos) tienen
características semejantes, ya que, por un lado, tienen materialidad externa
al cuerpo y, por el otro, adquieren importancia no en sí mismos sino por las
transformaciones que generan en su interacción con los procesos corpora-
les. Las cargas mecánicas son, por así decido, las más visibles, ya que se
convierten en una ruptura de continuidad instantánea del cuerpo; en
contusiones, heridas, fracturas, etcétera.
Las cargas fisiológicas y psíquicas son, como ya se señaló, distintas,
porque no tienen una visible materialidad externa al cuerpo humano. Por
ejemplo -analizando algunas de las cargas fisiológicas- un esfuerzo físico
pesado o una posición incómoda no puede existir si no es a través del
cuerpo, de la misma manera como la rotación de turnos es impensable al
margen de hombres de carne y hueso sometidos a este régimen de trabajo.
Empero, una vez constatada la imposibilidad de conceptuar estas cargas si
no es en relación con el cuerpo, su materialidad consiste, de nuevo, en
procesos corporales transformados. El esfuerzo físico pesado es consumo
calórico incrementado, redistribución de la sangre, gasto e hipertrofia de
tejidos, etcétera.37 La rotación de turnos en cuanto carga fisiológica es, de la
misma manera, ruptura de los ritmos fisiológicos básicos (los ciclos
35
circadianos) y desincronización.38
Las cargas psíquicas, finalmente, tienen el mismo carácter que las
fisiológicas por cuanto sólo adquieren materialidad a través de la
corporeidad humana. Las cargas psíquicas, pensadas sobre todo en función
de sus manifestaciones somáticas y no tanto las psicodinámicas, pueden
provisionalmente ser agrupadas en dos grandes grupos:39 uno que abarca
todo aquello que provoca una sobrecarga psíquica (situaciones de tensión
prolongada) y otro que se refiere a la subcarga psíquica (la imposibilidad de
desarrollar y hacer uso de la capacidad psíquica).40 Ejemplos de las
primeras, características del proceso laboral capitalista, pueden ser la
atención sostenida, la supervisión con presión, la conciencia de la
peligrosidad del trabajo, los altos ritmos de trabajo, etcétera. Pertenecen al
segundo grupo cuestiones como la pérdida del control sobre el trabajo al
estar el obrero subordinado al movimiento de la máquina; la descalificación
del trabajo resultado de la separación entre su concepción y ejecución; la
parcelación del trabajo que redunda en monotonía y repetitividad;
etcétera.41 Se advierte, claramente, que las cargas psíquicas no tienen
existencia más que como relación entre los hombres y de los hombres con
las cosas y que sólo adquieren materialidad en los procesos psíquicos y
corporales de ellos. En este sentido la monotonía, la repetitividad y la
descalificación significan la hipotrofia del pensamiento y de la creatividad,
que además se expresa en cambios en los corticoesteroides; de la misma
manera como la supervisión estricta o despótica o la conciencia de la
peligrosidad del trabajo son tensión nerviosa prolongada sintetizada en la
reacción del estrés crónico y la fatiga nerviosa.
En el caso de las cargas psíquicas resalta con particular claridad que son
socialmente producidas y que no pueden ser comprendidas como "riesgos"
aislados, o abstractos, al margen de las condiciones que las generan. Sin
embargo, esto resulta cierto también para el resto de las cargas, incluyendo
a aquellas que tienen materialidad externa a la corporeidad humana. O sea,
si bien el ruido es ruido, y como tal origina transformaciones en los
procesos biopsíquicos, no es irrelevante preguntar por qué se produce y por
qué se mantiene a un determinado nivel. Al intentar responder a estas
preguntas respecto a cualquier carga aparecen invariablemente dos hechos.
Uno es que surge como expresión particular de la forma específica de
producir (de las características de la base técnica y los objetos empleados,
pero también de la organización y división del trabajo). El otro es que la
intensidad, y aun la presencia o no, de las cargas no es ajena a las relaciones
de fuerza entre capital y trabajo en un centro de trabajo concreto y en la
sociedad.
Visto en esta perspectiva el descomponer y agrupar las cargas en
distintos tipos no es, como ya se había señalado, más que un primer paso
analítico, dado que no adquieren pleno significado si no es dentro de la
dinámica global del proceso laboral. El segundo paso en el proceso -
investigador necesariamente es la reconstrucción de las cargas laborales a
través del análisis de la interacción entre ellas en el marco de la lógica
global del proceso laboral -como proceso técnico y escenario de lucha-
determinado por el proceso de valorización.
Resulta fácilmente comprensible que las cargas de un mismo grupo se
puedan potenciar entre sí de tal modo que no sólo se sumen sino que
incrementen su efecto sobre los procesos biopsíquicos humanos. Por
ejemplo, la realización de un trabajo pesado en una posición incómoda
significa no sólo la suma de los efectos desgastantes sobre el sistema
músculo-esquelético y del gasto calórico derivado de cada uno de ellos,
sino un incremento en ambos.42 De la misma manera, los químicos tienen,
en muchas ocasiones, efectos sinérgicos en el cuerpo; al estar presentes
simultáneamente resultan tóxicos en concentraciones más bajas que
aisladamente.43 En relación con las cargas psíquicas ocurre una situación
semejante, ya que, por ejemplo, se puede aguantar altos ritmos de trabajo
sin mayores problemas mientras la tarea permite la toma de decisiones, pero
cuando, por el contrario, está vaciada de un contenido significativo resultan
estresantes.44
Sin embargo, es en la interacción entre las cargas de los distintos grupos
donde se empieza a vislumbrar plenamente la necesidad de analizadas en su
conjunto y en el marco de la lógica global del proceso laboral. Por ejemplo,
tomando la cuestión más reconocida de la salud de los trabajadores, o sea
los accidentes, resulta evidente que la perspectiva que sólo contempla "las
condiciones (las cargas mecánicas) y los actos inseguros" (el "descuido" del
trabajador) tiene una capacidad explicativa baja y es, además, mistificadora.
Si por el contrario se analiza la dinámica del accidente desde la lógica del
proceso de producción, aparecen nuevos elementos "causales" y una
articulación totalmente distinta entre ellos. Entendiendo a las cargas como
los elementos que sintetizan la mediación entre el trabajo y el desgaste
obrero, la dinámica del accidente casi siempre involucra a varias de ellas; la
carga mecánica, que interrumpe la integridad física corporal, se desprende
de las características de la maquinaria -relación social materializada-, pero
no actúa aisladamente sino en combinación con otras cargas que determinan
la condición en la cual el obrero se enfrenta a la máquina. Esta combinación
de cargas tiene en cada caso una conformación singular. Ejemplificando,
pudiera ser un obrero trabajando en una posición incómoda (carga
fisiológica), fatigado porque rota turnos (carga fisiológica y psíquica),
aturdido por el ruido (carga física) y con tensión nerviosa por la presión de
36
la supervisión y el alto ritmo de trabajo (cargas psíquicas); atravesado, pues,
por una serie de cargas que, sin embargo, no sólo se suman sino que se
potencian entre sí y concretan el proceso de producción de modo singular.
