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El papel de la escuela en 

el desarrollo libidinal del niño(1)


(1923)

[NOTA, 1947. Este capítulo debe leerse junto con el siguiente -"Análisis infantil"-, que
desarrolla temas conexos y se basa, en gran parte, en el mismo material.]

El hecho de que en la angustia de examen, como en los sueños de examen, la ansiedad está
desplazada de lo sexual a lo intelectual, es bien conocido en el psicoanálisis. Sadger ha
demostrado en su trabajo "Über Prüfungsangst und Prüfungstráume" (2) que el temor al
examen, en los sueños y en la realidad, es temor a la castración.

La conexión entre la angustia de examen e inhibiciones en la escuela, arroja una nueva luz
sobre este punto. Asimismo son significativas las diferentes formas y grados de aversión al
aprendizaje que oscila entre un marcado desagrado y una mera "pereza" que ni el niño ni las
personas que lo rodean hubieran reconocido como rechazo al colegio.

La escuela significa una nueva realidad que el niño debe encarar en su vida y, a menudo, es
percibida como muy severa. La forma en que él se adapta a estas exigencias suele ser típica
de su actitud frente a las exigencias de la vida en general.

El papel extremadamente importante de la escuela se basa generalmente en el hecho de que


está desde un principio libidinalmente determinado para cada individuo, ya que por sus
exigencias obliga al niño a sublimar sus energías instintivas libidinales. La sublimación de la
actividad genital, sobre todo, influye en forma decisiva en el estudio de algunas materias, que
por lo tanto estarían correlativamente inhibidas por la angustia de castración.

Al comenzar la escuela, el niño sale del ambiente que ha construido la base para sus fijaciones
y formación de complejos, y se encuentra frente a nuevos objetos y actividades en las cuales
debe ahora poner a prueba la motilidad de su libido. Sin embargo, es sobre todo la necesidad
de obrar activamente y abandonar una actitud más o menos pasivo-femenina, hasta ahora la
única posible para él, lo que confronta al niño con una nueva tarea que a menudo le resulta
insuperable.

A continuación, discutiré en detalle unos ejemplos tomados de varios análisis, del significado
libidinal de la ida a la escuela, del edificio, del maestro y de las actividades en la escuela.

A Félix, de trece años, le desagradaba la escuela en general. En vista de sus grandes dotes
intelectuales, su aparente falta de interés llamaba la atención. En su análisis relató un sueño
que había tenido aproximadamente a los once años, poco después de la muerte del director de
la escuela. Estaba en camino a la escuela y se encontró con su profesora de piano. La escuela
estaba ardiendo; las ramas de los árboles en la calle se habían quemado por completo pero los
troncos quedaban derechos. Caminó por el edificio incendiado con su profesora de música y
salieron ilesos, etc. La interpretación completa de este sueño sólo se logró mucho después
cuando el significado de la escuela como madre y del maestro y el director como padre
surgieron en el análisis. Daré uno o dos ejemplos de esto que se vieron en su análisis. Se
quejó de que hasta la fecha no había podido superar la dificultad, que había tenido desde el
primer momento, de ponerse de pie cuando se le llamaba a dar la lección. A esto asoció que
las niñas se ponen de pie en forma muy distinta de los muchachos y mostró la manera de éstos
por un movimiento con las manos que indicaba la región genital y evidenciaba claramente la
forma del pene en erección. El deseo de conducirse con el maestro como una niña expresaba
su actitud femenina hacia el padre; y se pudo comprobar que la inhibición asociada con el acto
de levantarse estaba determinada por el temor a la castración que influyó en toda su actitud
subsiguiente hacia la escuela. Una vez en la escuela, viendo al maestro de pie y apoyado
contra el escritorio, se le ocurrió que éste podía caerse, volcar el escritorio rompiéndolo, y
dañándose él al mismo tiempo. Esto demostró el significado del maestro como padre y del
escritorio como madre (3), y condujo a su concepción sádica del coito.

Relató la forma en que los muchachos se habían "soplado" y ayudado en un ejercicio de


griego, a pesar de la vigilancia del maestro. Sus conocimientos nuevos le llevaron a fantasear
sobre cómo podía arreglárselas para lograr una posición mejor en la clase (4). Fantaseó la
forma en que alcanzaría a los alumnos mejores que él, para luego desplazarlos y matarlos, y
con gran sorpresa se dio cuenta de que ya no le parecían compañeros, como hasta entonces,
sino enemigos. Al fin, cuando al desplazarlos lograba el primer puesto y llegaba así hasta el
maestro, en la clase quedaría sólo éste con una posición mejor que la suya pero a él no sería
posible hacerle nada (5).

La aversión de Fritz a la escuela (6), que aún no había cumplido siete años y que se reveló en
el análisis como angustia, incluía la ida a la escuela (7). Cuando en el curso del análisis el
placer por la escuela sustituyó a la angustia, me contó la siguiente fantasía: "Los escolares
trepan por la ventana del aula donde se encuentra la maestra. Uno de los niños era tan gordo
que no podía entrar por la ventana y, por consiguiente, estaba obligado a aprender y a escribir
sus lecciones en la calle, frente a la escuela." A este niño Fritz le llamaba el Bobo y lo calificó
de muy gracioso. El Bobo no tenía idea, por ejemplo, de lo gordo y gracioso que parecía al
saltar, y les provocaba tanta gracia a sus padres y hermanos con sus cabriolas, que los últimos
se caían de risa por la ventana y sus padres rebotaban repetidas veces contra el techo a causa
de su risa. Al hacer esto, finalmente se golpeaban contra un hermoso globo de cristal que
estaba en el techo, que se rajaba, pero no se rompía. Se pudo comprobar que del mismo modo
que Kasperle, el Bobo, representaba el pene (8) penetrando en el cuerpo de la madre.

Sin embargo, la maestra también es para él madre castradora con pene, y asoció, a su dolor de
garganta, la fantasía de que la maestra lo había estrangulado con unas riendas y puesto un
arnés, como si fuera un caballo.

En su análisis, Grete, de nueve años, me contó cómo se había impresionado al ver y oír entrar
un carro en el patio de la escuela. En otra ocasión, habló de un carro lleno de dulces que no se
atrevió a comprar, porque su maestra pasaba en ese momento. Describió estos dulces como
cierta clase de algodón, algo que le interesaba muchísimo, pero que no se atrevía a investigar.
Ambos carros resultaron ser recuerdos encubiertos de sus observaciones infantiles del coito, y
el algodón dulce, cuya definición le había sido difícil, representaba el semen.

Grete cantaba como primera voz en el coro de la escuela; la maestra se acercó a ella y le miró
la boca. En seguida la niña sintió una necesidad irresistible de besarla y abrazarla. Se
comprobó en este análisis que la tartamudez de la niña se debía a la sexualización tanto del
hablar como del cantar. El subir y bajar la voz y los movimientos de la lengua representaban el
coito (9).

Ernst, de seis años, debía pronto comenzar la escuela. Durante la hora analítica jugó a ser
albañil. Interrumpiendo la fantasía de construir casas, que asoció con su juego (10), habló de
su futura profesión. Quería ser "alumno" y también ir luego a la escuela técnica. Cuando le
observé que eso no sería sino una preparación para una profesión, contestó, muy enfadado,
que no quería pensar en una profesión para sí mismo, pues su madre, quizá, no estaría de
acuerdo y que, de todos modos, estaba enojada con él. Un poco más tarde, continuando con la
fantasía de construir casas, preguntó de pronto: "¿Es, en realidad, escuela de patio o escuela
técnica?" Hofschule o Hochschule.

Estas asociaciones demostraron que ser alumno significaba para él aprender todo acerca del
coito y que ejercer una profesión significaba llevarlo a cabo (11). De aquí que, en su
construcción de casas, fuese solamente el albañil que, además, requería la dirección del
arquitecto y la ayuda de otros albañiles.

En otra ocasión, apiló los cojines de mi diván y sentándose encima, empezó a jugar a ser un
sacerdote en el púlpito que al mismo tiempo era un maestro, pues estaba rodeado de
estudiantes imaginarios, los que debían aprender o adivinar algo de los gestos del sacerdote.
Durante esta actividad, levantaba los dos dedos índices, luego frotaba sus manos, la una
contra la otra (que según él significaba lavar ropa o calentarse las manos), y constantemente
saltaba en sus rodillas sobre los cojines. El análisis había demostrado cómo éstos, que tenían
constantemente un papel en sus juegos, representaban el pene (materno), y los varios gestos
del sacerdote, el coito. El sacerdote que hace gestos, pero que no da explicación alguna a los
estudiantes, representa el padre bueno que instruye a sus hijos acerca del coito o, mejor dicho,
les permite presenciarlo (12).

Los ejemplos que se dan a continuación demuestran que las tareas escolares significan el coito
o la masturbación. El pequeño Fritz aprendía con mucho placer y tenía tanto afán de saber, que
antes de comenzar la escuela había aprendido a leer solo. Sin embargo, muy pronto evidenció
un gran desagrado por la escuela y mostró fuerte aversión por todas sus tareas. Fantaseaba
repetidamente con las "tareas difíciles" que hacían cumplir en las penitenciarías. Dijo que una
de estas tareas era la obligación de construir una casa solo, sin ayuda, en ocho días (13). Sin
embargo, también calificaba de "difíciles" sus tareas escolares, y una vez dijo que un deber era
tan difícil como construir una casa. En una fantasía también yo fui encarcelada, obligada a
llevar a cabo tareas difíciles, es decir, construir una casa en pocos días, y llenar un cuaderno
en pocas horas.

Félix se encontraba gravemente inhibido para todas las tareas de la escuela. Dejaba sus
deberes sin hacer hasta la mañana siguiente, aunque sentía reproches de conciencia. Al otro
día tenía grandes remordimientos por no haberlos hecho la noche anterior, pero leía los diarios
y dejaba de nuevo sus deberes hasta el último momento. Luego estudiaba de prisa, una y otra
lección, no completando ninguna, y se iba a la escuela, donde copiaba alguna cosa, con
desagradable sentimiento de inseguridad. Describió lo que sentía, al hacer un ejercicio de la
escuela, en la siguiente forma: "Al principio uno siente mucho miedo, luego uno empieza, y,
bien que mal, sigue; y al terminar, uno se siente un poco mal". Hablando de un deber, me dijo
que para librarse pronto de él, empezó a hacerlo muy de prisa, escribió más y más ligero y
luego más y más lento, hasta que finalmente no pudo terminarlo. Esto de ir "más y más ligero,
más y más lento y no terminar" lo había empleado en la descripción de sus tentativas de
masturbación, que había empezado en esta época, bajo la influencia del análisis (14). Al tener
mayor éxito en la masturbación, sus estudios mejoraron, y, repetidamente, pudimos comprobar
su actitud masturbatoria por la forma en que se comportaba en sus lecciones y ejercicios (15).
Generalmente, también, Félix copiaba la lección de un compañero y, por lo tanto, cuando lo
hacía con éxito, hasta cierto punto, se había asegurado un aliado contra el padre, además de
aminorar el valor, y también la culpa, de su hazaña.

El "Excelente" escrito por su maestra al pie de un deber era, para Fritz, una valiosa posesión.
En ocasión de un crimen político sufrió pesadillas; dijo que los asesinos podían atacarlo
repentinamente, como lo habían hecho con el político asesinado y que le despojarían de su
buena nota, como habían querido despojar a aquél de sus condecoraciones. Las
condecoraciones, buenas notas, y también el boletín de la escuela tenían el significado de pene
para él, es decir, la potencia que la madre castradora (como le parecía a él su maestra) le
devolvía.

Para el pequeño Fritz, las líneas, en la caligrafía, representaban calles, por las cuales van las
letras, montadas en motocicletas (la pluma). Por ejemplo, la "i" y la "e" montan juntas en una
motocicleta, generalmente conducida por la "i", y se aman, con una ternura desconocida en el
mundo real. Por andar siempre juntas, se volvieron tan parecidas que casi no hay diferencia
entre ellas, pues el comienzo y el fin (hablaba de las letras minúsculas del alfabeto latino) de la
"i" y la "e" son iguales, y sólo en el medio la "i" tiene un palito y la "e" un agujerito. En cuanto a
la "i" y la "e" góticas, explicó que también montan en motocicleta y que la única diferencia es
como si fuera otra marca de motocicleta, en la cual la "e" tiene una cajita, en vez del agujerito
de la "e" latina. Las "íes" son hábiles, distinguidas e ingeniosas, tienen muchas armas
puntiagudas y viven en cavernas, entre las cuales también hay, sin embargo, montañas,
jardines y puertos. Ellas representan el pene y su camino, el coito. Por otro lado, las "eles" son
calificadas de estúpidas, torpes, perezosas y sucias. Viven en cuevas subterráneas. En el
pueblo de las "L" se acumula la basura y los papeles en las calles; en las casitas mugrientas
mezclan una anilina, comprada en el país de "I" con agua, que luego beben y venden por vino.
No pueden caminar bien, ni pueden cavar, porque sostienen la pala al revés, etc. Era evidente
que las "eles" representaban heces. Existían numerosas fantasías relacionadas también con
otras letras (16).

Así, en lugar de la "rr" siempre escribía una sola "r", hasta que una fantasía dio la explicación y
solución de esta inhibición. Una "r" era él mismo y la otra su padre. Debían embarcarse juntos
en una lancha a motor, o sea la pluma, en un lago que era el cuaderno. La "r", que le
presentaba a él mismo, se embarcó en la lancha que le pertenecía a la otra "r" y, rápidamente,
se fue navegando por el lago. Por esta razón no escribía las dos "r" juntas. El empleo frecuente
de la "r" minúscula, en lugar de la mayúscula, fue determinado por el hecho de que la parte de
la "r" mayúscula, que suprimía, era para él "como si se le quitara la nariz a alguien". Resultaron
ser los deseos de castración contra su padre, los que originaron este error de ortografía, el cual
desapareció después de esta interpretación.

Poco después de comenzar las clases, cosa que había esperado con mucha alegría, Ernst, de
seis años, demostró una marcada aversión a sus estudios. Me habló de la letra "i" que estaban
aprendiendo y que tenía dificultades para él. También supo que el maestro le pegó a un niño
mayor que él, que debía demostrar en el pizarrón cómo formar la letra "i", porque no lo hizo lo
suficientemente bien. Otra vez se quejó de que "las lecciones son tan difíciles" y que, al
escribir, siempre debía hacer palotes hacia arriba y hacia abajo, en aritmética dibujar banquitos
y, en fin, que debía escribir según el deseo del maestro que lo contemplaba. Después de dar
esta información, demostró marcada agresividad; quitó los cojines del diván, arrojándolos al
otro extremo del cuarto. Empezó a hojear un libro y me mostró "un palco de 'I' "."Un palco" era
algo "dentro del cual uno estaba solo"; la "I" mayúscula está sola dentro y alrededor hay
solamente letrecitas negras que le recuerdan heces. La "I" mayúscula es el popöchen (pene)
grande que quiere estar solo dentro de mamá y que él no tiene y, por lo tanto, debe quitárselo a
su papá. Luego fantaseó que le cortaba el popöchen a su papá con un cuchillo y que éste le
quitaba el suyo con un serrucho; sin embargo, resultaba que él tenía el de su papá. Entonces le
cortaba la cabeza a su papá, después de lo cual el último ya no le podía hacer nada, porque no
podía ver; no obstante eso, los ojos en la cabeza lo veían. En seguida se ocupó intensamente
de la lectura, evidenciando gran placer al hacerlo. La resistencia había sido vencida. Volvió a
colocar los cojines en su lugar, explicando que también habían "subido y bajado" una vez, es
decir, habían hecho el viaje desde el diván hasta el otro extremo del cuarto y la vuelta. Para
poder efectuar el coito le había quitado el pene (los cojines) a la madre.

Lisa, de diecisiete años, relató, en sus asociaciones, que a ella no le gustaba la letra "i", pues
era un saltimbanqui tonto, que siempre se reía, que no se necesitaba para nada en el mundo y
que la hacía enfurecer, cosa que era incomprensible para ella. Elogió la letra "a" por ser una
letra seria y decorosa; le impresionaba mucho y sus asociaciones condujeron a una clara
imago paterna, cuyo nombre también empieza con "a". Luego pensó que después de todo la
"a" era tal vez un poco demasiado seria y decorosa y debería tener, por lo menos, un poco de
la "i" saltarina. La "a" representaba el padre castrado, pero aun así inflexible; la "i" era el pene.

