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No es fácil hablar de un colega. Sobre todo cuando se trata de alguien con quien has mantenido una
amistad durante casi cuarenta años. Pero, al pasar las páginas de un libro, encontré un diagrama
relacionado con la competición en la que nos conocimos y empezó nuestra amistad. Era el Campeonato
Estatal Juvenil de 1954 ...
En aquella época ni Gufeld ni yo éramos Grandes Maestros, ni siquiera aspirábamos seriamente a este
título. Pero incluso en aquel tiempo el líder del equipo ucraniano ya era el centro de atención y recibía el
apodo de “Predilecto de la Sociedad”. Desde entonces, sus características esenciales no han variado:
humor, don de gentes y amabilidad. Desafortunadamente, no puede afirmarse lo mismo (yo nunca me
atrevería a decirlo si el propio Edik no hiciera constante referencia a ello) sobre el tamaño de su cuerpo.
Sin embargo, hablar de Gufeld como Gran Maestro es hablar de una, y probablemente no la más
importante, de sus características. Ni siquiera referirse a él como entrenador de la varias veces Campeona
del Mundo Maya Chiburdanidze, o como entrenador del equipo olímpico de la URSS, englobaría la
totalidad de las actividades de este notable personaje. Hablar de Gufeld como autor ya sería mucho,
aunque tampoco todo.
Debemos pensar en Gufeld como una combinación de todas estas características y muchas otras,
saturado, al igual que sus juegos, además de otras cualidades, de un gran optimismo.
Si habláramos de ajedrez, deberíamos mencionar, sin duda, una bonita “colección de calaveras”
recogidas por Gufeld. Sus victorias ante Spassky y ante mí mismo, dos excelentes victorias ante Smyslov,
y otras numerosas partidas terminadas con éxito ante muchos famosos Grandes Maestros indican que
Gufeld es un ajedrecista que, si está inspirado, es capaz de derrotar a cualquiera. Del mismo modo, según
su estado de ánimo, también es capaz de perder ante cualquiera. Yo mismo tuve ocasión de aprovecharme
de esto.
Todavía recuerdo la terrible reacción de Gufeld, pues tiene un gran temperamento, sufriendo con
violencia la agonía de una lamentable derrota en una de nuestras partidas. Después de haber perdido, Edik
se paseó por la sede del torneo murmurando con ira contenida, “No, ¡Tal no es ningún genio!”. Y siguió
así durante casi diez minutos. Finalmente, nos reconciliamos y recuperé las atenciones que siempre había
tenido para conmigo.
Por supuesto, no es una persona con la que uno pueda estar enfadado durante largo tiempo, pues
Gufeld siempre actúa con el corazón en la mano. Además, como el lector aprenderá por sí solo, es capaz
de verse a sí mismo con humor. Es por esto que leer su libro causa alegría y, analizar sus partidas, puro
placer.
Mijail Tal, ex Campeón del Mundo
El ajedrez es una sorprendente forma de obra creativa. El resultado se obtiene gracias a los esfuerzos
mutuos no de aliados sino de rivales, de los que surge inevitablemente una combinación o una
contraposición de dos personalidades, dos espíritus creativos diferentes. Dos adversarios pueden ser
“compatibles” o “incompatibles”.
Aunque también puede haber adversarios “interesantes”. Para mí, Eduard Gufeld siempre perteneció a
este último tipo de contrincante. Jugamos mucho. Los resultados de las partidas variaban pero siempre
eran vivas e instructivas debido a la alta compatibilidad de nuestros dos egos creativos.
Para mí, la esencia del ajedrez es el arte. Y lo mismo puede aplicarse en el caso de Gufeld. Así pues, el
lector de este libro se encontrará naturalmente con muchas bellas creaciones de arte ajedrecístico.
Gufeld es de los que sabe imbuir el tablero de una cierta “vibración”, de modo que las piezas cobran
vida literalmente y se convierten en las protagonistas de una maravillosa representación. Al analizar sus
partidas, uno experimenta un gran placer estético. Además, Gufeld es conocido por ser un hombre de
letras. Es un autor prolífico e interesante. En este aspecto, Gufeld ocupa un lugar notable en nuestra vida
ajedrecística, ya que los maestros de ajedrez son muchos, pero sólo algunos juegan partidas hermosas y
son muy pocos los que además saben escribir.
Los comentarios de un Gran Maestro sobre sus mejores partidas y sus explicaciones sobre la verdad,
la belleza y la armonía de sus análisis tendrán, sin duda, un interés especial.
El lector debería sentirse privilegiado al poder leer un libro escrito por un jugador tan destacado.
Mark Taimanov, Gran Maestro Internacional