El "acto inseguro", es decir, la conducta equivocada o el "descuido" del
obrero, en estas condiciones difícilmente puede considerarse "culpa" de él -
de la víctima- sino el producto de una combinación de cargas determinada
por la lógica global del proceso laboral.
Otro ejemplo de la interacción de las cargas en el marco de la lógica
global del proceso laboral pudiera ser el modo como se potencian entre sí
una carga física como el ruido y algunas cargas psíquicas. De nuevo hay
que pensar en un obrero frente a una máquina -materialización de una
relación histórica entre capital y trabajo- que genera ruido ella misma y en
su contacto con el objeto de trabajo, y que impone un modo específico de
trabajar: el movimiento de unas partes del cuerpo y de otras no; el ritmo; las
operaciones rutinizadas, monótonas y repetitivas. El ruido se traduce, aquí,
en tensión nerviosa que se combina con los efectos de las cargas psíquicas,
específicamente la sobrecarga cuantitativa y la subcarga cualitativa,
provocando un aburrimiento irritable y fatigante.
Al concepto de carga laboral tiene que añadirse otro más -el de desgaste-
para que se pueda reconstruir en el pensamiento una representación
coherente de la relación entre el proceso de producción y el nexo
biopsíquico de una colectividad obrera, o sea, de la forma histórica
específica como se da en ella el proceso biológico y psíquico. De esta
manera, el concepto de "desgaste" permite consignar las transformaciones
negativas, originadas por la interacción dinámica de las cargas, en los
procesos biopsíquicos humanos. El desgaste puede ser definido, entonces,
como la pérdida de capacidad efectiva y/o potencial, biológica y psíquica. O
sea, no se refiere a algún proceso particular aislado, sino al conjunto de los
procesos biopsíquicos. Resulta importante referido tanto a la capacidad
efectiva como a la potencial, ya que en la medida en que los procesos
biopsíquicos no son estáticos sino cambiantes -de ahí su carácter histórico-,
no tiene sentido intentar fijar una condición ideal óptima y definir el
desgaste como la desviación de ésta; tan es desgaste, pues, la destrucción
abrupta o lenta de órganos como la imposibilidad de desarrollar una
potencialidad psíquica o biológica. Finalmente habría que añadir que la
noción de desgaste no necesariamente se refiere a procesos irreversibles, ya
que frecuentemente se puede recuperar las pérdidas de capacidad efectiva
y/o desarrollar potencialidades antes hipotrofiadas.
En la medida en que el desgaste se define como la pérdida de capacidad
potencial y/o efectiva biopsíquica, puede o no expresarse en lo que la
medicina reconoce como patología. Además es necesario considerar el
desgaste junto con los procesos reproductivos -de reposición y desarrollo de
la capacidad biopsíquica-, principalmente determinados por las
características del momento reproductivo en las sociedades capitalistas. Es
decir, en la medida en que el trabajo -como ya se había dicho- bajo el
capitalismo es trabajo enajenado e implica el uso deformado y deformador
tanto del cuerpo como de las potencialidades psíquicas, se convierte en una
actividad cuyo componente desgastante es mucho mayor que el de
reposición y desarrollo de las capacidades. Es, pues, la combinación entre el
desgaste y la reproducción lo que determina la constitución de las formas
históricas específicas biopsíquicas humanas. Estas a su vez son el sustrato
general que determina la generación de una constelación característica de
enfermedades particulares, conocido como el perfil patológico de un grupo
social. Es importante hacer esta aclaración, ya que resalta como proceso
general al nexo biopsíquico y ubica a la "enfermedad" como proceso
particular.
La complejidad del desgaste supone que haya dificultades para mostrado
directamente, máxime porque en su mayor parte es inespecífico y no se
expresa con claridad en elementos fácilmente observables o medibles. Esto
significa que las más de las veces no es posible captado si no es a través de
alguna de sus dimensiones o por medio de una serie de indicadores. Los
indicadores globales que más frecuentemente se han usado son los signos y
síntomas inespecíficos, el perfil patológico, los años de vida útil perdidos,
el envejecimiento acelerado y la muerte prematura. Habría que recalcar que
sobre todo los tres últimos carecen de sentido a menos de que se presenten
en relación a un referente social, cuyo procedimiento de selección debe ser
explícito. Es decir, de nuevo habría que advertir contra la noción de una
normalidad ahistórica concebida como el estado ideal a alcanzar. Otra
manera de captar el desgaste, hasta ahora poco explorada por las
dificultades técnicas que implica, es a través de los procesos que
constituyen sus distintas dimensiones. En esta línea lo más interesante sería
el establecimiento de "indicadores de proceso" que permitirían captar la
presencia de elementos del proceso de desgaste sin tener que referidos a un
daño consumado o demostrable. Por ejemplo, uno de estos indicadores de
proceso pudiera ser la reacción prolongada de estrés y otros parámetros
como el gasto e ingesta calóricos.
Finalmente habría que recalcar que los procesos de desgaste caracterizan
a las colectividades humanas y no primariamente a los individuos. Esto es,
si bien es cierto que el patrón de desgaste se expresa a través de los
individuos que integran a la colectividad no es sino en ella donde adquiere
pleno significado y visibilidad. Es así porque no depende de las
características individuales biopsíquicas de cada quien sino de las
37
condiciones específicas a través y ante las cuales la colectividad se
constituye como tal. Esto además apunta a un hecho de suma importancia,
ya que significa que el proceso de desgaste no es una fatalidad ciega sino
devenir, y por tanto moldeado por la acción de la propia colectividad. Esto
implica, también, que el desgaste es un problema ineludible tanto para el
trabajo como para el capital que, sin embargo, se plantea de modo distinto
ante cada uno de ellos. De esta manera, para el capital es la cuestión de qué
características son las requeridas de la fuerza de trabajo mientras que para
el trabajo es la cuestión de en qué condiciones desarrolla sus procesos
vitales; para el primero es, pues, uno de los problemas de la producción (de
plusvalor) mientras que para el segundo es el problema de la vida.
