Estos rebeldes oposicionistas y vende Patria que se han encargado por
años de contaminar la mente del pueblo con el odio exacerbado hacia la Revolución y la historia, han demostrado que carecen de esa virtud llamada tolerancia. La oposición ha hecho de la intolerancia su forma de vida, sólo basta con mirar a los ojos de María Corina Machado, para notar el grado de desviación mental que hay en esta pobre mujer, o, mirar al payasito de las guaidonadas, con su discurso atrofiado por el odio, y por esa codicia desaforada, su intolerancia a la Revolución ha generado en su alma un odio enfermizo que los tiene al borde de un colapso mental y espiritual total; pero lo más triste no eso, es que hay muchas personas que están siendo contaminadas por esta enfermedad. Venezuela ha respondido con bastante tolerancia para con los oposicionistas fascistas y vende Patria, con motivo de los ataques terroristas de la oposición en tiempos muy recientes. Pero la Policía castigó a los culpables de los atentados (capturando a los terroristas en varias oportunidades y entregándolos a la justicia), demostrando que la tolerancia tiene un límite humano con los criminales y terroristas intolerantes que no se adaptan a vivir en sociedad. Yo creo que debemos reclamar el derecho de prohibir las manifestaciones violentas, y la propaganda de odio y de guerra a toda costa, si es necesario por la fuerza, todos los días los medios de información televisada, radial y electrónica infectan con su apología al odio, a la violencia y a la intolerancia a una gran cantidad de pueblo. Pues pareciera suceder que estas están destinadas a imponérsenos como forma de vida. Tampoco podemos ser muy tolerantes con los intolerantes ya que esto terminaría afectando la salud mental del pueblo, y volviendo locos irracionales a muchos también, creando un caos en la sociedad. Los opositores terroristas que no respetan las leyes de la República ni su Constitución, y que la usan según su conveniencia e intereses y se niegan reiteradamente a corregirse deberían ser castigados severamente por las leyes. Deberemos reclamar, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes del fascismo. Deberemos exigir que todo movimiento que predique la intolerancia quede al margen de la ley, y que se considere criminal cualquier incitación a la intolerancia y a la persecución, de la misma manera que en el caso de la incitación al homicidio, al secuestro, el atraco, el robo, o al abuso de menores.
Se ha echado encima de nosotros una gran pelea, y nuestra batalla es
contra los poderes fácticos visibles e invisibles; nuestro combate es contra los espíritus de la maldad, contra los príncipes del mal. Es menester que procedamos con diligencia, vigilantes y despiertos, para que podamos sostenernos, hacer frente y soportar al feroz ataque de los escuadrones del odio y la intolerancia fascista, burguesa, imperial. Pero si nos entregamos a la indiferencia, a la desidia y a actuar de una manera indolente, por nuestra desidia caeremos aun antes de combatir. Así es que no nos conviene andar por ahí descuidados riendo y confiándonos en nuestras victorias obtenidas a lo largo de estos años de transformaciones revolucionarias. Eso es propio de quienes danzan en el teatro, de las meretrices, de los parásitos, de los aduladores; pero no de quienes están destinados a la victoria total, de los que tienen sus convicciones revolucionarias intactas, de los chavistas irreductibles, de los que poseen una convicción revolucionaria socialista inquebrantable, de los que están dotados de armas espirituales para vencer con el bien al mal. Es propio de aquellos a quienes el imperio genocida y diabólico ha tratado de anular con sus mensajes de odio, pero no lo ha podido lograr. Porque es él, él mismo imperio asesino junto a sus lacayos, quien con las artimañas del odio y la amargura se esfuerza por este camino para tratar de debilitar con sus mentiras al pueblo y a los soldados de la Patria Bolivariana y Chavista, para de esta manera volver polvo los nervios y las fuerzas del alma de este pueblo. Por eso el imperialismo yankee ha instituido en nuestra Patria los teatros, en donde, agitando a los payasos, lanza contra todo el pueblo su peste, esa que carcome y destruye las mentes y los corazones de los incautos. Hoy, aún en medio de la lucha contra el Covid-19, el imperio y sus lacayos se regocijan vociferando amenazas de invasión, de guerra, de destrucción tratando de quebrar nuestra moral y nuestra convicción revolucionaria, no podrán lograr sus diabólicos planes, Dios pelea por nosotros y nos dará la victoria, no sólo contra el Covid-19, sino que también nos dará la victoria sobre los que pretenden saquear nuestras riquezas. Dios no tolera la intolerancia. Venezuela se respeta, “CARAJO”. Nosotros venceremos las pretendidas intenciones de los traidores vende-patria de despojarnos de lo que es nuestro por derecho. . Hasta la victoria siempre Nosotros venceremos.