Para Fritz el punto de la "i" como, en general, el punto y el punto y coma, era un empuje del
pene (17). Cuando en una ocasión, me dijo que se debía apretar fuerte en el punto, al mismo
tiempo levantó y deprimió la pelvis, acción que repitió al llegar al punto y coma. Con la curva de
la letra "u", Grete, de nueve años, asoció la curva del chorro de orina de los varones, que ella
había visto. Tenía especial preferencia por dibujar hermosas espirales que, en su caso,
representaban partes de los genitales masculinos. Por la misma razón Lisa siempre omitía los
adornos. Grete tenía mucha admiración por una amiga que podía sostener su pluma recta entre
sus dedos índice y mayor, como un adulto y que también podía hacer la curva de la "u" al
revés.

Pude observar, tanto en Ernst como en Fritz, que la inhibición con respecto a la escritura y la
lectura, o sea la base de toda actividad escolar posterior, procedía de la letra "i" que, con su
sencillo movimiento de "subir y bajar", es verdaderamente la base de la escritura (18).

El significado simbólico-sexual de la pluma es evidente en estos ejemplos y es especialmente


claro en las fantasías de Fritz, para quien las letras montan en motocicleta (la pluma). Puede
observarse cómo el significado simbólico-sexual de la pluma va resistiendo el acto de escribir,
descargado por ésta. En la misma forma, el significado libidinal de la lectura se deriva de la
catexia simbólica del libro y el ojo. Por supuesto, aquí actúan otros factores que surgen de los
instintos parciales como, por ejemplo, el mirar, en la lectura, y tendencias exhibicionistas
sádicas agresivas, en la escritura. Es probable que el significado simbólico-sexual de la
lapicera tenga su raíz en el significado del arma y la mano. De acuerdo con esto también la
actividad de leer es más bien pasiva y la de escribir, más bien activa; y son también
significativos, para la inhibición de una actividad o la otra, las diferentes fijaciones en las etapas
pregenitales de la organización.

El número "1" para Fritz es un caballero que vive en un país caluroso y, por lo tanto, anda
desnudo, tapándose únicamente en tiempo lluvioso con una capa. Es un hábil jinete y
conductor, posee cinco puñales, es muy valiente, etc., y pronto surge evidente su identificación
con el "General Pipi" (el pene) (19). Los números, en general, son para Fritz gente que vive en
un país muy caluroso. Corresponden a las razas de color, mientras que las letras son los
blancos. Para Ernst, el "subir y bajar" del "1" es idéntico al de la "i". Lisa me relató que hacía
"sólo una rayita corta" para el número "1", lo que era determinado también por su complejo de
castración. Sería, por lo tanto, el pene que es representado simbólicamente por el número "1" y
que constituye la base para contar en aritmética. En el análisis de niños, observé repetidas
veces que el significado del número "10" era determinado por el número de dedos; por lo cual
inconscientemente éstos se equiparan al pene. De esta fuente, el número "10", deriva el afecto
de que está revestido. De aquí también surgieron las fantasías de que es necesario repetir el
coito 10 veces o hacer 10 movimientos con el pene para la procreación de un niño. El
significado especial del número "5" (20), comprobado repetidamente, es análogo. Abraham ha
señalado que el número "3", como símbolo del complejo de Edipo, determinado por la relación
padre, madre e hijo, es más significativo que el empleo muy frecuente del "3" para los genitales
masculinos (21). Expondré un solo ejemplo de esto:

Lisa consideraba insoportable también el número "3" porque "un tercero, por supuesto, siempre
está de más" y "dos pueden correr carreras" teniendo como meta una bandera, pero un tercero
sería entrometido. Me dijo Lisa, a quien le gustaba la matemática, pero que tenía una gran
inhibición frente a esta materia, que, en realidad, podía captar únicamente la idea de la adición;
ella podía comprender que "1" se puede unir con otro, cuando ambos "son iguales", pero
¿cómo podían sumarse cuando eran distintos? Esta idea provenía de su complejo de
castración y concernía a la diferencia entre los genitales masculinos y femeninos. Se comprobó
que la idea de "adición" estaba determinada, para ella, por el coito paterno. Por otra parte,
podía entender perfectamente que en la multiplicación se tomaban cosas distintas y que
entonces el resultado era también distinto. El "resultado" es el niño En cuanto a ella misma sólo
se animaba a reconocer el genital masculino dejando los femeninos para sus hermanas.

Ernst trajo una caja de bolitas a su sesión analítica. Las separó de acuerdo con los colores y
empezó a hacer cuentas con ellas (22). Quería saber cuánto "1 es menos que 2", e intentó
solucionarlo primero con las bolitas y luego con sus dedos. Me demostró, con un dedo
levantado y otro medio levantado, que si se quitaba el dedo levantado, entonces, por supuesto,
uno se quedaba con "0", pero que, de todos modos, quedaba el "otro" (el medio levantado) que
uno todavía podía quitar. De nuevo me mostró con sus dedos que 2 y 1 son 3 y dijo:

"El '1' es mi popöchen y los otros popöchen de papá y mamá que yo he quitado para mí. Ahora
mamá les ha quitado los dos popöchen a sus hijos otra vez y yo se los quito de nuevo a ella;
entonces tengo cinco".

Durante la sesión, Ernst trazó "líneas dobles" en una hoja de papel, diciéndome que, según
decía su maestra, se podía escribir mejor entre líneas dobles. Pensaba que es o sería porque
de esa manera había dos líneas y asoció que eran dos los popöchen que se poseía. Luego,
con trazos verticales, hacía de las líneas dobles "cajas dobles" y dijo: "Pero no conviene tanto
tener 'cajas dobles' cuando se hacen cuentas, porque así las cajas son más pequeñas y es
más difícil poner los números dentro de ellas". También me demostró lo que quería darme a
entender y escribió la cuenta "1 + 1 = 2" dentro de las "cajitas". La primera cajita donde escribió
el "1" era más grande que las otras. Entonces me dijo: "lo que viene ahora tiene una caja más
pequeña; es el popöchen de mamá" agregó y (señalando el primer "1", "ése es el popöchen de
papá y entre ellos, el más (+), soy yo". Aclaró que el trazo horizontal del signo + (que además
hizo muy corto) no le concernía en absoluto; que él y su popöchen eran el trazo vertical.
También para él la suma representa el coito entre los padres.

En otra oportunidad comenzó la sesión con la pregunta de si él debería contar "cuánto resulta
'10 + 10' o '10 - 10"'. (El temor a la castración que surge del número "1" se encuentra
desplazado al número "10".) Quería reasegurarse de que tenía "10 penes" (dedos) a su
disposición. Juntamente con esta pregunta, intentó escribir, en una hoja, los números más
enormes posibles que yo tenía que solucionar. Luego explicó que una hilera de números, que
hizo de varios "1" y "0" alternados (100010001000), era tipo gegentorische (gegen: contra; tor:
portón) de aritmética. Esto lo aclaró contándome que había un pueblo (sobre el que había
fantaseado antes) que tenía muchos portones porque todas las ventanas y aberturas también
se llamaban portones. También había muchos ferrocarriles (23) en este pueblo. Entonces me
demostró que cuando él se ponía en un extremo del cuarto, una hilera de círculos que
disminuían en tamaño se extendía desde la pared opuesta hasta él. A estos círculos los llamó
"portones" que dieron origen a la hilera de números "1" y "0", que había hecho en la hoja.
Luego me demostró que podía poner un "1" contra otro. En la figura que resultó, la letra "M"
latina, trazó también un pequeño círculo, explicando: "Ahora también está el portón". El "1",
alternado con los ceros, representa el pene (Gegentor: pene). El "0" era la vagina, habiendo
muchos círculos, porque naturalmente el cuerpo también tiene muchas aberturas (portones).

Cuando me había explicado esta aritmética gegentorische, tomó un llavero, pasó una horquilla
por la argolla y me mostró, con alguna dificultad, que la horquilla "al fin estaba adentro" pero
que, al hacer esto, "había que dividir y partir la argolla", lo que condujo de nuevo a su concepto
sádico del coito. Explicó, además, que esta argolla, que también era como un "0", en realidad
sólo era una pieza recta, doblada para formar el círculo. Aquí, como también en otras
expresiones suyas, era evidente la influencia del concepto del pene materno, y de uno oculto
en la vagina que él debía desgarrar o destruir durante el coito (24). Conectado con esto y con
las fantasías de aritmética descritas, apareció en el análisis una agresividad especial. Como
siempre, empezaba por quitar los cojines del diván y saltar encima de ellos y también del diván,
con los dos pies. Durante el análisis, la castración de la madre constantemente podía
comprobarse, y el coito con ella estaba asociado a ello. Inmediatamente empezaba a dibujar.

Fritz tenía una marcada inhibición frente a las cuentas de dividir, toda explicación resultaba
inútil, pues las entendía perfectamente, pero, a pesar de eso, los ejemplos siempre salían mal.
Me explicó una vez que para hacer la división, primero debía bajar el número que necesitaba.
Para hacer esto él subía, lo agarraba del brazo y lo tiraba hacia abajo. Cuando le pregunté qué
pensaba el número de ese tratamiento, me contestó que seguramente no era agradable para el
número; era como si su madre estuviera parada en una piedra de 13 metros de altura y alguien
viniera y la agarrase del brazo, desgarrándola y dividiéndola. Poco antes había fantaseado con
una mujer, en el circo, a quien habían destrozado con un serrucho y que, a pesar de eso,
revivió; ahora me preguntó si esto era posible. Luego me relató (también en conexión con una
fantasía previamente elaborada) que, en realidad, todo niño quiere tener un pedacito de su
madre, a quien se debe cortar en cuatro partes; demostró exactamente cómo gritaba, cómo le
llenaban la boca de papel, para que no gritase, las muecas que hacía, etc. Un niño tomaba un
cuchillo muy afilado y la destrozaba; primero atravesando los pechos, luego la barriga y,
finalmente a lo largo, para que el "pipi" (pene), la cara y la cabeza quedaran divididos
exactamente en el medio, con lo cual le quitaban el sentido (25) de la cabeza. Después la
cabeza se volvía a cortar oblicuamente y el "pipi" a lo ancho. Mientras hacía esta descripción,
se mordía la mano constantemente y dijo que se divertía mordiéndola a su hermana, pero que
lo hacía con cariño. Prosiguió diciendo que cada niño, entonces, tomaba la parte de la madre
que quería y, añadió, que también se la comían. Surgió entonces que siempre confundía el
restante con el cociente en la división y que siempre los colocaba en sitio equivocado porque,
por supuesto, inconscientemente se trataba de pedazos de carne sangrientos. Con estas
interpretaciones desaparecieron por completo sus inhibiciones (26).

En sus recuerdos del colegio, Lisa se quejaba de lo insensata que era la maestra al permitir a
niños tan pequeños hacer aritmética con números tan grandes. Siempre le había parecido tan
difícil a ella dividir un número bastante grande por otro menor, pero también grande; y era
especialmente difícil si quedaba un residuo. Inmediatamente asoció a un caballo, un animal
horrible con una lengua colgante y mutilada, orejas cortadas, etc., que quería saltar una verja;
esta idea despertó en ella las más violentas resistencias. Luego sus pensamientos condujeron
a un recuerdo infantil de un barrio viejo de su ciudad natal, donde ella compraba algo en un
negocio. Fantaseó que compró allí una naranja y una vela y, de repente, pensó que la
sensación anterior, de disgusto y horror del caballo, había dado lugar a una sensación muy
placentera y calma. Ella misma reconoció que la vela y la naranja representaban los genitales
masculinos y el caballo los femeninos. La división de un número grande por uno más pequeño
era el coito, que ella debía realizar con la madre de un modo ineficaz (impotente). También en
este caso la división demostró ser destrozar y, en realidad, realizar un coito en una etapa
sádica canibalística de la organización libidinal.

Con respecto a las ecuaciones matemáticas me contó Lisa que nunca podía entender una
ecuación, excepto con una incógnita (27). Le era perfectamente claro que cien centavos
equivalían a un peso y que, en ese caso, sería muy fácil encontrar una incógnita. A "dos
incógnitas", asoció dos vasos llenos de agua en una mesa, de los cuales toma uno y lo arroja al
suelo, y luego caballos, entre las nubes y niebla. La "segunda incógnita" resultó ser el segundo
pene superfluo; es decir, el que, en sus observaciones infantiles del coito paterno, quería
desplazar, por querer poseer o al padre o a la madre y, por lo tanto, debiendo quitar uno de los
dos. Además, la segunda incógnita también representaba el semen que era un misterio para
ella, mientras que de una incógnita estaba enterada, o sea de la ecuación: heces = pene (28).

Resulta, pues, que el contar y la aritmética también tienen una catexia simbólica genital. Entre
las actividades instintivas parciales que intervienen, observamos las tendencias anales, sádicas
y canibalísticas, que logran sublimarse de esta forma o que están coordinadas bajo la
supremacía de los genitales. En esta sublimación el temor a la castración tiene una importancia
especial. La tendencia de vencerla -la protesta masculina- parece, en general, constituir una de
las raíces de las cuales ha surgido el contar y la aritmética. Por lo tanto, también constituye
claramente la fuente de la inhibición: la intensidad de la protesta, siendo el factor decisivo.

Para el significado libidinal de la gramática nos referiremos a algunos ejemplos expuestos en


mi trabajo "Análisis infantil". Con respecto a los análisis de oraciones, Grete hablaba de un
verdadero desmembramiento y disección de un conejo asado (29). El conejo asado, que había
comido con gusto hasta que le sobrevino la repugnancia, representaba los pechos y genitales
de la madre.

En el análisis de Lisa, me enteré de que, al estudiar historia, uno debía transportarse a lo que
hacía la gente en tiempos antiguos. Para ella representaba el estudio de las relaciones entre
los padres y entre éstos y el hijo, en las cuales las fantasías infantiles de batallas,
aniquilamiento, etc., también tenían un papel importante, de acuerdo con el concepto sádico del
coito.

Hice una detallada contribución con respecto a los factores determinantes libidinales de la
geografía en mi trabajo "Análisis infantil", donde también quedó demostrado que, en conexión
con el interés reprimido centrado alrededor de la matriz de la madre -que constituye la base de
la inhibición del sentido de orientación-, el interés en las ciencias naturales se encuentra
también frecuentemente inhibido.

Pude demostrar una de las causas de la inhibición para el dibujo en el caso de Félix. El no
podía imaginarse cómo se trazaban o dibujaban los planos, ni podía concebir cómo se colocan
en la tierra los cimientos de un edificio. El dibujar un objeto era para él, crearlo, y la incapacidad
de dibujar representaba la impotencia. En otro trabajo he señalado el significado de niño o de
pene que tiene un cuadro o una lámina. Puede comprobarse constantemente en el análisis de
niños que por debajo del dibujo, la pintura y la fotografía yace una ocupación mucho más
activa; es la procreación y reproducción, en el inconsciente, del objeto representado. En la
etapa anal de la organización significa el producto sublimado de la masa fecal. En la etapa
genital, la producción de un hijo y una producción por medio de un esfuerzo motor totalmente
inadecuado. Aun habiendo llegado a una etapa superior del desarrollo, parece que el niño
sigue considerando al dibujo como un "gesto mágico" (30), por el cual puede realizar la
omnipotencia de sus pensamientos. Sin embargo, el dibujo contiene además tendencias
destructivas y despreciativas (31). Ernst, por ejemplo, dibujó círculos (32) en el croquis de una
cajita de rapé (que en sus juegos representaba los genitales maternos), haciéndolos
sobrepasar. Luego los sombreó, dejando un óvalo en el centro del cual dibujó otro círculo
pequeño. De este modo hizo "más pequeño el popöchen de mamá" (el óvalo en lugar del
círculo) y entonces él tenía razón. Félix, a menudo, me decía que la física era incomprensible
para él. Como ejemplo me contó que no podía entender cómo se propagaba el sonido y sólo
podía entender, por ejemplo, cómo penetraba un clavo en la pared. En otra ocasión habló de
un vacío y dijo que si mi salón fuera un vacío al entrar aire también entraría alguien. También
esto pudimos comprobar que era determinado por ideas del coito en las cuales el aire
representa el semen.