La construcción teórica de la relación entre proceso de valorización,
proceso laboral, cargas laborales y proceso de desgaste confiere cierta
capacidad de predicción respecto a qué caracteriza el patrón de desgaste de
un determinado grupo de trabajadores. Es decir, dado que las cargas
laborales y, por tanto, el patrón de desgaste de un grupo obrero determinado
se desprenden de la manera específica como se articulan la base técnica y la
organización y división del trabajo, es posible decantar las particularidades
de cada proceso laboral concreto y extraer las características generales de
las cargas y el desgaste de las distintas etapas y subetapas típicas del
proceso de producción capitalista.45 De esta manera, en la medida en que
sabemos qué tipo de proceso laboral está presente en un centro de trabajo,
se puede de entrada predecir cuáles son las principales cargas y los rasgos
generales del patrón de desgaste. Sin embargo, esta tipología de "proceso
laboral-cargas principales-patrón de desgaste" no permite tomar en cuenta
las modalidades específicas que imponen, por un lado, hechos como el
desfase tecnológico dentro del proceso laboral y, por el otro, las
características concretas de la organización de los obreros. Ambas
cuestiones pueden resultar en modificaciones sustanciales en el patrón de
desgaste que sólo se vuelven visibles con los estudios concretos.
LA CONSTRUCCIÓN DEL PROCESO DE INVESTIGACIÓN
A partir de la discusión teórica respecto a qué está implicado en la
comprensión de la salud obrera, aparece claramente la necesidad de
replantear la construcción del proceso de investigación respecto a ella. Es
decir, si por una parte se quiere aprehender las distintas dimensiones del
nuevo objeto científico y, por la otra, se pretende generar el conocimiento
requerido para abrir paso a una nueva práctica respecto a la salud, se
impone replantear la cuestión metodológico-técnica. Ante este problema se
puede optar por dos distintas alternativas. Una se resume en la posición que
ve la necesidad de una reformulación completa, argumentando que ante una
nueva teorización se impone la construcción de otra metodología con sus
propias técnicas libres de la impronta de la teoría distinta que las generó.46
Esta posición plantea dos dificultades serias -por lo menos en el campo que
nos concierne- que son, por un lado, el hecho de que en la práctica
investigadora ha tendido hacia el formalismo metodológico47 y, por el otro,
que no da solución a la cuestión de cómo incorporar el conocimiento
existente pero generado bajo una concepción teórica que no es la suya.
La otra posición -pragmática si se quiere- es intentar la construcción del
proceso de investigación bajo un planteamiento metodológico que permita
recoger y rearticular técnicas de investigación ya existentes al tiempo que
genera nuevas técnicas bajo un marco interpretativo global distinto. 48 Es
decir, esta posición enfatiza mucho más el qué es importante conocer que el
cómo conocerlo, determinado el qué a partir del movimiento dinámico entre
la teorización del fenómeno y la exploración de los elementos que de ella se
desprenden. Este procedimiento tiene una serie de ventajas, ya que no
renuncia ni al conocimiento existente ni a priori a las técnicas de
investigación que lo generó. Permite, pues, una rápida acumulación de
nuevos conocimientos, ya que depende más de la confrontación constante
entre la capacidad explicativa de su teorización y los problemas que
pretende explicar y entre el conocimiento existente y su importancia para
comprender cuestiones planteadas como esenciales dentro de su marco
interpretativo. Además tiene la ventaja práctica de que permite moverse con
más facilidad en el campo de lucha que se establece alrededor del
conocimiento "científico", cuando éste se usa como "prueba de verdad" en
la confrontación de clase.
En las propuestas para la construcción del proceso investigador sobre el
proceso de producción y salud que se desarrollarán aquí, se opta por la
segunda posición. Es la más adecuada por las razones señaladas arriba y por
la manera específica como se concreta la problemática en nuestro caso
particular. El reto que se tiene que enfrentar, entonces, es establecer un
marco interpretativo capaz de superar la mera yuxtaposición de los distintos
cuerpos de conocimiento y técnicas de investigación y avanzar hacia su
rearticulación y una innovación que permitan generar una comprensión
distinta de la realidad.
El contexto científico involucrado tiene además algunas características
especiales, que deben ser consideradas. Estamos, así, ante un campo de
conocimiento y de acción en el cual no hay un claro dominio de uno u otro
planteamiento teórico-metodológico. Esto se expresa, por un lado, en el
hecho de que el acercamiento teórico-metodológico de la corriente de
38
medicina social predomina en la investigación e incluso ha logrado permear
el discurso de las instituciones estatales involucradas,49 pero la práctica de
éstas se desenvuelve dentro del marco, bastante empobrecido por cierto, de
la medicina del trabajo y la seguridad industrial. Esta situación tiene una
doble implicación, ya que, por un lado, existen condiciones para avanzar
hacia una nueva comprensión de la salud obrera y generar una nueva
práctica al respecto, pero, por el otro, las luchas por la salud se
desenvuelven parcial e inicialmente en el terreno impuesto por la
legislación, o sea, el de la seguridad e higiene laboral. Se requiere, por esto,
de una metodología que genere conocimientos tanto para avanzar en la
nueva comprensión y práctica de la salud obrera como para su defensa
inmediata.
El planteamiento teórico expuesto respecto a la relación entre el proceso
de producción y la salud colectiva prefigura como principio metodológico
central el establecimiento de la dinámica global que se da entre los distintos
elementos involucrados. Así, ningún elemento aislado puede dar cuenta de
cómo se constituye el proceso de desgaste de una colectividad obrera y
cómo se expresa en su nexo biopsíquico, ya que sólo son comprensibles a
partir del análisis de las relaciones entre el proceso de valorización, el
proceso laboral y las cargas laborales en el marco de la correlación de
fuerzas entre capital y trabajo. Sin embargo, a fin de logrado resulta
necesario explorar primero cada una de las dimensiones involucradas pero
bajo un procedimiento que permita, a cada paso, su reconstrucción dentro
de la dinámica global. Es decir, al mismo tiempo que se requiere del estudio
de, por ejemplo, el proceso laboral concreto, la exploración de sus
elementos debe desprenderse tanto de su relación con el proceso de
valorización como con las cargas laborales y debe enriquecer, a su vez, la
comprensión de éstos. El proceso investigador, de esta manera, es un
movimiento constante entre descomponer el proceso global en sus partes
constitutivas y recomponerlo depurando los elementos secundarios;
movimiento cuya direccionalidad se desprende, de nuevo, de la concepción
teórica de la relación entre sus elementos.
