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con base en la idea que cada uno tiene de cómo hacerlo con su propia
lógica, discernimiento o experiencia. Tampoco asumiendo posiciones
religiosas como expresar: “Confío en que el Señor me va a resolver este
problema”. Existe una falsa creencia de que Dios debe arreglar todos
nuestros problemas, y eso obedece a nuestra falta de madurez
espiritual.
Es una realidad que nadie está satisfecho con su vida. Creemos no tener
todo lo que quisiéramos tener. Pero debemos tener en cuenta que la
clave que Dios nos da, es “ser” la persona que debo ser, más que tener
lo que quiero, y eso marca una diferencia radical.
Para ser la persona que Dios quiere que sea, es indispensable tomar
decisiones como las que menciono a continuación:
Hay personas que oran bien, ayunan bien, diezman bien, sirven bien,
pero viven mal. Eso ocurre porque no es fácil construir dentro del
matrimonio una relación saludable. Para alcanzar ese tipo de vida
debemos investigar por qué nuestro cónyuge actúa como lo hace,
identificar nuestros errores y el porqué de ellos, adquirir capacidad para
enfrentar los problemas, y esencialmente adquirir capacidad para crecer
en madurez espiritual.
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La rutina. Es normal que toda relación incluya hábitos y rutinas,
algunas de las cuales son necesarias. Pero hay ciertas actitudes elegidas
que son dañinas. Es destructivo desarrollar una vida conyugal en forma
aburrida, sin desafíos y en forma rutinaria. De ahí, que se hace necesario
identificar las rutinas que están afectando la relación matrimonial, y
atacarlas disciplinadamente. Es un acto de necedad esperar un futuro
mejor sin hacer cambios en el presente.
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usan equivocadamente estrategias religiosas descargando en Dios la
solución.
Los pecados. Son faltas graves que impiden una relación santa. La
presencia del pecado imposibilita una relación saludable. Es necesario
identificar en qué área de la vida se está cometiendo pecado. El deber
es vivir la fe en cada área de la vida.
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Las cortes de matrimonio protestantes permitían el divorcio y nuevas
nupcias en base de cinco puntos:
1) la mentira (si uno no había revelado matrimonios o hijos anteriores
al matrimonio)
2) la violencia doméstica (abuso físico, verbal, emocional o sexual de
cualquier miembro de la familia)
3) el adulterio (incluyendo aberraciones sexuales - bestialidades,
incesto, violación, etc.) 4) el abandono (económico y físico)
4) la impotencia. La razón de la impotencia era muy interesante en su
aplicación porque no solamente cubría el deseo de tener hijos, pero era
la salida para una mujer que se había casado con un homosexual
5). Interpretado ampliamente permitía el divorcio en cualquier caso en
que la atracción sexual se había acabado
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(mostrando agresividad y contención) y esperar tener un matrimonio
exitoso.
En lugar de esto, el apóstol Pablo escribió: “Así también los maridos
deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su
mujer, a sí mismo se ama…y la mujer respete a su marido” (Efesios
5:28, 33).
Un sabio refrán dice: “Nos divorciamos de un problema sólo para
casarnos con otro”. De acuerdo con Jennifer Baker, del Instituto Forestal
de Sicología Profesional en Springfield, Missouri, el 50% de los primeros
matrimonios, el 67% de los segundos matrimonios y el 74% de los
terceros matrimonios terminan en divorcio. O sea que, desde el punto de
vista de las estadísticas, nuestro primer matrimonio es el que tiene más
probabilidades de tener éxito.
El divorcio legal
La intención del divorcio es para permitir que los individuos legalmente
se vuelvan a casar, así como también organizar su patrimonio y en caso
de que existan hijos la custodia y manutención. En este orden de ideas y
dependiendo de lo que se va a dividir el proceso legal puede ser corto o
largo.
El divorcio emocional, mental y psicológico
Implica la cadena de eventos y sentimientos que siguen y continúan
mediante el proceso del divorcio; la separación emocional o disolución
de su compañero implica separarse del otro y desarrollar autonomía.
El divorcio económico
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La división de dinero y propiedades conlleva a que los individuos que
una vez funcionaban como pareja aprendan a funcionar
independientemente.
El divorcio coparental
Se refiere a las negociones sobre criar después de la separación y las
dinámicas familiares.
El divorcio comunidad
Implica los cambios en las relaciones con amigos y la comunidad
durante del divorcio.
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2. El oficio de anciano está abierto a personas casadas por segunda vez,
que se divorciaron o volvieron a casar antes de su conversión, o que lo
hicieron debido a infidelidad de su cónyuge, o porque como creyentes
fueron abandonos por un cónyuge incrédulo. (Como es prerrogativa de
las congregaciones locales establecer sus propias normas para el
diaconado, esa norma no se trata en este documento [véase
Constitución y Reglamentos, Artículo IX, Sección 5, Divorcio y Nuevo
Matrimonio]).
Uno de los primeros requisitos para el oficio de anciano (correspondiente
al pastor) es que éste debe ser “marido de una sola mujer (mias
gunaikos andra)” (1 Timoteo 3:2,12). “[M]arido de una sola mujer”
literalmente significa “hombre que tenga una sola mujer”. Es difícil
establecer el significado exacto de esta frase y a través de los años ha
sido interpretada de diversas maneras. Damos aquí seis de ellas.
Literalmente, el término significa que los ancianos y los diáconos (1) no
pueden ser solteros, (2) no pueden volverse a casar después de
enviudar, (3) tienen que ser varones, y (4) no pueden ser bígamos o
polígamos. Ni uno de los primeros tres se puede indicar como práctica
en la iglesia primitiva. La bigamia y la poligamia son claramente
prohibidos en este término; no obstante, los historiadores informan que
la bigamia y la poligamia no eran comunes entre las prácticas judías o
greco-romanas en esa época y probablemente no era eso lo que Pablo
tenía en mente.
Permanecen dos posibles interpretaciones: (5) los ancianos y los
diáconos no pueden ser personas divorciadas o que se hayan vuelto a
casar, una tradicional y muy antigua práctica de la Iglesia, y (6) los
ancianos y los diáconos tienen que mantener un matrimonio fiel,
monógamo, y heterosexual.
La fornicación (Hechos 15:20; Romanos 1:24; 1 Corintios 6:9,18; 2
Corintios 12:21; Gálatas 5:19; Efesios 5:3; 1 Tesalonicenses 4:3;
Apocalipsis 2:21, et al.), el divorcio fácil (1 Corintios 7:12-16), y un
segundo matrimonio, muchas veces una resolución legal, presentaba
grandes problemas para la naciente Iglesia y sus miles de conversos. No
obstante, estos nuevos creyentes eran afirmados como nueva creación
en Cristo (2 Corintios 5:17), perdonados de sus pecados (1 Corintios
6:11; 2 Corintios 5:19), e integrados en la Iglesia.
En vista de toda la evidencia bíblica disponible referente a los problemas
de divorcio y segundo matrimonio en la iglesia primitiva, el Concilio
General de las Asambleas de Dios ha adoptado la interpretación seis de
arriba. Se comprende que la descripción de “marido de una sola mujer”
se refiere a personas que tienen un matrimonio fiel, monógamo, y
heterosexual, en el que ninguno de los cónyuges haya sido divorciado
(con esta excepción: si el divorcio fue antes de la conversión, como
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resultado de la infidelidad sexual del anterior cónyuge, o porque el
creyente fue abandonado por su pareja incrédula).