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Narcisismo Tratamiento.

La percepción de los matices


Ni todo es blanco ni todo es negro. El paciente narcisista es polar en su
concepción del mundo, o algo/alguien es magnífico o es una porquería, y esa
guerra que mantiene fuera es la misma que sostiene dentro, en lo referente a la
percepción de sí mismo. En ese sentido puede decirse que el paciente
narcisista tiene un gran parecido con el adolescente, que en plena búsqueda
de su identidad viaja entre lo magnífico y lo penoso.

Esta concepción del mundo hace que el narcisista sufra una labilidad
emocional que le llevan a cambios bruscos de humor y estados de ánimo. Las
expectativas infladas del narcisista lo llevarán a tener que soportar una aguda
frustración; un enfado grande debido a su deseo oceánico; “lo quiero todo y lo
quiero ya”

Una desilusión realista necesita consuelo, y esto es lo que más falta en su


historia temprana, luego su posición grandiosa obedece en gran parte a una
capacidad hipo-desarrollada para consolarse a sí mismo.

Durante el proceso terapéutico el narcisista atravesará la experiencia de sufrir


la pérdida; el paciente se dará cuenta que el mundo del contacto interpersonal
solo se aproximará a aquello que desea en su fantasía y que los padres
generosos y perfectos que están siempre ahí cuando se les necesita y
ausentes cuando el niño necesita espacio, no son posibles ni siquiera en la
infancia; en la vida adulta, aún menos.

Lo imposible ha de ser lamentado y para sanar, el paciente con Trastorno


Narcisista de la Personalidad debe reconocer la pérdida,  los límites de lo
humano, elaborar el duelo y continuar.

A medida que el paciente narcisista va contactando con su sentir más genuino


comienza a tocar con uno de los aspectos más espinosos de su proceso; la
frustración. Todo lo que no se ajuste a sus expectativas será un calvario al
principio de esta nueva toma de conciencia. La toma de conciencia con su niño
interior puede que le resulte gratificante en cuanto a la conquista de su parte
más lúdica y creativa. Por otra parte, el mundo emocional de los niños también
lo conforman las pataletas, que afloran cuando las cosas no son exactamente
como ellos esperan.

La ira, la decepción y la aceptación realista


Es duro para el narcisista comprobar que todos los sueños que había
construido en su interior con respecto a las posibilidades de las relaciones
humanas no se acercan ni de lejos a la dolorosa realidad.

Ese recorte de expectativas produce unas emociones muy parecidas a


las etapas de un duelo, donde no resulta nada fácil la renuncia de lo soñado. El
paciente narcisista se encuentra en un problema de renuncia, y la peor
renuncia es la de lo que nunca se tuvo.
No hay que olvidar que el narcisista basa su búsqueda del amor (de forma más
o menos consciente) en el sueño de encontrar ese vínculo perfecto e
idealizado. Esto le lleva a maternalizar sus relaciones de pareja.
A partir de la desilusión frente a las posibilidades del contacto con el otro, el
narcisista puede ir comprendiendo que amar significa aceptar en el otro una
cuota de defectuosa humanidad.

La psicoterapia es para el narcisista una segunda oportunidad donde encontrar


un punto de anclaje y confianza desde donde comenzar a construir algo más
sólido, libre y realista, con la ayuda de un vínculo adulto donde apoyarse.

El Ego
La psicoterapia puede reportar al narcisista la capacidad de bandearse más
libremente y de forma más creativa con su ego, que consiste en una defensa
rígida frente determinados estados de conciencia.

La terapia Gestalt ha demostrado que desde un excesivo ego la persona se


impide a si misma el contacto óptimo con su ambiente, donde poder satisfacer
las necesidades afectivas que tanto teme.
Se supone que el narcisista que va siendo capaz de flexibilizar su rígida
postura ante el mundo puede contactar con sus necesidades afectivas sin
negarlas, ampliar su arsenal de respuestas para relacionarse desde una actitud
más espontánea, y vivir el presente sin tanta necesidad de manipulación,
fantasías compensatorias, intelectualizaciones, auto-engaños, etc.

Sentimientos de vacío
El proceso de cambio que el paciente narcisista atravesará pasa por aceptar su
otro sentimiento de deflacción (versus inflacción) dice Yontef, donde la caída
del ideal conlleva sentimientos de duelo y  una buena dosis de rabia para
desestructurar y hacer añicos una situación de fantasía frente a la dolorosa
realidad que ha de ser aceptada.

A medida que el narcisista es consciente de la discrepancia entre su imagen y


la realidad puede ir elaborando el duelo y abandonar las energías empleadas
en el mantenimiento de la defensa, para obtener la libertad de ser lo que es en
lugar de lo que pretende ser.

A lo largo del proceso terapéutico el paciente narcisista atraviesa


por sentimientos de soledad, y con los primeros sentimientos de soledad
también emergen las primeras necesidades de contacto genuino con los
demás, y la posibilidad de experimentar identificaciones con el otro.
Perfeccionismo
El éxito terapéutico se relaciona con el abandono de la necesidad de
perfección y la aceptación de lo que se es más que la obsesión en lo que se
“debería ser”.
Gary Yontef aporta datos sobre la falta de contacto auténtico que los pacientes
narcisistas mantienen con sus padres y cómo este fenómeno no se descubre al
inicio de la terapia, debido a la gran idealización que el paciente trae de su
familia, especialmente de su madre.

El aspecto más importante de la infancia de este tipo de paciente, y una de las


causas de su patología, es el sentimiento de no haber sido percibido de forma
precisa ni correspondido de forma adecuada, de manera tal que se reconociera
su propio sí mismo, incluyendo su experiencia emocional, necesidades,
habilidades y debilidades.
El vínculo
Si el psicólogo consigue establecer un vínculo con este paciente es más fácil
que el narcisista pueda ir deshinchando su sí mismo falso construido de
fantasías y permitir que se haga figura su autenticidad.

Desde la sensibilidad y la empatía el terapeuta puede reportar al narcisista una


experiencia correctiva, donde sí es recogido en su sentir y reconocido como
persona valiosa, ayudándolo en la reconstrucción de su identidad.

Luego la finalización exitosa de una terapia de trastorno narcisista de


personalidad se relaciona con un cambio profundo y un encuentro con su
verdadera identidad personal; un trabajo que siempre resulta largo en el tiempo
si se desea que la persona obtenga una comprensión profunda de su
estructura de funcionamiento.
F.S.Estaire

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