He tratado de mostrar que las principales actividades llevadas a cabo en la escuela son
canales por donde fluye la libido y que, de este modo, los instintos parciales logran la
sublimación bajo la primacía de los genitales. Esta catexia libidinal se extiende desde los
estudios más primarios -lectura, escritura y aritmética- hasta los esfuerzos e intereses más
amplios, basados en aquéllos de modo que las raíces de inhibiciones posteriores y también de
la inhibición vocacional se encuentran, sobre todo, en aquellas que frecuentemente parecen
haber desaparecido y que concernían a los más tempranos estudios. Sin embargo, las
inhibiciones a estos estudios tempranos están basadas en las inhibiciones al juego, o sea que
en el fondo vemos que todas las inhibiciones posteriores, tan significativas en la vida y el
desarrollo, vienen de las primeras inhibiciones al juego. En mi trabajo "Análisis infantil"
demostré que partiendo del punto en el cual las condiciones previas para la capacidad de
sublimación derivan de las fijaciones libidinales, en las sublimaciones más tempranas -que
considero son el hablar y el placer en el movimiento- las actividades y los intereses del yo, que
se extienden constantemente, logran una catexis libidinal al adquirir un significado simbólico
sexual, de modo que hay constantemente sublimaciones en distintas etapas. El mecanismo de
la inhibición, que describí en el citado trabajo, permite el progreso de la inhibición de una
actividad o tendencia del yo a otra, debido a los significados simbólicos sexuales comunes. Ya
que hacer desaparecer las inhibiciones más tempranas implica también evitar otras nuevas,
debe darse mucha importancia a las inhibiciones del niño de edad preescolar, aun cuando no
sean muy marcadas.

En el trabajo a que me he referido, traté de demostrar que el temor a la castración era la base
común de estas inhibiciones tempranas y todas las siguientes. El temor a la castración está
opuesto a las actividades y los intereses del yo, porque además de tener otros determinantes
libidinales, siempre tiene en el fondo un significado simbólico genital y de coito.

La vasta importancia del complejo de castración en la formación de las neurosis es bien


conocida. En su trabajo Introducción del narcisismo, Freud establece la importancia que tiene el
complejo de castración en la formación del carácter y se refiere a esto repetidas veces en su
trabajo sobre neurosis infantil (33).

Debemos referir el establecimiento de todas las inhibiciones, que afectan al estudio y todo
desarrollo posterior, a la época del primer surgimiento de sexualidad infantil, el cual, con el
advenimiento del complejo de Edipo, es lo que más activa el temor a la castración. Me refiero al
período temprano entre tres y cuatro años de edad. Es la represión subsiguiente de los
componentes activos masculinos -tanto en las niñas como en los varones- lo que provee la
base principal para las inhibiciones en el aprender.

La contribución que hace el componente femenino a la sublimación resulta ser siempre la


receptividad y la comprensión, que constituyen una parte importante de toda actividad; la parte
ejecutora e impulsora, sin embargo, que realmente constituye el carácter de cualquier actividad,
se origina en la sublimación de la potencia masculina. La actitud femenina hacia el padre,
conectada con la admiración y el reconocimiento del pene paterno y sus proezas, se convierte,
por sublimación, en la base de la comprensión de proezas artísticas y otras más generales.
Pude ver, constantemente, en los análisis de varones y niñas, la importancia que podía tener la
represión de esta actitud femenina, a causa del complejo de castración, pues, como es parte
esencial de toda actividad, su represión contribuirá en forma importante a la inhibición de
cualquier actividad.
También he podido observar, en el análisis de hombres y mujeres, cómo a medida de que parte
de su complejo de castración se volvía consciente y la actitud femenina aparecía más
libremente, a menudo ocurría un gran resurgimiento de intereses artísticos y otros. En el
análisis de Félix, por ejemplo, cuando después de la solución de parte de su temor a la
castración, apareció la parte femenina de su actitud frente al padre, el talento musical que
surgió al mismo tiempo se expresó primeramente como admiración y aprecio de un director y
compositor. Sólo al aumentar su actividad se empezó a desarrollar una facultad crítica más
severa, manifestándose en una comparación con su propia capacidad y en esfuerzos
siguientes de imitar las proezas de otros.

Una observación que se confirma con frecuencia, es que por lo general las niñas son mejores
estudiantes que los varones, pero que, por otro lado, sus hazañas posteriores no se aproximan
a las de los hombres. Indicaré brevemente algunos factores que me parecen significativos
también con respecto a esto.

Parte de las inhibiciones -y esto es más importante para el desarrollo posterior- que resultan de
la represión de la actividad genital, afecta la actividad y el interés, en forma subjetiva y objetiva.
Otra parte de las inhibiciones resulta de la actitud hacia la maestra.

Así el varón tiene una dificultad doble en su actitud hacia la escuela y el aprender. Todas las
sublimaciones que derivan de los deseos genitales dirigidos a la madre conducen a un
sentimiento de culpa incrementado hacia el maestro.

La tarea, el esfuerzo para aprender, que en el inconsciente significa el coito, lo llevan a temer al
maestro como un vengador. Entonces el deseo consciente (34) de satisfacer al maestro, con
sus esfuerzos, es combatido por un temor inconsciente de hacerlo, lo cual conduce a un
conflicto insoluble, que determina una parte esencial de la inhibición. Este conflicto disminuye la
intensidad, cuando los esfuerzos del niño ya no están bajo el control directo del maestro y se
puede conducir con más libertad. Sin embargo, la posibilidad de actividades más amplias sólo
se presenta, en un grado mayor o menor, donde el temor a la castración ha afectado sólo la
actitud hacia el maestro y no tanto las actividades y los intereses mismos. Así, puede verse
alumnos malos que logran éxito en su vida posterior; sin embargo, para aquellos cuyos
intereses mismos estaban inhibidos, la forma en que fracasaron en la escuela queda como
prototipo del desenvolvimiento posterior.

En las niñas la inhibición debido al complejo de castración y que afecta toda la actividad es de
importancia preponderante.

La relación con un maestro, que puede ser tan cargosa para el varón, actúa en la niña más
bien como un incentivo, si es que sus capacidades no están demasiado inhibidas. En su
relación con la maestra la actitud de ansiedad, proveniente del complejo de Edipo, no tiene la
intensidad de la situación análoga en el varón. El hecho de que la mujer, por lo general, no
llega a lograr tanto como el hombre en la vida, se debe a que generalmente dispone de menos
actividad masculina para emplear en la sublimación.

Estas diferencias y rasgos comunes, como también la consideración de otros factores activos
en juego, requieren una discusión más detallada.

Sin embargo, aquí me debo contentar con algunas breves, y por lo tanto, insuficientes
indicaciones, que necesariamente convierten mi presentación en algo demasiado esquemático.
También dentro de estos límites resulta imposible sacar ni siquiera parte de las numerosas
conclusiones teóricas y pedagógicas que podía rendir el material aquí indicado. Sólo explicaré
brevemente una de las más importantes.

Por lo que se ha dicho, hemos llegado a considerar el papel de la escuela como mayormente
pasivo; resulta ser una piedra de toque para el desarrollo sexual que ya se ha logrado más o
menos afortunadamente. ¿En qué consiste entonces el papel activo de la escuela? ¿Puede
lograr algo esencial para el desarrollo libidinal y total del niño? Claro está que un maestro
comprensivo que considera los complejos del niño vencerá más inhibiciones y conseguirá
resultados más favorables que el maestro no comprensivo y hasta brutal, que desde un
principio representa para el niño el padre castrador. Ciertamente he visto en varios análisis, que
aun bajo las mejores condiciones de la escuela ocurren inhibiciones muy fuertes para el
estudio, mientras que aun una conducta muy imprudente por parte del maestro no es
necesariamente seguida siempre de inhibiciones.

Resumiré en breve mi concepto del papel del maestro en el desarrollo del niño. El maestro
puede conseguir mucho con comprensión y simpatía, porque de este modo puede reducir
considerablemente la parte de la inhibición que proviene de la persona del maestro como
"vengador". Al mismo tiempo el maestro benévolo ofrece a los componentes homosexuales del
varón y masculinos de la niña, un objeto, para ejercitar su actividad genital en forma sublimada,
como hemos llegado a considerar en diversos estudios. De estas indicaciones pueden
deducirse las posibilidades de daño que pueden resultar de un proceder pedagógico incorrecto
y hasta brutal.

Sin embargo, donde la represión de la actividad genital haya afectado las ocupaciones y los
intereses mismos, la actitud del maestro posiblemente pueda disminuir (o intensificar) el
conflicto interior del niño, pero no podrá efectuar nada esencial con respecto a su
desenvolvimiento. Y aun la posibilidad que tiene un maestro bueno de disminuir el conflicto es
muy pequeña, pues los límites son fijados por las formaciones de complejos del niño y,
especialmente, por su relación con su padre que determina de antemano su actitud hacia la
escuela y el maestro.

Esto explica por qué, cuando se trata de inhibiciones más fuertes, los resultados de años de
labor pedagógica no están en relación alguna con los esfuerzos que se han hecho, mientras
que, en el análisis, a menudo quitamos estas inhibiciones en un tiempo relativamente corto y se
reemplazan por un verdadero placer en aprender. Lo mejor sería por lo tanto, invertir el
proceso; primero habrían de quitarse las inhibiciones presentes en mayor o menor grado en
todo niño y la labor de la escuela debería partir de esta base. Cuando ya no necesitara disipar
sus fuerzas en desalentadores ataques contra los complejos, la escuela podría lograr una obra
fructífera y significativa en el desarrollo del niño.

Notas

(1) Véase Stekel: Conditions of Nervous Anxiety and their Treatament; Freud: La interpretación de los
sueños.

(2) Véase Int. Z.i f. Psycho-anal., 6, 1920

(3) El significado materno de tarima y también de pupitre o escritorio, y pizarra y todo objeto en el cual se
puede escribir, y además el significado de pene de la lapicera, el lápiz y la tiza, y todo objeto conque se
puede escribir, surgió tan claramente en éste y otros análisis y se confirmaba con tanta frecuencia que lo
considero típico. El significado simbólico sexual de estos objetos se ha demostrado en otra ocasión
durante el análisis de casos aislados. Así en su trabajo "Uber Prufungsangst und Prüfungstraüme" Sadger
ha demostrado el significado simbólico sexual de escritorio, pizarra y tiza en un caso incipiente de
demencia paranoica. Jokl en "Zur Psychogenese des Schreibkrapfes", también ha demostrado el
significado simbólico sexual de la lapicera en un caso de "calambre de los escritores".

(4) En Alemania la posición en clase es determinada por la calidad del trabajo. Su "boletín", del cual
opinaba que su madre debería darle menos importancia que a su posición en la clase, significaba para él,
como también para Fritz (véase más adelante), potencia, pene y niño; para él, la posición en clase era la
posición dentro de la madre y la posibilidad de coito que ella le presentaba.

(5) Aquí el maestro resulta ser un objeto deseado homosexualmente. Pero se puso en evidencia un motivo
que siempre es significativo en la génesis de la homosexualidad; es decir, el hecho de que este deseo
homosexual se fortificaba por el deseo reprimido de lograr el coito con la madre -a pesar del padre-; en
este caso, por lo tanto, lograr el primer puesto en la clase. Del mismo modo, detrás del deseo de hablar
desde la tarima, obligando así al maestro (padre) a hacer el papel pasivo del oyente, actúa también el
deseo hacia la madre, ya que la tarima como también el escritorio tienen un significado materno para él.

(6) Véase "El desarrollo de un niño".

(7) Véase el capítulo "Análisis infantil" en este trabajo demostré más detalladamente cómo las numerosas
fantasías que hacía Fritz acerca de la matriz de su madre, la procreación y el nacimiento ocultaban el
deseo más intenso y fuertemente reprimido a entrar al seno materno por medio del coito. Ferenczi sugirió
en su trabajo Thalassa, que para el inconsciente la vuelta al seno materno parece posible únicamente por
medio del coito, y también ha presentado una hipótesis en la cual deduce esta fantasía que se puede
comprobar de procesos evolutivos psicogenéticos.

(8) Véase Jones: "The Theory of Symbolism" (1916).

(9) Véase: "Análisis infantil".

(10) Esta construcción de casas representaba el coito y la procreación del niño.

(11) El sentido inconsciente de "profesión" es típico. Se demuestra constantemente en el análisis y


seguramente contribuye notablemente a las dificultades en la elección de una profesión.

(12) El niño había compartido el dormitorio de sus padres durante varios años y ésta y otras fantasías
datan de observaciones del coito en su primera infancia.

(13) Compárese el significado de construcción de casas en los casos de Ernst y Félix.

(14) Como consecuencia de una intervención médica, no quirúrgica, en su pene a la edad de cuatro años,
habíase masturbado posteriormente solo con grandes escrúpulos de conciencia. Cuando se repitió esta
intervención a la edad de diez años, abandonó la masturbación por completo, pero sufrió una angustia de
tocar.

(15) Repetidamente omitía la ultima frase de sus ejercicios escolares. En otra ocasión se olvidó de algo en
la mitad del ejercicio. Cuando empezaba a mejorar en este aspecto, comprimía toda la lección tanto como
fuera posible, etcétera.

(16) Véase "Análisis infantil".

(17) También para la pequeña Grete el punto y la coma estaban igualmente determinados. Véase Análisis
infantil.

(18) En una reunión de la Sociedad de Berlín, Herr Rohr trató detalladamente el manuscrito chino y su
interpretación sobre una base psicoanalítica. En la discusión subsiguiente indiqué que el manuscrito
también está aún activo en la fantasía de todo niño individual, así que las diversas rayitas, puntos, etc., de
nuestro manuscrito actual serian simplificaciones, logradas como resultado de condensación,
desplazamiento y otros mecanismos que nos son familiares en los sueños y las neurosis, de figuras
primitivas cuyos rastros se podían demostrar en el individuo.

(19) Véase "Análisis infantil".

(20) Quisiera señalar que en el sistema romano los números I, V y X son básicos, siendo derivados los
demás números del I al X. Además el V y el X también están formados por la raya neta del número I.

(21) Abraham (1923).

(22) Esto demuestra claramente la base anal de la aritmética. El temor a la castración relativo al pene fue
precedido por el temor a la pérdida de la materia fecal, que efectivamente se experimentó como la
castración primitiva. Véase Freud: "Sobre las transposiciones de la pulsión, en particular del erotismo
anal", O.C., 17.

(23) Análogo a las fantasías de Fritz del pueblo atravesado por rieles (véase "Análisis infantil"), para
Ernst también el pueblo representaba la madre, el ferrocarril, el pene, y viajar, el coito.

(24) Véase Boehm (1922).

(25) El "sentido" era el pene.

(26) En la escuela al día siguiente, para sorpresa de su maestra y de él mismo, resultó que todas las
cuentas le salían bien. El niño no había advertido la conexión entre la interpretación y la desaparición de
la inhibición.

(27) Dio estas asociaciones a raíz de un sueño en el cual debía solucionar el problema: "2 x = 48; ¿cuál es
el valor de x?"

(28) Véase también la interpretación de la "incógnita" en el trabajo de Sadger (1920).

(29) Demostré claramente en mi trabajo "Análisis infantil" que tendencias orales, anales y caníbales
temátics también logran sublimación en el hablar.

(30) Véase Ferenczi: "Estadíos en el desarrollo del sentido de la realidad" (1913).

(31) De esta manera, en el fondo de la caricatura, además de la burla habría una verdadera metamorfosis
desfavorable del objeto representado.

(32) Este dibujo estaba asociado con una marcada agresividad liberada por la solución del temor a la
castración que yacía por debajo de sus dificultades en la aritmética.

(33) O.C., 17. En su trabajo 'El complejo de castración en la formación del carácter" (1923), Alexander ha
demostrado en el análisis de un adulto, la influencia del complejo de castración en la formación del
carácter. En un trabajo no publicado, "Die infantile Angst und ihre Bedeutung für die Entwicklung der
Persönlichkeit", que conecté con el citado trabajo del Dr. Alexander, hice la tentativa de demostrar esto
por material dado en el análisis de niños, e indiqué la gran importancia del temor a la castración en las
inhibiciones en el deporte, los juegos y el estudio, y las inhibiciones de la personalidad en general.