La segunda cuestión metodológica general, que adquiere particular
importancia en el contexto del tema que nos ocupa, se refiere al sujeto del
proceso investigador. Es decir, si está planteada la generación de
conocimiento sobre la salud desde el horizonte de visibilidad de la clase
obrera y como base para la construcción de una nueva práctica, se impone
un interrogante respecto a cuál es el papel desempeñado por los
trabajadores en este proceso. La respuesta más radical la ha dado, sin duda,
el teórico del Modelo Obrero italiano, I. Oddone, ya que sostiene que el
sujeto principal e indispensable es la misma clase obrera bajo la figura del
grupo obrero homogéneo. 50 Para sustanciar esta posición plantea una razón
teórica y otra práctica. De esta manera sostiene la posición teórica de que
sólo la experiencia obrera, surgida de su ubicación específica en la
sociedad, permite llegar a una comprensión verdadera de la realidad. Esto
significa, según Oddone, que la única transformación efectiva es aquella
que surge de la acción directa basada en esta experiencia. Como ya se
argumentó,51 las principales objeciones a este planteamiento son, por una
parte, que se salta la necesidad de los momentos de teorización en el
proceso de generación de conocimiento y, por la otra, que hace de la
experiencia del "grupo obrero homogéneo" algo directamente equivalente a
la experiencia de la clase obrera.
A pesar de estos problemas el planteamiento del Modelo Obrero señala
cuestiones que abordadas de otra manera deben tomarse en cuenta. Así, el
conocimiento obrero respecto a su trabajo y su impacto sobre la salud es,
sin duda, muy rico y ofrece además una comprensión de la problemática en
gran medida rescatable únicamente a partir de la mirada obrera. Resulta
imprescindible, entonces, tener acceso tanto a este conocimiento como a lo
específicamente "otro" de la visión obrera. No obstante, esto implica
sistematizado, no sólo en el sentido de ordenado, sino extraer los elementos
de conocimiento general que van más allá de las particularidades de la
situación concreta. Esto a su vez requiere de un proceso de teorización que
no se puede tomar prestado sin más de las disciplinas científicas
dominantes sino que se construye, en nuestro caso, a partir del encuentro
entre el conocimiento obrero y los planteamientos teóricos sobre la relación
entre el proceso de producción y la salud colectiva. Si éste es el proceso se
infiere la necesidad de que los trabajadores desempeñen un papel activo en
él; que no sean sólo su objeto pasivo sino uno de sus sujetos, pero no el
único ya que no son espontáneamente depositarios ni generadores de la
indispensable concepción teórica.
Por otra parte, el papel protagónico de los trabajadores en la
transformación de la realidad y en la construcción de una distinta práctica
social, resulta innegable así como el señalamiento respecto a la relación
necesaria entre el conocer y el transformar. Sin embargo, hay que matizar
cómo se da el proceso a través del cual esto ocurre. Así, de nueva cuenta
hay que resaltar que no se trata de un proceso que cualquier grupo obrero
emprende espontáneamente sólo a partir de su propia experiencia, sino que
depende de las condiciones específicas de su constitución, que sintetizan
tanto su experiencia particular como las condiciones generales de la clase.
Cuentan, pues, cuestiones como el grado y las características de su
organización; el grado de procesamiento colectivo de la experiencia propia
y de otros destacamentos obreros, tanto respecto a las luchas emprendidas
39
como al problema de la salud; la correlación de fuerzas general y particular
entre capital y trabajo, etcétera. Lo que estaría en el fondo, entonces, es la
acumulación de capacidad colectiva para plantearse problemas complejos y
articular estrategias de transformación. Estas, a su vez, generan un proceso
de conocimiento específico ante los problemas y a través de la lucha. Es
decir que los trabajadores necesariamente son sujetos del proceso de
conocer-transformar, pero éste no es reductible al quehacer de los grupos
obreros homogéneos, dado que involucra tanto las características de la
constitución de la clase como al proceso de conocimiento general en el cual
los científicos desempeñan un papel crucial.
Aclarados estos dos principios metodológicos básicos, interesa discutir
con mayor detalle qué elementos del proceso de producción, de las cargas y
del desgaste son cruciales conocer y cómo estudiarlos. La primera cuestión
tiene importancia especialmente en relación con el proceso de producción,
porque hay que verlo en función de la especificidad del objeto de estudio
propuesto. Esto es, las dimensiones que son de interés para la comprensión
del nexo biopsíquico de una colectividad no necesariamente son las mismas
de otras investigaciones sobre el proceso de producción, que tienen por
finalidad explicar otros problemas, como pueden ser, por ejemplo, las
prácticas sindicales. El cómo estudiarlos, por otra parte, hace referencia a
las técnicas específicas para generar información sobre los elementos
relevantes, o sea, pretende analizar la utilidad de los instrumentos
disponibles o en proceso de elaboración para la práctica investigadora aquí
propuesta. A fin de concretar al máximo esta discusión la desarrollaremos a
propósito de la construcción del proceso investigador sobre el desgaste en
SICARTSA* incluyendo referencias a soluciones alternativas, que no
fueron usadas en este caso generalmente debido a las condiciones
específicas en las cuales se desarrolló la investigación.
A MODO DE ILUSTRACIÓN: LA CONSTRUCCIÓN
DE LA INVESTIGACIÓN DEL DESGASTE EN SICARTSA
La investigación sobre el desgaste obrero en SICARTSA se planteó a
raíz de una creciente preocupación de 108 trabajadores por el deterioro,
cada día más visible, de su salud. Con el objeto de empezar a dar una
respuesta sindical a este problema, el comité ejecutivo decidió realizar un
estudio de salud en la empresa asesorado por investigadores del tema. Los
objetivos que se fijaron para el estudio fueron conocer las condiciones de
trabajo en la empresa y su impacto sobre la salud para de ahí generar una
*En la exposición se discuten aquellos elementos que tienen interés general para la construcción de un
proceso de investigación; en las notas se explican los detalles particulares del estudio específico.
política sindical al respecto basada en elementos concretos de lucha y de
movilización. El contexto específico de la investigación fijaba desde un
inicio ciertas condiciones para su realización. Así, los investigadores no
podíamos entrar a la empresa ni tener acceso a la información generada por
ella y por otras instituciones relevantes como el IMSS. Igualmente había
restricciones importantes en cuanto a los recursos diagnósticos disponibles.
Sin embargo, se contaba con el recurso del apoyo casi irrestricto de los
trabajadores y el libre acceso a toda la información sindical. Asimismo, se
disponía de la literatura especializada sobre la siderúrgica.
Los planteamientos teórico-metodológicos arriba expuestos permitían
fijar a grandes rasgos qué interesaba estudiar para poder analizar el
problema de la salud en esta empresa en particular. Así, a fin de tener una
visión global de ésta era necesario construir un proceso investigador que
permitiera conocer las relaciones entre el proceso de valorización, el
proceso laboral, las cargas laborales y el proceso de desgaste, en el marco
de la correlación de fuerza entre capital y trabajo.
