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Desde la difusión del libro contrato social en el año 1752 la democracia ha sido en

diferentes formas bastante interpretada y además muy cuestionada.

El término clave es la "VOLUNTAD GENERAL". El contrato social "produce

inmediatamente, en lugar de la persona particular de cada contratante, un cuerpo moral y

colectivo compuesto de tantos miembros como votos tiene la asamblea, el cual recibe en

este mismo acto su unidad, su yo común, su vida y su voluntad". De este acto de asociación

surge un nuevo sujeto: el pueblo, dotado de voluntad general. "Rousseau ha tenido el

mérito de establecer como principio del Estado un principio que no sólo según su forma

(como por ejemplo, el instinto de sociabilidad, la autoridad divina), sino también según su

contenido es pensamiento y en realidad, el pensar mismo: la voluntad. Este yo común, la

unión, es en sí mismo el fin que permite a los individuos acceder a una vida universal. El

Leviatán hobbesiano difiere en rasgos esenciales del pueblo como sujeto moral y colectivo.

Es una "persona ficticia", "un ser mecánico", es decir representa las palabras y acciones de

otros. "Una multitud se hace una persona cuando son representados por un hombre, siempre

que se haya hecho con el consentimiento de cada uno en particular de los de aquella

multitud, pues la unidad del mandatario, no la unidad de los representados, lo que hace de

la persona una y es el mandatario el portador de la persona, y de una sola persona.

Se le atribuye a la voluntad general el carácter de siempre recta y siempre tendiente a la

utilidad pública, aunque las deliberaciones del pueblo no siempre tengan esas

características. "Siempre se quiere el propio bien, pero no siempre se le ve; jamás se

corrompe al pueblo, pero a menudo se le engaña, y sólo entonces es cuando parece querer

su mal"68. El problema no es práctico, pues cada vez que la experiencia muestre que la
decisión del pueblo fue adecuada a la utilidad pública, diríamos que se realizó por voluntad

general.

el contrato social es un acuerdo entre voluntades libres y este conjunto de voluntades

constituye la “voluntad general”, esta emana directamente del pueblo, ya que cada

individuo pone en común su persona y todo su poder bajo ella.

La voluntad general también es soberana ya que no se somete a ningún poder ajeno a ella

misma. El gobierno puede adoptar diversas formas según sean las circunstancias del país

(monarquía, aristocracia o democracia) pero estará siempre bajo el mando de la voluntad

general de la comunidad, adquiriendo entonces el papel de un simple administrador. El

gobierno no es sino un ejecutor de la ley que emana de la voluntad general y puede ser

siempre substituido Esta soberanía no se puede enajenar ni dividir pues o la voluntad es

general, de todo el pueblo, o no lo es, tan solo es la voluntad de una parte.

El fin de la voluntad general es el bien común, su objetivo es garantizar la igualdad y la

libertad de los individuos que forman parte de ella, frenando los intereses particulares y

egoístas. Rousseau infería que la voluntad general siempre es recta, al dirigirse siempre a la

utilidad publica; pero también hacía notar que las deliberaciones del pueblo no siempre

tenían la misma rectitud. Para él, el pueblo podía ser corrompido, más si a este se le

engañaba a menudo. ara que la voluntad general, sea verdaderamente como tal, debe salir

de todos para aplicarse a todos, y pierde su rectitud natural cuando se inclina a algún objeto

individual y determinado. Si algún individuo disiente con respecto a alguna ley de la

comunidad, y está bien formado como ciudadano, reconocerá que, a pesar de su punto de

vista, esa ley tiende también a su bien y la obedecerá. Si se diese el caso de que se opusiera
a la voluntad general, por gtanto, al bien común, debería ser obligado a obedecer. Rousseau

llega a decir que se le obligaría a ser libre.

Para que la voluntad general, sea verdaderamente como tal, debe salir de todos para

aplicarse a todos, y pierde su rectitud natural cuando se inclina a algún objeto individual y

determinado.

Una vez mencionadas las características de la voluntad general, es de suma importancia

hacer la distinción de esta de la voluntad de todos: La voluntad de todos se refiere a un

interés previo y no es más que la suma de todos esos intereses particulares de los individuos

que buscan el mismo objetivo. Mientras que la voluntad general son intereses particulares

que se unen en un pacto conducente al bien común.

Para concluir, hay que remarcar que, para Rousseau, el Estado es un producto del contrato

social, por tanto convencional, y que no tiene ningún sentido hablar de ley natural o

derechos naturales; no hay más ley y derechos que los que propone la voluntad general.

El problema que surge con la teoría de la voluntad general de Rousseau, es la creación del

"yo común". La existencia de un "yo común" es imposible, ya que el "yo" es una

característica propia del individuo, incapaz de transferirse a una masa.

Al aplicar el pensamiento de Rousseau en la política actual, resulta en la toma de decisiones

del soberano que, sin importar si al pueblo le parecen benéficas o no, deben ser respetadas y

seguidas por todos, ya que estas buscan el "bien común".

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