(34) En el inconsciente este deseo corresponde al esfuerzo de superar al padre, o sea desplazarlo con
respecto a la madre, o también al deseo homosexual de conquistar al padre por sus esfuerzos y tenerlo
como un objeto de amor pasivo.

Análisis infantil
(1923)

A menudo encontramos en el análisis que las inhibiciones neuróticas del talento están
determinadas por represiones que han detenido las ideas libidinales asociadas con actividades
especiales y así, al mismo tiempo, a las actividades en sí. En el curso del análisis de niños
pequeños y mayores me encontré con material que me condujo a la investigación de ciertas
inhibiciones, que fueron reconocidas únicamente como tales durante el análisis. Las
características siguientes demostraron ser inhibiciones típicas: torpeza en juegos y gimnasia, y
aversión por ellos, poco o ningún placer en las lecciones, falta de interés por una materia
especial, en general, distintos grados de la llamada pereza; a menudo también capacidades o
intereses mas débiles de lo que es común, resultaron estar "inhibidos". En muchos casos, no
se ha reconocido que esas características eran verdaderas inhibiciones y como inhibiciones
similares que forman parte de la personalidad de todo ser humano, no podían ser denominadas
neuróticas. Cuando han sido resueltas por el análisis nos encontramos -como lo ha demostrado
Abraham en el caso de neuróticos que sufren de inhibición motora- (1) que la base de estas
inhibiciones era también un intenso placer primario que había sido reprimido debido a su
carácter sexual. Jugar a la pelota o con aros, el patinaje, deslizarse en el tobogán, bailar, hacer
gimnasia, la natación -en realidad, todos los juegos atléticos- resultaron tener una catexia
libidinal, y el simbolismo genital representaba siempre un papel en ellos. Lo mismo se aplicaba
al camino a la escuela, la relación con maestros y maestras, y también al aprender y enseñar
ellos mismos. Por supuesto que una enorme serie de determinantes activos y pasivos, hétero y
homosexuales, que varían con los individuos y que proceden de los diversos instintos parciales,
son también de mucha importancia.

A semejanza de las inhibiciones neuróticas, las que podemos denominar "normales" estaban
fundadas evidentemente en una capacidad constitucionalmente grande de producir placer y en
su significado simbólico-sexual. El énfasis mayor, sin embargo, debe ponerse sobre el
significado simbólico-sexual. Es éste el que, determinando una catexia libidinal, aumenta en un
grado cuya disposición original y el placer primario aún no podemos determinar. Al mismo
tiempo, es éste el que atrae la represión sobre sí, porque la represión se dirige contra el matiz
de placer sexual asociado a la actividad, y conduce a la inhibición de esta actividad o
tendencia.

He llegado a ver que en la mayoría de estas inhibiciones, fueran o no reconocibles como tales,
la tarea de revertir el mecanismo era realizada por la angustia y especialmente por el "miedo a
la castración"; sólo cuando esta ansiedad se resolvía, resultaba posible progresar en la
remoción de la inhibición. Estas observaciones me dieron cierto insight en las relaciones entre
ansiedad e inhibición, que voy ahora a exponer con mas detalles.

La íntima conexión entre ansiedad e inhibición fue notablemente esclarecida por el análisis del
pequeño Fritz (2). En este análisis, cuya segunda parte fue muy a lo profundo, pude establecer
el hecho de que la ansiedad (que en un momento fue muy considerable, pero que
gradualmente se fue apaciguando después de haber alcanzado cierto punto) seguía de tal
modo el curso del análisis, que era siempre un indicio de que las inhibiciones estaban por ser
removidas. Cada vez que la ansiedad era resuelta, el análisis daba un gran paso hacia
adelante, y la comparación con otros análisis confirma mi impresión de que la importancia de
nuestro éxito en hacer desaparecer inhibiciones está en proporción directa con la claridad con
que la ansiedad se manifiesta como tal y puede ser resuelta (3). Por eliminación exitosa no
quiero significar únicamente que las inhibiciones disminuyan o se supriman, sino que el análisis
logre restablecer el placer original en la actividad. Esto es indudablemente posible en los
análisis de niños pequeños y cuanto menores son, tanto mas rápidamente ocurre, porque la
trayectoria que se debe recorrer para invertir el mecanismo de la inhibición es menos larga y
complicada en los niños pequeños. En Fritz, este proceso de remoción por vía de la ansiedad
era precedido algunas veces por la aparición de síntomas transitorios (4). Éstos, a su vez, eran
principalmente resueltos por medio de la ansiedad. El hecho de que la supresión de estas
inhibiciones y síntomas ocurre por medio de la ansiedad demuestra con seguridad que su
fuente es la ansiedad.

Sabemos que la ansiedad es uno de los afectos primarios. "He dicho que la conversión en
angustia, o mejor, la descarga en forma de angustia, es el destino inmediato de la libido que
tropieza con la represión" (5). Al reaccionar así con angustia, el yo repite el afecto que en el
momento del nacimiento constituye el prototipo de toda angustia, y lo emplea como "la moneda
corriente por la que todo afecto se cambia o puede ser cambiado" (6). El descubrimiento de
cómo el yo trata, en las diferentes neurosis, de defenderse del desarrollo de la angustia, llevó a
Freud a inferir que: "En un sentido abstracto, por lo tanto, parece correcto decir que los
síntomas están formados exclusivamente por el propósito de escapar al desarrollo, de otro
modo inevitable, de la angustia". En correspondencia con esto, la angustia en los niños
precederá invariablemente a la formación de síntomas y será la primera manifestación
neurótica que allana el camino, por así decirlo, para los síntomas. Al mismo tiempo, no siempre
será posible indicar la razón por la cual en un estadío temprano a menudo no se manifiesta o
no se advierte la ansiedad (7).
De todos modos, no hay posiblemente un solo niño que no haya sufrido terrores y, quizá, se
justifica que digamos que en todos los seres humanos, en uno u otro momento, se han
presentado ansiedades neuróticas en mayor o menor grado.

"Recordamos el hecho de que el motivo y propósito de la represión es simplemente el de evitar


el ‘dolor’. Se deduce que el destino de la carga de afecto perteneciente a la representación es
mucho mas importante que el de su contenido ideacional y es decisivo para la opinión que nos
formamos del proceso de represión. Si la represión no consigue evitar que surjan los
sentimientos displacenteros a la angustia, podemos decir que hay fallado, aun cuando haya
alcanzado su propósito en lo que se refiere al elemento ideacional" (8). Si la represión falla, el
resultado es la formación de síntomas. "En las neurosis ocurren procesos que intentan evitar el
desarrollo de la ansiedad y consiguen hacerlo por diferentes medios" (9).

Ahora bien, ¿qué ocurre con una cantidad de afecto que se hace desaparecer sin conducir a la
formación de síntomas? (me refiero a los casos de represión exitosa). En lo que se refiere al
destino de este monto de afecto, que está destinado a ser reprimido, Freud dice: "El destino del
factor cuantitativo en la presentación del instinto puede ser uno de tres, como podemos ver a
través de un rápido examen de las observaciones hechas en psicoanálisis: o el instinto es
completamente suprimido y no se encuentran rastros de él, o está encubierto bajo un afecto de
un tono cualitativo especial, o se convierte en angustia" (10).

Pero, ¿cómo es posible que se suprima la carga de afecto en la represión exitosa? Parece
justificado suponer que siempre que tiene lugar la represión (sin exceptuar los casos en que es
exitosa), el afecto se descarga en forma de ansiedad, cuya primera fase a veces no se
manifiesta o pasa inadvertida. Este proceso es frecuente en la histeria de angustia y también
presumimos su existencia cuando esta histeria no se desarrolla realmente. En ese caso, la
ansiedad estaría presente inconscientemente por un tiempo en el que "... encontramos
imposible evitar aún la extraña conjunción y ‘consciencia inconsciente de culpa’ o una
paradójica ‘ansiedad inconsciente'" (11). Es verdad que al examinar el uso del término "afectos
inconscientes", Freud continúa diciendo: "Así, no se puede negar que el uso de los términos en
cuestión es lógico; pero una comparación del afecto inconsciente con la idea inconsciente
revela la significativa diferencia de que la idea inconsciente continúa, después de la represión,
como una formación real en el sistema inconsciente, mientras que al afecto inconsciente le
corresponde en el mismo sistema sólo una disposición potencial a la que se le impide
desarrollar mas" (12). Vemos, pues, que la carga de afecto que se ha desvanecido por una
represión exitosa ha sufrido seguramente también la transformación en ansiedad, pero que
cuando la represión se realiza con éxito completo, a veces la ansiedad no se manifiesta de
ningún modo, o sólo débilmente, y permanece como una disposición en potencia en el
inconsciente. El mecanismo por el que se posibilita la "ligazón" y descarga de esta ansiedad, o
la disposición a la ansiedad, sería el mismo que el que hemos visto dar por resultado la
inhibición, y los descubrimientos del psicoanálisis nos han enseñado que la inhibición interviene
en mayor o menor grado en el desarrollo de todo individuo normal, si bien también en esto es
sólo el factor cuantitativo el que determina si será sano o enfermo.

Surge la pregunta: ¿por qué una persona sana puede descargar en forma de inhibiciones lo
que a un neurótico lo ha llevado a la neurosis? Las siguientes características pueden
formularse como distintivas de las inhibiciones que estamos tratando: 1) ciertas tendencias del
yo reciben una poderosa catexia libidinal; 2) una cantidad de ansiedad es distribuida en tal
forma entre estas tendencias que ya no aparece como ansiedad, sino como "displacer" (13),
desasosiego mental, incomodidad, etc. El análisis, sin embargo, demuestra que esas
manifestaciones representan ansiedad, de la que se diferencia sólo en grado y que no se ha
manifestado ella misma como tal. Por consiguiente, la inhibición implicaría que cierta cantidad
de ansiedad ha sido incorporada por una tendencia yoica que ya ha tenido una catexia libidinal
previa. La base de una represión satisfactoria sería entonces la catexia libidinal de los instintos
del yo, acompañada en este doble camino por la inhibición como resultado.

Cuanto mas perfectamente realiza su trabajo el mecanismo de la represión exitosa, menos fácil
resulta reconocer la ansiedad, aun en la forma de aversión. En las personas enteramente
sanas y apariencia completamente libres de inhibiciones, aparecen en última instancia sólo en
forma de inclinaciones debilitadas o parcialmente debilitadas (14).

Si equiparamos la capacidad de emplear la libido superflua en una catexia de tendencias del


yo, con la capacidad de sublimar, podemos suponer que la persona que permanece sana logra
hacerlo por su mayor capacidad para sublimar en un estadío muy temprano del desarrollo del
yo.

La represión actuaría entonces sobre las tendencias del yo elegidas para ese fin y así surgirían
las inhibiciones. En otros casos, los mecanismos de las neurosis se movilizarían en mayor o
menor grado dando como resultado la formación de síntomas.

Sabemos que el complejo de Edipo hace que la represión surja en forma particularmente
intensa y moviliza al mismo tiempo el miedo a la castración. Podemos quizá suponer también
que esta gran "oleada" de ansiedad es reforzada por la ansiedad preexistente (posiblemente
sólo como una disposición en potencia) a consecuencia de represiones tempranas: esta última
ansiedad puede haber operado directamente como angustia de castración originada en las
"primeras castraciones" (15). He descubierto muchas veces en el análisis la angustia del
nacimiento como angustia de castración que revivía material temprano y he encontrado que
resolviendo la angustia de castración se disipaba la angustia del nacimiento. Por ejemplo,
encontré en un niño el temor a que estando sobre hielo éste pudiera ceder debajo de él, o a
caer a través de un agujero en un puente -expresiones evidentemente de angustia de
nacimiento-. Repetidamente he encontrado que estos temores estaban movilizados por deseos
menos evidentes -activados como resultado del significado simbólico-sexual de patinar, de los
puentes, etc.-, de forzar el regreso a la madre por medio del coito, y esos deseos originaron el
miedo a la castración. Esto también hace mas fácil entender por qué la procreación y el
nacimiento son concebidos frecuentemente en el inconsciente como un coito del niño, quien,
aunque sea con ayuda del padre, penetra de este modo en la vagina materna.

No parece, por lo tanto, arriesgado considerar el pavor nocturno que aparece a los dos o tres
años como ansiedad originada en el primer estadío de represión del complejo de Edipo, cuya
ligazón y descarga prosigue posteriormente por diversos caminos (16).

El temor a la castración que se desarrolla cuando se reprime el complejo de Edipo, se dirige


ahora a las tendencias del yo que ya han recibido una catexia libidinal, y luego a su vez, por
medio de esta catexia es ligado y descargado.

Pienso que es bien evidente que en la medida en que las sublimaciones hasta aquí efectuadas
sean cuantitativamente abundantes y cualitativamente fuertes, la ansiedad con la cual están
ahora investidas será completa e imperceptiblemente distribuida entre ellas y descargadas así.

En Fritz y Félix pude comprobar que las inhibiciones del placer en los movimientos estaban
estrechamente conectadas con las del placer en el estudio y con varias tendencias e intereses
yoicos (que no voy a especificar ahora). En ambos casos lo que hizo posible
este desplazamiento de la inhibición o angustia de un grupo de las tendencias del yo hacia otro,
fue evidentemente la catexia principal de carácter simbólico-sexual común a ambos grupos.

En Félix, de trece años de edad (cuyo análisis usaré para ilustrar mis observaciones en una
parte posterior de este artículo), la forma en que apareció este desplazamiento fue la
alternancia de sus inhibiciones entre juegos y lecciones. En sus primeros años escolares había
sido un buen alumno, pero por otra parte era muy tímido y torpe en toda clase de juegos.
Cuando el padre volvió de la guerra acostumbraba pegar y reprender al niño por su cobardía, y
con estos métodos consiguió el resultado deseado. Félix llegó a ser bueno para los juegos y
apasionadamente interesado en ellos, pero junto a este cambio se desarrolló en él una
aversión por la escuela y todo estudio o conocimiento. Esta aversión se convirtió en manifiesta
antipatía, que tenía cuando llegó al análisis. La catexia simbólico-sexual en común estableció
una relación entre las dos series de inhibiciones, y fue en parte la intervención de su padre,
conduciéndolo a considerar los juegos como una sublimación mas en consonancia con su yo,
la que lo capacitó para desplazar la inhibición de los juegos a las lecciones.
Pienso que el factor de "consonancia con el yo" es también de importancia para determinar
contra qué tendencia investida libidinalmente se dirigirá la libido reprimida (descargada como
ansiedad), y qué tendencia sucumbiría de este modo, en mayor o menor grado, a la inhibición.

Este mecanismo de desplazamiento de una inhibición a otra me parece presentar analogías


con el mecanismo de las fobias. Pero mientras en éstas todo lo que ocurre es que el contenido
de la ideación cede el paso por desplazamiento a una formación sustitutiva, sin que
desaparezca el monto de afecto, en la inhibición la descarga del monto de afecto parece ocurrir
simultáneamente.

"Como sabemos, el desarrollo de angustia es la reacción del yo al peligro y la señal


preparatoria para huir; no es por lo tanto arriesgado imaginarse que en la angustia neurótica
también el yo intenta una huida ante las exigencias de su libido, y está tratando el peligro
interno como si fuera externo. Entonces, nuestra teoría de que cuando la angustia se presenta
debe haber algo de lo que se tiene miedo, quedaría confirmada. La analogía va mas lejos que
esto, sin embargo. Así como la tensión que promueve el intento de huir del peligro externo es
resuelta aferrándose al propio terreno y tomando medidas defensivas apropiadas, así también
el desarrollo de la ansiedad neurótica cede a la formación de un síntoma que permite a la
angustia ser ‘ligada’" (17).

