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LOS CREADORES DEL MIEDO Y EL ODIO

La Iglesia se convirtió en la clase de jerarquía autoritaria que Jesús había


impugnado. Ireneo, obispo de Lyon, dijo: “No tenemos necesidad alguna de la ley,
puesto que ya estamos muy por encima de ella con nuestro comportamiento
divino”.

A medida que el Imperio Romano se derrumba, la Iglesia va tomando el control en


Europa. Porque uno y otros son costado del mismo saco. Reinterpretan las
Escrituras y también la propia historia. Instigan ataques contra musulmanes,
judíos, católicos de Oriente e, incluso, contra grupos cristianos que no reconocen la
autoridad papal. Pasan de un caos de gobierno a un caos divino, según sus propias
palabras.

La Biblia exhorta constantemente a sentir miedo a Dios: “Teme a Dios y observa


Sus mandamientos”, “Bienaventurado aquel que teme a Jehová”, “Temed a Aquel
que después de haber quitado la vida, tiene el poder de echar en el infierno”.

San Juan Crisóstomo (347-407), obispo de Constantinopla, explica en el siglo IV la


necesidad del miedo: “Si privaras al mundo de los magistrados y el miedo que
viene de ellos, casas, ciudades y naciones se desplomarían”. Sus sabias palabras,
hoy son una realidad infalible.

La iglesia católica se tomó muy en serio la máxima de Maquiavelo acerca de que el fin justifica
los medios, y sus adeptos nacen precisamente en el Vaticano. Todavía a comienzos del siglo
XX, León XIII, Papa de 1878 a 1903, afirma: “La sentencia de muerte es un medio necesario y
eficaz para que la Iglesia obtenga su fin cuando los rebeldes actúan en contra de ella”. El
pontífice agrega: “Si no existe otro remedio para salvar a su gente, se puede y debe dar muerte
a estos perversos hombres”. Así que la institución fue creada y desarrollada, justamente en
contra de todos los principios en los que cristo creía. Sus fundamentos, estaban anclados en
creencias falsas y sin testimonio de justicia y amor. La iglesia ha pregonado siempre por la
creencia sin libertad ni reflexión.

Entre los años 500 y 1000, la Iglesia Católica tiene un efecto demoledor en Europa.
Destruye la educación, las ciencias, el arte y la medicina, fundamentalmente griega
y romana. Del siglo VI al VII recomienda únicamente la “sangría” para todas las
dolencias y, en especial, para evitar el deseo sexual. Cuando en verdad era la causa
principal del deseo de posesión.

La tecnología de la época se echa a perder. La extensa red de caminos que


facilitaba el transporte, la comunicación y el comercio cae en el abandono. Los
vastos sistemas de acueductos y cañerías dejan de recibir mantenimiento. Se
eliminan los retretes en las casas. Mientras se deterioran las medidas sanitarias y
se pierden los hábitos de higiene, avanzan las enfermedades. Las pestes diezman
poblaciones enteras durante interminables años.
La fe ciega reemplaza a la investigación científica. Trescientos años antes de
Cristo, Pitágoras había formulado la hipótesis de que la tierra gira alrededor del
sol; la posibilidad es considerada aberrante. Habrá que esperar hasta el siglo XVI
para que Copérnico reformule la teoría. Pero cuando en el siglo siguiente Galileo
Galilei asegura que el mundo también gira sobre sí mismo, es obligado a
retractarse por la Inquisición. Fuera de los conventos, la educación y el
aprendizaje son erradicados. La Iglesia se opone al estudio de la gramática y el
latín. Se clausuran los institutos de enseñanza y se destruyen bibliotecas
enteras. Ya antes, en 391, había sido incendiada la Biblioteca de Alejandría, la
más grande del mundo, que conservaba 700 mil rollos y pergaminos. La
institución religiosa se convierte así en la primera escuela nazi que gobierna nuestro
mundo. Todo porque se viste de divina e interpreta y cambia los eventos ocurridos en
el tiempo.

“Todo rastro de la vieja filosofía y literatura del antiguo mundo ha desaparecido de


la faz de la tierra”, se regodea San Juan Crisóstomo. Deberán transcurrir muchos
años para que los clásicos latinos, erradicados en la etapa del Oscurantismo, se
traduzcan del árabe al latín en la Edad Media.

En el siglo XII, Honorio de Autum se pregunta: “¿Cómo se beneficia el alma con la


lucha de Héctor, los argumentos de Platón, los poemas de Virgilio o las elegías de
Ovidio?”.

La Iglesia retira la condena a Galileo recién en 1965. El 31 de octubre de 1992, Juan


Pablo II rinde una vez más homenaje al sabio durante su discurso a los partícipes en la sesión
plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias. En él reconoce claramente los errores de
ciertos teólogos del Siglo XVIII en el asunto.

El papa Juan Pablo II pidió perdón por los errores que hubieran cometido los hombres de la
Iglesia a lo largo de la historia. En el caso Galileo propuso una revisión honrada y sin prejuicios
en 1979, pero la comisión que nombró al efecto en 1981 y que dio por concluidos sus trabajos
en 1992, repitió una vez más la tesis que Galileo carecía de argumentos científicos para
demostrar el heliocentrismo y sostuvo la inocencia de la Iglesia como institución y la obligación
de Galileo de prestarle obediencia y reconocer su magisterio, justificando la condena y
evitando una rehabilitación plena.