La primera consideración para decidir qué técnicas de investigación usar
se refería al tipo de información que permitiría captar mejor los aspectos
relevantes del problema; cuestión inmediatamente relacionada, por una
parte, con lo cualitativo y lo cuantitativo y, por la otra, con las distintas
unidades de análisis. En la formulación teórica dada al problema destaca la
preeminencia de su carácter cualitativo, dado que se enfatizan, por un lado,
la dinámica global de las relaciones a estudiar y, por el otro, los aspectos
políticos. De ahí surgió la necesidad de elegir instrumentos de generación
de información aptos para captar estos procesos sin excluir la posibilidad de
cuantificar algunos de sus elementos, particularmente los referidos al
desgaste, ya que interesaba conocer su magnitud y no sólo sus
características cualitativas.
En base a estas consideraciones se optó por usar como uno de los
instrumentos básicos de investigación una encuesta levantada en las áreas
de trabajo a través de la discusión colectiva con grupos de trabajadores de
cada una de ellas siguiendo algunos de los planteamientos del Modelo
Obrero52 pero introduciendo varias modificaciones en el contenido y el
análisis de la información. Esta encuesta permitía conocer las características
del proceso laboral, las cargas laborales, los daños a la salud, las medidas
de protección existentes y las propuestas de los obreros respecto a las
medidas de prevención a instrumentar. Cabe resaltar que la encuesta
colectiva además ayudó a sistematizar las preocupaciones obreras respecto
al deterioro de su salud e impulsar propuestas concretas de acciones a
tomar. Ocurrió así porque las discusiones permitían a los obreros tener una
idea más precisa respecto a las relaciones entre su trabajo y su salud; al
40
conocer qué es nocivo en el trabajo, resulta mucho más evidente qué es lo
que hay que cambiar y que efectivamente es posible transformar la
situación.
Elegir la encuesta colectiva como uno de los instrumentos básicos de
generación de información no resolvía automáticamente, empero, qué
elementos del problema captar con ella ni cómo analizarlos. De esta
manera, se construyó el contenido de las "preguntas-temas de discusión" en
función de la formulación teórica previamente elaborada de las relaciones
entre proceso laboral, cargas laborales y daños a la salud. En cuanto a la
forma de la encuesta, se siguieron los señalamientos del Modelo Obrero
sobre la necesidad de tener acceso al conocimiento obrero a través del
modo concreto como los obreros se representan la realidad. La "encuesta-
temas de discusión" resultante era, pues, semejante en forma a las utilizadas
en las investigaciones realizadas con la metodología ortodoxa del Modelo
Obrero, pero con algunas modificaciones importantes en el contenido.
Asimismo, en el proceso de análisis sus resultados no fueron tomados como
la única fuente de conocimiento, sino que fueron confrontados y
complementados con información generada con otros procedimientos;
cuestión que será retomada adelante.
El levantamiento de la encuesta se hizo siguiendo bastante de cerca el
procedimiento del Modelo Obrero. De esta manera se formaron grupos de
trabajadores en las dieciséis áreas de trabajo53 más importantes.
Después de una discusión inicial sobre la finalidad, el contenido y la
manera de llenar la encuesta se pidió a los trabajadores interesados que
participaran en una serie de reuniones de discusión y que colaboraran en la
verificación de los resultados de éstas en sus áreas de trabajo y con sus
compañeros. La discusión de las "preguntas-tema" generalmente requería
de tres o cuatro reuniones de unas dos horas. Durante las discusiones se
validaron consensualmente los resultados, o sea, sólo se registró lo que
todos los participantes reconocían como verdadero. Los puntos dudosos
fueron llevados a las áreas de trabajo para su aclaración, sea a través de la
observación o en la discusión con otros trabajadores de éstas.
La parte de la encuesta referida al proceso laboral abarca la inserción del
área de trabajo en el proceso laboral global -especialmente en función de
los núcleos que dan orden al conjunto-, el flujograma del área, su
disposición espacial y sus subsegmentos. Estos elementos permiten tener
una idea global respecto a las articulaciones externas e internas del área, ya
que dan un primer acercamiento a las transformaciones y el traslado del
objeto de trabajo, a los instrumentos de trabajo usados para ello y al número
y tipo de obreros que intervienen 54 y las características de sus tareas y de la
relación entre ellos. Posteriormente se profundiza en el análisis del o de los
objetos de trabajo y las materias auxiliares, los instrumentos de trabajo y la
organización y división del trabajo. Respecto a los primeros se precisan sus
cualidades físicas y químicas y su tamaño. Los aspectos de los instrumentos
de trabajo (maquinaria y equipo) que se recogen son su tipo en función de
las operaciones realizadas (simples o complejas; regularidad del ciclo o no;
su duración), los mecanismos de control sobre ellas, la fuente energética y
el mecanismo de traslado del objeto. Respecto a la división y organización
del trabajo se registra la repartición de las tareas entre operación y
mantenimiento; la repartición de las tareas de un segmento entre los
distintos trabajadores, el contenido de la tarea de cada quien y su relación
con las otras tareas; la repartición de la toma de decisiones sobre cómo
realizar las tareas; el grado de destreza y conocimiento necesarios para
realizar la tarea y el grado de responsabilidad en su ejecución; el trabajo en
grupo o individual; el tipo y carácter de la supervisión; la organización del
tiempo (turnos, rotación, pausas) y su uso (ritmos); las formas salariales y la
organización obrera propia en el área de trabajo.
A partir de la discusión de estos "temas" con los obreros se logra la
reconstrucción de la dinámica real del proceso laboral tanto en términos de
su funcionamiento normal como cuando hay trastornos en la producción, o
sea de su “segunda normalidad”, ya que se puede saber lo que en realidad se
hace y no lo que se supone que se hace. Asimismo, se aprecia que se puede
tener acceso mucho más fácilmente a la información relevante a través de
un procedimiento que parte del conjunto del proceso laboral y luego
despliega sus elementos constitutivos, que con un procedimiento que recoge
las individualidades y las suma para llegar al conjunto, como sería el caso
de la reconstrucción del proceso laboral con una encuesta individual a los
obreros.