En forma análoga, creo yo, podemos considerar la inhibición como la restricción compulsiva,
que nace ahora de adentro, de un peligroso exceso de libido; una restricción que en un período
de la historia humana tomó la forma de una compulsión desde afuera. En un principio,
entonces, la primera reacción del yo ante un peligro de estancamiento de la libido debe ser la
angustia: "la señal para huir". Pero la incitación a la huida da lugar al "aferrarse al propio
terreno y tomar medidas defensivas apropiadas" que corresponde a la formación de síntomas.
Otra medida defensiva debe ser el sometimiento, restringiendo las tendencias libidinales, es
decir, la inhibición, pero esto sólo puede ser posible si el sujeto triunfa en desvirtuar la libido
dirigiéndola hacia las actividades de los instintos de autoconservación, dando así una salida en
el campo de las tendencias del yo al conflicto entre energía instintiva y represión. Así la
inhibición como resultado de una represión exitosa debe ser el prerrequisito y al mismo tiempo,
la consecuencia de la civilización. Es en esta forma como el hombre primitivo, cuya vida mental
es en tantos aspectos similar a la del neurótico (18), debe haber llegado al mecanismo de la
neurosis, pues como no tenía suficiente capacidad de sublimación, probablemente también le
faltaba la capacidad para el mecanismo de represión exitosa.

Habiendo alcanzado un nivel de civilización condicionado por la represión, aunque siendo


principalmente capaz de represión sólo por el camino de los mecanismos de la neurosis, está
incapacitado para avanzar mas allá de este nivel cultural infantil.

Quisiera ahora llamar la atención hacia la conclusión que surge de mi exposición hasta este
punto: la ausencia o presencia de capacidades (o incluso el grado en que están presentes),
aunque parezcan determinadas simplemente por factores constitucionales y formando parte del
desarrollo de los instintos del yo, demuestran estar determinados igualmente por otros factores,
libidinales, y ser susceptibles de cambiar a través del análisis.

Uno de estos factores básicos es la catexia libidinal, como preliminar necesario de la inhibición.
Esta conclusión está de acuerdo con hechos que hemos observado repetidamente en
psicoanálisis. Pero encontramos que existe la catexia libidinal de una tendencia del yo aun
cuando la inhibición no se ha producido. Es (como aparece con especial claridad en el análisis
de niños) una componente constante de todo talento e interés. Si es así, debemos suponer que
para el desarrollo de una tendencia del yo, no sólo tendría importancia una disposición
constitucional sino también lo siguiente: cómo, en qué período y en qué cantidad -en realidad,
bajo qué condiciones- tiene lugar la alianza con la libido; de modo que el desarrollo de la
tendencia del yo depende del destino de la libido con la cual está asociada, es decir, del éxito
de la catexia libidinal. Pero esto reduce la importancia del factor constitucional en el talento y,
en analogía con lo que Freud ha demostrado en conexión con la enfermedad, se ve que el
factor "accidental" es de gran importancia.
Sabemos que en el estadío narcisista, los instintos del yo y los sexuales están todavía unidos
porque en un principio los instintos sexuales entran en el terreno de los instintos de
autoconservación. El estudio de las neurosis de transferencia nos ha enseñado que
posteriormente se separan funcionando como dos formas separadas de energía y
desarrollándose de diferentes modos. Aunque aceptamos como válida la diferenciación entre
instintos del yo e instintos sexuales, sabemos por otra parte, gracias a Freud, que una parte de
los instintos sexuales permanece asociada a lo largo de la vida con los instintos del yo y los
provee de componentes libidinales. Lo que he denominado previamente catexia simbólico-
sexual de una tendencia o actividad perteneciente a los instintos del yo, corresponde al
componente libidinal. Llamamos "sublimación" a este proceso de catectización con libido y
explicamos su génesis diciendo que provee a la libido superflua, para la cual no hay
satisfacción adecuada, de la posibilidad de descarga y que de este modo disminuye o termina
el estancamiento de libido. Este concepto está de acuerdo también con la idea de Freud de que
el proceso de sublimación abre una vía de descarga para las excitaciones poderosas, que
emanan de las distintas fuentes de la sexualidad y les permite ser aplicadas en otras
direcciones. De este modo, dice Freud cuando el sujeto tiene una disposición constitucional
anormal, la excitación superflua puede encontrar descarga no sólo en la perversión o neurosis
sino también en la sublimación (19).

En su estudio del origen sexual del habla, Sperber (20) muestra que los impulsos sexuales han
desempeñado un papel importante en su evolución, que los primeros sonidos hablados eran los
llamados seductores a la pareja y que este lenguaje rudimentario se desarrolló como
acompañamiento rítmico del trabajo, el que quedó asociado al placer sexual. Jones saca la
conclusión de que la sublimación es la repetición ontogenética del proceso descrito por Sperber
(21). Pero, al mismo tiempo, los factores que condicionan el desarrollo del lenguaje están
activos en la génesis del simbolismo. Ferenczi postula que la base de la identificación, como
estadío temprano de su desarrollo, el niño trata de redescubrir los órganos de su cuerpo y las
actividades de éstos, en cada objeto que encuentra. Como establece una comparación similar
con el interior de su cuerpo, probablemente ve en la parte superior de su cuerpo un equivalente
de cada aspecto afectivamente importante de la parte inferior. Según Freud, la primera
orientación del sujeto hacia su propio cuerpo está acompañada también por el descubrimiento
de nuevas fuentes de placer. Puede muy bien ser esto lo que hace posible la comparación
entre diferentes órganos y zonas del cuerpo. Esta comparación será posteriormente seguida
por el proceso de identificación con otros objetos, proceso en el cual, de acuerdo con Jones, el
principio de placer nos permite comparar dos objetos completamente diferentes sobre la base
de una semejanza de tonalidad placentera, o de interés (22). Pero tenemos probablemente
razones para suponer que por otra parte esos objetos y actividades, que no son de por sí
fuentes de placer, llegan a serlo por esta identificación, siendo desplazado hacia ellos un placer
sexual, como supone Sperber que fue desplazado hacia el trabajo en el hombre primitivo.
Entonces, cuando la represión comienza a actuar y se progresa de la identificación a la
formación de símbolos, es este último proceso el que proporciona una oportunidad a la libido
de desplazarse a otros objetos y actividades de los de autoconservación, que originariamente
no poseían una tonalidad placentera. Aquí llegamos al mecanismo de la sublimación.

De acuerdo con esto, vemos que la identificación es un estadío preliminar no sólo de la


formación de símbolos sino al mismo tiempo de la evolución del lenguaje y de la sublimación.
Esta última se produce por medio de la formación de símbolos; las fantasías libidinales quedan
fijadas en forma simbólico-sexual sobre objetos, actividades e intereses especiales. Ilustraré
esta afirmación en la siguiente forma. En los casos que he citado de placer en el movimiento
-juegos y actividades atléticas- debemos reconocer la influencia del significado sexual del
campo de deportes, del camino, etc. (como símbolos de la madre), en tanto que caminar, correr
y toda clase de movimientos atléticos representan la penetración dentro de la madre. Al mismo
tiempo, los pies, las manos y el cuerpo que llevan a cabo estas actividades y que, como
consecuencia de identificaciones tempranas, son comparados con el pene, sirven para atraer
sobre ellos algunas de las fantasías que realmente están en relación con el pene y las
situaciones y gratificaciones asociadas con dicho órgano. El eslabón que conectó esto fue
probablemente el placer por el movimiento, o mas bien el órgano mismo. Este es el punto en
que la sublimación difiere de la formación de síntomas histéricos, habiendo seguido hasta aquí
el mismo curso.
Con el fin de formular con mayor precisión las analogías y diferencias entre síntomas y
sublimación, quisiera referirme al análisis de Leonardo da Vinci, hecho por Freud. Como punto
de partida, Freud toma el recuerdo de Leonardo -o mejor, su fantasía- de que estando aún en
la cuna un buitre voló sobre él, abrió su boca con su cola, y apoyó la cola repetidas veces sobre
sus labios. Leonardo mismo comenta que de este modo su absorbente y minucioso interés por
los buitres quedó determinado muy tempranamente en su vida, y Freud hace notar cómo esta
fantasía tuvo realmente gran importancia en el arte de Leonardo y también en su inclinación por
las ciencias naturales.

Por el análisis de Freud aprendemos que el contenido mnésico real de la fantasía es la


situación del niño amamantado y besado por la madre. La idea de la cola del pájaro en su boca
(correspondiente a la fellatio) es evidentemente una reconstrucción de la fantasía en forma
pasiva homosexual. Al mismo tiempo, vemos que representa una condensación de las
tempranas teorías sexuales infantiles de Leonardo, que lo llevaron a suponer que la madre
poseía un pene. Encontramos con frecuencia que cuando el instinto epistemofílico está
asociado tempranamente con intereses sexuales, el resultado es la inhibición o la neurosis
obsesiva y rumiación obsesiva. Freud prosigue mostrándonos que Leonardo escapó a este
destino por la sublimación de este componente instintivo que de este modo no cayó víctima de
la represión. Me gustaría preguntar ahora: ¿cómo escapó Leonardo de la histeria? Porque la
raíz de la histeria me parece reconocible en la fantasía, en este elemento condensado de la
cola del buitre, el elemento que se encuentra frecuentemente en los histéricos como fantasía
de fellatio, expresado por ejemplo como sensación del bolo histérico. Según Freud, tenemos en
la sintomatología de la histeria una reproducción de la capacidad para el desplazamiento de las
zonas erógenas que se manifiestan en la orientación e identificación temprana del niño. De
este modo, vemos que la identificación es también un estadío preliminar de la formación del
síntoma histérico, y es esta identificación la que capacita al histérico para efectuar el típico
desplazamiento de abajo hacia arriba. Si ahora suponemos que la situación de gratificación por
fellatio, que quedó fijada en Leonardo, fue alcanzada por la misma vía (identificación-formación
simbólica-fijación) que lleva a la conversión histérica, me parece que el punto de divergencia
aparece en la fijación. En Leonardo la situación placentera no quedó fijada como tal: la
transfirió a las tendencias del yo. Debe haber tenido que hacer muy temprano en su vida una
identificación muy profunda con los objetos que lo rodeaban. Posiblemente, esa capacidad
fuera debida a un desarrollo desusadamente temprano e intenso de la libido narcisística en
libido objetal. Otro factor contribuyente parece ser la capacidad para mantener la libido en
estado de suspensión. Por otra parte, podemos suponer que hay aún otro factor de importancia
para la capacidad de sublimación: uno que bien podría formar una parte considerable del
talento conque un individuo está constitucionalmente dotado. Me refiero a la facilidad para que
una actividad o tendencia del yo adquiera una catexia libidinal y la medida en que de este modo
sea receptiva; en el plano físico, vemos una analogía en la rapidez con que es inervada una
zona especial del cuerpo y la importancia de este factor en el desarrollo de los síntomas
histéricos. Estos factores, que podrían constituir lo que entendemos por "disposición" formarían
una serie complementaria, como aquellas con que estamos familiarizados en la etiología de las
neurosis. En el caso de Leonardo, no sólo se estableció una identificación entre el pezón, el
pene y la cola del pájaro, sino que esta identificación se fusionó con el interés por el
movimiento de dicho objeto, el pájaro, y su vuelo y el espacio en el cual volaba. Las situaciones
placenteras o fantaseadas, permanecerían sin embargo inconscientes, y fijadas, pero se les dio
intervención en una tendencia del yo y así pudieron descargarse. Cuando reciben esta clase de
representación, las fijaciones quedan despojadas de su carácter sexual; marchan de acuerdo
con el yo y si la sublimación tiene éxito -es decir, si se fusionan con una tendencia del yo- no
son reprimidas. Cuando esto sucede, proporcionan a la tendencia del yo el motivo de afecto
que actúa como estímulo y como fuerza impulsora del talento y, como la tendencia del yo les
proporciona campo libre para actuar en consonancia con el yo, permiten a la fantasía
desplegarse sin restricciones y en esta forma ellas mismas son descargadas.

Por otra parte, en la fijación histérica, la fantasía se aferra tan tenazmente a la situación
placentera que antes de que sea posible la sublimación, sucumbe a la represión y a la fijación;
y así, suponiendo que actúen los otros factores etiológicos, está forzada a encontrar
representación y descarga en los síntomas histéricos. La forma en que se desarrolló el interés
científico de Leonardo por el vuelo de los pájaros, muestra que también en la sublimación
continúa funcionando la fijación a la fantasía con todos sus determinantes.
Freud ha resumido ampliamente las características esenciales de los síntomas histéricos (23).
Si aplicamos su descripción a la sublimación de Leonardo considerada en conexión con la
fantasía del buitre, veremos la analogía entre síntomas y sublimación. Creo, también, que esta
sublimación corresponde a la fórmula de Freud de que un síntoma histérico expresa a menudo
una fantasía sexual inconsciente masculina por un lado y femenina por otro. En Leonardo, la
parte femenina se expresa en la fantasía pasiva de fellatio; la fantasía masculina me parece
reconocible en un pasaje de las anotaciones de Leonardo que Freud cita como una especie de
profecía: "El gran pájaro realizará su primer vuelo desde el lomo de su gran cisne, llenará al
mundo de asombro y la literatura contará su fama y será una gloria eterna para el nido en que
nació". ¿No significa esto ganar el reconocimiento de la madre por sus realizaciones genitales?
Creo que esta fantasía, que expresa también un temprano deseo infantil, quedó representada,
junto con la fantasía del buitre, en su estudio científico del vuelo de los pájaros y la aeronáutica.
De este modo, la actividad genital de Leonardo, que desempeñó tan poco papel en lo que se
refiere a gratificación instintiva real, se fusionó totalmente en sus sublimaciones.

Según Freud, el ataque histérico es simplemente una representación pantomímica de las


fantasías, trasladada en términos de movimiento y proyectada en la motilidad. Lo mismo puede
decirse de las fantasías y fijaciones que, como en el caso del artista, están representadas por
inervaciones físicas motrices, ya sea en relación con el cuerpo mismo del sujeto o con algún
otro medio. Esta opinión está de acuerdo con lo que Ferenczi y Freud han escrito sobre las
analogías y relaciones entre arte e histeria por una parte, y el ataque histérico y el coito, por
otra.

Ahora bien, así como el ataque histérico usa para su material una peculiar condensación de
fantasías, así también el desarrollo de un interés por el arte o de un talento creador
dependerían en parte de la riqueza e intensidad de las fijaciones y fantasías representadas en
la sublimación. Sería importante no sólo en qué cantidad están presentes los factores
constitucionales y accidentales involucrados y cuán armoniosamente cooperan, sino también
cuál es el grado de actividad genital que podrá ser desviada para la sublimación. En forma
similar, la primacía de la zona genital en la histeria ha sido alcanzada siempre.

El genio difiere del talento no sólo cuantitativamente, sino también en su cualidad esencial. Sin
embargo, podemos suponer que tiene las mismas condiciones genéticas que el talento. El
genio parece posible cuando todos los factores involucrados están presentes con tal
abundancia como para hacer surgir agrupaciones únicas, configuraciones de unidades que
mantienen cierta similitud esencial unas con otras: me refiero a las fijaciones libidinales.

Al examinar el problema de la sublimación, sugerí que un factor determinante de su éxito era


que las fijaciones destinadas a la sublimación no hayan sufrido una represión demasiado
temprana, porque esto impide la posibilidad de desarrollo. De acuerdo con esto tenemos que
postular una serie complementaria entre la formación de síntomas por una parte, y la
sublimación eficaz por otra. Estas series incluirían también posibilidades de sublimaciones
menos eficaces. En mi opinión, encontramos que la fijación que conduce a un síntoma estaba
ya en vías de sublimación, pero fue apartada de ella por la represión. Cuanto mas pronto
ocurre esto, mayor será el grado en que la fijación retendrá el verdadero carácter sexual de la
situación placentera y tanto mas sexualizará la tendencia en la que ha colocado su catexia
libidinal, en vez de fusionarse con esa tendencia. También será mas inestable esa tendencia o
interés porque estará continuamente expuesta a la arremetida de la represión.