Pero esto no significa, que este a favor de la ciencia moderna, pues a mi entender
es hija de la misma oscuridad. Más hay que resaltar los hechos, la parcialidad y
infalibilidad de dicha organización, aun con sus propios adeptos. para poder ver
más allá de lo que la apariencia pretende mostrar. No existe aquí compasión a
ningún nivel.

Entonces ahora, al final del 2010 continua la ignorancia por la más aberrante
institución, que jamás debió existir. Fuimos todos engañados, nos volcamos a creer
en estos mentecatos y hemos tenido que pagar el duro precio. El dolor que ellos
provocaron, y que nosotros les permitimos, es ahora todo el dolor que llevamos
dentro y este dolor no se ira hasta que esta institución desaparezca de la faz de la
tierra.

No existe la necesidad de conservar toda esta basura en nuestra humanidad.


¿Qué instintos tan bajos hay en nuestro interior que nos hace creer en algo tan
dañino e inhumano?

¿Qué oscuridad cobija nuestro sol, que no podemos mirar con nuestro corazón?

La Inquisición medieval se crea durante el reinado del Papa Gregorio IX (1227-


1241) con el objetivo de imponer la obediencia mediante el terror. En la historia de
la humanidad, no existe registro de otra religión que haya desplegado un aparato
tan poderoso y sádico para controlar a la gente. En los tribunales de la Iglesia, a la
inversa del derecho común, “se es culpable hasta demostrar la inocencia”.

Aquí no se trata de ser compasivos y salvar el alma humana, sino por el contrario
de juzgarlo severamente, y torturarles hasta matarlos. Esta era la única opción
existente.

“La tortura permaneció como opción legal para la Iglesia desde 1252 cuando fue
consentida por el Papa Inocencio IV, hasta 1917, cuando el nuevo Codex Juris
Canonici fue puesto en vigor”, narra Helen Ellerbe. “Los hornos construidos para
matar gente, que adquirieron una notoriedad infame en la Alemania nazi del siglo
XX, inicialmente fueron utilizados por la Inquisición”. Para la escritora “no fue
sorprendente que los países islámicos ofrecieran santuarios mucho más seguros
para los judíos”.

Thomas Jefferson escribió en 1785: “Millones de hombres, mujeres y niños


inocentes, desde la introducción del cristianismo, han sido quemados torturados,
mutilados, encarcelados; sin embargo, no hemos avanzado una sola pulgada hacia
un consenso general”.

Quizá Juan Pablo II se refería exactamente a eso cuando exhortó a los cardenales a
que asumieran el “lado oscuro” de la Iglesia.

Y esto sin hablar, de las exterminaciones de indígenas que hicieron en nombre de


Dios. Es aberrante saber con qué sumisión y dedicación, millones de seres humanos
hemos manchado nuestra esencia espiritual. Siento que el dolor infligidos a otros
ahora es nuestro, y que, ni con todas las oraciones juntas este dolor desaparecerá.
Es urgente la liberación de nuestro espíritu, mas no estamos listos para vivir desde
el corazón.

La iglesia es la institución más separatista que existe. Prejuiciada y frívola en todos


sus aspectos. Sus miembros están clasificados en orden de jerarquía, al
compromiso para mantener con vida la sociedad que presiden. Para continuar
creyendo ciegamente en una organización hereje y oscura. La más corrupta jamás
nacida desde los principios de la humanidad. Aquí es donde nace toda la magia
negra de la tierra. Por eso el apocalipsis es el último capítulo de su libro sagrado.
Su lenguaje es oscuro, tenebroso y cargado de monstruos vivientes. Su mensaje es
desolador, incongruente y destructor. Más bien, este libro refleja sus raíces y
principios fundamentales. Sin embargo, nuestra realidad es cada vez más diferente,
coherente, por tanto el apocalipsis está cayendo al vacío, sin valor, sin verdad.

Su descaro ha burlado todas las esferas de la humanidad, sin embargo su tiempo


es ahora muerto. Sus palabras no tienen fuerza ni valor. En sus garganta se
atraganta su voz, y como vociferando en un desierto helado, lucha desesperado por
sobrevivir. Sus propias palabras deberán comer, hasta saciar la ansiedad.
Todos estamos salpicados de las injusticias que han procedido de la cruel
institución. Mas ya no estamos dormidos ni dispuestos a continuar creyendo en
ningún mortal que nos juzga sin compasión y nos alimenta el temor de Dios. Que
echa humo en contra de nuestros hermanos y que además conoce la verdad, más
la oculta deliberadamente para usarla a beneficio personal.

El liderazgo murió, porque los que lo originaron, olvidaron dar amor. ¿Y como
confiar en algo que desde su origen estuvo preñado de odio y negatividad?

Ahora lo divino ha echado raíz en cada átomo de nuestro ser, de nuestro cielo, de
nuestro universo. La verdad prevalecerá y seremos como Dioses caminando por
nuestra madre tierra.

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