La reconstrucción y análisis del proceso laboral es el punto de partida de
la segunda parte de la encuesta colectiva que se refiere a las cargas
laborales. Su estudio no es más que el análisis del proceso laboral desde
otro ángulo que permite resaltar la interacción de sus elementos con el
cuerpo y la mente obreros. En la encuesta colectiva las cargas fueron
ordenadas de una manera semejante a los "grupos de riesgos" del Modelo
Obrero, en la medida en que éste argumenta convincentemente que
sintetizan la representación obrera de la realidad fabril.55 Sin embargo, el
contenido de las "pregúntas-tema de discusión" fue modificado en función
de nuestra teorización. Asimismo se incluyeron algunos elementos que
permiten una evaluación semicuantitativa de la intensidad de las cargas,
dado que la simple constatación de su presencia o ausencia no es suficiente
para apreciar sus implicaciones en los procesos de desgaste.
El primer grupo de riesgos -caracterizado según los elementos presentes
41
fuera y dentro de la fábrica- incluye principalmente las cargas físicas como
son la temperatura, la humedad, la ventilación, el ruido, las vibraciones y la
iluminación. Respecto a ellas se recoge si son un problema o no; cómo se
generan (su relación con los objetos de trabajo, la maquinaria y las
condiciones de las instalaciones); su intensidad y duración aproximadas; los
lugares más críticos; los trabajadores más expuestos; y la influencia de la
organización y división del trabajo sobre su intensidad y el tiempo de
exposición.
El segundo grupo -caracterizado conforme a los elementos típicos de la
fábrica- abarca esencialmente las cargas químicas, o sea, los polvos, fibras,
humos, gases, líquidos y vapores, pero también las radiaciones. La
discusión respecto a ellas es muy semejante a la del primer grupo. De esta
manera, se determinan los tipos de químicos presentes; su relación sobre
todo con los objetos de trabajo y materiales auxiliares y las condiciones de
las instalaciones, pero también con los instrumentos de trabajo; sus
concentraciones aproximadas; los lugares más críticos y qué obreros están
expuestos; las maneras como la organización y división del trabajo afectan
su intensidad y el tiempo de exposición.
El tercer grupo se refiere a las cargas fisiológicas relacionadas con las
formas de uso del cuerpo, es decir, con el esfuerzo físico realizado y con las
posiciones de trabajo. De nuevo la información recogida se refiere a si estas
cargas están presentes o no; cúal es su relación con el objeto y los
instrumentos de trabajo y la división y organización del trabajo; qué
trabajadores tienen más problemas; y cúal es la magnitud y durante cuanto
tiempo actúan estas cargas.
El cuarto grupo de riesgos, que en la encuesta original de Modelo Obrero
abarca todo aquello que causa el cansancio no-muscular, se ha modificado y
ampliado sustancialmente. De esta manera, se agrupan en éste los distintos
tipos de cargas psíquicas, retomando para la formulación de las "preguntas-
tema de discusión" una serie de elementos del Método LEST56 y los
estudios de Gardell-Frankenhaeuser,57 con la diferencia de que no se
recogen en primera instancia respecto al puesto sino al área de trabajo. Las
cuestiones que se ponen a discusión en esta parte de la encuesta colectiva
son la organización de la jornada (horarios, pausas, turnos, rotación,
guardias y tiempo extra); la peligrosidad del trabajo; la frecuencia de
situaciones de emergencia y el grado de responsabilidad en su resolución;
los ritmos de trabajo; la presión de tiempo; el grado de atención; el grado de
movilidad dentro de la fábrica; la posibilidad de hablar con los compañeros
de trabajo; la posibilidad de tomar iniciativas y decisiones respecto a cómo
realizar el trabajo; la posibilidad de trabajar en grupo; el contenido de la
supervisión; el grado de monotonía y repetitividad de la tarea (el grado de
utilización de conocimientos y destrezas) y la posibilidad de realizar
actividades de defensa colectiva en el área de trabajo. Como se puede
apreciar, las cargas aquí abordadas tienen relación directa con la dinámica
global del proceso laboral, ya que sintetizan las consecuencias, tal como se
presentan ante los obreros, de la división y organización del trabajo en sus
relaciones con los instrumentos y objetos de trabajo. Así, aunque las cargas
psíquicas son el resultado más directo de la organización y división del
trabajo, expresan también los imperativos de la maquinaria y el objeto sobre
el trabajo obrero. Una vez caracterizadas estas cargas para el área de
trabajo, interesa precisar su intensidad y su distribución diferencial entre los
trabajadores en función de sus respectivas tareas.
El último grupo de riesgos, que no está incluido en el Modelo Obrero
original, se refiere a las cargas mecánicas, o sea, esencialmente a los
elementos causantes de traumatismos, ya que las otras causas de accidentes
están vistas con el resto de las cargas, por ejemplo, en el grupo dos respecto
a las intoxicaciones. Lo que interesa rescatar en la discusión de este grupo
es cuales son las deficientes medidas de seguridad -que se acerca a lo que la
seguridad industrial denomina" las condiciones inseguras"- y cuál la
dinámica de los accidentes. También en este caso se trata, pues, de vedas en
función de los instrumentos y el objeto de trabajo, y su organización y
división, y el grado de exposición de los diferentes grupos obreros de
acuerdo a su inserción en el proceso laboral.
Reconstruidos el proceso laboral y sus cargas, se abordan los daños a la
salud -indicadores del desgaste- que se relacionan con ellos. A fin de
ordenar la discusión al respecto se pregunta por los daños en función de
cada uno de los" grupos de riesgos", definiendo a los daños como molestias
o enfermedades. Se enfatiza especialmente que se trata tanto de las
molestias como de las enfermedades, con objeto de captar más globalmente
el desgaste y no encajado en una visión médica. Cada uno de los daños se
discute en función de su frecuencia aproximada entre los trabajadores del
área de trabajo y con una estimación de su gravedad (causa incapacidad, ha
requerido hospitalización, ha obligado a dejar el trabajo, se ha muerto
alguien de esto). La razón de discutir los daños en función de cada grupo de
cargas es que permite, por una parte, profundizar en la relación específica
entre las cargas y, por el otro, rescatar con más claridad la relación de los
daños con distintos tipos de cargas. Es decir, se aclara a los trabajadores
durante el levantamiento de la encuesta que no hay nada que impida que el
mismo tipo de molestias o enfermedades estén relacionadas con distintos
"grupos de riesgo". De nuevo, esto tiene por finalidad rescatar las
observaciones de los trabajadores sin sesgadas con el esquema médico.
Por último se discute en función de cada uno de los grupos de riesgos y
42
daños a la salud las medidas de protección existentes y las medidas que
proponen los trabajadores. Esto tiene un doble propósito, ya que permite,
por una parte, generar una especie de "pliegos petitorios departamentales de
salud" como base para la acción sindical y, por la otra, tener un primer
acercamiento a cuál es la política de la empresa respecto a la cuestión de
higiene y seguridad.