Me gustaría agregar algunas palabras acerca de la distinción entre sublimación sin éxito e
inhibición, y sobre las relaciones entre ambas. He mencionado algunas inhibiciones que llamé
normales y que nacieron cuando la represión tuvo éxito; cuando el análisis las resolvió se
encontró que se basaban en parte en sublimaciones muy intensas. Es verdad que éstas se
habían formado, pero habían sido inhibidas luego enteramente o en cierta medida. No tenían el
carácter de sublimaciones fracasadas, las que oscilan entre formación de síntomas, rasgos
neuróticos y sublimación. Sólo en el análisis fueron reconocidas como inhibiciones; se
manifiestan en forma negativa, como una falta de inclinación o capacidad o a veces sólo como
una disminución de éstas. Las inhibiciones están formadas (como he tratado de demostrar en
este capítulo) por la transferencia de libido superflua, que encuentra descarga como angustia, a
la sublimación. De este modo, la sublimación es disminuida o destruida por represión en la
forma de inhibición, pero se evita la formación de síntomas porque la angustia es así
descargada en forma análoga a aquella que conocemos en la formación de síntomas
histéricos. De acuerdo con esto, podemos suponer que el hombre normal alcanza su estado de
salud por medio de inhibiciones, ayudadas por represiones eficaces. Si la cantidad de angustia
que inviste a las inhibiciones excede a la de las sublimaciones, el resultado es la inhibición
neurótica, porque la lucha entre la libido y la represión no se resuelve en el campo de las
tendencias del yo y, por lo tanto, se ponen en marcha los mismos procesos empleados en las
neurosis para ligar la angustia. Mientras que en la sublimación fracasada las fantasías se topan
con la represión en su camino hacia la sublimación y en esta forma quedan fijadas, debemos
suponer que para que una sublimación sea inhibida tiene que haber existido realmente como
sublimación. Nuevamente aquí podemos postular las series complementarias inferidas ya entre
síntoma por un lado y sublimación eficiente por el otro. Podemos suponer, sin embargo, que
por otra parte, en la proporción en que tengan éxito las sublimaciones y por lo tanto pueda una
parte pequeña de la libido estancada dentro del yo, lista para ser descargada como angustia,
menor será la necesidad de inhibición. Podemos asegurar también que cuanto mas exitosa sea
la sublimación, menos estará expuesta a la represión. Aquí podemos postular nuevamente una
serie complementaria.

Conocemos la importancia de las fantasías de masturbación en los síntomas y ataques


histéricos. Daré una ilustración del efecto de las fantasías de masturbación sobre la
sublimación. Felix, de trece años, produjo durante el análisis la siguiente fantasía. Estaba
jugando con hermosas niñas desnudas cuyos pechos frotaba y acariciaba. No veía la parte
inferior de sus cuerpos. Jugaban al fútbol entre ellos. Esta fantasía sexual, que para Félix era
un sustituto del onanismo, fue seguida durante el análisis por muchas otras fantasías; algunas
aparecían en forma de ensueños diurnos; otras, durante la noche, como sustitutos del
onanismo, y todas referidas a juegos. Estas fantasías nos demuestran cómo algunas de sus
fijaciones fueron elaboradas en un interés por los juegos. En la primera fantasía sexual que era
sólo fragmentaria, el coito fue reemplazado por el fútbol (24). Este juego, junto con otros, había
absorbido enteramente su interés y ambición, porque esta sublimación estaba reforzada
reactivamente, como protección contra otros intereses reprimidos e inhibidos que estaban
menos en consonancia con su yo.

Este refuerzo reactivo, por otra parte obsesivo, puede muy bien ser en general un factor
determinante de la destrucción de sublimaciones que ocurre a veces durante el análisis,
aunque por regla general en nuestra experiencia el análisis sólo estimula sublimaciones. El
síntoma es abandonado, por ser una costosa formación sustitutiva, cuando se resuelven las
fijaciones y se abren otros canales para la descarga de la libido. Pero al traer a la consciencia
estas fijaciones que forman la base de la sublimación tiene por regla general un resultado
diferente: generalmente la sublimación se refuerza porque se la retiene como el canal
sustitutivo mas expeditivo y probablemente mas temprano de descarga de libido que debe
quedar insatisfecha..

sabemos que la fijación a escenas o fantasías "primarias" es poderosa en la génesis de la


neurosis. Voy a dar un ejemplo de la importancia de las fantasías primarias en el desarrollo de
las sublimaciones. Fritz, que tenía casi siete años, contaba varias fantasías acerca del "general
Pipi" (el órgano genital) que conducía los soldados "gotas de pipí", a través de las calles; Fritz
dio una descripción exacta de la situación y lugar de estas calles y las comparó con la forma de
las letras del alfabeto. El general conducía a los soldados a un pueblo, donde eran
acuartelados. El contenido de estas fantasías era el coito con la madre, el movimiento que
acompaña al pene y el camino que toma. Del contexto surgió que eran al mismo tiempo
fantasías de masturbación. Encontramos que intervenían en sus sublimaciones, junto con otros
elementos, en cuyo desarrollo no voy a extenderme ahora. Cuando corría con su "monopatín"
atribuía especial importancia a dar vueltas y curvas (25), tales como había descrito en varias
fantasías sobre su "pipi". Una vez, por ejemplo, dijo que había inventado una patente para el
"pipi". La patente consistía en poder hacer aparecer el "pipi" con un salto a través de la
abertura de sus pantalones, sin tocarlo con las manos, enroscando y torciendo todo el cuerpo.

Tenía repetidamente fantasías de inventar tipos especiales de motocicletas y autos. Lo


importante de esas construcciones de su fantasía (26) era invariablemente conseguir una
destreza especial en la dirección y en las curvas. "Las mujeres -decía- tal vez puedan conducir,
pero no pueden girar rápidamente". Una de sus fantasías era que los niños, tanto niñas como
varones, tuvieran en seguida de nacer su pequeña motocicleta. Cada niño podría llevar a tres o
cuatro mas en su motocicleta, y dejarlos en el camino donde ellos quisieran. Los niños malos
se caerían de la motocicleta al tomar una curva muy cerrada y los demás descenderían al
llegar a término (nacerían). Hablando e la letra S, con la cual tenía varias fantasías, decía que
los hijos de dicha letra, las pequeñas s, pueden hacer arrancar y conducir motos estando
todavía en pañales, que todos ellos tenían motocicletas, con las que podían ir en un cuarto de
hora mucho mas lejos que lo que las personas mayores podían en una hora; y que los niños
eran superiores a los mayores en correr y saltar y en todo lo que se refiera a destreza del
cuerpo. Tenía también muchas fantasías acerca de las diferentes clases de vehículos que le
hubiera agradado poseer y con los que habría ido a la escuela tan pronto como los tuviera,
llevando a su madre y a su hermana con él. Una vez demostró angustia ante la idea de verter
petróleo en el tanque de un motor, por el peligro de explosión; resultó que en la fantasía de
llenar una motocicleta grande o pequeña con petróleo, este último representaba el "Pipí-agua"
o semen, al que suponía necesario para el coito, mientras que la destreza especial para
manejar la motocicleta y realizar constantes curvas y vueltas representaba destreza en el coito.

Fue sólo durante los primeros años de su vida que dio señales de esta fijación tan grande en
los caminos y en cuestiones conectadas con ellos. Cuando tenía alrededor de cinco años,
sentía un marcado desagrado por salir a caminar. También su incapacidad para entender las
distancias en tiempo y espacio a esa edad era muy notable. Así, después de haber viajado
durante algunas horas, pensaba que estaba todavía en su ciudad natal. Asociada con este
disgusto por salir a caminar estaba su completa falta de interés por conocer el lugar adonde
había ido y su total falta de sentido de orientación.

El intenso interés por los vehículos adquirió la forma de estarse horas mirando pasar los carros
desde la ventana o del vestíbulo de la casa y también de pasión por conducir. Su principal
ocupación era jugar a ser cochero o chófer, juntando las sillas para formar el vehículo. A este
juego, que realmente consistía en sentarse y quedarse quieto, se dedicaba en tal forma que
parecía compulsivo, especialmente porque tenía una total aversión por cualquier otro tipo de
juego. Fue en ese momento cuando empecé su análisis y después de algunos meses se notó
un gran cambio, no sólo respecto a esto sino en general.

Hasta entonces no había manifestado angustia, pero durante el análisis apareció una intensa
angustia que fue resuelta analíticamente. En la última parte de su análisis manifestó fobia a los
chicos callejeros. Estaba conectada con el hecho de haber sido molestado repetidas veces por
ellos en la calle. Manifestó temerlos y finalmente no se lo pudo persuadir de salir solo a la calle.
No pude conocer esta fobia analíticamente porque por razones externas el análisis no pudo
continuar, pero supe que poco tiempo después de interrumpido, la fobia desapareció
completamente y fue reemplazada por un placer especial por vagabundear (27).

Al mismo tiempo desarrolló un mayor sentido de orientación en el espacio. Al comienzo, su


interés se dirigía especialmente a las estaciones, las puertas de los coches de los trenes y
después las entradas y salidas de los lugares, en cuanto llegaba a ellos. Empezó a interesarse
por las vías de los trenes eléctricos y las calles por donde pasaban. El análisis desvaneció su
disgusto por el fuego, que resultó tener varios factores determinantes. Su interés por los
vehículos, que se desarrolló temprano y que tenía carácter obsesivo, se manifestó en
diferentes juegos, que, en contraste con el anterior juego monótono del chófer, practicaba con
gran riqueza de fantasías. Desarrolló también un apasionado interés por los ascensores y por
subir y bajar en ellos. En esa época estaba enfermo y debía quedar en cama; entonces inventó
los siguientes juegos. Se metió debajo de las sábanas y dijo: "El agujero es cada vez mas
grande, pronto podré salir". Diciendo esto se deslizaba suavemente por debajo de las sábanas
hasta la otra punta de la cama, como si la abertura fuera demasiado grande para él para trepar
y saltar afuera. Después jugaba a que iba a hacer un viaje debajo de las sábanas; a veces salía
por un costado y otras por el otro, y decía cuando se ponía sobre ellas que ahora estaba "sobre
la tierra", lo que significaba que era lo opuesto a un tren subterráneo. Lo había impresionado
extraordinariamente ver salir el subterráneo de debajo de la tierra en una estación terminal y
continuar por encima. Durante este juego con las sábanas tenía mucho cuidado de que no
fuera a deslizarse hacia un lado u otro durante su trayecto, de manera de ser visible sólo
cuando salía por un extremo o el otro, lo que llamaba la "estación terminal". Otra vez hizo un
juego diferente con las sábanas, que consistía en deslizarse y salir de ellas en diferentes
puntos. Cuando jugaba así le dijo una vez a su madre: "Voy adentro de tu vientre". En esa
época produjo la siguiente fantasía: iba en el subterráneo. Había mucha gente allí, el conductor
subía y bajaba rápidamente algunos escalones y entregaba los billetes al público. El iba en el
subterráneo, bajo la tierra, hasta que las vías se encontraban. Después había un hoyo y
césped. En otro de esos juegos en la cama hacía repetidamente que un juguete con motor y
chófer anduviera sobre el cobertor y sábanas que había arrollado para formar un promontorio.
Luego decía: "El chófer siempre quiere ir por encima de la montaña pero eso es un mal camino
para andar"; luego, mandando al chófer por debajo de las sábanas, decía: "Éste es un buen
camino". Tenía siempre un interés especial por una parte del tren eléctrico en la que había una
sola vía y donde se formaba una vuelta cerrada. Decía que tenía que estar esa vuelta por si el
otro tren venía en dirección contraria y chocaban. Le explicaba a su madre el peligro: "Mira, si
dos personas llegan en dirección contraria (al decir esto corría hacia ella) chocan y así hacen
dos caballos, si corren así". Una fantasía frecuente en él era imaginarse cómo era su madre en
su interior: se imaginaba toda clase de aparatos, especialmente en el estómago. Esto era
seguido por la fantasía de un columpio o calesita donde había una cantidad de gente pequeña
que trataba de meterse allí unos después de otros y salir por el otro lado. Había alguien que
presionaba algo y los ayudaba a hacer esto.

Su nuevo placer por vagar y todos sus otros intereses duraron algún tiempo, pero después de
algunos meses fueron vencidos por su antiguo disgusto por salir a caminar. Esto duró así hasta
que empecé a analizarlo nuevamente. Tenía entonces cerca de siete años (28).

durante esta parte de su análisis, que fue ahora muy a lo profundo, este rechazo se acrecentó y
se reveló claramente como inhibición, hasta que la ansiedad latente se hizo después manifiesta
y pudo ser resuelta. Era especialmente el camino a la escuela el que provocaba esta gran
ansiedad. Encontramos que una de las razones por las que no le gustaban las calles que lo
conducían a la escuela era que tenían árboles. A las calles que tenían terrenos sin edificar a
ambos lados, por otra parte, las encontraba muy hermosas porque se podía hacer senderos y
se los podía convertir en jardines, si se plantaban flores y se las regaba (29). Su antipatía por
los árboles, que por algún tiempo tomó la forma de temor a los bosques, demostró estar
determinada en parte por fantasías sobre un árbol derribado, que podía caer sobre él. El árbol
representaba para él el enorme pene del padre, que deseaba cortar y que por eso temía. Que
temía el camino a la escuela lo vimos en varias fantasías. Una vez me habló acerca de un
puente (que existía únicamente en su imaginación) que estaba en el camino a la escuela (30).
Si el puente hubiera tenido un agujero, él podría haber caído por ahí. Otra vez fue un pedazo
de cordel grueso que vio tirado en el campo lo que le causó angustia, porque le hizo pensar en
una víbora. En esa época también acostumbraba ir saltando sobre un pie una parte del camino,
diciendo que le habían cortado un pie. En relación con un dibujo que había visto en un libro,
tuvo fantasías sobre una bruja que encontraría en su camino a la escuela y que vaciaría un
jarro de tinta sobre él y su cartera. En este caso, el jarro representaba el pene de la madre (31).
Entonces añadió espontáneamente que lo temía, pero que al mismo tiempo era lindo. Otra vez
fantaseó que se encontraba con una bruja hermosa y miraba fijamente la corona que ella
llevaba sobre su cabeza. Como la miraba tan fijamente (kuckte) él era un cuco (Kuckuck) y ella
hizo desaparecer su cartera y lo transformó de cuco en paloma (un animal femenino, según
pensaba).

Voy a dar un ejemplo de fantasías que aparecieron mas tarde en su análisis, donde es evidente
el significado placentero original del camino. Una vez me dijo que tendría placer en ir a la
escuela tan sólo si no fuera por el camino. Entonces fantaseó que para evitar el camino
tendería una escalera desde la ventana de su cuarto hasta la de la maestra, así él y su madre
podrían ir juntos, trepando de un peldaño a otro. Después me habló de una cuerda, también
tendida de ventana a ventana, por la cual él y su hermana podrían llegar a la escuela. Había
una señorita que los ayudaba tirando de la cuerda, y los chicos que ya estaban en la escuela
ayudaban también. El mismo hacía volver la cuerda, "ponía en movimiento la cuerda", según
decía (32).

Durante su análisis, se volvió mucho mas activo y entonces me contó la siguiente historia que
él denominó "robo en el camino". Había un caballero muy rico y feliz, y aunque era muy joven,
quería casarse. Iba a la calle, veía allí a una hermosa dama y le preguntaba cómo se llamaba.
Ella contestaba: "Eso no le importa a usted". Entonces le preguntaba dónde vivía. Ella
contestaba nuevamente que eso no le importaba. Hacían cada vez mas ruido al hablar.
Entonces llegó un agente, que los había estado observando, y llevó al joven en un gran
carruaje, el tipo de carruaje que un caballero así debería tener. Fue llevado a una casa con
barrotes de hierro en la ventana: una prisión. Fue acusado de robo en el camino. "Así es como
lo llaman" (33).

El placer original por los caminos corresponde a su deseo de coito con la madre, y por esto no
pudo llegar a actuar completamente hasta que fue resuelta la angustia de castración.
Igualmente vemos que en estrecha conexión con esto, su interés por explorar caminos y calles
(que formaba la base de su sentido de orientación) se desarrolló con la liberación de la
curiosidad sexual que había sido asimismo reprimida a causa del miedo a la castración. Daré
algunos ejemplos. Me dijo una vez que cuando estaba orinando tenía que poner los frenos (lo
que hacía apretando su pene) porque si no toda la casa podía derrumbarse (34). En relación
con esto existían muchas fantasías que demostraban que estaba bajo la influencia de la
imagen mental del interior del cuerpo de su madre, y por identificación con ella, del suyo propio.
Lo representaba como un pueblo, a veces como un país y después como el mundo, atravesado
por líneas de ferrocarril; se imaginaba ese pueblo provisto de todo lo necesario para los
habitantes y los animales que vivían allí y equipado con toda clase de artículos modernos.

Tenía telégrafos y teléfonos, diferentes clases de vías, ascensores y calesitas, anuncios, etc.
Las vías estaban construidas en diferentes direcciones, a veces eran vías circulares con una
cantidad de estaciones, y otras eran como las vías de su pueblo, con dos estaciones
terminales. Había dos clases de trenes en los rieles: uno era el "tren-Pipi", manejado por una
"gota de pipí", mientras que el otro era un "tren-Caca", manejado por una "caca" (35). A
menudo el tren "Caca" estaba representado por un tren común de pasajeros, mientras que el
tren "Pipí" era un tren expreso o eléctrico. Las dos estaciones terminales eran la boca y el
"Pipi". En este caso había cierto lugar donde el tren tenía que cruzar otra vía que corría
inclinada por una pendiente y luego bajaba. Entonces se producía un gran estrépito, porque el
tren que corría por esta vía y conducía a los niños -los niños "Cacas"- chocaba con otro. Los
niños lastimados eran llevados al puesto de señales (36). Este resultó ser el agujero "Caca"
que después fue introducido a menudo en fantasías como la plataforma de llegada o de salida.
También había una colisión y estrépito cuando un tren venía en otra dirección, esto es, cuando
entraba por la boca. Esto representaba la fecundación a través de la comida, y su rechazo de
cierta clase de alimentos estaba determinado por estas fantasías. Tenía otras, en las que
hablaba de que las dos vías del tren tenían la misma plataforma de salida. Los trenes entonces
corrían por las mismas vías, se separaban mas abajo y así conducían hacia el agujero "Pipí" y
"Caca". Se ve cuán fuerte era en él la influencia de la idea de la fecundación a través de la
boca, en la fantasía que lo obligaba a detenerse siete veces cuando estaba orinando. La idea
de las siete detenciones era originada por el número de gotas de un medicamento que estaba
tomando en esa época y por el cual sentía una gran repugnancia, porque, como lo demostró el
análisis, lo equiparaba con orina.

Hay todavía otro detalle que quiero mencionar en la extraordinaria riqueza de imaginación que
se reveló en estas fantasías de un pueblo, vías (37), estaciones y caminos. Otra fantasía
frecuente era la de una estación, a la que daba diferentes nombres, y que yo llamaré A. Había
otras dos estaciones, B y C, pegadas a la primera. A veces describía estas dos como una sola
estación grande. A era muy importante porque de ella eran enviadas toda clase de
mercaderías, y a veces también pasajeros, por ejemplo, oficiales del ferrocarril, que
representaba con su dedo. A era la boca desde donde la comida seguía su camino. Los
oficiales del ferrocarril eran el "Pipi" y esto llevaba a sus ideas de fecundación por la boca. B y
C eran usadas para descargar las mercaderías. En B había un jardín sin árboles pero con
muchos senderos que comunicaban unos con otros, y en los que había cuatro entradas, que no
eran puertas sino simples agujeros. Estos aparecían como las aberturas de los oídos y la nariz.
C era el cráneo y B y C juntos, toda la cabeza. Decía que la cabeza estaba sólo pegada a la
boca, idea determinada en parte por su complejo de castración. El estómago también era a
menudo una estación, pero este arreglo variaba frecuentemente. En todo esto, ascensores y
calesitas jugaban un gran papel y eran usados únicamente para trasladar "Caca" y niños.
A medida que éstas y otras fantasías fueron interpretadas, su sentido y facultad de orientación
se intensificaron, como se vio claramente en sus juegos e intereses.

Así encontramos que su sentido de orientación, anteriormente muy inhibido, pero que se
desarrolló ahora en forma notable, estaba determinado por su deseo de penetrar en el cuerpo
de la madre e investigar su contenido, con los pasadizos para entrar y salir de él y los procesos
de fecundación y nacimiento (38).

Encontré que esta determinación libidinal del sentido de orientación era típica y que el
desarrollo favorable (o por el contrario, la inhibición del sentido de orientación a causa de la
represión) dependían de ella. Inhibiciones parciales de esta facultad, por ejemplo, el interés por
la geografía y la orientación, con mayor o menor falta de capacidad, demostraban depender de
factores que considero como esenciales en la formación de las inhibiciones en general. Me
refiero al período de la vida y al grado en que la represión empieza a actuar sobre fijaciones
que están destinadas a la sublimación o que están ya sublimadas. Por ejemplo, si no se
reprime el interés por la orientación, se conservan el placer e interés en ella y el grado de
desarrollo de la facultad es entonces proporcional al grado de éxito que alcanza la búsqueda de
conocimiento sexual.

Quiero llamar la atención sobre la gran importancia de esta inhibición, que no sólo en Fritz
irradiaba sobre los mas diversos intereses y estudios. Además del interés por la geografía,
descubrí que era uno de los factores determinantes en la capacidad para el dibujo (39), y el
interés en las ciencias naturales y todo lo que se refiere a la exploración del globo terrestre.

Encontré también en Fritz una estrecha conexión entre su falta de orientación en el espacio y
en el tiempo. Correspondiendo con su interés reprimidos por el lugar de su existencia
intrauterina, estaba su falta de interés por detalles sobre el tiempo que había estado allí. Así,
ambas preguntas: "¿Dónde estaba yo antes de nacer?" y "¿Cuándo estaba allí?" estaban
reprimidas.

La ecuación inconsciente entre sueño, muerte y existencia intrauterina era evidente en muchos
de sus dichos y fantasías, y conectada con esto estaba su curiosidad por la duración de estos
estados y su sucesión en el tiempo. Parecería que el cambio de la existencia intrauterina a la
extrauterina, como prototipo de toda periodicidad, es una de las raíces del concepto de tiempo
y de la orientación en el tiempo (40).

Hay algo mas que quiero mencionar, que me demostró que la inhibición del sentido de
orientación es de gran importancia. Encontré en Fritz que su resistencia a instruirse, que resultó
estar tan estrechamente conectada con su inhibición del sentido de orientación, nacía de su
retención de la teoría sexual infantil del "niño anal". El análisis demostró, sin embargo, que
tenía esa teoría anal como consecuencia de la represión debida al complejo de Edipo, y que su
resistencia a instruirse no estaba causada por una incapacidad para comprender el proceso
genital debido a que no había alcanzado aún el nivel de organización genital. En realidad
sucedía lo contrario: era esta resistencia la que impedía su progreso hacia ese nivel y
fortificaba su fijación al nivel anal.

En relación con esto voy a referirme nuevamente al significado de su resistencia a ser instruido.
El análisis de niños me ha confirmado cada vez mas mi punto de vista sobre esto. Me he visto
obligada a considerar esto como un síntoma importante, una señal de inhibiciones que
determinan el entero desarrollo subsiguiente.

En Fritz encontré que su actitud frente al estudio estaba determinada también por la misma
catexia sexual simbólica. El análisis demostró que su marcado disgusto por el estudio era una
inhibición muy compleja ante diferentes temas escolares, determinada por la represión de
distintos componentes instintivos. Como en la inhibición para caminar, los juegos y el sentido
de orientación, el determinante principal era la represión -basada en angustia de castración- de
la catexia simbólico-sexual, común a todos estos intereses, principalmente la idea de penetrar
en la madre en el coito. Durante su análisis, esta catexia libidinal y con ella la inhibición, avanzó
claramente de los primeros movimientos y juegos de movimiento al camino a la escuela misma,
la maestra y las actividades de la escuela.

Porque en sus fantasías, las líneas de su libro de ejercicios eran caminos, el libro era el mundo
y las letras cabalgaban sobre motocicletas, esto es, sobre la lapicera. Otras veces, la lapicera
era un bote y el cuaderno era un lago. Encontramos que muchos errores de Fritz (que por un
tiempo no pudieron ser superados, hasta que fueron resueltos en el análisis, en que
desaparecieron sin dificultad) estaban determinados por sus muchas fantasías acerca de las
diferentes letras que eran amigas unas con otras o se peleaban y tenían toda clase de
experiencias. En general, consideraba a las minúsculas como hijas de las mayúsculas. Veía a
la S mayúscula como emperador de las largas eses germanas; tenía dos ganchos en las
puntas para distinguirlo de la emperatriz, la s final, que tenía solamente un gancho.

Descubrimos que para él la palabra hablada era idéntica a la escrita. La palabra significaba
"pene" o "niño", mientras que el movimiento de la lengua y la lapicera significaba "coito".

Mencionaré sólo brevemente que el análisis de niños me demostró la importancia general de la


catexia libidinal para el desarrollo del habla infantil y de sus particularidades, y en realidad para
el desarrollo del habla como un todo. En el lenguaje (41), las fijaciones orales canibalísticas y
anal sádicas son sublimadas, con mas o menos éxito, según el grado en que las fijaciones de
los primeros niveles de organización quedan abarcadas por la primacía de las fijaciones
genitales. Creo que este proceso, que permite la descarga de fijaciones perversas se puede
demostrar en todas las sublimaciones. Por acción e los complejos surgen diversas
intensificaciones y desplazamientos, que son de naturaleza regresiva y reactiva. Esto
proporciona un número ilimitado de posibilidades para el individuo, como se ve, para seguir con
el ejemplo del lenguaje, tanto en sus propias peculiaridades del habla como ene l desarrollo de
los idiomas en general.

Encontré en Fritz que el hablar, que indudablemente es una de las primeras sublimaciones,
estaba inhibido desde el principio. Durante el análisis, esta niño, que había empezado a hablar
inusitadamente tarde y parecía tener disposición a quedarse callado, se volvió un niño
notablemente conversador. Nunca se cansaba de contar cuentos inventados por él y en ellos
había un desarrollo de fantasías que no había demostrado poseer antes del análisis. Pero era
evidente también que le deleitaba el hecho de hablar y que tenía una relación especial con las
palabras mismas. Junto con esto apareció un gran interés por la gramática. Como ilustración,
voy a anotar brevemente lo que él decía que la gramática significaba para él. Me dijo: "la raíz
de la palabra misma no varía, solamente su terminación". Quería regalar a su hermana para su
cumpleaños un anotador donde escribiría todo lo que hacía una cosa. ¿Qué puede hacer una
cosa? "Una cosa salta, una cosa corre, una cosa vuela", etc. Lo que deseaba escribir en el libro
era la representación de lo que el pene puede hacer y también hacerlo en la madre.

El significado del lenguaje como actividad genital, como lo expone también Abraham en un
caso de seudología, se confirmó en mis trabajos en mayor o menor grado en todos los casos.
En mi opinión, tanto esto como la determinación anal son típicos. Esto fue peculiarmente
evidente para mí en un caso de una niña tartamuda, que tenía fuertes fijaciones homosexuales.
Esta niña, Grete, que tenía nueva años, consideraba el hablar y el cantar como una actividad
masculina, y el movimiento de la lengua como el del pene. Encontraba un deleite especial
cuando, acostada en el diván, recitaba ciertas oraciones francesas. Decía que era "tan divertido
cuando su voz subía y bajaba como alguien en una escalera". La asociación era que la
escalera estaba metida en un caracol. Pero, ¿habría sitio para la escalera dentro de un
caracol? (Caracol, también, era el nombre que daba a sus genitales). El punto y la coma, así
como la pausa correspondiente a ellos en el lenguaje, significaban que uno tenía que ir de
"arriba abajo" una vez y empezaba de nuevo. Una sola palabra representaba al pene y una
oración, la penetración del pene en el coito y también el coito entero.

En muchos casos apareció claramente que teatros y conciertos, de hecho cualquier ocasión en
que hay algo que ver u oír, siempre pasaban por ser el coito de los padres -oír y mirar,
representan a la observación en la realidad o en la fantasía- así como los telones que caen
representan objetos que estorbaban las observaciones, tal como la ropa de cama, los costados
de la cama, etc. Voy a citar un ejemplo: la pequeña Grete me habló de una representación en
el teatro. Al principio se había sentido infeliz porque no tenía un buen asiento y tenía que estar
a cierta distancia del escenario. Pero notó que veía mejor que la gente que estaba sentada
cerca del escenario, que no podía ver todo. Las asociaciones condujeron luego a la posición de
las camas de los niños, que estaban colocadas de tal modo en el dormitorio de sus padres que
su hermano menor dormía cerca de la cama de ellos, pero los costados de la cama hacían que
fuera difícil para él poder verlos. En cambio, su cama estaba mas apartada y podía ver la de
ellos perfectamente.

En Félix, que contaba trece años y hasta entonces no había demostrado ningún talento
musical, se desarrolló gradualmente durante el análisis un marcado amor por la música. Esto
ocurrió cuando el análisis estaba haciendo consciente su fijación a las tempranas
observaciones infantiles del coito. Encontramos que los sonidos, algunos de los cuales había
oído provenir de la cama de sus padres y otros que había fantaseado, formaron la base de un
intenso (y muy tempranamente inhibido) interés por la música, interés que fue liberado
nuevamente durante el análisis. Este determinante del interés por la música y del talento
musical lo encontré presente (junto con el determinante anal) en otros casos también, y creo
que es típico.

En la señora H., encontré que una notable apreciación artística de los colores, formas y
cuadros estaba determinada en forma similar, con esta diferencia: que en ella las
observaciones y fantasías infantiles tempranas se referían a aquello que podía ser visto. Por
ejemplo, en este caso, cierto matiz azulado en los cuadros representaba directamente el
elemento masculino; era una fijación de la analizada al color del pene en erección. Estas
fijaciones resultaban de la observación del coito, que la llevaron a comparaciones con el color y
la forma del pene no erecto, y luego a observaciones de ciertos cambios de color y forma en
diferentes luces, el contraste con el vello del pubis, y así sucesivamente. Aquí, la base anal del
interés por el color estaba siempre presente. Se puede establecer repetidamente el hecho de
esta catectización libidinal de los cuadros, como representantes del pene o del hijo (lo mismo
se aplica a las obras de arte en general) y además de pintores, virtuosos y artistas creadores,
como representantes del padre.

Voy a dar un ejemplo mas del significado de los cuadros como hijo y pene, sentido que he
encontrado repetidas veces en el análisis. Fritz, de cinco años y medio, dijo que quería ver a su
madre desnuda, añadiendo: "Me gustaría ver tu barriga y el retrato de adentro". Cuando ella le
preguntó "¿Quieres decir, donde estuviste tú una vez?", contestó "Si, me gustaría mirar dentro
de tu barriga y ver si no hay otro chico adentro". En esa época, bajo la influencia del análisis, su
curiosidad sexual se manifestó mas libremente y su teoría del "niño anal" apareció en primer
plano.

Resumiendo lo que ya dije, he encontrado que las fijaciones artísticas e intelectuales, tanto
como las que subsiguientemente conducen a la neurosis, tienen como algunos de sus mas
poderosos factores determinantes, la escena primaria o fantasías sobre ella. Un punto
importante es cuál de los sentidos es mas fuertemente excitado; si el interés se aplica mas a lo
que se ve o a lo que se oye. Esto, probablemente, también determinará y por otra parte
dependerá de que las ideas se presenten para el sujeto visualmente o auditivamente. No hay
duda de que los factores constitucionales juegan aquí un gran papel.