En la medida en que el contenido de la encuesta colectiva se estructura
en función de la formulación teórica sobre las relaciones entre el proceso de
producción, las cargas laborales y el proceso de desgaste, está garantizada
la información necesaria para poder reconstruir cómo estas relaciones se
dan en la situación concreta, lo que a su vez permite una confrontación
crítica con la teorización original. De esta manera, no se ponen a "prueba"
sólo las hipótesis específicas sino también el marco explicativo mismo en la
investigación. Por otra parte, al trabajar con "preguntas-tema de discusión"
y no con preguntas cerradas hay un espacio amplio para que se exprese el
conocimiento respecto a los problemas generado por la mirada obrera,
evitando que se encaje en una visión predeterminada por el conocimiento
científico dominante. El conocimiento obrero, ordenado en la discusión
colectiva, es entonces la otra vertiente de confrontación del marco
explicativo derivado de las formulaciones teóricas.
A pesar de que la encuesta colectiva permite un acercamiento rico a la
problemática del desgaste obrero se decidió complementarla y confrontar
sus resultados con información generada mediante otros instrumentos.
Dado que ninguna fuente proporciona simultáneamente información sobre
el proceso laboral, las cargas laborales y el proceso de desgaste, resultó
necesario usar varias de ellas para abordar cada una de estas vertientes.
Respecto al proceso laboral lo más deseable hubiera sido poder estudiado a
través de la observación directa, utilizando un procedimiento semejante al
de Gardell58 para la evaluación objetiva del proceso laboral, recogiendo por
otra vía los elementos discutidos en la encuesta. Es decir, la finalidad de la
observación no sería estudiar otros elementos del proceso laboral sino
validar lo vertido en la encuesta. Cabe recordar en este contexto el alto
grado de coincidencia encontrado en los estudios de Gardell entre la
evaluación objetiva del proceso laboral realizada por un experto y la
subjetiva basada en encuestas con los obreros, 59 lo que señala que es
innecesario usar ambas. Ante la imposibilidad de entrar al centro de trabajo
-situación que se presenta frecuentemente al investigador- se optó por
confrontar la información de la encuesta con la literatura especializada
sobre la siderúrgica60 y con los informes de la Secretaría del Trabajo y
Previsión Social (STPS).61 Ambas fuentes dan una visión mucho más pobre
del proceso laboral, pero permitieron confirmar una serie de cuestiones
reportadas en la encuesta y no invalidaron ninguna.
A fin de enriquecer la información sobre las cargas laborales hubo que
recurrir de nuevo a las fuentes de información existentes. De esta manera se
revisó la literatura especializada sobre los "riesgos" en la industria
siderúrgica,62 lo que permitió verificar y precisar sobre todo cuáles son las
cargas físicas y químicas características de ella. Asimismo, la revisión de
los informes de las inspecciones de la STPS confirmaron las graves
deficiencias de las instalaciones y el equipo de protección general. Por otra
parte, los informes revelan no sólo la mirada limitada de esta institución
sobre las condiciones de trabajo en su relación con la salud, que ya se
discutió en el capítulo anterior,63 sino también su actuación concreta en el
conflicto obrero-patronal alrededor de la cuestión de la salud de los
trabajadores.
A pesar de que no se pudieron realizar en la investigación en
SICARTSA, hubiera sido deseable hacer mediciones de algunas de las
cargas, sobre todo para cuantificadas y en especial las físicas y químicas.
Asimismo, en condiciones óptimas podría acercarse a la medición de las
cargas fisiológicas64 y psíquicas;65 cuestión que, sin embargo, implica
dificultades técnicas bastante complejas. La finalidad de la cuantificación
sería, por una parte, disponer del tipo de datos exigidos en una eventual
negociación con la empresa y, por la otra, validar el conocimiento obrero.
Sin embargo, cabe hacer varias consideraciones al respecto. Las mediciones
no sustituyen al análisis global de las relaciones entre el proceso de
producción y el proceso de desgaste, sino que se hacen para enriquecerlo.
De esta manera no son interpretables en función de sí mismas o alguna
norma abstracta, sino justamente a la luz de la dinámica global del proceso
laboral. Igualmente resulta necesario realizar las mediciones en función de
la comprensión de la dinámica del proceso laboral, ya que de otro modo
pueden dar una representación falsa de qué ocurre en él por estar hechas en
lugares y momentos irrelevantes.
En el proceso de confrontación y enriquecimiento de la información
resulta especialmente importante la exploración de las distintas vertientes
del desgaste y su cuantificación, En la investigación de SICAR TSA se
hicieron tres acercamientos complementarios al de la encuesta colectiva,
usando distintas fuentes de información. De esta manera, se usaron los
datos de los exámenes médicos periódicos realizados por la empresa66 para
construir el perfil de morbilidad general de los obreros y en función del tipo
de trabajo, antigüedad y edad;67 los datos de accidentes corrigiendo los
denominadores con base en el escalafón;68 y los datos de rotación-expulsión
según tipo de actividad y áreas de trabajo en base al escalafón y la
nómina.69 Esto permitió, por una parte, verificar la validez de la
43
información de la encuesta colectiva y, por la otra, hacer un análisis más
preciso de la relación entre el proceso laboral y el desgaste, especialmente a
partir de la inserción específica en éste y del incremento en la morbilidad en
función del tiempo trabajado. Asimismo, el análisis de la rotación-
expulsión de los obreros abrió la posibilidad de formular algunas hipótesis
respecto a qué tipos de desgaste son obstáculos absolutos para seguir en el
trabajo siderúrgico y, por tanto, acortan definitivamente la vida laboral de
los obreros aun sin llevados a la muerte.
Existen varias otras alternativas para enriquecer el análisis del desgaste
que sin embargo no fueron usadas debido a las limitaciones ya señaladas.
Así, el acceso a los expedientes clínicos del IMSS, con todo y las
limitaciones que tienen, hubiera permitido hacer un análisis semejante al
hecho con los exámenes médicos periódicos, pero con las ventajas de
disponer de un volumen mayor de información y poder trabajar con una
muestra representativa.70 Igualmente, hubiera sido importante realizar cierto
tipo de exámenes clínicos. Finalmente hubiera sido de suma importancia
hacer un seguimiento en el tiempo del perfil de morbilidad de los obreros
(estudio prospectivo)71 tanto para resolver los problemas de las
temporalidades distintas del estudio de las características del proceso
laboral y las cargas y el proceso de desgaste, como para precisar su impacto
sobre la duración de la vida laboral de los trabajadores. Es además la única
manera de controlar el llamado" efecto del obrero sano". 72 Sin embargo, el
análisis de la morbilidad en función de antigüedad y tipo y área de trabajo
compensa parcialmente esta información.