En Fritz, era el movimiento del pene a lo que él estaba fijado; en Félix, eran los sonidos que
había oído; en otros, los efectos de los colores. Por supuesto, para que se desarrolle el talento
o la inclinación intervendrán esos factores especiales que ya he discutido en detalle. En la
fijación a la escena primaria (o fantasías), el grado de actividad, que es tan importante para la
sublimación misma, indudablemente determina también si el sujeto desarrolla talento para la
creación o para la reproducción. Pues el grado de actividad influye seguramente el modo de
identificación. Quiero decir, es cuestión de si se volcará en la admiración, estudio e imitación de
las obras maestras de los demás o si hará un esfuerzo para sobrepasarlos con sus propias
obras. Encontré en Félix que el primer interés por la música que se manifestó en el análisis,
consistía únicamente en críticas a los compositores y directores de orquesta. A medida que fue
liberando su actividad, empezó a tratar de imitar lo que oía. Pero en un estado aun mayor de
actividad aparecieron fantasías en las que el joven compositor era comparado con los viejos.
Aunque aparentemente no era cuestión de talento creador en este caso, mi observación de la
forma en la cual su actividad, cuando se tornó mas libre, influenciaba su actitud en todas sus
sublimaciones, me proporcionó cierta comprensión de la importancia de la actividad en el
desarrollo del talento. Su análisis me demostró lo que otros análisis me confirmaron: que la
crítica siempre tiene su origen en la observación y crítica de la actividad genital paterna. En
Félix era claro que era espectador y crítico a la vez y que en su fantasía él también tomaba
parte de lo que veía y oía, como miembro de una orquesta. Fue recién en un estadío muy
posterior de actividad liberada que pudo tener confianza en el rol paterno, esto es, recién
entonces habría podido armarse del coraje necesario para ser él mismo un compositor, si
hubiera tenido talento suficiente.

Voy a resumir. El habla y el placer en el movimiento tienen siempre una catexia libidinal que es
también de carácter simbólico genital. Esta se efectúa por intermedio de la identificación
temprana del pene con el pie, la mano, lengua, cabeza y cuerpo, transferida luego a las
actividades de dichos miembros, las que adquieren así el significado de coito. Después del uso
que hacen los instintos sexuales de los instintos de autoconservación en relación con la función
de nutrición, las siguientes actividades del yo hacia las que se vuelven son el lenguaje y el
placer en el movimiento. Por lo tanto, puede suponerse que el lenguaje no sólo ha concurrido a
la formación de símbolos y de la sublimación, sino que es él mismo el resultado de una de las
primeras sublimaciones. Parece, por lo tanto, que cuando existen las condiciones necesarias
para la capacidad de sublimación, las fijaciones, comenzando con estas primeras
sublimaciones y en conexión con ellas, prosiguen dando continuamente una catexia sexual
simbólica a subsiguientes actividades e intereses del yo. Freud demostró que aquello que
parece ser un impulso hacia la perfección en los seres humanos es el resultado de la tensión
nacida de la disparidad entre el deseo humano de gratificación (que no es satisfecho por todo
tipo posible de formaciones reactivas sustitutivas y de sublimaciones) y la gratificación que
obtiene en la realidad. Creo que debemos referir a este motivo no sólo lo que Groddeck llama
la compulsión a hacer símbolos (42), sino también un constante desarrollo de los símbolos. En
correlación con esto, el impulso constante para efectuar por medio de las fijaciones una catexia
libidinal de mas actividades e intereses del yo (por ejemplo, por medio del simbolismo sexual)
genéticamente conectados unos con otros, y para crear nuevas actividades e intereses, sería la
fuerza propulsora en la evolución cultural de la humanidad. Esto explica también cómo es que
encontramos la actuación de símbolos en inventos y actividades cada vez mas complicados, tal
como el niño avanza constantemente desde sus primitivos símbolos, juegos y actividades,
hacia otros, dejando atrás los primeros.

Además, en este artículo he tratado de señalar la gran importancia de esas inhibiciones que no
pueden llamarse neuróticas. Hay algunas que no parecen en sí mismas de ninguna importancia
práctica y pueden ser reconocidas como inhibiciones sólo en análisis (en todo lo que implican,
sólo si se hace análisis infantil). De ese tipo son la falta aparente de ciertos intereses,
aversiones insignificantes; en resumen, las inhibiciones de las personas sanas, que toman los
aspectos mas variados. Pero llegaremos a atribuirles mucha importancia cuando consideremos
con qué gran sacrificio de energía instintiva el hombre normal adquiere su salid. "Si, no
obstante, en lugar de atribuir amplio significado al término impotencia psíquica, buscáramos
ejemplos de su peculiar sintomatología en formas menos marcadas, no podríamos negar que la
conducta en el amor, de los hombres de la civilización actual, demuestra en general el carácter
del tipo psíquicamente impotente" (43). Hay un pasaje en Introducción al psicoanálisis, en el
que Freud examina qué posibilidades de profilaxis podrían ofrecerse a los educadores. Llega a
la conclusión de que aun una rígida protección de la infancia (cosa muy difícil en sí) es
probablemente impotente ante el factor constitucional, pero que sería también peligroso si esta
protección llegara a conseguir su objetivo demasiado bien. Esta observación se confirmó
enteramente en el caso del pequeño Fritz. El niño tuvo desde sus primeros días una crianza
cuidadosa por personas influenciadas por conocimientos analíticos, pero esto no impidió que
surgieran inhibiciones y los rasgos de carácter neurótico. Por otra parte, el análisis me
demostró que las fijaciones mismas que lo condujeron a las inhibiciones podían formar la base
de espléndidas capacidades.

Por una parte, entonces, no debemos valorar demasiado la importancia de la así llamada
educación analítica, aunque debemos hacer todo lo que está en nuestro poder para evitar todo
daño mental al niño. Por otra parte, el tema de este artículo demuestra la necesidad de análisis
en la temprana infancia como ayuda a toda educación. No podemos alterar los factores que
conducen al desarrollo de la sublimación o de la inhibición y la neurosis, pero el análisis infantil
nos hace posible, en una época en que este desarrollo está aún en marcha, influir en su
dirección en forma fundamental.

He tratado de demostrar que las fijaciones libidinales determinan la génesis de las neurosis y
también de la sublimación, y que por algún tiempo las dos siguen el mismo camino. Es la
fuerza de la represión la que determina cuándo ese camino conducirá a la sublimación o se
desviará hacia la neurosis. En ese punto es donde el análisis infantil tiene posibilidades, porque
puede en gran proporción sustituir la represión por la sublimación y así trocar el camino hacia la
neurosis por el que conduce al desarrollo de talentos.

Notas

(1) Abraham: "Un fundamento constitucional de la ansiedad motriz". (1914).

(2) Cf. "El desarrollo del niño".

(3) En Fritz apareció en forma violenta (y esto me pareció muy importante), con todo el afecto adecuado a
ella. En otros análisis no fue siempre así. Por ejemplo, en Félix, de trece años, a cuyo análisis me referiré
repetidamente en este artículo, la ansiedad era a menudo reconocida como tal, pero no era vivida con tal
poderoso afecto. En su artículo "El complejo de castración en la formación del carácter"(1923), el Dr.
Alexander señala la gran importancia de este "vivenciar" afectivo. Esto es lo que el psicoanálisis se
proponía en su infancia, y a lo que llamaba "abreacción".

(4) Cf. S. Ferenczi: "Construcciones transitorias de síntomas durante el análisis"(1912a)

(5) S. Freud: Conferencias de introducción al psicoanálisis, O.C., 15-16.

(6) Ibíd.

(7) En muchos análisis pude establecer el hecho de que los niños a menudo ocultan a los que los rodean
considerables cantidades de ansiedad, como si advirtieran inconscientemente su significado. En los
varones está también el hecho de que creen que su ansiedad es cobardía y se avergüenzan de ella, y en
realidad éste es un reproche que generalmente se les hace si la confiesan. Estos son probablemente los
motivos para olvidar fácil y completamente las ansiedades de la niñez, y podemos estar seguros de que
cierta ansiedad primaria está siempre escondida detrás de la amnesia de la infancia, y puede ser
únicamente reconstruida por un análisis realmente profundo.

(8) S. Freud: "La represión", O.C., 14.

(9) S. Freud: Conferencia de introducción al psicoanálisis, ibíd.

(10) S. Freud: "La represión", O.C., 14.

(11) S. Freud: "Lo inconsciente", O.C., 14.

(12) Ibíd.

(13) Al escribir sobre la conexión entre "displacer" y "angustia" en los sueños, Freud dice
en Conferencias de introducción al psicoanálisis: "La hipótesis que resulta adecuada para los sueños de
angustia puede ser adoptada también sin ninguna modificación para los que han sufrido cierto grado de
modificación, y para otros tipos de sueños desagradables en los que los sentimientos de displacer que los
acompañan se aproximan probablemente a la angustia".
(14) Aun en esta forma de represión, en la que la transformación sufrida por la angustia la vuelve
irreconocible, indudablemente es posible efectuar la retirada de grandes cantidades de libido. He
encontrado en el análisis de numerosos casos que el desarrollo de hábitos y peculiaridades del individuo
había sido influenciado por ideas libidinales.

(15) Cf. S. Freud: "Sobre las trasposiciones de la pulsión en particular del erotismo anal". O.C., 17.
Stärcke, Psicoanálisis y psiquiatría; Alexander, loc. cit.

(16) El resultado de la represión aparece entonces en forma notoria algo después (a los tres o cuatro años,
o aun siendo mayores) en ciertas manifestaciones, algunas de las cuales son síntomas plenamente
desarrollados, efecto del complejo de Edipo. Es claro (pero el hecho requiere aún verificación) que si
fuera posible emprender un análisis del niño en el momento del pavor nocturno o poco después, y
resolver su ansiedad, se disolvería el terreno subyacente a la neurosis y se abrirían posibilidades de
sublimación. Mis observaciones me llevan a creer que no es imposible hacer investigaciones analíticas en
niños de esa edad.

(17) S. Freud: Conferencias de introducción al psicoanálisis.

(18) Cf. Freud: Tótem y tabú, O.C., 13.

(19) Tres ensayos de teoría sexual, O.C., 7.

(20) Sperber, 1915.

(21) Jones (1916): Papers of Psychoanalysis. También Rank y Sachs (1913).

(22) Jones, loc. cit.

(23) Freud: "Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad" O.C., 9.

(24) Descubrí con el análisis, tanto de varones como de niñas, que era típico este significado del fútbol y
también de todo tipo de juegos con pelotas. Ilustraré esta afirmación en otra parte; ahora solamente dejaré
sentado que llegué a esta conclusión.

(25) Su gran placer y habilidad en este pasatiempo había sido precedido originariamente por torpeza y
disgusto. Durante el análisis apareció primeramente una oscilación entre el placer y el disgusto, que se dio
también en relación con sus demás juegos de movimiento y deportes. Luego consiguió un placer y una
destreza perdurables en lugar de la inhibición, que había sido determinada por el miedo a la castración. La
misma determinación se hizo evidente en relación con su inhibición (su siguiente placer) para andar en
tobogán. Allí nuevamente atribuía especial importancia a las distintas posturas asumidas. Descubrimos en
él una actitud análoga para todo juego de movimiento y atlético.

(26) Era evidente que la raíz de la patente de invenciones y construcciones que fantaseaba yacía siempre
en los movimientos y funciones del "pipi", al que sus invenciones tenían como objeto perfeccionar mas

(27) Cuando tenía dos años y nueve meses se escapó de la casa y cruzó calles de mucho tránsito sin
demostrar temor. Esa inclinación a escaparse duró alrededor de seis meses. Después empezó a mostrar
una marcada cautela frente a los motores (el análisis demostró que esto era angustia neurótica), y su deseo
de escaparse tanto como su placer en vagar parecían haberse desvanecido finalmente.

(28) El niño había tenido una recaída, que se debió en parte a que, en mi deseo de ser prudente, no había
hecho el análisis bastante profundo. Parte del resultado obtenido, sin embargo, había resultado duradero.

(29) Conectado con plantar flores estaba su hábito de orinar en lugares determinados de su camino.

(30) S. Ferenczi: "El simbolismo del puente" (1921).


(31) Sus asociaciones de estar sucio con tinta eran: aceite y leche condensada, líquidos que, como su
análisis demostró, representaban en su mente el semen. Era una mezcla de heces y semen lo que suponía
que habría en el pene de su padre y de su madre.

(32) Esto era parte de una fantasía, muy larga y sobredeterminada, que dio material a varias teorías sobre
la procreación y el nacimiento. Fritz proporcionó también otras asociaciones sobre una máquina de su
invención, por medio de la cual podía tirar la cuerda a diferentes partes del pueblo. Esta fantasía reveló
nuevamente su idea de haber sido procreado por su padre, unida a ideas de coito por su propia parte.

(33) Esta fantasía nos muestra qué había determinado su primitiva fobia por los chicos de la calle, la que
había desaparecido temporariamente. El primer análisis, que no fue bastante profundo, no consiguió
resolver suficientemente las fijaciones, subyacentes a la fobia y sus inhibiciones. Esto hizo posible su
recaída. Este hecho, considerado con mayores experiencias en análisis de niños, me parecía demostrar que
el análisis infantil tanto como el análisis posterior debe llegar tan profundamente como sea necesario.

(34) Encontramos estas ideas en su primer análisis (Cf. "El desarrollo del niño"). Como el análisis no fue
bastante profundo, las fantasías ligadas a esas ideas no pudieron ser liberadas. Hicieron su aparición
recién en el segundo análisis.

(35) Heces.

(36) Quiero referirme aquí nuevamente a una fantasía descrita en "El desarrollo de un niño". En esa
fantasía, los niños "Caca" bajaban algunos escalones desde el balcón al jardín (el cuarto).

(37) El tren circular de sus fantasías aparecía igualmente en todos los juegos. Construía trenes que corrían
en círculo y manejaba su aro en círculo. Su gradual aumento de interés por la dirección y nombre de las
calles se había convertido en interés por la geografía. Jugaba a que realizaba viajes en el mapa. Todo esto
demuestra que el progreso en sus fantasías de su hogar al pueblo, a su país y al mundo entero (progreso
que se manifestó cuando las fantasías fueron liberadas), ejercían su efecto también en sus intereses,
porque su esfera se ampliaba cada vez mas. Quiero aquí llamar la atención sobre la gran importancia de
las inhibiciones en el juego también desde este punto de vista. La inhibición y la restricción de interés por
el juego conducen a una disminución de las potencialidades e intereses, tanto en el aprendizaje como en el
completo desarrollo posterior de la mente.

(38) En la discusión que tuvo lugar en la reunión de la Sociedad de Berlín sobre mi artículo no publicado
"Über die Hemmung und Entwicklung des Orientierungssinnes" (mayo 1921), Abraham señaló que el
interés en la orientación, en relación con el cuerpo de la madre, es precedido en un estadío muy temprano
por interés en la orientación en relación con el cuerpo del sujeto mismo. Esto es seguramente exacto, pero
esa primera orientación parece compartir el destino de la represión sólo cuando se reprime el interés en la
orientación en relación con el cuerpo de la madre, desde luego por los deseos incestuosos ligados a dicho
interés; porque para el inconsciente, el anhelado retorno al útero materno y su exploración se realizan por
medio del coito. Fritz, por ejemplo, hacía que un perrito (que frecuentemente representaba al hijo en sus
fantasías) se deslizara por el cuerpo de su madre. Al hacer esto, tenía fantasías sobre países por los que
vagaba. En su pecho había montañas y cerca de la región genital, un gran río. Pero de pronto, el perrito
era detenido por sirvientes -figuras de juguete- que lo acusaban de algún crimen y decían que había
estropeado el coche de su patrón, y la fantasía terminaba en discusión y lucha. Otra vez tuvo fantasías
sobre viajes del perrito. Este había encontrado un paraje bonito donde pensaba que le gustaría
establecerse, etc. Pero nuevamente todo terminaba mal, porque Fritz de pronto declaraba que había tenido
que matar al perrito porque éste pretendía quitarle su cabaña. Había habido también indicaciones
tempranas de esta "geografía del cuerpo de la madre". Cuando aún no tenía cinco años denominaba a
todas las extremidades del cuerpo y a la articulación de la rodilla "límites" y llamaba a su madre "una
montaña que él escalaba".

(39) Fritz, por ejemplo, hizo sus primeras tentativas de dibujo en esa época, aunque es verdad que no
demostraban señales de talento. Los dibujos representaban vías de ferrocarril con estaciones y pueblos.

(40) En esta conclusión estoy de acuerdo con el Dr. Hollós (1922), que llegó al mismo resultado desde un
punto de partida diferente.
(41) Quiero referirme aquí a un interesante artículo del Dr. S Spielrein (1922), en el que en forma muy
esclarecedora refiere el origen de las palabras infantiles "papá" y "mamá" al acto de chupeteo.

(42) Groddeck (1922).

(43) S. Freud, "Sobre la mas generalizada degradación de la vida amorosa", O.C., 11.

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