La segunda gran vertiente de acercamiento al problema, que representa
otro eje analítico del proceso laboral (las cargas laborales y el desgaste) es
la exploración de las características del proceso de valorización y la
relación de fuerza entre capital y trabajo. Esto es, siguiendo la teorización
respecto a las relaciones entre el proceso de producción y el nexo
biopsíquico de una colectividad obrera, falta insertar el análisis del proceso
laboral, las cargas y el desgaste en la dinámica que les imponen las
dimensiones económica y política. Ciertamente una manera de conocerlas
es justamente por medio de la "lectura" del proceso laboral concreto y sus
cargas, dado que las expresan y materializan. Sin embargo, conviene hacer
un análisis específico de ellas para mostrar cómo el proceso laboral se va
conformando a través de la estrategia de generación de plusvalor de cara a
la resistencia obrera.
Ensayamos varias maneras de abordar estas dimensiones en el proceso
concreto de investigación. Así, se exploró el "proceso de valorización"
como" estrategia de generación de plusvalor", ya que permitía captar mejor
su contenido específico y su ubicación ineludible en el campo de lucha de
clases y en la competencia intercapitalista. Por otra parte, a fin de conocer
el "trabajo" en cuanto protagonista obrero colectivo, era necesario precisar
las características de su proceso de constitución específica pero en el
contexto general de la clase obrera mexicana. Finalmente, dado que la
confrontación de clase no ocurre en un campo abstracto de fuerzas,
resultaba indispensable abarcar en el análisis la actuación de las instancias
estatales involucradas en el tema, incluyendo al sindicalismo oficial.
Para el análisis de la estrategia de generación de plusvalor se exploraron
tres vertientes, a saber, el desarrollo de la productividad, el desarrollo de los
salarios y la gestión de la fuerza de trabajo en la fábrica. Para acercarse a
éstas se usó información cuantitativa y cualitativa de fuentes secundarias.
En base a la información cuantitativa se calcularon la tasa aproximada de
explotación,73 los incrementos en la intensidad del trabajo74 y la depresión
salarial75 y su peso en los costos de producción.76 En cuanto a la gestión de
la fuerza de trabajo en la fábrica se hizo un primer acercamiento a partir del
contrato colectivo, centrando la atención en los contenidos referidos al
control patronal sobre el uso de la fuerza de trabajo. Sin embargo, en la
medida en que éste es uno de los terrenos más agudos de confrontación
entre capital y trabajo, fue retomado en el análisis de los conflictos
laborales y fue además analizado a la luz de información de la encuesta
colectiva respecto a la organización y división del trabajo. A fin de ubicar la
cuestión de la competencia intercapitalista, que en el caso específico de la
industria siderúrgica está matizada por su papel estratégico en el desarrollo
industrial, se revisaron en base a documentos algunos aspectos de la "crisis
mundial del acero" y de la reconversión de la siderurgia mexicana. 77
Los elementos recogidos, esencialmente a través de estudios anteriores,78
para conocer el proceso de constitución del obrero colectivo en SICARTSA
fueron su origen social, experiencia laboral previa, características
educativas y edad, pero ante todo su historia de organización y de lucha.
Para esto se analizó el contrato colectivo -expresión formalizada de los
logros y reveses de las luchas reivindicativas-, distinguiendo entre lo
referido al precio de la fuerza de trabajo y lo referido a su uso;79 cuestión
que además contribuye a iluminar la correlación de fuerzas entre capital y
trabajo respecto al control sobre el proceso laboral. Asimismo, se
analizaron los conflictos directos en la empresa, dado que expresan las
preocupaciones presentes y hacen madurar las nuevas preocupaciones
obreras; procesan, pues, de modo condensado la experiencia colectiva
respecto a cómo y para qué luchar. Pero los conflictos ponen además al
descubierto las estrategias patronales y las estatales. Son, así, momentos
especialmente reveladores cuando se pretende conocer las características
específicas de la confrontación entre capital y trabajo.
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 Finalmente se intentó analizar cómo estas vertientes se entretejen en la acción transformadora de la realidad y a quién ubica como sujeto de ésta.
cuestión concreta de la salud obrera; cómo cada uno de los protagonistas
despliega sus estrategias al respecto. Para esto se usó, de nuevo,
esencialmente información documental80 y en el último conflicto la
"observación participante" (no como estrategia de investigación sino por las
exigencias generadas por la propia investigación). De esta manera, se
revisaron los contenidos del contrato colectivo respecto a la salud obrera; la
política de la empresa en cuestión de higiene y seguridad industrial tal
como se expresa en lo que hace y, muy importantemente, en lo que deja de
hacer; el manejo por parte de las instituciones estatales (el IMSS y la STPS)
de sus facultades en la materia; y la concepción y acción sindical respecto a
la defensa de la salud. Asimismo, se analizó especialmente cuál ha sido la
dinámica alrededor de la salud en los momentos de movilización o conflicto
formalizado en las huelgas.
Siguiendo este tipo de proceso investigador se dispone al momento de la
interpretación, por un lado, de información específica y bastante detallada
respecto a la conformación del proceso laboral, las cargas laborales y el
proceso de desgaste y, por el otro, de los elementos más importantes del
proceso de valorización y de las características específicas de la relación
entre capital y trabajo. La confrontación y la retroalimentación entre estas
dimensiones permite reconstruir-conocer la relación dinámica entre el
proceso de producción y el proceso de desgaste en el marco de la
confrontación de clase. Habría que subrayar que no se trata de "llenar" el
marco teórico con los hechos "empíricos" que caben, sino justamente de
confrontarlos entre sí y analizar la capacidad explicativa de las relaciones
establecidas en la formulación teórica. Esto significa, por una parte, analizar
si la información considerada relevante a partir de esta formulación
efectivamente permite una reconstrucción significativa (separa lo
circunstancial de lo esencial) de las relaciones que se quieren conocer y, por
la otra, si las relaciones de determinación que ella propone se cumplen. Por
ejemplo, SI decimos que la conformación del proceso laboral está
determinada por la estrategia de generación de plusvalor debe ser posible
“leer” a ésta en la base técnica específica y en la organización y división del
trabajo.
Y finalmente, si se sostiene, como es mi caso, que la propuesta teórico-
metodológico-técnica de la corriente de medicina social permite conocer la
realidad a mayor profundidad y dar cuenta de los elementos esenciales que
determinan el proceso de desgaste de una colectividad obrera, el
conocimiento generado en su proceso investigador tiene que superar el
logrado con la propuesta de la higiene y seguridad industrial; cuestión que
además plantea como problema ineludible qué direccionalidad imprime a la

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